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Channel:    La Foguera de Tabarca
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El legado de lo efímero:Ángel Berenguer Jerez

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(Alicante, ¿? - 1950)
7 años en activo
11 fogueres plantadas
1 monumento en el Ayuntamiento 
1 ninot indultat
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Hijo de Ángel Berenguer Soler, aficionado a la construcción de ninots de carrer, como el que realizara en la calle Alcalá Galiano en 1930, le cogió el gusto a Les Fogueres ayudando a su padre. Fotógrafo, su verdadera profesión, y pintor, en su juventud asiste a las clases de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Alicante, donde obtendría varios diplomas.

En la primera fase de su producción de fogueres, desde 1932 hasta 1936, trabajó solo, obteniendo en 1936 su único ninot indultat con la figura del Gran jefe indio (Carolinas Bajas-Oeste) y, a partir de 1941, colabora con el dibujante y también pintor José Navarro Pérez, más conocido por el seudónimo con el que firmaba sus obras, «Jota Ene», con quien obtuvo, en su primer año de colaboración, su único premio de cierta relevancia, con la foguera Su Majestad el Fútbol (Plaza 18 de Julio), Tercer Premio de Primera Categoría.

Estuvo en activo hasta 1944, y su corta producción se caracteriza, fundamentalmente, por amplias superficies de formas rectilíneas y estilo sobrio, algo más enriquecido en sus obras en colaboración con Navarro:

1932 BARRIO SAN FERNANDO - «El destino d’Alacant».


1933 MERCADO CENTRAL - «¡Lo que va de ayer a hoy!», con efectos de luz.


1934 CAROLINAS BAJAS - «¡Ché qué llanda!», 6.º Premio de Turismo, Categoría B.


1934 PLAZA GABRIEL MIRÓ - «El timo del portugués».


1935 CAROLINAS BAJAS - «Carabasa man donat».


1935 FLORIDA ALTA - «¡A peixcar lo que se puga!».


1936 CAROLINAS BAJAS-OESTE - «Miss Univers».


1941 PLAZA 18 DE JULIO - «Su Majestad el Fútbol» (con José Navarro), 3.er Premio de 1.ª Categoría.


1944 ALFONSO EL SABIO - «Refranero alicantino» (con Navarro).


1944 CAROLINAS BAJAS - «Por más vueltas que le den...» (con Navarro).


1944 RAMBLA MÉNDEZ NÚÑEZ - «¡¡Ya llegó el circo!!» (con Navarro).




El legado de lo efímero:Miguel Carrillo Soler

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Miguel Carrillo Soler (Relléu, 1873 - Alicante, 1935)
4 años en activo
5 fogueres plantadas

Artista artesano, que lo mismo practicaba la pintura que la escultura. En escultura, faceta ésta que más practicó en su taller de la calle San Nicolás, tuvo como profesor al escultor Ruidavés, cuyas imágenes y pasos de Semana Santa desfilaban en Crevillente y otros lugares de la provincia. Aficionado a la música, que también practicaba, fue fundador y subdirector de «La Wagneriana», agrupación musical alicantina de pulso y púa. Hizo talla en madera, pintura, restauraciones y toda clase de trabajos artísticos. En Sant Joan d’Alacant se conserva un retrato del Doctor Esquerdo tallado en madera de boj.

Al iniciarse les Fogueres de Sant Joan, aunque ya le cogiera con cierta edad, Miguel Carrillo, al igual que la mayor parte de los artistas alicantinos, construyó varios monumentos foguerers entre los años 1928 y 1931. En el primero de estos años tuvo problemas con la censura, en la foguera que plantara en Alfonso el Sabio, entre las confluencias con las calles San Vicente y Díaz Moréu, monumento sencillo, casi esquemático, que erróneamente siempre se ha atribuido al Mercado, cuya primera comisión realmente se constituiría de cara al ejercicio siguiente. Y en el último de los citados años, pretendió plantar una foguereta y varios grupos callejeros anunciadores en diversos puntos del centro de la ciudad, pero el permiso fue denegado por el Ayuntamiento, salvo que pagara una suma importante, ya se consideró que lo hacía con fines lucrativos.

Jamás fue premiado pero, paradójicamente, fue profesor de gran cantidad de artistas foguerers que triunfarían con sus obras. Fue padre del escultor y también artista foguerer, Adrián Carrillo García.

Esta es su breve pero significativa obra:

1928 ALFONSO EL SABIO, SAN VICENTE, BARRIO SAN FERNANDO Y ADYACENTES - «Nunca es tarde...», erróneamente atribuida a la Foguera del Mercado.


1929 CALDERÓN DE LA BARCA - «Memorias de un devorador de arroces».


1929 PLAZA JUAN POVEDA - «La primera 'squilá».


1930 PLAZA JUAN POVEDA - «¡Rinden armes!».


1931 PLAZA JUAN POVEDA - «La desbandá».


Pesca... y otras capturas tabarquinas

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Ni todo lo que se pesca son peces, ni todo lo que se pesca llega a puerto, ni todo lo que se pesca se puede vender, sirve o acaba siendo comido... es más, te puede comer a ti o, como mínimo, dar un buen susto. Y con la sólida tradición marinera de Nueva Tabarca, no iba a estar su historia exenta de un nutrido número de ejemplos que así lo atestiguan, e incluso introducen, más allá de la pura anécdota, en el terreno de la leyenda. No hay más que seguir de la mano del camino de la prensa histórica, para conocer de cerca y con detalle tanto la pesca como la «no pesca», resultado de la especial idiosincrasia de este pedazo único de tierra alicantina, isla de aventureros, de mercaderes, de pescadores de almadraba, de mitos y prodigios.


Respetando literalmente forma, corrección y contenido, la referencia más antigua a la que he podido acceder nos lleva al 4 de febrero de 1865, fecha en la que La España recoge en su página 4 la siguiente noticia:
Monstruo marino
Desde hace algunos días corrían voces de haberse presentado en las aguas de Alicante un pez de grandes dimensiones; rumores a que no habíamos querido dar crédito a pesar de que los marineros aseguraban haberlo visto repetidas veces.
Hoy ya es un hecho su aparición en aquellas costas como lo es que ha tenido lugar una verdadera lucha entre el cetáceo y algunos pescadores de la inmediata isla de Tabarca.
Referiremos el hecho tal como lo escriben de aquel punto.
«En la noche del 26 del corriente salió en una lancha a pescar un vecino de la isla, que a poco rato de tender la red sintió que se la rompían, no pudiendo recoger más que la mitad de ella al tratar de hacerlo.
El 28 por la mañana, al entregarse de nuevo el mismo sujeto a su habitual ocupación y al internarse algún tanto en el mar, y a poco más de una legua de la isla encontró un enorme y monstruoso pez que llevaba enredado el trozo de red perdido dos noches antes. Al pretender recogerlo, dio tales sacudidas el animal, que puso el falucho en gran peligro de zozobrar».
La noticia se veía complementada un mes después, el 5 de marzo, en la página 4 de La Libertad, que añadía lo siguiente:
El enorme cetáceo que fue herido cerca de Alicante por los pescadores de Tabarca, y que huyó por no poder estos sujetarlo, apareció en la mañana del 26 en las playas de Melilla con una gran herida en la cabeza. Se cree que era un cachalote y tenía 30 pies [1 pie = 30,48 cm] de largo y 10 de ancho. No pudiendo arrastrarlo de la playa a pesar de haberse puesto a ello una porción de hombres, lo destrozaron en el mismo sitio. La cabeza se calculó, después de cortada, que sería de peso de 10 arrobas [1 arroba = 11,5 kg]; esta fue pedida por el teniente coronel del tercer batallón de Ceuta, el que piensa disecarla. Es considerable la cantidad de aceite que han sacado de tal pez.
En las dos siguientes décadas, no fueron pocas las crónicas de apariciones en aguas de la isla de animales de gran tamaño, y no solamente cetáceos, sino potencialmente mucho más peligrosos que estos. Probablemente sí lo fuera el que refiere El Municipio, curiosamente también un 5 de marzo, pero de 1872, en su página 2:
Cetáceo
Hace pocos días que en la almadraba de la inmediata isla de Tabarca se cogió uno de peso ochenta y tantas arrobas, el cual fue preciso matar a hachazos.
Llevado a tierra, fue partido y remitido a diferentes mercados.
Mucho más reconfortantes eran, por ejemplo, las noticias como la recogida por El Constitucional del 18 de junio de 1878, en su página 3.

Gran pesca
Anteayer mañana desembarcaron en nuestro puerto mil arrobas de atún, pescado en la almadraba de la Isla de Tabarca, el cual fue distribuido entre varios pueblos de la provincia y la capital en donde ayer se vendía a precios arregladísimos, lo cual, es siempre una novedad en nuestro carísimo mercado.
Otras causaban una lógica inquietud, a la par que curiosidad, como las características de la pieza detallada en este mismo diario y página, con fecha 21 de marzo de 1879:

Pez monstruoso
Un laúd de Tabarca desembarcó ayer mañana en el muelle de costa de nuestro puerto, una lamia, pez de la familia de los tiburones que pesaba unas ochenta arrobas: tenía cerca de tres metros de largo por ochenta centímetros de ancho; el cuerpo es cilíndrico y la boca espantosa armada con una doble hilera de dientes de centímetro y medio de largo. Fue cogido en la almadraba de aquella isla. Según nos han dicho, una persona lo ha adquirido para llevarlo a Madrid.
El Graduador, en sucesivas ediciones del 21 y 22 de marzo, ambas en su página 3, ampliaba y comentaba esta noticia, añadiendo una guinda de componente político.
Buena pieza
Ayer llamó nuestra atención al pasar por el muelle de costa, el innumerable gentío que se reunía a presenciar el desembarque de una lancha pescadora. Acudimos al sitio, y nos encontramos con un enorme pescado, cuyo peso se calcula en 720 kilogramos.
Los pescadores más antiguos desconocen el nombre de tal monstruo, que difiere muy poco de los que llamamos musola.
Su longitud es de unos quince palmos [1 palmo = 20,87 cm].
Parece que será adquirido por el Instituto de segunda enseñanza.

Más detalles
Ampliando las noticias que dábamos en nuestro número de ayer, debemos decir que el enorme pez cogido en la Almadraba de la isla Tabarca se llama Lampia; pesa unas setenta arrobas, tiene aproximadamente tres metros de largo por ochenta centímetros de ancho, el cuerpo es cilíndrico y la boca espantosa, armada con doble hilera de dientes de centímetro y medio de largo, afilados cual si fuesen lancetas; se le ha extraído el hígado que pesa unas ocho arrobas; también se le han encontrado en el vientre dos peces llamados milor, que pesaba cada uno dos arrobas.
¡Digo! Si el animalito encuentra en su camino a la Trinidad de Alcaldes de nuestra provincia, que todos conocemos por sus hechos memorables en las últimas elecciones de diputados provinciales y en el sorteo de concejales, ¡Estos sí que son lampias!
El eco de esta noticia llegó hasta numerosos rotativos, tanto de la provincia, por ejemplo El Serpis del 23 de marzo en su primera página, como de fuera de ella, tal como el Diario de San Sebastián del 24 de marzo, en su página 3.

Años más tarde la historia se repetía. El Liberal del 19 de noviembre de 1887, en su página 2, recogía la aparición de un nuevo ejemplar de gran tamaño en las redes de la almadraba.

Buena pesca hicieron ayer los que se dedican a la del atún en la llamada Almadraba de Tabarca.
Hallábanse aquellos pescadores anteanoche dedicados a sus faenas, cuando de repente notan un gran movimiento en la red tonaria, lo cual les hizo presumir que no se trataba de un atún de grandes dimensiones, sino de un pescado de mayor categoría.
Envuelta la presa entre las redes principiaron a hacer camino las lanchas pescadoras hacia tierra y ayer mañana llegaron al muelle de costa de esta capital y entonces descubrieron, que lo que traían era un enorme pescado, que mide cerca de tres metros de longitud, y de un peso de 25 arrobas.
Este reyezuelo del mar tiene una cabeza relativamente pequeña al tamaño de su cuerpo, así como los ojos respecto a la cabeza, su boca está bien armada de dientes, como de una pulgada de largos en forma de saeta y bien afilados y finos a los lados tiene dos aletones y otro más pequeño en el dorso, su piel es lisa y sin escamas, la redondez de su cuerpo es casi tan grande como su longitud.
No conocemos su nombre propio, pero los pescadores le dan el nombre de Lamia.
Como su carne es de escaso mérito para el consumo, se trata de disecarlo, y al efecto lo han abierto y dentro de su estómago se han encontrado dos cabezas de atún aún intactas y gran porción de carne que sería indudablemente de los atunes a quienes pertenecerían aquellas cabezas.
Estos dos pescadillos serían la cena de ese anacoreta marítimo.
Este pescado se halla expuesto en los baños de Diana.
Para su disección se ha llamado al inteligente disector de Elche D. Vicente Bañón.
También esta noticia tuvo su repercusión en otros medios escritos como El Serpis del 22 de noviembre, que en su segunda página hacía algunas aclaraciones, no del todo acertadas, acerca de esta gran captura:
Varios pescadores de la isla de Tabarca, dice un periódico de Alicante, han traído esta mañana a remolque, desembarcándolo en el muelle de costa, un pez enorme llamado Orca Marsopa. Miden generalmente estos cetáceos de cuatro a cinco metros, y penetran en el Mediterráneo persiguiendo a los atunes.
El ejemplar que nos ocupa tiene una longitud de tres metros, y la abertura de su boca es larga, y armada de fuertes y agudos dientes.
Su peso, según nos han dicho, pasa de 200 kilos.
Este pez es voracísimo, y apetece también la carne humana.
Los pescadores lo han conducido al establecimiento de baños de Diana, en donde al abrirle se le ha encontrado dentro un atún de regulares dimensiones.
Aclaraciones un tanto desafortunadas, de las que hicieron eco otros numerosos rotativos como La Correspondencia de España, en igual fecha y página; La Crónica del 23 de noviembre, en su página 4; o la segunda de La Nueva Lucha del 25 de noviembre.

Pero no todo lo encontrado en aguas tabarquinas eran peces o cetáceos. También tuvo su lugar la lamentable pérdida de vidas humanas. Un ejemplo lo tenemos en la noticia recogida por numerosos diarios como La Fidelidad Castellana del 9 de mayo de 1889, en su tercera página.

Dicen los periódicos de Alicante que una de las escampavías de guerra [tipo de buque de las marinas de guerra y guardacostas caracterizado por su escaso tonelaje y calado,con casco de hierro, propulsión a hélice y un cañón de escaso calibre,habitualmente destinada a labores auxiliares de guía, exploración, reconocimiento y apoyo a faros] que cruzan aquellas aguas se encontró a la altura de la isla de Tabarca un cajón que contenía un cadáver, conduciéndole a remolque al muelle de dicha capital. Este hecho ha dado margen a diversas conjeturas.
Conjeturas que no quedaron aclaradas en otros medios como El Isleño del 10 de mayo en su segunda página, o Crónica Meridional en la misma página del ejemplar del 15 de mayo.

Unos años más tarde volvían las buenas noticias de capturas extraordinarias, en este caso de lo que importaba, los atunes. El Aralar del 2 de julio de 1895, en su página 2, lo reflejaba, si bien de forma muy escueta.

Los pescadores de la isla Tabarca (Alicante) están muy contentos por la abundante pesca de atún con que han inaugurado la temporada.
En una noche han pescado más de dos mil atunes.
Cambiamos de siglo, y ya en su segunda década el Diario de Alicante, el 17 de agosto de 1916, página 3, contenía esta curiosa noticia.

Hallazgos en el mar
El pescador de Tabarca Rafael Ruso halló en las proximidades de aquella isla un bocoy de vino, vacío, con la marca «Nougnier Cette Just et Locatión».
También los carabineros del puesto del Carabasí han recogido en la playa otro bocoy, asimismo vacío, con la marca «J. A. x 527 - Valencia-Blanco».
Los referidos bocoyes están depositados en la Ayudantía de Marina de Santa Pola.
Un año más tarde, la página 5 de La Correspondecia de España del 21 de junio de 1917, recogía otro peculiar hallazgo:
Gasolina abandonada
Alicante, 20.— A medio día ha fondeado en este puerto el velero Nuestra Señora del Rosario, que se encontró frente a Tabarca un bidón de gasolina. El capitán ha dado cuenta del hallazgo a las autoridades de Marina.
Curiosamente, a notable distancia de Alicante, el 23 de noviembre de 1923, la tercera página del Diario de Córdoba hacía eco de reivindicaciones de los marineros tabarquinos:
El Pósito de pescadores
Alicante.— El presidente del Pósito de pescadores de las islas de Tabarca, en nombre de doscientos cincuenta afiliados, ha dirigido una instancia al Directorio pidiendo mejoras para la industria pesquera.
Solicitan que se establezca la veda de la pesca y que se prohíba pescar en los criaderos.
La prensa local volvía de nuevo a recoger malas noticias, de alguna manera relacionadas con la isla. Así lo hacía El Luchador del 29 de marzo de 1924, en su página 3.

Lo que el río trae
Se han observado en Tabarca los desastrosos efectos de la inundación en las vegas de Murcia y Orihuela.
Alrededor de la isla se ven flotando numerosos muebles y enseres y varios animales domésticos, muertos.
Todo lo relacionado con la almadraba, siempre era noticia en una población que prácticamente dependía de ella para su subsistencia. Eran frecuentes las crónicas como la del Diario de Alicante del 7 de julio de 1933, tercera página:
Disposiciones oficiales
Madrid.— La «Gaceta» publica una disposición autorizando al concesionario de la almadraba de la Isla de Tabarca para pescar con las demás artes dentro de la zona vedada desde el 15 de octubre hasta el 31 de enero próximo.
La presencia del «lobo marino» o llop marí en aguas de Tabarca, desde hace décadas desaparecido de ellas, fue inspiradora de leyendas y siempre ha sido causa de expectación tanto en la isla como en la capital, e incluso fuera de ella. Buen ejemplo son los detallados artículos aparecidos en las páginas de El Luchador, en ejemplares consecutivos, el primero en portada del 25 de marzo de 1935, con alguno que otro error de bulto incluido, como el de catalogarlo como cetáceo o como pez.

Unos marineros de Santa Pola pescan en aguas de Tabarca dos lobos marinos
Ayer tarde la gente que paseaba por el muelle de costa tuvo ocasión de admirar dos animales raros que exhibían unos pescadores de Santa Pola tripulantes del laúd «Mascota». Al lado de la embarcación en un bote lleno de agua había dos animales que coleteaban violentamente queriendo desasirse de las amarras que los sujetaban.
Tienen los cetáceos todo el aspecto de focas pero los marineros dicen que son dos «lobos de mar». Son largos, quizá de dos metros y a juicio de los que los pescaron deben pesar treinta arrobas cada uno.
Dicen que la noche anterior salieron a pescar desde la isla y se vieron rodeados de animales de esta misma especie de los que hay una gran cantidad en aquellas aguas, debiendo tener su guarida por aquellas rocas. Para defenderse de ellos más que para pescarlos trabajaron tirando las redes y lanzando algún arpón y logrando izar estos dos ejemplares que son magníficos.
Ayer tarde los pescadores estaban gestionando ponerse al habla con los parques zoológicos de Madrid y Barcelona para ofrecer la venta de los dos ejemplares.
——
El «llop marí», que es como los tabarquinos llaman a este pez, es de antiguo conocido por estos mares. Tanto es así que la isla de Tabarca tiene al Sur una gruta que se interna unos cien metros por el subsuelo de la población, llamada la «Cova del Llop Marí». En esta cueva penetran las aguas del mar. Y a favor de ellas embarcaciones de poco calado. Esta caverna se denomina del «Llop Marí» porque en ella se refugió este pez, de gran tamaño y ferocidad, de cuerpo liso y viscoso, y cuya boca está armada de dientes irregulares y muy agudos. Los tabarquinos, marineros muy valerosos, aprovechando la lobreguez de la noche, penetran en la gruta, y con anzuelos y arpones logran pescar al lobo marino, anidado en aquel cavernoso lugar.
La Cueva del Llop Marí es de aspecto fantástico, maravilloso. Las estalactitas que cuelgan de su techumbre son magníficas. Las aves marinas, en considerable número, buscan refugio en las concavidades de la gruta.


Queriendo dar más información que en su número anterior, la portada del ejemplar del 26 de marzo no hizo más que abundar en los errores de taxonomía del llop mari, dando detalles de unos animales que no tienen nada que ver con su verdadera naturaleza, la conocida como «foca monje», pues parece muy improbable que se tratara de las criaturas que el diario pretende describir.
A propósito de los lobos marinos pescados en la Isla de Tabarca
Sus características y cómo fueron apresados
En nuestro número de ayer dimos cuenta de los dos lobos marinos pescados en aguas de la Isla Tabarca, y que fueron traídos a nuestro puerto en la madrugada del domingo, exhibiéndose al público. Hoy vamos a ampliar nuestra información con referencias muy interesantes.

Manatí
Este es el nombre verdadero del «lobo marino», cetáceo de la familia de los Sirenos —vaca marina—. Se designan generalmente con este nombre los mamíferos del orden de los cetáceos, familia de los Sirenios, pertenecientes al género «Manatus»; animales de formas algo parecidas a las de las focas, con el cuerpo algo deforme, casi desnudo (la piel lleva solamente escasas cerdas muy esparcidas), la aleta caudal rodondeada, las extremidades anteriores en forma de aletas, pero con una a cuatro uñas aplanadas rudimentarias; los orificios nasales situados en la punta del hocico, dos incisivos, que caen muy pronto, en la mandíbula superior, y ninguno en la inferior, y de 8 a 10 molares a cada lado en cada mandíbula; de estos molares, sin embargo, nunca están en funciones, a la vez, más que uno a cada lado en cada mandíbula, siendo luego sustituidos en la masticación por los demás de atrás, a medida que estos van creciendo. Comprende este género un reducido número de especies que viven cerca de las costas, o en los grandes ríos de América y de África.

Los hallados en la Isla Tabarca
Seguramente los encontrados en la Isla Plana son de la especie Manati senegalensis, de unos 2'50 metros de longuitud, con la piel gris negruzca y los molares generalmente en número de 10 a cada lado, vive en las costas occidentales del África tropical, y se encuentra en las, desembocaduras de ríos desde la Senegambia hasta el golfo de Guinea. Nadan con facilidad, pero son de ordinario perezosos en sus movimientos, permaneciendo la mayor parte del tiempo, en lugares abundantes en plantas acuáticas, de las cuales se alimentan. Se aprovecha de ellos la carne, que es comestible y parecida a la de ternera; la grasa subcutánea, se emplea principalmente para arder, y la piel que es muy gruesa, después de seca sirve para hacer bastones. En cautividad, viven los Manatíes bastante bien, y se amansan extraordinariamente.

Cómo fueron pescados
Se señaló la presencia de estos manatíes en Tabarca hace aproximadamente un mes. Se refugiaban en la cueva del «Llop Marí» y fueron apresados por los pescadores de la almadraba tapando la boca de la cueva, durante la noche con redes muy gruesas, de las que se emplean para la pesca del Atún.
Dicen los habitantes de la isla que había seis o siete de estos animales.
Vamos ahora con la, sin lugar a dudas, más sorprendente y mejor documentada noticia de captura tabarquina: un tiburón blanco de notables dimensiones. Su lectura y las magníficas fotografías de Francisco Sánchez, conservadas en el Archivo Municipal de Alicante, podrían inspirar temor, incluso hoy en día, a cualquiera que pretenda bañarse en las costas de Nueva Tabarca.

Rotativos de tirada nacional, con fecha 11 de agosto de 1946, lanzaban llamativos titulares que nada tuvieron de sensacionalistas: «Captura de un monstruo marino en la isla de Tabarca» (ABC, p.34); «Captura de un gigantesco monstruo marino» (La Vanguardia, p.4). Las crónicas, breves y de contenido similar, fueron facilitadas por la agencia Cifra, pero era obvio que la más completa y extensa aparecería en la prensa local alicantina, en concreto en portada y página 5 del Diario Información. Esta es la transcripción completa, que de este modo apareció en el citado medio:

Monstruo marino capturado en Tabarca
En la almadraba de la isla de Tabarca, de "Lloret Llinares y Compañía", fue capturado ayer mañana un monstruo marino, de la especie llamada entre los pescadores tabarqueños con el nombre de "llamia". El espléndido ejemplar penetró en la almadraba a las ocho de la mañana, en persecución de un bando de atunes. Fue muerto después de ponerlo casi en seco, y la pontona que en aquella isla tiene destacada la Junta del Puerto para las obras del refugio que allí se realizan izó la formidable "pesca" a la motora auxiliar de la almadraba, que la condujo a nuestro puerto a mediodía.
Alrededor de cuarenta hombres intervinieron en las operaciones de desembarco del enorme pez. Su peso arrojó la extraordinaria cifra de 1.790 kilos, y sus dimensiones eran de seis metros de largo por dos y medio de diámetro en la parte más ancha. Después de haber sido admirado por numerosos curiosos atraídos en cuanto circuló en el puerto la noticia, y como dicho pez es comestible fue descuartizado, adquiriéndolo completo Vicente Enrique, que pagó por él 1.200 pesetas.
Se le encontró al extraordinario animal en el vientre un atún de 40 kilos de peso. Dicho atún presentaba dos mordiscos, uno en la parte de la cola y otro en la cabeza, habiendo sido tragado entero por la "llamia". Su captura fue muy difícil dentro de la almadraba, cuando ya el animal había averiado grandes trozos en la red. Como detalle curioso citaremos que el hígado, pesado aparte, dio en la báscula 300 kilos y que, de haber habido un sistema apropiado de instalación industrial prensadora, como en las factorías especializadas, dicho hígado hubiese proporcionado alrededor de 100 litros de aceite. Un barril completo... Viejos pescadores del puerto nos manifestaron que desde hace veinte años no se ha visto en Alicante una captura accidental de semejante tamaño.
Esta es la serie de imágenes capturadas por Paco Sánchez, en la Lonja del Pescado alicantina, la primera de las cuales ilustra la noticia:


Por último, aunque he obviado las lógicas «capturas» debidas a naufragios o a consecuencia de la contienda nacional en aguas de Nueva Tabarca, testigo de primera fila de grandes desastres marítimos que ocupan por sí solos un notable capítulo en la hemeroteca tabarquina, acabaré con un anecdótico ejemplo, tanto por lo excepcional como por la «pesca» contenida. Y no menos anecdótica es la fuente donde la he encontrado: el Diario de Zamora del 24 de marzo de 1954, página 4:
"Pescan" el fuselaje de un avión
Alicante, 23.— Los tripulantes del pesquero "Astilleros Blasco", de Santa Pola, al levantar las redes en las proximidades de la isla de Tabarca se vieron sorprendidos por su extraordinario peso. La sorpresa aumentó cuando sacada a superficie vieron que contenía el fuselaje de un avión, que fue rescatado y conducido a puerto. Se supone que el avión se hallaba en el fondo del mar desde la Cruzada de liberación.— Cifra.

El legado de lo efímero:Melchor Aracil Gallego

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Melchor Aracil Gallego (Alicante, 1906 - 1966)
5 años en activo
5 fogueres plantadas
1 primer premio

Tras los estudios primarios, llevó a cabo la carrera de Comercio, obteniendo el título de Perito Mercantil en 1923. Pero, al cabo de siete años, se despertó su afición al dibujo, y su vocación hacia la pintura se hizo cada vez más sentida, marchando a Madrid para visitar museos e impregnarse de los grandes maestros de la pintura española, practicando a renglón seguido el dibujo y la pintura de una forma autodidacta, ya que jamás tuvo profesor ni academia alguna. Sin embargo, sus obras se cuentan por centenares, ya que sería proveedor de las casas comerciales del ramo en Alicante.

De regreso a su ciudad natal, se hace socio del Ateneo, y fueron estos los momentos en los que el pintor se fue afianzando en su creación, obteniendo un gratificante Primer Premio en la Exposición de Artistas Noveles, organizada por dicha entidad, por un retrato que le realizó a su hermano. Tuvo su primer estudio en la concurrida calle Labradores, donde se realizaban tertulias entre varios artistas, presentes y futuros, manteniendo una estrecha amistad con Manuel Albert, con quien realizó tapices con piezas de tela. En 1944 consigue la Tercera Medalla en el concurso convocado por la Excma. Diputación Provincial de Alicante. Realizó importantes exposiciones propias, entre las que destacan: en 1944, en el Ayuntamiento de Alicante; en 1957, en la Peña Madridista de Elche; y 1958, en la Caja de Ahorros del Sureste de España. Participó igualmente en varias colectivas.

Su paso por Les Fogueres fue breve, pero dejó huella, destacado en su labor como pintor y dibujante, vinculado a la Fiesta en sus años iniciales. Pese a su carácter esporádico, brilló en su doble faceta como artista de fogueres y como cartelista, legando en esta segunda vertiente uno de sus diseños más inolvidables. En 1931 inicia su escueta producción foguerera, que se desarrollaría hasta 1936, con una aportación a una obra colectiva en 1944. Nunca haría más de una foguera por ejercicio festero. Probablemente, su obra más destacada fue la realizada en colaboración con el también pintor Manuel González Santana, en 1935, Nostra festa no pot morir (Mercado Central), aunque solo alcanzara el Tercer Premio de Categoría A, un diseño plenamente enmarcado en la estética al uso, con preponderancia de superficies planas decorativas y respeto a la simetría arquitectónica. Fue su mayor logro El barrio gitano de Alicante (San Antón Alto 1936), Primer Premio de Categoría B, especialmente por el tratamiento crítico de un tema de gran interés social, como es la raza gitana, y por lo demostrativa de las inquietudes del artista, que le llevaron a una lucha activa en la propaganda republicana, para la que crearía infinidad de dibujos y diseños.

Precisamente en 1936, fue cuando Aracil ganaría el concurso para el Cartel Oficial de Fogueres, ofreciendo un diseño entrañable, de trazos fuertes, elegantes, sencillos, dotados de una gran identificación festera, quedando como una de las muestras más representativas de esta vertiente, de tal modo que, cincuenta y un años después, se daría la excepcional y única circunstancia de que serviría de nuevo como reclamo anunciador de Les Fogueres 1987, al declararse desierto el premio del certamen de dicho año.


Tras la contienda nacional fue encarcelado, y la vinculación de Melchor Aracil con Les Fogueres se limitará a ser uno de los artistas colaboradores en la realización de la célebre foguera colectiva ¡Cuidado con nuestro barrio! (Plaza del Puente 1944), Tercer Premio de Categoría B, demostrando su estrecha relación con el entorno plástico alicantino de la época.

Sus pinturas, incluidas las incorporadas en sus fogueres, eran obras de síntesis, casi muralísticas, limpias y luminosas, de excelente factura. El artista y profesor de la Universidad de Alicante, José Piqueras, lo definiría como «acuarelista fluido, notable dibujante, pintor culto, valioso artista sin fortuna», y familiarmente se le hacía referencia como «el silencioso y franciscano Melchoret», de espíritu un tanto bohemio, que no le deparó mucha suerte y tuvo que pasar distintas calamidades, especialmente en su estancia en Barcelona, de donde regresó para fallecer en su ciudad natal, a los sesenta años.

Este es su legado foguerer:

1931 BARRIO SAN FERNANDO - «El triunfo del séptim art», cuya estrella del remate tenía luz.


1934 FEDERACIÓN UNIVERSITARIA ESCOLAR (FUE) - «Homenaje a Orán», plantada en la plaza de Canalejas.


1935 MERCADO CENTRAL - «Nostra festa no pot morir» (con Manuel González Santana), 3.er Premio de Categoría A.


1936 SAN ANTÓN ALTO - «El barrio gitano de Alicante», 1.er Premio de Categoría B.


1944 PLAZA DEL PUENTE - «¡Cuidado con nuestro barrio!» (colectiva, con Emilio Varela, Gastón Castelló, Daniel Bañuls, Miguel Abad Miró, Adrián Carrillo, José Gutiérrez y Manuel Albert), 3.er Premio de Categoría B.


El legado de lo efímero:Francisco Muñoz Gosálbez

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Francisco Muñoz Gosálbez (Alicante, 1896 - 1958)
7 años en activo
21 fogueres plantadas
1 monumento en el Ayuntamiento
1 primer premio

Artista precoz, a los doce años ya acudía a las clases de la academia del pintor alcoyano Lorenzo Pericás Ferrer. A los veinte inauguraba una propia, por donde pasarían, recibiendo sus primeras lecciones, firmas de la talla de Gastón Castelló Bravo, José Barahona Marco, José Pérez Gil «Pérezgil» y otros. Realizó diversas exposiciones personales, tanto en el Círculo de Bellas Artes como en el Ateneo de Alicante, pero no concurriría a certamen alguno. Fue padre del conocido arquitecto alicantino Francisco Muñoz Lloréns.

Fueron sus inicios foguerers de la mano de Juan Esteve García, con quien firmó sus primeros monumentos. Industrializó su arte, al que dedicó su vida, teniendo taller propio con varios ayudantes, siendo autor de una de las pocas fogueres publicitarias que se han plantado (Chevrolet, 1930). Del citado taller, salió igualmente la única foguera de 1939, La fuga, que sería realizada en el tiempo récord de quince días, contribuyendo con ello, de forma muy importante, a la reanudación de Les Fogueres tras la contienda nacional.

Su obra se desarrolló, casi exclusivamente, durante la II República Española, siendo merecedor de buen número de galardones, destacando el Primer Premio de Categoría B obtenido con Deu mos lliure de les males compañíes (San Antón Alto 1933). También fue, esporádica y tardíamente, constructor de portadas de barraca como «3 díes de alegría y bon humor», en 1948 y 1950. Eran sus fogueres de sencilla factura, escasamente ornamentadas, pero con unos ninots cargados de expresividad:

1930 BARRIO SAN FERNANDO - «Vistes del barrio» (con Juan Esteve García).


1930 CHEVROLET - Foguera de propaganda, plantada en la plaza de Isabel II (actual de Gabriel Miró).


1931 CALDERÓN DE LA BARCA - «Pera viure regular tens que heretar» (con Juan Esteve).


1931 PLAZA DE LA REPÚBLICA - «El triunfo de les fogueres» (con Juan Esteve), 5.° Premio.


1931 PLAZA DE LAS MONJAS-SAN AGUSTÍN - «Lo que vá de ahír a huí» (con Juan Esteve), Premio de Turismo.


1933 CALDERÓN DE LA BARCA - «El ensomit de un alicantí», Premio de la Cámara de Comercio, Categoría B.


1933 PLAZA DE LAS MONJAS - «Tot lo que relluix no es or».


1933 SAN ANTÓN ALTO - «Deu mos lliure de les males compañíes», 1.er Premio de Categoría B.


1934 BARRIO SANTA ISABEL - «Alacant monumental».


1934 CALDERÓN DE LA BARCA - «Alicante, eterna primavera», 4.º Premio de Turismo, Categoría B.


1934 PASCUAL PÉREZ - «La Festa Nasional», 5.º Premio de Turismo, Categoría B.


1934 SAN ANTÓN ALTO - «Plora... Benacantil!», 2.º Premio de Categoría B.


1935 BARRIO SANTA ISABEL - «Proyectos».


1935 CALDERÓN DE LA BARCA - «Del dit al fet».


1935 PASCUAL PÉREZ - «Patronato Nacional del Turismo».


1935 SAN ANTÓN ALTO - «Fogueres», Premio de la Diputación Provincial, Categoría B.


1936 BARRIO SAN FERNANDO - «Visions del porvenir», 3.er Premio de Categoría B.


1936 CALDERÓN DE LA BARCA - «Lo bo y lo roín», 2.º Premio de Categoría B.


1936 PLAZA GABRIEL MIRÓ - «Pega un tironet».


1936 TORRIJOS-PASCUAL PÉREZ - «Vistes de Alacant».


1939 MERCADO (única que se plantó en ese año) - «La fuga».

El legado de lo efímero:José Gutiérrez Carbonell

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Enlaces relacionados:

José Gutiérrez Carbonell (Alicante, 1924 - 2002)
7 años en activo
11 fogueres plantadas
5 primeros premios
1 galardón en la máxima categoría
2 ninots indultats

Hijo de artesano marmolista y con una temprana vocación escultórica inculcada por su padre, fue destacado discípulo de Daniel Bañuls.

Tras la Guerra Civil, en un concurso-oposición convocado por la Excma. Diputación Provincial, obtuvo una bolsa de estudio que aprovechó para acceder a la Escuela Superior de Escultura, Pintura y Grabado de San Carlos, de Valencia. Pero, con anterioridad, ya se había iniciado en el entorno de les Fogueres, primero con un monumento infantil en 1941, en la calle Alférez Díaz Sanchís y, posteriormente, entrando como aprendiz en el taller de Gastón Castelló en 1944, realizando algunas portadas de barraca. Colaboraría intensamente con Jaime Giner Palacios en la construcción de fogueres, realizando cinco monumentos entre 1946 y 1948, de fuerte contenido crítico, que les llevaría en más de una ocasión a lidiar con la censura, pese a lo cual fueron premiados con importantes galardones.

Una vez en Valencia, alternó sus estudios con la colaboración con artistas falleros, especialmente con José Soriano, Modesto González y Vicente Tortosa. Una vez terminados, regresa a Alicante, donde rápidamente aportó sus facultades artísticas en pro de la Fiesta del Fuego, de forma efímera pero contundente pues, tras haber trabajado en 1952 con José Perezgil en Categoría Especial, creando el primero de sus ninots indultats, El colilla (Séneca-Autobuses), y dando forma a la primera foguera en que se utilizó para los bastidores contrachapados en vez de lienzos, dos años después realiza para el mismo distrito el monumento El juego, Premio de Categoría Especial 1954, una de las creaciones más importantes de la década de los cincuenta, con reminiscencias gastonianas, combinación de arquitectura tradicional, figuras clásicas y bajos muy cuidados.

En 1955 son premiadas las tres fogueres que planta, entre las que destaca El món a pataes (Plaza Ruperto Chapí), una apuesta arquitectónica muy avanzada. Este mismo año consigue su segundo ninot indultat, Caruso (San Fernando-Lonja), y construye la portada de la Barraca Peña «Los Gorilas». Dejó en sus obras constancia de su versatilidad escultórica y su respeto a la arquitectura de su época, así como un mordaz sentido de la sátira, plasmado una y otra vez en multitud de viñetas, muy en la línea de sus maestros valencianos.

Posteriormente, se dedicó casi en exclusiva a la escultura y la pintura, destacando entre sus obras: la Sagrada Familia de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, un relieve en la Caja Infantil de Ahorros del Sureste de España, y un grupo escultórico en los desaparecidos jardines de la Biblioteca Gabriel Miró de dicha entidad financiera. En la I Exposición de Escultura Mediterránea, celebrada en 1957, obtuvo la Medalla de Plata.

En 1957 le hace los bocetos de Sueños de circo (San Antón Bajo) a Francisco Granja Velázquez, y en 1960 los de Teatro de la vida(Puente-Villavieja) a Francisco Almiñana Pérez y, como artista foguerer, retornó fugazmente en 1962, de nuevo en colaboración con Jaime Giner, con Mitología al día (Benalúa), que exploraba nuevos rasgos estéticos que no tendrían repercusión posterior. Más tarde, participó activamente como Jurado de Fogueres, así como enseñando a jóvenes valores, de la talla de Javier Gómez Morollón o Jesús Grao Garrido. Por último, en su otra vertiente artística, José Gutiérrez es autor del Monumento al Foguerer, instalado en la plaza de España e inaugurado el 21 de junio de 1982.

1946CAROLINAS BAJAS - «Copa de ilusiones» (con Jaime Giner Palacios), Premio de la Junta Central Fallera de Valencia.


1946POZO-DÍAZ MORÉU - «Mentres la siutat avanza el camp atrasa» (con Jaime Giner).


1947 CAROLINAS BAJAS - «Lo que més costa en la Festa» (con Jaime Giner), 1.er Premio de 2.ª Categoría.


1948 CAROLINAS ALTAS - «De broma y en serio...» (con Jaime Giner), 2.º Premio de 1.ª Categoría.


1948 PLAZA GABRIEL MIRÓ - «Bandolers del siglo XX» (con Jaime Giner), 1.er Premio de 2.ª  Categoría.


1952SÉNECA-AUTOBUSES - «Las tres Gracias y las tres desgracias» (con José Perezgil).


1954 SÉNECA-AUTOBUSES - «El juego», Premio de Categoría Especial.


1955 PLAZA GABRIEL MIRÓ - «"Zoo" humano», 1.er Premio de 2.ª Categoría.


1955 PLAZA RUPERTO CHAPÍ - «El món a pataes», Premio de la Cámara de Comercio.


1955 SAN FERNANDO-LONJA - «La agonía de Talía», 1.er Premio de 1.ª Categoría.


1962BENALÚA - «La Mitología al día» (con Jaime Giner), 2.º Premio de Categoría Especial.




Pasado y presente de Nueva Tabarca: algunos visitantes contemporáneos

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Artículo de EMILIO SOLER PASCUAL 
Universidad de Alicante 

Publicado en «Nueva Tabarca, un desafío multidisciplinar» (2014)
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert 
(Fotografías e ilustraciones escogidas y añadidas por «La Foguera de Tabarca»)



A finales de la centuria ilustrada, los sueños tan utópicos como interesados del ingeniero militar Fernando Méndez con respecto a la isla de Tabarca se desmoronaron por completo. La monarquía española había firmado un tratado con Argel por el que se aseguraba la protección de sus costas de ataques imprevistos y el gobierno español dio un giro importante al proyecto tabarquino que, de la mano de Méndez, había pasado de formularse originariamente como una barrera defensiva orientada a mar abierto a convertirse, según sus deseos, en un importante dispositivo militar. Si a partir del siglo XVI la costa levantina se había poblado de torres y atalayas, «construidas a manera de puestos de vigía contra los piratas africanos», tal y como señalaba en el siglo XIX el viajero inglés Richard Ford, el proyecto defensivo de Nueva Tabarca se hubiera convertido, de seguir adelante los proyectos de la monarquía de Carlos III, en la perla de esa corona semicircular defensiva que bordeaba el litoral alicantino.

Méndez había pensado en convertir la isla «en un fuerte avanzado en la mar» capaz de defender la ciudad de Alicante de los ataques de los corsarios berberiscos, pero el proyecto urbanizador, y no tan solo el militar, debería reconducirse hacia otro de características distintas más acorde con el giro político del gobierno español. Unas discrepancias manifestadas una y otra vez por el gobernador de Alicante, Conde de Baillencourt a sus superiores en Madrid criticando el excesivo desarrollo castrense que Méndez pensaba otorgar a Nueva Tabarca.


Y todo esto independientemente que el proyecto del ingeniero Méndez hubiera obtenido en su momento el plácet, a pesar de las severas advertencias que en su día recibió, entre ellas del científico y marino alicantino Jorge Juan y Santacilia quien, ya en 1770, no solamente criticó su programa militar por desmesurado, sino que llegó a calificar a Fernando Méndez de persona que carecía de la formación necesaria para entender que una ciudad debía ceñirse a las necesidades de la población y no al contrario, señalando importantes carencias para los habitantes como era, y no la menor, la falta en la isla de agua potable y de leña. El problema que se presentaba a la población tabarquina, ante la falta del líquido elemento, hizo que las autoridades mandaran excavar un pozo muy profundo cerca de la puerta de San Miguel. Los sondeos esperaban encontrar agua dulce que solventara el problema de abastecimiento, tan imprescindible para la población, pero pronto se abandonaron las prospecciones ya que el agua del mar se filtraba en las conducciones y el líquido resultante era completamente salobre. Méndez, ante ese problema, proyectó la construcción de una serie de aljibes, tanto en el casco urbano como fuera de él, para recoger la lluvia, escasa e irregular, cuando cayera sobre las terrazas de las viviendas y trasladarlas a esos depósitos. El número inicial fue de siete cisternas con la posibilidad de ir ampliándolas conforme fuera aumentando la población. Cada una de ellas tenía capacidad para albergar unos 50 ó 60.000 cántaros. La realidad mostraría que los aljibes debían ser llenados periódicamente con agua transportada desde tierra firme, con el gasto y el esfuerzo que semejante tarea ocasionaba.


De otro lado, y siguiendo con la imposibilidad real de seguir con el proyecto de Méndez, los costosos gastos dedicados a la construcción de una ciudad amurallada habían llegado a su fin dada la maltrecha situación de la Hacienda hispana y hacían imposible, al mismo tiempo, la creación de estructuras industriales para el mantenimiento de los habitantes de Nueva Tabarca. Unas estructuras imprescindibles para el buen funcionamiento de la economía de una isla que, por las características de su terreno, era impracticable para usos agrícolas que, al menos, pudieran abastecer las necesidades de la población.

Las condiciones de habitabilidad isleña con la que se encontraron en 1770 los casi cuatrocientos genoveses (algunos autores mantienen diferencias en cuanto al número originario de colonos) rescatados por el soberano español Carlos III, antiguos habitantes de la isla tunecina de Tabarka, resultaban sensiblemente diferentes a la que se hallaron parte de sus compatriotas, los mismos que unas décadas atrás habían sido trasladados, con los mismos objetivos que en Nueva Tabarca, a las costas sardas. Al contrario que en la isla alicantina, las poblaciones hermanas de Carloforte, en homenaje al monarca sardo Carlos III «el Fuerte» y Calasetta, en Cerdeña no pararon de crecer en cuanto a su población debido, según Fiorenzo Toso, a la existencia de fuertes vínculos entre los colonos sardos y las continuas aportaciones que se recibían de la cercana Liguria. Las cifras son elocuentes: los 515 habitantes de Carloforte en 1738 pasan a 3215 en 1844 y a 7817 en 1931. Algo similar sucede en Calasetta: los 138 habitantes de 1772 pasan a 498 en 1848 y a 1457 en 1901, siempre según los datos aportados por Fiorenzo Toso.


Al mismo tiempo, los más afortunados tabarquinos de Carloforte y Calasetta fueron dotados por las autoridades borbónicas con un programa de reconversión económica concebido y llevado adelante con determinación por las autoridades competentes. Al contrario de lo que sucedió con los colonos alicantinos que fueron, prácticamente, abandonados a su suerte, perdiendo, incluso, sus raíces lingüísticas, tal y como se percató Joan Fuster cuando visitó la isla a comienzos de los años sesenta del siglo XX: «No sé si los pobladores actuales de Nueva Tabarca son descendientes de los genoveses redimidos: si lo son, no conservan el menor rastro de tal procedencia. Ellos, por otra parte, no designan a su isla con ningún nombre propio: la llaman l'illa, simplemente (...) Los isleños que quedan son gente taciturna y reservada».

Lo que no sucedió con el idioma de aquellos primitivos 86 tabarquinos que desembarcaron en la isla sarda y deshabitada de San Pietro en el mes de enero de 1738, a los que siguieron varios centenares más tres meses después, que sí fueron capaces de conservar sus características culturales y etnográficas, continuando en años posteriores la expansión de los antiguos cautivos genoveses por la isla. En San Pietro, además de distribuir entre los nuevos colonos el terreno cultivable, se establecieron las bases de una incipiente industrialización, siquiera pesquera, de la isla. Lo que no era poco.

González Arpide señala con razón que las diferencias lingüístico-culturales entre los tabarquinos sardos de San Pedro y los españoles de Nueva Tabarca vienen marcadas, muy especialmente, por dos razones: la primera es que los carlofortinos salieron de Tabarca antes de ser invadida y no sufrieron cautiverio, lo que permitió la conservación de sus primitivos caracteres autóctonos; el segundo factor es que un pequeño grupo de colonos de la Liguria italiana fueron a instalarse a Carloforte, reforzando sus raíces comunes. Mientras que el aislamiento más total se enseñoreó de los tabarquinos alicantinos que, pronto, asumieron el idioma y costumbres de sus vecinos en la costa santapolera.


Se puede afirmar que las tres grandes condiciones esgrimidas en el siglo XVIII para la creación de nuevos grupos poblacionales se habían extinguido en muy pocos años, sin prácticamente llegar a nacer a finales de la centuria ilustrada: Nueva Tabarca había perdido el interés político, su valor estratégico para la defensa del territorio se había difuminado y a nivel económico la imposibilidad de inversiones en aquel paraje agreste y asolado por los vientos marinos hacía irrealizable el deseo de que la población importada desde las costas tunecinas aportara nuevos ingresos fiscales al erario hispano. Así pues, con un nutrido grupo poblacional ya establecido en la isla, las autoridades españolas dieron un giro de ciento ochenta grados a las primitivas ideas que habían llevado a establecer una colonia en aquella isla desolada y desierta y, en la práctica, se desentendieron de los colonos.

Parece evidente que los tabarquinos se vieron defraudados totalmente por una administración española que, poco a poco, se fue olvidando del destino de aquellos antiguos cautivos tunecinos y que ahora volvían a encontrarse semi-prisioneros por la corona española. Testimonios sobre sus quejas no faltan, y no tan solo en las lamentaciones expresadas por los tabarquinos a los viajeros, españoles y foráneos, que les visitaron al poco de haberse establecido allí. Richard Twiss, viajero incansable por la Europa del XVIII, visita la isla durante su trayecto por España. Su testimonio es bien elocuente referente a las condiciones de habitabilidad de Tabarca («tiene tres millas de perímetro y es tan árida que no hay árboles en ella, ni una gota de agua excepto la que se trae del continente») como de la penosa situación a la que se ven sometidos sus habitantes tan solo poco más de dos años después de haber sido trasladados:
Los habitantes dicen que en la actualidad están en una situación más penosa que cuando se encontraban en cautividad ya que no se les permite desembarcar en el continente y a menudo están angustiados por las provisiones y el agua, cuando el tiempo está revuelto y no permite a los barcos llegar hasta la isla.

Por si acaso pudiera pensarse que esta descripción de un visitante británico pudiera estar mediatizada por los continuos enfrentamientos políticos y militares que Gran Bretaña y España sostuvieron en esa centuria, también un viajero valenciano, Francisco Pérez Bayer, en su Diario del viaje arqueológico emprendido en 1782, al pasar expresamente por Nueva Tabarca recoge los lamentos de sus pobladores de una forma que no deja lugar a engaños, especialmente porque Pérez Bayer no resultaba sospechoso de albergar animadversión a la Corona al ser catedrático de hebreo en las universidades de Valencia y Salamanca, miembro de la Comisión de Archivos, canónigo de Barcelona, Toledo y Valencia, preceptor de los infantes reales y bibliotecario mayor de la Biblioteca Real. Pérez Bayer escribe que doce años después del poblamiento, la ciudadanía ha quedado reducida «a solas veinte familias tabarquinas de más de ochenta que fueron las de sus primeros pobladores o colonos». Las causas dadas por el ilustrado valenciano quedan, también, como en el caso del británicoTwiss, meridianas:
Causónos a todos gran compasión el estado de aquellas miserables gentes, faltas enteramente de agua, leña y de todo lo necesario para la vida humana, sin pan, sin vino y sin medios para adquirirlo, y aun teniéndolos, sin arbitrios para comprarlo si no viene el barco de Alicante que diariamente les provee; y en ocasiones suele faltar o retardarse por los vientos contrarios, lo que, si sucede, se ven en grandes apuros porque no hay repuesto.
La desesperación de los habitantes de Nueva Tabarca queda perfectamente reflejada en el escrito rescatado del Archivo de Simancas por el profesor Giménez López en el que «tutto il povero Popolo della Tabarca» dirige una desgarradora, todavía escrita en italiano, al gobernador de Alicante, Conde de Baillencourt donde se recoge la enorme calamidad que les aflige
ya que no podemos vivir de ninguna manera en este destierro para nosotros pobres, más bien se puede decir, con justa forma, un infierno, y gobernados por el odio y la mala voluntad por lamentarnos del miserable lugar y las miserias...
Aumentada, además, su desgracia por haber sufrido una fuerte represión del ejército español al atreverse a trasladar al gobernador de la isla Fernando Méndez, sus innumerables quejas:
Lleváis cuatro años engañándonos con tantas buenas promesas, y habéis engañado a su majestad con tanto dinero gastado malamente en un pésimo lugar.
La represión ordenada por Méndez culminó, según el escrito de todos los tabarquinos, con «seis presos a las cárceles de Alicante, atados como ladrones».

El escrito, que no obtuvo respuesta positiva, terminaba de forma harto elocuente:
Por tanto justicia pedimos todo el pueblo de Tabarca a Dios, a Su Majestad, a Su Excelencia como nuestro pío abogado, y a toda la Corte Real pedimos libertad y libertad; y que luego Dios y la María Santísima le pagará copiosamente la caridad en esta vida y luego en la gloria eterna, amén. En esta Nueva Tabarca, día 12 de enero de 1775, todo el pobre pueblo tabarquino.

Tres años más tarde, el corregidor y gobernador de Alicante en sustitución de Baillancourt tras la muerte de este, Jorge Dunant, escribe al Conde de Riela, Secretario de Estado de Guerra, notificándoles la falta de recursos económicos para solventar el grave problema que aquejaba a los habitantes de Tabarca a pesar de haberse interesado personalmente en los graves problemas que aquejaban a su población:
Me ha sido preciso extraer de estas Arcas de Pósito en dos ocasiones contra las facultades que me asisten como a Corregidor, con oposición y protesta de los regidores del Ayuntamiento de esta ciudad, la cantidad de 4.000 pesos para no dar lugar al abandono que, por falta de medios, me era preciso tolerar de aquellos colonos...
La suerte, la mala suerte, para los tabarquinos estaba echada. ¿Qué iba a ser de ellos una vez que el primitivo —y utópico— proyecto fuera en gran parte olvidado y ellos abandonados a su suerte? En 1782 a la muerte de Fernando Méndez, el ingeniero militar Baltasar Ricaud redactaría un elaborado informe en el que se detallaban las fortificaciones del lugar así como las graves dificultades que existían para el normal desenvolvimiento de sus habitantes, «insubsistencia de la población», aunque se decantara finalmente por no desarbolar el lugar y mantenerlo como plaza fuerte al haberse conseguido dos de los objetivos prioritarios para su fundación: evitar que los piratas de Berbería estableciesen en la Isla Plana de Tabarca una base para sus correrías mediterráneas y haber expulsado a los contrabandistas que operaban desde allí por todo el litoral alicantino.

