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Nueva Tabarca en las Revistas Oficiales de Fogueres

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Ha sido y es un hecho habitual, encontrar artículos y noticias sobre los más diversos rincones de la geografía alicantina en las páginas de las Revistas Oficiales de les Fogueres de Sant Joan, tanto en lo que se refiere a la provincia, especialmente en las décadas de los cuarenta a los sesenta, como a los barrios y pedanías de la capital. Obviamente, Nueva Tabarca no podía ser menos, sobre todo si pensamos en las singularidades que concurren en la isla. Como muestra de ello, veamos algunos ejemplos, que no dejan de ser muestra y testigo fiel de las vicisitudes que atravesaban, en cada caso, tanto la isla como sus habitantes.

* * *

Veinte años antes de que se constituyera de forma oficial por primera, y hasta la fecha única vez, la Foguera de Tabarca, era publicado un interesante artículo sobre la isla en la Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1945 -o Fogueres de San Chuán, en el interior-, la que hacía número 6 desde que se comenzara a editar como tal en 1940.

Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1945 (Archivo Armando Parodi)

Se trata de un escrito del entonces Director del Reformatorio de Adultos de Alicante, el periodista y escritor José Rico de Estasen, en una época en la que el turismo todavía ni se había planteado en una isla floreciente, fundamentalmente de la mano de la época dorada de la Almadraba «Isla de Tabarca», que conllevaba una población en un número de habitantes que nunca se había conocido en la pedanía alicantina. Se capturaba centenares de toneladas de atún, y la población superaba con creces el millar de habitantes.

Rico de Estasen trata la isla como una «sorpresa inefable», la que se llevaba el viajero cuando la visitaba, una isla glosada por grandes plumas, como Salvador Rueda y Gabriel Miró. Hace una breve reseña histórica y geográfica, sin olvidar la idiosincrasia genovesa de los apellidos de los tabarquinos, realizando a continuación una descripción de sus paisajes. Denomina «urna del mar» al contenido de sus transparentes aguas, y finaliza invitando a su visita, a profundizar en el conocimiento de sus secretos y de sus singulares habitantes.

Se acompaña de dos pequeñas fotografías que, según se menciona al final del escrito, son de Francisco Sánchez y del propio Rico de Estasen, aunque no especifica cuál es de cada quién.

Este es el texto íntegro del artículo:



La isla de Tabarca es una sorpresa inefable que reserva Alicante a cuantos tienen la suerte de visitar sus lares.

El fino espíritu de Julio Guillén, en un interesante reportaje publicado recientemente en una prestigiosa revista madrileña, puso de relieve la necesidad de que genios literarios se ocupen de la isla con el fervor y entusiasmo de que son merecedores sus altas calidades estéticas.

Efectivamente, ni Viciana, Cavanilles, Lavillier, la Condesa de Gasparin, Zorrilla, Teodoro Llorente, Azorín y Fernández Flórez, que con tan cálido elogio hablan de la ciudad del Benacantil, visitaron, que sepamos, el original retiro marinero, la isla fabulosa cuya visión aparece diluida en el horizonte mediterráneo, frente al cabo de Santa Pola, allí donde se juntan en estrecho abrazo el azul del cielo y el azul del mar.

La excepción es Gabriel Miró. Miró, siguiendo las huellas de Salvador Rueda, que refugió en Tabarca sus hondas inquietudes de poeta originalísimo, fué a Tabarca también ansioso de una quietud y soledad que le negaban sus quehaceres vulgares como modesto empleado de la Diputación de Alicante. Sobre un altozano, dominando el azul, pueden contemplarse todavía las ruinas de la casa que habitó el inspirado poeta malagueño. El viento y el mar han contribuido, más que la mano del hombre, al destrozo del pequeño inmueble, que, por el recuerdo literario que evoca, considero digno de restauración.

Para Gabriel Miró, la isla de Tabarca, es norte y ambición. Su prosa musical jamás vibró tan inspirada y maravillosamente como cuando canta las extraordinarias características de la isla que él considera redonda de mar, transpasada de Mediterráneo, madura de sol, ungida de alucinadora transparencia, coronada de gaviotas que baten sus alas sobre una cortina de montañas tiernas.

Y es que Tabarca, es así: misteriosa y eterna, transparente y primaveral, recogida en sí misma, pulcramente inédita, con su belleza natural, con su vivir primitivo e ingenuo, con sus portalones monumentales, con sus atrevidos y artísticos baluartes, con un interés que sube de punto a medida que el emocionado viajero repite sus visitas.


Historia y Geografía

La isla alicantina, que en un principio se denominó, de San Pablo, si hemos de atenernos a la fantasía de los naturales del país, en razón a haber sido el lugar donde desembarcó el gran Apóstol en su venida a España, se llamó luego de Santa Pola, por su proximidad al poblado marítimo de aquel nombre, y también, isla Llana, por que lisa y llanamente sobresale del mar.

Pero su verdadera entrada en la historia no se opera hasta que las viejas y fabulosas denominaciones quedan anuladas por el de Nueva Tabarca, que en la actualidad ostenta. Pero ésto merece una explicación:
«Tabarca -según rezan viejas crónicas- es una isla de genoveses, frente a Túnez, que los de éste Rey tomaron en 1741, reduciendo a sus habitantes a dura esclavitud, que pasó a manos del terror argelino quince años más tarde; mantuvo, sin embargo, cura propio, el fraile mercedario Fray Juan de la Virgen, y éste consiguió que nuestro Carlos III redimiese a los infelices tabarquinos el día de la Limpia y Pura de 1768, en que se firmó el tratado con el bajalato de Argel. Más de ochenta familias llegaron a Alicante con apellidos Colomba, Capriata, Buzo, Pittaluga, Russo, Luchora, Marcenaro, Jacopino, Noli, Sevasco, Burguero, Moinare, Perfum, Milelire, Vasolo, Parodi y Contagala, para los cuales se habilitó pronto la Isla Plana o de San Pablo, levantando ciudad murada, con fuertes puertas y rebellines, que se denominó de Nueva Tabarca, en el extremo Oeste y más abrigado de la Isla, junto a la playa grande y la del Espalmador, antiguo refugio de piratas berberiscos».
Con tales antecedentes, convendrá el lector que la visita a la isla, para cualquier espíritu cultivado, ha de revestir una importancia verdaderamente transcendental.

El viaje se efectúa, por insignificante coste y con relativa facilidad, en unas embarcaciones movidas a vapor, que cubren las diez millas marinas que separan a la isla de la ciudad del Benacantil, en menos de dos horas.


A medida que nos aproximamos, Nueva Tabarca -Tabarca sencillamente, en los labios de los alicantinos-, va descubriendo su silueta característica. Primero es la Iglesia, maciza y robusta, edificada en lo más alto como dando a entender la importancia de su misión rectora; después, la Torre defensiva, cuadrada mole de piedra sillería, con el acceso en alto: un verdadero fuerte dotado de dependencias diversas, con enorme cisterna de frescas y abundantes aguas; un lugar, en fin, capaz de dar cobijo a una guarnición numerosa y de resistir allí las incidencias de cualquier sitio... Luego es el Faro, en el extremo oriental de la isla; inmediato al Faro, el Cementerio, de tapiales blancos, sin funerarios cipreses, y, al fin, el caserío en el interior de los macizos baluartes, con sus edificaciones bajas, roídas por el viento y por las blandas y penetrantes humedades del mar.



Descripción


La isla es pequeña: mide menos de dos kilómetros de longitud, sin que el punto de su mayor anchura exceda de 600 metros. Es llana, de accidentada costa; rodeada de pequeños arrecifes, amontonamientos rocosos, mejor dicho, verdes, amarillos, rojos; cubiertos, a veces, por enorme cantidad de algas; dotada de suaves laderas que descienden hasta el mar formando suaves y deliciosas playas; desprovista de árboles; con vegetación propia y curiosísima, consistente en unas diminutas plantas -plantas y flores a un tiempo mismo- a ras del suelo, cuyos tallos son duros y fuertes como la madera y cuyas hojas aparecen cubiertas de diminutas lágrimas de plata y cristal.


Las fortificaciones que defendieron la pequeña ciudad mandada construir por Carlos III, son una acabada muestra de la arquitectura militar del siglo XVIII. Con vistas a la conservación de su arrogante belleza, se impone una reparación, sobre todo en lo que a las monumentales puertas se refiere: tres, que se llamaron, de Levante, de San Miguel y de la Trancada.


La Iglesia es magnífica; capaz de albergar, como en ocasiones memorables sucede, a la totalidad de los tabarquinos. El resto de los días, los habitantes de la Isla se dedican a su trabajo habitual: la pesca. Sin apenas contacto con el mundo exterior, el pueblo de Tabarca, es esencialmente marinero, y, así, aparte el insignificante contingente de productores dedicados a las labores agrícolas -cultivo anual de cereales sobre un terreno pedregoso, de secano, en las inmediaciones del Cementerio- se dedica a la pesca, como queda dicho, y, los que no pueden navegar, al repaso de las redes, a la construcción y reparación de embarcaciones en un pequeño astillero, en el abrigado varadero que allí existe.


La urna del mar

En la pequeña ensenada natural que hizo oficios de puerto -antes de construirse el actual, gracias a la propia generosidad y al apoyo que encontró en las cumbres del Estado y en los centros oficiales de Alicante el, hasta el mes de junio de 1944, Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, don Luis González Vicén-, descansan de sus empresas marineras las embarcaciones de Tabarca, los leves navíos cargados de velas, cadenas, cordeles y redes, que, cuando el tiempo sea propicio, marcharán hasta las costas de África en audaces empresas motivadas para la pesca del atún, que es la que, al decir los indígenas, produce mayores beneficios.

Pero la verdadera maravilla de Tabarca, son las aguas del mar que la rodean, tan transparentes y diáfanas que parecen no existir.

Esta transparencia va en aumento a medida que el viajero se aproxima a la isla, y alcanza el grado de mayor magnitud en la ensenada, en el puerto, en las amplias cavernas situadas en las inmediaciones del Faro. Desde cualquier lugar de las murallas, la impresión es que nos hallamos frente a un inmenso y maravilloso acuarium: tal es la espesa, múltiple, variada y maravillosa vegetación -con movimientos de seres vivos- de los fondos, en donde desenvuelve su existencia la fauna marina, que se pesca con facilidad, constituyendo la nunca agotada riqueza de la isla.

Urna del mar, podría muy bien denominarse el que rodea a Nueva Tabarca. Visión exacta y perfecta de sus propias entrañas; santuario de aguas quietas, verdes, transparentes, luminosas, que llegan hasta la orilla en suaves ondulaciones, sin descomponerse en espuma, formando las playas de arenas finas de color de oro, que tan intensamente hicieron vibrar el arpa lírica de Gabriel Miró.


Invitación

Tabarca, isla auténtica, realidad inefable, inmóvil navío rodeado de espumas en la plenitud del Mediterráneo alicantino, espera siempre con ansiedad la visita de cualquier viajero. El menor motivo tiene en el suelo de la vieja Isla de San Pablo, caracteres de acontecimiento. Allí viven varios centenares de personas, jóvenes, adultos, niños y ancianos, sin apenas contacto con el mundo exterior: razas puras, directos descendientes de los cautivos tunecinos que hallaron libertad por el afán mercedario del buen Rey Carlos III; corazones sencillos y esforzados, hechos a escuchar las canciones del viento en las amplias y misteriosas soledades del mar.

* * *

Catorce años antes de que el escritor nacido en la población alicantina de Tárbena, Miguel Signes Molinés (1915-1994), publicara su novela Tabarca en 1976, aparecía de su pluma un inspirado artículo que evidenciaba a todas luces la querencia que tenía por la isla, y lo hacía en la Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1962, la número 23 desde que se comenzara a editar en 1940, tras la reanudación de la Fiesta una vez finalizada la contienda nacional.

Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1962 (Archivo Armando Parodi)

Signes, destacada figura del periodismo literario, político y científico, reputado conferenciante y novelista, era colaborador habitual en las publicaciones festeras. En esta ocasión, se hace evidente que el autor ya estaba pergeñando la que sería su obra cumbre, como luego vamos a comprobar sin dejar lugar a dudas. La retórica pesimista profetizaba el talante de su futura novela, pesimismo que no era más que el reflejo del ambiente que se respiraba entre los habitantes de la isla, y del que el autor habría librado testimonio en sus visitas a la misma, puesto que habían perdido la base de su pervivencia dos años antes: en 1960 desaparece definitivamente la Almadraba «Isla de Tabarca», después de un par de escarceos en el último lustro, y el futuro se antojaba muy difícil, tanto, que la población había comenzado a menguar notablemente, pues la necesidad obligaba a buscarse la vida allende las costas de la isla.

Partiendo del avistamiento, desde la muralla de la isla aledaña a la iglesia, de un castillo de fuegos artificiales, un día de Fogueres, y utilizando como pretexto la transición de la luz y el ruido que venían de la lejanía, con el opresivo silencio en que queda la isla, Miguel Signes incide en el inevitable éxodo de los tabarquinos a tierras cercanas, o la resignación a sobrevivir rodeados de la creciente decadencia del poblado.

Este es el texto íntegro del escrito de Signes, que años más tarde se convertiría en las dos primeras páginas del capítulo XII de su novela Tabarca:



Sentado en la muralla, a espaldas mismo de la iglesia, observo cómo el cielo de Alicante en honor del Bautista, el degollado de Mackeronte, estalla en miríadas de corpúsculos de luz. Sobre las aguas parecen caer las estrellas. Con frecuencia, acompañados del lejano ruido de un duelo tronero, o del tableteo de cien ametralladoras, puñados de cometas de larga cola escarlata dan la impresión de taladrar el techo del mundo. Luego suele quedar la noche, por breves instantes, apretada de silencio y de tinieblas. Pero enseguida, allá enfrente, en los aires, vuelve a estallar una granada barroca, que deja en libertad nerviosa y centrífuga un vivero de culebrillas iridiscentes. Y detrás de esta granada explosiona otra, y otra, y otra... hasta convertir el horizonte -mi horizonte- en una apoteosis multicolor, en una cortina de larguísimos flecos rojos, azules, amarillos, blancos...