González Arpide afirma que la situación en la isla era insostenible y se aconsejaba enviar a los jóvenes ociosos a la armada, a los ancianos, niños y niñas, a los hospicios de Valencia, Orihuela y Alicante. Parece evidente que la desdicha de la población no iba a mejorar ya que en los años siguientes la población tabarquina escapaba y volvía a Túnez o a otros lugares más próximos. Lo que sí es mensurable es que en 1787, cuando se elabora el llamado censo de Floridablanca, la isla registra una población de ciento diez personas: dos tercios de la población originaria se había volatilizado en tan solo diecisiete años.

En 1789, como nos recuerda Pérez Burgos, la Junta Suprema de Estado se replantea el futuro de la población tabarquina. Nuevamente otro informe de un ingeniero militar, Antonio Ladrón de Guevara, piensa en la destrucción de las instalaciones militares y el abandono de la población al ser inviable su mantenimiento. La idea era que quedase tan solo una torre defensiva que protegiese el litoral de las amenazas foráneas, evitando los cuantiosos gastos que suponía el mantenimiento de una importante población militar y civil. Esta nueva teoría da lugar al levantamiento de la actual Torre de Sant Josep, ubicada en el territorio denominado como el Campo de la isla. Rafael Viravéns Pastor que consultó los escritos sobre Tabarca de Bendicho, Maltés y López o Jover, la describe en 1876 de esta forma:
Este fuerte es un castillo de piedra que consta de tres pisos, en donde hay un patio y habitaciones para cárcel y alojamiento de tropa: a él se sube por una escalera de cantería interceptada por un puente levadizo; sobre la puerta de entrada aparecen los escudos de las Armas Reales.

Cuando en 1810, en plena Guerra de la Independencia, la isla pasa a formar parte del término municipal de Alicante abandonando el de Elche, Tabarca recibe una ingente cantidad de prisioneros franceses que son motivo de graves conflictos con los habituales residentes ya que no existía, ni por asomo, la infraestructura necesaria para darles cabida en tan escaso territorio. Poco a poco, como suelen hacerse las cosas en España, el Estado va perdiendo totalmente el interés por Tabarca e, incluso, Fernando VII, ya en 1828, dispone que los edificios de la isla, claramente deteriorados, pasen a propiedad de la población isleña, lo que aumentó todavía más su penosa situación porque los empobrecidos lugareños no podían costear esos arreglos de mantenimiento. El broche final a la decadencia del proyecto utópico de Tabarca se consigue en 1850, tras la pérdida de su condición de plaza fuerte y la salida del último gobernador militar de la isla aunque otro ingeniero militar, Tomás de Enguídanos, consiguió evitar el abandono total de las instalaciones al realizar un informe sobre la conveniencia de conservar las fortificaciones de la isla en lugar de demolerlas, a pesar de que
Aquellos primitivos moradores no pudieron subsistir en la isla muchos años, a causa de su esterilidad, y en el día han quedado reducidos a veinte y tantas familias de marineros...

Algunos visitantes en Nueva Tabarca. Siglo XIX

Francisco de Paula Mellado, célebre escritor fallecido hacia 1870, editor madrileño e impulsor de proyectos culturales que no siempre acabaron bien, asegura en su obra Recuerdos de un viage por España, publicada entre 1849 y 1851, que en sus andanzas por tierras alicantinas él estuvo visitando la isla tabarquina, aunque en su relato no aporta ninguna opinión personal sobre lo que allí se encuentra, pareciendo más una mera descripción de lo ya narrado una y mil veces por otros viajeros que aseguraron haber parado en la isla:
Compónese de cien casas distribuidas en una plaza y ocho calles ó callejas, y tiene una parroquia con el nombre de San Pablo, que es también el de un extenso castillo que la defiende. Hay un gobernador militar, una corta guarnición, un alcalde pedáneo dependiente del ayuntamiento de Alicante, y quinientos habitantes.
Las cifras de Mellado son idénticas, así como sus valoraciones, a las descritas por Pascual Madoz en su obra Diccionario geográfico-estadístico-histórico en cuanto referencia a la población y características de la isla y su población a mediados del siglo XIX. No obstante, el informe del magistrado Madoz, que más tarde presidiría las Cortes Constituyentes de 1855 y desempeñaría el Ministerio de Hacienda poco después, personaje que tampoco estuvo en la isla y se contentó con recibir los informes necesarios desde la capital alicantina, sí abunda en forma interesante sobre los problemas que acarrea a la navegación la situación del puerto tabarquino y los escollos que siembran la orografía marítima isleña: «El abra que hay entre esta y el cabo Falcon le cierra un arrecife que no franquea paso sino es para barcos pescadores». O esta otra,
Algunas cartas suprimen este escollo donde existe, y le ponen donde no le hay, entre la isla y el cabo de Santa Pola; por esto creen preferible el pasar por fuera de la isla que por entre ella u la costa, cuando más de una vez se han perdido...

Apunta también Pascual Madoz que el uso de la torre de Sant Josep ha quedado reducido a prisión: «sirve de cárcel una torre situada a 300 varas de distancia de la ciudad», una prisión acostumbrada a las ejecuciones, tal y como señala el cronista de Alicante Enrique Cerdán Tato:
En la madrugada del once de noviembre de 1838, diecinueve sargentos carlistas, presos en el depósito de la isla de Tabarca, fueron fusilados sobre un fondo de nubes violáceas. Era la represión ordenada por el gobernador militar, Francisco Pérez Meca, después de declarar la plaza de Alicante en estado de sitio, por las actuaciones del general carlista Ramón Cabrera que, a su vez, había mandado fusilar a noventa y seis individuos de la misma clase.
Nicasio Camilo Jover, cronista alicantino, recuerda que el comandante general de Alicante, Francisco Pérez Meca,
cumpliendo las órdenes de la Junta de Salvación y Defensa del Reino de Valencia, nombró en Alicante una Junta de Represalias que ordenó fusilar a estos diecinueve prisioneros carlistas que se hallaban en la isla.
El escritor alicantino José Pastor de la Roca, tras realizar una breve historia de la isla y su poblamiento, nos deja en 1875 otra pesimista e inteligente visión de Nueva Tabarca:
Hoy, si bien abandonada a sus pobres recursos, esta isla, con sus ruinosas fortificaciones, batidas constantemente por las aguas, cuya acción corrosiva destruye paulatinamente las obras de sillería de que muchas de ellas están formadas, y lo mismo las emanaciones salitrosas que exhalan; ofrece no obstante un punto de atractivo al arqueólogo, al filósofo y al pensador, que no dejan de sentirse hondamente preocupados por cierta impresión grata, al par que melancólica, ante la contemplación de su conjunto.

Las reseñas sobre Tabarca durante todo el siglo XIX quedan prácticamente reducidas a las de Mellado, Madoz, Nicasio Camilo Jover, Viravéns o Pastor de la Roca, ya citadas, y una breve mención de Elizabeth Vassall Fox, más conocida como Lady Holland. La esposa del noble británico Lord Holland realizó un viaje por España entre 1802 y 1804, pasando por Alicante. Durante sus cuatro días de estancia en la capital alicantina, Lady Holland no para de visitar la ciudad y sus alrededores. De esta forma escribe en su Itinerario:
Justo en medio de la bahía se sitúa la isla plana de Sant Pol (sic). Fue poblada por Aranda con esclavos redimidos de la cautividad, y cuya existencia no mejoró, encontrando allí el mismo confinamiento y trabajo duro que habían padecido anteriormente, con el añadido de la falta de agua. El plan originario resultó fallido y en la actualidad (escrito en 11 de abril de 1803) se ha convertido en un nido de contrabandistas. La falta de agua dulce siempre mantuvo aquella posesión como algo totalmente inútil, a pesar de las grandes sumas que gastó Aranda en el proyecto.
Ninguno de los célebres viajeros hispanos, franceses, italianos o británicos que durante esta centuria decimonónica pasaron por estas tierras deja mención de la isla. Si en el siglo XVIII fueron varios e importantes los testimonios sobre el lugar (Twiss, Pérez Bayer, Bourgoing, Vargas Ponce, Laborde, Swinburne o Espinalt, según Emilio Soler) una sombra parece abatirse sobre el destino de la isla durante la centuria romántica. Ni siquiera Teófilo Gautier, Guillermo de Humboldt, Edmundo Amicis, que pasaron por Alicante en barco, mencionan a Tabarca. Tampoco los hermanos Joaquín Lorenzo y Jaime Villanueva, que penaron por las costas alicantinas en 1810 tratando de trasladarse a las Cortes de Cádiz. Como no lo hicieron tampoco otros ilustres visitantes por estas tierras como Richard Ford, Josephine de Brinckmann, Eugène Poitou, Pierre Paris, Charles Didier, el Archiduque Maximiliano de Austria futuro emperador de México, la Condesa de Gasparin o, entre otros, Próspero Mérimée.

Sin duda el frustrado proyecto carlotercerista sumió a la isla en una zona de sombras a la que nadie tenía interés en conocer: los foráneos por falta de información y los naturales del país porque habían olvidado demasiado pronto la tragedia de sus vecinos tabarquinos. El siglo XIX, curiosamente la centuria romántica que atrajo a España a lo más granado de la literatura europea, unos escritores deseosos de dejar constancia a sus lectores de un país sumido en el atraso y en el que el pasado morisco se hallaba bien presente, pasó de largo sobre una de las ideas románticas más bellas que en el mundo de la política han existido, la utopía de una sociedad nueva y feliz. Aunque nunca pudo llegar a ser.

No será hasta el siglo pasado cuando la isla, que renace económicamente a causa de la pesca y principalmente de la importancia de su almadraba atunera llegando, incluso, a alcanzar los mil habitantes hacia el año 1920, comience a significar algo para los visitantes y literatos. Años más tarde, el incipiente turismo volvería a situar a Tabarca de nuevo en las crónicas.



Otros visitantes en Nueva Tabarca. Siglo XX

A comienzos del siglo XX, concretamente en 1908, el poeta malagueño Salvador Rueda visita Tabarca y tras una prolongada estancia en la isla, escribió, entre otras piezas, el libro Zumbidos de caracol, dedicado a su amigo Antonio Sanchís, que también le acompañaría en el trayecto tabarquino junto a otros prestigiosos intelectuales de la época como Eduardo Irles, Óscar Esplá, Julio Bernácer, Gabriel Miró o José Guardiola. Rueda la bautiza como «isla de los poetas», y manifiesta fervientemente poseer en ella «un hotelito minúsculo en el que encerrar mi taller de poeta y estar siempre mirando a Alicante». Aunque tal vez sea este el primer testimonio turístico de la isla en el siglo XX, una de las primeras referencias viene recogida cuando en sesión del Ayuntamiento de Alicante el 8 de febrero de 1918, el concejal Manuel López González desarrolla una moción para que el Estado construya un embarcadero en Tabarca, con el objetivo de que sus moradores no queden incomunicados en los días de mar gruesa, como venía sucediendo hasta entonces, y para poder dar facilidades a los turistas que quisieran visitar la isla... Un muelle que tuvo que esperar hasta el año 1945, tan solo 20 años antes de que en agosto de 1964 Tabarca fuera declarada Conjunto Histórico-Artístico.

Pero si fue Gabriel Miró uno de los impulsores del amor que sentiría Salvador Rueda por la isla, justo es dejar aquí el testimonio del notable escritor alicantino sobre Tabarca en sus Estampas del faro, donde el protagonista asiste junto al farero del cabo de Huertas a su primera visión tabarquina:
Hay una estrella encarnada casi encima del mar. Está muy quietecita mirándome (...) Eso no es una estrella; es el faro de la isla. ¡Otro faro —grito yo muy contento—. ¡Dos faros casi juntos! Casi juntos, no. Hay seis millas del uno al otro (...) ¿Y por qué hay dos faros tan cerca? Aquí hay uno de los más grandes de España, porque esto es un cabo también de los más grandes, de los que sirven los barcos para tomar sus rumbos. Y allí hay otra luz porque es una isla que esconde peligros de naufragar. Bien los conozco.
El cronista alicantino Figueras Pacheco deja constancia, precisamente, de que en 1854 se inauguró en la isla un nuevo faro que estaba situado en el lugar conocido por la Llosa, «punto en donde embarrancaron multitud de barcos».


Vicente Ramos, en cuanto a la visita de Rueda a la isla, insiste en que se desaprovechó una buena ocasión para plantear a la sociedad alicantina las pésimas condiciones en que malvivían los tabarquinos pero que este grupo se dedicó a las bellas tareas literarias obviando la realidad social. Curiosamente, ochenta años después Camilo José Cela utilizaría la misma comparación de Rueda, «la isla tiene forma de guitarra» para describir la isla. En su paseo por el islote, como él le llama, acompañado por Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Asuntos Exteriores, tras haber sido transportados desde Santa Pola «en la lancha de Pepito Pinet», amén de degustar allí un delicioso «arròsabanda», que todavía sigue siendo el santo y seña gastronómico del lugar, señala el escritor gallego y Premio Nobel de Literatura que Tabarca «semeja un paisaje del más duro e inhóspito secano de la meseta castellana puesto a flotar en medio del agua. Los apellidos italianos, con su ortografía más o menos adulterada, son frecuentes en este islote: Luchoro, Chacopino, Parodi, Pianelo, etc.».

Anteriormente, en 1929, tan solo dos años antes de ser nombrado Director General de Enseñanza Primaria de la II República y Diputado socialista por su provincia, Alicante, el callosino Rodolfo Llopis visitó Tabarca desde Santa Pola. Llopis, consciente de los graves problemas que aquejan a los tabarquinos, habla con las gentes, con los viejos pescadores que se embarcan periódicamente hasta la lejana ciudad marroquí Larache para pescar y poder venderlo después en Alicante y reponer vituallas para sobrevivir, «Con tal de que no falle la pesca», le dice un pescador. «Y así un año, y otro. ¡Toda una vida!». Señala Llopis: «Ya pronto dejará usted de embarcarse», pregunta al más anciano de los pescadores. «¡Qué sé yo! Depende de todo. Nuestra barca es nuestra casa. Más que nuestra casa. Ha sido nuestra cuna. Tendrá que ser nuestra sepultura...».

En junio de 1935, el poeta Miguel Hernández escribe desde Madrid a su amigo Juan Guerrero Ruiz, secretario del Ayuntamiento de Alicante y conocido como el «Cónsul General de la Poesía Española», como le tildó García Lorca: «Mire: yo quisiera llevar para agosto a Pablo Neruda a ver lo mejor de esas tierras: usted, nuestros pueblos palestinos, Cabo de Palos... Quiero saber si podría residir en la Isla de Tabarca o en una de las islas del Mar Menor: ¿en una de éstas sería mejor, no? A él sé que le agradaría un lugar donde el mar no se encontrara con arenas al ir a la tierra, donde el agua tuviera más grandeza».


A mediados de los años cincuenta el novelista alicantino Miguel Signes escribe una novela que se desarrolla en la isla. Un joven, acomodado hijo de empresarios vascos, aquejado de una enfermedad, decide instalarse en Tabarca para recuperar su salud. El romance que sostiene con su casera y las pésimas condiciones que observa en la isla le dan la oportunidad a Signes para describir con toda dureza la situación de los isleños en un ambiente hostil que el novelista parece conocer perfectamente:
De cada cinco casas, tres por lo menos estaban cerradas y en inminente peligro de caerse. Por los huecos de las ventanas sin puertas veíanse pedazos de techumbres hundidos y paredes medianeras y tabiques sostenidos por leños. Todos estos edificios deshabitados pertenecían a gentes que habían desertado del infierno de la isla. Tuve la impresión de que el poblado de Tabarca está condenado a desaparecer.
La conversación con la isleña que le va a dar hospedaje responde perfectamente a la suerte que se había abatido sobre los nativos desde hacía dos siglos:
No hemos tenido hijos. Menos mal. Fíjese, si no, cual iba a ser mi situación. Aquí somos todos pobres como ratas. Mi marido trabajaba a jornal en la almadraba, pero le daban una miseria. A la gente de la isla nos tienen como esclavos. Siempre nos han tenido como esclavos.
Y de nuevo, la maldición secular que parece abatirse sobre los tabarquinos:
La isla no tiene médico. En la isla, la gente nace, vive y muere en manos tan sólo de la providencia. «Siga lo que Deuvullga». Esa es la frase, cargada de resignación, que resume el destino de Tabarca. La fatalidad lo preside todo. Y nada se puede hacer contra la fatalidad...
El alcoyano Rafael Coloma, en un viaje por la provincia de Alicante publicado en 1956, define claramente en lo que se había convertido Tabarca en los años anteriores. Una de sus descripciones merece figurar en el museo de los horrores literarios sobre la isla, nada nuevo por otra parte en referencia a lo que se había dicho de ella anteriormente. Solo que habían pasado doscientos años desde el poblamiento del lugar hasta que Coloma se pasea por allí:
¿Y dónde catalogar a Tabarca? Yo iba a decir que la isla vive en plena prehistoria, pero me desdigo. El hombre primitivo tenía a mano cuanto le brindaba la naturaleza virgen, y Tabarca es la esterilidad suma, rodeada de agua por todas partes. ¿Podemos firmar que vive en pleno siglo XX? Honradamente, no.
La obra de Rafael Coloma fue prologada, cosa bastante poco común, por un Azorín que no acostumbraba a hacerlo. Y es el escritor monovero el que dedica a Tabarca en Islas unas líneas bien distintas a las que nos dejaba el alcoyano Coloma. Azorín se pone melancólico y poeta mientras divisa el perfil isleño desde el cabo de Santa Pola, sin haber puesto, eso sí, sus pies en ella:
La isla Plana o Nueva Tabarca, allá, en la inmensidad azul; como la palma de la mano; blanco y rosa su caserío; paredes blancas teñidas de un ligero rosa.
Menos romántica y más dura y escéptica es la descripción que de Tabarca nos deja Joan Fuster cuando a comienzos de la década de los años sesenta del siglo pasado visitó la isla:
Es la imagen más viva de la desolación que ofrece —o encubre— el País Valenciano; no pasan de tres los árboles que malviven aquí, ni hay un palmo de espacio cultivado, ni siquiera cultivable, y el poblado es una pura ruina.

El novelista José Luis Castillo Puche, atendiendo un encargo de la revista Blanco y Negro dedica un artículo a Nueva Tabarca, a la que denomina «como la cenicienta del Mediterráneo». La década de los setenta del siglo XX recoge también algunos artículos, especialmente en el diario ABC, tanto en su edición madrileña como sevillana, de prestigiosos académicos o catedráticos que dejan testimonio de una isla que promete más que es en la realidad. De esta forma Francisco Morales Padrón, en un artículo titulado Descubriendo islas: Tabarca, afirma:
A la vuelta de la ola, por así decirlo, flota Tabarca con sus murallas leprosas, sus bóvedas y corredores silenciosos, sus casas derruidas, sus playas vírgenes, sus habitantes sencillos...
Dos días después, el historiador Florentino Pérez-Embid, en la prestigiosa página 3 de ABC Madrid, sueña con una Tabarca próspera, abierta al turismo, para paliar la miseria de sus habitantes:
Puestos de trabajo. Familias redimidas de la incertidumbre y los riesgos de la pesca en las barquichuelas inermes que ahora usan contra bancos casi agotados.
El profesor y poeta Lluis Guarner es el encargado de plasmar su visión de la isla en un viaje por el Reino de Valencia. Guarner, agudo observador del paisaje pasa por Santa Pola pero no se decide a visitar Tabarca, limitándose a recabar información oficial y, también, a escuchar de boca de un camarero viejo las leyendas de piratería que toman cuerpo en alguno de los nombres de l'illa: la Roca del Emperador, la Cabeza del Moro, la Roca Pobre, la Cueva del Lobo Marino...

Esa misma cueva, en valenciano la Cova del Llop Marí, uno de los accidentes naturales más interesantes de Tabarca y motivo de una bella rondalla, ha sido descrita en forma de literatura infantil por Joaquim Rodríguez Caturla. Sin olvidar unos versos de Joan Valls Jordá titulado Relat d'un llopmarí, donde el poeta alcoyano inicia un viaje que le va a llevar hasta ella. Una Cova del Llop Marí de «aspecto fantástico» para el cronista Viravéns, y de la que reseñaba
Los tabarquinos, aprovechando la lobreguez de la noche, tienen el atrevimiento de penetrar en la referida gruta, y tirando al mar sus anzuelos, logran la pesca del lobo marino que acostumbra a anidarse en estos sitios cavernosos.

La periodista ilicitana María Ángeles Sánchez es la responsable de un artículo turístico publicado en ABC en 1978 donde nos arroja, con su claridad habitual, un retrato en blanco y negro, de luces y sombras, de la actualidad isleña de la época:
Los turistas que esperen algo más se verán defraudados, y especialmente la gente mayor que proviene del interior de la península, porque se encontrará que el pueblo es más parecido al suyo, con casas pequeñas y calles de tierra...
No obstante, y para bien de algunos isleños, el turismo sí llegó a la isla. El relato de Manuel Vicent en el periódico El País así lo testificaba claramente:
el sudor de los turistas vulnerando el aire. En invierno apenas quedan en la isla unas cinco familias de pescadores.
Diez años después, en 1987, el académico Manuel Alvar, con el turismo reciamente instalado los fines de semana y los meses vacacionales, incide en el aspecto más negativo de la isla en un artículo publicado en ABC, cuando la luz eléctrica de generador y el agua potable prometían, por fin, una realidad:
Llegar a Tabarca decepciona: aguas sucias, cerco descuidado, deterioro en lo que debiera conservarse, y un caserío feo, desangelado (...) Porque con palabras vacías no se hace nada y con retórica se caen los libros de la mano. Frente a Nápoles están Ischia y Capri; frente al Píreo, Egina, Hidra y Poros. ¿No son ejemplos próximos? ¿Por qué seguir con la desidia a cuestas?
Más poéticos aunque siempre abundando en la dura realidad de la isla son los versos que dedica a Tabarca la literata uruguayo-española Cristina Pieri Rossi al participar en un Congreso titulado Tabarca, la isla posible:
La isla flota, / en un mar en calma. / Fuera de la historia, / exonerada de cualquier anécdota, / de los cuentos de los hombres. / Es un gran espacio vacío y poblado de la memoria. / Es una isla ausente, ausente como los sueños. / Y sin embargo, real...
Versos más reivindicativos que la prosa poética compuesta por José Albi, galardonado en 2002 con el Premio de las Letras Valencianas, en su aproximación a la isla:
La otra noche soñé con Tabarca, con su pequeño puerto, sus barcos, sus casas, sus calas de agua cristalina, sus peces de colores y su gente...
Tabarca, un sueño utópico que nunca llegó a ser.

(Mi agradecimiento personal al autor por la inclusión de este blog
en la bibliografía como «Página Web imprescindible»)

Llibrets de Fogueres 1928. Análisis y conclusiones

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Artículo publicado en el Llibret de la Foguera Avenida de Lóring-Estación 2015

Han pasado casi seis décadas desde que Miguel Castelló Villena publicara, en 1957, su Bibliografía de las Hogueras de San Juan de Alicante, Premio «José María Py Ramírez de Cartagena» de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, el primer trabajo de esta índole que se fundamentaba en la producción escrita sobre Fogueres de Sant Joan, del que se editarían tan solo 300 ejemplares numerados.

Portada de la Bibliografía de las Hogueras de San Juan de Alicante
Miguel Castelló Villena. 1957 (Archivo Armando Parodi)

Profundo conocedor de la Fiesta, hasta el punto de que de niño ya plantaba, en la calle donde tenía ubicada la residencia su familia, pequeños monumentos foguerers, el entonces secretario de la Comisión Gestora presidida por su tío, Gastón Castelló, situaba en su perfecto contexto el concepto, razón y contenidos del llibret en el escrito con que prologaba su obra:
Desde que en el año 1928, José M.ª Py y Ramírez de Cartagena trasplantó de Valencia la belleza de sus «fallas» para darle forma a nuestras «Fogueres» es mucho lo que sobre ellas se ha escrito.
Todos conocemos que por cada Comisión de Distrito se editan unos «llibrets» donde junto a la explicación, más o menos graciosa de la «foguera», se publican las fotografías de sus «belleas», los «foguerers», relación de su comisión y algún que otro artículo literario, en muchos casos con firmas de prestigio que desean colaborar y darle con ello categoría a estas modestas publicaciones. Estas publicaciones en sí, son la Historia de nuestras Hogueras y nuestras Hogueras, no cabe duda de que ya forman parte de nuestra historia local.
Pero, ni su posición privilegiada en la Comisión Gestora, ni sus entrevistas personales con presidentes y miembros de gestoras y corporaciones municipales anteriores, ni su magnífica relación con el entonces archivero municipal, Augusto Fresneau, consiguieron completar esta primera relación de obra escrita de Les Fogueres, especialmente en sus primeros años. Solo el paso de las décadas, con la investigación y aportaciones de foguerers y barraquers, han conseguido, poco a poco, ir completando esta bibliografía, aun con las lógicas lagunas de desconocimiento, en ocasiones, de si este o aquel llibret se publicó, o tal vez si se conserva o no algún ejemplar en quién sabe qué biblioteca o, lo que es peor, qué desván.

Vamos a abordar en este trabajo los llibrets del primer año de la Fiesta a los que de algún modo se ha podido acceder, tratando de aportar un granito de arena a la obra de Miguel Castelló Villena, a la par de dar a conocer su peculiar lenguaje, estética y contenidos, incluida  la omnipresente y, por otra parte, imprescindible publicidad para su financiación.

En el ejercicio fundacional de Fogueres de Sant Joan, de acuerdo con la documentación que se conserva en los expedientes del Archivo Municipal de Alicante, se plantarían un total de once monumentos foguerers. En la citada bibliografía únicamente se contempla la edición de un llibret, el correspondiente a la Foguera Barrio de Benalúa, ganadora de esta primera edición de la Fiesta. Desde su publicación en 1957, han salido a la luz otros tres llibrets: Alfonso el Sabio, San Vicente, Barrio San Fernando y adyacentes, foguera erróneamente adjudicada a la actual del Mercado Central, probable origen de varias comisiones festeras en años posteriores; Avenida de Méndez Núñez, hoy Foguera Rambla de Méndez Núñez; y Plaza de la Reina Victoria, actualmente Foguera Calvo Sotelo. Los cuatro pueden ser consultados, originales o facsímiles, en la colección que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante.

Bibliografía de las Hogueras de San Juan de Alicante
Miguel Castelló Villena. 1957. Bibliografía que consta del año 1928
(Archivo Armando Parodi)

No hay constancia de que fueran publicados los llibrets de las comisiones Alfonso el Sabio-Pablo Iglesias—actual Alfonso el Sabio—, Barriada Obrera de María Auxiliadora—hoy Barrio Obrero—, Pérez Galdós-Belando —Benito Pérez Galdós—, Plaza de Alfonso XII—equivalente a la actual Foguera Oficial, si bien entonces constituía un distrito propio—, Plaza de Isabel II—hoy Plaza de Gabriel Miró—, Plaza de Roger—más que una foguera, un ninot de carrer plantado en los alrededores de la actual plaza del Ayuntamiento, en una placeta desaparecida en la remodelación de la zona en 1955—, y Plaza de Ruperto Chapí. Con la salvedad de que Alfonso el Sabio-Pablo Iglesias y Pérez Galdós-Belando se constituían en una única comisión que plantó dos monumentos, como queda sobradamente demostrado tanto en la solicitud de plantà de los mismos, como en la edición conjunta de llibret en el siguiente ejercicio foguerer, y especialmente en el acta de escisión en dos distritos independientes en Reunión de Comisiones de fecha 8 de julio de 1929, de cara al tercer año de Fogueres.

No parece existir una pauta clara de confección y contenidos en los llibrets que se conservan de 1928, solo uno contiene relación de comisionados y de calles del distrito y, obviamente, en ninguno aparece la «bellea», puesto que tal figura no surgiría hasta 1932. La conclusión es que los llibrets de esta época tenían como principal, en ocasiones único, cometido dar a conocer el monumento que se plantaría en las calles o plazas de los distritos foguerers, razón por la que su contenido se cierne a la explicación del mismo, la necesaria publicidad, fundamentalmente del propio distrito, y alguna ocurrente aportación literaria, utilizándose casi exclusivamente el valenciano de uso cotidiano en Alicante, por lo general en verso y con importante contenido humorístico, no exento al control de la censura, fuertemente crítico hacia la sociedad alicantina y los problemas y carencias de nuestra ciudad.

Pasemos a conocer al detalle los cuatro llibrets que han llegado hasta nosotros.


Llibret de la Foguera Barrio de Benalúa 1928

Los epígrafes de Miguel Castelló en su obra suelen reflejar el contenido de la portada del llibret. Así, este único ejemplar recogido de este primer ejercicio foguerer, indexado como «1a» por el autor, lo transcribe en su totalidad, incluido el apunte de que reproduce el boceto de la que sería foguera vencedora.
1a.— Añ 1928. Fogueres de San Chuan del Barrio de Benalúa. «Llibret» de la explicació de la Foguera «Parada y Fonda». Alacant 23 de Chuñ de 1928.
112 x 170.— 16 pág. numeradas.— Boceto de la Foguera.
Imp. Lucentum. Alicante.
[Bibliografía de las Hogueras de San Juan de Alicante, 1957]
Portada del llibret de la Foguera Barrio de Benalúa 1928
(Archivo Municipal de Alicante)

Con el encabezamiento «Teatro Benaluense / Espectacul sensasional / Explicasió de la nostra Foguera de 1928», comienzan seis páginas de explicación del monumento, con una pequeña introducción en prosa, y versos precedidos por un «Se alsa el teló», todo ello en el valenciano al uso en la época, firmados por Adolfo Biedma. Curiosamente, en el transcurso de la misma solo se menciona a uno de los artistas, en concreto a José Marced, de la tripleta que completaron Gastón Castelló y Juan Such. La síntesis la podemos encontrar en su solicitud de plantà de este modo:
...uno de los pasoniveles de la compañía de ferrocarriles M. Z. A. a la entrada del Barrio, en el momento que está la barrera puesta y por lo tanto el tránsito interrumpido; un tranvía eléctrico está detenido; el conductor y cobrador se han quedado dormidos, como también participan del sueño el público que ocupa el coche. A un lado del tranvía hay un carretón y encima una banasta llena de pan, que un panadero conducía y que ha quedado dormido sobre ella. Al otro lado un huertano con un borriquillo portador de cestas de brevas, se entretiene comiendo brevas. Y en la parte posterior del tranvía se levanta un pedestal sobre el cual contempla el panorama la escultura del paciente "Job".
Todo esto montado sobre una base rectangular de ocho metros de largo, cuatro metros de ancho y un metro ochenta centímetros de alto decorada y en el centro de cada uno de los cuatro lados, pintada una alegoría del Barrio...
Y este es el desarrollo completo, tal como aparece en las páginas del llibret:
La escena representa un tranvia detengut, davant la barrera del pas a' nivell que té la Compañía de M. Z. A. y que separa este populós barrio de la Capital, perchudicant a la industria y comers de estos veins y entorpint la circulasió chineral de particulars. En primer terme es veu la valla tirá y darrere y detengut el tranvía ple de pasachers que no se impasienten ya perque la fam y la inersia els ha amodorrat e insensibles a tot, dormen en el millor dels mons.
El conductor també ronca, sentat al estribo y el cobraor, apretant la cartera, sa queat torraet. ¡El pobre! Chunt a la barrera, apareéis un burret que no dorm, pero se u pren en la filosofia que caracterisa a eixos animalets que se adapten a toto y no saben lo que son inchustisies; el arriero, en conte de aprimarse se ha fet mes gros; segurament la cólera l'unflá o es de manchar bacores.
En ultim terme, sobre un pedestal, apareix la figura monumental de JOB, simbolisant la pasiensia de estos veins, que a pesar de tot disfruten de un bon humor envechable y
SE ALSA EL TELÓ

Distinguia concurrensia
que contempla en la pasiensia
que ham construit LA FOGUERA.
Un poeta improvisat
explicarla ha procurat
en versos no de primera.

Fer versos, recaudasió,
asistir a la sesió
que celebrem tots es díes,
pintor, si es presis pintar,
y en tots y en tot treballar
no s'poen demanar golleríes.

La voluntad e intensió
de cumplir la obligasió
que tenim en el veinat
es molt gran y molt sinsera
mes, cavallers, la mollera
yo crec que ya sa calfat.

«Buscando yo, como vos,
a mi amor empresas grandes»
va pensar la comisió
hay que idear lo millor
pa posar una pica en Flandes.

Y pensat y calculant
que sin disputa Alacant
de seguir u agrairía
diguerem: lo mes chocant
es la detensió constant
del que ha de anar en tranvía.

Y dit y fet: LA FOGUERA
ascomensa en la barrera
tancant la sirculasió
después el tranvía corcanse
esperant para el avanse
que ixca el tren de la estasió.

Els passachers tots dormint:
algú somía que vivim
en un mon privilechat.
Una dona vá en tercera
y porta una esparraguera
que en el tranvía sa enrreat.

Al conductor la vigilia
li fá pensá en la familia
que está esperanlo en sa casa
y com pasen moltes hores
mata la fam en bacores
el arrier que es un guasa.

Un chic en un carretó
se aprofita de lo bó
de les nits que no ha dormit
mentres el pá se fa dur
y el posará en un apur
per no haberlo repartit.

JOB, que presidix la escena
mos fá una cara de pena
que es el orgull del artista
y en la má al pit asegura
que es una gran amargura
que esta barrera subsista.

Hay en la base una escena
de un carreter que en gran pena
veu el seu carro atascat
y es que en este Benalúa
cuan plou fá falta una grúa
pa transportar al veinat.

En atre costat figura
en alarde de pintura
el Institut ben patent
y no han trobat millor nom
que titularlo Orfeón
per el concert permanent.

Pues els gosos nit y día
mos fan oir la armonía
del seu lladrit destemplat.
Voríem en satisfacsió
que anaren en la cansó
a un puesto mes apartat.

En el tercer la ilusió
mos fá vore un gran camió
regant els carrers del Barrio
mes no creguen que es veritat
pues la triste realitat
es que no rega ¡ni un carro!

Y per fí cuant l'aire apreta
también voseo en la viñeta
que viure aquí es imposible
pues es tal la polseguera
que si es troba en mitch cualquiera
es perdut irremisible.

Tot está fet en malisia
per si alcansarem chustisia
en la nostra aspirasió
al temps que salta a la vista
que MARCED es un artista
que sab plasmar la intensió.

Si conseguirem a un punt
premi artistic y al asunt
yo sé que esta comisió
olvidant que ha luchat masa
se retiraria a sa casa
plena de satisfacsió.

Pues no mes se ha preocupat
de cumplir en el veinat
sempre explendit y galán
y sols desitcha en tot cor
viure tots en pau y amor
el añ que vé per San Chuán...
Completan el contenido del llibret cinco páginas de «Versets Taulineros» en clave de humor, así como abundante publicidad, casi exclusivamente del barrio, siendo de este los siguientes anuncios, en el orden de aparición en el llibret:
  • Carnecería «La Ideal» de José Compañ (Foglietti, 22)
  • Tienda de Comestibles de Andrés Riera
  • Confitería y Pastelería de Pilar Ruiz (Pérez Medina, 8)
  • Tienda de Comestibles de María Lledó (Navarro Rodrigo, 10)
  • Gabriel Soler Ivorra. Practicante en Medicina y Cirugía. Peluquería (Navarro Rodrigo, 9)
  • Elineo García. Peluquería (Pérez Medina, 20)
  • Sastrería de Francisco Cerezo (Foglietti, 18)
  • Panadería de Alfredo Ros. Antiguo «Horno del Bacalao» (Carratalá, 11)
  • Verdulería y Frutería «El Campeón» de Juan Vila (Navarro Rodrigo, 13)
  • Kiosco de José Quesada (Navarro Rodrigo)
  • Bar «La Amistad Benaluense». José Montesinos (Navarro Rodrigo, 4)
  • «Casa Sogorb». Vinos y Comestibles Finos. Expendeduría de Tabacos (Foglietti, 25)
  • Salón Billares «Cervantes». R. Payá (Pérez Medina, 10)
  • Panadería y Horno de Teresa (Arquitecto Guardiola, 13)
  • «La Cordobesa». Tienda de Comestibles, Verdulería y Frutería de Juan Ruiz (Pérez Medina, 18)
  • Farmacia Moderna (Navarro Rodrigo, 27) —contraportada—
Se conserva un original en el Archivo Municipal de Alicante.


Llibret de la Foguera Alfonso el Sabio, San Vicente, Barrio San Fernando y adyacentes 1928

Este llibret salió a la luz, procedente de una colección particular, a raíz de la búsqueda de materiales para la Exposición del 75 Aniversario de les Fogueres de Sant Joan. Fue una contribución muy interesante a la bibliografía de la Fiesta, puesto que clarifica determinados aspectos del año fundacional en los que había dudas de veracidad, especialmente en lo relacionado a la atribución del monumento cuya explicación contiene, que hasta entonces se pensaba que era de la actual Foguera Mercado Central. También supone la primera aparición de la censura en un llibret de Fogueres.

Portada del llibret de la Foguera Alfonso el Sabio, San Vicente,
Barrio San Fernando y adyacentes 1928
(Archivo Alfredo Campello)

Como ya hemos visto, este llibret no consta en la obra de Miguel Castelló, pero podríamos recrear su forma de indexarlo reproduciendo los textos de su portada del siguiente modo:
«Celuloide». Revista cinematográfica. Número extraordinario dedicado a la Hoguera «Nunca es tarde...». Calle de Alfonso el Sabio. Precio: 15 céntimos
Consta de veinticuatro páginas numeradas, incluidas portadas, y fue editado en la Imprenta Lucentum, de Alicante, según consta en la contraportada. Cabe añadir que reproduce uno a uno todos los ninots que compondrían las escenas de la foguera. Tres de ellos van en portada, pero interviene la censura cubriendo con un rectángulo negro el central. Al parecer, no a todos los personajes de la sociedad alicantina que se iban a representar en el monumento les sentó bien el trato que se les daba, y al pie de la página número trece consta la leyenda: «Este número ha sido visado por la censura». De hecho, en un significativo escrito presentado a exigencia de la misma, el presidente de la comisión explicaba que «alguna de las personas que se consideran molestadas por su inclusión entre las figuras que dicha foguera se compone han manifestado su disconformidad a esta comisión gestora, decidiendo, el que suscribe, de acuerdo con los demás componentes de comisión, suplicar a S. E. sea anulado el boceto presentado y aprobado en el siguiente sentido», y continuaba más adelante aclarando —y así ha quedado para la posteridad—:
...simboliza la llegada de los Reyes Magos que son portadores de algunos regalos para obsequiar a las siete figuras restantes, y, para completar el conjunto decorativo de la foguera se agregan a la misma. Las figuras que componen dicha foguera son: un Rey Mago vestido a la manera tradicional, un camello, un negro, y un conjunto de siete figuras. Estas siete figuras para evitar erróneas interpretaciones se presentarán sin vestir y desfiguradas en cuanto sea posible con el anterior proyecto presentado.
Continuando con el llibret, en su página tres, que fecha la publicación del mismo el 23 de junio, añade a la ristra de nombres del distrito los de las calles Díaz Moréu, Calderón de la Barca e Infanta —hoy desaparecida, situada aproximadamente entre las actuales calles Huerta y Primo de Rivera—, y dice que el monumento sería plantado «en la confluencia de las calles de Alfonso el Sabio, San Vicente y Díaz Moréu», lo que queda comprobado de acuerdo con la fotografías que se conservan. Nada que ver con la ubicación tradicional del monumento del Mercado. Destaca como organizadores de la comisión a Francisco Ayela, Vicente Coloma, José María Conca y Antonio Sirvent —ninguno de ellos consta como comisionado en la Foguera Plaza del Mercado 1929, que así se denominaría entonces—; y menciona como artista a Miguel Carrillo, según proyecto de «Simbosio», seudónimo cuya identidad no ha sido posible averiguar.

Otro dato muy significativo es el hecho de que no aparece anuncio alguno de comerciantes del Mercado de Abastos entre la abundante publicidad del llibret, cosa que sí ocurre reiteradamente a partir del ejercicio siguiente de la Foguera Plaza del Mercado. E intercalada entre los anuncios está la explicación de la foguera, en siete páginas escritas en verso y castellano —excepto una en valenciano—, firmadas por «Tartarín-Hito», sin duda el conocido escritor y caricaturista jienense, que pasara su juventud en nuestra ciudad, Ricardo García López «K-Hito», lo que explicaría que se usara el castellano, dado que toda su obra literaria está escrita en esta lengua. En realidad se trata de otras tantas críticas a personajes de la sociedad alicantina, representados como sencillos armazones de madera con las cabezas bien modeladas —y probablemente bien reconocibles—. En todos los casos, el nombre ha sido eliminado y aparece una «X» en su lugar, estando el boceto del primero de ellos igualmente cubierto por un rectángulo negro, aunque se trasluce una figura tocando un violón. Por otra parte, es lógico que más de uno se molestara, solo hay que leer unos versos de cada uno para comprenderlo:
Yo lo he visto complicado / en una conspiración / y por poco fusilado...
Nunca ha sido liberal / este tipo figurante, vacuo e insustancial.
¡Hizo muy poco, Señor, / pero menos dejó hacer!
¡Él arma un lío, y con esto / ya se suele conformar!
Tota la vida plorant / y una llágrima penchant / que li mancha la chaqueta!
Es la afición sin igual / que siempre tuviste al n... (nabo).
Ha sufrido los reveses / más amargos de la vida / acumulando intereses.
Explicación de la foguera Alfonso el Sabio, San Vicente,
Barrio San Fernando y adyacentes 1928
(Archivo Alfredo Campello)

Como para no molestarse. Pero lo mejor es dejar al lector que trate de identificarlos con el desarrollo de la explicación completa de los siete personajes que conforman las escenas de la foguera, que se reproduce junto a estas líneas en el mismo orden de aparición en el llibret. Están reproducidos de un segundo ejemplar perteneciente a la colección personal de Alfredo Campello. Un tercer ejemplar, incompleto y en deficiente estado de conservación, consta en la Biblioteca Gabriel Miró, que pertenecía a la desaparecida Obra Social de la Caja de Ahorros del Mediterráneo.

Veamos, para concluir, algunos de los anuncios publicitarios contenidos en el llibret, los pertenecientes a tan productivo distrito, ya que del mismo se escindirían al menos media docena en los dos ejercicios foguerers siguientes, si bien son numerosos los de fuera del mismo. Adviértase, no obstante, el hecho de que no haya ningún comercio del Mercado de Abastos. Siguiendo el orden en que aparecen:
  • Vicente Coloma. Almacén de Drogas y Productos Químicos para la Industria. Artículos Fotográficos (Díaz Moréu, 2)
  • «Casa Balaguer». Tostadero de Cafés. Comestibles Finos (Alfonso el Sabio, 2)
  • «Ultramarinos Finos de Santa Rita». Santiago Estevan (López Torregrosa, 16)
  • Alfredo Botella. Representante de «Absenta Escat» (Liorna —López Torregrosa—, 8)
  • Sucursal de «El Río de la Plata» de Antonio Castillo. Sombrillas, Bolsos, Abanicos, Petacas, Carteras, Cinturones (López Torregrosa, 7)
  • Alfredo Boix Berenguer. Mercería, Novedades, Calcetines, Paquetería, Artículos para Regalo. Perfumería (López Torregrosa, 21)
  • Ultramarinos, Comestibles y Licores de Marca «La Esmeralda» (Infanta—desaparecida, situada entre las actuales calles Huerta y Primo de Rivera—, 28 y Díaz Moréu, 1 y 3)
  • Mercería y Novedades «Casa Rogelio» (Alfonso el Sabio, 4)
  • Confitería, Pastelería y Repostería «La Azucena». Alejandro Samper (San Vicente, 6)
  • Horno y Panadería de Vicente Ferrando (Juan de Herrera, 18)
  • «Bar Catiu» de Antonio Navarro (San Vicente, 2)
  • «Relojería Sirvent» (Infanta, 23 y Avenida Zorrilla —de la Constitución—, 16)
  • «Bar Petit Café» de José Doménech Vallés. Gran Salón de Billares (Alfonso el Sabio 1 y 3 y Pintor Sorolla, 3)

Llibret de la Foguera Avenida de Méndez Núñez 1928

Este llibret pertenece al fondo donado al Archivo Municipal de Alicante por la familia del desaparecido radiofonista y crítico taurino Raúl Álvarez Antón, poco después de su fallecimiento. Al estilo de Miguel Castelló en su bibliografía, podríamos indexarlo de esta forma, siguiendo el contenido de su portada:
Relació y explicació de tot lo que conté la Foguera de Méndez Núñez. Añ 1928. Preu: 10 sentims.
Imp. «Lucentum».— San Fernando, núm. 28
Tiene veinte páginas, incluidas las portadas, si bien solo están numeradas las interiores. La contraportada la ocupa íntegramente el boceto de la foguera, con su lema «Port-Peixquer».

Portada del llibret de la Foguera Avenida de Méndez Núñez 1928
(Archivo Municipal de Alicante. Fondo Raúl Álvarez Antón)
Boceto de la foguera Avenida de Méndez Núñez 1928
Número extraordinario de Fogueres 1928 de la Revista «El Tio Cuc»
(Archivo Armando Parodi)

El llibret aborda directamente una extensa explicación de la foguera obra de Manuel Gallud, al que menciona en su desarrollo. El monumento incluía una muestra del ingenio del que, ya en este primer ejercicio foguerer, demostraron sus artífices: un pequeño aeroplano a motor, pendiente de un cable tendido de parte a parte de la avenida, del que a su vez pendía una breva. Cuando se activaba el motor del aeroplano, este realizaba giros continuos sobre el pescador que remataba el monumento. Alrededor había varios personajes que representaban otras tantas capitales de provincia candidatas a tener un nuevo puerto pesquero, a ver «a quién le caía la breva». Este es el desarrollo completo de las siete páginas de «Explicació de la "foguera"»:
Ya estem clavats en faena,
la faena de explicar
el asunt de esta foguera
que ha costat pena y treballs
pa pensarla y para ferla,
pues lo que toca al vehinat,
llevant de algunos rumbosos
que se han portat regular
y han amollat les pesetes,
els demés, la machor part,
ni peganlos en els colses
els hau fet soltar un clau.
Pero en fi, siga com siga,
la foguera se ha acabat
y com l'asunt de la pasta
mereix capitul apart,
anem a la explicasió
de aixó que hay dalt del taulat,
obra del mestre Gallut,
el artista de Alacant,
que igual que fa una foguera
forma en talla cualquier sant.
Pósen atensió els lectors
y no pérguen cap detall,
perque el que es lelo y se encanta
y no estiga a la que cau,
com se trata de bacores
que per l'aire van bolant,
es molt fásil que se quede
en la boca de dos pams.
Entrem en materia pués
y anem a lo prinsipal.
Ya se sap que es de Madrit
de ahon ixen les coses grans,
que per algo está la Cort
y els que fan y els que desfán,
y cuant de allí diuen «mut»,
ni Melquiades alsa el gall.
Tot aixó ve, para dir
que de Madrit van soltar
no fa molt, un aeroplano
en una breva penchant,
volem dir, una bacora,
el seu poquet clevillá,
pa vore qui la agarrava
per la banda de llevant.
Puerto Pesquero li dien
a la «breva» clevillá,
y com se sap que la breva
es bacora, clar y ras,
y «a nadie le amarga un dulse»
com diuen en castellá,
van eixir sinc o sis llépols
a la olor de la carná,
o síga, de la bacora,
y en la boca de dos pams
esperant si a alguno d'ells
li caía rebecá.
Y Barselona y Valensia,
Huelva, Almería, Alacant
y hasta Málaga també,
dignament representats,
acudiren a Madrid
un dimecres per la esprá;
y com allí tenen meches
y dotors molt afamats,
dentistes de replaseta
y famosos merescals,
anaren a visitarlos
pa qu'estes autoritats
donaren el seu dictamen
después de ser escoltats;
y anaren entrant per turno,
uns darrere, atres davant,
a tots medinlos les boques
y repasant els quixals,
para comprovar de tots
qui la tenía mes gran
y tenía mes complet
y fort el ferramental.
Pero vale aquí, que el día
que estaven tan ocupats
repasant la ferramenta
y estaven examinant
qui sería el que tendría
el millor ferramentat,
eixe día tan solemne
tan grandiós y señalat
que Barselona y Valensia,
Huelva, Almería, Alacant
y Málaga, la de les panses,
en les boques de dos pams,
esperaven la bacora,
se presenta atre aspirant.
Saragosa, la baturra,
que aunque no te port de mar,
te el seu riu y el riu te peixos,
y este es motiu prou sobrat
para tindre Port Pesquero
de ponent o de llevant.
Y al reclamar Saragosa
es cuant se armá el carafal;
Huelva reclama pa ella;
grita Almería indigná;
Valensia se desespera
y diu, que ya que no fan
el tren directe a Madrid,
que li fasen Port Pesquero
perque te dret a peixcar;
Málaga rebenta de ira;
reclama en dret Alacant
y menfres tant fa camí
la del barret encarnat.
Va pasant el temps aixina
y la bacora no cau;
y mentres tant discutixen
en calor les capitals
quina te mes gran la boca
y mes complets els quixals,
el pardalot de les ales
en la bacora penchant,
va fent recaragolaes,
y res sería de extrañ,
que se acabara la ésca,
que anaren pasant els añs
y que al cap de tanta espera
se quedaren tots mocats.
***
Esta es la explicasió

y argument de esta foguera,
si no te mes intensió
no es perque la comisió
estiga dalt la figuera.
Completan el contenido del llibret dos aportaciones anónimas, igualmente en verso y valenciano, de propósito humorístico, tituladas «El novio de Magdalena. ¡Bon chasco!» y «Cansons de la Rambla», cerrando una «Despedida» de la comisión, que agradece a aquellos comerciantes del distrito que han colaborado sus aportaciones, que se resume en sus últimos cuatro versos, que son los siguientes:
Moltes grasies, cavallers;
que haiga salut y que dure
y al añ que ve, si Deu vol,
que vinguen atres y bufen.
El contenido publicitario, muy escaso —tal vez por ello esa despedida parece más bien un relevo—, es el siguiente, íntegro y en el orden de aparición:
  • «Tinta Sama» (sin dirección)
  • «La Parisién». Hijos de francisco García. Confitería, Pastelería, Repostería (Méndez Núñez, 28)
  • José Carratalá. Agente Exclusivo para la Provincia de Alicante de «Motos B.S.A.» (Sagasta —San Francisco—, 19)
  • Librería General. Papelería y Objetos de Escritorio «Marimón» (San Fernando, 32)
  • «Hotel Restaurant Pastor». Propietario: Juan Pastor (Avenida Méndez Núñez, 21)
  • Vda. de Benavent y Llorca. La Primera Camisería de Alicante (Plaza Castelar —desaparecida con la ampliación de la Rambla—, 1 y Altamira, 9)
  • «Ferretería Ferrocarril». López y Rico (Méndez Núñez, 15)
  • Fábrica de Muebles Antonio Bernad (Méndez Núñez, 13)
  • «Matafuegos Biosca». Agente: G. Oliver Biosca (sin dirección)

Llibret de la Foguera Plaza de la Reina Victoria 1928

Por último, en deficiente estado de conservación, este llibret, claramente incompleto, ya que ni siquiera aparece el boceto y la publicidad es muy escasa, se halla en la colección de la Biblioteca Gabriel Miró de la extinta Obra Social de la CAM. Se trata de la primera publicación de la actual Foguera Calvo Sotelo. La indexación bibliográfica, siguiendo lo que parece ser su portada, sería:
La Foguera de la Plasa de la Reina Victoria. 1928.
Imprenta García. Castaños, 47. Alicante
El escrito de solicitud de plantà es muy escueto y apenas da idea del contenido o significado del monumento, al parecer porque el boceto que adjuntaba, que no ha llegado a nosotros al igual que el resto de los de este año fundacional, sería suficientemente gráfico: «como se advierte por dicho boceto se trata de representar una escena picaresca, aunque procurando salvar en lo posible los respetos que se deben a la moral». Es evidente que se establecieron desde el Ayuntamiento unas claras consignas de qué y qué no podía representarse o ser tema central en estas primeras fogueres, a riesgo de no ser autorizada su plantà o que la censura mutilara o condicionara el proyecto inicial para concederla. Sin embargo, estamos ante la que probablemente sea la foguera más provocadora de todas.

Portadilla del llibret de la Foguera Plaza de la Reina Victoria 1928
(Biblioteca Gabriel Miró)
Boceto de la foguera Plaza de la Reina Victoria 1928
Número extraordinario de Fogueres 1928 de la Revista «El Tio Cuc»
(Archivo Armando Parodi)

Afortunadamente, tras una portadilla del llibret, casi idéntica a la portada, conserva íntegra la explicación del monumento, con el título «Bona vista vecham...», en las páginas numeradas de la tres a la ocho, al final de la cual se menciona que «esta falla fon proyectá y echecutá per el artista alicantí, Chuan Esteve»:
Pera entendre esta foguera
no fa falta explicasió;
es una escena playera
de fasil composisió.
Estos ninots y pinturas
dihüen qué son y qué fan,
y en els gestos y postures,
per mes que mudes están,
están parlant les figures.

Es de un balneari vell
una caseta, que está
la pobra, feta un garbell
per tots els punts foradá...
els punts que en el estiu ya
que en barrina o en cincell
li donen gust a la ma
sempre al forat dedicá
pa clavar el ull per ell;
y la caseta que va
sufrint este desgavell
pareix que estiga corcá.

No cal dir que l'ascaleta
va al mar, que baix sol estar,
per mes que dins la caseta
també pot haver ¡la mar!

Buscant l'aigua está baixant
un tipo que es una alaixa;
dos punts la están esperant
com dos tiburóns mirant
a la náufraga que abaixa.
La bata mal ha tapat
de esta bañista el secret
y eixos dos, que els ha costat
sempre fer en la paret
pa mirar, un foraet,
ara, per casualitat,
sense buscar el forat
s'han trobat el forat fet:
Y els guajes que la visió
miren en tanta porfía
serán de eixa colecsió
de anfibios de profesió
que es pasen en l'aigua el día
ansesos per la afisió
a la oceanografía.
Que la placha alicantina
pera el marisc no es maleja
y com l'aigua es cristalina
sol vores alguna almeja
y alguna boga marina.

La chica es una sirena
del aigua del mar amiga
y busca el mar de goch plena
sense sospechar que estiga
algú baix veenli la... esquena.
Deu de ser una nadaora
a chusgar per la figura,
pero com tota señora,
chillará cuan la blancura
dels peus toque en 1'aigua pura;
y es fará mes chillaora
cuant l'aigua guañant altura
li arribe hasta la sintura.

En la galería espera
un «pollo bien» fer conquista;
y quisá yacha peixquera
y afone el suro un bañista.
Res pues tendría de extrañ
que sense l'am ni el salabre
peixcara, perque en el bañ
a la ma sol vindre el mabre.
Y be podría agarrarlo
sempre que no es desespere,
que si es mou pot espantarlo,
mentres que es fásil peixcarlo
anant despau per raere.

Un agüelo vert ha fet
—o ya fet se l'ha trobat—
un forat en la paret,
y mirant per el forat
no te pa ell ningún secret
la caseta del costat.
¿Qué vorá que tan s'amorra
y en el forat el ull clava
y de tan de gust li chorra
al pobre agüelo la bava?
Quisá una visió real
del paraís terrenal,
y acás l'abre ahon estagué
la sensia del bé y del mal,
y hasta pot vore també
la poma que Adán prengué
y que al clavarli el quixal,
de la poma mos vingué
el pecat orichinal.

Dos gats dalt, en la teulá,
pareix que vachen a fer
alguna malá pasá,
que encara, fent calor ya
ells están com en chiner,
y aixina deuen saber,
que este sol es calfará.
No els vendría mal clavar
encara que fora un poc
del rabo en l'aigua del mar,
que es bon remey pera el foc
en que se van a cremar.
Perque segons la chent diu,
no ya res millor que un bañ
pera el calor de l'estiu...
y pera el de tot el añ
del que tinga el chenit viu.
Que un bañ, com ya sap la chent,
sempre ha segut la gran cosa
pera aquell que estiga ardent:
entra sí en el bañ mol calent
y sen ix fresc com la rosa.
Ademés, un bon consell
d'aseo es el bañ, que es ell
pa'l cos millor que la toña,
per que mos deixa la pell
sense aixo que digüen roña.
Per mes que molta chent hiá
que en un bañ no n'hauría prou
pera dexarla aseá;
y pa eixa chent de secá,
que sols es baña cuan plou,
fea falta una colá.
El bañ no sols mos refresca
y la pell mos limpia y baña;
també el aigua salá y fresca
del mar, si es traga, arma gresca
com l'aigua de Carabaña.

En fí, el bañ es de profit,
sempre d'ell algo bo es trau;
y com el cos ix humit
te seques, y ya vestit,
s'asten la roba, y en pau.

Esta es la ecsena de mar,
com una instantánea presa,
que aquí es vol representar;
no es pot esplicar mes clar,
ya es veu que hiá roba estesa.
Para terminar, sin que se conserve ningún otro contenido, los anuncios cuya publicación no se ha perdido son los siguientes:
  • Almacén de Paquetería, Drogas y Coloniales del País y Extranjeras «Torras Hermanos y Cía.» (Teatinos —Barón de Finestrat—, 50 y Jerusalén, 4)
  • «Arques y Bonmatí, Lda.». Automóviles «Chevrolet», «Pontiac» y «Oakland» (Plaza de Isabel II —de Gabriel Miró—, 6)
  • «La Imperio». Almacenes de Camisería y Corbatería. Agustín Vañó (Sagasta —San Francisco—, 47 y 49)
  • «Jurado y Uriarte». Cereales. Coloniales. Hierros y Aceros (sin dirección)
  • Hijos de Blas Morales. «La Aduaneta». Almacén de Tejidos y Géneros de Punto (Plaza Reina Victoria —Calvo Sotelo—, 5)
  • «Servesa Baviera» (sin dirección) —probablemente contraportada—
Ojalá la publicación del presente artículo sirva para que algún llibret más de este año fundacional salga a la luz, sería un granito de arena a la bibliografía de Les Fogueres, pero una gran aportación a la historia de nuesta Fiesta.

El concepto de «ninots de carrer» en la primera etapa de Les Fogueres

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Artículo publicado en la Revista Oficial Festa de Fogueres 2015

La figura de los ninots de carrer es tan antigua en Alicante como Les Fogueres de Sant Joan, no en vano han estado presentes desde los primeros compases de la Fiesta. Pero el concepto de los mismos ha variado con su evolución. Desde este punto de vista, unido a lo incompletos de los archivos documentales, escritos y gráficos que han llegado hasta nosotros, es difícil precisar y catalogar cuáles y cuántos ninots de carrer vieron las calles y plazas de nuestra ciudad.

Partiendo del actual concepto de ninots de carrer, con ciertas concesiones a la clasificación que de ellos se hace en función, fundamentalmente, de los archivos originales de Les Fogueres conservados en el Archivo Municipal de Alicante (AMA), sin lugar a dudas los más fidedignos a la hora de consultar los elementos históricos de la Fiesta, es posible realizar una semblanza de aquellos primeros plantados en nuestra ciudad, aunque en la documentación oficial atesorada no respondan a tal término.

Hoy entendemos como «ninots de carrer», en su acepción más completa, el ninot o grupo de ellos, confeccionados de forma artesanal por particulares, adultos o infantiles, colectivos vecinales, asociaciones, entidades, instituciones, o bien los propios artistas de fogueres, comisiones de fogueres y barraques, preferiblemente plantados e integrados en un entorno acorde a su intención o significado, con vestiduras reales o, en su defecto, realizadas en cartón, a modo tradicional, pudiendo estar acompañados de elementos que los complementen. Pero este concepto no estaba tan normalizado, ni muchísimo menos, en la primera etapa de Les Fogueres de Sant Joan, en concreto desde 1928 a 1936, que se pretende analizar a continuación, para lo que seguiremos el orden de los expedientes guardados en el AMA. Comprobaremos que la propia denominación de ninots de carrer no fue utilizada desde un principio, así como que algunos claramente identificables como tales no lo estuvieron, y nos permitiremos ciertas licencias a la hora de catalogarlos, atendiendo al mencionado concepto que actualmente tenemos de esta figura foguerera.

Podemos encontrar el primer ejemplo en los albores de la Fiesta, en el monumento que se plantó en su año fundacional 1928 en la mal denominada plaza de Roger, una calle asignada entonces al distrito de la plaza de Isabel II, actual de Gabriel Miró, tan cercana al Ayuntamiento que sería demolida en 1955 durante la reforma de la en esa fecha denominada plaza del 18 de Julio. La solicitud de plantà de la Foguera Plaza de Rogerespecifica «que ateniéndose a lo ordenado, acompaña el boceto [...] representando la clásica parada de melones».

Foguera Plaza de Roger 1928
El clasic melonero, de José Marced (AMA)

Aunque dicho boceto no se conserva, sí hay varias fotos del resultado de esta igualmente mal llamada foguera, fuera de concurso y probablemente de iniciativa particular, que sin duda parece más lo que hoy conocemos como un ninot de carrer. Hay publicaciones que le dan el lema El clasic melonero y la autoría a José Marced Furió.

1929 nos aporta dos «modalidades» más de los todavía no reconocidos como ninots de carrer. La primera la encontramos en el seno de la Foguera Plaza de Alfonso XII,  actual plaza del Ayuntamiento, entonces con comisión propia, en la que los firmantes de su solicitud de plantà, después de la explicación de la foguera, añaden que el conjunto lo completaban una serie de figuras repartidas por la plaza y calles adyacentes, realizadas, como el propio monumento titulado Beneida siga la curiositat, también por José Marced. Y es en el llibret donde, curiosamente tras la «despedida», se añade la descripción de dos de las «figures de foguera» que, como parte de la misma, estaban situadas en concreto en la calle Francos Rodríguez —actual tramo final de la calle Mayor— y Altamira, que representaban, respectivamente, al torero Cagancho y al Negre Lloma:
FIGURES DE FOGUERA
En el carrer de Francos Rodríguez
Si este grupo tan sensillo
el veus tot fet un senllases,
no es per la culpa de Llaser
ni molt menos del chiquillo.

La culpa la te el deliri
per el torero Cagancho...
Después de lucha y martiri
no li tiraren el gancho.

***

FIGURES DE FOGUERA
En el carrer de Altamira

Este negre socarrat
que may parla ni se riu
ni sap de lletra ni escriu,
te un talent desbaratat.

Deu saber mes que un lletrat,
pués ell mencha, beu y viu,
te pa dormir, el seu niu
y en sa vida ha treballat.

Tot el mon el pren a broma
per no voler fer faena,
pero ell, de vago, se aploma
y així li diguen caena,
ell seguix igual de lloma
sense endoblegar la esquena.

Nos han llegado imágenes de algunos de estos, sin duda, ninots de carrer, en el documental de Pascual Ors y Joan Andreu, recuperado por Juan Vázquez Martínez y titulado Les Fogueres de San Chuan en Alicante (1929), que se conserva en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

«Figures de foguera» de la Foguera Plaza de Alfonso XII 1929
Beneida siga la curiositat, de José Marced
Fotogramas de Les Fogueres de San Chuan en Alicante (1929)
(Filmoteca de la Generalitat Valenciana)

El segundo ejemplo de este año lo configura la Foguereta Magritas Club, entidad taurina establecida en el número 13 de la calle San Vicente, otro formato que hoy sería válido como ninot de carrer, pero que entonces usaba la denominación de «foguereta», en su sentido más básico del término. Esta asociación de festeros subvencionó a Vicente Olcina para que construyera el pequeño monumento titulado La Karaba—denominación publicitaria de un papel de fumar— frente a la sede del club, que representaba «la sorpresa y admiración que causa al personaje extranjero el círculo Magritas Club por sus ornamentaciones taurinas y bellezas gráficas que contiene el Arte del Toreo». El documental citado de la Filmoteca Valenciana recoge igualmente imágenes de esta foguereta.

Foguereta Magritas Club 1929. La Karaba, de Vicente Olcina
Fotograma de Les Fogueres de San Chuan en Alicante (1929)
(Filmoteca de la Generalitat Valenciana)

Formando parte del expediente de la Foguera Avenida de Méndez Núñez1930, actual Rambla, probablemente compartiendo autoría con el monumento principal titulado Antaño y hogaño, es decir Manuel Gallud Aznar y Fernando Guillot Bulls, consta un boceto que no parece ser una escena, ya que no aparece en el boceto principal ni en la única fotografía conocida del mismo, y que podría constituir en sí un ninot de carrer. Plantado, como la foguera, en la plaza de Castelar, plaza desaparecida con las obras de prolongación de la Rambla hasta la Explanada, contiene la leyenda «Redeu lo que pesa la peseta».

Boceto de escena separada de la Foguera Avenida de Méndez Núñez 1930
Antaño y hogaño, de Manuel Gallud y Fernando Guillot (AMA)

Este mismo año, la Foguereta Benito Pérez Galdós, construida por un particular, Mariano Mingot Martínez, frente a su domicilio en el número 40 de la citada vía, es otro claro ejemplo de ninot de carrer. Llevaba por lema Esta noche me emborracho según su expediente, si bien en otras publicaciones aparece como La invasió del gaucho. Se conserva una breve memoria, firmada por el autor, que explica o siguiente:
El gaucho, representa al joven tanguista decrépito de hoy en día. El pollo que hay frente al cabaret encarna una de las pasadas ilusiones que ya por su edad no tiene plumas. El niño trasnochador piensa emborracharse para olvidar y cree que la mejor manera de alumbrarse es al pie del farol. Mientras tanto en el gallinero (o Cabaret) sigue la juerga. [...] El asunto completo representa el tango «Esta noche me emborracho».
Foguereta Benito Pérez Galdós 1930
Esta noche me emborracho o La invasió del gaucho, de Mariano Mingot (AMA)

También la Foguereta Magritas Club 1930 podría encuadrarse dentro de la actual denominación de ninot de carrer. En esta ocasión, Vicente Olcina fue el autor de El del añ pasat, y su solicitud de plantà detalla que «se trata del popular inglés Mister Blay, que por haber perdido su destino en la Embajada Inglesa, se decide por la profesión de torero y la foguera representa un ruedo de plaza de toros, un toro y al inglés dicho toreando al natural».

Boceto de la Foguereta Magritas Club 1930. El del añ pasat, de Vicente Olcina (AMA)

Por último, fue plantado un grupo de ninots, según la solicitud de plantà «alegórico a las Fogueras de San Juan, basada en un asunto humorístico de 2 figuras», frente al número 33 de la calle Alcalá Galiano, domicilio del firmante de la misma, Demetrio Berenguer Jerez, hermano del artista de fogueres Ángel Berenguer Jerez, si bien el autor parece ser que fue el padre de ambos, Ángel Berenguer Soler. Más que alegórica, se trataba de una escena claramente picaresca.

Boceto del grupo de ninots Calle Alcalá Galiano 1930
Ángel Berenguer Soler (AMA)

No tuvo fortuna el escultor Miguel Carrillo Soler, que en 1931 pretendía plantar una foguereta y varios grupos callejeros anunciadores en diversos puntos del centro de la ciudad, pero cuyo permiso fue denegado por el Ayuntamiento. Los grupos propuestos, en la parte baja del boceto, directamente sobre la base, iban a ser claros ejemplos de ninots de carrer.

El problema vino de la demanda contenida en su solicitud de plantà: «Como seguramente los gastos de esta foguera y figuras anunciadoras, ha de ser superior, en el presente año, a los ingresos, es por lo que el abajo firmante se permite solicitar se le conceda la exclusiva para esta publicidad, durante el plazo de diez años, abonando, como es natural, los arbitrios pertinentes». La Comisión de Gobernación decidió darle el mismo tratamiento que le aplicaría a una foguera, con los mismos criterios, y decide no acceder a las pretensiones del artista.

Boceto denegado en 1931 de foguereta y grupos callejeros anunciadores
Miguel Carrillo (AMA)

Mejor suerte acompañó, este mismo año, a la entidad denominada Peña «Els Bufalandios», que presentó el grupo de ninots Foguera bufalandia, cuya intención y significado no ofrecen dudas, en la avenida Alfonso el Sabio a la altura de la calle Doctor Rico —actualmente García Morato—. Mostraba al rey huyendo a Londres con bolsas de dinero.

Grupo de ninots «Els Bufalandios» 1931
Foguera bufalandia, de la Peña «Els Bufalandios» (Archivo José Luis Cano Baeza)

En Fogueres 1932, por primera vez se premiaba los mejores ninots de carrer, ya denominados de esta forma. Fueron los trabajadores de alguna de las entidades con sede en la hoy Explanada de España, probablemente de la sucursal del Banco Hispanoamericano en esa vía, los autores del grupo de ninots «Ninots de l'Esplaná», que fue titulado Hotel Caralmar, conquistando el Primer Premio, dotado con 100 pesetas. Su lugar de plantà fue en un banco del todavía denominado paseo de los Mártires, situado «frente al edificio propiedad de la Viuda de Soto», queriendo representar una crítica de «los forasteros que utilizan los bancos de este paseo para comer».

Grupo de ninots «Ninots de l'Esplaná» 1932
Hotel Caralmar. Primer Premio (Archivo Cristina López Moya)

El Segundo Premio, dotado con 50 pesetas, lo obtendría el ya conocido vecino del número 40 de la calle Benito Pérez Galdós, Mariano Mingot, que plantó en esta ocasión, frente a la puerta de su domicilio, el grupo de ninotstitulado A vóreles cremar, que representaba un grupo de tres personas de una familia supuestamente dirigiéndose a la cremà.

Boceto del grupo de ninots Benito Pérez Galdós 1932
A vóreles cremar, de Mariano Mingot. Segundo Premio (AMA)

Este mismo año nos trae el primer «ninot indultat» de que se tiene noticia en la historia de Les Fogueres de Sant Joan, perteneciente a la hoy desaparecida Foguera Pascual Pérez-Torrijos, obra del artista Juan Esteve García, cuyo lema era Perturbadors de la República. Dicho ninot, conocido como Tiruliqui, apodo de un popular periodista de la época, de cómico rostro, estaba a pie de foguera, separado del conjunto de la misma, por lo que bien se podría considerar un ninot de carrer.

Foguera Pascual Pérez-Torrijos 1932. Perturbadors de la República, de Juan Esteve
En el círculo, Tiruliqui, primer ninot indultat (Archivo Cristina López Moya)

Otro ejemplo a considerar como ninots de carrer, lo constituye la probablemente mal llamada Foguera Infantil Peña «La Pipa», peña humorística situada en la calle Mestre Martínez y presidida por Antonio Sánchez, aunque el monumento lo firma V. Moreno. Se tituló El tabaco més alt que els guardies d'asalto, y se plantó en la citada calle, que se situaba aproximadamente entre las actuales calles Huerta y Primo de Rivera. Era obvia su referencia al precio del tabaco, por lo que de foguera infantil tenía poco.

Boceto de la Foguera Infantil Peña «La Pipa» 1932
El tabaco més alt que els guardies d'asalto, de V. Moreno (AMA)

Sin embargo, la también así denominada Foguera Infantil Pablo Iglesias-Quintana, de autor desconocido y plantada en la confluencia de estas dos calles, sí tuvo tratamiento de ninots de carrer. No en vano fue premiada con el Tercer Premio. Podemos encontrarla con dos títulos diferentes, según la fuente consultada: Com el gall de moróUn congrés de carreró. Representa cuatro personas en plena pelea callejera, por lo que su catalogación como infantil es igualmente cuestionable.

Boceto de la Foguera Infantil Pablo Iglesias-Quintana 1932
Com el gall de moró o Un congrés de carreró. Tercer Premio (AMA)

Paradójicamente, no sería premiado el grupo de ninots que los hermanos Juan y Gaspar Esteve García, reputados artistas de fogueres que firmaban como «Esteve Hermanos», plantaron en la confluencia de las calles Alfonso el Sabio y San Vicente. La explicación de Queso nacional fue la siguiente:
El Sr. Azaña, disfrazado de ama de casa lucha con las ratas que han querido comer el queso Nacional, logrando vencerlas como afortunadamente para el país lo ha logrado tan insigne repúblico al frente del Gobierno. Las ratas, representan, las plagas del presupuesto, de la Hacienda del país simbolizado en un enorme queso manchego.
Grupo de ninots Alfonso el Sabio-San Vicente 1932
Queso nacional, de Esteve Hermanos (Archivo Cristina López Moya)

De nuevo en 1933, Mariano Mingot Martínez aportaba su granito de arena a la Fiesta, en esta ocasión plantando el grupo de ninots Benito Pérez Galdósfrente a su domicilio en el número 40 de esta calle, y lo tituló Per no durla a Les Fogueres, carabasa li ha donat,con 2,7 x 1,85 metros de base y 2,35 metros de altura. El título habla por sí solo.

Boceto del grupo de ninots Benito Pérez Galdós 1933
Per no durla a Les Fogueres, carabasa li ha donat, de Mariano Mingot (AMA)

Del mismo modo que los componentes del colectivo «Ninots de l'Esplaná», al parecer en su mayor parte trabajadores de la oficina del Banco Hispanoamericano en la Explanada, obtienen el visto bueno del Ayuntamiento para plantar el grupo de ninots que lleva por título Al minut..., que se ha convertido en un referente de los ninots de carrer. Fue remunerado con las 50 pesetas del Premio Compañía de Tranvías, y se plantó en el andén lateral, a la altura de la calle Ingeniero Lafarga.

Grupo de ninots «Ninots de l'Esplaná» 1933
Al minut..., de trabajadores del Banco Hispanoamericano
Premio Compañía de Tranvías (Foto Revista Festa 1995)

Su solicitud de plantà explica brevemente que «se limita a ser una crítica de los fotógrafos ambulantes, y cogería el espacio ocupado por cuatro palmeras en el citado andén junto al paseo de coches, quedando el tránsito interrumpido entre las cuatro palmeras».

Tampoco faltaría Mariano Mingot a su cita en 1934 en el ya denominado oficialmente Concurso de «Ninots de Fogueres», plantando en su lugar habitual el grupo titulado El ultim ensayo del paso doble des Fogueres, de 2,25 metros de altura. Un «dolçainer» y un «tabaleter» realizaban ese último ensayo.

Boceto del grupo de ninots Benito Pérez Galdós 1934
El ultim ensayo del paso doble des Fogueres, de Mariano Mingot (AMA)

Ni lo haría el ya habitual grupo de ninots «Ninots de l'Esplaná», este año concebido por Antonio Pastor Quereda con el lema A palo seco. El autor firma una solicitud de plantà «en el andén lateral del Paseo de los Mártires, frente a la calle del Ingeniero Lafarga, [...] y cuya crítica se refiere a los vendedores ambulantes de caramelos».

Boceto del grupo de ninots «Ninots de l'Esplaná» 1934
A palo seco, idea de Antonio Pastor Quereda (AMA)

Y cierra 1934 el grupo de ninots Asociación de la Prensa que, por encargo de sus asociados, los artistas Esteve Hermanos plantaron en un banco público situado frente a la sede de la misma, también en el Paseo de los Mártires. Su solicitud de plantà, firmada por Álvaro Botella Pérez, presidente de la asociación, explica el grupo compuesto por «una figura, que pulsando una guitarra, canta a la fiesta, y por otra figura que, con un soplillo, hace aire a una hoguerita pequeña, con objeto de que arda mejor, ante la satisfacción de un niño que contempla la cremá».

Boceto del grupo de ninots Asociación de la Prensa
Esteve Hermanos (AMA)

Entrado 1935, a pesar de que en todas las publicaciones aparece como Foguereta Gorrión Club, este monumento de autor desconocido, probablemente obra de los socios de esta sociedad cinegética, bien merece ser considerado por sus características como ninots de carrer. Se tituló La plaga del furó y medía 2,5 metros de base y 3,25 metros de altura. Se plantó frente a la sede social de dicho club, en los bajos del número 25 de la festera calle San Vicente, presidido por Antonio Coloma Picó.

Una comunicación manuscrita al presidente de la Comisión Gestora, firmada por el secretario del «Gorrión Club», comunica el permiso otorgado por la Foguera Calle San Vicente para plantar en su distrito, y recoge una breve justificación y descripción del monumento:
[...] mientras que los cazadores que están dentro de la ley con su correspondiente licencia y pagando las matrículas de los cotos con arreglo a la ley, los huroneros sin respetar leyes ni los montes vedados de caza están los 365 días que tiene el año con el hurón y no dejan un conejo para los cazadores que pagan sus pesetas. [...] en una parte un huronero con un saco de conejos, y en otra parte, un cazador fatigado de recorrer todo el monte sin ver un conejo.
Cara anterior y boceto de la posterior de la Foguereta Gorrión Club 1935
La plaga del furó (AMA)

Sí consta nuevamente como grupo de ninots, el habitual del colectivo «Ninots de La Explanada» —en esta ocasión en castellano—, titulado esta vez A la llum del cresol, e instalado frente al Banco Hispanoamericano. Francisco Severá Campos se presenta como presidente y firma la correspondiente solicitud de plantà, con una breve memoria anexa que merece la pena reproducir íntegra:
El tío Quico y la tía Asunció, acompañados de su hijo Quiquet llegan a Alicante, como en años anteriores, a presenciar la Fiesta de «Fogueres de Alacant» y al pasear en la noche por la Explanada se encuentran más a oscuras que en el fondo de un túnel porque las bombillas de los arcos parecen candiles. Al quedar a ciegas, el Cojo de las pipas les ofrece unas gafas negras y una linterna para que se alumbren y puedan continuar su paseo por la Explanada.
Boceto del grupo de ninots «Ninots de La Explanada» 1935
A la llum del cresol (AMA)

Y el denominado grupo de ninots Café Central, porque al parecer fue construido por los clientes de dicho establecimiento en los veladores instalados en el número 17 del todavía denominado Paseo de los Mártires, ocupaba el espacio de seis mesas que el propietario retiraría a tal efecto de la acera. Su solicitud de plantà explica que se trataba de «un automóvil, en el cual estarán tres figuras representativas a D. Diego Molina Ramos, D, Rafael Martínez Trigueros y D. Francisco García del Pino, los cuales representarán, acaban de comprar el coche y fuera de éste habrá otra figura que representará a D. Juan Papí Maltés que les exige el pago de la correspondiente patente».

Boceto del grupo de ninots Café Central 1935
Construido por los clientes (AMA)

Por último, y tras un año de ausencia, en 1936 regresaba al concurso Mariano Mingot Martínez, con su habitual grupo de ninots frente a su domicilio enBenito Pérez Galdós, 40. Titulado María de la O, mediría 1,7 x 1,1 metros de base y 2,12 metros de altura. Representaba un guitarrista y una «bailaora» de flamenco.

Boceto del grupo de ninots Benito Pérez Galdós 1936
María de la O, de Mariano Mingot (AMA)

Con toda seguridad, en el periodo tratado se plantarían un buen número de ninots de carrer más de los reseñados, especialmente de iniciativa particular, no obstante cerramos la relación de los mismos, pues no existe ninguno más registrado en la documentación que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante, base bibliográfica y documental casi exclusiva del presente artículo. Con la llegada de la contienda nacional y la interrupción de la Fiesta de Fogueres, la figura de los ninots de carrer prácticamente desapareció. No renacería, con fuerza, hasta bien entrada la década de los noventa.

El puerto romano de la Albufereta

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Hace unos días, el azar me llevó a leer un pequeño artículo de EuropaPress, de hace apenas un par de años, en el que se afirmaba que las excavaciones en Lucentum, llevadas a cabo por el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) en el yacimiento del Tossal de Manises, junto a la alicantina playa de la Albufereta, indicaban que fue fundada por los cartaginenses en el siglo III a. C., a pesar de que lo que a todos nos suena es su importancia estratégica durante la dominación romana.

Lo que ocurre es que, a estas alturas y tras tanto titular de prensa, a uno le hace pensar si nos encontramos ante un nuevo secreto a voces, de tantos que se han ido publicando de tiempo en tiempo, como ahora veremos. De todas formas, ¿quién sabe?, igual es posible que esos recientes hallazgos arqueológicos en el Tossal de Manises, nos deparen, algún día, que nos encontramos, en realidad, ante la mítica Akra Leuké de las antiguas crónicas griegas. Pero, de momento, nos seguimos situando en el terreno de la historia-ficción.

Recreación virtual de la ubicación de Lucentum y su entorno

La cuestión es que me hizo recordar que, a raíz de la publicación el 25 de febrero de 2008, en el blog de la Asociación Cultural Alicante Vivo, a la que pertenezco, del magnífico artículo de Rubén Bodewig Belmonte titulado El yacimiento submarino de la Albufereta, me permití insertar un comentario en el que afirmaba que nunca entenderé que nos quieran «vender» en medios de comunicación determinados descubrimientos, cuando no son tales. Así, hacía referencia, por ejemplo, al bombo y platillo que le dieron al supuesto «hallazgo» del Torreón de San Francisco, cuando fue encontrado durante las obras de encauzamiento de las aguas pluviales en la Rambla y la Explanada, mientras estaba sobradamente descrita dicha torre en numerosos documentos históricos de Alicante sobre el antiguo recinto amurallado, así como el más reciente «descubrimiento» de la Puerta del Mar de nuestra ciudad, en obras de acondicionamiento de la calzada peatonal anexa a la Explanada de España. Bastaría consultar, por ejemplo y sin ir más lejos, en el libro de Pablo Rosser Limiñana titulado Nace una ciudad. Origen y evolución de las murallas de Alicante(Concejalía de Cultura, 1995).

Añadía, a continuación, en mi comentario, que ocurrió algo similar con el puerto romano de la Albufereta, cuando se afirmó en los medios de comunicación que se había descubierto sus restos durante las obras de encauzamiento del barranco del Juncaret. A este respecto, terminaba diciendo que guardo un pequeño libro en mi colección de documentos antiguos de Alicante, en el que Francisco Figueras Pacheco, autor del mismo, describía estos restos pormenorizadamente: El antiguo puerto interior de la Albufereta de Alicante. Descubrimiento y descripción (Gráficas Moscat, 1955).


Pues bien, a continuación me propongo hacer un pequeño resumen de algunos pasajes de este estudio de Figueras Pacheco, no sin antes citar algunos autores y documentos muy significativos, que nos pueden poner en situación y que transcribo literalmente:

Ninguna persona privada o stranya no puixa amerar lli, canem ni altre splet en l'Albufera de dita ciutat aprop de les heretats de Gaspar Bernat e d'en Antoni Merita y d’en Bernat Joan y de moltes altres per lo gran dan queja de la infectio e males odors que donen e fanales gurts qui cullen sos fruyta en ses heretats que tenen en la dita horta sino passen lo mes de octubre.
Privilegio de Fernando el Católico
(otorgado a la ciudad de Alicante el 18 de enero de 1510)

Es un depósito natural de aguas estancadas situado al nordeste de la Sierra de San Julián y principio meridional de la huerta por la banda del mar, no lejos de la antigua Lucentum. (...) Las aguas de esta laguna, corrompiéndose en verano por falta de movimiento y por los despojos de los vegetales nativos, infectan la atmósfera, y producen tercianas muchas veces rebeldes y malignas, que desde la Condomina se extienden a los pueblos de la huerta.
Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia
(Cavanilles, 1797)

El momento en el cual el área comienza a ser inundada por las aguas marinas es difícil de precisar, pero la existencia de una línea de fractura postpliocena parece ser el hecho clave. Se trata de una línea de debilidad tectónica que discurre paralela a la costa, introduciéndose tierra adentro por la Albufereta, dejando como horst el área del Cabo de las Huertas. De manera que, posiblemente, desde finales del Terciario, las aguas marinas penetraron en el sector, configurando así una especie de pequeña ría que sería aprovechada para la construcción de un puerto romano, gracias al resguardo que le proporciona el Cabo de las Huertas y que determina el cierre del golfo de Alicante por su sector septentrional. (...) La instalación aquí de una zona marismeña es un hecho que cronológicamente cabría datarlo de tiempos históricos y al que debieron de contribuir dos factores fundamentales: por un lado, una regresión del nivel marino y, en segundo lugar, la colmatación debida a aportes marinos y, sobre todo, fluviales, que coadyuvarían a la creación de una restinga de débil espesor que sería sobrepasada, únicamente, con fuertes temporales marinos o con ocasión de lluvias muy intensas y con potencia suficiente, capaces de conseguir un desagüe en el mar.
El saneamiento del barranco de la Albufereta: tentativas en el siglo XX
(Margarita Box Amorós, 1984)

Grabado de la laguna de la Albufereta (siglo XIX)

Veamos, igualmente, dos pequeños apuntes de la prensa del primer tercio del siglo XX, para documentar el inicio del saneamiento de la zona, ya que no se acometió hasta entonces, a pesar de que legislaciones muy anteriores abogaban por acabar con los focos de insalubridad, asunto que, por unas cosas u otras, fundamentalmente de índole económica, fue eludiendo reiteradamente el Ayuntamiento de Alicante:

Están ultimándose los últimos detalles de la obra de desecación de la Albufereta. (...) que ha sido tan eficaz que ha hecho desaparecer totalmente aquella charca.
«La Albufereta en seco»(La Voz de Levante, 29 de mayo de 1928)

Seguramente por falta de una monda frecuente y metódica han perdido su eficacia los trabajos de desagüe que se realizaron y «La Albufereta» vuelve a ser un lugar pantanoso, insalubre, por tanto, y peligroso para la colonia que a su alrededor se ha formado desde su saneamiento.
(Diario de Alicante, 2 de noviembre de 1931)

Más tarde vino la instalación de los emisarios submarinos, nuevos saneamientos de la zona, la incursión del urbanismo desbordado... y en una publicación actual sobre los hallazgos durante las obras de encauzamiento del barranco, nos encontramos el «redescubrimiento»:

La última cata arqueológica localizada y estudiada ha sido el puerto romano altoimperial (siglos I-II d. C.), ubicado en la margen derecha del cauce, muy cerca de la Playa de l'Albufereta, al inicio del encauzamiento o Área Arqueológica 3. En estos trabajos se ha excavado tanto el fondeadero del embarcadero como una pequeña porción del interior de la instalación portuaria. (...) En conjunto se ha documentado una estructura longitudinal de 48 metros, compuesta de un muro corrido, compartimentado por medio de tirantes en varios módulos. El interior del embarcadero se encontró algo deteriorado, hallándose el resto de un pavimento en mortero de cal, que marca la posible línea de suelo del interior del muelle.
En líneas generales, este último hallazgo nos sitúa ante un puerto vinculado a la ciudad romana de Alicante, Lucentum, que se halla no muy lejos de l'Albufereta, en el Tossal de Manises. Dicha instalación permitiría el transporte de mercancías y personal entre el litoral y los barcos fondeados en la actual playa.
Amortizado este puerto, a partir del siglo III d. C., el área es reaprovechada para ubicar una necrópolis (siglo IV d. C.). (...) La zona meridional del fondeadero se rellenó o se utilizó como vertedero en época tardía (siglos IV-V d. C.).
Reconstrucción paleoambiental de l'Albufereta d'Alacant durante el período íbero-romano
(C. Ferrer, A. M. Blázquez, M. A. Esquembre y J. R. Ortega, 2005)

La Albufereta (años 50)

Llegados a este punto, veamos la mencionada obra de Francisco Figueras Pacheco, inscrita dentro de la Memoria de las excavaciones de Alicante. 1934 a 1936, de la que fue director, meramente descriptiva, ya que no contiene ni una sola ilustración, si bien su cuidada retórica se encarga de dibujar con las palabras lo que sus páginas no contienen gráficamente.

El primer capítulo, titulado «Topografía marinera», describe el litoral alicantino desde el Benacantil al Cabo del Alcodre (Cabo de las Huertas), pasando por los acantilados de la Sierra de San Julián «que hoy los salva una carretera amplísima» y las ruinas del Tosal de Manises «donde se alzó un día la famosa ciudad de Amílcar» (entonces ya se sostenía que podía tratarse de Akra-Leuké), y se centra en «lo que llamamos la Albufereta en la acepción local más restringida del vocablo», y menciona los problemas de su pasado pantanoso hasta que se abordó su reciente saneamiento por parte del consistorio alicantino. Comenta Figueras la gran cantidad de restos de construcciones y de cerámica dispersos por todo el cauce del almarjal, así como los claros vestigios del lecho primitivo y trozos de madera restos de embarcaciones antiguas (reconocidas por los técnicos en el Museo Naval de Madrid), y termina diciendo:
Dos espesos muros de grandes mampuestos que debieron estar coronados de sillares, dejaron considerables trozos de su fábrica, alternados a derecha e izquierda del lodazal, pudiendo seguirse todavía sus alineaciones en longitud de más de 60 metros. Digno también de especial mención es un curioso macizo de cantería admirablemente conservado, con su cantil de grandes sillares, a escasa altura sobre la superficie actual de la marisma, que cerrándola de margen a margen, marca el límite hoy visible de la Albufereta, por el extremo lindante con las huertas. En la partida se le conoce con el expresivo nombre de «El Mollet», diminutivo de muelle en el lenguaje regional. Por el extremo opuesto o sea el que se acerca a la playa, no se observan vestigios de obras que interceptasen la salida al mar. En cambio las que cerca de éste bordean la orilla oriental, son abundantísimas.
El segundo capítulo se titula «El problema fundamental de la Albufereta», arranca con una pregunta: «¿Cómo explicarse todo lo que nos muestra hoy la Albufereta, sobre el supuesto de que fuera siempre un ingrato charco?». Y al poco lanza una segunda cuestión, todavía más intencionada: «¿Cómo explicar que las construcciones más destacadas de estos parajes, aparezcan bordeando precisamente el lodazal, en vez de huir de sus orillas, según aconseja la sensatez menos exigente?». Y él mismo se responde, concluyendo que la única explicación plausible es que no siempre fue un charco pestilente, sino que: 
Ha miles de años, la faja cenagosa comprendida entre el «Mollet» por un extremo y las arenas de la playa por el otro, era un estero, una ría, un estuario, una superficie en fin, cubierta constantemente de agua, ya porque llenasen su cauce las de una rambla entonces importante, ya porque la invadiese el mar, antes de cerrar su entrada las arenas de la playa actual, bien por la acción simultánea de ambas causas. La depresión que aún marca el cauce primitivo y la escasa distancia que lo separa de las olas, lo están diciendo con elocuencia insuperable.
Concluía Figueras que, el hecho de que existieran notables asentamientos alrededor, unido a la naturaleza y dimensiones de las ruinas del cauce, solo podía denotar la existencia de un puerto, conclusión que reforzaba argumentando, amén de con sus propios trabajos de campo, con un importante desglose de documentos, fundamentalmente del Archivo Municipal de Alicante, entre ellos: los estudios de Chabás avalados por Fernández Guerra y Hübner, la Crónica de Bendicho (transcribe Figueras: «y yo vi entonces que una saetía con sus velas tendidas, se metió dentro de la Albufereta hasta el cabo, que es muy cerca del camino y dio la vuelta, cosa que no sé yo que se haya visto jamás»), y planos y grabados antiguos.

Embarcadero de época romana (Área Arqueológica 3). 2005

El tercer capítulo, el más extenso de la obra, lo dice todo con su título: «Descripción de un puerto». Se compone a su vez de varios apartados: Forma y dimensiones, El dique del Norte, Los muelles de atraque, Los astilleros, Capacidad del vaso, Las naves antiguas, El fondeadero exterior, Comunicaciones y Síntesis. Detengámonos un poco en algunos aspectos y datos que aporta Figueras Pacheco en estos subcapítulos:
  1. El cauce tiene forma de «N» muy estirada, cuyo trazo más largo es el que llega a la playa. La longitud total se aproxima a los 300 metros, y la anchura es de 40 metros en la entrada del puerto, pasando apenas a 30 metros en el resto de la ría. Antes de fabricarse los muelles, parece ser que las dimensiones eran bastante mayores.
  2. El dique del Norte, el popularmente denominado El Mollet, es la obra mejor conservada. Es un macizo de cantería de 1,80 metros de ancho «formado por dos hiladas de sillares de piedra, perfectamente careados y unidos entre sí los de cada hilada, por encajes de cola de milano. (...) Por debajo de este cantil, la obra es de mampostería, de pequeñas dimensiones y sobresale en la actualidad unos 70 centímetros del suelo. (...) Forma un arco de círculo de 30 metros de radio con 1,25 de flecha y 17,70 metros de longitud de la cuerda. A ambos extremos y formando con esta cuerda ángulo de unos 120º, se inician dos muros, el de la izquierda de 7,30 metros de longitud, que más tarde cambia de orientación, para continuar durante unos 2 metros paralelo al eje de la Albufereta en ese lugar. El de la derecha, de unos 5 metros, viene a unirse con la prolongación de un muro. (...) apoyo de uno de los lados de un arco de alcantarilla, por la que en tiempos pasados debió desaguar normalmente la rambla o regato que dio origen a la Albufereta. (...) A unos 3,80 metros del cantil del "Mollet", se encuentran vestigios de un camino romano que lo cruza paralelo a él, con una anchura apreciable de 3,40 metros. (...) hallazgo de los estribos de un puente de 4,40 metros de luz, bajo el que cerca del "Mollet" y a unos 14 metros del eje de la rambla, debieron fluir las aguas desviadas en defensa del dique».
  3. En cuanto a los muelles, se fueron disponiendo alternativamente en ambas orillas, para aprovechar así el espacio disponible y, a su vez, dejar el suficiente para que las naves maniobraran. El que mejor se conserva se halla en la orilla derecha del primer tramo a partir del Mollet. Dice Figueras que es «un muro de 62 metros de largo (o al menos esta es la longitud en que nosotros hemos podido seguirlo) que corre a lo largo de la primera rama. (...) cuyo cantil, está separado 15 ó 20 metros del bancal más próximo. Sobre este muro puede apreciarse una obra, que permitiría suponer corría a lo largo de él un camino. (...) puede apreciarse que la mampostería es de grandes mampuestos, la que nos permite suponer, así como su orientación, abrigada de la boca de la Albufereta, que esto constituía un muelle de atraque». A continuación, describe en la orilla oriental otro muelle, de 63 a 65 metros de longitud y 1,20 metros de espesor, en la segunda rama de la N, que bien podría ser el más antiguo, por ser también el más próximo a las faldas del Tossal. Y en la tercera rama, de nuevo en poniente, restos de un muro de unos 90 metros de longitud, que bien podría haber sido otro muelle.
  4. Para calcular la capacidad, Figueras Pacheco hace un estudio de las dimensiones de las embarcaciones de la época de carácter mercantil, pues desecha la posibilidad de un uso militar. Esloras de 30 metros darían una capacidad superior a las 100 toneladas para buques de vela, y afirma que, dadas las dimensiones del puerto, «los muelles de la Albufereta, estuvieron en condiciones de servir para la carga y descarga con toda comodidad, de ocho a diez naves a la vez». Además, la ensenada exterior del puerto, al abrigo del Cabo de las Huertas, ofrecía en todo momento condiciones óptimas como fondeadero, caso de tener que esperar para acceder al recinto interior.
  5. Y en cuanto a los caminos que llegaban y recorrían el puerto, describe indicios de uno que lo bordearía por la orilla occidental (derecha), y afirma la clara existencia de otro que transcurría por la opuesta, y se encontraba en perfectas condiciones a un metro de profundidad bajo la superficie actual del campo. Este último, bordea por la parte del mar el Tossal de Manises, recorre el puerto, cruza la rambla más al interior, y se dirige a la parte posterior de la Sierra de San Julián, para enlazar con el ramal de la Vía Pretoria que llegaba hasta Alicante. Por otra parte, Figueras afirma la existencia de restos de una calzada romana en las inmediaciones de la Albufereta, que se dirigiría hacia el interior para comunicar la costa con las serranías de Alcoy y comarcas próximas. Por último, el camino más oriental, después de servir de arranque al que subiera a la ciudad, debió seguir con dirección a El Campello para enlazar con la vía romana del litoral.
Esquema geomorfológico de la zona de la Albufereta. 2005

El cuarto y último capítulo, titulado «Pretérito y futuro», tiene menos trascendencia para los fines de este artículo pues, como su nombre indica, trata, por una parte, del tráfico marítimo que tuvieron nuestras costas antes de la llegada de los romanos (cretenses, griegos y cartagineses), así como las repercusiones del mismo en su desarrollo; y, por otra, de lo acaecido tras la destrucción de la ciudad, el abandono del puerto, su degradación y el arduo trabajo de excavación futura si se quiere hacer posible la restauración de las ruinas. Cosa esta última que, gracias a la labor del MARQ, afortunadamente puede llegar a ser posible.


El camposanto tabarquino

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Allá, en la punta oriental de la isla —parafraseando a Fernando Delgado en su blog «Oficio de escribir»—, lindando con los arrecifes donde cormoranes, gaviotas, garzas y otras aves mediterráneas se instalan al atardecer, quietas, enhiestas, firmes, aguardando acaso la salida de las almas hacia la eternidad, se levantan los blancos muros del humilde cementerio de Nueva Tabarca. En el otro extremo, el occidental, que contempla el ocaso, se halla el poblado diseñado por los ingenieros dieciochescos. Parece como si la isla se dividiese en un mundo de muertos y otro de vivos, antagónico, reñidos entre sí, que separan muros y tapias con la llanura de El Campo entre ellos, una particular sabana de paleras, cambrones y retamas.


Los mismos tabarquinos hicieron su cementerio en el cabo Falcó, como señalando a la patria ítala perdida. Sus lápidas, su libro de enterramientos si se conservara, estaría bien lleno de los apellidos Ruso, Parodi, Chacopino, Pitaluga, Luchoro y tantos otros de aquellas gentes que, dicen las memorias, antes de dos años habían perdido su dialecto genovés por el valenciano de las gentes de la costa. Paradójicamente, en el cautiverio de Túnez y Argel lo habían mantenido durante quince años. Acaso ese, su querido dialecto, esté también enterrado en el pequeño y humilde Cementerio casi marino de Tabarca, como lo denominara el malogrado Enrique Cerdán Tato en su célebre sección «La Gatera» del Diario Información del 26 de enero de 1993, basado, a su vez, en el artículo del Diario El Luchador del 5 de febrero de 1913, páginas 1 y 2, que luego veremos al completo.

Lo cierto es que, si existe en la isla un lugar que haya visto pasar, mudo y silencioso, los devenires políticos y sociales de su rica historia a lo largo de los siglos, ese es su cementerio, recinto aletargado y, por fortuna, frecuentemente abandonado de la curiosidad turística estival.


La documentación más antigua que hace referencia al camposanto tabarquino se conserva en el Archivo Municipal de Alicante. En comunicación fechada 26 de mayo de 1894, el pedáneo Vicente Antón se dirige a su «digno Jefe» José Gadea de este modo:
Ante todo ruego a V.S. se digne dispensarme si llego a abusar de su amabilidad, teniendo en cuenta el objeto que al hacerlo me propongo.
Según oficialmente tuve el honor de comunicar a V.S. el cementerio de esta localidad se halla en estado ruinosísimo; y como quiera que actualmente se halla aquí una cuadrilla de albañiles de Torrevieja, que, sobre la costumbre establecida, hace una notable rebaja en el precio de los jornales, convendría aprovechar esta oportunidad para verificar la reparación que dicho cementerio exige.
Por varios conductos he sabido que algunos periódicos se han ocupado de este asunto, manifestando que el Iltmo Sr. Obispo de esta Diócesis se proponía contribuir con cierta cantidad destinada al indicado objeto, lo cual prueba la actividad desplegada por V.S. en pro de tan piadosa obra, y por la cual y en nombre de este pueblo agradecido doy a V.S. las más expresivas gracias, rogándole nuevamente reitere sus gestiones cerca del consabido Prelado, manifestándole la urgencia del asunto en cuestión.
Con tal motivo se reitera de V.S. con la consideración más distinguida su humilde subordinado y S.S.Q.B.S.M.
 

Carta así contestada el 29 de mayo al alcalde pedáneo de Tabarca: «Muy Sr. Mío y amigo: En mi poder su carta de 26 del actual y accediendo gustoso a sus ruegos, con esta fecha escribo al Sr. Obispo, interesándole eficazmente conceda algún auxilio para la reparación del cementerio. De V. affmo. amigo S.S.Q.B.S.M.». Y cumpliendo su palabra, se dirigió esa misma fecha al «Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis», en los siguiente términos:
Muy Sr. Mío y respetado Prelado:
El Alcalde pedáneo de la Isla Plana o Nueva Tabarca, perteneciente a este término municipal, me dirige una sentida carta, participándome el estado ruinoso del Cementerio y suplicando la instancia del bondadoso óbolo de V.S.I. el necesario importe para la reparación de este sagrado lugar, aprovechando la ocasión, difícil de contar en aquella isla, de hallarse en ella una cuadrilla de albañiles de Torrevieja que se compromete a efectuar la obra con notable rebaja en el precio de los jornales.
Como sé que nunca se acude en vano a los nobles y generosos sentimientos de V.S.I. no he vacilado en acceder a la súplica que se me ha hecho, implorando del virtuoso Prelado que rige la Diócesis el auxilio para los pobres feligreses de Tabarca, infelices pescadores que ganan trabajosamente la subsistencia en medio de mil penalidades y fatigas.
Entretanto, esperando con la contestación de V.S.I., llevar algún consuelo a aquellos isleños, que ven con profunda pena destruirse el venerable recinto donde descansan los restos mortales de sus mayores y sus abuelos, aprovecho la ocasión para repetirme una vez más de V.S.I. con el mayor respeto atento S.S.Q.B.S.A.

El prelado oriolano contestaba el 30 de mayo al alcalde José Gadea: «Muy señor mío y de toda consideración y aprecio: Tengo el gusto de incluirle 100 pts. para la reparación del Cementerio de la Isla de Tabarca. Sólo siento que el donativo no pueda ser de más importancia; pues son tantas las atenciones que sobre mí pesan, y tan escasos los recursos de que dispongo, que me veo en la necesidad de limitar mis limosnas a pequeñas cantidades. Aprovecho la ocasión de reiterar a V. los sentimientos de mi consideración y aprecio, su afmo.».


El 2 de junio, agradecía el alcalde el donativo diocesano: «Muy Sr. mío y venerable Prelado: Tengo la mayor complacencia en acusar recibo de su muy atenta carta de 30 de Mayo último, y dar a V.S.I. las más expresivas gracias por su generoso donativo de cien pesetas para auxilio de la reparación del Cementerio de Tabarca, en nombre mío propio y en el de los vecinos todos de aquella Isla. Con este motivo, se repite con la mayor consideración de V.S.I. atento S.S.Q.B.S.A.».


Pues bien, hemos de tirar de hemeroteca y trasladarnos a octubre de 1911 para encontrar nuevas noticias al respecto, en concreto en la página 2 del Diario El Pueblo del día 12, que reproduce con el titular «¿Otra primera piedra? Comprendido...» la noticia aparecida en el Diario de Alicante: «Mañana marcha a Tabarca acompañado de los técnicos del Ayuntamiento el señor Alcalde, con el objeto de estudiar sobre el terreno, el medio de construir en la isla un nuevo cementerio. Desde hace mucho tiempo vienen los isleños solicitando tan necesaria obra y nuestro Ayuntamiento siempre se ha encogido de hombros. Que ahora no sea una añagaza nueva, que no se demore más la resolución de este asunto es nuestro más vehemente deseo».

Añadía el citado diario: «Ciertamente... Desde hace mucho tiempo vienen los isleños reclamando esas obras tan precisas y nuestro Ayuntamiento siempre se ha encogido de hombros. Pero ahora que están próximas las elecciones municipales, ha creído el señor Soto llegado el momento de presentarse en la isla y estudiar sobre el terreno la concesión de aquellas mejoras. No sabemos si, de paso, colocará alguna primera piedrecita para las mismas. Porque eso de poner la piedra primera para el comienzo de una obra, es cosa sencillísima a juicio de nuestro Alcalde: lo más difícil es colocar la última... Respecto a este asunto, saben ya a que atenerse los vecinos de Tabarca... ¡conocen perfectamente a los peces!».


La Correspondencia de España, en su página 3 de la misma fecha, corroboraba la noticia y añadía que «los expedicionarios serán obsequiados con una paella». Pero, sin duda, la mejor crónica de los sucesos acaecidos en relación al caposanto de la isla, están recogidos en el citado artículo del Diario El Luchador, de 5 de febrero de 1913, titulado «En Tabarca. Inauguración del Cementerio. Su Primer Cadáver», firmado por Antonio Guerra el 24 de enero, que se reproduce íntegro a continuación, con mucho más jugosos —y macabros— detalles:

Diario El Luchador, 5 de febrero de 1913 (AMA)
Quien haya visitado este peñón, aunque sólo haya sido por unas cuantas horas, habrá podido ver en qué sitio y estado se halla el viejo y derruido cementerio.
Situado a las mismas puertas del pueblo y en el punto que sirve de atracadero a las embarcaciones pesqueras, frente a la Cala, y en un estado lastimoso se encuentra el corralón destinado a guardar los cadáveres allí sepultados; corralón más propio para retener un ganado lanar o cabrío, que apropósito para cubrir las cenizas de cuerpos humanos.
Cuando ocurría una defunción se hacía imposible abrir nueva zanja, sin que se tropezara con otras cajas allí depositadas no mucho tiempo ha.
La tierra allí contenida, ha sufrido una total transformación; aquello no es arena, no es detritus de cuerpos pétreos, no es ese polvo desprendido de piedras calizas, yesosas, silíceas o areniscas, aquello está hoy convertido en grasa pringosa, trozos de madera podrida, cráneos, fémures, alguno que otro destruido esqueleto mal envuelto en retorcidos y grasos trapos que sirvieron de sudario a algún recién muerto; cadáveres que aun conservan restos filamentosos en estado pútrido, todo revuelto, todo con mezcla heterogénea, todo confundido, tristemente amalgamado.
Ante el cúmulo de cadáveres allí depositados, ha ocurrido con mucha frecuencia, que al asentar el pie sobre su suelo haya sido hundido éste hasta la rodilla, metiéndolo dentro de una caja.
En un entierro, al penetrar en el sagrado recinto donde tantas cenizas revueltas hay por el transcurso del tiempo, había que hollar con su planta y de un modo ineludible, multitud de fosas mal cubiertas.
Por tanto, se hacia necesaria, imprescindible, la edificación de otro cementerio de más capacidad y situado en punto más lejano.
La higiene, la piedad y el buen sentido lógico así lo aconsejaban y, al efecto, se pensó y se acordó la construcción de otro cementerio emplazado al final del campo.
Llevado por sus nobles deseos, el pedáneo de esta isla D. Pascual Chacopino quien durante su mando ha introducido algunas mejoras en el pueblo, lo solicitó por conducto de D. Alfonso Rojas Pobil de Bonanza, del Ayuntamiento de Alicante, siendo entonces su alcalde presidente D. Federico Soto.
Algunos señores concejales de la minoría republicana colaboraron en apoyo de esa buena idea.
Se llamó al que hoy hace de maestro albañil Tomás Giménez Antón para que se pusiese de acuerdo con el señor arquitecto municipal y llegaron al acuerdo de que se haría dicho Cementerio de las dimensiones siguientes: 40'40 metros de longitud por 20'60 de fachada más un depósito con cubierta de teja y aditado al cuerpo del Cementerio y presupuestado por la cantidad de 2.547'37 pesetas, de las cuales mil doscientas cincuenta pesetas las pagaría el pedáneo de la recaudación del producto de la venta de los algibes del pueblo, y, el resto, o sea l.207'87 pesetas los abonaría el Ayuntamiento de la caja municipal.
Procedióse a la construcción del referido Cementerio y en el 15 de Enero de 1912 quedó terminado.
Posteriormente vino el señor arquitecto para girar la correspondiente visita de inspección, dándolo por útil y hecho en forma pactada.
La pedanía de Tabarca satisfizo religiosamente la cantidad por la cual se obligaba en él contrato.
Quedaba pues, por satisfacer el Ayuntamiento de Alicante la cantidad de mil doscientas noventa y siete pesetas treinta y siete céntimos, cantidad que aún no ha sido satisfecha a pesar de haber hecho más de veinte viajes a Alicante el contratista de dicha obra. En todas sus visitas a la alcaldía ha obtenido la misma contestación, siempre la misma discordante nota; siempre el no hay dinero por ahora; ya lo tendremos en cuenta, y, ...en cuenta lo tienen aún, pero en cuenta pendiente.
Para un pobre bracero que pone su trabajo material, sus escasos recursos, su crédito, todo en fin, cuanto puedo y más, por cumplir; que cumple al cabo, y espera se le entregue lo suyo para pagar a los operarios, pagar materiales, cubrir sus créditos empeñados por esa causa, y se pasen los días, las semanas, los meses y aún los años obteniendo sólo la promesa de que ya «lo tendrán en cuenta», es más que triste desesperante.
Fuera cualquier ciudadano, cualquier pobre el que adeudare en, o aún menos, cuenta al Ayuntamiento o a otra entidad cualquiera y apremiado por las circunstancias no pudiera pagarla, no se hubiese esperado tanto tiempo y habríase visto el caso muy probable de despojarle hasta de la camisa puesta en su cuerpo.
Al decir del contratista de la obra, D. Alfonso no ha cumplido como bueno en estn asunto, antes al contrario ha perjudicado grandemente la situación financiera del Tomás Giménez, causa por la cual ha tenido que pasar muchos apuros por la falta del pago por parte del Ayuntamiento, y como no se le pagaba al contratista como era de ley y de razón, éste se negaba ha entregar la llave del cementerio interín no se le pagara; resultando de esto que salían perjudicados hasta los mismos muertos que no tenían unos palmos de terreno en donde pudieran descansar sus restos pagando así tributo a la tierra.
Entre tanto, los que iban pasando a mejor vida habían de ser sepultados revueltamente con los restos de otros no mucho tiempo ha sepultados. No podía ser de otro modo.
Y, así venía ocurriendo hasta hoy que es totalmente imposible continuar de esa suerte, pues el último cadáver inhumado en el cementerio viejo fue preciso hacerlo en un nicho de propiedad ajena y, en donde fue necesaria la rotara da la fachadita para colocar su féretro; y aún así a costa de muchos esfuerzos y grandes trabajos.
Vista la suprema necesidad y considerando que al actual alcalde de Alicante D. Edmundo Ramos sabrá complir su formal promesa dada personalmente al contratista y una comisión compuesta de dos vecinos y el pedáneo de ésta, se ha resuelto inaugurar el nuevo cementerio habiendo sido el último cadáver enterrado en el viejo, de la vecina de esta Cayetana Ruso Martínez, fallecida a los 86 años de su edad, el cinco de Enero actual y el primer cadáver que entra hoy por las puertas del nuevo el de Francisco Ruso Martínez de 89 años y hermano de la anterior, de modo que una hermana cierra el viejo para siempre, y un hermano inaugura otro. Es que no han querido habitar juntos en el campo de la muerte.