Por fin, reducido otra vez todo al silencio y a la oscuridad, un golpe hondo y potente, que llena toda la redondez de la noche, anuncia el final del opulento festín del fuego.


La noche de Tabarca se repliega de nuevo en sí misma. Las pocas personas que, desde el espigón del muelle, contemplaron el disparo del castillo pirotécnico, regresan a sus casas en silencio, como sombras. Quizá algo más tristes que antes, porque no dejan de considerar que más allá de la desvanecida cascada de fuego existe un mundo bastante menos doliente que el suyo.

No tenía yo deseo alguno de irme a la cama. Dormí aquella tarde mis cuatro horas largas. En Tabarca se puede dormir lo que se quiera. Todo el tiempo es de uno. Sin periódicos, sin luz eléctrica, sin espectáculos y sin nada, quizá el tiempo más feliz es el que se deja transcurrir en el lecho. Claro que ésta es una manera de pensar mía. No el modo de pensar de los isleños. La gente de la isla piensa poco, es decir, nada. Se limita simplemente a vivir, a vegetar, exactamente lo mismo que las esqueléticas y grises palmeras de la plazuela. Porque si pensara, la gente huiría de Tabarca como se huye de los lugares donde la vida se percibe palpitar sin objeto. Nada hay tan tremendo como que uno tenga que detenerse a oírse vivir: como forzosamente está detenido el enfermo o el cautivo... El tabarquino tiene embotada, de siempre, esta percepción de su larvado vivir. Por eso, con trágico destino de árbol, permanece encadenado a su isla. ¡Felices los que un día sienten en su corazón el destino de las aves quiméricas y remontan un vuelo que no ha de tener retorno...!

Fui llegando hasta el muelle. El agua chapoteaba contra las barquichuelas, lamiendo con su lengua viscosa y salada la suciedad de los cascos.

La isla pareció encogerse hasta un límite increíble, hasta caber en una arruga insignificante de la noche.

Tabarca, «La Isla Luminaria»

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En esta ocasión nos vamos a asomar a las páginas de una revista cuya existencia fue tan fugaz como intensa, y que también se acercó a nuestra isla, retratando de primera mano cómo era la vida en Nueva Tabarca a finales de la década de los años veinte.

Se trata de la Revista Estampa, con un artículo titulado «La Isla Luminaria», que fue publicado en el ejemplar del 29 de enero de 1929 (Año 2 N.º 56), p.p. 17-18, redactado por Rodolfo Llopis Ferrándiz, con fotos de Zapata. El ejemplar consultado se encuentra en la colección contenida en los fondos de la Biblioteca Nacional de España.

Revista Estampa, Año 2, N.º 56, 29 de enero de 1929
(Biblioteca Nacional de España)

Revista Estampa

La revista Estampafue una publicación semanal ilustrada de reportajes sobre crónicas de actualidad nacional e internacional, un proyecto editorial del ingeniero madrileño Luis Montiel de Balanzat, entusiasta de la técnica, las máquinas y el progreso que, iniciado en el mundo de las artes gráficas, adquirió los talleres de Sucesores de Rivadeneyra, instalaciones que le permitieron imprimir incluso publicaciones oficiales.

El primer número salió a la luz el 3 de enero de 1928, y desde un principio cumplió con las pretensiones que respondían a su subtítulo Revista Gráfica y Literaria de la Actualidad Española y Mundial, con reproducciones gráficas de calidad excelente. Montiel colaboró mediante concierto con Antonio García de Linares, el cual dirigió la revista solamente un par de meses, pero consiguiendo en este breve espacio de tiempo una tirada de cien mil ejemplares. A partir del número 10, el mismo Montiel se hizo cargo de la dirección de la revista, dejando la función de jefe de redacción al periodista Vicente Sánchez Ocaña. Transcurrido un año, se llegaron a los doscientos mil ejemplares, lo que igualaba a fuertes competidoras de la época como eran las revistas Blanco y Negro y Nuevo Mundo.

El criterio editorial que guió Estampa fue el de llegar al gran público, con la intención declarada de ser la revista de todos y para todos, centrada en las informaciones gráficas sobre acontecimientos curiosos, pintorescos o exóticos, en noticias sobre gente famosa y en abundantes reportajes sobre la cotidianidad, con la cual se identificaron los lectores. Hubo gran cantidad de colaboradores gráficos, generalmente fotógrafos que tenían galería abierta en alguna ciudad mínimamente importante, y que enviaban imágenes sueltas que daban cuenta de los acontecimientos provincianos de cierta relevancia social, y que se presentaban como notas gráficas en una especie de álbum visual. Pero fue la fotografía de reportaje la que tuvo mayor presencia en la revista y mayor peso en el tratamiento editorial.

Revista Estampa, Año 1, N.º 1, 3 de enero de 1928
(Biblioteca Nacional de España)

Coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil española, la revista Estampa fue confiscada por las Juventudes Socialistas. La guerra monopolizó la información escrita y la información gráfica, dejando lugar a reportajes propagandísticos de la Unión Soviética. El último número salió en la luz en el año 1938, y finalizado el conflicto bélico no obtuvo el permiso necesario para volver a editarse.

Si hay que resaltar una característica diferencidora de Estampa, fue el que acogiera la obra de fotógrafos profesionales que entendían la fotografía como comunicación y como información, como el medio para transmitir el mundo en que vivían, mostrándolo desde nuevos ángulos y puntos de vista. La obra de los Zapata, Badosa, Benítez Casaux, Contreras y Vilaseca, Erik, Gonshani, Marina, Oplés, Almazán, etc., son una parte importante de nuestro patrimonio fotográfico, y representan uno de los periodos más prolíficos de la fotografía española. Su trabajo, unido al de autores ya conocidos y reconocidos en su época, como Alfonso, Centelles, Campúa, Llopis o Díez Casariego, conformaron la iconografía de esos años de nuestra historia.


Rodolfo Llopis Ferrándiz(Callosa de Ensarriá, 1895 - Albi, 1983)

Graduado en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, fue profesor y pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios que presidía Santiago Ramón y Cajal, para estudiar las reformas pedagógicas que se produjeron en Europa después de la Primera Guerra Mundial. Hizo una gira por Sudamérica, invitado por la Internacional del Magisterio Latinoamericano, pronunciando conferencias pedagógicas. Activo militante del Partido Socialista Obrero Español, fue Director General de Primera Enseñanza y Diputado a Cortes por la provincia de Alicante, durante la II República. Refugiado en Francia tras la Guerra Civil, fue Secretario General del PSOE treinta años, hasta ser sucedido por Felipe González Márquez, y Presidente de la UGT.

Rodolfo Llopis Ferrándiz

Alternó su actividad política con el desarrollo de una gran actividad pedagógica, siendo fundador de la Liga Internacional de la Enseñanza, y su primer presidente. Autor de varios libros pedagógicos y políticos y de artículos periodísticos, colaborando en numerosos diarios y revistas, como es el caso de Estampa, muy especialmente en la revista mensual de Escuelas Normales, que dirigió, y en la Revista de Pedagogía.


Zapata, fotógrafo

Poco se puede decir de la biografía de este fotógrafo, que firmó siempre como «Zapata», a secas. Como fotógrafo por excelencia de Estampa, es figura relevante en la historia de la fotografía española. Fue un todo terreno, que cubrió los acontecimientos más diversos, retratos de personajes, corridas de toros, partidos de fútbol, reproducciones de obras de arte, etc. Empleaba muy pocas veces el flash de magnesio, pues le gustaba trabajar con luz ambiente. Gustaba de hacer mirar directamente a la cámara, dejando bien patente que se estaba posando para una fotografía, de forma que sus imágenes tienen un carácter franco y auténtico, situando a sus modelos dentro de su propia cotidianidad, de manera que parece como si el fotógrafo, en vez de situarlos a partir de la posición de la cámara, lo hiciera en función de la escena.

El clásico «llaut», con su esbelta vela latina a medio hinchar,
se abre paso entre las murallas y los peñascos

Es famoso su reportaje sobre la vida nocturna de Madrid, en agosto de 1928, así como la primera imagen de una sesión del Congreso de los Diputados realizada con luz ambiente, siendo los temas de corte popular aquellos en los que más desenvoltura presenta, como en sus obras: Los domingos en La Moncloa, Los músicos ciegos y Las mudanzas tragicómicas de los aprendices de torero. Pero lo que más sorprende de Zapata no es esta habilidad técnica, sino la coherencia de estilo y la solidez de la obra que publicó en Estampa.


Veamos ahora el artículo íntegro sobre Tabarca, titulado La Isla Luminaria, cuyas fotografías están extraídas tal como fueron publicadas en el original:

Embarcamos en Santa Pola. Mañana espléndida. Cielo azul. Mar azul. Mediterráneo...

—¡Nos mojaremos! —ha dicho el patrón—. Este Levante hará que nos acaricien las olas.

Así es. Apenas salimos del puerto, las olas juguetean con nosotros. Comienza a cumplirse la profecía del patrón...

La atmósfera límpida, transparente, nos deja percibir con toda claridad el panorama costero. Nuestra mirada, ambiciosa, pretende abarcarlo todo de una vez. ¡De una vez...! Allá, lejos, sepultado en el límite del horizonte, está Calpe. El peñón de Ifach —pequeño Gibraltar— se yergue arrogante.

Se aproxima el término de nuestro viaje. Estamos frente a Nueva Tabarca. La isla, pequeñita, estrecha, alargada, plana, cuya monotonía rompe tan sólo la silueta de la iglesia, parece un submarino, un cetáceo descansando.

Huyendo del Levante, buscamos el refugio de unas rocas hospitalarias donde poder atracar. En aquel instante, el clásico «llaut», con su esbelta vela latina a medio hinchar, se abre paso entre las murallas y los peñascos, por uno de aquellos canales en los que el mar brilla hasta cegar. Atracamos. Saltamos a tierra.

Nueva Tabarca luce todavía los restos de sus viejas murallas. Carlos III las construyó en 1770. ¡Malos tiempos aquellos para los pueblos mediterráneos! La pequeña isla de Tabarca que Génova poseía en las costas de África, fué tomada por el rey de Túnez en 1741; sus habitantes, reducidos a cautiverio. Carlos III se compadece. El 8 de diciembre de 1768, los redime y se los trae a Alicante. Frente a sus costas, abandonada, solitaria y triste, estaba la isla de Santa Pola, que sólo visitaban los piratas. Carlos III, por indicación del Conde de Aranda, puebla la isla con los tabarquinos redimidos. Desde ese momento, la isla cambia de nombre. De ahora en adelante, se llamará Nueva Tabarca...
Por una de las tres puertas que cierran las fortificaciones,
penetramos en lo que fué castillo de San Pablo

Por una de las tres puertas que cierran las fortificaciones, por la de la «Trancada», penetramos en lo que fué castillo de San Pablo. Todavía pueden verse los subterráneos, las cisternas, las torres... Durante la guerra civil que estalló al advenimiento de Isabel II, la torre de San José, uno de los fuertes de la isla, quedó convertida en prisión de Estado. En ella estuvieron detenidos varios sacerdotes y unos sargentos carlistas. Cabrera fusiló a 96 sargentos liberales. La «Junta de represalias» de Alicante mandó fusilar a los 19 sargentos carlistas de Nueva Tabarca. Los fusilaron el 11 de noviembre de 1838...

Recorremos la isla. Nueva Tabarca tiene tan sólo 1.800 metros. En la isla hay unas cuantas cosas. Las calles están llenas de redes. En los portales, las mujeres, con grandes manojos de esparto, hacen «filet» para cuerdas y esteras.

Nos aproximarnos a las calas. Aquí mismo, a nuestros pies, hay una cueva: la célebre del «llop marí». Es una gruta profunda, en la que penetra el mar. Los pescadores hablan de la cueva con cierto misterio. «Es el albergue de un monstruo marino», dicen. Y no falta quien asegura haberlo visto: es de cuerpo liso y viscoso; de boca bien armada con dientes de varios tamaños y figuras...
Nos acercamos a una de las lanchas... Un pobre viejo, sarmentoso,
en cuyo rostro se refleja toda una vida de privaciones, remienda el copo

Nueva Tabarca tiene su puertecito. Un puertecito al que llegan todos los días, si el temporal lo permite, la lancha que trae el correo desde Alicante, y la lancha que, desde Alicante también, trae el agua que han de beber los tabarquinos.

Las calas, bien abrigadas, están llenas de embarcaciones pesqueras. Nos acercamos a una de las lanchas. Aunque está casi varada, permanece en ella la tripulación. Un pobre viejo, sarmentoso, remienda el copo. Van a hacerse nuevamente a la mar. Van de «palangre». Lo que ahora pescan no tiene importancia. Cuando se ausentan de la isla es más adelante, en el mes de marzo, cuando marchan a Larache. A Larache y a Río de Oro, a donde encuentran el dichoso bonito y la dichosa caballa.

Al llegar esa época, apenas si quedan hombres en Nueva Tabarca. Quedan los viejos. Quedan los niños. Todos los demás, a la mar. Son seis meses —desde abril hasta septiembre— de vivir entre cielo y agua. ¡Seis meses...! Seis meses de buscar, perseguir, correr todos los días tras los peces. Y a medida que se pescan, destriparlos, salarlos, almacenarlos en las lanchas de repuesto. Y cuando hay una lancha llena, a venderlo a la Marina de Alicante y a reponer vituallas para terminar la campaña... ¡Con tal que no falle la pesca...! Y así un año, y otro, y otro. ¡Toda una vida!
Todavía pueden verse los subterráneos, las cisternas, las torres...
Aquí fusilaron a 19 sargentos carlistas

—Ya pronto dejará usted de embarcarse, abuelo —nos atrevemos a preguntar al más viejo de los pescadores.

—¡Qué sé yo...! —nos contesta, levantando los hombros y sin dejar de coser—. Después de todo —añade—, nuestra barca es nuestra casa. Más que nuestra casa. Ha sido nuestra cuna. Tendrá que ser nuestra sepultura...

Abandonamos Nueva Tabarca. Ya es de noche. Las casas han ido cerrándose. Poco a poco, se van apagando las luces. La isla toda se dispone a dormir. Sólo el faro velará su sueño.

Nuestra gasolinera se pone en marcha. Nos alejamos. Sigue soplando Levante. La noche, terriblemente oscura. Las olas se estrellan contra las rocas de Nueva Tabarca. Y con las olas, se agitan y golpean los grandes criaderos de algas que allí existen. Y las fosforescencias de las algas envuelven todo el contorno de la isla. Nueva Tabarca, hoy, en esta noche oscura, azotada por fuerte Levante, tiene fantástico aspecto. Su luz brillante no hiere, acaricia. Es un halo luminoso lleno de encantadora poesía. Para nosotros, de ahora en adelante, Nueva Tabarca no será ya la isla de los piratas. Ni siquiera la isla de los poetas. Será, como nos dijo aquel viejo pescador, la isla luminaria...

Un cable submarino de Santa Pola a Tabarca

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Se trata de la noticia aparecida en la sección "Diario de Alicante", del Diario La Verdad de fecha 2 de mayo de 1969, páginas 3 y 4. Firmado por José Luis Costa y con fotografías de Ángel García, venía precedido de los siguientes titulares:

Diario La Verdad (sección "Diario de Alicante"), 2 de mayo de 1969, página 2
(Archivo Histórico Provincial de Alicante)

Este pequeño cuadro de texto da paso al cuerpo del artículo:
Ya ha sonado la hora de Tabarca. Ayer informábamos sobre la adquisición de terrenos en la isla para trazar un plan de ordenación. Y hay otra noticia más: Tabarca va a tener agua —y quizá luz y gas también— dentro de pocos meses, a juzgar por el proyecto municipal de trasladar los fluidos por cables submarinos desde tierra, concretamente, desde Santa Pola.


El cable submarino que se piensa instalar, será el primero que haya en España de esas características especiales: ni metálico ni con empalmes; será de polietileno, un material especial aislante del medio marino, de las diferencias de temperatura, y de todos los peligros y roturas imaginables. Cuatro kilómetros y medio de cable submarino, a instalar con un método revolucionario en nuestro país:
El cable de polietileno es de una sola pieza; desde tierra, se coloca en unas poleas a bordo de una embarcación. Luego, desde esa nave, con una excavadora especial, se va horadando una especie de surco en el fondo marino; la misma excavadora, por un orificio, va depositando el cable en el surco abierto. Con el mismo movimiento que la máquina provoca en el agua, la tierra removida antes vuelve a su posición primaria, con lo que el surco queda tapado.


Se puede llevar todo

Esto nos lo informaba el señor Picó Brotons, agente de la empresa que ha presentado al Ayuntamiento alicantino el único proyecto oficial y viable para esta obra en Tabarca. El señor Picó, exalcalde de Jijona, está en contacto con la compañía alemana encargada de la fabricación de estas tuberías especiales.

—¿Qué puede llevarse en estos cables submarinos?
—Prácticamente de todo. A Tabarca podemos llevar agua, y también luz y gas. Lo que haga falta.

—Pero en las aguas de nuestra costa, de Santa Pola a Tabarca, no hay mucha profundidad. ¿Cómo se salvará el peligro que supone para este tipo de cables la pesca de arrastre?
—No es un problema de ninguna clase. Como el cable es de material especial y de una sola pieza, sin empalmes, no existe peligro de roturas o enganches. Es cierto que la profundidad mayor que vamos a encontrar va a ser de 71 metros. Ya tenemos estudiadas esas aguas palmo a palmo.

—Tabarca tiene una población escasa, pero puede que haya una promoción turística fuerte en el futuro. ¿Se ha pensado también en eso?
—Desde luego. El agua, y quizá el fluido eléctrico que también llevemos, será suficiente para una población de cuatro mil personas.

—¿Cuánto dinero costará esta obra?
—Aún no tenemos trazado definitivamente el presupuesto. En cuanto lo tengamos, que será dentro de breves días, lo presentaremos al Ayuntamiento para que lo estudien.

—Pero, ¿será muy caro?
—Todos temen eso: que resulte caro porque es un sistema nuevo, y eso siempre impone. Pero he de decir que no va a ser elevado el presupuesto, ni mucho menos. Es un sistema práctico, funcional y revolucionario si usted quiere, pero no caro.


El primero de España

—¿Se ha instalado algún cable submarino de este tipo en nuestro país?
—Hasta ahora no. El de Santa Pola-Tabarca sería el primero. Actualmente, la empresa alemana fabricante ha montado un tendido similar en las costas de Alaska y Canadá. Ya existen también en otros países importantes del mundo.

El empleo del plástico para estas tuberías resulta, sin duda, revolucionario. Bien que este material tiene sus enemigos tradicionales, pero no hay que dejar de reconocer que el material plástico ha revolucionado la industria en los últimos decenios. Concretamente, estos tubos de polietileno pesan poco, son muy fáciles de transportar, resisten de forma extraordinaria a los ataques químicos; no pueden insertarse sobre él ningún tipo de parásitos, tienen una gran resistencia a la congelación y gran flexibilidad.

El transporte del cable, fácil como decimos, puede hacerse de muy diversas formas: desde tierra, por medio de barcos con poleas, desde camiones o ferrocarriles en marcha, o por cualquier otro método similar.


—¿Se instala con rapidez?
—Esta es otra de las ventajas. Posiblemente podamos hacer la instalación completa, con empalmes y todos los aditamentos necesarios, en menos de tres meses. En cuanto al tendido propiamente dicho, se puede, incluso, ir a una velocidad de medio kilómetro de cable diario. Y son cuatro kilómetros y medio los que hemos de cubrir.

—Eso en fondo blando; pero, ¿y si se encuentran zona rocosa?
—Operaremos con barrenos eléctricos.

—¿Se harán todos los preparativos desde la superficie?
—No; necesitaremos la intervención de hombres-rana para vigilar y regular las operaciones subacuáticas.

Esta puede ser la solución que Tabarca espera. No sólo agua, sino luz, gas y teléfono es lo que se necesita llevar a la isla. Con todo eso, suficiente para cuatro mil personas, el "boom" turístico y de desarrollo de la isla es prácticamente un hecho consumado. Hoy a algunos les agrada visitar Tabarca, porque con estar sólo a un puñado de millas de Alicante, se encuentran en un rincón apartado, dejado de la mano de la fortuna y el desarrollo del resto de la provincia. Lamentándolo mucho por esos espíritus melancólicos, hay que borrar esa imagen actual de Tabarca.


Hasta aquí el artículo de José Luis Costa, que se completa con un segundo cuadro con el siguiente texto final:
La isla de Tabarca es hoy así; solamente así. Nadie discute las posibilidades turísticas que pueda tener en un futuro si cuenta, claro está, con un servicio suficiente de abastecimiento de aguas y luz, por lo menos. A punto está de conseguir este enclave alicantino esos fluidos, desde la costa de Santa Pola. El panorama de la isla cambiará mucho, quizá totalmente, cuando consiga atraer una verdadera masa turística. Su impresionante y solitaria belleza es, sin embargo, grandemente esperanzadora.

Fogueres, un encuentro con la Cultura

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Artículo publicado en el Llibret de la Foguera Sant Blai-La Torreta 2013

El término «Cultura», que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre. Su definición ha ido mutando a lo largo de la historia, y ha sido asociada a la civilización y al progreso. En general, la Cultura es un tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad, tales como las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento, por poner algunos ejemplos.

Otras definiciones establecen que la Cultura es el conjunto de informaciones y habilidades que posee un individuo; permite al ser humano la capacidad de reflexión sobre sí mismo; a través de ella, el hombre discierne valores y busca nuevas significaciones. Y, según el enfoque analítico que se siga, la Cultura puede ser clasificada y definida de muchas más y diversas maneras. Tomemos, en este sentido, la perspectiva de la Cultura como herencia social, pues es bajo esta percepción como se centraron las IV Jornadas Culturales de la Foguera Sant Blai-La Torreta, al detenerse a analizar la situación de la Cultura en el contexto de Les Fogueres de Sant Joan, titulándolas por ello Fogueres, un encuentro con la Cultura, proporcionando la herramienta de la mesa de debate para su desarrollo, componiendo esas mesas con integrantes de la Fiesta, desde foguerers de a pie hasta Delegados de Cultura de la Federació de Fogueres, y proponiendo el análisis desde diversas facetas de la Cultura, tanto desde el punto de vista de la Cultura de la Fiesta, como desde el de Cultura y Fiesta.

Las citadas Jornadas se desarrollaron en cuatro jueves consecutivos, entre el 17 de enero y el 7 de febrero de 2013, celebradas en el Salón de Actos de la Casa de la Festa, a partir de las 20:00 horas, y con el formato de mesa de debate, moderadas por la Vicepresidenta de Cultura de la Foguera Sant Blai-La Torreta, Susana Pardo Díaz.


Cultura y Federació de Fogueres

La primera mesa del ciclo programado dentro de Fogueres, un encuentro con la Cultura, se llevó a cabo bajo el título «Cultura y Federació de Fogueres». Un encuentro que bien puede calificarse de histórico, ya que es la primera vez que ha tenido lugar un acontecimiento de similares características, pues nunca se había reunido a cinco Ex Delegados de Cultura de la Comissió Gestora y de la Federació de Fogueres, para debatir la trayectoria de la Cultura en la Fiesta, los pormenores de su participación en sus diferentes periodos de actuación en el órgano rector de la Fiesta, y cuáles pueden ser las claves de su futuro. Y dio para mucho, lo que auguraba un ciclo de debates de lo más interesante que se ha realizado en años. Y así fue.

Tras una breve introducción del ciclo completo de estas IV Jornadas, por parte de la Vicepresidenta de Cultura de la Foguera y moderadora de los debates, Susana Pardo Díaz, fue presentada la mesa, compuesta, en orden de antigüedad, por: Luis Amat Vidal, primer Delegado de Cultura (que inicialmente se denominaría Asesor de Cultura) de la historia de Les Fogueres, con Jacinto Masanet Gomis como Presidente de la Comissió Gestora, en el ejercicio 1979-80; Javier Villacampa González, con Luis Botella García como Presidente de la Gestora, en el ejercicio 1992-93; Miguel Castelló Hernández, con Andrés Lloréns Fuster y Francisco Navarro Asensi al frente de la Gestora, en el ejercicio 1998-99, y con Manuel Jiménez Ortiz como Presidente de la Federació de Fogueres; Armando Parodi Arróniz, Delegado de Cultura desde el ejercicio 1999-2000 al 2001-02, y Asesor de Cultura del 2002-03 al 2004-05, con José Manuel Lledó Cortés presidiendo la Gestora; y David Gerona Llopis, en la Federació de Pedro Valera Bocero, del ejercicio 2005-06 al 2011-12.

Mesa de debate «Cultura y Federació de Fogueres». De izquierda a derecha:
Luis Amat, Javier Villacampa, Miguel Castelló, Susana Pardo, Armando Parodi y David Gerona

Se inició un turno de palabra, durante el cual cada uno de ellos expuso en breves pinceladas su labor al frente de la Cultura de la Fiesta: Amat, muy tradicional, defendiendo la identidad festera, con especial hincapié en la recuperación del valenciano como lengua vehicular desde los inicios de la Fiesta; Villacampa, adelantado a su tiempo, incidiendo en la promoción de Les Fogueres, especialmente en colegios e institutos de nuestra ciudad y de la provincia; Castelló, con el fomento de la música festera, la indumentaria tradicional de los siglos XVIII y XIX, y la lengua valenciana; Parodi, potenciando los certámenes culturales, catalogando el patrimonio de la Gestora, revisando y creando reglamentos, y dando los primeros pasos en la informatización de la Fiesta; y Gerona, abriendo nuevos horizontes a la Cultura de la Fiesta, incorporando las nuevas tecnologías y las redes sociales, y recuperando las Memorias.

A continuación se inició un constructivo debate, fundamentalmente tratando de definir las señas de identidad de Les Fogueres, y llamando la atención sobre la necesidad de una buena proyección cultural de la Fiesta, de manera que termine con este período de ostracismo cultural que sufre por parte de los propios festeros, en lo que se refiere a las actividades culturales en el contexto de la misma. ¿Qué ha ocurrido para llegar a esta situación? ¿Cómo han desaparecido estas inquietudes culturales del horizonte de foguerers y barraquers, a los que poco parece importarles nuestra identidad, nuestra Cultura popular, la coherencia de nuestra Fiesta y su adecuada proyección? Quizá se ha diluido ese modelo de Fogueres por el que se ha luchado y trabajado durante tantos años, que más que una Fiesta se pretendía que fuese el reflejo de las inquietudes y de la Cultura popular de la ciudad. Quizá por eso la Fiesta se está aislando de la mayoría de los ciudadanos, que cada vez la sienten menos como propia.

Entre las conclusiones, cabe pensar que tal vez deberíamos mirar hacia adentro, y darnos cuenta de que el modelo de Fiesta que un día se ganó por méritos propios el carácter de Interés Turístico Internacional, está cada vez más difuso. Quizá deberíamos pensar, de seguir la regresión en la que está inmersa la Cultura de la Fiesta, qué futuro le aguarda. Tal vez habría que plantear a la Federació la creación de una comisión de trabajo para profundizar en ello, y tratar de parar el deterioro tan evidente que tiene la Fiesta, y no sólo la Cultura, aunque ésta tenga mucho que ver, se sepa o no, se admita o no se admita. Porque si terminamos de perder nuestras señas de identidad, perdemos nuestras raíces, y si se pierden las raíces...