En la documentación conservada en el Archivo Municipal de Alicante, encontramos el principio de la resolución de esta historia, en forma de la siguiente comunicación a Alcaldía firmada por seis concejales del Ayuntamiento de Alicante, de fecha 1 de abril:
Excmo. Señor.
En Enero de 1911, los vecinos de la Isla de San Pedro o Nueva Tabarca, dirigieron a V.E. una razonada exposición, manifestando que el pequeño Cementerio donde recibían cristiana sepultura los restos mortales de los pobladores de la Isla, se encontraba completamente agotado y en condiciones de no poder seguirse practicando en él inhumaciones; añadiéndose a esto que el Campo-Santo se encontraba casi a las paredes del pueblo, constituyendo por consiguiente un verdadero peligro para la salud del vecindario.
Por todas estas razones, terminaban los vecinos su escrito, solicitando que el Ayuntamiento proveyera, cuanto antes, a la necesidad de construir un nuevo Cementerio, en condiciones de distancia y en terrenos que nada costarían, por pertenecer a la zona marítima, y a cuya construcción contribuiría el vecindario con la mitad del importe.
A dicha instancia, acordó V.E. que una Comisión de Concejales se trasladase a la Isla y practicase una investigación sobre el importe del consumo de agua de aquellos algibes, forma de recaudarlo, objeto a que se destinaba y demás circunstancias que la Comisión estimase debía conocer el Ayuntamiento, antes de adoptar acuerdo en la instancia de referencia.
Por razones que desconocen los firmantes, es lo cierto que nada consta hiciese en concreto el Ayuntamiento, para resolver el conflicto de los enterramientos en la Isla de Tabarca, poniendo a los vecinos en el trance de resolverlo por sí mismos, construyendo uno nuevo, cuyo coste ha ascendido a 1.200 pesetas.
Ahora bien, los Concejales que suscriben, después de bien pensado el asunto, entienden que el Ayuntamiento está en el deber de contribuir con la mitad del importe del Cementerio, una vez convencido, por informe técnico, de que reúne las condiciones necesarias para ser utilizado sin peligro para la salud pública. Dicha suma con cargo a Imprevistos.
Con lo cual cumplirá una de las misiones que le impone la Ley Municipal.

En ácida clave de humor, La Unión Democrática del día 6 de abril, en su página 1 publicaba: «Se acordó que una comisión de concejales que no se mareen, giren una visita a la isla de Tabarca, para inspeccionar el cementerio construido a expensas de los vecinos». Claro y conciso.


Más dura todavía fue la crítica «Inhumanos» de la sección política del Diario El Graduador del 8 de abril, en su página 2, en las que tachaba de «juerga y bullanga» las expediciones municipales que se realizaban a la isla, añadiendo de esta última: «¿Tendremos otra paella?». Y también la página 2, en este caso de El Periódico para Todos del 12 de abril, concluía, aunque con inexactitudes evidentes: «Han quedado terminadas las obras de reparación en las paredes del Cementerio viejo de Tabarca las cuales se venían a tierra de por sí mismas, y desgastadas por la destructora mano del tiempo y abandono del mismo», queriendo atestiguar así la escasa calidad de las obras realizadas, obviamente, por falta de fondos para ello. Pudieron comprobar si era así o no, in situ, los miembros de la «comisión presidida por don Edmundo Ramos y de la que formaban parte los concejales señores Guardiola y Cid» (La Unión Democrática, 25 de abril, página 3).


«La comisión especial que estuvo en Tabarca a informar sobre el nuevo cementerio allí construido, presentó dictamen favorable y se acordó abonar la mitad de su importe; la otra mitad la abonarán los vecinos de aquella isla» (Diario El Popular, 21 de junio de 1913, página 1).


Y, como no hay cementerio sin sepulturero: «Se resuelve el concurso celebrado para proveer una plaza de sepulturero municipal con destino en la isla de Tabarca, adjudicándola a Antonio Vicedo Pascual. Este nombramiento se ha hecho atendiendo a que los dos concursantes: el designado y Antonio Chacopino, han cumplido los requisitos señalados pero mientras el primero ha sido excedente de cupo el segundo ha prestado el servicio militar. Pero para nada se ha tenido en cuenta los servicios continuados y normales, prestados en ese cargo hasta la fecha por el señor Chacopino» (Diario El Luchador, 13 de diciembre de 1934). Como era habitual, no sin cierta polémica.


Pero esto ya es historia y, para terminar esta, qué mejor que la reseña de Emilio Soler Pascual, en su sección «Pretérito imperfecto» del Diario Información de 10 de febrero de 2002 titulada Manuel Vicent en el cementerio de Tabarca. En ella, hacía referencia al libro de viajes de dicho autor «Del Café Gijón a Ítaca», del que rescata algunos fragmentos de su capítulo Descubrimiento del Mediterráneo como un mar interior, «al que debemos su viaje meditado a la única isla habitada del País Valenciano, Tabarca», en el que, tras una breve introducción a la isla y sus avatares históricos, describe la llegada del viajero y sus impresiones sobre el perfil de la misma, para centrarse luego fundamentalmente en su recorrido hasta el cementerio, acompañado por una joven desconocida, que culminaba así:
«Ahora se añadió un punto blanco, lleno de fulgor, que era la tapia del cementerio, en el extremo oriental de la isla».
(...)
Pero de toda la isla, lo que más llama la atención del viajero es su camposanto, blanqueado y tranquilo. Así lo recuerda él: «El cementerio de Tabarca es el cementerio marino más profundo de cuantos he conocido. Los muertos llevaban allí su propio timón».
(...)
El viajero llega hasta la menuda tapia del reposo eterno: «La cancela estaba cerrada y había una cuba de agua que sin duda servía para regar los geranios de los muertos».
La única manera de entrar allí es saltando por lo que, ayudándose de un bidón oxidado, no se lo piensa dos veces y brinca por «un tejadillo reblandecido por el calor que sin duda cubría a algunos cadáveres: por un momento temí que si aquel tinglado se hundía, alguien desde el más allá me tiraría de las patas, pero los muertos aquí son de confianza...». Rodeado de tumbas y con el ruido machacón que producen dos chicharras veraniegas, el intrépido paseante, y la bella desconocida, se mueven entre las lápidas con apellido sonoros por italianos. «Parodi, Chacopino, Luchoro, Ruso, Salieto. Nombres que serían descendientes de aquellos coraleros de Génova que habitaban otra isla de Tabarca en aguas de Tunicia».
El viajero, observando que había hileras de nichos abiertos y vacíos, sin estrenar dice él, tiene la atrecvida ocurrencia de introducirse en uno de ellos: «Estuve un rato tendido allí dentro, y no puedo negar que se estaba muy fresco, aunque desde allí no se divisaba el mar...». Al contrario de lo que pudiera parecer, la salida resulta mucho más sencilla que la entrada al recinto: trepa por otro nicho vacío hasta alcanzar el borde de la tapia. Cuando está a punto de saltar hacia el exterior, oye una voz que le demanda que lleve cuidado, que no se caiga, no vaya a ser que se dé un golpe de muerte... Y el escritor, con la sonrisa en la boca, responde fácilmente: «Sería como caer de espaldas en la cuna».


Los cafés de Alicante en el siglo XIX

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En la primera quincena de abril de 1928, cerraba sus puertas el que un tiempo fue concurridísimo Café Español, café enclavado en el entonces paseo de los Mártires, actual Explanada de España, uno de los lugares más emblemáticos del Alicante de entonces y de ahora.

No fueron pocas las alusiones a la clausura de este centro de solaz y recreo del Alicante de finales del siglo XIX y primer cuarto del XX, las aparecidas en las páginas de los diarios de la época. Álvaro Botella escribía en las páginas de El Luchador: «En él, hubo una famosa tertulia de escritores y periodistas que influyeron grandemente en la vida de nuestra ciudad. Últimamente conservaba el carácter de los clásicos cafés alicantinos, con sus jugadores de dominó y peñas de amigos. Cosas muy interesantes se podrían escribir de tan popular café, víctima de las nuevas costumbres y aficiones». Del mismo modo, en El Correo, Manuel de Elizaicin confirmaba todo lo anterior, haciendo hincapié en los mismos motivos de la desaparición del famoso café alicantino.

Este suceso sería, además, el móvil que indujo a Francisco Montero Pérez a plasmar en las páginas de varios números de El Luchador del mes de mayo del mismo año, sendas entregas dedicadas a hacer unjusto recordatorio de los principales establecimientos de este tipo que existieron en Alicante en el siglo XIX. En ellas está basado este artículo.

La instalación de los cafés en nuestra ciudad coincide con la definitiva implantación en España del régimen constitucional, si bien antes de esta época existía en Alicante alguna reducida y antihigiénica planta baja, cuyo mobiliario se reducía a un corto número de modestas mesas con sus correspondientes sillas de anea y servicio de cristal y loza de Manises, y que tomaba el pomposo nombre de «café». Pero está claro que a estos establecimientos no se les podía considerar como tales, especialmente si los comparamos, no ya con los actuales, sino con los que se comentan a continuación, pues se trataba de sitios en los que solo se servía esta bebida y, a lo sumo, para recreo de los que a los mismos acudían, se les facilitaba una baraja.

En un Alicante cuya población rondaba los 15.000 habitantes, coexistían tan solo cuatro o cinco centros de este tipo en todo el casco de la población, no muy bien vistos por la ciudadanía general, y con un escaso número de contertulios, lo que impedía la proliferación de estos mal llamados cafés. Y a ello no contribuía precisamente la manera tan estrecha de interpretarse en nuestra ciudad las atribuciones concedidas a los alcaldes corregidores, por lo que al orden público se refería, pues solo se permitía que los cafés tuviesen sus puertas abiertas hasta las nueve de la noche en invierno y hasta las once en verano, trancurridas las cuales, el infortunado que topaba con la ronda nocturna y esta averiguaba que salía de un café, se hacía acreedor de una considerable multa. Por si esto no era suficiente, las gentes de entonces no miraban con buenos ojos a los tertulianos habituales de los cafés, pues pensaban que «mientras atendían a las expansiones del cuerpo, olvidábanse de rendir culto a las del espíritu».

De esos cafés instalados en la ciudad en esta época de imperante régimen absolutista, uno estaba en la en esos años denominada plaza de Entre Dos Puertas, actual plaza de San Cristóbal; otro en la calle de la Cruz de Malta, predilecto de los tripulantes de los buques nacionales y extranjeros que arribaban a nuestro puerto, dada su proximidad al mismo; coexistiendo dos o tres más, repartidos por los arrabales de San Francisco y de San Antón, y en el entonces naciente Barrio Nuevo, en concreto en la plaza de Santa Teresa, actual plaza Nueva. Llegada la época de la definitiva implantación del régimen constitucional, se crearían, sin obstáculos ni cortapisas de ningún género, sociedades culturales y de recreo, aumentando con ello el número de cafés hasta entonces existentes.

Uno de los más concurridos en el período de tiempo que media desde 1835 hasta 1856, era propiedad de José Martínez «El Panderetes», y estaba situado en el paseo de la Reina, actual Rambla de Méndez Núñez. La concurrencia del Café de Panderetes la componían en su mayor parte afiliados al grupo más exaltado del partido Progresista y, por consiguiente, los que formaban la funesta partida de «la Capa», que tenía sus conciliábulos secretos en la famosa «Cova», sita en la partida rural de Babel, en el huerto llamado «del Pato».

Durante los días que en 1844 imperó Pantaleón Boné en Alicante, en este café recibían los pronunciados las instrucciones del jefe civil del Pronunciamiento, Manuel Carreras y Amérigo, motivo este para que, al entrar las tropas sitiadoras en nuestra ciudad, mandadas por Federico Roncalli, fue buscado «El Panderetes» con insistencia por la policía, para unir su nombre al de los fusilados en el malecón el día 8 de marzo. Pero este logró ponerse a salvo, y la única recompensa que obtuvo en el resto de su vida, durante el mandato de los hermanos Campos y Doménech, fue el modesto destino de segundo jefe de la policía de esta ciudad, entonces dotado con 1.500 pesetas a nuales.

La construcción del Teatro Principal en 1846, influyó en pocos años en la instalación de nuevos y elegantes cafés en las calles de los alrededores del mismo, siendo dignos de ser recordados:
- Café de la Iberia, propiedad en 1864 del que sería más tarde político de renombre, Antonio Mas Gil, instalado en el número 3 de la plaza del Teatro, actual de Ruperto Chapí, frente al coliseo alicantino, años más tarde trasladado al paseo de los Mártires, esquina a la calle de la Victoria, después Doctor Esquerdo, que sería absorbida por la prolongación de la Rambla. Eran sus concurrentes asiduos, afiliados al partido Unión Liberal.
- Café de Paredes, hacia 1866, situado en la esquina que unía la calle Duque de Zaragoza y la actual Rambla, esquina después ocupada por la que sería farmacia de Planelles. Era el más elegante de los entonces existentes en Alicante, y al mismo acudía la pacífica mentalidad burguesa, pues la más alta sociedad tenía por punto de recreo el Casino, de cuyo café se haría cargo Paredes años después. Le dieron justa fama la leche merengada y los barquillos rellenos. Era cenáculo habitual de los periodistas, así como de los ingenios y artistas alicantinos, siendo apenas visitado durante la mañana y, a la vuelta de las dos de la tarde, se trocaba en bulliciosa algazara hasta altas horas de la noche.
- Café de Gorcet, conocido así por el nombre de su propietario, Gregorio Vallejos, que lo creó en los dos o tres años anteriores a la Revolución de Septiembre. Era punto de reunión de los artistas que actuaban en el Teatro Principal, así como de los republicanos moderados, no en vano se situó, durante muchos años, con cambio de propietario incluido, en la misma plaza del Teatro.
- Café de Chaumet, instalado en la casa señalada entonces con el número 38 de la actual Rambla de Méndez Núñez, propiedad de Jaime Barrachina. Allí solían reunirse los republicanos alicantinos más acérrimos.

Inaugurada la esperada línea férrea que puso en comunicación nuestra ciudad con Madrid en 1858, la industria y el comercio tomaron un incremento extraordinario, lo que al propio tiempo conllevó la creación de nuevos cafés que, por su esmerado servicio y el lujo desplegado, no tenían nada que envidiar a los más famosos en la corte y principales ciudades españolas. Recordemos algunos:
- Café del Universo, en los bajos del pasaje de Amérigo, en la calle de la Princesa —actual de Altamira—. Se abrió al público en 1863, y era de los más elegantes y espaciosos del Alicante de entonces. Tenía un público integrado en su mayoría por liberales que esperaban el triunfo de sus ideales, lo que daba motivo para la más exquisita vigilancia por parte de las autoridades y de la policía. A este café acudían a leer sus tertulianos los periódicos que a la sazón se publicaban en sentido más democrático.
- Café de los Dos Reinos—más tarde de las Dos Naciones—, en la planta baja del edificio más tarde ocupado por las antiguas oficinas del Banco de España, en la esquina de la plaza de la Constitución con la calle Doctor Esquerdo, absorbida por la prolongación de la Rambla, a la altura de la actual plaza del Portal de Elche. Comenzó su funcionamiento alrededor de 1864, siendo sus propietarios José Pérez y Antonio Azuar, y funcionó a pleno rendimiento hasta 1882 aproximadamente, debiendo su éxito, sobre todo, a los inquilinos que tuvo en sus dos pisos altos: el Casino hasta 1869 y, a continuación, la Tertulia Progresista Democrática hasta 1873.


- Café Suizo, inicialmente en la planta baja que luego fuera comedor del Hotel Victoria, en el paseo de los Mártires, y después, tras la desaparición del Café de la Iberia, en el local que este ocupaba en la misma vía. Fue su primer propietario Rodolfo Matossi y Compañía, estando al frente del café Domingo Santías, muy querido de todas las clases sociales alicantinas por su bondad. Al estar próximo al mar, era el preferido por los marinos que visitaban nuestro puerto, siendo igualmente frecuentado por afiliados a partidos mayoritarios y al Gran Oriente Español, motivos más que sobrados para justificar, en determinadas épocas, el fuerte acecho a que era sometido a todas horas por parte de la policía.


- Café de Juanico, del nombre de su propietario, Juan Fernández. Instalado en la Rambla, al lado de la que fuera Posada de la Higuera, luego almacén de muebles y decoración de Bernad, junto al desaparecido «Central Cinema». La admiración de su propietario por la doctrina de Allan Kardec, considerado el sistematizador de la doctrina llamada «espiritismo», hizo de este local el centro de recreo y reunión de los que profesaban las mismas ideas filosóficas.
- Café del Palamonero, en la calle Cruz de Malta, propiedad de José Maltés, especializado en la confección de exquisitos buñuelos.
- Café del Catiu, en la plaza de la Constitución, local posteriormente ocupado por la tristemente desaparecida y muy famosa en su tiempo tienda de tejidos «La Nueva Aduaneta», en el actual Portal de Elche. Fue su propietario José Navarro.
- Café del Tío Ramón, en el número 3 de la calle de Bajada del Paseo de la Reina, posteriormente plaza de Castelar, desaparecida con la prolongación de la Rambla, cuyo local sería posteriormente ocupado por la tienda de tejidos de Montahud.
- Café del Tío Pino, en el número 26 de la plaza de San Francisco, posteriormente de la Reina Victoria, hoy de Calvo Sotelo. El hecho de existir en los altos del café la sociedad dramática «Cervantes», y muy cercano a este el cuartel de San Francisco, hizo que su concurrencia fuese, en su mayor parte, de militares y aficionados al teatro.
- Café del Mellat, instalado en la calle de San Francisco —durante años Sagasta, y luego vuelta a su denominación original—, esquina a la de Castaños, posteriormente sería ocupado su local por la ferretería de Mora. Era famosa su agua de cebada, para muchos alicantinos la mejor que se bebía en la ciudad.
- Café del Tío Antonio Navarro, en la esquina formada por las calles del Cid y de Blasco, edificio posteriormente ocupado por las oficinas del Gobierno Civil, estando en sus bajos la imprenta de la viuda de Rovira.
- Café del Tío Rico, el primero y único que existió en Alicante al aire libre. Su dueño, José Rico, lo montaba a la entrada de la calle de San Isidro por el paseo de la Reina, durante la temporada estival y, como en esos meses la concurrencia a los conciertos musicales que se celebraban en dicho paseo era numerosa, igualmente numerosa era la que existía a este café.
- Café y Teatro de Variedades. Las funciones teatrales por horas comenzaron en Alicante en el verano de 1869, y se realizaron en un teatro al aire libre que se denominaba «de Variedades», propiedad del ya mencionado político Antonio Mas Gil. De importantes dimensiones, estaban instalados, café y teatro, en el solar del paseo de los Mártires posteriormente ocupado por la magnífica casa de Juan Alberola Romero, más conocida como «Casa Alberola», hoy tristemente mutilada, lindante con sendos edificios de Juan Guardiola y Fargas y con el entonces ocupado por las oficinas del Banco de la Industria y del Comercio. La entrada principal la tenían por el paseo de los Mártires y, para los artistas y dependencias, existía otra por la plaza de San Carlos —actualmente calle de San Fernando—. En este coliseo, por el módico precio de 25 céntimos, el espectador tenía derecho a un café o refresco, según la temporada, y a presenciar una obra en un acto, por lo regular una pequeña zarzuela o una pieza de género bilingüe. Durante el invierno se cubría con un techo provisional de madera. Con alguna que otra interrupción, funcionaron hasta 1873.


- Café del Comercio. Se instaló en 1886 en el paseo de los Mártires, esquina con la calle de Bilbao, siendo uno de los más lujosos de todo los abiertos hasta entonces en la ciudad. En el mismo local, ya en el siglo XX, Luis Martínez abriría otro clásico y suntuoso café: el Café Central.


- Café del Barrio de Benalúa. En 1890, en vista del incremento que ya había tomado este barrio, se instaló en uno de los edificios de la plaza de Navarro Rodrigo, un espacioso y cómodo café que pervivió muchos años.


- Café Español, que se creó a los pocos años del Café del Comercio, tan lujoso como lo fuera este, llegando a ser un clásico de nuestra ciudad, y que mantuvo exitosamente sus puertas abiertas en el paseo de los Mártires hasta 1928. Fue tertulia habitual de escritores y periodistas.

Las necesidades y exigencias de la vida moderna, hicieron que la asistencia al café fuera más que un pasatiempo de honesto recreo, una imprescindible necesidad. El café introdujo notables mejoras a favor de sus asistentes, que eran los primeros en reconocer y apreciar: a la hermosura y elegancia del mobiliario, se unía la excelencia del servicio y, a estas mejoras, ya de por sí aliciente suficiente para atraer al público, se unió la celebración de magníficos conciertos a cargo de excelentes pianistas, cuartetos o sextetos, muy del agrado de los entendidos que premiaban con sus aplausos la labor de los artistas.


El histórico problema del agua y la sanidad en Tabarca

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La carencia de agua, bien referida a la existencia de este elemento en forma natural, o bien a la aportada por la lluvia, es en Nueva Tabarca tan antigua como la propia isla. Prueba de ello es la inexistencia de establecimiento humano alguno de forma permanente en la isla, hasta la colonización promovida por el rey Carlos III en el siglo XVIII, a costa de los cautivos redimidos de Argel, originarios de la Tabarka tunecina. Ni griegos focenses, ni romanos, ni árabes, ni las supuestas visitas del cartaginés Amílcar Barca o del mismo San Pablo, fueron motivo u ocasión para quedarse; solo los famosos y casi legendarios piratas berberiscos que la tomaron como base para sus fechorías en el Levante español, fueron motivo suficiente para plantear tal establecimiento permanente. Y es que el agua es sabido elemento indispensable para una población humana autosuficiente, no ya porque lo sea para la propia existencia de la vida, que no es poco, sino por lo que conlleva a la hora del saneamiento de dicha población y de la sanidad de sus habitantes.

Plano de la Plaza de S. Pablo, y Población de la Nueva Tabarca
(Servicio Geográfico del Ejército, Méndez de Ras, 1774)

De la utopía a la realidad

En estas condiciones, la llegada de los tabarkinos a la isla Plana planteaba de inicio serios problemas derivados de esa ausencia del líquido elemento, aunque paradójicamente se estuviera rodeado del mismo. Ya en los textos que acompañan a los primeros planos originales de Nueva Tabarca del coronel de ingenieros Fernando Méndez de Ras, fechados entre 1771 y 1775, se evidencia el problema, por lo que no es de extrañar que, según queda recogido en la Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante, de Rafael Viravens y Pastor (1876), y transcrito por autores más modernos, encontremos anotaciones y descripciones tales como:
Lavadero común grande, con sus divisiones no solo para lavar ropa blanca, sino también lonas, linos y sedas. [...] Pozo que se hizo muy profundo, por si se tropezaba con venero de agua dulce; en cuya excavación se ha cesado por la demasiada agua que filtra del mar; pero ya sin las partículas vetuminosas y amargas; razón por que habiéndose hecho varias experiencias con fuego violento por fabricantes inteligentes y prácticos (que la encontraron ser muy buena para lavar dichos géneros de linos, paños y sedas) se tiene determinado colocar en su proporcionado fondo, sobre una bóveda de cantería, la artificiosa bomba ya prevenida, para extraer agua con facilidad y abundancia. [...] Plaza mayor Carolina, desde cuyo centro se ven ocho objetos agradables de cuatro puertas principales y cuatro cisternas. [...] Hospital (nunca sería construido). [...] Cisternas ya hechas de especial cuidado, con sus bóvedas y conductos subterráneos, para recoger las aguas de los terrados, en las cuales cabrán de cincuenta a sesenta mil cántaros de agua, con sus brocales y pilas de piedra labrada; dejando la fábrica de diez más en los parajes que se demuestran, conforme se vayan aumentando los vecinos.
Transcurridos apenas diez años desde la llegada de los tabarquinosa Alicante, Nueva Tabarca estaba sometida a duro examen a través de una comisión dirigida por el gobernador interino, capitán Alejandro Stermont, y por el alcalde José Sales. Las investigaciones de esta comisión los días 24 y 25 de marzo de 1779, ya concluían datos como:
La población de la isla era de 328 tabarquinos y 15 españoles (en 1769 había 311 censados). [...] Hay un médico, un cirujano, un aguador. [...] Se observa la necesidad de aprovisionamiento diario de agua en embarcaciones desde Alicante. Son insuficientes los depósitos.
Primera página del manuscrito original redactado por Antonio María del Valle,
que recoge la lista de cautivos redimidos en Argel, con el correspondiente precio de rescate
(Archivo Histórico Nacional, Ministerio de Cultura)

Como consecuencia de estos informes, pocas fechas después, el 10 de abril de 1779, llevaban a cabo una visita el teniente coronel de ingenieros Gaspar Bernardo de Lara, y el también ingeniero militar Balthasar Ricaud, que no hicieron más que confirmar las pareciaciones de Stermont y Sales: los siete aljibes construidos para recoger el agua procedente de las lluvias eran, en su mayor parte, de poca capacidad y con pérdidas continuas por las filtraciones; la solución estaba en la construcción de un mayor número de cisternas; mientras, era necesario hacer aprovisionamiento diario, por medio de embarcaciones, desde Alicante; y en lo concerniente a la sanidad, la plaza no tenía hospital.

A finales de abril de 1782, el sacerdote Francisco Pérez Bayer, catedrático de la Universidad de Salamanca y preceptor de los Infantes, en su visita a la isla nos dejaba estas impresiones, recogidas en su obra Diario del viaje desde Valencia a Andalucía (1782):
... corrimos muy en breve aquella nueva población y toda la isla, reducida hoy a solo veinte familias tabarquinas de más de ochenta que fueron las de sus primeros pobladores o colonos. Causónos a todos gran compasión el estado de aquellas miserables gentes faltas enteramente de agua, leña y de todo lo necesario para la vida humana.
Comenzaban las penalidades para los recién llegados a la isla Plana. En el denominado Censo de Floridablanca de 1787, el número de habitantes había caído a 110. Dos tercios de la población había emigrado. El ingeniero militar capitán Pedro de Navas informaba de más de lo mismo: «A esta le negó naturaleza no solo el preciso auxilio de leña sino también el indispensable elemento de agua dulce, por cuyos máximos defectos ha estado inhabitada».

Corrían los años, cambiaba el siglo. En 1809 el censo seguía disminuyendo alarmantemente hasta los 90 habitantes. Manuel Castell, párroco de la isla, dirigía un escrito urgente al Gobierno Militar de Valencia. En el expediente de averiguaciones ante lo que afirmaba el sacerdote, se adjunta una carta, firmada por Antonio de Palacios, dirigida al gobernador militar José Cano, que dejaba a las claras que nada había cambiado: «... hallo que la indicada isla carece totalmente de agua y leña».

Primeras decisiones

Analizando los documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Alicante, hasta 1841 no encontramos que se esté llevando iniciativa alguna para solucionar los problemas de los tabarquinos. En el expediente Revisión de los depósitos de agua en la isla de Tabarca, el alcalde pedáneo José Pajés se dirige al alcalde constitucional de Alicante, y le indica que el gobernador militar de la isla no atendía a sus demandas porque afirmaba que los aljibes no eran de su jurisdicción. El alcalde se dirige al comandante general de la provincia y le solicita las llaves de los aljibes para que el pedáneo los pueda revisar, si bien al gobernador militar sí le correspondía hacerlo con los situados en la Casa del Gobernador y en la Torre de San José.

En 1842 se tomaban nuevas medidas, como las contempladas en Control sanitario de los pasajeros que visitan la isla de Tabarca, en el que la Junta Municipal de Sanidad comunica al alcalde, y este a su vez al pedáneo, que debe conocerse la salud de los visitantes de la isla. El pedáneo, José María Sessé, se quejaba de que el gobernador militar interino Francisco Lanzarote, admitía viajeros sin darle noticia de los mismos, cobrándoles además un real de vellón cuyo destino desconocía.

Láminas de la Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante
(Rafael Viravens y Pastor, 1876)

A poco que se iniciaron actuaciones en pro de la salud de los tabarquinos y la salubridad de la isla, el censo se recuperó rápidamente. En 1852 había crecido hasta los 403 habitantes, y en 1853 el expediente Limpieza y recomposición de cisternas en la isla de Tabarca nos traslada que el alcalde pedáneo, Rafael Llópez, informaba al alcalde que el agua se corrompía en los aljibes y que, por acuerdo entre los marineros, se había destinado parte de los fondos para la Virgen a la limpieza de los mismos. Denunciaba a su vez que los pozos de María Ruso y Ramona Pasqual tenían una «grande porción de inmundicia», por lo que deberían de pagar sus propietarias la limpieza de los mismos. El alcalde decide obligar a los vecinos a que lleven a cabo las labores de mantenimiento de los aljibes por turno.

Un año más tarde, en 1854, los documentos sobre Limpieza de pozos y aljibes en la isla de Tabarca incluyen una solicitud de dicho pedáneo, para que cada vecino pague un «chavo» (ochavo: moneda de cobre con un valor de dos maravedíes) por cántaro de agua, para limpieza. Algunos tabarquinos se negaron, ya que alegaban recoger el agua en sus casas, pero, claro, seguían arrojando a la calle basura e inmundicia. El alcalde pagaría por esa vez la limpieza, pero prohibiría las basuras dentro del recinto amurallado.

Sin saneamiento ni sanidad

En el artículo de la Revista Canelobre n.º 60 (2012) titulado «Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca», sus autores Susana Llorens, Santiago Linares y Agustín Medina, del Archivo Municipal de Alicante, inciden en que el control sanitario preocupaba a los habitantes de la isla, que reclamaban se dotara con hospital y personal facultativo para su asistencia. Mencionan como referencia por ello, que el 7 de agosto de 1857, a fin de evitar focos de infección, el alcalde José Miguel Caturla requirió en el Bando sobre el cumplimiento de la limpieza en la vía pública en Tabarca, el cumplimiento de la misma, a tenor de las quejas suscitadas por el poco aseo y limpieza de calles y plazas del poblado:
Don José Miguel Caturla y Perea, Alcalde Constitucional de esta Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad,
Hace saber: Que las continuas quejas que me están produciendo los vecinos de esa isla, por el poco aseo y limpieza de la población, perjudicando su abandono las aguas que se recogen para el sustento de sus habitantes, me han obligado a dictar las disposiciones siguientes:
1º Queda prohibido a ningún vecino ensuciarse en las calles ni arrojar basuras ni otras suciedades, que puedan perjudicar y malversar las aguas que se dirigen a los pozos del surtido público, entendiéndose esta prohibición hasta las mismas murallas por donde transitan dichas aguas.
2º Igualmente se prohíbe poder tener dentro de las murallas toda clase de ganado, a no ser que su dueño se obligue a limpiar las calles por donde transitare a su entrada y salida, pero de ningún modo cerrarlo en local que sus aguas puedan fluir a otros pozos.
3º No podrá haber dentro del pueblo estercolero ni ningún depósito que perjudique las aguas.
4º Todos los vecinos de la isla, por tanda vecinal, concurrirán el día que se les designe para contribuir a la limpieza y conservación de las calles y plazas, y para la de los pozos, sin poderse negar a este servicio.
5º Todo vecino que quiera reedificar alguno de los solares que existen en dicha isla, deberá hacerlo con preferencia en los del centro de la población, con el fin de que por el tiempo se hallen todas reunidas, debiendo adquirir con anticipación el permiso de quien corresponda, y guardando la línea que conserve el solar, y debiendo antes de principiar dar aviso al Alcalde Pedáneo de la misma, para que este lo haga a mi autoridad.
6º Los que contravinieren a las anteriores disposiciones, serán castigados con arreglo al Código Penal vigente y con la multa que marca el mismo.
Los dependientes de mi autoridad existentes en dicha isla, vigilarán el cumplimiento de las anteriores disposiciones y me darán parte de las faltas que notaren.
Alicante, 7 de agosto de 1857
Bando sobre el cumplimiento de la limpieza en la vía pública en Tabarca,
del 7 de agosto de 1857 (AMA)

Continuando con los documentos del AMA, en 1859 encontramos Limpieza de aljibes públicos de Tabarca, una orden del alcalde para la limpieza y recomposición de los aljibes, por el abandono y la indiferencia hacia los mismos. En 1860 comienza a tratarse más intensamente el tema de la asistencia sanitaria, y Andrés Chacopino expone que, existiendo 400 habitantes, la isla no tenía médico. El Ayuntamiento desoye la petición. No sabemos qué era peor, la desidia de los propios tabarquinos en asunto de saneamiento, o la desatención del consistorio alicantino en el aspecto sanitario. Pero el pedáneo Tomás Antón, con quince vecinos firmantes, crea en marzo de 1862 la plaza de cirujano para la isla. Pedro Sessé se presenta a la misma y fija su residencia en el poblado, y en enero de 1863, diez firmantes del documento Plaza de cirujano para la isla de Tabarca, entre los que se encuentra el cura de la misma, solicitan que se efectúe su nombramiento, se crea un presupuesto de 500 reales de vellón para sufragar dicha plaza, y entra como interino el mencionado Pedro Sessé, maestro sangrador, publicándose en marzo en el Boletín para proveer la plaza en propiedad.

En 1864, según consta en Construcción de aljibe en la isla de Tabarca, Obras Públicas se dirige al alcalde para solicitar el nombramiento de un perito que dirija el inicio de las obras. En la página 1 de su edición del 25 de noviembre, publica La Correspondencia de España: «En la isla de Tabarca, próxima a Alicante, va a construirse un gran depósito de aguas, con objeto de recoger las pluviales para aplicarlas a las necesidades de aquel vecindario». El Oficio sobre el aprovechamiento de las aguas del aljibe por el Cura de Tabarca, de 1866, contiene un informe de la policía urbana, que manifiesta que no hay control sobre el uso de las aguas del aljibe de la casa-abadía, que está bajo la responsabilidad del Cura. En Aljibe en la isla de Tabarca, de 1868, el vecino de Tabarca Luis Alemañ y García, solicita construir por su cuenta un aljibe «de 200 pasos en cuadro» en terreno del estado, entre el antiguo cementerio y los mojones que limitan El Campo. Firma el pedáneo Bartolomé Ruso y Chacopino que, a finales de ese mismo año, en documento registrado en los Cabildos del AMA como Bartolomé Ruso, Alcalde Pedáneo de los vecinos de Tabarca pidiendo permiso para construir un aljibe, presenta formalmente una solicitud al Ayuntamiento «para construir un aljibe de la cabida de treinta mil cántaros para depósito de aguas del cielo con destino al servicio de aquellos vecinos por la absoluta falta que les hace en dicha Isla», reiterando su localización en los alrededores del antiguo cementerio, a las puertas de la población.

Y llegó la viruela

A finales de 1873 tiene lugar el primer gran brote epidémico en Nueva Tabarca. La Correspondencia de España del día 25 de noviembre, en su tercera página recoge: «El señor ministro de la Gobernación ha dispuesto se establezca un lazareto provisional en la isla de Tabarca, por si se desarrollara desgraciadamente la epidemia variolosa en las tripulaciones de los buques». Y el Diario de Córdoba del 14 de diciembre, añadía en primera página: «En el vapor Relámpagose embarcaron ayer el gobernador de Alicante y la comisión de la Junta Provincial de Sanidad encargada de informar sobre el local en que va a establecerse un lazareto en Tabarca. Por la tarde regresaron a Alicante dichos señores, y hoy empezarán en Tabarca las obras para habilitar el local, y se renuirá la Junta de Sanidad para convenir el embarque de los enfermos».

Retomando el tema de los aljibes, en 1874Antecedentes relativos a la construcción de un aljibe en Tabarca contiene un expediente con numerosas cartas de vecinos de la isla, exponiendo los reiterados problemas con el agua y la necesidad de más aljibes pues, una vez más, se había desoído la solicitud de 1868. Hubo un cruce de intensa burocracia administrativa entre organismos que se pasaban responsabilidades de unos a otros, culminando con un amplio resumen de la historia que se ha desarrollado en torno a este asunto entre 1869 y 1879. Entre tanto, el 12 de junio de 1878 una comisión del Ayuntamiento de Alicante sale en dirección a Nueva Tabarca, con la finalidad de conocer de primera mano la situación y necesidades de los tabarquinos. El Eco de la Provincia del 14 de junio escribe:
Como advirtiese la Comisión Municipal que los tabarquinos no tienen facultativo y que mueren sin la asistencia médica, excitó a aquellos a que se procurasen esta por medio de una iguala que podría establecerse con un facultativo: el pensamiento fue acogido favorablemente por los isleños, quienes contando con el apoyo que les prometió la Comisión Municipal, gestionan ya por atender a esta imperiosa necesidad cual así cumple a una población que cuenta cerca de 450 habitantes (en 1876 había 634 censados).
Primera página del padrón de habitantes de Nueva Tabarca del 31 de diciembre de 1877 (AMA)

Esta nueva caída del censo de tabarquinos en apenas dos años, hizo reaccionar por fin a la prensa, dedicándole prácticamente toda la primera página el ejemplar del 20 de diciembre de 1878 de El Graduador, a modo de extensa carta recopilatoria de toda la historia de la problemática del agua en la isla, dirigida al alcalde, y con intención de continuar en sucesivos ejemplares si no se tomaba cartas en el asunto, algo que, como veremos, hizo correr la tinta:
Hace próximamente un mes llamamos la atención de esta autoridad sobre el proceder del pedáneo de Tabarca y sus ayudantes en la administración y conservación de un aljibe de agua potable perteneciente al vecindario de dicha isla, y a pesar del tiempo trascurrido ni el señor Javaloyes ha tomado disposición alguna que tienda a amparar en sus derechos a aquellos habitantes de nuestro término municipal, ni estos cesan de lamentarse del abandono en que se les tiene por el Municipio, tratándose de un asunto tan importante para su salud y bienestar.
Pero como desde que venimos al estadio de la prensa nos propusimos cumplir con la mejor voluntad todas y cada una de las bases sobre que descansa esta libre y respetable institución, no hemos de abandonar la defensa de los intereses públicos porque el Sr. Presidente del Ayuntamiento se muestra mas o menos indiferente a nuestras observaciones, ni dejaremos de reproducir las noticias o protestas de los vecinos honrados porque la minoría de la Corporación municipal, tan celosa en cuestiones de menos trascendencia, haya permanecido callada en los sillones de la casa del pueblo, manifestando cierto desdén hacia nuestras indicaciones o un olvido, siempre censurable, de sus deberes.
Se trata, pues, de los habitantes de Tabarca que obligados por la necesidad y a costa de mil privaciones construyeron un depósito donde recoger las aguas llovedizas, salvando así uno de los principales inconvenientes que ofrece la vida en aquella isla por la carencia, que allí se observa casi completa de este artículo; y para que por quien corresponda se ponga el debido correctivo a los abusos cometidos por los delegados de la primera autoridad municipal y no pueda alegarse ignorancia alguna del caso que nos ocupa, vamos a repetir aquí con la mayor exactitud posible cuanto se nos ha dicho sobre el partioular, haciendo la historia del citado aljibe y de la extraña solicitud de que ha sido objeto por parte de los mismos que hoy lo administran sin ninguna de las formalidades convenientes.
En 1868, Bartolomé Ruso, alcalde pedáneo de Tabarca pidió y obtuvo autorización del Ayuntamiento de Alicante para construir por cuenta de sus convecinos un aljibe capaz de 30.000 cántaros de agua con destino a las necesidades del pueblo, y asociado de doce representantes que este comisionó, pudo contratar la referida obra con D. Bartolomé Arenas, mediante escritura pública ante el Notario Sr. Morales, y bajo la inspección de los mayordomos nominados al efecto, quienes pagaron el importe de todos los gastos de los fondos llamados del Cuartón [entre los pescadores, es muy general la costumbre de reunir en un mismo fondo la cuarta parte de lo que gana un hombre cada salida, destinándolo a algún objeto filantrópico en favor de cualquier servicio público o particular de su clase].
Terminada la obra en febrero de 1869 y satisfechas las 7.500 pesetas de su coste por los citados mayordomos como administradores de dichos fondos, el señor Arenas dio carta de pago de esta suma a favor de los vecinos de la mencionada isla, recogiendo los recibos parciales expedidos en pro de los diferentes mayordomos nombrados cada año.
Desde 1869 a 1874 estuvo Agustín Chacopino vendiendo el agua del aljibe, siendo depositario de lo recaudado su amigo Agustín Ruso, hasta, que el pedáneo D. Mariano Manzanaro, observando que se vendía el agua sin orden ni equidad, lo cual prohíbe terminantemente la ley municipal, acudió a la autoridad superior de la provincia solicitando se sirviera acordar que la administración y conservacion del aljibe correspondía única y exclusivamente al alcalde de Tabarca, lo cual consiguió en 21 de noviembre del mismo año, nombrando la Junta a que se refieren los artículos 90 y siguientes de la citada ley, añadiendo en su acuerdo el Sr. Gobernador, que esta Junta exigiera las correspondientes cuentas a Chacopino que se negó a cumplir esta orden, acudiendo al Juzgado de primera instancia de esta capital en unión de Ramón Ripoll y el citado depositario Agustín Ruso en demanda de interdicto de recobrar el aljibe por ser de su pertenencia, contra el Manzanaro, de cuyo asunto se inhibió el Juez en vista de las disposiciones del Gobernador.
No conformándose los demandantes, acudieron a la Audiencia del territorio que aprobó lo acordado por su inferior mandando pasar el expediente original al Gobierno de provincia que reprodujo el primer acuerdo en 19 de febrero de 1875, hasta que el gobernador, Sr. Corbalán, resolviendo una instancia en solicitud de que se declarara barrio la población de la isla, dispuso en 22 de junio del propio año, que se estuviese a lo acordado anteriormente sobre el mismo asunto, declarando franca para el vecindario el agua del aljibe y que su administración correspondía al Alcalde; por lo que el pedáneo Bautista Pachés hizo nombrar en 1876 la Junta Administrativa correspondiente, cuyo acto aprobó el Ayuntamiento de la capital en 13 de enero del mismo; pero en 8 de agosto siguiente, al advenimiento del alcalde pedáneo José Pascual, insistiendo en su propósito de delatar la finca, pusieron pleito al Municipio Felipe Parodi y Portes, tío de este alcalde, Tomás Chacopino y los ayudantes de este Bernardo Ruso y Vicente Chacopino, para que el aljibe fuese propiedad de varios particulares. Entonces, otros vecinos de Tabarca dirigieron una solicitud al Ayuntamiento reproduciendo la historia y origen de dicha finca, y pidiendo que la Corporación municipal defendiera los derechos de los isleños contra lo que pedían los anteriores solicitantes, exigiendo las cuentas de la administración y custodia del aljibe a los que debieron darlas en los últimos años para emplear el sobrante en algún objeto benéfico o mejoras de la población, haciendo que se nombrara el Depositario correspondiente.
Como era de esperar perdieron el pleito los demandantes, siendo condenados al pago de costas; pero el Ayuntamiento no tomó ninguna disposición que acabara con los abusos a que nos referimos, resultando que si los primeros litigantes o caciques de Tabarca no son dueños de dicho aljibe lo son de sus productos, ejerciendo una administración a su antojo y sin dar cuentas, ni otra clase de satisfacción, a sus convecinos que son los únicos y legítimos propietarios de la renombrada finca; pues a pretexto de que corresponde al alcalde pedáneo y a la Junta nombrada por este la referida administración, esta se halla ejercida por los mencionados litigantes Parodi, Ruso y Chacopinos, los cuales venden y cuidan el agua a su antojo sin rendir cuentas a ninguna corporación de aquellos habitantes, ni a nadie.
Esta es la historia del asunto, y no dudamos que conocida su importancia, porque se trata de un artículo tan necesario para la vida del vecindario de isla Tabarca, el Sr. Javaloyes atenderá nuestros ruegos que repetiremos con más copia de razones, si es preciso, en otro artículo.
Portada de El Graduador de 20 de diciembre de 1878
(Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

A seis cuartos un cántaro

Pero las medidas que se iban tomando no fueron de la satisfacción de los tabarquinos, llegando a salpicar incluso a la iglesia. Veamos el desarrollo de los acontecimientos a través de la prensa de la época, que llegó incluso a encarar algunos de los medios, entrando y réplicas y contrarréplicas:
  • El Graduador, 13 de abril de 1879, página 2: «Parece que el Sr. Obispo de esta Diócesis ha separado al cura de Tabarca, don Constantino Bañón. El alcalde pedáneo de dicha isla ha impuesto un cuarto por cada cántaro de agua que sacan los vecinos de los pozos del común. Suponemos que de esto tendrá conocimiento el Sr. Javaloyes, y se dará cuenta al Ayuntamiento para los efectos correspondientes».
  • La Unión Democrática, 9 de agosto, página 2: «Es verdaderamente desconsoladora la suerte de los industriosos hijos de Tabarca; sin agua para beber, pues la que se consigue cuesta seis cuartos un cántaro y no pueden comprarla».
  • El Graduador, 12 de agosto, página 2: «Tenemos a la vista una correspondencia de Tabarca, pintándonos en los términos mas desconsoladores la situación sumamente aflictiva de aquellos vecinos sin trabajo ni aun agua para beber, como ya dijimos en otra ocasión.
    Según la apreciable persona que nos dirige las citadas noticias, los vecinos de aquella isla, como los de Santa Pola, van por agua a la torre del Carabassí y luego la venden a seis cuartos el cántaro; pero como no todos pueden comprarla a ese precio, se quedan muchos sin alcanzar el agua necesaria para beber, gracias a la falta de iniciativa y buen deseo de los alcandes pedáneos que teniendo en su poder algunos fondos del común de vecinos no han dado cuenta de ellos hace muchísimo tiempo y no los emplean, según debieran, en conjurar el mal que aflije a aquella isla, fletando algunos botes para que conduzcan el agua en condiciones de poderla dar gratis a los más pobres y que verdaderamente no pueden comprarla.
    Ya en otras circunstancias llamamos la atención del Ayuntamiento sobre la gestión administrativa de los referidos alcaldes y no dudamos que dado el tristísimo estado de los vecinos de Tabarca, procurará el Sr. Bueno enterarse de estos asuntos para obligar a esos funcionarios y subordinados suyos a que cumplan mejor con su deber.
  • El Graduador, 11 de diciembre, página 2: «Entre tanto, el Sr. Bueno, Alcalde de esta ciudad, todavía no ha resuelto nada sobre una sentida exposición que los habitantes de la isla elevaron hace algunos meses, en solicitud de que los alcaldes pedáneos de Tabarca rindieran cuenta de los fondos procedentes de la venta de las aguas de los aljibes que se pagan a dos cuartos por cántaro según se exige a todos los vecinos, sin atender al precario estado de hambre y mi seria que sufre todo el pueblo.
    Ya en otra ocasión hubimos de quejarnos del mal uso que de sus atribuciones han hecho respecto de dichas aguas los referidos pedáneos, y esperamos del Sr. Bueno se sirva hacer sentir el peso de su autoridad sobre sus delegados en dicha isla, para evitar las justas reclamaciones de sus vecinos; pues ya que no pueden comer debe dejarles libre el consumo del agua y darles cuentas de los fondos recaudados hasta aquí para remediarse en lo posible».
  • El Eco de la Provincia, 12 de diciembre, página 2 (reproduce y critica a El Graduador): «Si El Graduador procurara enterarse de los asuntos, antes de escribir sobre ellos, de seguro que no hubiera escrito lo que acaban de leer nuestros lectores; pues el colega sabria que el digno señor Alcalde de Alicante, con un celo que le honra, está poniendo en práctica todos los medios que están a su alcance para remediar la aflictiva situación de los tabarquinos; y que sino se ha rosuelto ya el asunto de los pozos, es debido a las gestiones que se están haciendo para averiguar lo que hay de cierto en este particular sobre el que algunos isleños han llamado la atención del señor Alcalde.
    [...] El Graduador puede abrigar la seguridad de que el Sr. Bueno, sin necesidad de las excitaciones del colega, atiende las reclamaciones de los moradores de Tabarca; y si algún pedáneo falta al cumplimiento de sus deberes, cosa que no probará el diario posibilista, nuestro señor Alcalde tiene el suficiente carácter y fuerza de voluntad para imponer el debido correctivo a los que abusen de las atribuciones que les están conferidas».
  • El Graduador, 14 de diciembre, página 2 (réplica a El Eco de la Provincia): «Habla "El Eco", o sea el colega municipal:
    [...] Nosotros no somos ni hemos sido nunca delatores de nadie; cumplimos con nuestro deber indicando lo que sucede según las quejas constantes, e incontestables de los vecinos de la isla de Tabarca.El año último, y siendo alcalde 1.º el Sr. Javaloyes, nos ocupamos ya del uso que de sus atribuciones hacían los alcaldes pedáneos de dicha isla, respecto de la administración de las aguas que consume aquel vecindario, y nada se hizo; todo quedó en la misma oscuridad que antes.
    Hoy tiene en su poder el Sr. Bueno una exposición de los moradores de Tabarca, solicitando que dichos alcaldes den cuenba detallada de su cometido con una anterioridad de algunos años, y nada se ha resuelto todavía a pesar de haber trascurrido muchas semanas y aun meses. ¿Qué más pruebas quiere "El Eco" de nuestros asertos?»
Láminas de la Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante
(Rafael Viravens y Pastor, 1876)

Retomando cronológicamente la documentación histórica del AMA, y simultaneándola en adelante con las noticias aparecidas en prensa, en marzo de 1881 Manuel Manzanaro solicitaba en Construcción de un aljibe en la isla de Tabarca, que esta se realizara en el «Cas de Barro».

Nueva y más grave epidemia variólica

Años más tarde, a vueltas de una nueva epidemia variólica en 1887, haciendo crítica al número del 21 de diciembre del medio oriolano, en El Constitucional del 23 de dicho mes, en su página 2 podemos leer:
Dice «El Diario de Orihuela»:
«En la inmediata isla de Tabarca y según noticias que nos merecen entero crédito, se ha desarrollado con inusitada violencia la epidemia variolosa hasta el punto de tener consternados a aquellos habitantes no acostumbrados a otra mortalidad que la ocasionada por la vejez o por los accidentes del mar (censados 709 habitantes). Además en Tabarca, no hay médicos ni botica, ni medicamentos, y el pedáneo, según nuestros informes, ha adoptado la rara y radical resolución de mandar quemar toda casa en que muera un varioloso a lo que como es de suponer se opone el pueblo en masa.
He ahí un pedáneo digno de ser reformista».
Reformista no, fusionista, porque si el pedáneo de Tabarca adopta tan especial sistema para combatir la epidemia variolosa, será porque acaso reciba instrucciones de su superior el alcalde fusionista de esta capital, que debe estar al tanto de lo que en Tabarca ocurre, y prefiere mejor que enviar médicos y medicinas para socorrer a aquellos desgraciados moradores, extinguir los focos variolosos quemando las viviendas.
Después de todo, nosotros creemos que en Tabarca no sucede nada de lo que «El Diario de Orihuela» dice, porque dados los sentimientos humanitarios del señor Terol, a ser cierta tanta desdicha, de su peculio particular hubiese enviado medicinas y médicos a la Isla de San Pedro, para atajar los progresos de la epidemia.
Quedamos pues, en que todo ha sido una exageración del periódico oriolano o del diario que haya tomado tan espeluznante noticia.
No se hizo esperar la réplica del Diario de Orihuela, en primera página del 24 de diciembre: «Crea nuestro apreciable colega "El Liberal Dinástico" de Alicante que al suponer digno de ser reformista al pedáneo de Tabarca por los medios que emplea para atajar el desarrollo de la viruela en su ínsula, lo hicimos por el hecho de ser partidarios algunos reformistas, de los medios profilácticos que se emplean en la referida isla. Por lo demás nuestro respetable amigo D. Rafael Terol, remitiendo los remedios necesarios a la enfermedad que aflige a Tabarca ha merecido elegios de la opinión».