Interesante reto para la actual Delegación de Cultura, que debe limpiar su proyecto de trabajo de elementos superfluos, para profundizar en los pilares de nuestra Cultura, festera y no festera, potenciar el conocimiento y buen uso de los pasodobles foguerers, la correcta indumentaria, la utilización de la lengua valenciana, al menos a efectos protocolarios y en lugares tradicionales como el llibret o la explicación de la foguera, y todo ello sin perder la oportunidad de innovar y adaptarse a los medios actuales, a la sociedad de nuestros días. Conjugar tradición y modernidad, se puede y se debe hacer, para situar la Cultura de Les Fogueres donde le corresponde. O, tal vez, el futuro de esta delegación sea desaparecer como tal, y convertirse en una Asesoría Cultural, tal como nació, que coordine y supervise las actividades festeras de la Federació y desde la Federació, y sirva para ayudar, proponer y orientar en sus actividades culturales a las asociaciones, dejando la carga organizativa de los certámenes convocados por el órgano rector de la Fiesta, a otras delegaciones de la Federació, siempre bajo su supervisión en cuanto a las señas de identidad propias se refiere.


Experiencia Cultural de las Asociaciones Festeras

La segunda de las citas culturales de las IV Jornadas, Fogueres, un encuentro con la Cultura, se desarrolló bajo el título «Experiencia Cultural de las Asociaciones Festeras», ya que para hablar de este tema se dio voz a foguerers que han ostentado el cargo de Delegado de Cultura, o están estrechamente vinculados con el tema de la Cultura en sus distintas asociaciones.

Mesa de debate «Experiencia Cultural de las Asociaciones Festeras», de izda. a dcha.:
Paula Tomás, David Sánchez, Susana Pardo, Toñi Martín-Zarco y Víctor López

Por orden de intervención, el primero fue Víctor López Arenas, que fuera Delegado de Llibret en la Foguera Nou Alacant, y es miembro de la recién nacida Foguera Pla del Bon Repós-La Goteta, de la que es Delegado de Cultura, Llibret y Monumento. Fue además componente de la Comisión de Presidencia de la Federació de Pedro Valera Bocero, y es miembro de la Comisión de Indumentaria de la Federació.

Explicó un proyecto que se encuentra en su segundo año de recorrido, consistente en recuperar el desaparecido concurso de Fogueres Experimentals, al que en esos dos años ya se han presentado más de setenta proyectos de artistas plásticos y arquitectos capitalinos y de la provincia de Alicante, cuya resolución incluye la exposición de todos ellos, la elección por votación del más popular, la plantà de dicha obra en el distrito de la Foguera organizadora, como monumento foguerer del ejercicio, y la edición de un catálogo de todos los proyectos, que quedan a disposición de aquellas comisiones que deseen optar por la innovación, como la comisión a la que pertenece Víctor, y hacerlos realidad en las calles de sus distritos.

Toñi Martín-Zarco Marín, la siguiente en intervenir, con treinta años de experiencia festera, siempre interesada en la Cultura de nuestra ciudad, así como de la de su Foguera, Port d’Alacant, a su vez muy comprometida con la Cultura y las tradiciones. Ha escrito en numerosos llibrets, así como en otras publicaciones, siendo colaboradora activa en foros y encuentros relacionados con la mujer y Les Fogueres. Fue candidata a presidir la Federació de Fogueres en dos ocasiones, y es Vicepresidenta y Delegada Federativa de su Foguera, dependiendo de ella la Delegación de Cultura.

Pionera de la Cultura foguerera, como su comisión, de la que fue varios años Presidenta, antes de su periplo de seis años en la Comissió Gestora de José Manuel Lledó Cortés, explicó su compromiso con la Cultura, tanto en la confección de sus cotizados y premiados llibrets, como en el orden de la música festera, siempre presente en sus actividades culturales, el uso del valenciano en sus actos oficiales, la recuperación de juegos tradicionales infantiles, la convocatoria de un premio internacional de periodismo, y un largo etc., del que resalta el hecho de que fuera la primera comisión en vestir la indumentaria de los siglos XVIII y XIX.

David Sánchez Cañavate, con más de veinticinco años de actividad festera, ha desempeñado multitud de cargos, entre ellos, el de Delegado de Llibret durante dieciséis ejercicios foguerers, así como la responsabilidad de las actividades culturales organizadas por su comisión, Avenida de Lóring-Estación. En su última etapa, al desempeñar el cargo de Presidente, siguió supervisando las mismas. Compagina el cargo de Delegado Federativo con el de Delegado de Cultura.

David explicó lo complicado de la puesta en marcha de la Cultura en los primeros pasos de una comisión joven, de la que trascendía más su vertiente artística que su apuesta cultural y su monumento, pese al notablemente mayor esfuerzo que suponía, y que sin embargo pasaban desapercibidos. Una comisión cuya iniciativa cultural trasciende de la actividad propiamente festera, para sumergirse en manifestaciones culturales al margen de Les Fogueres, especialmente en forma de exposiciones de artes plásticas de artistas alicantinos de renombre. Resalta su compromiso con el llibret, que manifiesta que es lo que queda cuando el monumento se quema y el ejercicio festero finaliza, así como las exitosas ferias del libro de ocasión, en las que se han podido ver, no sólo ejemplares de publicaciones festeras, sino también de temática alicantina o general, algunas muy notables.

Inscrita en la Fiesta desde que nació hace veintiún años, en el seno de una familia foguerera de toda la vida, Paula Tomás Lloret comenzó su andadura festera en la Foguera Port d’Alacant, y posteriormente en Sèneca-Autobusos, a la que pertenece dieciocho años. Ha sido Delegada Artística y es Vicepresidenta de Cultura y Actividades Artísticas.

Implicada, como su Foguera, en la recuperación, conservación y promoción de las tradiciones alicantinas y foguereras, apuesta por los pilares fundamentales de la Fiesta. Explicó así, en lo que concierne al llibret, que son publicaciones apreciadas, cotizadas y premiadas. Que es la comisión que más pasodobles festeros ha estrenado, compuestos para la Foguera o algunos de sus comisionados. Que es probablemente la comisión que mayor y mejor uso del valenciano realiza y promueve, cuidando del mismo modo la indumentaria festera y el monumento.

A continuación, moderadas por Susana Pardo, se abordaron cuestiones como cuál es la función primordial de Delegado de Cultura en una Foguera, la necesidad o no de la Gestión Cultural como herramienta de esa delegación, los factores que marcan la identidad cultural de Les Fogueres, si debe ser nuestra Fiesta un reflejo de las manifestaciones culturales que se desarrollan en la sociedad alicantina, o si debe actualizarse nuestra tradición cultural o debemos ser conservadores en nuestras raíces. Un debate que trascendió al numeroso público asistente, generando buen número de aportaciones y preguntas.

Entre las conclusiones más interesantes a las que se llegó, y las propuestas más notables a desarrollar, están la posibilidad de realizar actividades culturales conjuntas, de forma que el coste sea inferior por comisión, y a la vez tengan más repercusión y calado entre foguerers, ciudadanos y medios de comunicación, a lo que desde Federació se podría potenciar con la creación de un premio colectivo para estas manifestaciones culturales conjuntas. La necesidad de llevar a cabo una propuesta de educación en la Fiesta, comenzando por las comisiones infantiles, pasando por juveniles y adultos, y llegando a la propia sociedad, para que entienda que la Fiesta es también Cultura, y la sienta como suya aunque no pertenezca a ella. La importancia de valorar correctamente desde Federació la calidad de los actos, que no tanto la cantidad, para dar coherencia a los premios a actividades culturales. Y algunas cuestiones más que quedaron en el tintero por razones de tiempo, que se tratarían en la última mesa de debate.


El llibret. Análisis de su publicación

La tercera mesa de debate del ciclo tuvo por título «El llibret. Análisis de su publicación». La moderadora del acto presentó a los componentes de esta cita cultural, foguerers y barraquers que han ostentado el cargo de Delegado de Llibret, o están estrechamente vinculados con la Cultura en sus distintas asociaciones.

Mesa de debate «El llibret. Análisis de su publicación». De izquierda a derecha:
José Antonio Cerezo, Francisco Bañuls, Susana Pardo, Alejandro González y Gonzalo García

El primero en intervenir fue Francisco Bañuls García, Delegado de Llibret y de Cultura durante varios años en la Foguera Port d’Alacant, obteniendo ocho primeros premios en su llibret. Profesionalmente, es gerente de la empresa Bañuls Impresores, en la que ha confeccionado numerosos llibrets para Alicante y para Valencia, obteniendo varios premios, lo que da una visión muy completa de esta publicación festera. Por otra parte, ha participado en exposiciones y concursos de pintura, obteniendo dos premios como artista novel, y ha sido jurado del Concurso del Cartel Oficial de las Fallas de Gandía, además de maquetar y diseñar el Libro Oficial de la Federación de Fallas de Gandía y varias Revistas Fogueres de la antigua Comissió Gestora, hoy Federació de Les Fogueres de Sant Joan.

Paco Bañuls compara la creación de un llibret con el rodaje de una película, pues dice que necesita un buen guión -temática o temáticas-, actores -colaboradores- que lo interpreten, buenos decorados -la labor de diseño gráfico e impresión-, y un director -el Delegado de Llibret-. Su sistema de trabajo fue crear un equipo de personas, fundamentalmente técnicos del Archivo Municipal de Alicante, que colaboraran en el llibret mediante sendos artículos, no necesariamente relacionados entre sí, para dar a conocer los fondos documentales y fotográficos que allí se conservan, algunos entonces inéditos. En el caso de su Foguera, que no tiene distrito, la apuesta del llibret siempre ha sido claramente enfocada al contenido cultural, y una importante fuente de ingresos, hasta el punto de que sostiene que el día que el llibret no sea rentable o dé pérdidas, podría desaparecer. Reclamó la necesidad de revisar las Bases del Concurso de Llibrets, comentando cómo se realiza en otras localidades, y las importantes connotaciones de obtener el Depósito Legal, de cara a la promoción de los llibrets y su presencia en las bibliotecas públicas, un trámite, por otra parte, que no tiene coste alguno.

A continuación intervino José Antonio Cerezo Montes, Delegado de Llibret de la Foguera Hernán Cortés y posteriormente de la Foguera Barrio José Antonio, en las que ha conseguido varios premios. Afirmó que había llegado al llibret de casualidad, casi obligado, pero que de la mano de las personas que colaboraron con el primero que confeccionó, se enamoró de esta importante faceta de la Fiesta, y hoy es incondicional y defensor acérrimo de la publicación festera. Participa en la preparación de un libro que celebrará el 30 Aniversario del Gremi Artesà de Fogueres, y es Delegado Federativo de la Barraca Pica i Vola.

En su intervención, manifestó el poco interés que suelen tener las comisiones, no sólo por la Cultura en general, sino por el llibret en particular, pues es regla general que los comisionados sólo se fijen en si salen en las fotos, en cómo ha salido la Bellesa, o como mucho en el boceto del monumento que se va a plantar en su barrio. Comentó que cada vez se destina menor partida presupuestaria al llibret, quejándose sus compañeros de comisión cuando bajan los ingresos por publicidad o venta del mismo. Piensa que ser Delegado de Llibret es casi vocacional, por la cantidad de problemas que acarrea.

Gonzalo García Ballesteros fue durante años Delegado de Llibret en la Foguera San Antón Bajo, siéndolo posteriormente de la Barraca Som Fills del Poble, de la que es, además, Presidente. Fue también miembro de la Federació de Pedro Valera Bocero.

Es de la opinión de que, además de los elementos básicos y tradicionales, un llibret tiene que aportar algo más. Y así se ha desenvuelto en su cometido, a base de investigar aspectos poco conocidos o incluso desconocidos de la Fiesta, para plasmarlos en sus llibrets, de forma que siempre aporten algo más que el mero testimonio de un ejercicio foguerer o barraquer, ha optado a varios premios. Si bien piensa que el llibret básicamente es una fuente de ingresos para la comisión, cree que debe concebirse de modo que llegue a todos los vecinos y colaboradores del distrito, independientemente del nivel cultural que tengan. Y rescata, por último, para el llibret, la sátira, un elemento característico de Les Fogueres, que poco a poco ha ido perdiendo la presencia tan importante que tuvo en estas publicaciones en el pasado.

Alejandro González Borja, último interviniente de la mesa, ha desempeñado el cargo de Delegado de Llibret en la Foguera San Fernando durante varios años, así como más tarde en la Foguera Ángeles-Felipe Bergé, donde también asume el Área de Cultura. Es autor del Cartel Oficial 2013.

Apuesta directamente por la parte cultural del llibret, y para ello aboga igualmente por la investigación, habiendo obtenido importantes premios, y reivindica que, de cara al Concurso de Llibrets que cada año convoca la Federació, sus bases admitan que esta parte cultural de las publicaciones festeras, pueda presentar contenidos no necesariamente relacionados con Les Fogueres, para evitar las reiteraciones que año a año se ven reflejadas en sus páginas en cuanto a sus temáticas, algo que también había apuntado Paco Bañuls. Reclama, al hilo de lo indicado por Cerezo, un mayor presupuesto para poder crear publicaciones dignas, ya que afirma que es lo que queda de la Fiesta, una vez se consumen en las llamas los monumentos.

Tras las propuestas de cada componente de la mesa, se inició una interesante y animada tertulia, a instancia de sutiles preguntas dirigidas por la moderadora de la mesa, abierta al numeroso público asistente. Entre los temas tratados, fueron especialmente debatidos el concepto de llibret en sí, su estructura básica, contenidos, finalidad primordial, su función de legado de la historia de nuestra fiesta, su difusión; el papel que debería tener la Federació, tanto en la promoción de tan importante fondo bibliográfico, como en el estudio y creación de unos parámetros adecuados por los que se valore su opción a premio; las posibilidades del llibret para el futuro, su financiación, soportes, recursos, etc. Hubo acuerdo en que su formato debe seguir siendo en papel, no despreciando otros soportes, pero como complemento a su edición tradicional. Quedó en el aire, aunque la respuesta estaba en el ánimo de todos, la pregunta de si, de no existir los premios al uso del valenciano, se seguirían editando en esta lengua los llibrets en el notable número que lo hacen ahora, lo que refuerza la opinión general de que el llibret, tradiciones aparte, es fundamentalmente una fuente de financiación.