El día 30, publicaba alarmante El Graduador en su página 2:
Hace unos días, decía «La Tarde», que las autoridades se disponían a mandar a los infelices habitantes de la isla de Tabarca, los auxilios necesarios para mitigar su triste situación; pero indudablemente no debe haber sucedido así, toda vez que siguen llegando quejas y lamentaciones.
Además de la epidemia de viruela que se está sufriendo allí, atraviesa una época muy calamitosa, tanto por los rigores de la presente estación, como por que los repetidos temporales tienen a los pescadores sin poder dedicarse a su diario trabajo. Con este motivo, la miseria aumenta, y el pueblo todo se halla sumido en el mayor desconsuelo.
Recientemente ha fallecido una hija del pedáneo, y por no haber quien se encargara de dar sepultura al cadáver, el mismo alcalde y su esposa tuvieron que trasladarlo al cementerio y enterrarlo!...
Llamamos, pues, la atención del Ayuntamiento sobre este asunto, que no admite dilaciones de ninguna clase, y a la vez, recomendamos al señor Alcalde que gestione si sería posible destinar a aquella isla, dos o tres hermanas de la Caridad, que hagan más llevadero el triste estado de aquellos infortunados habitantes.
Con el cambio de año, la alarma se agravaba. De este modo expresaba su preocupación El Alicantino del 3 de enero de 1888, en su segunda página:

El Alicantino, 3 de enero de 1888, p. 2 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Y añadía en la tercera página del ejemplar del día 6: «Ayer salió para la vecina y atribulada isla de Tabarca el Alcalde de esta ciudad D. Rafael Terol acompañado del médico titular D. Francisco Sevila y tres Hermanas de la Caridad, llevando consigo medicamentos y un importante donativo en efectivo debido a la generosidad de una modesta persona, cuyo nombre no ha manifestado, todo para combatir la enfermedad variolosa que aflige a los vecinos de aquella isla y levantarlos del abatimiento, postración y miseria en que se encuentran. Aplaudimos el celo del Sr. Terol a quien tributamos nuestro desinteresado aplauso y quiera el cielo que sus oportunas medidas mejoren la situación de los tabarquinos».

En mismo día y página, hacía eco de la información La Correspondencia de España, mediante dos apuntes telegráficos: «En los centros oficiales se han recibido los siguientes telegramas:
- Alicante, 5 (8'40). En la isla de Tabarca se ha desarrollado la viruela, con cuyo motivo ha salido para dicho punto, en un remolcador, el alcalde de esta capital con médicos, hermanas de la Caridad y fondos donados por una persona caritativa.
- Alicante, 6 (2'45 t.). Ha regresado el alcalde, después de instalar en la Isla de Tabarca una junta de socorro y de dejar comestibles, medicinas y 500 pesetas para atender a las muchas necesidades de aquel vecindario».

Y esos mismos ecos se repetían en diarios de provincias, incluso de corto calado, como El Mahonés del 21 de enero en su página 3: «Dice nuestro querido colega "El Alicantino" que el señor Obispo de aquella diócesis ha remitido al alcalde de Alicante 250 pesetas para que las reparta entre los enfermos pobres de la isla de Tabarca. La epidemia variolosa en la mencionada isla continúa creciendo».

Hace falta un médico titular

Damos un salto temporal, superada la crisis, y tras un nuevo cambio de siglo también el censo creció: 832 en 1900, 949 en 1910. Justa fue, por ello, la reivindicación encabezada por Pascual Chacopino de la necesidad de un médico en la isla, que de este modo recogía el Diario de Alicante del 10 de agosto de 1912, en su primera página:

Diario de Alicante, 10 de agosto de 1912, p. 1 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

El Popular de ese mismo día, en su primera página puntualizaba que la acogida no fue tan calurosa: «Una vez terminado el orden del día, el señor Soto da cuenta de una instancia de vecinos de la isla Tabarca, en la que solicitan se nombre un médico y un boticario para las atenciones de dicha isla y tras discusión enconada entre los señores Rico, Guardiola y Soto, se acuerda pase a estudio de la comisión de Beneficencia y Sanidad, para que de acuerdo con los tabarquinos resuelvan el asunto». No así La Unión Democrática del día 11, en su página 2: «Terminado el despacho se acuerda la urgencia de una instancia presentada al Alcalde, por una comisión de habitantes de Tabarca, solicitando la creación de una plaza de Médico y otra de Farmacéutico, con destino a dicha isla. Después de oídos a los notables, se acuerda pase el asunto a estudio de las Comisiones correspondientes».

Los apoyos populares comenzaron a llegar, siendo dignos de mencionar los de los poetas Salvador Rueda y Salvador Sellés, ambos con gran vinculación con Nueva Tabarca:
  • La Unión Democrática, 13 de agosto, página 2: «Gracias, a la iniciativa del gran poeta don Salvador Rueda, la isla de Tabarca tendrá un médico y un practicante que prestarán asistencia facultativa en caso de enfermedad a los tabarquinos. Elogiamos los humanitarios sentimientos del Sr. Rueda, y de los que han secundado su iniciativa en este asunto. Nos consta, que sus disgustos y contrariedades ha costado al genial poeta hoy vecino de la Isla su altruista proceder».
  • Diario de Alicante, 19 de agosto, página 1: «[...] Pero volviendo al objeto de esta carta, debo decirle que agradecí infinitamente (como así mismo a toda la noble prensa alicantina), el entusiasmo con que habéis tomado causa tan justa como es la de que esa ciudad que atiende a todos los dolores, representada por su insigne Ayuntamiento que sabe tender la mano a los desgraciados, funde una plaza de médico (un buen médico) para esta Isla desamparada. El practicante que tenemos, persona que cumple con su deber, auxiliaría bien a la ciencia oficial, y este pueblo que vive encima de una roca acordonada por las aguas, daría gracias del corazón a todos vosotros por el excelso rasgo de misericordia. Conocí —tuve ese honor— días pasados, al señor alcalde de Alicante; yo creí que era un viejo, y es un joven lleno de espíritu y de simpatía, capaz de ser paladín de todas las causas generosas. Él mismo tuvo la gloria de presentar la instancia rubricada por quinientas firmas de esta Isla al Concejo alicantino, y él y el Sr. Guardiola (que habla como un Dios), apoyaron la petición de estos pescadores humildes. Cuantos señores concejales se hallaban presentes, asintieron. Esto tiene enternecida de gratitud a la isla, la cual está pendiente de la resolución definitiva, para entonar un coro de reconocimiento a ese Municipio de Alicante.
    El artículo de usted, en el cual trata este asunto, lo recibí en medio del mar, al trasbordar el correo al barco que nos conducía a Elche. Rompí la faja del periódico y grité a mis compañeros de excursión: "¡Artículo de Salvador Sellés, acerca del médico de la Isla!". La tripulación se agrupó a mi alrededor, absorbida y emocionada».
Las noticias iban produciéndose con goteo. La Unión Democrática del 13 de diciembre afirmaba en primera página: «Se consignaron 1.000 pesetas anuales para el médico de la isla de Tabarca y 2'63 diarias para un practicante». Y añadía en la página 2 del ejemplar del día 15: «Pasó a la Comisión [...]; quedaron sobre la mesa unos informes de Beneficencia y Sanidad, y fue aprobado el informe relativo al nombramiento de un médico en la isla Tabarca».

En expediente del AMA del 17 de junio de 1913 titulado Una comisión visita la isla a instancias de Beneficencia, Sanidad e Higiene, queda reflejado que la venta del agua de los aljibes era a razón de cinco céntimos dos cántaros, y el producto servía para el mantenimiento de los mismos. Una pequeña retribución estaba asignada a la «mujer recaudadora del producto de la venta del agua y guardesa de los aljibes», añadiendo que si se destinase el producto de la venta a otros menesteres, quedarían los aljibes inservibles y sin poder prestar servicio. No obstante concluía: «... de la visita ha sacado la comisión también la creencia que el ayuntamiento no cumple en el pueblo de Tabarca todos los fines municipales, pues no atiende al alumbrado, alcantarillado y aceras de dicho poblado».

Las primeras felicitaciones al practicante de la isla, Manuel Aldeguer, llegaban en la página 1 del Diario de Alicante del 30 de diciembre:

Diario de Alicante, 30 de diciembre de 1913, p. 1 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

1914 recoge laDenuncia al alcalde pedáneo de Tabarca por la mala inversión de los fondos recaudados por la venta de agua de los aljibes, en la que 49 firmas más una nómina de 45 nombres que no saben firmar, por quienes lo hace Manuel Manzanaro, denuncian al pedáneo Jerónimo Manzanaropor abuso de facultades en este sentido, ya que afirmaba ser el dueño de los aljibes y que ni él ni su comisión tenían por qué dar explicación alguna de la gestión de los fondos de la venta de agua de los mismos.

En el documento de 1915Asistencia médica en la isla de Tabarca, se pregunta el Juzgado de 1.ª Instancia e Instrucción por el médico que debe asistir a los vecinos pobres de Tabarca, para práctica forense, a lo que el doctor Pascual Pérez contesta que es Juan Sebastiá Teijeiro, al ser el responsable del 6.º Distrito de la ciudad.

El día 15 de junio de 1918, la primera página de El Luchador denunciaba: «Da cuenta el señor Tato a sus compañeros de haberse practicado el análisis del agua de los aljibes que surten a los habitantes de Tabarca. Resultando del análisis que dichas aguas son insalubres por lo que se procederá al desagüe de los depósitos». Lamentablemente sería este un asunto muy reiterado en el futuro en las páginas de los rotativos alicantinos.

Gripe en la isla

A finales de verano llegaría una nueva epidemia a la isla, en este caso la gripe. Así lo recogía el Diario de Alicante del 16 de septiembre en primera página: «Entre el vecindario de la isla de Tabarca también hace estragos el mal de moda. Hay unos ciento setenta atacados, lo que da idea de la virulencia de la epidemia entre aquel vecindario poco numeroso. El practicante que allí vive se halla enfermo. Esta tarde ha marchado a la isla don Pascual Pérez con medios profilácticos para combatir el mal». El Adelanto del día 17 y el Correo de la Mañana del 18 situaban la cifra en 150 enfermos. El Diario de Alicante del día 18 añadía, de nuevo en primera página: «Para la isla de Tabarca ha salido hoy el doctor Ramos Esplá para atender a los numerosos atacados de la epidemia que sigue haciendo estragos allí». Al igual que El Luchador en su página 2: «Hoy ha marchado a la Isla de Tabarca para tratar a los enfermos atacados del mal de moda, el Doctor don Rafael Ramos Esplá, del Cuerpo de Beneficencia Municipal. Regresó de allí el Decano del Cuerpo don Pascual Pérez Martínez». Se sucedían y reiteraban las noticias casi a diario, dentro y fuera de la provincia, con desiguales cifras:
  • El Pueblo Manchego, 18 de septiembre, página 2: «En la pequeña isla de Tabarca se ha presentado la epidemia con alarmantes caracteres. Hay más de 200 enfermos. Los vecinos sanos están en exiguo número. Las personas pudientes de la localidad se han marchado. Para atender a tanto enfermo solo hay un practicante, pero este también ha caído en cama atacado del mismo mal. Este alcalde ha enviado al jefe de los médicos de la Beneficencia».
  • La Provincia, 18 de septiembre, página 1: «Ha llegado también a la cercana isla, el molesto huésped conocido por el "Soldado de Napóles". Hay más de 180 atacados y el vecindario, alarmadísimo, pidió auxilios sanitarios a la capital, marchando a Tabarca el decano de la Beneficencia Municipal don Pascual Pérez que ha dictado las medidas sanitarias oportunas».
  • El Luchador, 21 de septiembre página 2: «Como asunto de oficio la alcaldía da cuenta de las medidas adoptadas para auxiliar a los vecinos de Tabarca en vista de la epidemia allí desarrollada, y se lee la comunicación del decano del Cuerpo de Beneficencia Municipal notificando el resultado de la visita de inspección que personalmente hizo. Se aprueba todo lo hecho».
  • La Correspondencia de Alicante, 21 de septiembre, página 1: «El Alcalde dio cuenta de un oficio recibido del Pedáneo de Tabarca solicitando el envío de un practicante para asistir a los enfermos atacados de gripe en aquella isla, toda vez que se encuentra enfermo el Titular. El Sr. Bono dice que seguidamente se atendió la petición enviando el practicante pedido».
A pesar de ello, seguía creciendo el censo de habitantes: en 1920 hay 1055 vecinos, el máximo histórico. A vueltas con el agua, en 1921 la Carta del obispo de Orihuela al Alcalde sobre el aljibe de la iglesia de Tabarca hablaba del conflicto existente entre el cura y la Cofradía de Pescadores, por la recogida de las aguas pluviales del tejado de la iglesia, el obispo pedía la liquidación del contrato existente y la redacción de uno nuevo más claro de contenido. El pedáneo, José Chacopino Bayle, pedía disponer de esa agua por haberse agotado la destinada para hacer el pan, ofreciendo el 5% de lo recaudado a la iglesia. En consecuencia, se entregan las llaves del pozo situado frente a la iglesia al pedáneo.

En 1923 se otorgaba Licencia al practicante de la isla de Tabarca, 20 días de permiso para Manuel Aldeguer por un asunto familiar (acompañar a su esposa a Soria a la toma de posesión de una plaza), y se nombraba sustituto al también practicante Antonio Orenes Senabre. Pero Aldeguer dimitiría a su regreso, y en 1924, según se contiene en el expediente Servicio de asistencia médica en la isla de Tabarca, el alcalde pedáneo Agustín Manzanaro comunicaba que estaban teniendo que solicitar asistencia médica urgente a Santa Pola por no haberse cubierto la vacante. El doctor Pascual Pérez moviliza a su colega Carlos Limiñana y al practicante Antonio Ferrándiz a Tabarca, para revisar la situación de sus habitantes e informar al alcalde. Posteriormente se envía al practicante Vicente Álvarez que, en sucesivos viajes, comienza a informar de un nuevo brote de gripe. A continuación se establecen turnos semanales, donde este último rodaba, en principio, con los practicantes Orenes y Seva. Más adelante se incorpora Luis Santos Pérez que, según consta en el documento Servicios médicos en la isla de Tabarca, reclamaba una indemnización de tres días por servicios extraordinarios prestados en Tabarca para controlar la epidemia, servicios que alababa El Luchador del 21 de febrero, en su página 2:

El Luchador, 21 de febrero de 1924, p. 2 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Y añadía en la misma página del día 23:
Apenas aquí se tuvo noticia de que la invasión gripal en la isla de Tabarca revestía alguna importancia apercibiéronse los médicos de la Beneficencia Municipal para llevar a aquel sitio sus servicios.
Tenemos entendido que alguno de ellos llegó a trasladarse allí. Pero existen dificultades, que todos conocemos y que nos es dado apreciar: este tiempo, por la frecuencia con que el mar se muestra encrespado, no se ofrecen las mayores facilidades para ir y venir constantemente entre la capital y la isla. Y entendiéndolo así los señores médicos referidos gestionaron espontáneamente que se pusiese a su servicio una lancha con motor a fin de poder acudir a prestar asistencia a los tabarquinos, sin abandonar sus obligaciones de la capital. Nos consta que en ello han puesto el más decidido interés.
Y mientras tal servicio llegaba a establecerse quedaron todos dispuestos, médicos y practicantes, para acudir inmediatamente a donde y cuando se reclamase su asistencia, no obstante ofrecer ahora tan pocas seguridades la travesía a Tabarca, dados los medios de que se dispone.
Esperamos que se les facilitará a los señores médicos los medios adecuados para que puedan cumplir su humanitaria misión.
Una cuenta pendiente con el último practicante incorporado, Antonio Andújar, consta en el Informe del alcalde de Tabarca sobre los servicios del practicante de la isla, de 1926, sobre los derechos que trataba de cobrar dicho facultativo, que había reclamado vía judicial 48 pesetas por aplicar 16 inyecciones intramusculares (14, corrige Pascual Pérez), a 3 pesetas por inyección. Andújar cobraba una iguala de 50 céntimos por familia, en la que iban incluidas dichas inyecciones, pero este explica que a los pobres no les cobraba dicha iguala, y era a un miembro de una familia pobre a quien le había practicado las inyecciones que pretendía cobrar.

La reveladora inspección de Sanidad de 1927

El 8 de agosto de 1927, según el grueso expediente que al respecto se conserva en el Archivo Municipal de Alicante, la Inspección de Sanidad dirigía al Ayuntamiento el siguiente documento:
En la visita de inspección girada recientemente a la Isla de Nueva Tabarca, pude comprobar la existencia de ocho enfermos cuya sintomatología clínica encajaba en el cuadro de las infecciones de origen hídrico, de los cuales, los dos más graves, usaban para la bebida, agua procedente del aljibe público, y los demás indistintamente de este aljibe y del situado en la casa de Juan Antonio Castillo.
Se procedió a la extracción de sangre de cuatro de los enfermos y practicada en este Instituto de Higiene provincial, la reacción de aglutinación con varios gérmenes, ha dado resultado positivo con Ebert, al uno por 750, en los enfermos María Castelló Chacopino y Josefa Ruso Baile. Las muestras de agua de los dos citados aljibes, que se recogieron para su análisis bacteriológico, fueron remitidas al Laboratorio municipal, para este objeto.
Aunque desconozco todavía el resultado del análisis de dichas aguas, como la infección Ebertiana está comprobada por la reacción de aglutinación en dos enfermos, y en estos no se puede achacar la causa de infección a otro origen, puesto que no han salido de la isla ni han estado en contacto con otros enfermos de esta clase, es lógico suponer que las citadas aguas se hallan contaminadas.
Como consecuencia de todo ello, esta inspección estima, que por esa Alcaldía se deben dictar las siguientes medidas sanitarias para evitar que estas infecciones adquieran gran difusión y puedan atacar a gran número de vecinos de la citada isla.
1ª. Proceder a la vacunación preventiva del mayor número posible de vecinos, bien por la vía bucal o por la via hipodérmica.
2ª. Prohibir se haga uso de los aljibes cuyas aguas estén contaminadas, para lo cual deben tomarse muestras de todos los aljibes de la isla y proceder a su análisis, cerrándolos definitivamente o procediendo a su javelizacion, averiguándose previamente, por el personal del Laboratorio municipal, la cantidad de agua que tienen los aljibes e índice de cloro de las mismas, para que el tratamiento posterior por el cloro, sea racional y exacto.
3ª. Obligar a quien corresponda, que en todos los aljibes se suprima el método primitivo de sacar el agua con cubos y se instalen las bombas necesarias para que el agua tenga el menor contacto posible con el exterior y con ello se disminuirán los peligros de contaminación.
4ª. Recomendar al vecindario que no haga uso de verduras y legumbres, sin someterlas previamente a la ebullición, y
5ª. Que en la visita de inspección girada, se dictaron las medidas que procede tomar con la excreta y ropas de los enfermos, no obstante, es conveniente que se hagan cumplir estas y que se procure el mayor aislamiento posible de los enfermos.
Me es muy grato manifestar a esa Alcaldía, la buena impresión que me produjo la manera como el Practicante Antonio Andújar Amorós, trata a los enfermos, demostrando en su actuación una competencia e ilustración no común en los que poseen más que ese Título, a pesar de lo cual estima esta Inspección que , como existen enfermos de bastante gravedad, que pueden adquirirla otros y estos enfermos pueden presentar complicaciones de importancia que necesiten una actuación rápida y enérgica, sería conveniente que hasta que vueIva la normalidad, se designara un Médico que se encargara de la asistencia de los enfermos.
Dadas las malas condiciones sanitarias que reúne la isla, la deficiente alimentación de su vecindario y la promiscuidad en que vive, deben extremarse lo más posible todas las medidas sanitarias, llevando allí, si es necesario, elementos de desinfección y todo lo que se crea conveniente, en evitación de que pueda extenderse la epidemia.
En la misma fecha, el Ayuntamiento emitía el siguiente Decreto, firmado por el alcalde Julio Suárez-Llanos: «Visto el informe que antecede de la Inspección provincial de Sanidad y la importancia del asunto a que se contrae, por afectar a la salud pública, vengo en disponer que mañana mismo y acompañándome en visita oficial, se trasladen a la Isla de Tabarca los Srs. Inspector Municipal de Sanidad del Distrito Sur, Don Pascual Pérez Martínez, el Médico Titular del Distrito, Don Miguel Gueri Salvá, el Secretario del Excmo. Ayuntamiento y el Jefe del Negociado de Beneficencia y Sanidad. Los Srs. facultativos citados procederán sobre el terreno al reconocimiento y diagnóstico de los enfermos y al estudio de las condiciones higiénicas y sanitarias de habitaciónes, aguas, alimentos, etcétera y me propondrán las medidas que les aconseje su buen celo, para complementar las ordenadas por la Inspección provincial».

El informe de los médicos desplazados a la isla, fechado 10 de agosto, tras exponer una por una la problemática y disgnóstico de los enfermos explorados, quitaba leña al fuego de la alarma inicial, pero advertía de que la situación, dada la naturaleza de la infección, si no se trataba de forma inmediata y contundente, podía pasar a ser de extrema gravedad:
[...] De lo que antecede se deduce que no hay ningún enfermo grave ni menos se han podido apreciar síntomas tifódicos, su sensorio está claro, razonan con normalidad, ni en un solo caso se ha apreciado estupor, sopor o coma, no hay síntomas de obnubilación ni temblores musculares, en algún caso se apreció postración, pero poco acentuada...
[...] Por todo lo tanto la enfermedad en este Distrito no tiene, gran fuerza intensiva ni expansiva, por lo que no presenta gravedad. Bien sabido es que dentro de la fiebres eberthianas hay casos de intensa gravedad y otros por el contrario presentan síntomas tan leves que hay enfermos eberthianos deambulatorios; pues la gama o gradación en la dotinentería es tan extensa que se consignan casos de tifus extremadamente graves y otros que se les puede reputar de insignificantes, si bien siempre se ha de tener presente que aun en enfermos de enfermedad benigna por excitación de los gérmenes patógenos pueden pasar de la lenidad a la mayor letalidad.
Hay en la Isla Nueva Tabarca un hecho verdaderamente censurable que se produce con una inconsciencia grande y que precisa que las autoridades dicten disposiciones convenientes para su adecuada corrección. El Excmo. Sr. Alcalde Suárez-Llanos previamente ha dispuesto lo conveniente, pero debe ser motivo de estudio para su total desaparición. Las casas carecen de retretes y las aguas sucias y sustancias excrementicias son tiradas a unos vertederos que no llegan al mar, lo que constituye focos de infección, que el sol con su gran poder esterilizante no llega a desinfectar por completo.
Como conclusión a lo expuesto, los que dictaminan estiman que la enfermedad que han observado en la Isla de Nueva Tabarca, al presente carece de importancia, pero sí en previsión de que el mal tomara mayor agudeza deben cumplimentarse todas las prescripciones enunciadas por el Sr. Inspector Provincial de Sanidad.
Un sentimiento de estricta justicia impone a los firmantes el hacer constar la meritísima labor que realizó el practicante Don Antonio Andújar, hecho que viene a confirmar el que como Decano del Cuerpo de Beneficiencia Municipal le tiene anotado desde el día de su ingreso, a este funcionario municipal.
La consecuencia de este informe fue doble. De una parte la felicitación pública al practicante Andújar, «por su profesionalidad y buen hacer», y de otra una comunicación exhaustiva de instrucciones al alcalde pedáneo, fechada el mismo día 10:


Como se suele decir, aprovechando la ocasión, ya que no venía a cuento, el tirón de orejas se continuaba en nueva comunicación del día 11, en los siguientes términos:
Ampliando mi comunicación fecha de ayer y teniendo informes privados de que en esa partida no se guardan con el escrúpulo debido las disposiciones vigentes acerca del peso y medida de los artículos de consumo público, he acordado requerir a U. para que por medio de pregón, o notificando a los industriales interesados, prevenga a todos la obligación en que están de ajustarse al sistema métrico-decimal, dando el peso y la medida justos en los géneros que expendan. Al vecindario advertirá U. en igual forma acerca de la conveniencia de denunciarle cuantas faltas conozca y a quienes incurran en ellas impondrá U. la multa de cinco, quince y veinte pesetas, según sea por una sola vez o reincidentes, o con la pérdida de la licencia para expender sus mercancías.
Ademas recuerdo a U. que las obras de construcción, reforma y derribo de edificios necesitan permiso de esta Alcaldía para ser efectuadas. Los interesados lo solicitarán directamente o por mediación de U. Sin esa autorización previa no podrán ejecutarse en lo sucesivo.
Espero del celo y actividad de U. el más puntual y exacto cumplimiento de las instrucciones que le comunico, pues lamentaría tener que decretar sanciones por inobservancia de las mismas.
El día 12, el Ayuntamiento comunicaba a Inspección las órdenes impartidas y las actuaciones llevadas a cabo en la isla. Toda una declaración de intenciones llevada a cabo con una rapidez inusitada:
Al tener el honor de acusar recibo a U. S. de su atento oficio número 557, fecha 8 del actual , me es grato nanifestarle que giré una visita de inspección a la isla de Tabarca, acompañado del Sr. Médico Decano del Cuerpo de Beneficencia Municipal y del Titular del Distrito, los cuales procedieron al reconocimiento de todos y cada uno de los enfermos, informándome que, afortunadamente, el estado de salud de los mismos es bastante satisfactorio habiendo desaparecido los síntomas graves que en algunos de ellos existían. La visita se repitió ayer por el facultativo Doctor Gueri, a quien corresponde efectuar estas asistencias y hoy me confirma aquellas impresiones favorables.
Cuantas medidas de carácter higiénico y sanitario me propuso U. S. en su citada comunicación y otras de carácter complementario dispuestas por mi Autoridad y aconsejadas por los expresados Médicos, han sido adoptadas, notificándolo al Pedáneo de la partida, de oficio, y al vecindario por medio de pregones.
También se tomaron muestras de las aguas de los aljibes particulares y han sido entregadas al Laboratorio Municipal para su análisis.
Desde luego se procederá a la reparación y saneamiento de los aljibes públicos, sustituyéndose el sistema de extracción del agua instalando una bomba mecánica que ya he adquirido.
Agradezco a U. S. el interés y celo con que ha procurado mejorar las condiciones de la población isleña y quédole muy reconocido por su actuación.
El certificado del laboratorio de fecha 13 de agosto, de las muestras de agua procedentes del aljibe público y de la casa de María Pérez, resultaba que la primera dio presencia de E. coli y otras bacterias similares, no reuniendo las condiciones adecuadas para el consumo, según la normativa vigente. La segunda presentaba igualmente E. coli en abundancia. También manifestaba que la analítica era incompleta por no disponer de muestras suficientes de agua.

Como muestra, el presupuesto de reparación de uno de los aljibes, de misma fecha, describía las actuaciones que iban a llevarse a cabo: desconchado y excavación del reboque, capa de hormigón de 10 cm de espesor para revestimiento de las paredes interiores hasta el arranque de la bóveda, reparación de desconchados y recibidores de aguas, enlucido con cemento y cal. El coste: 4.749 pesetas. Adjuntaba un plano con las dimensiones del aljibe: 22,70 m de largo x 4,90 m de ancho x 3,10 m de altura de arranque de la bóveda, con un arco de 2,40 m.


El día 22 de agosto, el Ayuntamiento solicitaba al Laboratorio Municipal que le remitiera, a la mayor brevedad, copias certificadas de todos los análisis de aguas procedentes de Tabarca que se hubieran realizado sobre muestras enviadas directamente por la Inspección Provincial de Sanidad, por el médico titular del distrito o por el decano del Cuerpo de Beneficencia Municipal, hecho que recogía El Día en la página 3 del ejemplar del 23.

Recibidos el día 24 cuatro certificados fechados el 23, revelaron que la muestra tomada del aljibe público del centro de la plaza de la Iglesia confirmaba la contaminación de la misma, igualmente de origen fecal, que la hacía no adecuada para su consumo según ley. La procedente del aljibe público de Josefa Cardona, revelaba incluso presencia de estreptococos. La tercera y la cuarta de las muestras fueron tomadas en el aljibe público de Visitación Manzanaro, y arrojaban resultados de contaminación similares.


Conocidos los tan negativos resultados, el día 27 el alcalde pedáneo Tomás Baeza dirigía este escrito al alcalde: «Habiéndose terminado el agua potable para el abastecimiento público en esta de mi cargo, encarezco de V. E. se digne dar las órdenes oportunas empleando los medios necesarios, a fin de facilitar a este vecindario tan imprescindible artículo. Tenga en cuenta que el aljibe público se desocupó y limpió según los medios y elementos que aquí se han podido emplear. Espero supla esta falta a la mayor brevedad, procediendo como siempre con su demostrada actividad y justicia».

Aljibe público de la esquina sureste de la Plaça Gran de Nueva Tabarca. Años 40
(Archivo Óscar Llopis)

A continuación, el 30 de agosto el Ayuntamiento emitía dos comunicaciones urgentes. La primera al Laboratorio Municipal: «Vacíos ya los aljibes públicos de la isla de Tabarca, cuyas aguas estaban contaminadas según dictamen de ese Laboratorio y debiendo llenarse de nuevo para atender al abastecimiento del vecindario de aquella partida rural, esta Alcaldía espera de U. que envíe hoy mismo al Practicante del Cuerpo de Beneficencia y Sanidad Municipal con destino en dicha partida, las instrucciones y elementos necesarios para la más completa desinfección y el saneamiento debido de los citados aljibes. Encarezco a U. la mayor actividad y celo en la práctica de este servicio». La segunda al Ministerio de la Gobernación:
Excmo. Señor Don Julio Suárez-Llanos Sánchez, General de Brigada, Caballero Gran Cruz del Mérito Militar y de la Orden de San Hermenegildo, Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Alicante, a U. E. acude y tiene el honor de exponer:
Que la partida rural de Tabarca, perteneciente al término municipal de esta ciudad, es una pequeña isla habitada por pescadores únicamente y sus modestas familias, cuya población, segun el último censo, aprobado en 1920, es de 1.055 habitantes.
Ese relativamente numeroso vecindario, no cuenta con otros medios de vida que los que le producen las artes de la pesca y en ocasiones, durante el invierno sobre todo, la violencia de los temporales incomunica dicha partida —distante unos veintidós kilómetros de la capital, de donde se abastece—, y crea situaciones muy apuradas, por las dificultades grandes, o, mejor expresado, imposibilidad casi absoluta, de suministrar las más indispensables provisiones.
Pero el problema de carácter realmente grave es el atañente al suministro de agua. La isla, desde antiguo, cuenta con unos aljibes públicos que construyó a sus expensas el Ayuntamiento de Alicante y que se llenan con aguas de lluvia, tan escasas y tardías en esta región.
Hace poco más de un mes se produjeron en Tabarca algunos casos de fiebres infecciosas de origen hídrico según dictamen médico y practicada una inspección sanitaria comprobóse, por el análisis de las aguas de aquellos aljibes, que en ellas estaba la causa del mal.
Inmediatamente se dispuso la extracción del agua y la higienización de los pozos; pero estos, una vez llevada a cabo la operación profiláctica, han de ser nuevamente dotados del preciado líquido, pues de otro modo los habitantes de Tabarca habrían de proveerse de él transportándolo en pipas o toneles y desde larga distancia, empeorando el problema.
Ante la gravedad del conflicto que se avecina y careciendo el Municipio que presido de elementos adecuados para abastecer los aljibes tantas veces mencionados, me permito exponer el caso a U. E. y acudir en
Súplica de que se digne gestionar del Ministerio de Fomento, a cuya jurisdicción y dependencia está sometida la Junta de Obras del Puerto de Alicante, que autorice al Señor Ingeniero-Director de esta entidad para que habilitando los barcos-aljibes de que dispone, provea una o dos veces al mes, según sea necesario, al abastecimiento de los pozos públicos de la isla de Tabarca, único medio factible que puede ponerse en práctica para remediar la apurada situación del humilde vecindario de la isla. Ello, sin duda, no habrá de producir perturbaciones en los servicios de la Junta y proporcionará en cambio un gran beneficio a los habitantes de la partida rural citada.
Siempre surgían problemas. Bomberos comunicaba el 5 de septiembre que la bomba  n.º 2 que estaba vaciando los aljibes de la isla tenía desperfectos en los 10 metros de manguera de aspiración que se llevaron, y que para estar útil había que reparar el blindaje por estar los alambres flojos y aplastados.

Los barcos-aljibes

La noticia del primer barco-aljibe con destino a Tabarca salta a la página 2 de El Luchador del día 8 de septiembre: «Esta mañana ha salido para la isla de Tabarca el barco-aljibe "Próspero Lafarga", de la Junta de Obras del Puerto para abastecer a dicho barrio insular. La operación será dirigida por el ingeniero de la mencionada entidad, don Luis Sánchez Guerra». En efecto, el día 16 el Ingeniero Director de Obras del Puerto comunicaba al alcalde la orden telegráfica de la Dirección General de Obras Públicas que le autorizaba para habilitar dichas naves una o dos veces al mes. El 17, el alcalde comunicaba la buena nueva a los tabarquinos, a través del pedáneo de la isla.


El mismo día 17, el pedáneo Tomás Baeza dirigía este manuscrito al alcalde: «Cumpliendo lo que se me ordena en comunicación fecha 10 del próximo pasado, tengo el honor de participar a V. E., se ha procedido por esta Alcaldía Pedánea en la forma que se previene estando en la actualidad montándose la bomba mecánica aspirante-impelente en los aljibes públicos después de haberlos desinfectado». El día 19 de septiembre, publicaba El Día en su página 3:
Con motivo de la visita de inspección que recientemente hizo a la isla de Tabarca el señor alcalde, conociese la necesidad imperiosa de abastecer periódica y normalmente a los habitantes de dicho caserío de agua potable. Venían surtiéndose de la que procedente de lluvias se recogía en unos aljibes, los cuales vaciáronse por haber resultado el agua contaminada.
Hechas las oportunas gestiones cerca del Ministerio de Fomento, por conducto del de la Gobernación, para que la Junta de Obras del Puerto, utilizando los elementos de que dispone atendiese a aquella necesidad, la Dirección General de Obras Públicas, por telegrama de ayer ha autorizado al Ingeniero señor Sánchez Guerra, quien lo ha comunicado seguidamente a la Alcaldía, para que habilitando los barcos aljibes de la citada Junta provea una o dos veces al mes al abastecimiento expresado llenando los pozos de Tabarca.
Se trata de un problema de importancia que ha quedado felizmente solucionado y el señor alcalde lo hace público agradeciendo el interés y concurso que hubo de prestársele para conseguirlo.
Y el 20 hacía lo propio La Independencia, en su primera página: «Alicante.— Ministro Fomento ha autorizado Junta Obra del Puerto para que buques tanques dicha junta puedan llevar agua a Isla Tabarca cuando se carezca de ella». El tema se fue normalizando, sin embargo, en 1930 el censo había caído a 527, y decreciendo.

Aguadoras de Tabarca. Años 50 (Archivo Mari Carmen Luchoro Pianelo)

Tras breves reseñas en El Luchador y El Día, en la edición del 23 de abril de 1931 del primero de estos medios, con reflejo en Diario de Alicante, salta a primera página la «moción del señor Alberola sobre abastecimiento de aguas de Santa Faz y suministro de aguas potables a Tabarca»:
El señor Alberola desarrolla su moción sobre el suministro de aguas a los vecinos del caserío de Santa Faz y de la isla de Tabarca.
El señor Ribelles dice que ya la Alcaldía se había adelantado a los deseos del señor Alberola, encargándole a él gestiones cerca del ingeniero director de las Obras del Puerto, la cesión del barco-tanque Próspero Lafarga. para llevar agua a Tabarca. Que de momento, no hubo posibilidad de que el señor Sánchez Guerra facilitase dicho barco; pero que se gestionará de la base naval de Cartagena, el auxilio de uno de los barcos-tanques de la Armada.
Dijo el alcalde, que a Santa Faz ya había enviado agua en un camión-tanque y que en tanto se obtiene el modo de facilitar el preciado líquido a los vecinos de Tabarca, estos pueden venir a Alicante y llevarse bocoyes de agua, estando dispuesto a darles la Alcaldía toda clase de facilidades, para que no carezcan de agua.
El señor González Ramos, interviene en nombre de la minoria socialista y hace resaltar el hecho de que un concejal monárquico sea el que ahora apremie al Ayuntamiento republicano, recién constituido, para que facilite agua a los vecinos del distrito suyo. Es asunto este que interesa a todo el pueblo y ha de hacerse extensivo a todas las barriadas.
Nuestro compañero señor Pérez Torreblanca, estima que son dos cuestiones distintas las planteadas. Una inmediata: el provisionar de agua a los vecinos de Santa Faz y Tabarca. Y la otra, el abastecimiento de aguas potables a Alicante. Asunto este, tratado con insistencia desde las columnas de El Luchador y no atendido por los Ayuntamientos de la monarquía.
Al parecer, el asunto trajo cola, y las ediciones de El Luchador del 18 de julio, y Diario de Alicante del 19, tras retomar la angustiosa demanda de los tabarquinos, en pleno verano, daban noticia de que la petición sería atendida, al menos esta vez, con celeridad.

El Luchador, 18 de julio de 1931, p. 3 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Los años treinta fueron pródigos en noticias sobre los problemas y calamidades que pasaban los isleños, tanto desde el punto de vista de la carencia de agua, como desde la sanidad. Así, en mayo de 1932, en el documento Solicitud de sustitución del practicante de la Isla de Tabarca, Sr. Andújar, por enfermedad, informa el pedáneo Batiste Mulet de una grave enfermedad del practicante, que se encontraba postrado en cama, solicitando un sustituto que, es de suponer, se le concedería.

El Día del 31 de enero de 1935, en su página 2, noticiaba que «uno de los informadores comunicó al señor Vázquez Limón que los vecinos de la Isla de Tabarca pasan por una situación angustiosa, prometiendo nuestra primera autoridad ocuparse del caso en la atención que merece». Hasta los monumentos de Fogueres de Sant Joan 1935 hacían eco del problema, como podemos comprobar, como ejemplo, en la explicación de la foguera del distrito Méndez Núñez, cuyo lema ya lo dice todo, La isla olvidada: «...se ve el cuadro triste del hombre que tiene a la mujer enferma y no tiene médico que ponga remedio a su dolencia, ya que allí no hay más que un practicante que hace de tal, de farmacéutico y de médico».

Como es obvio, la contienda nacional no hizo sino agravar todavía más el problema, por las dificultades que encontraban los barcos-aljibe y la carencia de estos. Como muestra de ello, encontramos esta referencia en la página 4 de El Luchador del día 21 de diciembre de 1937:
Conocida es la triste situación de la isla de Tabarca que carece en absoluto de manantiales de agua potable. En los años de sequía esta situación se hace verdaderamente angustiosa. El arsenal de Cartagena venía proveyendo con sus barcos-aljibes de agua potable a Tabarca; pero este año a causa de las infinitivas atenciones de guerra que pesan sobre el Arsenal no podía suministrar agua con regularidad a los vecinos de esta isla.
El Alcalde y Ayuntamiento de Alicante siempre deseosos de servir a los sufridos pescadores de Tabarca han hecho las gestiones precisas para lograrlo. El Alcalde compañero Martí se puso al habla con el Delegado Marítimo señor Jurado y con el Ingeniero director de Obras del Puerto señor Sena, los cuales han dado toda clase de facilidades poniéndose inmediatamente al servicio de la causa antifascista. Asimismo es digna de elogio la atuación del Comandante y personal del guardacosta Indiana y de los obreros de la Junta de obras del Puerto que sin mirar en horas han prestado este difícil cometido.
Tabarca ha sido provista de agua potable. El Alcalde compañero Martí se ha personado en la isla, ha visitado las escuelas, se ha enterado de las necesidades que apremian a este modesto grupo de población considerado como un barrio de Alicante. Según tenemos entendido, algún problema como el de las escuelas se resolverá pronto, pues en la Alcaldía de Alicante hay el deseo de que aquellos isleños sean atendidos en todo lo posible. Cuando la guerra termine será hora de resolver ampliamente sobre todas las necesidades de la isla de Tabarca.
Finalizada la guerra, efectivamente, se trató rápidamente de poner fin al problema del agua para Tabarca. Un documento fechado en 1939, titulado Suministro de agua a los aljibes de Tabarca, recoge la propuesta del alcalde a Obras del Puerto de que un barco-aljibe provea a la isla del agua necesaria. Obras del Puerto, para ello, solicita dicho buque al Departamento Marítimo de Cartagena, que envía 885 toneladas de agua, suficiente para un año de consumo.

Pero las penalidades se recrudecían en plena posguerra, el censo volvía a resentirse, descendiendo en 1940 hasta los 398 habitantes. La historia continuaba en la misma línea. En 1943, según recoge el documento Suministro de agua potable a la Isla de Tabarca por medio de aljibes de la Marina de Guerra, era ya el pedáneo Tomás Pérez Ruso el que alzaba la solicitud directamente a la Marina de Guerra. Y en 1950 el censo seguía retrocediendo poco a poco, contabilizándose ese año 379 habitantes.

Aljibe público de la esquina suroeste de la Plaça Gran de Nueva Tabarca. Años 50 (AMA)

De nuevo Pérez Ruso, en 1956, insta con extrema urgencia al Ayuntamiento en Reparaciones de aljibes públicos en la Isla de Tabarca, llevándose a cabo algunas actuaciones al respecto.

El Centro Rural de Higiene

1959 marca un antes y un después en la sanidad tabarquina. El expediente Proyecto de construcción de un Centro Rural de Higiene en la Isla de Tabarca, contiene documentación que arranca de 1951, con anteproyecto y proyecto de construcción, más unos planos no validados. Mientras que Construcción de un Centro de Higiene en la Isla de Tabarca, recoge la aprobación de una subvención de 100.000 pesetas por parte del Ministerio de Gobernación. El arquitecto municipal, Miguel López González, estimaba que se podía aprovechar una casa vacía y que, incluyendo la vivienda del médico, harían falta 287.000 pesetas. Valoró que las obras durarían cuatro meses, y el coste final sería de 288.008,52 pesetas.

Mientras tento, en 1960, Recogida de aguas pluviales para el aljibe de la Isla de Tabarca contiene el presupuesto del mencionado arquitecto municipal, para crear entradas de agua en condiciones de obra a los aljibes, dada la insalubridad que suponía y generaba su paso por pedregales y terreno terroso sin control alguno. Y el censo seguía en descenso, situándose en 312 tabarquinos.

Sacadas a concurso las obras del Centro Rural de Higiene, lo gana el contratista Máximo Caturla Camino, con un presupuesto de 272.400 pesetas. Se conservan los planos originales en el Archivo Municipal de Alicante, algunos de cuyos datos finales fueron: 157,61 metros cuadrados útiles, más 24,77 metros cuadrados de pérgola. Hubo una recepción provisional, con una garantía de un año, con escritura de fecha 31 de enero de 1961, y la recepción definitiva de las obras fue el 14 de febrero de 1962.

Planos del proyecto para Centro Rural de Higiene en Tabarca, con vivienda de médico (AMA)

No eran buenos tiempos como para que los escasos viajeros que visitaban la isla se llevaran una buena impresión. La popular revista Blanco y Negro, en su número del 18 de mayo de 1963, le dedicaba la portada y un interesante y revelador reportaje a Nueva Tabarca a base, tanto de entrevistas a sus habitantes, como de la percepción de los visitantes, en el que no se podían evitar líneas como estas:
—¿Aquí hay médico?— pregunto.
—No.
[...] También hacen falta lavaderos, porque no sé si ha visto cómo las mujeres lavan metidas entre las rocas, en el mar. Aquí tiene que llegar el agua que beben los demás mortales, como sea. Hay años en que los aljibes no se llenan. No podemos estar siempre pendientes de la Comandancia de Marina, aunque se porten bien.

Portada de la revista Banco y Negro del 18 de mayo de 1963 (Archivo Armando Parodi)

Pero la sanidad tabarquina comenzaba a dar pasos significativos, como es el caso comunicado por la agencia Cifra, recogido, por ejemplo, en la página 21 de la Hoja Oficial del Lunes del 23 de diciembre: «Alicante, 22.— Al finalizar la campaña de vacunación antipolio en toda la provincia alicantina se han administrado por vía oral la vacuna Sabin a 111.788 niños. Incluso esta vacuna ha sido llevada a la isla de Tabarca, situada a unas 15 millas de la costa de Alicante, utilizando para ello una barca de pescadores».

Pero, año tras año, se prodigaban las referencias a la isla y sus carencias, unas veces como mera crónica periodística, otras, cada vez más frecuentes, en forma de reportajes más o menos extensos, generalmente narrados en primera persona:
  • Diario La Verdad, suplemento especial del 5 de enero de 1964: «Me dice el alcalde [...] los problemas actuales principales, son: deficiencias en los servicios higiénicos por falta de agua, y sobre todo, carencia de luz. [...] El sol iba ya alto cuando sacamos el agua del aljibe para lavarnos. El agua de Tabarca es fina agua de lluvias que los isleños recogen cuidadosamente en aljibes llenos de años y de ecos».
  • El Noticiero, 25 de junio de 1966, página 4: «Alicante, 24.— Ante la falta de agua en la isla de Tabarca, se ha recurrido a la Armada española que con un buque aljibe está llevando el líquido elemento a aquellos insulares.— Cifra».
  • Diario Información, 4 de abril de 1968, dentro de una serie de seis reportajes consecutivos, página 15: «Por el arco de Poniente una buena mujer dejó atrás las murallas. La vimos ir hacia las rocas, arrodillarse y ponerse a lavar ropas en el agua del mar...
    —¡Ah, el agua...! ¡Este es otro problema de Tabarca! O la manda el cielo o la trae un barco de la Marina de Guerra. De Cartagena llega cuando hay sequía prolongada. Y eso sí, paga el Ayuntamiento de Alicante».
    [Rectifica en el ejemplar del 9 de abril: «Una aclaración. Cuando hay sequía en Tabarca el agua es suministrada por un barco-tanque de la Marina de Guerra con base en Cartagena. Dijimos que paga el Ayuntamiento de Alicante y no es así, pues tanto el transporte como el agua siempre, cuando proviene de Cartagena, es un servicio de la Marina totalmente gratuito. Quiere decirse que es una misión no remunerada. También agradecemos al comandante militar de Marina de Alicante esta aclaración que, sin duda, servirá para evitar erróneas interpretaciones en un tema que cual este de Tabarca está despertando un inesperado interés»].
    «En la isla hay un gran depósito y hasta algunas fuentes. Aljibes en las casas y hasta en la propia calle. Aquí sí cabe aquello de "una gota vale por mil". Pero como en Gibraltar y a menor escala también en Tabarca se ha pretendido disponer rampas y explanadas receptoras del preciado líquido que de vez en cuando lanzan las nubes.
    —¡Esta es la obra —nos dicen— se empezó y no se terminó por falta de dinero!
    Hubo asomos de una planta potabilizadora de aguas del mar, creo que solar. Pero no llegó a cuajar pese a la visita técnica y estudios. Debe ser caro el procedimiento. Y Tabarca...».
  • Diario Información, 6 de abril, página 15: «Apuntan los isleños que se les ha prometido mucho y cumplido poco. Ahí el alcantarillado. Hace dos años que se tomaron medidas y aún nada. De ahí también el que la isla sea como un barco donde se arrojan por la borda toda clase de basuras. Claro que este "barco" no navega, está parado. Y esto es lo peor».
  • Diario Información, 9 de abril, página 15: «Los vecinos de Tabarca tienen médico asignado pero no lo ven. Solo se desplaza en caso de emergencia y estas son raras. La emisora de la Guardia Civil servirá para transmitir el aviso. Dicen que para evacuar a un enfermo de gravedad hay un helicóptero designado.—¡Aquí no hay enfermedades, solo una gripe de vez en cuando!
    Tabarca tiene clínica y casa del facultativo. Construyó el Ayuntamiento de Alicante. Está bien surtida por el Instituto Social de la Marina. Como todos los isleños son pescadores no hay uno que no tenga seguro de enfermedad.
    Don Juan Martínez, el practicante, es el responsable de la salud pública en la isla. Se apunta que es de urgente necesidad un depósito de farmacia y que ello podría facilitarlo cualquier farmacéutico. También una mesa de curas que no hay.
    —¡Ni siquiera tenemos en la isla un balón de oxígeno!
    No nos extraña que el médico no visite la isla salvo en casos extremos. Nos ha sorprendido la confianza que el pueblo tiene con el practicante y seguro que la merece. Se las sabe todas...
    [...] Llegó hace tres años y no tiene ninguna prisa en marcharse. Dice que Tabarca es su "pequeño paraíso". Una hija se le cayó a un pozo. Todo el pueblo se prestó a rescatarla y la flotilla de barcos se brindó a llevarla "a tierra". Quiere a los isleños y estos a él.
    —¡Tabarca es una isla sana porque la atmósfera no está cargada y el aire es limpio!
    Entre sus casos y como anécdota el de dos niñas que se encontraron en una playa un tubo de pildoras anti-baby. Se lo tragaron íntegro y hubo síntomas de envenenamiento. ¡Hasta en Tabarca, amigos...!
    —¡Diga usted que hacen falta medicamentos y en el verano aún más!
    Pero don Juan, con su pequeño sueldo, unas cuatro mil pesetas mensuales, no obtiene lo necesario. Toda la población es del Seguro. No hay otros ingresos por la profesión. De ahí que en sus ratos libres —que son muchos— se dedique a trabajos artesanos; construye barcos en miniatura y de decoración.
    —¡Menudas chapuzas salían de mis manos al principio!
    Esta actividad la inició hace dos años. Hoy, sin planos, nos muestra obras de auténtico valor. Sus barcos han salido hacia el extranjero, hacia Madrid y muchas partes de España. Los vende aprovechando la visita a la isla de los forasteros.
    —¿Qué pide usted por este hermoso bergantín?
    Cinco mil pesetas. Lo ha construido en dos meses y en materiales se ha gastado mil novecientas pesetas. El trabajo no cuenta. Lo importante es que los dota de motor eléctrico, luces y los más mínimos detalles. Ahora tiene acometida la empresa de un submarino que pretende hacer navegar. Pero su mayor obsesión es esta:
    —¡Repita lo del depósito de farmacia, que es muy necesario en la isla!»
Del cable submarino a la planta potabilizadora... y vuelta

Comienzan a barajarse alternativas a los barcos-aljibe, para acabar de una vez por todas con la carestía de agua en Tabarca. Se comenzaba a vislumbrar un futuro de marcado componente turístico, y el problema se convertía en imperativo. La primera noticia nos la da el Diario La Verdad del 2 de mayo de 1969: «Tabarca va a tener agua —y quizá luz y gas también— dentro de pocos meses, a juzgar por el proyecto municipal de trasladar los fluidos por cables submarinos desde tierra, concretamente, desde Santa Pola». 1970 arrojaba un nuevo descenso del censo hasta los 237 habitantes.

En 1973 la situación se convertía en insostenible, tras la denuncia efectuada por el alcalde pedáneo Vicente García Ruso al alcalde de Alicante. Textos extraídos de la Hoja Democrática de Información n.º 2, correspondiente al mes de junio:
[...] 3.- Los merenderos de la isla, venían abonando un canon por uso de agua a razón de 60 ctms. cada 15 litros, dinero empleado para reparar las averías de las bombas de agua, instalaciones y cuidado de las mismas, pues bien el Sr. Tur [concejal delegado para la isla de Tabarca, Juan Carlos Tur Ayela] ordenó a dichos merenderos no pagasen ningún recibo, cerrando el grifo del agua mediante un candado cuya llave la tiene un vecino de la isla, y por ello depende del mismo el citado grifo.
4.- El Sr. Tur instaló un camping al lado de los aljibes de agua, en contra del parecer del exponente y de la Guardia Civil, ya que podía contaminarse el agua que se designa para beber.
[...] 7.- El concejal Sr. Tur ha llevado a la isla un fotógrafo profesional que se dedica a fotografiar sus paisajes, camping, y todos sus lugares, vendiendo fotos a los visitantes de la isla, y con ello le producen buenos beneficios y por orden del Sr. concejal vive instalado en un barracón de la isla, consumiendo agua y luz que pagan los vecinos de Tabarca.
Esta denuncia, debatida en un Pleno Municipal a puerta cerrada, para no lesionar la reputación de Tur, daba como única solución el cese de su cargo del alcalde de barrio de la isla de Tabarca, pese a que el jefe de la Policía Municipal, en el informe que le fue pedido, corroboraría la mayor parte, si no toda la acusación. Al parecer, este incidente sería el detonante de una campaña mediática llena de contradicciones, que empezaba a contemplar una planificación más o menos ordenada de la isla, aunque a cuentagotas:
  • El Diario Información del 15 de septiembre empieza a hablar de una planta potabilizadora con energía solar, titulando «Agua potable para Tabarca: va a instalarse una planta potabilizadora».
  • Justo un año después, en 1974 se insiste sobre el tema de la potabilizadora. Diario La Verdad del 15 de noviembre: «Hay un proyecto en forma sobre la planta potabilizadora».
  • En 1975 el censo caería hasta los 163 habitantes. El Diario Información del 17 de enero, página 7, manifestaba: «... el plan integra la remodelación y adecuación del poblado antiguo, con la dotación definitiva de los servicios primarios, llevando agua y luz a través de una canalización submarina desde Santa Pola, ejecutando la inexistente red de alcantarillado, pavimentando sus calles y, en suma, haciendo de la actual población un lugar más confortable y habitable».
  • En la misma fecha, el Diario La Verdad dedicaba toda la página 3 a la isla, con titulares tales como «Meta: que se declare Tabarca zona de interés turístico», dando noticia de: «Allí mismo pronunció unas palabras don Baltasar López Ruso, alcalde pedáneo de Tabarca, con las que manifestó el saludo de todos los tabarquinos a autoridades y visitantes, su gratitud por el teléfono que ahora se inauguraba y el deseo de que, en una próxima visita, pudiera ofrecer saludos y bienvenidas, pero también ramos de flores cultivadas allí mismo, cuando cuenten con un abastecimiento de agua que lo haga posible. Terminó haciendo votos por un progreso integral de Tabarca, sin perder la calma que es la característica fundamental de la isla. [...] Existe la idea de acometer en su día obras de alcantarillado y saneamiento, así como el abastecimiento de agua desde Santa Pola, como base para cualquier tipo de ordenación y desarrollo. Al margen de los proyectos, están esas continuas pequeñas realizaciones, como la revisión del alumbrado, la reparación de la casa del practicante... etc.».
  • Diario Información de 9 de febrero: «Planta solar potabilizadora de agua para Tabarca».
  • Diario Información de 24 de agosto: «Tabarca y su planta potabilizadora».
  • Mediterráneo de 10 de octubre, trascendía de la provincia de Alicante, pero bastante desfasado en la información: «La limosna del agua. El agua se recoge como debieron recoger el maná los israelitas que siguieron a Moisés en el desierto del Sinaí, en cántaros alfareros que las mujeres transportan sobre sus caderas, una y otra vez en interminable y repetido itinerario. Un buque de la Marina de Guerra de Cartagena, se desplaza hasta Tabarca cuando los aljibes con agua de lluvia están próximos a agotarse o agotados del todo. Desde la playa bombean el agua hasta los enmohecidos depósitos generales del pueblo como una limosna de la generosa Administración que la envía. Pero el derecho al agua han de pagarlo también los tabarqueños como un impuesto más a la maltratada economía del islote».
  • Diario Información de 13 de diciembre: «Tabarca tendrá una planta potabilizadora de agua de mar».
  • La noticia adquiría trascendecia nacional en el Diario ABC de 26 de febrero de 1976: «Tabarca dispondrá en breve de agua marina desalinizada».
  • Diario La Verdad, 6 de agosto: «Planta potabilizadora para Tabarca».
  • Diario Información, 8 de septiembre: «No se acaba la planta potabilizadora de Tabarca».
  • Diario La Verdad de 23 de diciembre: «El año próximo el sol abastecerá de agua a Tabarca». Diario Información, misma fecha: «En febrero agua para Tabarca». Se planteaba una fecha más o menos concreta por primera vez.
  • Pero Mediterráneo de 12 de abril de 1977, página 10, seguía calificando el proyecto como pendiente: «Otros proyectos actualmente en marcha en España son [...] el de construcción de un destilador solar para abastecer de agua potable a la Isla de Tabarca (Alicante)».
Por fin, en el ejemplar del día 3 de noviembre del Diario Información, llegaba la noticia: «Se ha obtenido agua destilada en la potabilizadora de Tabarca». Aunque por poco tiempo, ya que fue desechada poco después.