El devenir Cultural de la Festa de Fogueres

Llegada la jornada de clausura de las IV Jornadas Culturales de la Foguera Sant Blai-La Torreta, Fogueres, un encuentro con la Cultura, se dio cuenta de la misma con la cuarta y última mesa de debate, titulada «El devenir Cultural de la Festa de Fogueres». En ella participaron, de nuevo, Toñi Martín-Zarco Marín y David Sánchez Cañavate, a los que se les unió el actual Delegado de Cultura de la Federació de Fogueres de Sant Joan, Miguel Castelló Hernández, así como la moderadora de las Jornadas, en esta ocasión también participante activa de la mesa, Susana Pardo Díaz, Vicepresidenta de Cultura de la comisión organizadora.

Mesa de debate «El devenir Cultural de la Festa de Fogueres». De izquierda a derecha:
David Sánchez, Susana Pardo, Toñi Martín-Zarco y Miguel Castelló

Concluyeron de este modo estas Jornadas dedicadas a la Cultura de la Fiesta y en la Fiesta, con un balance claramente positivo. Se han tratado diversos contenidos que engloban esta temática, tanto desde el órgano rector de la Fiesta, la Federació de Fogueres, hasta desde la labor personal realizada en cada una de las comisiones. Las delegaciones de Cultura, la identidad cultural, el desarrollo de actividades y proyectos culturales, la comunicación, la difusión y la preservación de la historia de nuestra Fiesta, el corpus bibliográfico de Les Fogueres y los llibrets en toda su extensión, creación, maquetación y publicación, fueron algunos de los temas exitosamente abordados, desde diversas perspectivas, con multitud de puntos de vista y pluralidad de opiniones, logrando el objetivo esencial de las Jornadas: la participación de gente de la Fiesta y la manifestación libre de sus opiniones al respecto de los temas tratados, tanto de los componentes de las mesas de debate, como del público asistente, que en todos los casos se mostró muy participativo. Las reflexiones obtenidas, numerosas y diversas, constituyen puertas abiertas a nuevos planteamientos y mejoras de lo hoy establecido.

En este último encuentro, fueron recuperadas algunas de las conclusiones e ideas surgidas en los debates anteriores, para retomarlas y analizarlas de nuevo, junto a otras que quedaron en el tintero por imperativos de tiempo. El punto de partida lo puso la moderadora de la mesa, agrupando los temas en tres bloques, y desgranándolos uno a uno, de modo que se iniciara participativos debates, desde la mesa y hacia la mesa.

El primero giró en torno a las señas de identidad cultural de Les Fogueres, la música festera, la indumentaria tradicional, el uso de la lengua valenciana, con cuestiones como la defensa de las mismas, la proyección de la Fiesta, tanto en el sentido de la promoción como de la comunicación. ¿Necesitamos en las asociaciones festeras un área dedicada a la comunicación? ¿Hay que establecer una planificación comunicativa? ¿Desde dónde debe realizarse? En cuanto al desdoblamiento tradición y/o actualización, ¿existe hoy por hoy avenencia o divergencia? Y en relación a la globalización de la Cultura en la Fiesta y la Cultura de la Fiesta, ¿cómo debemos hacer confluir tradición y sociedad?

En un segundo bloque se trató lo que concierne a la potenciación de las actividades culturales. ¿Está en su futuro la realización de actividades conjuntas entre diversas comisiones? Es imprescindible la educación en la Fiesta, comenzando por las comisiones infantiles, pasando por juveniles y adultos, y llegando a la propia sociedad, pero ¿qué pautas debemos establecer para instruir y preparar a los niños en la tradición de nuestra Fiesta? Y por otra parte, ¿cuáles deben ser los parámetros de calidad de las actividades culturales? El papel del Delegado de Cultura de la Federació, ¿debe derivar a convertirse en Asesor Cultural?

Por último, y desde el punto de vista del llibret como fondo bibliográfico de nuestra Fiesta, ¿deben ser nuestros principales objetivos en la creación de nuestros llibrets, la calidad de contenidos y el respeto a la tradición? Además, para la difusión de las publicaciones festeras, quedó claro que es necesaria la creación del fondo bibliográfico de Les Fogueres, pero ¿quién, cómo y cuándo ha de hacerlo? ¿Son buenas herramientas para el futuro del llibret las nuevas tecnologías? ¿Cómo debe ser la correcta edición y publicación de los llibrets?

Muchas preguntas para tan pocas respuestas. Deberíamos cada uno de los foguerers y barraquers, al menos los que entendamos que la Cultura es parte necesaria e inseparable de la Fiesta, tomarnos un tiempo para tratar de responder estas y otras cuestiones, y con sus conclusiones aportar a las comisiones de pertenencia el impulso y la coherencia que necesita la Fiesta para que la Cultura no muera, porque con ella, indefectiblemente, moriría la Fiesta, porque la Fiesta es Cultura. Cultus, cultivar en definitiva, que como hemos visto, es el significado primero de la palabra «Cultura», empezando por inculcar a los jóvenes de nuestra Fiesta estos valores. Hagamos válidas las afirmaciones que en su día manifestara el actor, director escénico y pedagogo teatral Stanislavski, cuando sostuvo que:
«La juventud no debe sólo asimilar los frutos de la Cultura de sus padres, sino que debe elevar la Cultura a nuevas cimas, a las que no llegan las gentes de las anteriores generaciones».
La tradición puede y debe llevar al progreso. Tradición y progreso son y forman parte de la Cultura.

Portada del Llibret de la Foguera Sant Blai-La Torreta 2013:
La Cultura penja d'un fil (Diseño: Bañuls Impresores, S.L.)

Una excursión a la Tabarca de los años 30

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De la mano nada menos que del periodista alicantino Rodolfo Luis de Salazar Navarro (1880-1937), en la prestigiosa Revista Blanco y Negro, a la que hice referencia en el artículo que traté de cuando Nueva Tabarca fuera portada de la misma. Hijo del también periodista José María de Salazar, fue gran admirador de Gustavo Adolfo Bécquer, sobre el que realizó múltiples conferencias, y prolífico colaborador de la prensa alicantina, con sus crónicas y poemas. Fue redactor-jefe del diario conservador alicantino El Día, hasta julio de 1918 cuando, gracias a su amistad con la familia Luca de Tena, marchó con su familia a Madrid a ocupar el mismo cargo en el Diario ABC, en cuyo puesto seguiría durante casi veinte años, compaginándolo con el semanario Blanco y Negro. Desempeñó, además, la corresponsalía en Alicante de Mundo Latino.

Rodolfo Luis de Salazar Navarro (1880-1937)

Aparte del periodismo, Rodolfo de Salazar fue un excelente poeta y novelista. Fue presidente del Ateneo Científico Literario y Artístico, del Círculo de Bellas Artes de Alicante, de la sección de cultura de la Casa de Valencia en Madrid y de la Agrupación Artística La Wagneriana, entre otros muchos cargos de relevancia. Como buen alicantino, de lo cual se preciaba, fue decano de los Foguerers Majors de les Fogueres de Sant Joan, y difusor de la fiesta en Madrid. Cultivó grandes amistades con personajes de la talla de los Luca de Tena, antes mencionados, o Rafael Altamira, entre otros.

Portada de la Revista Blanco y Negro, Año 42, N.º 2167, 25 de diciembre de 1932
(Hemeroteca del Diario ABC)

El artículo que nos ocupa, con fotos del propio autor, impresas con una calidad bastante deficiente, apareció editado en el número 2167, año 42, de la Revista Blanco y Negro, de fecha 25 de diciembre de 1932, en concreto en las páginas 131-133



Las aguas de la bahía alicantina ofrecen a los aficionados al mar la delicia de sus mansas ondas, y en las tardes del verano, cuando comienza a ponerse el rojo sol de fuego, que abrasó la ciudad, calcinando sus piedras y adormeciendo a sus habitantes en un casi letargo; cuando el sol ya declina, es un placer navegar por las tranquilas aguas, apenas rizadas por una ligera brisa, que hincha la blanca vela triangular de un bote marinero.

Y así, por disfrutar del placer, una tarde embarqué, y, paseando, salimos fuera del puerto el pescador que me lo alquilara y yo. Era el marinero hombre ya maduro, que gustaba de hablar; había recorrido casi el mundo entero; «hasta he ido —me dijo— adonde los hombres tienen rabo. Por allá, por las islas del otro lado del mundo». A ciencia cierta no sabía por dónde, muy lejos. Y hablaba sin descanso. Me contó leyendas que la ignorancia de los marineros, hombres rudos, admite como verdades incontrovertibles. En una tempestad, un golpe de viento, cuando él andaba por las vergas, le hizo perder el equilibrio, arrojándole sobre una vela, que le despidió, lanzándole a cubierta; del encontronazo estuvo enfermo de algo que no me supo decir el nombre, pero cuando curó no pudo reanudar su oficio de navegante de altura. La conmoción le había dejado sordo y con alguna dificultad para hablar. Y allí estaba él, que conociera lejanos mares y extraños países, con su bote atracado a las piedras del muelle, alquilando su experiencia del mar y limitando sus cruceros a unos paseos por la bahía alicantina.

Allá, en la línea del horizonte, se divisaba una tierra, como un poco de bruma espesa. Era la «isla de Tabarca». Desde hace tiempo tenía el deseo de visitarla, y, cortando la verbosidad de mi patrón, intenté hacerme oír por él para que me indicase el medio de poder lograr el visitar la isla. Conseguido el que me entendiera, supe que era fácil el ir: unos barquitos a motor hacían viajes regulares, saliendo dos veces por semana de Alicante, de donde partían temprano para regresar mediada la tarde.

Y en el primero de sus viajes embarqué. El mar estaba encalmado y los marineros predecían un viaje feliz.


La isla de «Nueva Tabarca», o «Isla Plana», que ambos son sus verdaderos nombres, aunque los alicantinos la llaman solamente «Tabarca», y más familiarmente l'illa, es decir, la isla, en el idioma lemosín que hablan los nativos, está situada a diez millas de la ciudad de Alicante y junto al cabo de Santa Pola, que cierra por la derecha la bahía alicantina. Fué en un principio habitada por moros procedentes de la Tabarca tunecina. Carlos III la conquistó, y, para defenderla, la fortificó, rodeándola de fuertes murallas, que aún se mantienen en pie. Hoy los tabarquinos forman un reducido poblado, que vive de la pesca.

Ya vamos llegando; ya se divisa, allá, confusamente, una sombra, algo sobre el mar. Y va tomando forma, y se distinguen dos torres, una aguda, esbelta; otra maciza, pesada; son la de la iglesia y la antigua de vigías, y a bordo se hacen los preparativos de anclaje, y hay un revuelo de turistas que requisan sus paquetes, que acaso contendrán tortillas, filetes empanados, algo de pescado...

A recibirnos salen unos muchachos, hábiles nadadores, que piden les arrojen una moneda, y la persiguen en su descenso por el mar, y la cogen, subiendo a la superficie con ella en la boca, y bajan en busca de otra que se les ha lanzado. Son hijos del mar y se familiarizan, jugando, con él. ¡Acaso luego, cuando mayores, sean audaces marineros que surquen lejanos mares, o pescadores que den su vida en la lucha por capturar algún pez!

Arrimamos al muelle, que propiamente no existe, puesto que sirven como tal unos peñascos que se separan de la orilla y abrigan las aguas, y comienzan a bajar a tierra los excursionistas. Es una animada escena: gritan con pequeños chillidos las mujeres, por temor a resbalar y bañarse antes de lo pensado, gritos que suben de intensidad al arrojar un marinero sobre cubierta un pulpo que ha cogido en una grieta, y que intenta volver al mar, hasta que muere clavado a las tablas por una navaja.


El acceso a la isla se realiza por la puerta de las murallas. Hay unos pasadizos obscuros, una escalera, y aparece el pueblo, pequeño, apenas una plaza y unas casas alrededor de la iglesia. Las casas, de planta baja, al nivel de la calle, y algunas con un piso, son blancas, deslumbrantes; bajo el sol ardiente que ya molesta, se adivina que en el interior de aquellas casas se ha de disfrutar de agradable frescor. Tienen las puertas abiertas y se ven los patios en penumbra por las plantas trepadoras y las parras que en ellos hay.

Un excursionista tiene familia entre los pescadores, y con él varios que durante la travesía hemos entablado amistad nos dirigimos a casa de su pariente a encargarle nos guise para la comida una caldereta de pescado, el plato típico de la isla. Convenida la hora en que hemos de reunirnos, cada uno, solo o en grupo, recorre la isla.

Es muy curiosa. Sus costas, carcomidas durante siglos por el mar, son accidentadas; hay rocas en grandes amontonamientos junto a la orilla y casi cubiertas por enormes cantidades de algas; otras surgen como negros monstruos que descansaran algo separados de la costa; hay cerca del faro una aglomeración de arrecifes en donde, durante la Gran Guerra, se fué a pique un barco, cuyo casco aún puede verse desde el faro, pues el fondo sobre que descansa, a pocas brazas de la superficie, es de roca lisa. Siempre conservando el aspecto carcomido, es a veces más compacta la orilla y se eleva y forma recodos y cuevas profundas por las que el mar penetra debajo de la isla. Hay una que tiene en su fondo, como en las historias de piratas y contrabandistas, un pasadizo por el que comunica con una casa.

Y aún hay más cuevas. La iglesia está edificada sobre una que casi es tan extensa como ella, y próxima hay otra grande, casi subterránea, en donde en invierno se reúnen pescadores y mujeres para construir y recomponer las redes, y allí están los toscos artefactos, semejantes a grandes ruecas, de que se sirven; son unas ruedas de madera como pesados tornos y unos caballetes.