Diario Información, 3 de noviembre de 1977, p. 4 (AMA)

Pero el panorama en general, especialmente a los ojos de los viajeros, seguía siendo poco atractivo unos años después. Una ilustrativa muestra de ello la tenemos en las páginas del Diario Información del 7 de noviembre de 1981: «—Se marcharon los padres y se llevaron a los críos, casi todos a Santa Pola, y lo que ocurre es que así se está perdiendo la vocación marinera, ya no "salen" pescadores, los chicos quieren otros oficios, ¿usted sabe lo que es vivir aquí, con el agua potable racionada, con la luz racionada, esperando siempre que el mar no impida que lleguen los suministros. [...] Un violento descenso en los últimos datos de empadronamiento, los de 1979, en que los censados son solo 159. La caída es impresionante y justificativa».

El agua potable no llegó a la isla hasta el 16 de julio de 1984, cuando se inauguró la conducción submarina, de 5 km de longitud, para el suministro de agua potable a la isla de Tabarca, siendo así la única isla del litoral español que se abastece con este procedimiento. Canfali Vega Baja, en su segunda página del ejemplar del 29 de agosto, hablaba del último barco-aljibe: «Un buque militar aljibe fondea cerca de la isla, es su despedida a los habitantes de Tabarca, a quienes le ha estado suministrando agua durante años. El pueblo y ayuntamiento homenajearon al capitán del buque aljibe en señal de agradecimiento por tantos y tantos viajes».

Como era de suponer, el evento fue motivo más que justificado para celebrar a lo grande una auténtica fiesta en la isla, a partir de las 13:30 horas, cuando, tras el homenaje a la tripulación del buque-aljibe del ejército, se disparó una mascletà, comenzó la música de la célebre banda de Los Gavilanes, y se abrió la llave de paso. Obvio es decir que ni políticos, ni marinos, ni músicos, ni vecinos, ni visitantes, se libraron del remojón. Así lo podemos ver descrito en las páginasd del Diario Información del 17 de julio:

Diario Información, 17 de julio de 1984, p. 7 (Biblioteca Municipal de Santa Pola)

Tiempos modernos

En octubre de 2012, se cambia el sistema tradicional de limpieza periódica de la tubería submarina que abastece de agua a Nueva Tabarca, en el que se utilizaba un material similar a la goma espuma para realizar las limpiezas, a un sistema pionero e innovador de microcristales de hielo a presión, que mejora la calidad del lavado y pule la suciedad de las tuberías, siendo menos agresivo y más eficaz, ya que el hielo líquido se adapta a cualquier derivación de la tubería o desnivel.

Foto: Diario Información

La actual Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Nueva Tabarca está explotada por Emarasa con asistencia técnica de Proaguas. La línea de agua pasa un pretratamiento de tamizado, con posterior tratamiento de aireación prolongada, antes de verter las aguas así tratadas al mar. Los datos de funcionamiento en 2013 arrojan un caudal de 75 metros cúbicos/día, capaz para una población de hasta 1.134 habitantes.

Foto y diagrama: Entidad de Saneamiento de Aguas

Y, según Las Provincias del día 6 de noviembre de 2013, dentro de las próximas actuaciones a llevar a cabo en la isla, en la línea de la protección del medio ambiente, se ha previsto conectar la depuradora con la península a través del emisario submarino Tabarca-Santa Pola, para evitar vertidos en aguas de la Reserva Marina.

En lo relacionado con la sanidad tabarquina, actualmente, para alrededor de 60 habitantes censados, está en funcionamiento el remodelado Consultorio Auxiliar de Tabarca, un pequeño dispensario médico dependiente del Centro de Salud de Santa Pola. Está situado en la calle del Pou del Pal, en el antiguo Cuerpo de Guardia, que más tarde sería Casa-Museo de la marquesa Soledad Álvarez de Estrada, que fuera delegada de Bellas Artes, en instalaciones bien acondicionadas desde su rehabilitación en mayo de 2004.


Durante el invierno no hay médico, la asistencia sanitaria está cubierta las 24 horas por un enfermero, para quien el Ayuntamiento pone a su disposición una casa en la isla. El incremento estacional de sus habitantes durante los meses de julio y agosto, conlleva el desplazamiento de un médico, que atiende a los vecinos de lunes a viernes en horario de mañana, y el refuerzo de un enfermero más desde la primavera. No hay más farmacia que el botiquín del propio dispensario médico.

La isla cuenta, además, con un dispositivo de emergencia coordinado por el sistema integrado de atención a las emergencias a través del teléfono 112, que envía un helicóptero cuando es necesario trasladar el enfermo al hospital. Hace de helipuerto improvisado el antiguo campo de juego situado detrás de la Casa del Gobernador. Desde noviembre de 2008, cuenta con un sistema de telemedicina para diagnosticar y tratar emergencias cardiacas, con movilidad para emitir desde cualquier punto de la isla, conectado con la Unidad de Telecardiología del Hospital General Universitario de Alicante, dentro del servicio de Cardiología, a donde se transfiere, en tiempo real y vía telefónica, el electrocardiograma con la información cardiaca del paciente. Comenzó de forma pionera en la Comunitat, y está evitando traslados urgentes a servicios hospitalarios, lo que conllevaba movilizar dicho helicóptero, en situaciones que, después, se ha comprobado que no eran patologías graves.

Por último, y en relación al saneamiento de la isla, el servicio de recogida de basura lo presta un barco desde Santa Pola, y se lleva cada tarde, en verano, unos 40 contenedores llenos de residuos, mientras que en invierno no hace falta ni que vaya el barco todos los días. La isla Plana pasa de generar una media de 8.000 kilos de residuos al día en invierno, a una media de 31.500 kilogramos en un día de verano. Además, el servicio especial de verano incluye duplicar los turnos de barrido de la isla, se aumenta el número de contenedores a unos 70, que se vacían diariamente, y se incluye la limpieza y cribado de la arena de la playa.

85 años de Fogueres en Carolinas. Primera época: 1929-1936

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Conferencia impartida en el ciclo dedicado a los 85 años de Hogueras en Carolinas, publicada posteriormente en el número especial del boletín cultural Crónicas Carolinas

En junio de 2014 se cumplieron 85 años de la llegada de la Fiesta de Fogueres al barrio de Carolinas, ocho décadas y media que han servido para hacer de esta zona de la capital alicantina una de las más festeras y más galardonadas. Para celebrar la efemérides, la Asociación de Vecinos Carolinas Altas-Bola de Oro, la Foguera Carolinas Altas y el boletín cultural Crónicas Carolinas pusieron en marcha, entre otras actividades, el ciclo de conferencias 85 años de Hogueras en Carolinas, que quiso tratar todos los temas relacionados con la Fiesta desde una perspectiva histórica y cultural, de forma multidisciplinar, cuyas ponencias se publicarían en un número especial del boletín dedicado a esta celebración.


En este contexto desarrollé, tanto en forma de conferencia como de artículo, el que algo más desarrollado sigue a continuación, y que trató sobre la creación y primeros años de vida de Les Fogueres de Sant Joan en este popular barrio de Alicante, en concreto desde 1929 hasta que la contienda nacional forzó un obligado paréntesis en las hoy Fiestas Oficiales de la Ciudad.

1928

Tras el intento fallido en el año fundacional, encabezado por Leandro Galán, en 1929 quedarían constituidas las primeras dos comisiones del barrio: Carolinas Altas y Carolinas Bajas. Galán fue colaborador incondicional de José María Py en la fundación de Les Fogueres, ambos vecinos del barrio de Carolinas —el primero de la calle General Espartero, y el segundo en Plus Ultra— y, al parecer, no se consumó esa tentativa por motivos políticos, pese a que oficialmente se había formado la comisión de la Foguera Carolinas, para plantar un monumento «en la rotonda del tranvía», según consta en el rotativo alicantino El Día del lunes 2 de abril de 1928. Y es que Leandro Galán, abulense emigrado a Argentina, había regresado a España desde Santa Fe por temas de salud, y traía ideas que no encajaban en el régimen de Primo de Rivera.

Diario El Día, lunes 2 de abril de 1928

Según citaba el historiador Joaquín Santo Matas, en el prólogo y en la presentación de mi libro Alicante, Arte y Fuego, Leandro Galán tenía, en la plaza de Isabel II —actualmente de Gabriel Miró—, una tienda de telas de lujo, cuyo reclamo era una bola dorada sobre el escaparate y que daba nombre al establecimiento: La Bola de Oro. El hecho de que esta tienda estuviera en los bajos de la notaría del padre de José María Py, hizo que estos entablaran una amistad que tuvo gran trascendencia en la fundación de Les Fogueres, ya que buena parte de las reuniones dirigidas a tal fin fueron llevadas a cabo en el domicilio de Galán, en la Finca de San Miguel, aproximadamente a la altura de la actual plaza de la Bola de Oro, que comenzó a denominarse popularmente así precisamente por tener en ella su residencia el propietario del mencionado establecimiento.

Era obvio que, ya en su primer año de celebración, Leandro Galán quisiera estar en primera línea encabezando una comisión festera, pero, por la razón mencionada anteriormente, Carolinas tuvo que esperar a 1929 para vivir Les Fogueres. Así, Galán fue ninguneado por el régimen político de turno, quedando en un injusto olvido, cuando fue el más fiel colaborador de José María Py en la creación de la Fiesta.

Para conocer año a año la evolución de las comisiones pioneras de Carolinas, respetaré el orden en que estas constan en los expedientes que se conservan en el Archivo Municipal de Alicante, de los que he extraído la mayor parte de la documentación que sigue, dada la cantidad de errores que aparecen tanto en prensa como en publicaciones festeras, como luego veremos un claro ejemplo, conservando, además, el peculiar uso del valenciano de la época, a fin de no desvirtuar los documentos originales.

1929

La Foguera Carolinas Bajas plantó en un solar entre la avenida de la Libertad y la calle Savonarola —actuales Poeta Zorrilla y Elda, respectivamente—, a la altura de la calle Sevilla. El escultor alicantino Juan Esteve García fue autor de la foguera Als fills ilustres de Alacant, según lema que consta en su boceto, que mediría 8 metros de base y 8 de altura.

Solicitud de plantà de la Foguera Carolinas Bajas, de 23 de febrero de 1929 (AMA)
Llibret de la Foguera Carolinas Bajas 1929 (AMA)

Su título lo dice todo, pues constaba de un obelisco central y un conjunto simétrico de escalinatas con frontones en las esquinas, de líneas rectilíneas, que recogían los nombres a guisa de homenaje de los alicantinos ilustres: «Es un elochi y un cant / al bon clima y a la chent / qu'ha donat honra a Alacant; / y es compón d'un monument / en el que la Fama al vent / el triunf está pregonant». Solo dos ninots: un turista inglés admirado por el clima alicantino, y una muchacha con coronas de homenaje a los ilustres alicantinos.

Bocetos frontal y lateral de la Foguera Carolinas Bajas 1929 (AMA)
Foguera Carolinas Bajas 1929, Als fills ilustres de Alacant, de Juan Esteve (AMA)

La solicitud de plantà sería presentada por el presidente de la comisión, Luis Calero Molina, que también pediría permiso para el «disparo de cohetes-bomba y truenos al efectuar por la mañana la "despertá" acompañada de dulzaina y tamboril; tres castillos de fuegos artificiales y 2500 metros de traca; conciertos tarde y noche por una banda de música en distintos sitios del barrio y pasacalles por las mañanas».

También la Foguera Carolinas Altas sería obra del artista foguerer Juan Esteve, que plantó en la entonces denominada plaza Plus Ultra la foguera titulada Les necesitats del barrio, según aparece en el boceto, si bien en el llibret consta con el lema Tot se arreglará.

Solicitud de plantà de la Foguera Carolinas Altas, de 22 de abril de 1929 (AMA)
Llibret de la Foguera Carolinas Altas 1929 (AMA)

La solicitud de plantà firmada por José Menéndez Santacréu, presidente de la comisión, afirmaba que constaría «de cuatro caras o testeros en que, sin alusiones ni molestias para personas ni para instituciones, se hace uso de las necesidades y deficiencias urbanas para componer algunas escenas festivas». Pero lo cierto es que la explicación de la foguera en el llibret es extensa y muy descriptiva —diez páginas—, recreándose ampliamente en esas necesidades, perfectamente representadas con un notable número de ninots, pese a su sencillez, en escenas tituladas «Nit de fosca», «Mercado», «Dia de plucha» y «Ni gota».

Boceto y escenas de la Foguera Carolinas Altas 1929 (AMA)
Foguera Carolinas Altas 1929, Les necesitats del barrio, de Juan Esteve (Revista Festa 2004)

Afortunadamente, de ambos monumentos se conservan imágenes en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana, en el documental de Pascual Ors y Joan Andreu, recuperado por Juan Vázquez Martínez, y titulado Les Fogueres de San Chuan en Alicante (1929). Estas son las secuencias que recogen el primer año de Fogueres de ambas comisiones.


1930

La solicitud de plantà de la Foguera Carolinas Bajas está firmada por su presidente Lorenzo Llaneras Rico. La foguera, obra de Francisco Hernández Rodríguez, el polifacético artista alicantino más conocido como Paco Hernández, se tituló Alacánt se crema o Fogueres de Sant Chuan, según constan ambos lemas en su boceto, y se plantó de nuevo en el solar entre la avenida de la Libertad y la calle Savonarola.

Llibret de la Foguera Carolinas Bajas 1930

En la memoria de la foguera que se adjunta en el expediente, se desarrolla la idea general de que, según la solicitud, «se dedica única y exclusivamente a exaltar las grandezas de la provincia», en concreto de Alcoy y su industria, una Villena de ajos y vinos, las pasas de Denia, y Elche con sus dátiles y la fabricación de alpargatas, y en posición destacada la capital alicantina. El citado documento explica: «La figura es un mundo orlado con la corona real bajo de la cual campean los escudos de la provincia y de la capital, envueltos en llamas. Entre los escudos figurará una escultura representando la Matrona de Alicante y sobre el mundo una mujer alicantina vistiendo el típico traje regional y llevando al hombro un castillo con las diversas frutas de la provincia. Representarán a las cabezas de partidos otras figuras de hombres y mujeres las cuales harán ostentación de los productos que se elaboran en dichos pueblos. Una escalinata o trono dará acceso al sillón donde descansa la Matrona representativa de Alicante».

Boceto y Foguera Carolinas Bajas 1930. Alacánt se crema, de Paco Hernández (AMA)

El Tercer Premio de la edición de Fogueres 1930, la Foguera Carolinas Altas, tuvo como autor de su monumento al valenciano Ricardo Llácer, que plantó la foguera cuyo lema era Campanaes son, con algunas partes móviles, de dimensiones finales de 70 metros cuadrados de base y 8 metros de altura, y que se instaló en los solares entre el entonces camino del Garbinet, hoy calle del mismo nombre, y la calle Plus Ultra.

Llibret y boceto de la Foguera Carolinas Altas 1930 (AMA)

La solicitud de plantà había sido realizada por su presidente, Francisco de Asís Carlos-Roca y Gómez, y se acompañaba de una nota explicativa del monumento, bastante extensa —e igualmente en el llibret, donde ocupa siete páginas—, en la que «se alude a las deficiencias del barrio tales como la falta de alcantarillado, de fuentes públicas, etc., etc., así como a la inmensa cantidad de ratas que procedentes de unos estercoleros situados en las cercanías, invaden por completo el barrio, sin que se logre exterminarlas, ni que, por otra parte, los vecinos de tan populosa barriada puedan conseguir mejoras que tan precisas les son». Una continuación de las reivindicaciones que ya se plasmaban el año anterior. Esos estercoleros infestados de ratas, mosquitos y moscas, se intentaban ocultar bajo una gran campana que ocupaba el centro del monumento, de cuya parte superior «un Alcalde que resbala arrastrando consigo proyecto de mejoras del barrio que por el corto plazo de su actuación no logró desarrollar malogrando su deseo, al paso de otro del que los vecinos lo esperan todo, llevando nuevos proyectos asciende a la campana». Sobre esta campana, coronaba la foguera «un gran mico, en actitud burlesca, simbolizando el que se llevan los pacientísimos vecinos esperando beneficios que no alcanzan».

Foguera Carolinas Altas 1930, Campanaes son, de Ricardo Llácer
Tercer Premio (Foto Lucentum / AMA)

Por último, fue plantado un grupo de ninots, según la solicitud de plantà «un grupo alegórico a las Fogueras de San Juan, basada en un asunto humorístico de 2 figuras», frente al número 33 de la calle Alcalá Galiano, domicilio del firmante de la misma, Demetrio Berenguer Jerez, hermano del artista de fogueres Ángel Berenguer Jerez, si bien el autor del grupo de ninots parece ser que fue el padre de ambos, Ángel Berenguer Soler.

Boceto del grupo de ninots Calle Alcalá Galiano, de Ángel Berenguer (AMA)

1931

La Foguera Carolinas Bajas veía solicitada la plantà de su monumento de mano del presidente de la comisión, por segundo año consecutivo, Lorenzo Llaneras. Al igual que repetiría Paco Hernández, en esta ocasión con el monumento de título La Llibertat en el cruce de la avenida de la Libertad y la calle Sevilla, por el interior de la curva que trazaban las vías del tranvía que salía dirección Muchamiel. Consiguió el premio que otorgaba la Cámara de la Propiedad Urbana.

Boceto de la Foguera Carolinas Bajas 1931, La Llibertat, de Paco Hernández
Premio de la Cámara de la Propiedad Urbana (AMA)

La explicación de la foguera diferencia cuatro escenas, una por cada cara del monumento, y el remate que «se compone de un león con la dama que simboliza la República Española sosteniendo la bandera tricolor nacional». La primera de las escenas, la principal, se titula «La Libertad» y representa las hazañas de la Dictadura de Primo de Rivera, con «dos personajes que denominamos Berenguer y Mola vestidos de paisano, uno en la cabeza de asno y otro con la de cerdo». El resto de las escenas son: «El poble satisfet», donde el pueblo destruye todo lo que fue del rey tirano, en especial un niño que rasga el manto real; «Que mos ámbola el pardal», con varios personajes como un libre-pensador dándole suelta a un pájaro, o un jesuita que es pasado por la guillotina; y «La Patá», en la que una figura que representa al pueblo español le da una patada en el trasero al que fue rey.

El monumento de la Foguera Carolinas Altas, una nueva obra de Ricardo Llácer, tenía por lema Coses d'Alacant. Sus 64 metros cuadrados de base y 8 metros de altura fueron plantados en unos solares existentes en la calle Capitán Lagier —hoy Monforte del Cid—, entre las calles Garbinet y Plus Ultra.

Boceto y Foguera Carolinas Altas 1931, Coses d'Alacant, de Ricardo Llácer (AMA)

Francisco de Asís Carlos-Roca continúa como presidente, siendo el firmante de la solicitud de plantà. Según se explica en la misma, este era el asunto que trataba el monumento: «Se reduce a la crítica de las reformas llevadas recientemente a cabo en el Panteón de Quijano [...] Al propio tiempo se alude a las deficiencias del expresado Barrio de Carolinas Altas, como la falta de urbanización, de fuentes públicas, etc., etc. y, así mismo algo referente al Refugio nocturno. Corona la foguera un gran gorro frigio como expresión de esperanza en la justicia que la naciente República ha de hacer con el Barrio dotándole de cuanto hoy necesita y tiene perfecto derecho».

1932

Se produce la primera ausencia de la Foguera Carolinas Altas, algo al parecer previsible a tenor de las anotaciones que se conservan en los expedientes de la Comisión Gestora. Sin embargo, he aquí el ejemplo de errores e incorrecciones al que hacía alusión al inicio del artículo, razón por la que desconfío de las publicaciones no oficiales. Se trata de las ya tradicionales crónicas que editaba el número extraordinario de Fogueres del popular semanarioEl Tio Cuc, y que en el correspondiente a 1932 contenía errores de bulto, que en nada tuvieron que ver con la realidad, comenzando por el hecho de que expone un boceto de Carolinas Altas que en realidad plantó Carolines Baixes, y otro que asigna a esta última y que jamás vio la luz.

Anotaciones en los expedientes de la Comisión Gestora,
que sugieren la no participación de la Foguera Carolinas Altas en 1932
Errores en el número extraordinario de Fogueres 1932 de El Tio Cuc:
Carolinas Altas no plantó, y el boceto que consta es el que en realidad
plantaría Carolines Baixes, que jamás lo haría con el que le adjudica el semanario

Santiago Valdés Barceló, presidente de la que consta en su expediente denominada Foguera Carolines Baixes, única por lo tanto que plantaría en el barrio este ejercicio, era el firmante de su solicitud de plantà. Fue construida por el colectivo valenciano «Unión Arte», y se tituló Lo que tenim no hu volem. Tenía unas dimensiones de 6 x 6 metros de base y 8 metros de altura, y se plantó en la avenida de la Libertad, en esta ocasión algo más arriba, a la altura de su cruce con la calle Jazmín. En la cara posterior de la solicitud se recoge esta breve explicación del monumento: «La hoguera representa dos Calles del barrio, una figurando lo que es en la actualidad, un trozo de Calle mal urbanizado, con alumbrado deficiente, con la columna del Tranvía en medio de las aceras, etc., etc., y la otra, es lo que debe ser, la calle bien urbanizada, luz poderosa y suficiente, con guardias de vigilancia, etc., etc.». Continuaban de este modo representadas las críticas a las deficiencias del barrio, de las que años anteriores había hecho eco la vecina comisión de Carolinas Altas en sus monumentos foguerers.

Boceto y Foguera Carolines Baixes 1932,
Lo que tenim no hu volem, de «Unión Arte» (AMA)

1933

Uno de los años más prolíficos de esta primera etapa de la Festa en el barrio de Carolinas, comenzando con que en la actual demarcación de la Foguera Plaza de Pío XII, se plantaría la Foguera Infantil General Serrano, obra del comisionado de 16 años Julio Calero Pérez, que la tituló Al que li pique que s'rasque. Un pequeño monumento de 2 x 2 metros de base que se situaría en la esquina de la calle General Serrano con la avenida de la Libertad.

Boceto de la Foguera Infantil General Serrano 1933 (AMA)

Dicho joven firmó la solicitud de plantà, que adjuntaba la memoria en que detalla que «en cada uno de los plafones va un verso de la explicación de la foguera, en el centro y en la parte superior de la base va un pedestal sobre el que descansa la cabeza de una mujer a la que se le está extrayendo la lengua con unas mordazas» —curiosa temática infantil—, y que «en las cuatro esquinas de la base salen cuatro listones que van unidos por un cordel del cual penden todas las lenguas que ya se han arrancado». Se continúa la explicación con los cuatro párrafos versados a los que hace referencia la memoria, el primero de los cuales, muy significativo, termina así: «...y per axó está probat / que ve sempre a mal-parlar / aquell que devia callar».

El colectivo de artistas «Unión Arte» fue responsable, en esta ocasión, de la construcción de la Foguera Carolinas Altas titulada La radio y sus ruidos—según el expediente— o La radio, sus ruidos y la ruina de unos—de acuerdo con el boceto—, de Categoría B, pues este año se desdoblaban por primera vez los monumentos, en la que obtendría el Premio Diputación Provincial, dotado con 100 pesetas. Sus 9 metros de diámetro de base circular y 11 metros de altura se instalaron en el tramo de la calle Capitán Lagier —actual Monforte del Cid— comprendido entre las calles Garbinet y Plus Ultra.

Boceto y Foguera Carolinas Altas 1933, La radio y sus ruidos, de «Unión Arte».
Premio de la Diputación Provincial, Categoría B (AMA / Archivo Familia Collía)

La breve memoria de la foguera, adjunta a la solicitud de plantà firmada por el vicesecretario de la comisión, Isidoro Bernacer Esquerdo, sitúa sin embargo la foguera a la altura de la calle Montero Ríos, y describe: «Le sirve de plataforma un bombo, encima hay varias figuras de tamaño natural; en el centro del parche del bombo citado existe media esfera sobre la cual hay una rueda de la fortuna, que a su vez sostiene un aparato de radio, en el que descansa por último un demonio».

La Foguera Carolines Baixes y los artistas alicantinos Juan y Gaspar Esteve García, que desde este año 1933 firmaban como Esteve Hermanos, plantaron Rapto de Alacant per el Mediterráneo en la calle Sevilla, esquina a la avenida de la Libertad. Eran sus dimensiones 10 x 4 metros de base y 7,5 metros de altura.

Boceto y Foguera Carolines Baixes 1933, Rapto de Alacant per el Mediterráneo,
de Esteve Hermanos (AMA / Archivo Familia Collía)

Lorenzo Llaneras Rico, presidente de la comisión, firmaba la solicitud de plantà que incluye en su texto una breve explicación del monumento, en el que «figura un enorme Cetáceo que sale del fondo del mar para llevarse a sus reinos a nuestro querido Alicante», y que la revista El Tio Cuc interpreta así: «Enamorado de la belleza de Alicante, el dios Neptuno la rapta a lomos de una ballena, y sin prestar atención a los lamentos de las sirenas que la guardaban, la pasea triunfalmente por el Mediterráneo». La explicación más extensa y notable viene dada en el llibret, en dos páginas escritas por José Ferrándiz Torremocha.

Además, también en el actual distrito de Carolinas Bajas, Miguel Molina plantaba, a la altura del número 17 de esa calle, la Foguereta Calle Pelayo, de la que era vecino, dándole el lema Les aspirasions del Carrer Pelayo, de evidente índole reivindicativa. Este vecino era igualmente el firmante de la solicitud de plantà.

Boceto de la Foguereta Calle Pelayo 1933 (AMA)

1934

Este ejercicio, la Foguera Carolinas Bajas fue construida por el pintor y fotógrafo alicantino Ángel Berenguer Jerez, que plantó ¡Ché qué llanda!—según recoge el expediente, aunque el llibret menciona el lema Radiomanía— en Categoría B, ubicándola en la desembocadura de la calle Valencia en la entonces denominada plaza de Blasco Ibáñez —hoy plaza de Castellón—. Este monumento de base triangular, de 8 metros de lado y 9 metros de altura, obtuvo el Sexto Premio de Turismo.

Bocetos de la Foguera Carolinas Bajas 1934, ¡Ché qué llanda!, de Ángel Berenguer Jerez
Sexto Premio de Turismo, Categoría B (AMA)

Con la solicitud de plantà, presentó su nuevo presidente, José Ibáñez Rizo, una pequeña memoria de la foguera que aborda una temática similar al monumento que presentara el año anterior la vecina comisión de Carolinas Altas: «...se refiere al incremento que ha tomado la afición a la radio y como consecuencia dado el sinnúmero de aparatos que han invadido casi todas las casas y establecimientos ya se sabe que es ya alarmante y de unas fatales consecuencias que el que allá donde se encuentre un pacífico ciudadano se encuentre un aparato que invada su cabeza con anuncios, música y sobre todo ruido, mucho ruido».

José Lloret Filidor realizaba una más extensa explicación, en verso castellano, en tres de las páginas del llibret, analizando en clave de humor innumerables situaciones en las que la radio se convertía en una molestia.

La Foguera Carolinas Altas fue una obra del destacado artista valenciano, ex componente de «Unión Arte» y prolífico creador de fogueres, Fernando Guillot Bulls, titulada según su expediente Rompecabezas, que entró en Categoría B y fue plantada en la calle Montero Ríos. Con solo 6 metros de ancho de base y 10 metros de altura, se hizo acreedora del Primer Premio de Turismo, y las 250 pesetas con las que estos premios estaban dotados, sin distinción de categoría.

Bocetos de la Foguera Carolinas Altas 1934, Rompecabezas, de Fernando Guillot Bulls
Primer Premio de Turismo, Categoría B (AMA)

Demetrio García Villanueva, en calidad de presidente, adjuntaba a la documentación la breve memoria siguiente: «Esta "foguera" consta de cuatro fachadas y en cada una de ellas habrá representada un rompecabeza diferente. Primera fachada: Se discute la procedencia de Colón. Segunda fachada: El obrero que sin hacer caso al paro, carga de familia. Tercera fachada: En la que se discute si el hombre desciende de el paraíso o del mono. Cuarta fachada: Una escena muy usual en el teatro, marido que encuentra infraganti a su señora, y en este caso está dispuesto a romper cabezas».

1935

De nuevo en Categoría B, la Foguera Carolinas Bajas, de nuevo la única que plantaba este ejercicio, tuvo por segundo año su autoría en Ángel Berenguer. El monumento titulado Carabasa man donat se plantó igualmente en la plaza de Blasco Ibáñez. La solicitud de plantà manuscrita por su nuevo presidente Manuel Lillo Varó, contiene una explicación mecanografiada: «La plaza del distrito, denominada Blasco Ibáñez, en su deplorable ornamentación actual, tan a disgusto del vecindario; en ella aparece sobre una caja de caudales, significando el coste abusivo de la obra, un mono, simbolizando la burla, y al pie de éste, un cochinillo o "marrano" que indica por su nombre, el sentido de lo que realmente se ha efectuado. [...] Aparecen varios vecinos, cortando las palmeras innecesarias para colocar en el centro un monumento al gran novelista. [...] Se ridiculiza un trozo de pared que linda con la plaza, el cual afea de modo asombroso, foco de estercolero, propenso a los mayores abusos antihigiénicos. [...] Se quiere ridiculizar la acción de quien se aventuró a empresa de tan poco gusto, significándola con calabazas y otras hortalizas que indican la apatía y mala calificación en que hoy se encuentra».

Bocetos y Foguera Carolinas Bajas 1935,
Carabasa man donat, de Ángel Berenguer Jerez (Revista Festa 2005)

Carolinas Altas, cuyas circunstancias por las que no plantó este ejercicio desconocemos, bien es cierto que se puso en marcha nada más terminar el mismo, de cara a que no se repitieran en el próximo. Así, en un escrito que se conserva en la documentación de Fogueres de ese año en el Archivo Municipal, de fecha 29 de agosto de 1935, Ginés García Albarranch, vicesecretario de la comisión, solicita permiso en nombre de esta para «celebrar bailes públicos los sábados por la noche de 22 a la una, en el llano que existe al final de la calle de Montero Ríos», con instalación de un vallado y alumbrado.

1936

En la actual demarcación de la Foguera Carolines Baixes, en el último año de esta primera etapa, multitudinario en el barrio de Carolinas con seis monumentos, plantó la Foguera Carolinas Bajas Oeste, que fue firmada por tercer año consecutivo por Ángel Berenguer, que titularía su obra Miss Univers, según recoge su expediente. De Categoría B, fue plantada de nuevo en la plaza de Blasco Ibáñez, a la altura del cruce de las calles Mendizábal y Saturnino Milego —equivalentes en la actualidad a las calles Crevillente y Aspe, respectivamente—. La solicitud de plantà está firmada igualmente por Manuel Lillo, y se acompaña de una breve memoria que explica lo siguiente: «Esta Foguera se compone solamente de una cara y está basada en el clima de "nuestro" Alicante cuyos personajes que representan las 5 partes del mundo se desplazan a esta para hacer una votación secreta y designar cuál es el mejor clima. Después de la votación declaran por unanimidad a Alicante como "la millor terra del mon"».

Boceto de la Foguera Carolinas Bajas Oeste 1936,
Miss Univers, de Ángel Berenguer Jerez (AMA)

La Foguera Carolinas Altas se alzaba con el Quinto Premio de Turismo con el monumento de Categoría B del valenciano Eloy Alonso, de lema Mascaradasegún consta en expediente, emplazado de nuevo en la calle Montero Ríos. Su presidente, Vicente Sirvent, era firmante de la solicitud de plantà.

Bocetos de las cuatro caras de la Foguera Carolinas Altas 1936,
Mascarada, de Eloy Alonso, Quinto Premio de Turismo, Categoría B (AMA)

La memoria de la foguera hace hincapié en la falsedad y la mentira que presiden el mundo, describiendo así sus cuatro caras: «Lado 1º.- Representa un desfile carnavalesco. Lado 2º.- Representa una escena de amor llena de falsedad. Lado 3º.- Representa dos momentos sobre la vida de una humilde familia que viviendo en la indigencia se esfuerzan en aparecer ante la sociedad como quien disfruta de una posición cómoda y fácil. Lado 4º.- La figura primera de este lado representa a una mujer de singular fealdad que ostenta una careta de extraordinaria belleza, aludiendo con esto a los distintos medios que hoy emplea la mujer para parecer hermosa. La figura del centro, y a pesar del disfraz que viste, nos pone de manifiesto que el hábito no hace al monje. En cuanto a la tercera figura de este lado viste el disfraz que más a tono está con sus aficiones. En el centro de la Foguera una gran figura de «Momo» contempla complacido el amor que los humanos sentimos por esta pagana fiesta».

Hace su aparición la denominada Foguera Carolinas Bajas Este que, al plantar su monumento en la zona más alta de la avenida de la Libertad, se le puede considerar predecesora de la actual Foguera Plaza de Pío XII. Original del rotulista alicantino José Sierra Arques, no se conserva boceto ni expediente de su monumento titulado, según medios escritos, Al pas que anem mai —o cuant u vorem, de Categoría B. Cabe la posibilidad de que fuera un segundo monumento plantado por la misma comisión de la Oeste.

Tarjeta publicitaria con el boceto de la Foguera Carolinas Bajas Este 1936,
Al pas que anem mai u vorem, de José Sierra Arques (Archivo Armando Parodi)

La postal publicitaria editada por Imprenta Lucentum, que reproduce el boceto, explica brevemente: «Un vecindario modelo que a paso de tortuga hará casas que lleguen al cielo».

La solicitud de plantà de la Barraca Peña «Al Añ Una Volta» está firmada de modo ilegible por el presidente de la misma. Tampoco es conocida la autoría de su portada, aunque es previsible que fueran los propios socios. Plantaría frente al número 61 de la calle Chapalangarra —hoy Maestro Alonso—, por lo que entraría en el actual distrito Bola de Oro.

Boceto de la Barraca Peña «Al Añ Una Volta» 1936 (AMA)

La Foguera Infantil Carolinas Altas fue debida a Antonio Giner, que según el boceto tituló La festa del poble, y que fue plantada en la calle Plus Ultra, según la solicitud de plantà del número 49 al número 73 (?). Dicho documento es manuscrito y firmado por el presidente de la comisión infantil, Pascual Cantó, y consta la autorización de la foguera adulta.

Boceto de la Foguera Infantil Carolinas Altas 1936 (AMA)

Por último, en este mismo distrito, D. Buendía realizó la Foguera Infantil Doctor Buades, en la calle que le da nombre. También Vicente Sirvent, presidente de la foguera del distrito, firma autorizando la solicitud de plantà manuscrita y firmada a su vez por el presidente de la comisión infantil, Juan Rubio.

Boceto de la Foguera Infantil Doctor Buades 1936 (AMA)

Y con este magnífico año foguerer en el barrio de Carolinas, se cierra un primer ciclo de existencia de la Fiesta que prometía un crecimiento más que evidente, viéndose truncado por el nefasto episodio bélico que paralizó nuestro país durante casi tres largos años. Su reanudación sería dura y dificultosa, pero Carolinas ha llegado a cumplir 85 años de Fogueres. Aunque esa, es otra historia...

La Foguera de la «Plasa del Achuntament» (1.ª parte)

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Artículo publicado en la Revista Oficial Festa de Fogueres 2014

De todos es conocido el hecho de que, en cualquier municipio, las actividades realizadas en la plaza o calle en que esté ubicado su ayuntamiento, se revisten de cierta oficialidad y conllevan cierta repercusión que no tendrían en cualquier otra arteria o plaza de la población, por muy céntrica e importante que fuera. Esto es especialmente relevante en el entorno de las manifestaciones festeras, y el caso de Les Fogueres de Sant Joan no iba a ser una excepción. Así, desde el mismo nacimiento de la fiesta del fuego alicantina, los monumentos plantados frente a la puerta principal del consistorio, pese a constituirse desde el año fundacional de 1928 en una comisión como otra cualquiera de la ciudad, iban a disfrazarse de esa oficialidad, aunque la condición real de Foguera Oficial de la Ciudad no llegara hasta muchos años después, no desapareciendo como tal comisión hasta poco después de instaurada la democracia en nuestro país. Precisamente por esa razón, se examinaba con especial interés el mensaje, más o menos explícito, que pudiera tener la foguera como espejo de la sociedad alicantina, tanto en contenido político, económico, social, artístico o folklórico, y, si a ello añadimos el carácter eminentemente crítico del monumento, tenemos los perfectos ingredientes para la polémica, el morbo, el debate y, cómo no, la siempre acechante censura. Esto fue ya evidente durante el revuelto período de 1928 a 1936 en el que nos vamos a centrar.

La antigua plaza del Mar, de Alfonso XII durante los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, y que volvería a cambiar de denominación con la llegada de la II República, tomando el nombre de esta, tradicionalmente era conocida por los alicantinos como «Plasa del Achuntament», y de este modo ha quedado reflejado en la abundante documentación que estos dos periodos de la Fiesta generaron. Esta denominación quedaría en desuso, por razones obvias, tras el triste episodio de la contienda nacional, cuando se rotulara como plaza del 18 de Julio, y con ello igualmente la Foguera que, con la llegada de la democracia, cambió de nuevo a plaza del Ayuntamiento o plaça de l'Ajuntament, para denominarse por fin, en 1985, Foguera Oficial, tal como la conocemos, una vez desaparecida como comisión, cuyo distrito quedó adscrito territorialmente, en su mayor parte a la Foguera Monjas-Santa Faz, y una porción, más recientemente, a la Foguera Plaza de Santa María.

Para desarrollar la historia y peculiaridades de este distrito foguerer durante el citado período de 1928 a 1936, las denominaciones de comisiones, lemas de monumentos, explicaciones de los mismos, citas textuales, etc. han sido transcritos literalmente, tolerando el uso que del valenciano se hacía en la época, con sus modismos e incorrecciones, para respetar al máximo su singularidad y su sonido peculiar, pues no en vano se trataba básicamente del traslado a lo escrito del sonido del lenguaje hablado.


1928. De Jauja a Jijona, o El tranvía de Jauja

En su fundación, la Foguera Plaza de Alfonso XII integró representantes del comercio, la industria y el vecindario en general de las calles Altamira, Mayor, Jorge Juan, Gravina, Cervantes, plaza de Alfonso XII y adyacentes, si bien no existe una relación oficial de las que constituían el distrito foguerer. Del mismo modo, tampoco se conoce exactamente la nómina de comisionados que la integraban, aunque podemos hacer una aproximación basándonos en la solicitud de plantà, fechada 28 de abril de 1928, que recoge treinta y cinco firmas, veintiséis de ellas cuñadas mediante sendos sellos. Entre los firmantes son legibles las rúbricas de José Riera, Sebastián Cid, Vicente López Ruiz, Gabriel Montesinos, Víctor Uriarte, Antonio Amérigo, Antonio Andreu, Pascual Ors Pérez, que ostentaría la primera presidencia, Luigi Corno, Leopoldo Asensio, Julián Infante Gómez, Pascual Benavent, José Mataix, Francisco Iváñez, Julio Parreño, José Abad Ramos, Juana de Acevedo, Pablo Rodríguez, Lorenzo Gilabert, José Corral y Vicente Bernácer; y en algunos de los sellos son legibles comercios como Almacenes El Águila, Joyería y Relojería Amérigo, Farmacia Dr. Romero, Comestibles Leopoldo Asensio, Calzados Julián Infante, La China, Salchichería Extremeña, Sombrerería Iváñez, Óptica Cours, Nueva Sombrerería Acevedo, Farmacia J. Segura, Alpargatería Sogorb, Cortinas Orientales, Relojería y Óptica Corral o Armería Bernácer.

Foguera Plaza de Alfonso XII 1928. Solicitud de plantà (AMA. Expediente 1/28)

Pese a que, según consta en la prensa, sería la Banda de Música «La Lira» de Novelda la que acompañaría a la comisión durante los días centrales de esas primeras Fogueres, el citado documento, así como otros contenidos en el expediente 1/28 que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante (AMA), recogen la petición de la actuación de la Banda Municipal de Música frente al Palacio Consistorial, invocando la vecindad de este, las noches del 23 y 24 de junio, con «música de autores españoles y de aires regionales», conciertos que quedarían autorizados en sesión de la Comisión Municipal, según recoge también la página 1 del Diario El Luchador del día 9 de mayo.

En las páginas de la prensa local, también podían leerse las actividades que esta comisión llevaba a cabo tanto para financiarse como para promocionarse. De este modo, el Diario El Día del 24 de mayo, en su página 3, ya apuntaba maneras en el monumento de esta foguera:
La comisión de la Plaza de Alfonso XII, tiene un proyecto fantástico, proyecto que ignora todavía la comisión. Porque a tres señores componentes de la misma, se les ha dado la misión de idear algo grande. Y ya está ideado.
[...] ¿Qué sorpresa nos traerán? Hay quien dice que se trata de una composición de figuras, entre las cuales se ven personajes alicantinos muy populares. Pero seguramente nadie dará con la verdad. La verdad es que la hoguera de la Plaza de Alfonso XII será una cosa grande.
Promoción no les faltaba. Y entre las actividades recaudatorias, tal vez cabe destacar la que ocupó las páginas de este mismo diario los días 26 de mayo y 15 de junio:
Una comisión integrada por los elementos que organizan la hoguera de la Plaza de Alfonso XII, han visitado a la bella artista Juanita Saeta, que se encuentra descansando en la tierra de sus amores, para pedirle su cooperación en una velada que preparan al objeto de recaudar fondos para la hoguera del "barrio", que es precisamente el barrio de la artista.
Anoche se celebró en el Teatro Nuevo de la calle de Jorge Juan, la anunciada velada para la recaudación de fondos con destino a la "foguera" de la plaza de Alfonso XII, que va a ser una cosa original, a juzgar por los trabajos de la comisión y por lo que hemos oído decir.
[...] Apareció la bella canzonetista alicantina Juanita Saeta, entre una ovación del respetable, que no cesó de aplaudirla como se merece su arte y su belleza.
El tan publicitado proyecto a plantar frente a la fachada del Ayuntamiento, venía de la mano del artista valenciano vencedor en la reciente edición de las Fallas de Valencia, Carlos Cortina Beltrán, con la foguera titulada De Jauja a Jijona, aunque con menos frecuencia se puede encontrar en prensa el lema El tranvía de Jauja. La autorización de plantà no sería concedida hasta el 29 de mayo, fecha en la que se presentó el boceto y un documento complementario que explicaba que era «una alegoría sutilmente irónica acerca del proyectado tranvía Alicante-Jijona. No se ataca ni ridiculiza a la Autoridad ni se producen con ello molestias a nadie. Trátase sólo de evidenciar la conveniencia de que esa ansiada mejora tenga realidad práctica». Pero el caso es que los dos grandes ángeles que tiraban del tranvía, lo que le daban era un toque de ensueño frente a la cruda realidad, que era más previsible, como se puede leer al final de la explicación en el número especial de El Tio Cuc de Fogueres 1928: «Be fan de dir que els ensomits son les mentires mes grans». El escrito pedía expresamente que el boceto fuera devuelto a la comisión, razón que podría explicar, en este caso, que no se conserve junto con el expediente, pero lo cierto es que ninguno de los bocetos pertenecientes a este primer ejercicio foguerer ha llegado a nuestros días.

El artista valenciano Carlos Cortina en su taller fallero

La prensa se deshacía en elogios. El Diario El Día del 23 de junio, en su página 1, decía: «La de la plaza del "Achuntament", es una crítica del tan cacareado y en "perspectiva" tranvía de Jijona. Es una de las mejores "fogueres", y es cosa seria. No se ha omitido detalle y merecen sus organizadores un aplauso entusiasta». Y añadía el Diario El Luchador de ese mismo día, en su página 2: «tiene verdaderos aciertos de concepción y ejecución. Hay además del motivo principal, ingeniosas críticas que el artista desarrolla en los testeros. El tranvía, tirado por dos angelotes y las figuras de los jijonencos, muy bien acabado todo». Pero lo cierto es que solo obtendría el Sexto Premio, que no estaba remunerado, pese a que era la foguera que más solidez técnica poseía de todas las plantadas en esta primera edición festera, hasta el punto de que, en cierto modo, su robustez puso en evidencia la inexperiencia y fragilidad del resto de los monumentos presentados a concurso.

Foguera Plaza de Alfonso XII 1928, cara frontal (AMA. Archivo Eugenio Bañón)
Foguera Plaza de Alfonso XII 1928, cara posterior (AMA. Colección Senante-Lamaignere)

Cabe añadir que el artista había vencido en Valencia, en concreto en la Falla Plaza de Mariano Benlliure, con otro tranvía, en ese caso portado por una gigantesca libélula, con el lema De Valencia a Nova York en les ales d’un parot, además de que, el de la Foguera Plaza de Alfonso XII, fue uno de los tres tranvías que se plantarían en Alicante, entre ellos el vencedor de la Foguera Barrio de Benalúa, por lo que no es de extrañar que, según cuenta el escritor alicantino Ginés Alberola Botella, una falla valenciana de 1929 «se refirió a las Hogueras y sus organizadores, con el lema "Micos d'imitasió"», si bien esto nunca ha quedado comprobado.

Falla Plaza de Mariano Benlliure 1928, de Carlos Cortina.
Primer Premio de la Sección Especial (Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu)

Dado que todo parece indicar que no se publicó llibret alguno de esta foguera en 1928, puesto que ha sido imposible encontrar referencia alguna al mismo ni en bibliotecas, ni en bibliografías, ni en coleccionistas, la única reseña más o menos completa que nos ha llegado del significado e intención de esta primera foguera de este distrito, es la contenida en el citado semanario El Tio Cuc, y es, íntegramente, la siguiente:
—¿Qué no te alses, Frasquitet?
¡mira que es ya masa tart!
—Ha vengut a despertarme
cuant estava ensomiant.
—¿Qué ensomiaves, fill meu?
—¡Ay, mare, cosa molt gran!
Un ansómit com aquélls
del llibre del capitá.
¿Sen recorda, mare? Aquell
de la prinsesa encantá
que feren reina de Jauja,
y cuant la van coronar
y anava mes orgullosa
en la carrosa real,
va despertar del ensómit
y al tirarse els mans al cap,
en conte de la corona
se va trobar un cabás
y la carrosa de reina
era un carro derrangat.
—Sí que recorde, fill meu.
¿Y tú que has ensomiat?
—Yo he ensomiat que una empresa
de la corte celestial
havía fet un tranvía
desde Xixona a Alacant
 un tranvía molt bonico
tot del mateix material
de les caixes de torró.
—¿Y lo demés?
—Ya vorá.
Les rodes de torró de armela
mes dur que el ferro colat;
els travesañs de guirlache
y els tableros de devant
de torró de fruta y yema
y de meló confitat.
—¡Quina dolsor de tranvía!
—Calle, que no se ha acabat.
Com el coche era del Limbo,
de una empresa selestial,
no anava tirat per mules
ni per la electrisitat
ni aspentant; com van els autos
de sent sincuanta cavalls
cuan en mich la carretera
se para un cavall de tants;
el tranvía caminava
per la forsa anchelical;
forsa motris molt barata
que ni fá gasto de pá,
perque son els anchels bovos
els motors que fan marchar.
—¡Chesus, Maria y Chusep!
¡Fill meu que presiositat!
—Calle, mare, que en cá falta.
—¡Chico, si estic alevá!
—Falta dir, que el conductor,
era Job, tot arrugat,
en unes barbes mes llargues
que un drama de Echegaray;
y el pobret, segurament,
per tindre ya molta edad,
no podent tocar el pito
ni la campana tocar,
com fan en tots els tranvíes,
en el moment de arrancar,
una ocarina tocava
en pasensia y resignat.
—¿Y va aplegar el tranvía
a Xixona, al arremat?
—No aplegat, señora mare;
encara está caminant
y allá en Xixona el esperen
para no cansarse tant
chugant' al truc y a la brisca...
El ensomit ya acabat.
—Be fan de dir que els ensomits
son les mentires mes grans.

1929.Beneida siga la curiositat

A pesar del inesperado resultado, en cuanto al poco éxito obtenido, del primer monumento de la Foguera Plaza de Alfonso XII, la comisión, encabezada en el nuevo ejercicio foguerer por José Mataix, se las prometía felices. No en vano, se recibían cartas de apoyo, como un buen ejemplo es la suscrita por los comerciantes de la calle Mayor, en la que declaraban su satisfacción por la actuación de dicha comisión, «por cuya causa no están dispuestos en modo alguno a contribuir a otra foguera que no sea esta». Entre la multitud de sellos y firmas se pueden leer con claridad: La Isla de Cuba, Maison Dorée, Muebles La Competidora, Librería-Papelería M. Pastor, Modas El Capricho, Confitería y Repostería Manuel Torres, Administración de Loterías N.º 2, Peluquería de Señoras José Lillo, La Hispano-Alemana, Confecciones El Bebé, La Flor Mallorquina, Fotografía Casa Sánchez, Zapatería Rafael Fernández, Radiophono, Pañería y Satrería Miguel Donat, Yris, Unión Musical Española, Almacén de Curtidos A. Herrero, Panadería Bartolomé Serrano, Comestibles Soler Lillo, Farmacia Dr. Aguiló, Bar España y Turrones Sirvent Miralles.

Con este ánimo, firmaban la solicitud de plantà el nuevo presidente, su contador y su tesorero, Cándido Sánchez, el 4 de mayo, cuya autorización llegaría el 3 de junio. Pero la realidad fue bien distinta, y el propio tesorero era entrevistado el día 6 del mismo mes por el Diario El Luchador, explicando en su primera página que «hasta el momento se han recaudado unas siete mil pesetas; que han contratado a la Banda de Música "La Independiente" de Jijona para los días 22, 23 y 24; que actuará como charamitero el popular "Talento"; que los fuegos artificiales los confeccionará el pirotécnico Climent, de Tángel». Y continuaba más adelante el diario: «Por lo enumerado y por la recaudación obtenida, se pone de manifiesto que en conjunto, comerciantes y personas pudientes que en esas vías están establecidos o habitan, no se han mostrado muy rumbosos, pese a la comisión que ha sudado la gota gorda buscando pesetas».

Callejero del distrito. Llibret de la Foguera Plaza de Alfonso XII 1929 (AMA)

A todo esto, salía a la calle el llibret de la Foguera que, si bien todavía no reflejaba la composición de su comisión, sí registraba por vez primera la relación de calles y plazas que componían el distrito: «Carrers de Francos Rodríguez (actual tramo final de la calle Mayor), Altamira, San Fernando, Esplaná (hasta la Rambla), Postiguet (actualmente Juan Bautista Lafora), Gravina, Jorge Juan, Niágara, Bendicho, Marqués (Callizo del Marqués), Cervantes, Cruz de Malta, Santa Faz, Pasaje Amérigo, Padilla (hoy no existe, fue absorbida en la prolongación de la Rambla), Pórtico Ansaldo, San Telmo, Lonja Caballeros, Doctor Esquerdo (absorbida igualmente por la Rambla), Lafarga, Triunfo (hoy Alberola Romero) y Plases de Ramiro, Progreso (de la Santísima Faz) y Alfonso XII».

También incorporaba esta sencilla y escueta Llista de les festes:
Tots els dies Diana per una música y pasacalle de charamita y tambor y nanos.
A mich día traca y charamita, y pasacalle per la música.
A les cuatre, charamita y nanos.
De les 6 a les 8 y de les 10 a les 12, consert per la música.
Día 22, per la nit, traca.
Día 23, per la nit, castell.
Día 24, per la nit, traca, y solemne cremá de la Foguera.
Según explican prolijamente los firmantes de la citada solicitud, en la base de la foguera «irán en sus distintos lados asunto alusivo al proyecto de escalinata del Arrabal Roig. Subida al Castillo de Santa Bárbara y sustituyendo los pinos por higueras y las figuras estarán representadas con cierta picardía. El chalet de Mancha caricaturizando los vehículos antiguos destinados a la desinfección. El proyecto de reforma de la Plaza de Alfonso XII. [...] Sobre la misma se elevará una casa con doble escalera por la que descenderán empleados de la limpieza pública y vecinos transportando la basura, todo esto con el propósito de ridiculizar a aquellos vecinos que no quisieron secundar la gran y acertada iniciativa de nuestro alcalde para la recogida de basuras en los pisos. En los lados de la casa aparecerá una copia exacta de un camión de los dedicados al transporte de la basura con un muñeco que automáticamente tocará la campana». Terminaba la explicación de la foguera añadiendo que el conjunto lo completaba un buen número de lo que hoy calificaríamos como ninots de carrer, repartidos por toda la plaza.