Recorremos las murallas; unos gruesos paredones afianzados en las rocas y que descienden hasta el mar. Hay abiertas en ellas unas habitaciones que, en opinión del guía que nos acompaña, fueron calabozos. Y llegamos a la playa, un rinconcito de arena ocupada por las barcas de los pescadores, barcas en que, cuando llegue la temporada, irán hasta la costa de Africa a pescar el atún, y un hacinamiento de anclas, y cadenas, y redes.


Entre las barcas, aprovechando su sombra, reposan los excursionistas después de haberse bañado. Las aguas de esta pequeña ensenada son verdes y tan claras, tan transparentes, que casi parece que no haya nada entre la vista y el fondo; y llegan a la orilla en amplias ondulaciones, mansamente, sin romperse en espuma.

Ya es mediodía. La comida estara dispuesta, y vamos hacia la casa del pescador. Una casa pequeña, limpia y fresca, cosa importantísima en aquel ambiente tórrido; del techo penden reproducciones, en pequeño, de llaúts pesqueros y de un pailebot modelo de habilidad y paciencia, y en un rincón hay gruesos anzuelos que utilizan para la pesca del atún y del bonito, y arpones y lanzas para rematarlos. Nuestro huésped, un viejo fuerte y curtido por el mar, nos muestra una especie de ganchos grandes y de aguda punta, los cuales, sujetos a la muñeca, sirven para izar a bordo las grandes piezas cobradas. Y nos enseña en su mano izquierda la cicatriz de una herida que le produjeron con uno de esos ganchos que le atravesó la palma. Tiene una cicatriz en cada una de las caras de la mano que es casi del diámetro de cinco céntimos. «Me lavé con agua del mar —nos dice sin darle importancia— y seguí mi faena».

La caldereta, guisada por marineros y regada con vino a discreción, estaba verdaderamente sabrosa. En la isla el vino es más abundante que el agua potable, pues no hay manantiales y sólo de la recogida en la época de las lluvias se puede disponer. Luego comimos los más excelentes salmonetes roqueros; pescados aquella misma mañana, tenían el más delicioso sabor a yodo y a algas que imaginarse puede.

Terminada la comida, salimos a tomar un poco de fresco, que a la sombra la temperatura era agradable a causa del vientecillo que venía del mar. Y a poco se oye la sirena de nuestro barco, que llama a su bordo a los pasajeros que trajo, y caminamos hacia allá y observamos los últimos detalles pintorescos de la pintoresca isla. En las puertas de algunas casas hay clavadas grandes aletas y colas de atún como trofeos que recuerden la extraordinaria pieza que el pescador que allí habita cobró; hay por allí unos perros de una raza peculiar de Tabarca. Son pequeños y de pelo corto, lanoso y rizado; pero lo raro de ellos consiste en que sólo tienen en los pies dos dedos, como una pezuña hendida, igual a la de las cabras, mas no córnea.

Llegamos al embarcadero. Termina la excursión. Pronto el barco nos volverá a Alicante. Pero con nosotros nos llevamos el grato recuerdo de un día pasado felizmente.

Neptuno, el viejo dios de la faz de arrugas cambiantes y cabellera de algas, también nos es propicio en el regreso, y pronto se divisa reflejándose como en un espejo en las azules ondas de la amplia bahía alicantina, la esfinge rocosa que corona el imponente castillo que en otros tiempos defendió la ciudad.

Orígenes de las Fiestas del Fuego

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Conferencia impartida en el Salón de Actos de la ONCE de Alicante, el día 6 de marzo de 2013, durante la charla-debate Fogueres per a tots. Història, discapacitat i integració, organizada por la Associació Cultural Foguera La Ceràmica, en su XIII Edición de las Jornadas Culturales.
Publicado anteriormente en el Llibret de la Foguera Florida-Portazgo 2005.

Alrededor del día 21 de junio, dependiendo del año, se celebra en el hemisferio norte el día más largo del año: el solsticio de verano. Su celebración es tan antigua como la humanidad.


La palabra solsticio procede del latín y significa «parada del sol», porque en un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, ya que después de esta fecha los días era cada vez más cortos. Por esta razón, hogueras y ritos de fuego se iniciaban para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía: se encendían fuegos en las cimas de las montañas, a lo largo de los arroyos, en la orilla del mar, en mitad de las calles y frente a las casas; se organizaban procesiones con antorchas, se echaban a rodar ruedas ardiendo colina abajo y a través de los campos; se bailaba alrededor del fuego y se saltaba por encima de él, para purificarse y protegerse de malas influencias y asegurar el renacimiento del sol.



El culto al sol

Se puede decir que todo empezó hace más de cinco mil años, cuando nuestros antepasados, tan amigos ellos de observar las estrellas, se dieron cuenta de que, en determinadas épocas del año, el sol se mueve desde una posición perpendicular sobre el que hoy conocemos como Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular sobre el Trópico de Cáncer. Estos días extremos en la posición del sol, los solsticios de invierno y verano, coinciden con los días 21 de diciembre y de junio, respectivamente, en el hemisferio norte. El día que veremos al sol ponerse más al sur es el 21 de diciembre, y el día que lo veremos ponerse más al norte es el 21 de junio. Hablando propiamente del solsticio de verano, en esta fecha el eje de la tierra está inclinado 23,5 grados hacia el sol, lo que ocasiona que en el hemisferio norte el 21 de junio sea el día más largo del año.


Ni que decir tiene que esta fiesta es muy anterior a las religiones mayoritarias actuales. Un antecedente lo encontramos en la celebración celta del Beltaine, cuyo nombre significaba «fuego de Bel» o «bello fuego» y era un festival anual en honor al dios Belenos. Durante el Beltaine se encendían grandes hogueras que eran saltadas por los más atrevidos con largas pértigas. Después, los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades, a la vez que rogaban a los dioses que el año fuera fructífero, y no dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran mejor atendidas.


Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano, encendiendo igualmente grandes hogueras de carácter purificador. En esos antiguos mitos helenos, a los solsticios se les llamaba puertas: la «puerta de los hombres» correspondía al solsticio de verano (del 21 al 22 de junio), a diferencia de «la puerta de los dioses» del solsticio de invierno (del 21 al 22 de diciembre). Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra, Minerva, unas fiestas con fuegos, y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Se atribuían propiedades medicinales a las hierbas recogidas en aquellos días.


Antes de cristianizarse la fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar al sol en un acto simbólico con la finalidad de que «no perdiera fuerzas». En su conciencia interna, sabían que el fuego destruye lo malo y lo dañino. Posteriormente, el hombre seguiría destruyendo los hechizos con fuego, y el cristianismo, como luego veremos, fue experto en reciclar los viejos cultos paganos. En los países orientales, con ritos y creencias distintas, se celebraban igualmente estas fiestas, conservando en todas ellas la misma esencia: rendir un homenaje al sol, que en ese día tiene un especial protagonismo, cuando el poder de las tinieblas tiene su reinado más corto.


En cualquier caso, al sol se le ayuda para que no decrezca, y mantenga todo su vigor, simbolismo que era también compartido por pueblos incluso separados por océanos. Es el caso de los incas de Perú, cuyas dos fiestas primordiales son el Capac-Raymi, que tiene lugar en diciembre, y la que se celebra cada 24 de junio, el Inti-Raymi o Fiesta del Sol, en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. En el momento de la salida del astro rey, el Inca eleva los brazos y pide al sol su calor para que el frío desaparezca. Se siguen practicando y representando hoy en día para conmemorar la llegada del solsticio, con un claro tinte turístico, y los habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de sus antepasados quechúas, y recrean el rito inca tal y como se realizaba.


Aún en la actualidad, existe gran cantidad de leyendas y creencias respecto de la Noche de San Juan y, sin contar las innumerables muestras de este culto ancestral en nuestro país, todavía podemos encontrar ejemplos en multitud de países: Alemania, Francia, algunos de los Estados Unidos (Louisiana, Alaska, Texas), Noruega, Irlanda, Finlandia, Italia, Japón, Inglaterra, Brasil, Israel...


La cristianización de lo pagano


Como siempre ha sido una constante en el cristianismo, con el tiempo se llevó a cabo una cristianización del rito pagano. Esa noche y su amanecer se dedicaron a San Juan, en un esfuerzo por cristianizar las supuestas fuerzas que se manifiestan en esta jornada pagana, uniendo, por una parte, el ritual al sol, con el santo de la fecha, San Juan Bautista, que fue el encargado de dotar de sacralidad a la fiesta. Pero, ¿por qué San Juan Bautista? Pues la respuesta la tenemos en La Sagrada Biblia: San Lucas narra en su Evangelio, que María, en los días siguientes a la Anunciación, fue a visitar a su prima Isabel, cuando ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo, quedándose con ella hasta el parto. Por lo tanto, fue fácil fijar el nacimiento del Bautista en el mes de junio, tres meses después de esa visita, celebrada el 25 de marzo, y seis meses antes del nacimiento de Cristo. Desde entonces, se señaló esta noche como la de San Juan, que ha heredado así la serie de prácticas, ritos, tradiciones y costumbres, cuyos orígenes hemos visto que son inmemoriales.


Sin embargo, otras facetas del ritual pagano se perdieron, o son cada vez menos frecuentes, como la antiquísima tradición de enramar las fuentes, relacionada con la prosperidad, la abundancia y la fecundidad. Esta tradición decía que, al amanecer del primer día de verano, las mujeres recogían de las fuentes las «flores del agua» (flores acuáticas), con la esperanza de encontrar pareja, concebir hijos o hacerse con poderes curativos.


Pero, lo paradójico del asunto, es que el 24 de junio se celebra la fecha del «nacimiento» del Bautista, que en realidad no debería festejarse porque de los santos siempre se recuerda el día de su muerte (de hecho, el 29 de agosto la Iglesia conmemora su decapitación), pero según San Agustín se hace una excepción, porque San Juan fue santificado en el vientre de su madre y vino al mundo sin culpa. Escribe San Lucas:
No tengas miedo, Zacarías, pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar, y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios.
El Evangelio de Lucas narra igualmente que el padre de Juan, el sacerdote Zacarías, había perdido la voz por dudar de que su mujer, Isabel, que era estéril, estuviera encinta:
Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla.
En el momento del nacimiento, cuando Zacarías escribió en una tablilla «su nombre es Juan», recuperó la voz milagrosamente, tal como se lo había predicho el arcángel. Rebosante de alegría, la tradición dice que encendió hogueras para anunciar a parientes y amigos la buena nueva. Cuando siglos después se cristianizó esta fiesta, la noche del 23 al 24 de junio se convirtió en una noche santa y sagrada, sin abandonar por eso su aura mágica inmemorial, porque fue imposible erradicar los ancestrales rituales solares, por lo que vino de fábula que coincidiera la celebración encendiendo esas hogueras, aunque la finalidad en uno u otro caso fuera absolutamente distinta.



Las Fallas de San José

Pues bien, llegados a este punto, veamos cómo llegó la fiesta del solsticio de verano a convertirse en Les Fogueres de Sant Joan. Para ello, hay que tener primero en cuenta que nuestra Fiesta vino en cierto modo «importada» a Alicante, tomando como modelo Las Fallas de Valencia, que no tienen nada que ver ni con el solsticio ni con San Juan, pero no dejan de ser fiestas del fuego. Primero veremos cómo nació la fiesta del fuego en Valencia, cuyo origen está bastante controvertido.


Entre todas las teorías que circulan entre los estudiosos de Las Fallas, personalmente me quedo con la que explica que, antiguamente, la luz la facilitaban los crisoles, y los artesanos, sobre todo los carpinteros, los colgaban de un artilugio hecho de listones de madera llamado parot, estai, astai o pagés, una especie de candelabro, bastante alto, que tenía diversos brazos de los que colgaban dichos crisoles. Al terminar el invierno, y conforme entra la primavera, el día va alargándose, por lo que los carpinteros se deshacían de esos parots, quemándolos, y a la vez aprovechaban para limpiar el taller y quemar igualmente todos los retales de madera que se habían almacenado durante el invierno. El Gremio de Carpinteros adquirió la costumbre de realizar estas limpiezas la víspera de su patrón, San José, que se celebra desde 1497 el día 19 de marzo.


Ahora, haciendo gala del ingenio levantino, imaginemos que a un carpintero se le ocurre un buen día la idea de «vestir» su parot con ropas viejas, y que esto motivara a algún poeta espontáneo a ponerle un cartel, criticando una situación o un hecho significativo del momento. Podríamos decir que así nace el primer ninot. Lo demás se sucedería por pura inercia: del ninot único se pasa a una escena o conjunto de ellos, donde dos o más ninots representan una situación, y entra en juego el diálogo. Normalmente se situaban dichas escenas pegadas a un lateral de la calle, pero las escenas van tomando volumen, y con ello sobresaliendo de esas paredes, hasta que nos encontramos con que, en la documentación más antigua hallada sobre Las Fallas, concretamente del año 1784, un Oficio de la Autoridad Municipal de Valencia prohíbe quemar fallas, que ya las denomina así, aunque aquí no vamos a entrar en el origen de tal denominación, en las estrechas calles de la ciudad de entonces, por el peligro de incendio de las casas colindantes, además del lógico obstáculo que presentaban para el paso de los carruajes y para los propios transeúntes, obligando a colocarlas en plazas suficientemente amplias. La consecuencia directa fue que se pasó, de la escena unidimensional, al conjunto de escenas que pudiera visitarse dándole la vuelta completa. Con el modelado de esos primitivos ninots, en el que entraría la cera antes que la arcilla y el cartón, llegaríamos a los monumentos falleros tal como hoy los conocemos.



Las Hogueras de San Juan

Ahora veamos cómo nos llega a Alicante la Fiesta del Fuego. Cerca de un siglo más tarde de ese Oficio del Ayuntamiento de Valencia, concretamente en 1881, nace en una tierra ajena a fallas y ninots, en Cádiz, José María Py y Ramírez de Cartagena. Hombre observador y sencillo, las vicisitudes de la vida y de su familia le llevan a Valencia, donde reside durante 25 años. Allí conoce la fiesta de Las Fallas, al parecer formando parte de varias comisiones y, no sólo se empapa del arduo proceso que supuso la conversión de las mismas en Fiestas Oficiales de la Ciudad de Valencia (antes lo eran las Fiestas de Julio), sino que, dado su oficio de pintor, dato que consta en el Padrón Municipal de Valencia, en donde se cita esa profesión en los padrones de 1915 y 1920, se decide a probar suerte construyendo, sin demasiada fortuna, dos monumentos, según consta en la documentación que obra en el Archivo Municipal de Valencia y en la prensa de la época, que le citan como autor de ambas fallas el mismo año de 1917, la de las calles Muñoz Degrain-Pollo y la de la Plaça de Sant Bult, ambas muy cercanas a la casa donde vivía.


En 1922 se traslada a Alicante, ciudad donde su padre, abogado, es destinado como notario. José María Py, entusiasta y desprendido, se integra rápidamente en la sociedad alicantina, y comienza a participar en las tertulias que se llevaban a cabo en lugares cercanos a la notaría de su padre, que estaba en la Plaza de Gabriel Miró, entonces de Isabel II, como lo eran el Casino, la Asociación de la Prensa, el Hotel Samper, el Círculo Mercantil... Entre ellas, estaba Alicante-Atracción, que organizaba un programa de festejos populares. De este modo, integrado en ese caldo de cultivo que formaban el grupo de artistas, escritores e intelectuales de la época, comienza hacia 1928 su particular «campaña» para llevar adelante su idea de crear para Alicante unas fiestas del fuego similares a las de Valencia, pero llamándose Hogueras o Fogueres, centradas en la fiesta de San Juan y el solsticio de verano, como mandaba la tradición ancestral del rito del fuego. Lo consigue en menos de un año. Y nacen con una estética personal y diferenciada de las fallas, porque caen sobre todo en manos de pintores, mientras que en Valencia eran los escultores los creadores de los monumentos falleros.

Y lo demás, ya es una historia conocida: serían declaradas Fiestas de Interés Turístico Internacional en 1965, y en enero de 1999, Fiestas Oficiales de la Ciudad de Alicante, con vocación de convertirse en un futuro cercano en Bien de Interés Cultural Inmaterial.


Pero, para terminar, una anotación, aunque sea a modo de anécdota: el antecedente más antiguo que se conoce de Les Fogueres de Sant Joan, se remonta nada menos que a 1698, pues hay constancia documental de que entonces ya se quemaban hogueras en honor a San Juan Bautista en las calles de Alicante. Efectivamente, así lo dejó escrito Josep Sala al relatar la fiesta celebrada por la elección de Ramón de Perelló y Rocafull como Gran Maestre de Malta: «al llegar la procesión a cada una de las plazas, se procedía a quemar las hogueras allí dispuestas». Las hogueras alicantinas aparecen también en poemas de José Vila y Blanco, escritos en 1854. Un Bando Municipal de 1870 prohibía encender hogueras la noche de Sant Joan y tirar cohetes por las calles. Y autores como Francisco Figueras Pacheco, Carlos Arniches y Rafael Altamira, han dejado escrita su visión de las hogueras quemadas en los primeros años del siglo XX, que eran «un costum fet llei» en el Alicante de 1912. Ya entonces la fiesta de Sant Joan tenía algunas costumbres que hoy se conservan: se comía coca amb tonyina, la dolçaina y el tabalet acompañaban a los juegos callejeros y a la cucaña, mientras, en palabras de Arniches, se quemaban «trastos viejos».

Aproximación bibliográfica a las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca

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Artículo publicado en el Llibret de Festes Patronals de Tabarca 2013


Ha quedado patente desde un principio, que la profunda religiosidad de los cautivos tabarquinos fue su tabla de salvación, y lo fue en un doble sentido: la propia fuerza de su fe, fortalecida por la atención espiritual de fray Juan Bautista Riverola, antiguo cura de la Orden de los Agustinos en la tunecina Tabarka, cautivo como uno más; y las cartas que escribiera fray Bernardo de Almanaya, basadas en las misivas del propio padre Riverola, en las que daba minuciosos detalles acerca del cautiverio y penalidades de los tabarquinos. Se despertó así el interés del rey Carlos III por su redención, tan oportuna en el contexto histórico, ya que era imperativo poblar la isla Plana para evitar que camparan a sus anchas los piratas magrebíes, tarea que había encargado al conde de Aranda.

Obvio es decir que esta religiosidad, patente desde el momento mismo de la llegada de los colonos a la isla, perduraría y se transmitiría de padres a hijos. Así pues, no es de extrañar que José Vallalta Orozco, párroco de Nueva Tabarca, en sus apuntes editados en 1959 con el título Tabarca y sus habitantes, en su capítulo «Religión, costumbres y fiestas» se extendiera ampliamente en la primera de las razones referidas, siendo sus primeras palabras: «La Religión de Tabarca es la Católica, a la que durante toda la vida han profesado y han rendido siempre sus mejores ofrendas», y continuara más adelante sobre la implicación de Riverola: «Los años del destierro, aunque era muy libre, el sacerdote les acompañó muy gustoso. Cuando fueron trasladados a nuestra Capital de Alicante, vinieron capitaneados por su autoridad religiosa, y aún en nuestros días gozan todos los sacerdotes de un acatamiento Patriarcal por parte de todos y cada uno de estos isleños».

Todo hace pensar, con ello, que las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca son tan antiguas como la existencia de una población permanente en ella, lo que nos lleva al último tercio del siglo XVIII. Pero, a la hora de buscar referencias bibliográficas de las mismas, la tarea no ha sido sencilla. Para ello, he tomado como punto de partida el magnífico artículo de la Revista Canelobre en su n.º 60, Tabarca. Utopía y realidad (VV.AA., Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2012, pp. 97-113) que, bajo el título «Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca», firman Susana Llorens, Santiago Linares y Agustín Medina, del Archivo Municipal de Alicante (AMA). La información que, a partir de las indicaciones del mismo, he podido obtener sobre las fiestas patronales tabarquinas no ha sido tan abundante como esperaba, si bien la podemos enmarcar dentro de tres bloques: fondos documentales catalogados en los expedientes de la sección Fiestas, referencias aparecidas en libros de temática tabarquina, y llibrets de las Fiestas Patronales de Tabarca.

Revista Canelobre n.º 60: Tabarca. Utopía y realidad. VV.AA.,
Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2012

Fondos documentales de la sección Fiestas del AMA

Realizada una búsqueda mediante la palabra «Tabarca» en la citada sección del catálogo informatizado del Archivo Municipal de Alicante, aparecieron trece legajos, fechados entre los años 1855 y 1889, si bien casualmente, en la misma caja del último de ellos, encontré otro fechado en 1890 que no había surgido de la búsqueda inicial, lo que sugiere que probablemente exista más documentación, catalogada tal vez dentro de partidas rurales, fiestas de barrios, festejos populares, o similares. Pero me voy a ceñir a la encontrada en los cuarenta y tres manuscritos obtenidos de esos legajos, todos ellos comunicaciones u oficios dirigidos en diferentes sentidos: de la Alcaldía Pedánea a la de la Ciudad, de ésta al Gobierno Civil de la Provincia, de éste de vuelta a la Alcaldía de la Ciudad, y de ésta a su vez a la Pedánea de Tabarca. Están algunos incompletos, y buen número de las misivas apenas tienen interés, dado que sólo se tratan de formalismos, y además, no todas ellas hacen referencia a las Fiestas Patronales, sino a otros festejos de la isla, como la Inmaculada, la Virgen del Rosario y San Rafael. Por ello, sólo haré referencia a aquellos con cierta significación en relación a las Fiestas Patronales de San Pedro y San Pablo, así como de la Virgen del Carmen.

El oficio más antiguo lo hallé dentro del Legajo-1905-4-25/0 de 1855, en el que consta como asunto «Fiestas en Tabarca, Campello y Santa Faz». Como curiosidad lo reproduzco íntegro:
Alcaldía Pedánea Constitucional de Tabarca

Con motivo de celebrar los vecinos de ésta, fiesta anual a San Pedro y para más solemnidad acompañarla con una vaca de cuerda por las calles, esperan merecer de la bondad de V.S. la correspondiente licencia.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Tabarca 8 de julio de 1855,
Rafael Llopis

Sr. Alcalde 1.º Constitucional de Alicante
Fue contestada afirmativamente el 9 de julio. Ambas fechas llaman la atención, dado que no se corresponden con las de celebración de estas fiestas, ya que son posteriores, pero desconocemos el por qué. Y hasta el 30 de junio de 1865 no volvemos a tener noticia. En esta ocasión, el Alcalde Pedáneo, que firma como José Manzanaro, da noticia de la discrepancia existente entre los mayordomos de la fiesta, en cuanto a pagar o no la manutención de un músico durante los días de celebración, además del alojamiento del que ya se hacen cargo.


Saltamos al 17 de junio de 1879, fecha en la que Vicente Antón firma la solicitud de permiso para la celebración de las fiestas los días 29 y 30, con música, suelta de vaca y fuegos artificiales. Igualmente la sigue firmando años más tarde, el 16 de junio de 1882, solicitando además del Gobernador Civil el envío de una pareja de guardias civiles, dado «el gran número de forasteros que acuden a la isla» en esas fechas, lo que queda autorizado el día 26.

La sistemática de las comunicaciones oficiales, generalmente se iniciaba con la solicitud del Alcalde Pedáneo al Alcalde de Alicante, que a su vez se dirigía al Gobernador Civil, trasladando la petición del Pedáneo y solicitando a su vez la pareja de guardias civiles. A continuación el Gobierno Civil contestaba a Alcaldía dando el visto bueno y requiriendo embarcación para el traslado de la Benemérita y, por fin, el Alcalde disponía dicho traslado notificándolo al Gobernador Civil, y dando cuenta de ambas autorizaciones al Alcalde Pedáneo. Un engorroso sistema que se repetía año tras año, llenando de papeles inútiles carpetas de expedientes.


Llegados a 1883, el 19 de junio sigue siendo Antón quien rubrica la solicitud, en formato y contenido similar, excepto la música, que no consta, aprobándose con fecha 21. Pero el año siguiente sería su Ayudante, Gaspar Cano, el que lo haría con fecha 16 de junio de 1884, con la única diferencia de que contemplaba la opción de que pudiera trasladarse, bien una pareja de guardias civiles, o bien de municipales, llegando la respuesta el 19 de junio, que confirmaba la pareja de nuevo de la Benemérita, pero «suprimiendo del programa el correr una vaca, en atención a que, según las disposiciones vigentes, sólo en plazas cerradas pueden correrse toros». Este contratiempo cayó como un jarro de agua fría entre los tabarquinos, lo que originó un nuevo oficio a la Alcaldía de la Ciudad, de fecha 23 de junio, en el que se manifesta:
...el sentimiento que aquí ha causado la negativa del Sr. Gobernador a la pretensión que en mi anterior oficio le hacía, respecto a correr una vaca por las calles.
Interpretando la voluntad de la totalidad de los vecinos de este pueblo, me atrevo a rogarle se sirva remitir nuevamente oficio al Sr. Gobernador, indicándole la costumbre establecida en este pueblo de correr todos los años vacas atadas con cuerdas y con todas las precauciones necesarias, sin haber tenido nunca que lamentar ninguna desgracia personal.
Así mismo podrá V.S. significar al Sr. Gobernador, estamos dispuestos a observar, además de las precauciones que venimos haciendo, todas cuantas por dicha Autoridad se nos recomiende.
Al parecer dio resultado el alegato, pues en escritos de los siguientes años se vuelve a solicitar tal festejo, con la consiguiente autorización del Gobierno Civil. Pero a finales de 1886 hubo que resolver un nuevo problema, del que desconocemos tanto su origen como su resolución, pero que aporta datos y nombres que hacen sugerente sacarlo a la luz. En esta ocasión, el Pedáneo, en cuya firma se lee Francisco Manzanaro, dirigía al Alcalde un oficio fechado 15 de diciembre, en el que le informaba lo siguiente:
Habiendo llamado a los Patrones, vecinos de ésta, el 8 de los corrientes, en una buena unión, para ver si querían seguir las leyes antiguas de nuestros Padres, Abuelos y Bisabuelos, contribuyendo la cuarta parte para celebrar la fiesta de la Virgen y San Pedro, los que se presentaron en mi casa, viniéndose a bien, y algunos de ellos diciéndome que si no se hacía fiesta no contribuían en sacar la cuarta parte más.
Y habiendo sorteado para sacar Mayordomos, salió 1.º José Ruso, 2.º José Castañeda, 3.º José Martínez, 4.º Miguel Botella.
Viniendo a bien los Patrones que al margen se expresan: Antonio López (a) Pagés, Vicente Pérez (a) Misoles, Pascual Ruso (a) Palet, Agustín Chacopino, Antonio Pagés, José Justo, Manuel Ruso, Francisco Parodi, Bautista Pomata, Bautista Chacopino, José Manzanaro, Antonio Servera, Francisco Manzanaro (a) Chapiri, Francisco Poveda, José Ruso (a) Capelo, José García, Vicente Pianelo, Manuel Leoni, Miguel Llinares, José Luchoro, Bautista Mulet, Bartolomé Ruso, Agustín Ruso, Pascual Parodi, Vicente Antón, Antonio Chacopino, Trinitario Chacopino, Miguel Luchoro, Francisco Manzanaro, Rafael Pérez.
El día quince a las cuatro de la tarde, mandé a los Exmayordomos para que entregaran las cuatro llaves del Arca del fondo de la Virgen, y contestándome con grande orgullo Manuel Chacopino, en voz de los otros tres, que no me entregaban las llaves, no respetando las órdenes de mi Autoridad.
Suplicándole a V.S. les ponga las leyes correspondientes, Dios guarde a V.S. muchos años.
El 18 de junio de 1887, se repite la rutina habitual, de nuevo con firma de Vicente Antón, que se autoriza el 27. Sin embargo, en 1888, siendo la fecha de solicitud 16 de junio y la de autorización el 22, en escrito del Gobierno Civil del día 18, esta vez de modo mucho más drástico, se puede leer lo siguiente: «En cuanto a las fiestas, no hay inconveniente ninguno en que se celebren, pero de ninguna manera autorizo que se corran vacas y novillos». No sabemos qué ocurrió en esta ocasión, pero en 1889 se vuelve a solicitar correr una vaca, pero esta vez embolada y en plaza cerrada. La solicitud se firma el 20 de junio, y al parecer no hubo problemas con el Gobierno Civil.