Boceto de la Foguera Plaza de Alfonso XII 1929 (AMA. Expediente 6/29)
Foguera Plaza de Alfonso XII 1929, cara frontal (Archivo Gabriel Soler Benítez)
Foguera Plaza de Alfonso XII 1929, cara posterior (AMA. Colección Senante-Lamaignere)

A fin de cuentas, resultó ser un sencillo, que no modesto, monumento foguerer, fruto del ingenio de uno de los componentes de la tripleta vencedora de la edición 1928, el reconocido pintor nacido en Villajoyosa, José Marced Furió, que no pudo repetir galardón, pues la aludida falta de recursos tuvo su repercusión y no fue premiada, aunque el resultado plantado fuera discreto. Según el boceto de 63 x 47,5 cm, realizado en acuarela azul, que se conserva en el expediente 6/29 del AMA, se tituló Beneida siga la curiositat. La explicación completa, muy extensa, que consta en el llibret se divide en cuatro partes o escenas, y comienza así:
Representa esta foguera
un asunt de actualitat:
el camión de la brosa
en el moment culminant
de arreplegar de les cases
les flors de «tilo» y «asar»
que van a parar después
a la fábrica de «Gal»,
que entre Niñoles y Alandí
han establit en San Blay.
Terminada la explicación, a modo de despedida incluye unos pequeños versos que se repetirían en años sucesivos como una parte tradicional en las explicaciones de los llibrets: «Esta es la foguereta / de la plasa de la Mar. / Si en ella la Comisió / ha conseguit agradar / y mereix el beneplácito / del públic y del veinat, / quedará molt satisfeta / y els aplausos partirá / en Marced, el gran artista / que l'ha feta y l'ha plantá». Lógicamente, en años sucesivos, se retocaba el texto según el o los artistas que plantaran la foguera.

Autorretrato del pintor alicantino José Marced

Por último, curiosamente tras la despedida, añade la descripción de las «figures de foguera» que, como parte del monumento, estaban situadas en la calle Francos Rodríguez (actual tramo final de la calle Mayor) y Altamira, que representaban, respectivamente, al torero Cagancho y al Negre Lloma.


1930.6 añs, 4 mesos y 13 díes

La complicada economía generada por el infructuoso ejercicio foguerer 1929, conllevó un nuevo cambio en el timón de la comisión. Pero esta vez, la persona que tomaría las riendas del distrito de la Plaza de Alfonso XII en una situación tan difícil, cuando las dejara pocos años más tarde lo haría con la Foguera en lo más alto. José Romeu Zarandieta, que lo sería todo en un futuro en la Fiesta, ya que llegaría a la presidencia de la entonces recién constituida Comisión Gestora, era un industrial valenciano afincado en Alicante desde niño, persona afable muy ligada al mundo del espectáculo, vinculado estrechamente a la vida alicantina, llegando a ser concejal del Ayuntamiento, y festero hasta la médula, reunía todos los ingredientes necesarios para la difícil empresa de sacar a flote una foguera en tan delicadas condiciones.

Caricatura de José Romeu Zarandieta (Autor: Ricardo García López «K-Hito»)

Para poder llevar a cabo la recuperación de la comisión que recién presidía, tuvo que facturar a la misma importantes sacrificios, comenzando por el propio monumento, para el que contrató a dos artistas muy poco conocidos, para los que además fue su única obra, ya que no repitieron en el arte foguerer. Se trata de J. Corredor, cuya filiación no es conocida, en colaboración con el pintor alicantino José Mingot Cremades, que construyeron la foguera titulada 6 añs, 4 mesos y 13 díes, según consta en el boceto general en tinta sobre papel vegetal de 41,5 x 26,8 cm, firmado por Corredor, que se conserva en el expediente 4/30 del AMA junto con seis escenas de la base realizadas con la misma técnica, en soporte de pequeño tamaño, también firmadas por Corredor.

Boceto de la Foguera Plaza de Alfonso XII 1930 (AMA. Expediente 4/30)
Foguera Plaza de Alfonso XII 1930. Bocetos de las escenas del zócalo (AMA. Expediente 4/30)

En documento oficial con el emblema de la Foguera, consta la primera relación conocida de comisionados de la misma, con sus correspondientes domicilios y cargos: José Romeu, presidente; José Rodríguez, vicepresidente; José Aznar, tesorero; Manuel Navarro, contador; Juan Cours, secretario; los vocales Ezequiel Climent, Juan Climent, José Climent, José Sevila, Francisco Ivánez, Miguel Donat, Antonio Maciá, Eustasio Moreno, Francisco Iborra, Pedro Padilla, Enrique Romeu y Benito Beltrán; constando, por último, Enrique Garriga como asesor artístico.

Foguera Plaza de Alfonso XII 1930. Relación de comisionados (AMA. Expediente 4/30)

En cuanto al citado emblema y estandarte de la Foguera, estaba basado en el cartel que Lorenzo Aguirre hiciera para Alicante-Atracción en 1928, principal colaboradora de José María Py en la fundación de Les Fogueres, cartel que además serviría de portada al programa de mano, y que en la insignia de la Foguera quedaba enmarcado entre las columnas del pórtico del Ayuntamiento. Nos viene dada la noticia del mismo en la página 1 del Diario El Luchador del día 21 de junio:
Lorenzo Aguirre, que acertó, el primer año de hogueras en Alicante, componiendo un cartel mural admirable para anunciar el festejo, tuvo también el buen gusto de plasmar el mismo asunto, con la misma espléndida tonalidad, sobre una manta valenciana, para que sirviera de estandarte a la hoguera de la Plaza de Alfonso XII. Si para cartel era ya una consecución admirable de unos motivos perfumados de localismo, sobre ese trozo de manta que sirve de estandarte, es más acentuado su sabor regional y destaca más el espíritu que Aguirre quiso identificar con su obra.

Emblema de la Foguera Plaza de Alfonso XII
Autor: Lorenzo Aguirre, basado en su cartel de 1928
(AMA. Tomado de documentos del expediente 4/30)

A la vista de la notable respuesta a la gestión de la nueva directiva, esta decide mantener otro año la laureada Banda de Música «La Independiente» de Jijona, «dirigida por el notable profesor don Antonio Hernández Mira», incorporando algunos músicos más, y ampliar notablemente el programa de fiestas, según queda reflejado en el llibret del ejercicio, con actos fundamentalmente dirigidos al vecindario. En dicho programa, además de las consabidas despertàs «por la dulzaina y tamboril con disparo de morteretes», tracas y pasacalles, e independientemente de los actos oficiales que, por razones obvias, partían o se celebraban en la plaza de Alfonso XII, podemos encontrar actividades tales como: veladas musicales, conciertos y verbenas «al estilo de Madrid», concursos de peinados y mantones de Manila, festejos populares con cucañas y carreras de sacos, etc.; pero hubo otras que fueron especialmente señaladas, y se convirtieron en clásicas de este distrito.

A las ocho de la mañana, tras la despertà, se celebraba una Diana en la que se volvía a recorrer el barrio con la banda «acompañada de los enanos». Y es que José Romeu era propietario de una importante colección de cabezudos, que hacían las delicias de niños y mayores. Por otra parte, el día 23 de junio se celebraba una de las actividades más simpáticas, que venía así referida en el programa festero del distrito:
A las doce, llegada de la Banda exótica mora de Beni-Berás-Kanela (África Central). Se anunciará por medio de Bombas elevadoras explosivas la entrada por la bocana del Puerto, del buque que la conduce y el momento del desembarco en la Escalinata Regia, en donde la Comisión de la Foguera dará la bienvenida a los expedicionarios a cuyo frente vendrán prestigiosos moros Notables y entre ellos algún Sobresaliente, los cuales vestirán su típico traje de gran gala. Acto seguido se iniciará el desfile por todo el distrito durante el cual los mencionados moros Notables saludarán a la población en la forma típica y tradicional de su país o sea disparando incesantemente sus detonantes arcabuces.
Esta actividad, muy relacionada con los festejos de Moros y Cristianos, atuendos incluidos, que se convertiría en un clásico, se vería reforzada especialmente a partir del siguiente ejercicio con la contratación de una peculiar banda de música alcoyana, que llegó a hacerse muy famosa en nuestras fiestas. Y, por último, el día de San Juan, se procedía de diez a doce de la mañana al «reparto de limosnas a los pobres», lo que tenía lugar en la Plaza de Alfonso XII, junto a la foguera, igualmente amenizado por la banda.

Otros documentos contenidos en el expediente hacen mención a una solicitud, fechada 13 de junio, de instalación de postes para adornar con guirnaldas la verbena, en el tramo de la calle San Fernando comprendido entre las calles Cruz de Malta y Cervantes, así como un templete para la banda de música, que ocuparía parte de la acera del Ayuntamiento, comprometiéndose la comisión a reparar los desperfectos que se pudieran dar en ambos casos. Las autorizaciones llegarían en comunicación de Alcaldía fechada el 18 de junio.

Los «cabezudos» de José Romeu Zarandieta (AMA. Colección Francisco Sánchez)

Y en cuanto a la solicitud de plantà, fue firmada y presentada por el propio José Romeu mucho antes, el 22 de marzo de 1930, quedando autorizada el 8 de abril. Adjuntaba una memoria en dos partes, la primera de las cuales hace referencia a lo que representa el conjunto de la foguera: «En el centro una máquina apisonadora que lleva delante un mico, tiene debajo a una prensa y a una figura de mujer con el escudo de la Nación entre las manos. Esto se entenderá que la Prensa y la Constitución del 76, estuvieron debajo del poder de la Dictadura durante el periodo de permanencia de esta». Esta parte central del monumento, se rodeaba de escenas alusivas a la represión y castigo a políticos, la especulación de la peseta, la deuda contraída y los destierros impuestos. Y la segunda parte de la citada memoria detalla las pinturas del pedestal, con referencias similares, donde destacaba «una inscripción (28 de enero de 1930) con un sol saliendo por el horizonte, en cuyo centro figurará una piqueta demoledora. Esto es el día de fin de la Dictadura».

La primera censura de la que hay constancia en medios escritos se llevó a cabo en esta foguera, según se insinúa en el Diario de Alicante del 23 de junio, dada la referencia clara de la misma al desmoronamiento político del régimen de Primo de Rivera, en concreto en el ninot que aparecía en el boceto, ninot que tuvo que ser sustituido por un mono, ya que representaba al dictador mientras atropellaba a la Constitución. Obvio es decir que el lema 6 añs, 4 mesos y 13 díes, no era otra cosa que la duración de la entonces ya extinta dictadura del general Primo de Rivera.

Llibret de la Foguera Plaza de Alfonso XII 1930 (AMA)

Ferrándiz Torremocha, en sus comentarios habituales de los monumentos plantados que escribía para el Diario El Luchador, reflejaba lo siguiente en su edición del 21 de junio de 1930, página 3:
No son de condena por un crimen... Es el castigo que España sufrió por cobardía moral... y de la otra. Es el lapso de tiempo que nos avergonzó ante el mundo la Dictadura... Esa apisonadora, aplastó la Constitución, laminó a la Prensa, destrozó leyes, derechos y dignidades... Por eso está en quiebra la caja del Estado... En la balanza financiera, la peseta muerde el polvo y se eleva el áureo reflejo de la Libra... Cruzaron la frontera gentes de entero carácter y rubor en las mejillas...
Todo acaba, empero... Y la misma soberbia que elevara a esa Dictadura la hizo reventar de orgullo. Vedla ahí bajo tierra, grafiada en la cruz del no ser... Todo acabó; todo terminó, es verdad, hasta... lo que hay que tener para ser pueblos dignos y progresistas.

Foguera Plaza de Alfonso XII 1930 (Archivo Gabriel Soler Benítez)

Pero la explicación más completa de la foguera plantada en la Plaza de Alfonso XII en el ejercicio foguerer de 1930, que al final resultó ser un monumento muy digno para los medios con los que había contado, la recoge, como es habitual, el llibret de la comisión, firmada por El Tio Cuc, que no es ni más ni menos que la pluma de José Coloma Pellicer, director del popular semanario alicantino, y repetía la despedida final que ya hiciera en el ejemplar de 1929. Comienza explicando que «El tío Visent el Miñó / y el tío Sirilo Polsera, / mantinen conversasió / y donen la explicación / del asunt de esta foguera». Veamos, para terminar, qué decían del cuerpo central y los cuadros de las bases de la foguera, en un par de fragmentos:
Eixe rulo representa
aquell govern tan morral
que tan pronte pillá l'olla
del puchero nasional,
se va tirar al coleto
els millors trósos de carn,
y pa millor fer la seua,
suprimí les llibertats,
posá bosos als borregos
y después els va esquilar.
[...] Cuadro primer: Representa
el moment interesant
de espulgar als españols
y de deixarlos pelats.
Cuadro segón: Solemnisim
momento de fabricar
partidaris de la U. P.
per mich de mole y a estall.
Cuadro terser: Representa
el tren de Alcoy a Alacant
y la mina de villets
que algúns se van encontrar.
Cuadro cuart: Mes de chiner:
el sol de la llibertat
ardix en flames y mata
al govern dictatorial.

1931. El triunfo de les fogueres, o Cant a Alacant

La gestión del primer año de presidencia de José Romeu, a la sazón tesorero de la nueva Comisión Gestora, ya reconocida por el consistorio alicantino, había dado sus frutos. La ahora denominada Foguera Plaza de la República por el cambio de rotulación de dicha plaza, consecuencia obvia del nuevo régimen político, la II República Española, vivió en 1931 un año de transición que le llevaría al periodo más triunfal de su historia, de modo que hizo bueno el lema del monumento que se plantara este ejercicio frente al Ayuntamiento de nuestra ciudad, El triunfo de les fogueres, según se recoge en el expediente 11/31 del AMA.

Esto era razón suficiente para que fuera de todo punto innecesario retoque alguno en la junta directiva, en una comisión en la que, según el libro Registro de Socios que se conserva en el AMA, tan solo causaron baja los vocales Rafael Soler, José Esclapés, Teodoro R. Vidal y Pedro López. Una comisión que siguió trabajando en profundidad el programa de fiestas del distrito, consiguiendo captar no solo la colaboración y las aportaciones económicas de más vecinos y comerciantes, sino que también la atención de la prensa, que cada vez prestaba más espacios a la Foguera Plaza de la República.

Llibret de la Foguera Plaza de la República 1931 (Archivo Cristina López Moya)

Uno de los mayores aciertos fue la contratación de la Banda de Música «La Nueva Iris» de Alcoy, para amenizar los festejos del distrito, «dirigida por el eminente profesor D. José Carbonell», cuya particular modo de actuar y desfilar, ataviados de ropajes moriscos al más puro estilo de los Moros y Cristianos de su población de origen, reforzaba la apuesta que en este sentido ya iniciara la comisión el ejercicio anterior. Así, reforzado todo con la cada más vez frecuente presencia de la colección de cabezudos de José Romeu, se intensificaban las actividades populares: «carreras de sacos, burros, cucañas, juegos japoneses y gran chocolatá», se alternaban con veladas musicales y conciertos; consolidándose otros actos como el reparto de limosnas de la mañana del día 23 de junio, junto a la foguera.

Pero, sin lugar a dudas, y abundando en lo anterior en relación a la presencia de las fiestas alcoyanas, la atracción más esperada tendría lugar en la tarde del 22, con el «gran desembarco de los ejércitos morunos con su Banda "Beni-Beras-Moj-Ama", figurando al frente de dichas fuerzas varios notables Kaides y el santón de la Kabila de "Beni-Ma-Met-Kafe-Licó" recorriendo el distrito». Y el tema morisco todavía no terminaba ahí, pues en la noche del día siguiente se anunciaba un «grandioso castillo de fuegos artificiales por el afamado pirotécnico Baldomero Climent, de Tánger-marroquí», que en realidad era del Tángel alicantino.

Boceto de la Foguera Plaza de la República 1931 (AMA. Expediente 11/31)

Fue tal la presencia, un tanto ruidosa, eso sí, del ambiente moro en las calles alicantinas, que mereció estas líneas del Diario El Luchador, en su número del 23 de junio, segunda página:
El desembarco de la comparsa mora, contratada para la «foguera» de la plaza de la República, fue muy vistosa. El público admiró la marcialidad y la «guapesa» de los «infieles» y la belleza de las muchachas que con ellos venían. También se elogió la actuación de la banda de música, muy a tono con el momento.
...Y comenzó a correrse la pólvora, que no ha terminado; los moritos sueltos, esparcidos por la ciudad, armados de su arcabuz y de su cesta de municiones, soltaban trabucazos lo mismo dentro de un café, que en la Explanada durante el concierto, que a las tres y a las cuatro de la mañana en las calles.
Y a eso no hay derecho. ¡Moros, pero no tanto!
La solicitud de plantà de la foguera fue firmada y presentada por el tesorero de la comisión, José Aznar Hernández, fechada y autorizada el 30 de mayo de 1931. Como se puede comprobar en su expediente, contiene anexos un magnífico boceto en tinta y acuarela de 60 x 42,5 cm, y una extensa memoria descriptiva del monumento. El boceto tuvo que sufrir recientemente un intenso proceso de restauración, en concreto entre junio y agosto de 2000, a cargo de la técnico del Ayuntamiento responsable de la obra acometida sobre papel o pergamino, Gertrudis Gómez Martínez. Hoy está enmarcado y expuesto en una de las estancias del Archivo Municipal de Alicante.

El escultor Juan Esteve (arriba) y el pintor Francisco Muñoz (abajo).
Artistas alicantinos de fogueres

Para su ejecución, esta vez sí se pudo contratar a artistas de prestigio, como lo eran el escultor alicantino Juan Esteve García, que firmó la foguera con el también alicantino pintor Francisco Muñoz Gosálbez, único artista con el que colaboraría en su carrera foguerera, aparte de su hermano Gaspar, ambos muy queridos y apreciados por la familia festera. Llevaron adelante un interesante monumento, aunque todavía modesto, que titularon El triunfo de les fogueres, si bien en el llibret aparece como Cant a Alacant. Una foguera de sencilla factura, escasamente ornamentada, pero con unos ninots cargados de expresividad y una velada alusión y enaltecimiento al recién instaurado régimen republicano, en connotación con las bondades alicantinas. Recibiría el Quinto Premio, dotado con 250 pesetas, si bien el Diario El Luchador del día 23 de junio, en la mencionada segunda página, aclara que se trataba de un «Premio de Turismo, partido en dos iguales, para las fogueras de la Plaza de la República y para la de la Plaza del Puente». No obstante, era un triunfo después de lo ocurrido en las dos ediciones anteriores de la Fiesta, y anticipaba éxitos mayores.

Foguera Plaza de la República 1931 (AMA)

La mencionada memoria de esta foguera, en la que continúa leyendo en el sello de caucho «Foguera San Chuan * Plasa Achuntament * Alacant», dice íntegramente:
La diosa Alicante, gentil y hermosa no pudiendo por menos de sentir los impulsos del entusiasmo por su típica y tradicional fiesta de les Fogueres de San Chuan, no titubea de lanzar sus pasos por el mundo entero enarbolando en su mano izquierda la heroica bandera de Alicante y con la derecha su trompa de la fama la que hace sonar con toda la fuerza de sus pulmones como anuncio y augurio de la magnificencia y grandiosidad de tan populares fogueres a cuyo llamamiento acuden con verdadero entusiasmo las provincias de España, admirando con verdadero júbilo la entrada triunfal de las fogueres que envuelta entre las nubes que cubren Alicante, asoma vertiginosamente una cuadriga en cuya figura que los dirige no sólo empuña las bridas de sus briosos caballos sino que en su expuesta y peligrosa carrera, lleva sobre la otra mano la llama de su antorcha con que prender las diversas fogueras que en distintas calles de Alicante se levantan con motivo de su tradicional fiesta, cuyo éxito se transmiten por telégrafo y cuyas noticias recoge la Prensa mundial, al igual se hace referencia de las principales vistas de la población que rica en luz y alegre por naturaleza, sin olvidar la riqueza y gusto arquitectónico de sus edificios, se pretende que Alicante figure en lugar preeminente, que es afán y deseo de todo buen Alicantino.
No faltó la personal visión de Ferrándiz Torremocha, en su habitual sección del Diario El Luchador del día 22 de junio, en su página sexta:
La Fama, sonando su vibrante corneta, y de pie sobre la esfera del mundo, lanza a los cuatro vientos la hermosura de Alicante, las excelencias de su clima, las estampas magníficas de sus paisajes y la espectacular fiesta de les fogueres, que, para hermosear más a Alicante, la enjoyelan de auridiscentes reflejos y tonalidades rojas de triunfo.
Por esos trompetazos de la Fama acuden a esta capital gentes de todos los países que, en esta hoguera, se representan por ese grupo que sube hacia esa región gloriosa por donde galopa esa cuádriga romana, y en cuyo carro va el espíritu de les fogueres, al aire la antorcha síntesis de nuestra fiesta.
Otras alegorías completan la fisonomía de esta foguera, fuertemente alicantinista y de admirable significado.
Y en cuanto a la explicación completa que consta en el llibret de la Foguera, que se sigue de la despedida ya habitual, sus versos juegan permanentemente con un doble sentido, combinando las bondades del nuevo régimen con las de nuestra ciudad, en una ambigüedad constante. 
Va davant fent llum la Gloria,
que ve en oberta carrera
de la cuádriga ilusoria
enganchá a cada foguera,
per a asaltar la victoria.
Avansa sense parar;
no hiá obstácul ni perill
que no puga dominar,
bolant alt, sobre el espill
transparent de nostre mar.

1932.Cuatre coses de Alacant

Claras las líneas de actuación, la comisión de la Foguera Plaza de la República repite íntegramente su composición, tanto en directiva como en vocalía. La evolución del distrito lleva a este colectivo a poder optar a lo más alto, gracias a los excelentes resultados de captación de vecindario y de entidades colaboradoras, merced a la magnífica actividad desarrollada en los dos últimos años, en un enclave tan emblemático de Alicante, que también facilitó las cosas de cara a conseguir una importante publicidad en la prensa. Llegó la hora de apostar fuerte, y la Foguera lo hace contratando al flamante vencedor de la edición 1931 de Les Fogueres, Gastón Castelló Bravo, amigo personal de Romeu Zarandieta, que estaba creciendo exponencialmente en arte y en fama, no precisaba presentación alguna y era sinónimo de éxito asegurado. No había alicantino que no hubiera oído hablar de él, que no conociera sus fogueres, su pintura, su sencillez, su humildad, la coherencia entre persona y obra y, sobre todo, su bondad, su fama de hombre bueno.

Llibret de la Foguera Plaza de la República 1932 (AMA)

Pero volvamos a las actividades festeras de esta floreciente comisión, siempre de la mano de la ya famosa Banda de Música «La Nueva Iris» de Alcoy y de los cabezudos de Romeu Zarandieta, con sus juegos populares, verbenas y conciertos, sin olvidar el reparto de limosnas y la ya esperada «gran entrada de los ejércitos morunos con su Banda "Beni-Beras-Moj-Ama", figurando al frente de dichas fuerzas varios notables Kaides y el santón de la Kábila de "Beni-Pe-Pet-Ro-Chet" recorriendo el distrito», así como la pirotecnia de «"Bal-Do-Mero-Ment-Cli" de Tánger marroquí».

Lo que comenzó siendo una simpática actividad de la comisión dentro de su calendario de festejos, se había convertido en un acto de referencia en los días centrales de Fogueres. La prensa ya no se conformaba con sencillas reseñas, y así, el Diario El Luchador del 23 de junio de 1932, publicaba en primera página la columna «Desfile de una cabalgata»:
La comisión de la «foguera» del Achuntament», organizó ayer tarde una vistosa cabalgata que con su reina mora y demás elementos decorativos recorrió el distrito, entre la admiración de las gentes. Formaba en la cabalgata y era parte principal de ella la banda Nueva Iris de Alcoy que con sus trajes típicos de moro, prestó gran fuerza al festejo.
Ayer tarde a las siete, esta Comisión de la foguera de la Plaza de la República, obsequió a sus vecinos y al público en general, con un bonito y típico número de fiesta, que fue de solaz esparcimiento para todos los que la presenciaron.
Este número, titulado, «Gran entrada de los Ejércitos Morunos», hizo las delicias de grandes y chicos con sus típicas danzas, llenas de gracia y originalidad. Comenzando por sus Escuadras, de formación irreprochable, y terminando por el último de sus componentes todo contribuyó para anotarse una vez más, esta magnífica y simpática Banda, una nota inmejorable, en el haber de su Historial.
Su director don José Carbonell, trabajador incansable, compuso ya tiempo, dos números, llenos de ritmo y matiz verdaderamente moruno, titulados «Els moros riense» y «Lloiuse Morets», que fueron interpretados magistralmente por la Banda, oyendo a su paso por las calles del Distrito, entusiastas y calurosas ovaciones.
Iban a la cabeza la Escuadra de Guerrilleros que vestían bonitos trajes, a continuación, bellísimas señoritas ataviadas con preciosos y ricos trajes de moras, acto seguido, las calabazas y cajas chinas, cerrando la marcha la Banda, que tantos triunfos ha alcanzado en poco tiempo en nuestra querida Terreta.
Incluso en el Ayuntamiento de Alicante, se otorgaría una distinción a esta banda de música, tal como refiere el citado diario en su edición del día de San Juan:
Esta mañana en el Ayuntamiento, el señor Alcalde en nombre de la Comisión de la «Foguera del Achuntament» y de la ciudad entera, ha colocado una corbata a la bandera de la banda de música «Nueva Iris» de Alcoy, que ameniza los festejos de aquel distrito.
En el acto que ha sido cordialísimo, el señor Carbonell ha pronunciado unas efusivas palabras de cordialidad, para los alcoyanos, pidiendo que es necesario que todos los pueblos se sientan alicantinos cuando visiten la capital, puesto que todos hermanos hemos de estar en nuestra casa allá donde nos encontremos en terreno de la provincia.
Se han cruzado saludos y vivas para Alicante y para Alcoy.
El público ha ovacionado constantemente y con entusiasmo al alcalde y a los músicos alcoyanos.
El 8 de junio de 1932, la solicitud de plantà firmada en esa fecha por José Aznar Hernández, tesorero de la comisión, se presentaba en el Registro, pasando a informe de la Comisión de Fomento al día siguiente, que la autorizaría el 10 de junio. Se acompañaba de un vasto boceto en tinta sobre papel vegetal, de 46,4 x 61,8 cm, así como una descripción de las cuatro caras del monumento. Ambos documentos se conservan en el expediente 19/32 del AMA. Cuatre coses de Alacant, mediría 8 x 8 m de base y otros 8 m de altura, y conquistaría el Segundo Premio, dotado con 600 pesetas, siendo una de las obras que mejor reflejan la estética gastoniana.

Boceto de la Foguera Plaza de la República 1932 (AMA. Expediente 19/32)

Sin duda, durante el periodo de 1931 a 1936 tuvo lugar la mejor etapa creativa de la dilatada carrera como artesano de fogueres de Gastón Castelló, coincidiendo con la revitalización ciudadana y cultural que tuvo lugar con la II República. De 1932 a 1936 plantaría ininterrumpidamente en este distrito. Es entonces cuando nace el tan traído y llevado «Estilo Alicantino», que adquirió con él una personalidad fácilmente identificable, y al que se adhirieron la mayoría de creadores del momento. Además de lanzar unas pautas artísticas básicas, como la utilización de volúmenes en disposición simétrica sobre podios, la estilización de figuras y el uso de formas geométricas en disposición vertical y semicircular, las obras realizadas esos cinco años significaron el éxito de una estética artesana que comenzaba a arraigar en el gusto popular, donde destacaba el tratamiento plano de figuras y superficies, y donde la simplificación de formas y diseños, y la repetición de motivos y figuras, contrastaban con la extraordinaria monumentalidad del conjunto. Se distinguían por su mayor frescura creativa y compositiva, tal vez por el hecho de haber sido fruto de una reflexión estética minuciosa. Aquellos monumentos, sencillos pero a su vez solemnes y conmovedores, estuvieron siempre al acecho de la modernidad y la vanguardia, como es buen ejemplo que, gracias a la colaboración de su padre, mecánico de profesión, incorporaran movimiento, juegos de luces y sombras, y otros efectos.

En la memoria entregada conjuntamente con la solicitud de plantà, explicaba José Aznar que cada cara de la foguera la ocupaba una estación del año:
«Primavera» [...] Una figura que sostiene una guirnalda de flores y en la parte baja de ella, una figura tocando el violón que representa a Alicante y detrás de ella, tres ninfas con sus trompetas de la fama que anuncian las bondades del clima de Alicante.
«Verano» [...] Una parte de la explanada con un arco de bombillas y dentro de esta superficie hay una higuera a la que hay subido un hombre. Bajo de esta parte hay una barca con varias personas en su interior. Esta barca representa «els forasters aburrits» que se marchan a otras playas a veranear.
«Otoño» [...] Se representa la Plaza de la República una vez derrumbados los porches o sea el proyecto del arquitecto de Alcoy y que se publicó en varios periódicos de la localidad. Bajo de esta vista, hay una dama durmiendo y en sueños ve como el tren de Obras del puerto se lleva todas las casas de los porches desde la Plaza de la República a la mar. Este tren es de movimiento.
«Invierno» [...] Dos figuras una mirando el cartel mural de las fiestas de Enero y otra (un extranjero) mirando el termómetro y este está extrañado de ver la temperatura. En el centro tres figuras abanicándose y que representan los tres días de fiestas.
Cabe destacar que, la cara rotulada en la foguera como «Otoño», contenía la muestra del mencionado movimiento, habitual en las obras de Gastón, en este caso en forma de un pequeño tren accionado por energía eléctrica, que circulaba sin parar y que era el que se llevaba los porches antiguos de la plaza de la República para tirarlos al mar. Y no solo eso, sino que además echaba abundante humo, gracias a una mezcla química igualmente ideada por el padre de Gastón.

Las cuatro caras de la Foguera Plaza de la República 1932:
«Primavera» (Archivo Miguel Castelló Villena),
«Verano» (Archivo Armando Parodi),
«Otoño» (Archivo Familia Collía) e
«Invierno» (Archivo Gabriel Soler Benítez)

La explicación completa, bastante extensa, la encontramos de nuevo escrita por José Coloma Pellicer en el llibret de la Foguera, dividida en cinco partes, una introducción y las cuatro estaciones, más la clásica despedida. Este es el fragmento inicial, que sitúa al espectador en el contexto del significado del monumento:
La foguera se titula
«Cuatre coses de Alacant»;
pero son tantes les coses
bones y males que hay,
que pa ferse la foguera
tan sols cuatre en han triat
per a posarles en solfa,
sense intensió, clar está,
de disgustar a ningú;
sols se fa per despertar
l'esperit alicantí
dels que ocupen puestos alts
que dormen mes que el alcheps,
y dormen tan desansiats,
que no els desperten ni a tirs
serenos ni vichilants.
El inchénit del artista
en molt asert ha lograt
unir el art en la sátira,
y les coses de Alacant
presenta maravelloses
en un simbólic enllás
en les cuatre alegories
de les estasións del añ.


La Foguera de la «Plasa del Achuntament» (2.ª parte)

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1933. El mon de les imperfecsións

La siempre popularmente conocida como Foguera de la «Plasa del Achuntament» había alcanzado la principal meta que su comisión se había marcado: estar en la élite. El siguiente paso era mantenerse en ella y conseguir sentar unas bases firmes para optar al premio máximo. Con esa filosofía, el presidente José Romeu hizo un único retoque en su junta directiva, incorporando, según consta en el Registro de Socios que se conserva en el AMA, a Ezequiel Climent como vicesecretario, pues el trabajo burocrático y organizativo crecía y el secretario Juan Cours no podía abarcarlo todo.

Llibret de la Foguera Plaza de la República 1933 (AMA)

Por otra parte, creada en este ejercicio la figura del «Foguerer Machor», la comisión tuvo el honor de contar como su primer cargo así denominado a Luis Pérez Bueno, abogado y escritor y conferenciante sobre temas artísticos, que fuera alcalde de Alicante en 1909, y una de cuyas principales aportaciones fue la coordinación de una exposición de pinturas en el Ateneo de nuestra ciudad, cuyos beneficios fueron a repercutir directamente en la Foguera. También era elegida la primera bellesa del distrito, figura creada en el ejercicio pasado sin que las candidatas estuvieran ese primer año adscritas a comisión alguna, cargo que recayó en la señorita Isabel Martínez.

Bellesa 1933 de la Foguera Plaza de la República.
Srta. Isabel Martínez (AMA. Llibret 1933)

La principal novedad en este ejercicio foguerer de 1933 la encontramos en la aparición de la primera barraca del distrito, igualmente presidida por Romeu Zarandieta, bautizada Peña «Alicántara», de estética morisca, como no podía ser de otra manera, cuyo piso superior serviría a la Foguera como templete para la música. Esta denominación aparecería en prensa y otras pubicaciones con multitud de variantes, «Ali-Cántara», «Ali-Kantara», «Aly-Kantara», «Alikántara»... pero la que aparece oficialmente en su expediente es «Alicántara», y así nos referiremos a ella. Luego la conoceremos con más detalle.

La programación festera apenas sufrió cambio alguno por ello, manteniendo como estrellas la Banda de Música «La Nueva Iris» de Alcoy y los cabezudos de Romeu, reincidiendo y reinventando ese «gran desfile de los ejércitos morunos con su banda "Beni-Mamet-Pepet", figurando al frente de dichas fuerzas notables Kaides y el Santón de la kábila de "Beni-Mamet-Pepet-Rochet", desfilando por las calles de Jorge Juan, Plaza República, Pórtico Ansaldo, Mayor, Plaza Constitución, Altamira y Plaza República». Y no olvidemos que el ambiente festero en la plaza y otros enclaves del distrito se veía incrementado con la celebración de actos oficiales que partían o transcurrían por él, y que este ejercicio, además, se potenciaba con diversas celebraciones deportivas que también afectaban por cercanía a la plaza de la República.

En la información contenida en el expediente 15/33 del AMA, consta como lema del monumento foguerer, una nueva genialidad de Gastón Castelló Bravo, El mon de les imperfecsións, que repetiría galardón alcanzando el Segundo Premio, en concreto de la Categoría A, ya que este año se calificaban por vez primera los monumentos en función de su coste, premio dotado con 750 pesetas. Una memoria descriptiva, así como una foto autorizada de 17 x 12 cm de un boceto en tinta, acompañan la solicitud de plantà que José Romeu firmaba el 30 de mayo de 1933, y que quedaría autorizada con fecha 5 de junio.

Foguera Plaza de la República 1933. Fotografía autorizada del boceto (AMA. Expediente 15/33)

En el Diario El Luchador del 24 de junio de 1932, Gastón ya anunciaba sus intenciones para con esta foguera: «Estoy dispuesto el año que viene, si es que hago alguna foguera, a que se me deje en libertad para hacer algo que no guarde ninguna relación con la ciudad». Dicho y hecho, la foguera de 1933 plasmaba la supremacía de los fuertes sobre los débiles, empezando por los insectos hasta llegar al hombre, que no duda en matar a sus semejantes. La descripción de la foguera, que no recoge dimensiones de la misma, sí explica sucintamente las tres caras de que constaría:
En la primera se observa un habitante de un planeta superior que viene a visitar la tierra, y Miss Universo le acompaña diciéndole: «El único ser perfecto de la creación es el hombre. Mirad cómo se yergue orgulloso sobre el resto de la creación. Ved qué lucha tan injusta, los seres fuertes sin piedad devoran a los débiles».
En la segunda fachada, pasan por un lugar donde los insectos se devoran unos a otros, y el habitante exótico dice que las luchas en el bajo suelo tienen el mismo dolor que en las altas esferas. Últimamente se dirige donde está el hombre y ve que también mata a seres que nada pueden hacer contra él para después devorarlos y además emplea procedimientos terribles para matar a sus semejantes.
Entonces el extraño ser se dirige al hombre que está erguido sobre todo y le dice: «Baja de ahí pretencioso, que tú eres peor que todos».
Pero, a tenor de lo que el citado diario publicara en la página 1 de la edición del 24 de junio de 1933, no parece que este giro temático agradara del todo al respetable:
Bien que haya alcanzado este sello ornamental que alcanzó a darle Gastón Castelló, creando escuela personal; bien que se le de a la «foguera» este matiz de finura, de elegancia, que va adquiriendo, que adquirió ya en gran parte —tal la premiada en primer lugar, tal la de la Plaza de la República—, aunque consideremos que se alejen un poco de la inteligencia rudimentaria del buen pueblo. Se nos dirá y estamos conformes con ello, que así se educará la sensibilidad popular que pronto alcanzará estas sutilezas creadas por Gastón y por sus discípulos. Pero no debemos generalizar demasiado; también es conveniente que la «foguera» no pierda totalmente su carácter de sátira del pueblo rudimentaria y fácil.
[...] Las comisiones no deben dejar al artista que imagine el asunto, porque de ahí el mal de que se repita mucho una misma crítica. Es el vecindario quien debe elegir el asunto a satirizar encargando al artista que lo interprete.
Foguera Plaza de la República 1933 (Archivo Familia Collía)
Foguera Plaza de la República 1933 (AMA. Colección Frías Peraza)

Se trataba de una composición tendente a la horizontalidad, de planta triangular, que intercalaba simétricamente elementos geométricos, con reiteración en el remate de una figura atlética característica y peculiar. Contenía, mediante iluminación indirecta nocturna, unos atractivos efectos de luces y sombras que sentaron precedente entre los artistas de su época. A esta foguera pertenecen unos relieves escultóricos muy recordados, en forma de tres figuras de pensadores repetidas, situadas directamente debajo del enigmático gigante de las tres caras del remate, que sujetaba el cartel «Yo soy más que todos», y que Gastón moldeó tomando como modelo al famoso atleta alicantino, uno de los fundadores del Club Atlético Montemar, Ángel «Nano» Albert, hermano de un inseparable amigo del artista, el maestro cartelista Manuel Albert. De hecho, en una fotografía realizada en el taller de Gastón, donde este se inspiraba en aquel, escribió el artista en el dorso de la foto: «Me he inspirado un poco en el arte "Azteca" (México) que siempre adornan la cabeza y hacen los hombros anchos, enormes, pecho corto y cuadrado, cintura muy estrecha».

Foguera Plaza de la República 1933. Gastón Castelló trabajando el remate de la foguera.
El modelo es el atleta alicantino Ángel Albert González (Archivo Familia Albert)

Sería el último año que sus fogueres tendrían movimiento, pues este mismo año 1934 falleció su padre, alma máter de sus mecanismos, y Gastón comentaba al respecto: «Desde esta fecha mis figuras se quedaron estáticas como un profundo homenaje a su memoria».

La explicación completa, que aparece en el llibret de la Foguera Plaza de la República 1933, bastante extensa como venía siendo habitual, está firmada con el irónico seudónimo de «Batiste Cama y Pebrella. Picapedrer versaor», que probablemente lleve detrás al habitual Juan Coloma, director de El Tio Cuc. Constaba de un preámbulo y tres partes, una por cada cara del monumento, con un comentario final. Veamos un significativo fragmento del preámbulo:
Desarrolla en la Foguera 
en tots els seus pormenors, 
un tema molt filosófic
tal, com les imperfecsións 
de tots els sers de la Terra, 
desde que este mon es mon.
(De aixó ya fa un rato llar
y encara está sense adob).
Tres parts formen la Foguera
en la seua descripsió
y les tres son espresives,
a cual d'elles la millor;
y contemplant el conchunt,
es un esclat de color
que desllumbra y que cautiva...
¡Qué gran artista es Gastón!
En cuanto a la recién constituida Barraca Peña «Alicántara», su también presidente José Romeu solicitaba la plantà el mismo día 30 de mayo que lo hiciera para la Foguera del distrito, en concreto en la antigua ubicación del templete para la música que instalaba la misma, «en la acera del Ayuntamiento en la parte comprendida entre la esquina del primer pórtico hasta la jamba derecha de la primera puerta».

Los cuarenta miembros que formaron esta comisión, financiaron la construcción de una portada a modo de casa estilo árabe de medidas considerables, 12 x 4 m de base y 4 m de altura, cuyo autor desconocemos, y de la que en el expediente 16/33 del AMA se conserva una foto autorizada del boceto de 13,6 x 9,5 cm, foto que se repite en los de los sucesivos ejercicios, catalogados B-4/35 y B-3/36, con lo que se deduce que dicha portada no era quemada sino desmontada.

Barraca Peña Alicántara 1933. Fotografía autorizada del boceto (AMA. Expediente 16/33)

Y los nuevos barraquers, por lo que parece, tenían prisa en ver montada su primera portada, y así lo advierte el Diario El Luchador del día 21 de junio, en su primera página:
Los animosos componentes de la peña «Ali-kantara» que han construido un magnífico templete —barraca árabe— en la Plaza de la República, la dejaron ya plantada anoche y la inauguraron aunque de una manera extraoficial, pero la inauguraron. La obra es artísticamente magnífica, de buen gusto, de un agradable conjunto, de un depurado estilo; rica y suntuosa, de una nota de arte muy de agradecer. Hay que felicitar por ello a los simpáticos componentes de «Ali-kantara», si bien esta felicitación ha de ir empañada con una breve y cariñosa censura. Han debido contener su entusiasmo y no inaugurarla hasta esta noche: no han debido plantarla —no ha debido consentirse— sobre la acera del Ayuntamiento, ya que además de interrumpir el tránsito por la acera, cubre una buena parte de la fachada del Palacio Municipal, unos de los pocos monumentos artísticos que podemos ofrecer a la admiración de los forasteros. Enfrente, bajo el local de la Audiencia, hubiera lucido acaso mejor, no interrumpiría el tránsito, y no taparía la magnífica fachada del Palacio Consistorial.
Barraca Peña Alicántara 1933 (Archivo Gonzalo García Ballesteros)

Por último, un documento anexo a la solicitud de plantà pormenorizaba su estructura con sumo detalle:
Esta casa está compuesta de piso bajo, y los altos son destinados a templete para la actuación de la Banda de Música de la citada foguera.
[...] Está construida de la siguiente forma, ocho puntales de madera pino tea, de 22 x 20 centímetros, sujetos en la parte superior por unos largueros de 3 x 9 ensamblados con espigas y tornillos tuerca formando todo ello un solo cuerpo, sobre el que descansan 25 viguetas de madera de 3 x 9 sujetas con 100 ángulos de hierro forjado de 70 x 8 m/m con tirafondos y pasadores tuerca y piso formado de madera machihembrada de una pulgada. En uno de los ángulos se eleva un alminar.
[...] Para la instalación de esta casa en el sitio indicado, han de hacerse ocho cajetines de 60 centímetros de profundidad de 22 x 20 centímetros en la acera.
Obvio es decir que el permiso de plantà condicionaba la misma al compromiso de reparación de los desperfectos que se pudieran dar, por parte de la comisión.


1934.História d’un tros de la província

Para mantener y estabilizar la Foguera en la élite, el presidente Romeu, en un ejercicio en que tendría que compaginar su nuevo cargo como vicepresidente de la Comisión Gestora, seguiría contando en su comisión con el mismo equipo, con las únicas salvedades de la incorporación de Luigi Corno como vocal, y el nombramiento de José Climent como «Cremaor». Josefina Dols sería elegida Bellesa de la Foguera Plaza de la República 1934, Luis Pérez Bueno continuaría como «Foguerer Machor», y sería nombrado «Foguerer de Honor» el célebre compositor Francisco Alonso López, cuya presencia los días centrales de Fogueres en Alicante conllevaría un auténtico revuelo.

Relación de comisionados y cargos de honor.
Llibret de la Foguera Plaza de la República 1934 (AMA)
Bellesa 1934 de la Foguera Plaza de la República.
Srta. Josefina Dols (AMA. Llibret 1934)
El maestro Francisco Alonso López.
Foguerer de Honor de la Foguera Plaza de la República

Este nombramiento provocaría varios actos multitudinarios de homenaje a la figura del maestro Alonso, fuera y dentro de la comisión que lo acogió. Pero lo más interesante fue su aportación al todavía exiguo bagaje musical de la Fiesta. José Romeu recibía una carta mecanografiada del músico desde Madrid, fechada el 21 de mayo de 1934, cuyo contenido habla por sí mismo:
Muy Sr. Mío:
Es en mi poder su atta. carta que me envía como Presidente de la Comisión de la Foguera de la Plaza de la República, confirmándome en acuerdo de esa Comisión al nombrarme Foguerer de Honor, por cuya atención quedo sumamente agradecido, esperando sirvan las presentes líneas como testimonio de gratitud, al mismo tiempo que acepto complacido el nombramiento que en mí recae con motivo de las próximas fiestas de les Fogueres, a cuya brillantez quiero aportar mi modesta cooperación, a tal efecto escribiré un pasodoble titulado "La Festa del Poble".
Con este motivo me es grato enviarle un cordial saludo, que ruego haga extensivo a los demás miembros de esa Foguera, y quedar suyo atto. s. s. q. e. s. m.

Carta fechada en mayo de 1934, del maestro Francisco Alonso a José Roméu,
en la que se compromete a componer el pasodoble «La Festa del Poble»,
en agradecimiento a su nombramiento como cargo de honor (Archivo Juan Román Sirvent)

No son necesarios más comentarios. Durante Fogueres 1934, La Festa del Poble fue estrenada oficialmente interpretada por la Sociedad «Unión Musical» de Bigastro, bajo la dirección de Francisco Murcia, y marcaría el ritmo de los desfiles que hiciera la comisión de la Foguera Plaza de la República, con su popular Banda de Música «La Nueva Iris» de Alcoy, por las calles de su distrito, cuyo ya famoso atuendo, además, encajaba a la perfección con este pasodoble morisco, ya que la percusión de sus primeros compases sugiere la música tradicional de las fiestas alcoyanas. Rápidamente se convirtió en un clásico del todavía incipiente pero creciente patrimonio musical de Les Fogueres de Sant Joan.

A la ya clásica presencia de esta banda de música, que una vez más fue motivo de noticia en las páginas del Diario El Luchador, en concreto el 22 de junio, con el título «Breve historial de la Nueva del Iris», se unió la Barraca Peña «Alicántara» y la creación de la comisión infantil de la Foguera, que contó con su propio monumento, cuyo detalle analizaremos más tarde. Esa especial atención de la prensa hacia la banda musical alcoyana, radica sobre todo en el hecho de que esta acompañara a la Comisión Gestora, de la que no olvidemos que era vicepresidente José Romeu, en la visita oficial festera del Ayuntamiento de Alicante a Orán, en el mes de mayo.

El programa de fiestas apenas sufrió variaciones, siendo lo más significativo el hecho de que, en la velada musical del día de San Juan, la banda fuera «dirigida por el eminente compositor Don Francisco Alonso, Foguerer de Honor de esta Foguera, ejecutando piezas de su vasto repertorio, tocándose como final el pasodoble que exprofesamente ha compuesto y dedicado a esta Foguera titulado "La Festa del Poble"». Al parecer, el maestro fue cogido por sorpresa para la ocasión, o al menos eso parece indicar el comentario del citado diario del día 25 de junio:
Del mismo Hotel Victoria, donde se hospeda, fue raptado el maestro Alonso por la Comisión de Foguera de la Plaza de la República, al frente de la banda «Nueva Iris», y entre ovaciones del público que acogía con cariño el paso de la comitiva, se trasladaron a la barraca Ali-cantara de dicha Comisión, donde se le entregó a1 maestro Alonso e1 título de Foguerer d'Honor. No hubo brindis, sino mucha alegría y unas copitas de champaña, que hacen más fuerte la unión entre el maestro y su comisión.

Foguera Plaza de la República 1934.
Fotografía autorizada del boceto (AMA. Expediente 7/34)

Conforme a la documentación conservada en el expediente 7/34 del AMA, José Romeu firmaba el 24 de mayo de 1934 la solicitud de plantà que, trasladada por Alcaldía el día 26 a la Comisión de Fomento, quedó autorizada por esta el día 28. La foguera, una nueva obra de arte del maestro Gastón Castelló, contaría con unas dimensiones de 8 x 7 m de base y unos respetables 12,5 m de altura, y se tituló História d’un tros de la província. Probablemente fuera la mejor foguera del ejercicio, y no sin polémica quedaría sin el reconocimiento de años anteriores, alcanzando sólo el Quinto Premio de Categoría A, dotado por la Compañía de Tranvías con 400 pesetas.

Foguera Plaza de la República 1934. Gastón Castelló trabajando el remate de la foguera
(AMA. Colección Francisco Sánchez)

La polémica vino promovida por la prensa, a raíz de la concesión de los dos primeros premios a los monumentos de las comisiones de Madrid y de Orán. A la vista de la documentación gráfica que se dispone y de las críticas en los rotativos alicantinos, parece que fueron adjudicaciones más políticas que otra cosa, probablemente en un afán de quedar bien y agradar a las comisiones foráneas, ya que ni la foguera de Madrid, que si bien tenía considerables dimensiones era rectilínea exceso y con poco modelado, ni la de Orán, que no pasó de ser una discreta aportación del propio Gastón Castelló, superaban a otros monumentos que, sin embargo, quedaron relegados a premios menores, como fue el caso del de Plaza de la República, pues resultó uno de los diseños más monumentales de Gastón, que combinaba una doble perspectiva a través de una planta cuadrada, con el juego de superficies rectas y curvas, coronadas por destacadas figuras y estilizados relieves. Algunos de sus más atractivos elementos escultóricos llevaban un sello que los años harían inconfundible, el de un joven artista que comenzaba a trabajar en el taller de Gastón Castelló: Ramón Marco Marco.

Foguera Plaza de la República 1934 (AMA. Colección Francisco Sánchez)

Se conserva un boceto frontal y posterior, de 87 x 63,3 cm en tinta y acuarela, así como un segundo con escenas, de 63,3 x 87 cm, y una foto autorizada de 8,3 x 3,2 cm. Y se completa la documentación con una memoria descriptiva de las cuatro fachadas que componen el monumento, en el que volvía a los temas locales después de las críticas vertidas por la prensa por la temática del año anterior, si bien en este caso relacionados con la provincia, y en concreto con la comunicación entre la capital y Alcoy:
Primera.- En la parte alta hay una figura representando la Provincia de Alicante con una tabla en las manos que dice «Existo desde 1833» y bajo de esta figura otras tres representando la Agricultura, Industria y Comercio diciendo que están aquí viviendo riquísimas.
Se dijo en 1833 que si todos los pueblos que la formaban se unían surgiría una Provincia de fantástico porvenir.
Segunda.- Y había una ciudad industrial muy importante, Alcoy. Y otra comercial por excelencia, Alicante. Y se pensó construir un ferrocarril que las uniese para prosperidad de la Provincia.
Tercera.- Y desde hace más de cincuenta años comenzaron a hacerse proyectos que jamás se realizaron. Y la desunión provincial era cada vez más notoria y por fin en 1926 se aprobó un proyecto.
Cuarta.- Comenzaron las obras y después de realizarse grandes esfuerzos y fantásticos gastos se dijo que el trazado era absurdo y quedó todo abandonado.
Y por el momento se perdió toda esperanza de unión.
Y ahora se habla de hacer otras cosas: Autopista? Ferrocarril?
Y como Alicante y Alcoy no creen en nada, han preparado dos sillas para esperar sentadas.

Barraca Peña Alicántara -izquierda- y Foguera Plaza de la República 1934
(Archivo Gonzalo García Ballesteros)

Como es preceptivo, la explicación completa, de notable extensión, bajo el título «Película sonora», consta en el galardonado llibret de la Foguera, obra de José Coloma una vez más, que obtuvo el Tercer Premio de Llibret de Foguera (Diario El Luchador, 21 de junio, página 2), y el Tercer Premio de Lo Rat Penat (Diario El Luchador, 25 de junio, página 2), la histórica sociedad cultural valenciana, dedicada a la promoción, defensa, enseñanza y difusión de la lengua y cultura valencianas, que le concedió este premio por la utilización de un valenciano mucho más correcto del habitual en Alicante, consecuencia de la aprobación, el 21 de diciembre de 1932, de la denominadas Normes Ortogràfiques de Castelló. Consta de un prólogo y cuatro partes, una por cara, estas bajo el epígrafe común «L'argument de l'artiste». El citado prólogo situaba perfectamente al espectador en el asunto de la foguera, como son buena muestra estos dos fragmentos:
Diu la història que conserva
el pare Lluc francescà,
que'l mil vuit-cents trenta-tres,
Alacant fon separat
del gran Reine de València,
i es va quedar Alacant
desemparat i assoletes, 
com l'orfe que es veu privat
de l'acoloc de la mare 
i el carinyo dels germans.
[...] I heus ací que el gran artiste,
que assumpte anava buscant
per a fer esta foguera,
en aquell fet va trobat
fonament per a inspirar-se,
puix fonament i molt gran 
és tot quant ens diu la Història
des de que fon separat
Alacant de l'antic reine, 
la província es va formar
i les mil vicissituts 
sufrides durant cent anys
buscant comunicacions
amb els pobles importants.
Por último, el expediente I-12/34 del AMA recoge la documentación del primer ejercicio festero de la Foguera Infantil Plaza de la República, recién constituida. Su comisión plantaría el monumento infantil titulado Caramelomanía, del que se conserva el boceto de  lo que parece ser una de sus escenas, de 21,8 x 21 cm, en tinta, conjuntamente con la solicitud de plantà dirigida al presidente de la Comisión Gestora, firmada sin fecha por Rafael Yváñez Santonja, en calidad de presidente infantil, y que consta directamente aprobada por Alcaldía. Sin embargo, existe otro documento de la Comisión de Fomento que la aprueba el 19 de junio de 1934.

Foguera Infantil Plaza de la República 1934.
Boceto de lo que parece ser una de sus escenas (AMA. Expediente I-12/34)

La solicitud hace, además, las veces de memoria descriptiva de la foguera:
Representa varias escenas a que dan lugar, los grupos de curiosos y desocupados, que por esas calles se arremolinan alrededor de esos más o menos artísticos carritos, en los que, se trata de endulzar a fuerza de caramelos la contrariedad de los que no son favorecidos, por la pícara suerte, en las al parecer inofensivas ruletas.
[...] Presenta una mujer, que con el deseo natural de probar fortuna se juega el dinero que lleva para la compra, con lo que, como es lógico, se evita de llevarla a cabo; en otra escena se muestran los resultados de estos excesos, que distan de ser tan dulces como la causa que lo produce; en otra se alude, a que esta verdadera monomanía se halla tan extendida, que ha trascendido a la estratosfera; y por último, se presenta a un matrimonio que sacude de sus bolsillos los últimos céntimos para sacrificarlos en este dulce vicio callejero. La parte alta, trata de reproducir lo que vemos todos los días por esas calles queriendo demostrar, que no todos son curiosos y que cada cual va a lo suyo.
Una foguera infantil que se evidenciaba bastante «adulta».


1935.Estíus antics y moderns, o Distracciones veraniegas antiguas y modernas

Entendiendo que lo sucedido con el «reparto» de los premios de Fogueres 1934 no debía afectar a la buena marcha de la comisión, José Romeu inicia un año más el ejercicio festero como presidente de la misma, según el libro de Registro de Socios que se conserva en el AMA, pero con algunos cambios: se incorporaba como vicepresidente Francisco Ayela, quedando José Rodríguez como vocal, condición que también adquiría Fabián Reig. Pero Romeu sería nombrado presidente de la Comisión Gestora y, aunque la normativa vigente en la época permitía que coexistiera tal cargo con el de presidente de la comisión, en un ejercicio de responsabilidad decide declinar a favor de Francisco Ayela Antón la dirección de la misma, recuperando José Rodríguez la vicepresidencia y pasando Romeu a la vicesecretaría, desplazando de esta a Ezequiel Climent.

Llibret de la Foguera Plaza de la República 1935. Portada de Gastón Castelló (AMA)

Aunque en apariencia es llamativa la asunción de la presidencia por un recién llegado a la comisión, Francisco Ayela no era precisamente un desconocido en la Fiesta. Ayela fue uno de los presidentes de foguera en el año fundacional de 1928, en concreto de la comisión del distrito que se vino a denominar «Alfonso el Sabio, San Vicente, Barrio San Fernando y adyacentes», erróneamente identificada con la actual Foguera Mercado Central, como demostré en el capítulo correspondiente de mi libro Alicante. Arte y Fuego, permaneciendo desde el siguiente ejercicio foguerer ligado a la comisión de Calderón de la Barca. Romeu y Ayela habían entablado amistad prácticamente desde la fundación de la Fiesta, razón por la cual, a sabiendas de su inminente llegada a la presidencia de la Gestora, Romeu contó con él para relevarle en la Foguera Plaza de la República.

Permanecerían en sus correspondientes cargos de honor tanto Luis Pérez Bueno como el maestro Francisco Alonso, aunque este ya no tendría la presencia que tuvo el año anterior en los días centrales de la Fiesta, y sería elegida Bellesa 1935 la señorita Carmen Villacieros Zaragoza. La Banda «La Nueva Iris» de Alcoy permaneció fiel a su fama y su arte un año más, amenizando una programación festera sin apenas modificaciones dignas de mención.

Bellesa 1935 de la Foguera Plaza de la República.
Srta. Carmen Villacieros Zaragoza (AMA. Llibret 1935)

Sí mantuvo Romeu la presidencia de la Barraca Peña «Alicántara», presentado su solicitud de plantà, según el expediente B-4/35 del AMA, el día 6 de junio, quedando autorizada por el Alcalde el día 8. No hay constancia de que plantara la Foguera Infantil.

Pero, lógicamente, fue Francisco Ayela quien firmaría la solicitud de plantà el 6 de junio de 1935, que sería de inmediato autorizada por el Alcalde, completándose la documentación del expediente 7/35 con una memoria descriptiva, una foto autorizada del boceto frontal en acuarela, de 12,8 x 18 cm, y otra del boceto en tinta y lápiz de la proyección posterior lateral izquierda, de 8,8 x 12,1 cm. Otra excepcional obra de Gastón Castelló, que le valió a la Foguera el tan anhelado honor de conseguir el Primer Premio de la Categoría A. Estíus antics y moderns, según consta en el expediente, o también Distracciones veraniegas antiguas y modernas, tal como aparece en el boceto, midió los nada despreciables 16 x 11 m de base y 13,5 m de altura, que lució majestuosa frente a la fachada principal de nuestro Ayuntamiento.

Foguera Plaza de la República 1935.
Fotografías autorizadas de los bocetos de ambas caras (AMA. Expediente 7/35)

Y los reconocimientos se multiplicaron. Como ejemplo, cabe destacar la reseña del Diario El Luchador del 25 de junio, en su segunda página, bajo el epígrafe «Los premios particulares»:
Han sido varias las entidades y organismos que han concedido premios para «les fogueres» a su juicio han estado más en consonancia con los fines que estas sociedades se proponen cumplir.
No nos ha sido posible hasta el presente momento realizar de ellos una escrupulosa recopilación, pero sí podemos decir que los del Ateneo, Peña Los Gorilas, y sociedad valenciana «Tot o Res» han sido concedidos a la de la Plaza de la República, cuyo autor es el renombrado Gastón Castelló.
«Ya va resultando un poco pesado hablar en las fogueres del barro, del clima, del polvo y de la luz», declaraba Gastón Castelló en el llibret. También añadía: «Mis hogueras no son todo lo modernas que yo quisiera. Crean ustedes que si no me modernizo más es por temor al público. No obstante, cada año presento las cosas un poco más avanzadas, a modo de ensayo, hasta llegar a hacer algo totalmente a mi gusto. El año pasado, el público me admitió y encontró de su agrado aquellas figuras estiradas, de cuello largo y ojos oblicuos que yo expresé con algún recelo. Así es que ya tengo una dificultad vencida para seguir mi camino de innovación». Con ello, la foguera 1935 sería una síntesis de ambas intenciones de Gastón, hechas realidad. La memoria anexa a la solicitud de plantà lo explicaba someramente de este modo:
La Foguera representa una calle de Alicante antiguo en la cual se celebran danzas que la gente observa con gran complacencia.
En el lado opuesto representa un coro de Alicantinos pidiendo a la Diosa Inspiración restaurar el espectáculo de danzas Alicantinas como se realizaban en el siglo XIX.
Otro de los lados representa la escalera del puerto que está situada enfrente de la Aduana y en ella están sentadas varias forasteras y forasteros que están contemplando el espectáculo único en el mundo de ver ponerse el sol.
En otro de los lados representa una gran piscina donde la gente se divierte.

Foguera Plaza de la República 1935. Gastón Castelló trabajando una escena de la foguera
(AMA. Colección Francisco Sánchez)

El monumento disponía un conjunto simétrico, con la parte principal que reproducía una escena costumbrista en una calle del Alicante antiguo, de gran fidelidad, con diversos ninots típicamente realizados con líneas planas y esquemáticas, de la que Gastón destacaba especialmente la gama cromática aplicada. Llamaba la atención, en la parte posterior, un grupo de alicantinos que adoraban desnudos a la «diosa de la inspiración», en forma de amazona sobre el «caballo de la fantasía», una de sus figuras más bellas y conocidas del artista, que además quedaría reproducida mediante un dibujo suyo en la portada del llibret.

Sorprendentemente extensa fue la explicación que había publicado el citado diario, en la tercera página de su edición del 21 de junio, en referencia al día de la Plantà:
Hemos visitado la «foguera» que en la plaza de la República se alzará mañana, majestuosamente.
Su creador, el afamado artista Gastón Castelló, pretende hallar con fino humorismo un remedio al tedio que se apodera de nuestros veraneantes y que hace que faltos de atracciones no tardan en abandonarla, en busca de otros fugares, que aunque no reúnan las bellezas de «nostra terreta» se les ofrezca con más atractivos. Cuatro facetas presenta la «foguera».
Una de ellas representa una calle del Alicante antiguo. Estamos en 1800, los veraneantes acuden en busca de fiestas típicas, de sabor local.
Al fondo tres casas de un estilo barroco captadas por la imaginación de Castelló e inspiradas en algunas, que aún vemos resistir bravamente al tiempo, por nuestras calles.
Hemos olvidado decir que nos hallamos en la calle de la «Costera».
Varios veraneantes en los balcones y otros en la calle rodean a cuatro bailarinas que ejecutan danzas alicantinas, que por su belleza y armonía se han hecho famosas en toda España, quedando admirados de los bellos pasos de baile que ágiles trenzan con sus pies.
Los forasteros acuden atraídos por estas fiestas tan típicas y rebosantes de sabor local, hastiados de las modernas distracciones que hacen furor en las capitales donde residen.
Siguiendo la misma crítica otra faceta nos presenta la escalinata del Puente situada frente a la Aduana, que es el sitio de reunión, estamos ya en la época actual, de los forasteros que cansados «de las distracciones» toman asiento en las escalinatas, admirando la «bella puesta de Sol» que anuncia al programa, hasta que desesperados de la 2.ª parte del programa que ofrece concierto tras concierto, marchan a sus lares para no regresar nunca más. La dos restantes facetas, presentan un coro de desnudistas que de rodillas elevan sus preces a la diosa de la Inspiración, para que les dé un remedio que acabe con el tedio que se apodera de todos por falta de distracciones.
La diosa, complacida, les hace mirar el pasado y les dice resuciten las danzas y festejos típicos alicantinos con lo que podrán hallar la panacea a sus males. Por último nos presenta Castelló su Alicante dotado de todos los adelantos modernos convertida en una bella capital en que las diversiones de tipo modernista, ruletas, campos de atracción, carreras de caballos etc., se suceden con las típicas danzas, etc.
Una transformación radical operada en Alicante.

Foguera Plaza de la República 1935, cara frontal
(AMA. Colección Francisco Sánchez)
Foguera Plaza de la República 1935, cara posterior
(AMA. Foto Sánchez. Archivo Miguel Castelló Villena)

La explicación, muy extensa y detallada, que hacía el llibret de la Foguera, y que la titulaba «Comedia en tres actes i un cor», aparecía firmada con el caricaturesco seudónimo «Mateu Gatillo de Pistola (Sereno retirat)», que probablemente escondería a José Coloma, como en ejercicios anteriores. Constaba de cinco extensas partes, en las que jugaba con la idea de que el propio artista leexplicaba la foguera, tituladas «Abans d'alsarse el teló / pósen vostès atenció», «Relació i explicación / de l'artiste Castelló», «Acabat este tracte / escomensa el segon acte» / «Lo que canta algúns matins / el cor dels alacantins» y «Después de fer punt i apart / mos explica l'acte cuart», finalizando con «Así acaba la funsió / que m'ha explicat Castelló». Rescatemos este fragmento:
Tres cases són les que es veuen
i les tres formen mansana;
la del mig és la millor
com demostra la faxada
del més pur estil barroc,
i en ella viu alloxada
una familia molt rica
de la regió castellana,
que atraguda per les festes
estiuenques (i no es guasa),
han vingut, i en Alacant
passen una temporada.
Ara están en el balcó, 
mirant com passa la dansa, 
tota la sagrá familia...
A la esquerra está Mariana
la filla gran, i al costat,
en trage de mitja gala,
don Sisenando, el papá,
al seu costat la mitjana
i a la dreta está el nebot,
el fill de l'atra germana.

1936.Folklóre de la provincia d'Alacant

Aunque José Romeu dejaría la presidencia de la Comisión Gestora, a la que volvería en condición de vicepresidente casi toda la década de los 40, y de presidente en 1947 y 1954, prefirió que la de la Foguera Plaza de la República permaneciera en manos de Francisco Ayela, dado los excelentes resultados obtenidos en su gestión del ejercicio foguerer de 1935. Permanecerían igualmente en sus cargos honoríficos tanto Luis Pérez Bueno como el maestro Alonso, y sería Bellesa 1936 la señorita María Pérez Aracil.

Bellesa 1936 de la Foguera Plaza de la República
Srta. María Pérez Aracil
(AMA. Revista «Rosas y Perlas» 1936)

Plantaría un año más la Barraca Peña «Alicántara», cuya documentación se conserva en el expediente B-3/36, ostentando de nuevo su presidencia Romeu Zarandieta, que solicitaba permiso de plantà el 5 de junio de 1936, obteniéndolo tres días después del Negociado de Gobernación. También hay constancia, según expediente I-5/36 del AMA, de que Luis Rioja Fernándezfue responsable de la construcción de la Foguera Infantil Plaza de la República, sin lema conocido, un pequeño monumento foguerer de 1 x 1 m de base y 1 m de altura que plantaría frente a su domicilio, el número 11 de la entonces denominada plaza de la Baronesa de Satrústegui, actual Paseíto de Ramiro. Su solicitud de plantà está firmada por el propio Luis Rioja, y se acompaña de un boceto de 22 x 30 cm realizado con lápices de colores, así como una nota de autorización del presidente de la Foguera, fechada el 11 de junio.

Llibret de la Foguera Plaza de la República 1936. Portada de Gastón Castelló
(Archivo Cristina López Moya)

La fiesta empezó pronto este ejercicio, pues en el expediente 9/36 del AMA ya consta un documento por el que podemos saber que, al poco de iniciarse, se llevaba a cabo «una Verbena-Tómbola en los jardines de la Plaza de Ramiro» organizada por la Foguera Plaza de la República el 31 de agosto de 1935, a las diez de la noche.

La solicitud de plantà del 5 de junio de 1936 la firma Ayela, y es aprobada por el Negociado de Gobernación el día 8. Se presentó adjunta una breve memoria de las cuatro caras de la foguera, y un juego de bocetos en acuarela de los que se conservan fotos autorizadas de los correspondientes a las caras frontal y posterior, de 11,4 x 14,6 cm.

Foguera Plaza de la República 1936
Fotografías autorizadas de los bocetos de ambas caras
(AMA. Expediente 9/36)

La nueva obra de Gastón Castelló conseguiría el Tercer Premio de Categoría A, con el título Folklore de la provincia de Alicante, que contaba con unos magníficos efectos de luz para ensalzar las principales fiestas de nuestra provincia. En esta foguera, Gastón iniciaba una nueva tendencia artística, que desarrollaría en la década de los cuarenta, al abandonar en gran medida la dependencia del vanguardismo y volver a las figuras naturalistas. Constaba de cuatro escenas o partes, cada una de las cuales se dedicaba a un tema específico: una a las fiestas de Moros y Cristianos, otra a Les Pastoretes de Callosa de Ensarriá, cuyo dibujo original de Gastón ocuparía la portada del llibret, la tercera a Les Danses dels Rollets de Aguas de Busot y, por último, la cara principal a la «Bajada del Ángel» del Misteri d'Elx, que quedaba enmarcado en el pórtico de una iglesia. Gastón Castelló no copiaría los trazos arquitectónicos de Santa María de Elche, sino que situó a los personajes del Misteri ante un fondo más próximo al de la época en que se escribió el Consueta, por ello elige un estilo románico, sobrio y bello. Realizaría las esculturas del pórtico siguiendo las normas: «ocho esculturas apostólicas sobre estiradas columnas mostrábanse a los lados del ábside central que medía 14 metros de altura», y que iba decorado con pinturas al fresco. Ante todo este conjunto, la «magrana» con el ángel descendía hasta el catafalco donde estaba la Virgen, enfrente de San Juan, y en la parte baja tres apóstoles subían por una rampa. El frontal principal, uno de los más bellos de toda su obra, contrastaba con el resto de la foguera, de indudable menor repercusión, y que se estructuraba en base a tres bastidores simétricos en sus laterales.

Foguera Plaza de la República 1936. Detalle del frontal en el taller de Gastón Castelló
(AMA. Colección Francisco Sánchez)

En la página 3 del llibret, Gastón explica su concepción de la foguera:
En nuestra «foguera» de este año he recogido las manifestaciones más importantes de nuestro folklore.
«Les danses dels rollets» y «Les Pastoretes» las he expresado solamente con dos pinturas, en cambio he dado todo el valor al «Misteri d'Elch» y a «Moros y Cristians».
«El Misteri d'Elch» es la mejor y más valiosa muestra del folklore provincial y como tal está tratado en nuestra «foguera», por lo tanto no debe ser apreciado desde el punto de vista religioso sino como una fiesta más. Siete años llevo construyendo «fogueras» y bien patente queda de siempre mi aversión a toda exhibición política ni tendenciosa de ningún género. Jamás he ridiculizado a personas determinadas, ni he combatido idea alguna y, este año, como los anteriores, no he cambiado de opinión.
Los «Moros y Cristians» los he tratado humorísticamente y la acción la he situado, no en Alcoy, donde se celebran estas fiestas con gran lujo y seriedad, sino en un pequeño pueblo, puede ser Biar, Benillup, o cualquier otra villa humilde.
Cuanto más pequeño es el pueblo, más graciosos son los personajes de la fiesta, más largas las barbas de crepé, más chillones los colores de sus trajes y más relucientes las sedas.
He visto hace muy poco tiempo, en un villorrio donde estos festejos son tradicionales, el capitán de los moros con unos magníficos pantalones de seda rojo pimiento, y una espléndida capa de tela de cortina.
Y todas estas cosas de tanto sabor son las que he tratado de recoger para que sea conocido y divulgado por tierras extrañas.
La memoria de la foguera describía algunos detalles más, como que en su cara frontal se representa la «portada de una Iglesia del techo de la misma pende una granada abierta dentro de la cual va un niño que simula va cantando, y bajo de éste otro niño vestido de Virgen que está orando por motivo del milagro que está viendo, igualmente les ocurre a tres personajes que están subiendo por la rampa que claman al cielo por el milagro. En la parte superior del edificio y dándole vueltas a un molinete se ven dos hombres dando a entender con ello que se hace esta bajada del Ángel». A continuación, al igual que lo hace en el llibret, la memoria justifica esta escena religiosa, pues ya el autor intuía que podría ser criticada o tachada de reaccionaria. Y qué razón tuvo.

Foguera Plaza de la República 1936, caras frontal y posterior
(AMA. Fotos Sánchez. Archivo Miguel Castelló Villena)

Dicha representación, situada en medio de la plaza de la República, no era la más apropiada en la situación política que atravesaba el país, a un mes del comienzo de la trágica contienda nacional, y ya cuando se presentó el boceto corrió el rumor de que su foguera era de propaganda religiosa y de derechas. A Gastón se le trató de «pandorgo» y se le llegó a amenazar con quemar la foguera antes y con él dentro. Comentaba el artista: «habladurías me llenaron de pensar y de preocupaciones, provocándome penosos insomnios. En una de aquellas noches interminables recordé que en 1931 el Gobierno de la República declaró Monumento Nacional al Misterio de Elche. Ni corto ni perezoso trasladé a varias pancartas fragmentos del decreto [...] terminaba con las firmas de D. Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República y D. Marcelino Domingo como Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Al leer el Decreto, la reacción del público fue favorable, convenciéndose de que no había en la foguera intencionalidad alguna, política y religiosa».

La explicación completa contenida en el llibret de la Foguera, de gran extensión, estaba firmada en esta ocasión por el reconocido republicano ilicitano Eleuterio Meseguer Martínez, y constaba de tantas partes como fiestas trataba, titulándolas con el nombre de las mismas, más una quinta, «Nostre tipisme no deu morir», que dice:
Alacant te moltes festes,
molt típiques, molt honestes,
pero de totes l'eixemple
verdader i de bon temple
es la Festa d'Elch qu'aguanta
desde el mil trecens setanta. 
Per aixó nostre folklore
deu brotar com tendra flor.
La Provincia d'Alacant
te un tipisme molt chagant
i si en l'espill de la Festa 
o el Misteri d'Elch —honesta
nota de la tradicció—
se mira, la perfecció
pot anar al Mon cantant:
¡Lo millor es Alacant!

A poco menos de un mes de finalizar el ejercicio foguerer 1936, llegó la fractura nacional, en la que Alicante saldría especialmente afectada por su clara tendencia republicana, lo que trajo una estricta censura en todas las facetas del arte, siendo además gran parte de los artistas perseguidos y confinados, como el caso concreto de Gastón Castelló, conllevando la inevitable y lógica interrupción de Les Fogueres.

La Foguera de la «Plasa del Achuntament» perdería para siempre este apelativo popular para tomar el de la fecha del Alzamiento Nacional hasta que llegara la democracia. Romeu Zarandieta volvería a la presidencia de la Foguera durante un largo periodo, y plantarían en el distrito prácticamente todos los grandes artistas de fogueres que iban surgiendo con el devenir de los años, incluso Gastón Castelló en varias ocasiones, pero jamás se alcanzaría el esplendor festero de los años de la II República, ni se lograría tan clamoroso éxito, salvo casos puntuales, el último de los cuales llegaría en 1980, con el magnífico monumento titulado Búsqueda, de Pedro Soriano Moll, curiosamente uno de los pocos años en los que el distrito tomaría la denominación de Foguera Plaza del Ayuntamiento, y el mismo año en el que se le otorgaría a Gastón el título de «Hijo Predilecto» de la ciudad.

Aunque la Foguera había gozado de cierta oficialidad desde los años 50, coexistiendo una comisión con la intervención institucional, especialmente en materia económica, no fue hasta llegado 1985 cuando quedara definitivamente denominada Foguera Oficial de la Ciudad, disolviéndose la comisión. Pero esa es otra historia...


BIBLIOGRAFÍA
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  • MEDINA RAMOS, Agustín y LINARES ALBERT, Santiago, Gastón Castelló y las Hogueras de San Juan, Alicante, Patronato Municipal de Cultura, 2002.
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  • ——, «La Festa del Poble del Maestro Alonso», en el blog La Foguera de Tabarca, Alicante, 2012. http://lafogueradetabarca.blogspot.com.es/2012/05/la-festa-del-poble-del-maestro-alonso.html
  • SEBASTIÁ GARCÍA, Francisco Javier, Las Hogueras de San Juan (1928-1987), Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1988.
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  • VV.AA., Relasió y explicasió de la Foguera de la Plasa del Achuntament (actualment Plasa de la República) «El triunfo de les fogueres», Alicante, Modernas Gráficas Gutenberg, 1931.
  • VV.AA., Relasió y explicasió de la Foguera de la Plasa del Achuntament (actualment Plasa de la República) «Cuatre coses d'Alacant», Alicante, Imprenta García, 1932.
  • VV.AA., Relasió y explicasió de la Foguera de la Plasa del Achuntament (actualment Plasa de la República) «El mon de les imperfecsións», Alicante, Imprenta García, 1933.
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  • VV.AA., Foguera de la Plaza de la República, Alicante, Imprenta García, 1935.
  • VV.AA., Foguera de la Plaza de la República, Alicante, Imprenta García, 1936.

Encuentros tabarquinos

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El pasado mes de marzo de 2014, publicaba en este blog el artículo El concepto de «tabarquinidad», a raíz de la publicación en la prensa alicantina de la noticia del inicio de las gestiones encaminadas a conseguir de la UNESCO la declaración de la «tabarquinidad» como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Para ilustrar tanto la noticia como el vocablo, reproduje a continuación el artículo de 2010 del Instituto Universitario de Restauración de Patrimonio de la Universidad Politécnica de Valencia, titulado Fundaciones Tabarkinas: Tabarka, Carloforte y Nueva Tabarca.

Pero, lo cierto, es que la historia de la redescubierta y nuevamente tratada «tabarquinidad» data de décadas atrás. Sin ir demasiado lejos, en mayo de 2008 se llevó a cabo en la tunecina Tabarka el coloquio internacional «De Tabarka à Tabarka, quatre étapes méditerranéennes», cuyas Actas constituyeron la obra publicada en 2011 con el título De Tabarka (Tunisie) aux "nouvelles" Tabarka: Carloforte, Calasetta, Nueva Tabarca. Histoire, Environnement, Préservation, bajo la dirección de Philippe Gourdin y Monique Longerstay, con la participación de autorizadas firmas tunecinas, italianas, españolas y francesas, que le dieron una visión mucho más completa y cosmopolita al citado concepto de la «tabarquinidad». Una obra digna de ser consultada por toda aquella persona interesada en conocer la verdad histórica del periplo tabarquino, cuya riqueza le hace acreedora a la pretendida declaración de la UNESCO.


Pues bien, recientemente, en mi hemeroteca he dado con un artículo escrito en febrero de 1997 por José María Perea, en las páginas del Diario Información, en el que recrea la celebración, en 1988, del 250 Aniversario de la fundación de Carloforte. Esta efemérides dio lugar a otro de esos encuentros de las que el periodista bautiza como las «tres Tabarcas», en el que intervinieron profesores de las universidades de Cagliari, Génova, Roma y Túnez. Recordando el artículo a su vez que, desde junio de 1975, la homenajeada ciudad sarda y nuestro ciudad de Alicante, quedaban hermanadas. Por cierto que el artículo venía a cuento por el anuncio del Patronato de Turismo de la idea de realizar un nuevo encuentro histórico y cultural de esas «tres Tabarcas» del Mediterráneo.

Es decir, el histórico asunto de la «tabarquinidad» no es cosa de hace unos meses, es fruto de un pasado común que, fundamentalmente, en los últimos cuarenta años, va acercando las costas de estos territorios insulares multinacionales y, a buen seguro, gracias al intenso e inmenso trabajo que se está realizando desde todos y cada uno de los países implicados, magníficamente coordinados por Monique Longerstay, dará sus frutos en un futuro próximo, convirtiendo este singular periplo histórico en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Los caminos del exilio (Philippe Gourdin)

Este es el artículo íntegro de José María Perea en el Diario Información del 8 de febrero de 1997, en su página 12, al que hacía alusión, integrado en la sección sabatina de «Paseos por la memoria»:


El anuncio estos días por el Patronato Provincial de Turismo de la idea de realizar un encuentro histórico y cultural entre las «tres Tabarca» del Mediterráneo me trae a la memoria proyectos similares realizados o pendientes de ejecutar. A finales de mayo de 1988 se celebró un encuentro de estas características en Carloforte, la ciudad de la Isola di S. Pietro hermanada con la Tabarca alicantina desde el verano de 1975.Con motivo del V Centenario del título de ciudad de Alicante no se pudo repetir el encuentro, aunque una representación oficial de la isla de Cerdeña asistió a los actos centrales de aquella conmemoración.

Carloforte celebró en 1988 el 250 aniversario de su fundación un 17 de abril de 1738, treinta y dos años antes de la llegada a nuestra isla Plana de los primeros cristianos rescatados de su cautiverio en Argel.

El origen de ambas poblaciones es idéntico. Carlo Emanuele III, llamado «el forte», rey de Cerdeña repobló la isla de San Pietro, situada cerca del cabo Teulada, frente a la costa suroeste sarda, con cautivos de origen ligur procedentes del peñón fortificado de Tabarka, en la costa de Túnez. Una colonia de genoveses implantados en esa zona del Norte de África desde mediados del siglo XIV, dedicados primero a la pesca del coral y después al comercio en general. Con el declive de la pesca y del comercio, más el hostigamiento de los árabes, aquellos tabarquinos abandonan el peñón unido al continente africano por un tómbolo arenoso y los primeros se asientan en San Pietro. En 1741 la Tabarka tunecina es destruida y son capturados sus pobladores, integrantes de la administración civil y de la milicia, y trasladados a Argel, desde donde serían rescatados en 1768, previo pago de una suma económica, y trasladados a la ciudad de Alicante por nuestro Carlos III, donde tras efectuarse la matrícula de todas las familias serían conducidos a Nueva Tabarca para repoblar la isla y servir como avanzadilla militar frente a los ataques de los piratas procedentes de la costa africana.

La Tabarca italiana, Carloforte, es una isla grande, con más de seis mil habitantes
y pequeñas colinas verdes (Fuente: Diario Información)

Ambas repoblaciones, la de Carloforte y la de la Tabarca alicantina, tuvieron orígenes y fines comunes. Las poblaciones conservan valores arqueológicos, históricos, monumentales y culturales comunes, como tuve ocasión de comprobar cuando representando a la ciudad asistí en mayo de 1988 a un encuentro entre las «tres Tabarcas», en el que intervinieron profesores de las Universidades de Cagliari, Génova, Roma y Túnez.

En Túnez, la actual ciudad de Tabarka ya no ocupa el viejo peñón fortificado, y el recuerdo de aquella época es conservado por historiadores como el profesor Bouba Keisaddot, conocedor de Mikel de Epalza, profesor de la Universidad de Alicante.

En Carloforte, por el contrario, se siguen sintiendo y llamándose tabarquini, y proliferan los mismos apellidos frecuentes en nuestra isla de Tabarca: Luxoro (Luchoro/a ), Jacopino (Chacopino), Parodi, Ruso, Ferrara, Marcenara (Manzanaro), Pitaluga, Leone (Leoni), Belando, Fabiani, Buzo, Capriata, Burguero (Burguera), Ferraro/a, Rivera, etc.

María Teresa Molares, que integraba conmigo la delegación oficial de Alicante, recordará cómo nos quisieron sorprender la noche en que llegamos con una cena a base de atún fresco y seco, mojama y salmonetes idénticos a los que se suelen tomar aquí. Un pequeño islote próximo a Carloforte se llama Isola Plana (isla Plana), donde quedan los restos de una vieja almadraba.

Este grabado del fuerte María Teresa, en la isla de San Pietro,
recuerda las fortificaciones de nuestra Tabarca alicantina (Autor: Antonio Granara)

Por las calles nos preguntaban los vecinos si quedaban en Alicante gentes con sus mismos apellidos. Y en el despacho oficial del alcalde destaca enmarcado el pergamino del hermanamiento con Alicante aprobado por nuestro Ayuntamiento el 16 de junio de 1975. Diez días después llegaba el alcalde de Carloforte para inaugurar en Tabarca la plaza que lleva el nombre de la ciudad sarda. Y en agosto de aquel mismo año una delegación alicantina, con el alcalde García Romeu, los concejales Tur, Dupuy y Manero, y el pedáneo de Tabarca visitaron Carloforte reafirmando con su presencia el hermanamiento.

En San Pietro, con bellas calas, quedan salinas como las de Santa Pola, se producen nísperos, dátiles, naranjas e higos, y hasta el escudo de Carloforte recuerda al de Alicante, con un castillo sobre el mar.

En aquel viaje se habló de posibles intercambios entre profesores y alumnos de las Universidades de Cágliari y Alicante, de publicaciones, de folklore similar, de experiencias (la reserva marina de Tabarca y las escuelas Escuela Naútico-Pesqueras), de asesoramiento en materia turística y hotelera, y del sueño de un viejo amigo de Alicante, el profesor Sergio Serra, de enlazar la capital sarda por vía aérea con Barcelona para facilitar de ese modo los encuentros entre los tabarquinos.

La placidez de Nueva Tabarca

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A primeros de abril de 1968, el escritor y periodista Antonio González Pomata, junto al fotógrafo de prensa Perfecto Arjones, ambos en las filas del Diario Información de Alicante, vivieron y convivieron durante dos días con sus habitantes la realidad de una isla de Tabarca que, si bien ya queda lejos de la Tabarca de hoy, no deja de ser reflejo de una época, contando con que, además, llevaban el encargo de sacar la «peor parte» de una isla todavía alejada del anhelado turismo, en el que tenían depositadas todas las esperanzas de supervivencia.

Diario Información, 2 de abril de 1968, p.12

Del mismo modo, en el Periódico Mediterráneo de Castellón, en octubre de 1975, se seguía hablando de una isla con graves problemas con el agua y la electricidad, con una creciente emigración de sus gentes, con ilusiones rotas y proyectos que no se convertían en realidad, pero que, paradójicamente, atrajo a visitantes famosos, e incluso llegó a ser objeto del deseo del magnate griego Aristóteles Onassis. El contenido del artículo, que calificaba a Tabarca como «una isla olvidada», era firmado por la periodista de la agencia Pyresa Gertrudis de Pablos.

Periódico Mediterráneo, 10 de octubre de 1975, p.16

Llegados los años 80, y de vuelta al principal diario de nuestra provincia, el panorama seguía siendo desalentador, y buena prueba de ello es el artículo firmado por Fernando Gil, con fotografías nuevamente de Perfecto Arjones, que viene recogido en las páginas del Diario Información en noviembre de 1981, y cuyo título habla por sí solo: «La isla abandonada». Aunque, bien es cierto, que el autor ya advertía: «He estado aquí docenas de veces, y siempre, en todo tiempo, he escuchado lo mismo: Tabarca no tiene salvación si sigue así, pero Tabarca puede ser salvada».

Diario Información, 7 de noviembre de 1981, p.6

Fue en la década de los 90, cuando se comenzaron a avistar en la prensa las primeras impresiones optimistas hacia la isla, precisamente de la mano del periodista Antonio González Pomata, que tan nefasta imagen se llevara décadas atrás. Fiel reflejo de este cambio de tendencia es el artículo que firmó en las páginas 6 y 7 del Diario Información del 17 de mayo de 1991:
Tabarca en primavera, plácida isla. Desde Santa Pola un buen servicio de canoas de recreo nos trasladan por 700 pesetas con derecho a retorno. Navegamos muy bien con el «Super Delfín Blanco». Las cinco millas de singladura se cubren en poco más de media hora permitiéndonos gozar de la panorámica —digamos turística— de Cap de l'Aljub (Santa Pola del Este y el cabo) desde el mar. Estos barcos son cómodos, rápidos y disponen de doble cubierta. Hay un detalle a señalar y es la escasa navegación que registran las aguas que median entre el Cabo de Santa Pola y la isla. ¿Saben la razón? Porque el estrecho tiene escollos y muy poco calado.

Diario Información, 17 de mayo de 1991, p.6
A Tabarca o isla de San Pedro hay que ir cómodos y «de chándal», y qué duda cabe que mejor en primavera que en verano por los agobios que reportan los «booms» del estiaje. La isla también es objetivo de buen número de yates y naves deportivas en sus salidas a la mar. De ahí que el ambiente marinero sea muy movido y colorista al estar Nueva Tabarca en la derrota de muchos navegantes desde Torre de la Horadada, Campoamor y Cabo Roig hasta Benidorm, Altea, y quizá allende los escarpados del Mascarat.

El pequeño puerto

Poblado de 1770

La isla ofrece varias opciones, desde el caminar bordeándola, la acampada, el relax en el roquedal marino, la cháchara en el poblado y solazarse en la playa, hasta el baño y el buceo en sus limpias y frescas aguas. Eso sí, la pesca está prohibida. En esta época Tabarca es paz en la ida, la estancia y el retorno, que ya es decir.


¿Por qué esta isla de 30 hectáreas fortificada y habitada? Sencillamente porque fue avanzada de filibusteros cuyas incursiones motivaron que en el siglo XVI se construyeran torres-vigía a todo lo largo de un litoral —el alicantino— tan castigado por los corsarios berberiscos. Un poco más tardío, en Tabarca tenemos el castillo de San José (dos plantas y sótano) que durante un largo periodo se ha utilizado como casa-cuartel de la Guardia Civil. El caso es que el rey Carlos III dispuso el lugar como asentamiento de 311 cautivos (pescadores de coral de la Tabarka argelina) rescatados en 1769. Creó un pueblo de 125 casas y lo amuralló con recias defensas. Aquí no había más que pesca y a ella se dedicaron los tabarquinos en una isla de 1.800 metros de longitud, y 400 de anchura máxima donde poco más se podía hacer y de ahí que los Parodi, Luchoro, Ruso, Ferrandi, Pitaluga, Jacopino, Pomata y otros apellidos de origen genovés se esparcieran por Alicante-capital y otros puntos de la costa.

Iglesia de San Pedro y San Pablo

Gastronomía marinera

Tiene el poblado 7 calles y dos plazas, todo sea dicho ahora en vías de recuperación. Tabarca está perdiendo su antañona dejadez (fruto quizás de la permanente desatención a que el municipio capitalino la ha tenido sometida hasta hace unos años) y ya con agua, mejor suministro de energía y obras de restauración en marcha hace vislumbrar un porvenir que pronto podría ser envidiable. Ya se protegen sus aguas y fondos marinos y ya al fin, parece que el ordenamiento se impone ante las exigencias turísticas. Nunca es tarde aunque salta a la vista que es mucho lo que hay por hacer.

Puerta de acceso al poblado

Pero un notorio atractivo de Nueva Tabarca es la gastronomía típicamente pescadora donde el «caldero», «fideuá», «gazpacho de pescados», «arroz a la marinera», «sopa de mariscos», «sepieta, polpet, peixet frejit, calamar i xipironet» conforman la base de la sugestiva oferta isleña de buen yantar que hasta ahora centrada (digamos agolpada en los «chiringuitos» de su única playa) ya comienza a expanderse como pronosticando la reordenación que se avecina. Pensamos que el poblado ganará mucho —y los visitantes también— el día en que los restaurantes se sitúen estratégicamente en él. Por el momento ahí quedan, con su buen servicio de siempre, Gloria, Mar Azul, Los Pescadores, Rincón de Ramos y otros a pie de playa y puerto de Isla Plana.

Arroz «de collonet»

Y bien, de ello dan muestra hoy don Gerónimo II, en la calle de Enmedio (con menú-reclamo a 1.000 pesetas consistente en ensalada, paella de marisco, vino o cerveza, copa de helados o frutas del tiempo y pan) y La Taberna del Tío Collonet, de la calle D'Arzola, pulcro, marinero y bien atendida ella, donde Joaquín Pérez en la cocina («chef» de abordo en un pesquero) y Waldo Contreras en la sala, conducen esta nave del yantar tabarquino con gusto y maestría. «Aixó sí, el que va davant, va davant» y no valen excesivas prisas.

Aquí hemos conocido el «arrós collonet» (un caldosito de categoría) que teniendo «lo que hay que tener», como su nombre sugiere, nos supo a gloria. Contiene gamba pelada, alcachofa, pimiento rojo, guisantes, «peix de rebaná» (de clase) y ñora, mucha ñora al estilo pescador, dando a primera vista la sensación de un exceso de aceite que en realidad no tiene. Queda muy bien —digamos a nuestro criterio— este arroz «de collonet», simpático él, inédito y por delicado, más femenino que varonil.

«Arrós de collonet»

También vimos las pizzas «Collonet» y «Tabarca», a mil y setecientas pesetas respectivamente, y el «bon vi —de tonel— del Tío Collonet». Con sepia plancha, pulpo gallega y «ametles» de entrada, el menú con dicho «caldoset» ronda las dos mil pesetas.

* * * * *

Afortunadamente, los tabarquinos, tanto natales como oriundos o simpatizantes de la isla, hoy por hoy, nos estamos acostumbrando a encontrar en los medios de comunicación buenas noticias, tanto en cuanto a la conservación del patrimonio natural e histórico como a la explotación, bien entendida, de sus posibilidades turísticas, llámense de sol y playa como culturales y medioambientales. El empedrado de sus calles, la restauración de sus edificios históricos y lienzos de muralla, la preservación de su fauna y flora, marina y terrestre, son noticias ya vividas o en proceso de serlo, a las que se unen las más recientemente anunciadas como la adquisición y musealización de la Torre de San José y la Casa de «El Campo», el acondicionamiento de las bóvedas de artillería y los almacenes militares del siglo XVIII, el desarrollo de los senderos culturales y medioambientales, tanto terrestres como submarinos, las mejoras en el proceso y eliminación de residuos, o el tan traído y llevado derribo de las construcciones ilegales.

El legado de lo efímero:José Amat Martínez

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Inicio con este, una serie de artículos, una nueva sección del blog, bajo el título general «El legado de lo efímero», destinada a recordar a aquellas generaciones de artistas de fogueres que ya no nos acompañan. No serán todos los que estarán, pero sí estarán muchos de aquellos que es de justicia homenajear de algún modo porque, sin ellos, que se atrevieron con un arte nuevo en Alicante, trascendiendo de sus propias profesiones y de su formación, si es que la tenían, no hubiera sido posible que arrancara y fraguara la Fiesta del Fuego en nuestra ciudad.

Ellos trasladaron el testigo de ese «Arte Efímero», de ese polemizado, que no polémico, «Estilo Alicantino», cuajado a base de transmitir en sus monumentos la idiosincrasia de Alicante y los alicantinos, al magnífico elenco de profesionales que hoy distinguen con su arte foguerer la ciudad de Alicante, siendo además sus embajadores en otras poblaciones y ciudades, para hacer así crecer año a año la Festa més hermosa.

Qué mejor modo de homenaje que conocerles mejor, que no solo quedarnos con su obra y sus logros, que no es poco, sino buscar las personas que había detrás de cada monumento plantado en las calles de nuestra ciudad, de su vida, de sus vicisitudes, su forma de ver el arte foguerer, de hacerlo evolucionar. De algunos apenas nos ha llegado detalle de su biografía, de otros la conocemos más en profundidad, en ocasiones porque hemos tenido la suerte de disfrutar de su compañía, y de todos queda actualizada y ampliada, en algunos casos corregida, la abundante información que ya nos dejaron en estudios anteriores, tanto autores como Miguel Castelló Villena [Artistas de las Hogueras de Alicante, Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, 1958] y Francisco Javier Sebastiá García [Las Hogueras de San Juan (1928-1987), Instituto Alicantino de Cultura «Juan Gil-Albert», 1988], y estudiosos como Juan Carlos Vizcaíno Martínez, en sus numerosos y exhaustivos trabajos monográficos, especialmente en las páginas de la revistas oficiales Festa y Fogueres, del Ayuntamiento de Alicante y de la Comissió Gestora, respectivamente, hoy fusionadas.

Y no serán todos los que estarán, porque hubiera sido desproporcionado, tal vez excesivo, recoger el importante número de artistas que hicieron de sus monumentos las cenizas de las que, ejercicio tras ejercicio foguerer, como el tópico ave fénix, renacen una y otra vez Les Fogueres de Sant Joan. Es por ello, que protagonistas de la Fiesta como Lorenzo Aguirre, José Alavés, Francisco Díe, González Santana, Heliodoro Guillén, Gaspar Jaén, Julián López Bravo, José Navarro, José Perezgil, Francisco Ruiz Soler o José Sierra, entre muchos otros, en principio se quedan en el tintero, aunque les reconozcamos en estas páginas, ya que esta sección va también por ellos, pero he preferido llevar a cabo una selección, atendiendo bien a la extensión de su obra, lo dilatada de su trayectoria, a su currículum de galardones y reconocimientos, su natalidad alicantina, haber sido punto de partida de toda una saga de artistas, o haber marcado un antes y un después con sus aportaciones e innovaciones al arte foguerer, habiendo creado escuela.

Les debemos nuestro más sincero agradecimiento a todos y cada uno de ellos, a los que están y a los que son, porque sin su trabajo, su ingenio y su arte, no hubiera sido posible la Fiesta de Fogueres tal como hoy la conocemos.

* * *

JOSÉ AMAT MARTÍNEZ

José Amat Martínez (Alicante, 1893 - ¿?)
10 años en activo
21 fogueres plantadas
1 primer premio
1 ninot indultat

Aficionado a la pintura y alumno de la Escuela de Bellas Artes fundada por Lorenzo Casanova, fue considerado por este como un niño prodigio cuando apenas tenía tres años de edad. De dicha escuela eran profesores su padre y su tío, Martínez Mollá, especializados en la escenografía, razón por la cual Pepe Amat se especializaría en la misma, practicándola en unión de Bernardo Carratalá, realizando alguna para el Teatro Obrero. En Murcia tenía un pariente constructor de carrozas, al cual ayudaba, aprovechando sus vacaciones. Fue empleado en las oficinas de un comercio, y posteriormente funcionario de la Inspección Provincial de Trabajo, lo que simultanearía con su producción artística.

Su trayectoria en Fogueres se inició en 1929 con La prensa local (Hernán Cortés), foguera muy crítica, censurada por la presencia en su boceto de la figura de un sacerdote, pero que, sin embargo, resultaría premiada por la Asociación de la Prensa. A partir de entonces, raro fue el ejercicio foguerer en el que no obtuviera al menos un galardón, siendo sus principales logros el Segundo Premio de Categoría A de 1935, Nunca es tarde... si la dicha es buena (Plaza Ruperto Chapí), y el Primer Premio de Segunda Categoría de 1941, Mickey y les Fogueres (Calle San Vicente), probablemente su foguera más recordada.

Sus monumentos eran de líneas sencillas, sutilmente críticos, siendo sus proyectos censurados en varias ocasiones. Finalizó su periplo como artista de fogueres en 1943, año en el que conseguiría su único ninot indultat, Blancanieves (Alfonso el Sabio). Este es su legado:

1929 HERNÁN CORTÉS - «La prensa local», Premio Honorífico de la Asociación de la Prensa.


1930 CALLE SAN VICENTE - «Monumento a Cervantes».


1930 HERNÁN CORTÉS - «Alacant distracsió».


1931 CALLE SAN VICENTE - «Memories a Blasillo», Premio de «El Tio Cuc».


1931 HERNÁN CORTÉS - «En plena llibertat».


1931 PASCUAL PÉREZ, TORRIJOS, NAVAS Y BAZÁN - «Vistes de la Esplaná».


1932 BARRIO DEL PLA - «Símbolo del progreso», Premio de Turismo.


1933 CALLE SAN VICENTE - «Ben treballat», Premio de la Compañía de Tranvías, Categoría B.


1933 HERNÁN CORTÉS - «Lo qu'ensomía Alacant», Premio de la Sociedad de Aguas, Categoría B.


1934 CALLE DÍAZ MORÉU - «Cuatre casos fulminants».


1934 CARMEN-SAN AGUSTÍN - «Les visións del Dr. Piccart».


1934 HERNÁN CORTÉS - «Alacant y ses grandees», Premio Riegos Levante, 6.° de la Categoría B.


1935 DÍAZ MORÉU - «La ciudad alegre y confiada», Premio de la Cámara de Comercio, Categoría B.


1935 PLAZA DE LAS MONJAS - «Contraste», Premio de Turismo, 4.º de la Categoría B.


1935 PLAZA RUPERTO CHAPÍ - «Nunca es tarde... si la dicha es buena», 2.° Premio de la Categoría A.


1936 DÍAZ MORÉU - «Coses d'Alacant» (censurada).


1936 PLAZA DE LAS MONJAS - «Nuestros gustos y productos».


1941 CALLE SAN VICENTE - «Mickey y les Fogueres», 1.er Premio de 2.ª Categoría.


1941 HERNÁN CORTÉS Y PASCUAL PÉREZ - «De pesca».


1943 ALFONSO EL SABIO - «Blanca Nieves y los siete enanitos».


1943 CALLES SAN VICENTE Y DÍAZ MORÉU - «Cuento de dragones».



Bibliografía general de la sección:

  • ALDEGUER JOVER, Francisco, Las Hogueras de Alicante (1928-1994), Alicante, Graphic 3, 1995.
  • CASTELLÓ VILLENA, Miguel, Artistas de las Hogueras de Alicante, Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, Alicante, Suc. de Such, Serra y Cía., 1958.
  • PARODI ARRÓNIZ, Armando, Alicante. Arte y fuego, Associació Cultural «Foguera Gran Via-La Ceràmica», Alicante, Bañuls Impresores, S.L., 2010.
  • SEBASTIÁ GARCÍA, Francisco Javier, Las Hogueras de San Juan (1928-1987), Instituto Alicantino de Cultura «Juan Gil-Albert», Alicante, Gráficas Díaz, S.L., 1988.
  • VICENTE FERRIS, José Luis (coord.), Un lugar en el fuego, Almar Ediciones, S.L., Alicante, Gráficas Antar, S.L., 1996.
  • Fondos documentales del Archivo Municipal de Alicante (AMA), Ayuntamiento de Alicante.
  • Revistas Oficiales «FESTA», Ayuntamiento de Alicante.
  • Revistas «FOGUERES», Comissió Gestora de les Fogueres de Sant Joan y Federació de les Fogueres de Sant Joan, Alicante.

Fondos fotográficos:
  • Archivo Municipal de Alicante.
  • Archivo Federació de les Fogueres de Sant Joan.
  • Archivo Pedro Abad.
  • Archivo José Alcañiz.
  • Archivo Juan Carlos Asensi.
  • Archivo Juan Luis Cano.
  • Archivo Adriano Carrillo.
  • Archivo Miguel Castelló.
  • Archivo Roberto Climent.
  • Archivo Familia Collía.
  • Archivo Ludovico Correa.
  • Archivo Alfonso Garrigós.
  • Archivo David Gerona.
  • Archivo Pedro Gil.
  • Archivo Familia Almiñana.
  • Archivo Familia Giner.
  • Archivo Familia Granja.
  • Archivo Familia Guilabert.
  • Archivo José Gutiérrez.
  • Archivo José Ivorra.
  • Archivo Manuel Lledó.
  • Archivo Ramón Marco.
  • Archivo Agustín Pantoja.
  • Archivo Armando Parodi.
  • Archivo Francisco Perea.
  • Archivo Eusebio Pérez Oca.
  • Archivo Gabriel Soler.
  • Archivo Tomás Solórzano.
  • Archivo Carlos Tomillo.
  • Archivo Tomás Valcárcel.
  • Archivo Juan Carlos Vizcaíno. 

El legado de lo efímero:Paco Hernández

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Enlaces relacionados:

Francisco Hernández Rodríguez (Alicante, 1892 - 1974)
5 años en activo
12 fogueres plantadas

Popularmente conocido como Paco Hernández, Francisco Hernández Rodríguez fue un polifacético artista que destacó como primer actor y director artístico, su verdadera profesión, así como constructor de fogueres desde el mismo momento de la fundación de la Fiesta. También pintor autodidacta, cuyas pocas lecciones recibió de manos de Heliodoro Guillén, realizó gran cantidad de obras, la mayoría religiosas, cuya producción realizaba por encargo, siendo el artista que más reproducciones del rostro de la Santa Faz ha realizado.

Quien fue figura mítica de la difusión del teatro valenciano en toda la provincia, antes de los diez años ya actuaba en la Sociedad Echegaray, haciendo papeles infantiles. Después empezó a practicar el canto en el Orfeón, e inmediatamente debutó como tenor cómico en Bohemios. Se fue con su familia a Argentina, donde creció en el teatro. De vuelta a Alicante, a los dieciocho años era corista en el Salón Novedades. Formó parte de conjuntos líricos con los que actuó en Andalucía, Murcia y muchos pueblos de la provincia.

En 1928 su carrera artística dio un cambio fundamental al crear su propia compañía especializada en el teatro valenciano. Trabajó establemente en el Salón España o en el Monumental, hasta la Guerra Civil. También actuaban por otros locales secundarios de la ciudad y de los pueblos de la provincia, especialmente en Elche, donde eran muy bien recibidos. Llegó a llevar un repertorio de más de un centenar de piezas valencianas, que fue ampliado con la traducción de varias obras castellanas. Pero después de la guerra, tuvo que pasarse al castellano, y se enroló en un conjunto con el que recorrió La Mancha, Murcia y Andalucía.

Ha sido uno de los pocos actores alicantinos que triunfaron en Valencia en el teatro autóctono, especialmente en el Novedades y en el Alkázar. También cabe recordarlo como un autor original, que escribió en solitario y en colaboración con Antulio Sanjuán, como en la exitosa revista musical Benacantil y la pieza festera Sempre fogueres o Alacant és la glòria. Del mismo modo, adaptó a las costumbres locales varias piezas del popular autor valenciano Paco Barchino.

Se retiró de los escenarios en 1963, después de celebrar los cincuenta años de trabajo ininterrumpido. Su repertorio es tan amplio, con más de doscientas comedias estrenadas, que resulta difícil destacar algunas. Poseía una incomparable vis cómica, forjada durante su larga vida artística. Trabajaron con él, su hija Maruja, y su yerno Evaristo García, dos magníficos intérpretes de nuestro teatro cómico, que fundaron en 1984 el Grup de Teatre Valencià Paco Hernández en recuerdo de este gran artista.

En el terreno de Les Fogueres, tuvo la oportunidad de asistir de cerca a su gestación y madurez. Así, decidió demostrar sus dotes artísticas en el mismo año de su fundación, con su foguera Alacant, la millor terra del món (Alfonso el Sabio-Pablo Iglesias 1928), Quinto Premio. A ella seguirían once más hasta 1933, año en que cesó en su condición de constructor. En 1929 trabajó junto a su gran amigo, maestro y compañero, Gastón Castelló Bravo, en Ofrendes de amor (Alfonso el Sabio-Navas), y El Benacantil futur (San Roque y Villavieja), que fue Segundo Premio. En adelante continuaría en solitario.

Pero no se alejó del todo de Les Fogueres, ya que estaba muy vinculado a los distritos de Carolinas Bajas y San Antón Alto a los que, en adelante y ya como actor y director, les dedicó todo tipo de colaboraciones, que iban, incluso, desde la confección de los decorados, hasta la puesta en escena del sainete, la comedia o el entremés. Actuación destacada y única, fue la que hizo como pregonero de un bando humorístico pronunciado a lomos de un borrico, como consecuencia de la inauguración, el día 21 de junio de 1956, de la Casa del Foguerer, en la calle Pascual Pérez, que no obstante haber concluido dicho acto, continuó su andadura por diversas zonas de la capital, cuya presencia fue acogida con vivas muestras de alegría, simpatía, admiración y afecto. Cuenta, desde el 6 de noviembre de 1982, con una calle rotulada a su nombre, en nuestra capital.

Este es su legado foguerer:

1928 ALFONSO EL SABIO-PABLO IGLESIAS - «Alacant, la millor terra del món», 5.º Premio.


1929 ALFONSO EL SABIO-NAVAS - «Ofrendes de amor» (con Gastón Castelló).


1929 SAN ROQUE Y VILLAVIEJA - «El Benacantil futur» (con Gastón Castelló), 2.º Premio.


1930 BARRIO DE SAN BLAS - «Alicante-Atracción» (firma La Comisión).


1930 CAROLINAS BAJAS - «Alacánt se crema».


1930 PLAZA DEL PUENTE - «Lo que el mon desitja = El desarme universal».


1931 ALFONSO EL SABIO-QUINTANA - «¡Viva Alacant!».


1931 BARRIO DE SAN BLAS - «Mane qui mane ¡paga moro!».


1931 CAROLINAS BAJAS - «La llibertat», Premio Honorífico de la Cámara de Comercio.


1933 CAROLINAS ALTAS - «El árbitro con los civiles» (particular, fuera de concurso).

1933 PLA DEL BON REPÓS - «La fiebre del fútbol».


1933 PLAZA DEL PUENTE - «Alacant plora».





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