Oficio de solicitud de permiso de celebración de las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca, dirigida
por el Alcalde Pedáneo de la isla al Alcalde Constitucional de Alicante, el 19 de junio de 1890 (AMA)

Por último, y a modo de muestra del formato de las comunicaciones entre la isla y la capital, se reproduce junto a estas líneas la dos páginas de la solicitud efectuada por el Alcalde Pedáneo el 19 de junio de 1890, en la que por primera vez se amplía un día las fiestas, del 28 al 30 de junio, siendo autorizadas el 26.


Referencias en libros de temática tabarquina

Tampoco son muchas las citas encontradas en la bibliografía tabarquina que hagan referencia directa a las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca, aunque sí muy descriptivas. Retomaré, por ser la más antigua, la obra que cito en la introducción a este artículo: Tabarca y sus habitantes (Vallalta Orozco, José, Alicante, Imprenta de Julio Quereda, 1959, pp. 20-23). Hace Vallalta un panegírico del «tabarquinismo» de sus habitantes, así como de aquellos que, por circunstancias de la vida, han tenido que abandonar la isla, pero retornan para festejar a sus Santos Patronos:
Su fiesta principal la celebran el día 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, a cuyos Santos Tabarca tiene por Patronos. Son días muy hermosos y de mucha fraternidad, ya que acuden a la Isla un gran número de familias, que durante todo el año viven ausentes... separados. Confieso que hay alegría en casi todos los hogares. Los hijos de Tabarca se encuentran muy diseminados por los distintos pueblos del litoral y, cuando llegan estos días, una fuerza interior, la naturaleza... la parte tras el todo, hace que dejen sus casas para unos días y vengan a reunirse con sus hermanos, con sus tradiciones, entrar en su antigua y siempre Parroquia, celebrar juntos unos días, por lo menos, la unión y grandeza del pueblo. Aunque hoy tengamos que confesar la gran separación por causas muy extrañas a su voluntad personal. No es difícil encontrar a tabarquinos que, con lágrimas en los ojos, comprenden la nostalgia de la separación y confiesan que mañana volverían a la Isla si encontraran un medio de vida en ella. Esto es claro, ya que es la única tierra que han conocido en España, en donde viven arraigadas sus tradiciones, en donde tienen los restos de sus antepasados e historia. Como el cuerpo humano sigue al alma, la flor al sol y el corazón al amor, así los tabarquinos gozan cuando están en Tabarca.
Por ser la principal fiesta del año, hacemos un poco más de lo que está en nuestras fuerzas. Es tradición muy antigua que los pescadores reserven un cuartón de la pesca destinado para la fiesta. Casi todos conservan esta hermosa tradición, contribuyendo así al esplendor de la fiesta. Estos días de fiesta se dedican al Sagrado Corazón de Jesús, a María Inmaculada y a San Pedro y a San Pablo.
Todos los días con Misa Solemne y sermón por la mañana, y recorrida por las distintas calles y plazas, con las correspondientes Imágenes de los Santos. Es muy hermoso ver cómo son acompañados los Patronos de la Isla por todos los de Tabarca, reunidos de todas las partes, hasta de Tánger, Canarias y Ceuta. Resultan muy hermosos estos días porque se encuentra toda la familia tabarquina con su Padre y Pastor. Todos actúan con libertad en Tabarca, porque todos están en su casa. Los hogares, las calles, las plazas y la Iglesia son enseres suyos y por esto nadie se considera extraño. Todos estos días de fiesta se terminan con la armonía y esplendor posibles. Terminados los festejos, los hermanos de fuera se quedan unos días aún en Tabarca, porque se encuentran arraigados y con deseos de permanecer hasta el último minuto, y no se marcharían si obligaciones superiores no les mandase a ello.
Tabarca y sus habitantes. Vallalta Orozco, José,
Alicante, Imprenta de Julio Quereda, 1959

Tras hacer referencia a otras festividades, para finalizar añade Vallalta, en esta ocasión acerca de la festividad de la Virgen del Carmen:
También celebra Tabarca la festividad de Nuestra Señora del Carmen. Un pueblo auténticamente marinero, no podía menos que ensalzar a su Patrona, Reina y Madre de los marineros. Sobresalen en este día la procesión de la Santísima Virgen por el mar, capitaneando toda la flota de la Isla, recorre todos los alrededores, acompañada por todos los hijos que, subidos en las distintas embarcaciones, adornadas y engalanadas por sus propias manos, cantan y vitorean en altamar a la Virgen Sagrada y Madre de los marineros, armonizado todo por el ruido de los motores. Ella les mira convencida y, colocada en medio de ellos, va bendiciendo el mar, para que les sirva de ayuda a estos pobres pescadores.
La siguiente fuente bibliográfica la encontramos en una obra de referencia para todo estudioso de Nueva Tabarca: Los tabarquinos (González Arpide, José Luis, Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2002, pp. 350-356), revisión de la que fuera su tesis doctoral, publicada en 1981 por el entonces denominado Instituto de Estudios Alicantinos. En el capítulo dedicado a las celebraciones religiosas, González Arpide hace hincapié en la religiosidad de los tabarquinos, resaltando como «elemento psicológico importante en el comportamiento de la comunidad, la creencia en una fuerza superior, en una esperanza que surja cuando en la lucha diaria con el mar aparece la tempestad, el accidente, y sólo la fuerza de una oración puede ayudar a salvar la situación». Centra a continuación cuáles son las festividades que la isla dedica a sus patronos: «Desde su asentamiento en la isla, San Pedro y San Pablo y la Inmaculada, son los patronos, a los que se les profesa una especial veneración. En estas fechas los tabarquinos emigrados procuran desplazarse a la isla y celebrar, en compañía de sus parientes y vecinos, estas fiestas, sencillas, pero entrañables».

Esta es la descripción que González Arpide recoge en su obra, de la Festividad de San Pedro y San Pablo en Nueva Tabarca, la más completa que ha sido escrita hasta la fecha:
El día 28 de junio, víspera de una de las fiestas grandes, los mayordomos de la cofradía de San Pedro, integrada por aquellas personas que libremente se adscribían a ella, recorren las diversas casas del pueblo, solicitando dinero o especias para sufragar los gastos de la fiesta.
El día 29, desde temprana hora, los músicos contratados a tal efecto, recorren las calles despertando y convocando a la fiesta grande a todos los vecinos.
A las once, las campanas convocan a la celebración de la santa misa, que tiene lugar media hora después. Durante la misa se entonaban los gozos a San Pedro, la aurora y la salve del rosario y, al concluir el acto, se sacan a procesión las imágenes de San Pedro y San Pablo, que habrán sido montadas sobre unas andas por los mayordomos de la cofradía. Hemos de añadir que la cofradía sólo está adscrita a la invocación de San Pedro, aunque la festividad añade a San Pablo, quizá sea lógico, si consideramos el oficio de San Pedro y la dedicación de los isleños a las faenas pesqueras.
Los mayordomos de la cofradía, en número de cuatro, son los encargados de cargar la imagen de San Pedro, que es la primera en abandonar el recinto sagrado. La imagen de San Pablo es llevada por aquellas personas que voluntariamente deseen hacerlo, y sigue a la imagen del santo pescador. Detrás, todos los fieles que han asistido al oficio religioso y aquellos que se unen a la procesión, siguen respetuosamente el lento andar de las dos imágenes, que recorren las calles del pueblo, parando de trecho en trecho, para conceder un descanso a los portadores de las andas.
Después de este recorrido, que se produce con el mayor recogimiento, respeto y devoción por cuantos participan en la procesión, se regresa de nuevo a la iglesia, donde se entonan nuevamente los gozos a San Pedro, con lo que se puede dar por concluida la parte religiosa de la festividad.
Una vaquilla traída de la capital se suelta en estos momentos en la plaza, causando el espanto de algunos, el revolcón de los intrépidos y el regocijo general durante un buen rato. Cuando esta distracción decae, algún torero aficionado de la localidad o venido de fuera a presenciar el festejo, estoquea al animal y acaban con él. La carne se vende normalmente a Alicante y el importe se emplea en sufragar la fiesta.
Por la tarde, en la plaza grande, la orquesta que abrió con música el día, toca durante toda la tarde y hasta bien entrada la noche, para deleite y diversión de los tabarquinos y de los que, como comentamos más arriba, se acercan ese día a visitar a sus familiares más cercanos. A grandes rasgos éste es el desarrollo de la fiesta.
A finales de los años noventa, y por influencia de las fiestas que se celebran en otras localidades costeras cercanas, las fiestas tabarquinas se empiezan a semejar a aquellas, contratando una orquesta que amenizará las noches, elección de la reina de las fiestas, concursos para los niños, etc. intentando de alguna manera revitalizar estas celebraciones que sirven para reunir por unos días a propios y ajenos.
Los tabarquinos. González Arpide, José Luis, Alicante,
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2002

En cuanto a la Festividad de la Virgen del Carmen, González Arpide escribe que «lógicamente a ella están adscritas los pescadores tabarquinos, por estar considerada esta advocación mariana como patrona y protectora de los hombres de la mar», y añade esta somera descripción:
La celebración consiste básicamente en sacar la imagen de la Virgen existente en la iglesia y depositarla en una de las barcas de pesca, que se ha adornado con guirnaldas y flores. Esta embarcación dará la vuelta a la isla, escoltada por el resto que, al pasar por las cercanías de la iglesia, harán sonar estrepitosamente sus sirenas, y al acercarse por las inmediaciones del cementerio, arrojarán algunos manojos de flores (y coronas) en conmemoración de los pescadores desaparecidos en alta mar.
Por la tarde, en la iglesia, se celebra una misa y un responso por las almas de todos los pescadores muertos, y especialmente por los que murieron a causa de accidentes marinos.
La tercera y última de las referencias la encontramos en el libro Los pescadores de Tabarca y Nueva Tabarca (Lenti, Arturo, Murcia, Galindo Artes Gráficas, 2003, p. 159). El autor, cuando narra la llegada de los tabarquinos a la isla, justifica los patronazgos, a la vez que sugiere varios supuestos del por qué de los mismos, especialmente de San Pedro y San Pablo.
Oficialmente la nueva población va a colonizar la isla el día 8 de diciembre de 1769, fiesta de la Inmaculada Concepción.
El acontecimiento es comentado con la celebración de la misa, en presencia de todo el pueblo tabarquino, reunido al completo en su nueva estancia.
El escrito que recoge el sermón pronunciado en aquella ocasión, en el frontispicio dice: Sermón de la Concepción Inmaculada de María Santísima, elegida titular y patrona de Nueva Tabarca, ciudad que se está edificando en la Isla Plana de S. Pablo por habitación de los tabarquinos redentos, pronunciado el día 8 de diciembre de 1769, por un religioso carmelita calzado de la provincia de Valencia.
Fueron reconocidos como compatrones los santos Pedro y Pablo, de forma que las dos grandes festividades fueron fijadas el 29 de junio y el 8 de diciembre.
En margen a estas decisiones en el plan diocesano se han desarrollado varias interpretaciones a la búsqueda de significativas referencias.
La fecha del 8 de diciembre hace clara referencia a la festividad de la Inmaculada.
Por lo que atañe a los santos Pedro y Pablo, podría ser significativa la elección de S. Pedro como patrono de los pescadores, pero el 29 de junio se celebra la festividad de los santos Pedro y Pablo.
Por otra parte el proyecto inicial, de matriz gubernativa, se refiere a las construcciones de Isla Plana de S. Pablo y así también el sermón del 8 de diciembre hace igual referencia.
Alguien ha querido ver en eso una significativa dedicación al Conde de Aranda, que se llamaba exactamente Pedro Paolo.
En fin hay otra referencia más relacionada con la isla de San Pedro en Cerdeña, donde fueron trasladados los rescatados por el rey Carlos Manuel III, por lo que en las dos islas de San Pedro y de San Pablo se encontraron asentados todos los rescatados tabarquinos, idealmente juntos en un similar destino de colonos.
Los pescadores de Tabarca y Nueva Tabarca.
Lenti, Arturo, Murcia, Galindo Artes Gráficas, 2003

Los llibrets de las Fiestas Patronales de Tabarca

Para terminar la investigación de la bibliografía sobre las Fiestas Patronales de la isla, busqué en las colecciones del Archivo Municipal de Alicante los llibrets editados con motivo de la celebración de las mismas. Mi sorpresa fue encontrarme con tan poca cantidad, sobre todo en comparación con los que se conservan de otras partidas, pedanías y barrios de Alicante. Sólo siete ejemplares, entre 1993 y 2008, con grandes lagunas de por medio, apenas podían arrojar información alguna sobre el desarrollo de los festejos, y eran pocos, muy pocos, los contenidos que no fueran meramente lúdicos.

Llibrets de las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca 1993, 1994 y 1995 (AMA)

De este modo, no encontramos nada a resaltar en los llibrets correspondientes a los años 1993, 1994 y 1995. Con un salto de cinco años, en el del 2000 tan sólo cabe hacer mención de la advertencia del párroco Antonio Pamies Andreu, en su saludo, sobre los ocho meses que se llevaba de espera para la adjudicación de las obras de restauración de la iglesia, justificando a su vez la no reparación de las campanas «porque no sabría qué hacer con ellas», y pasando en el de 2004 a quejarse del lento progreso de dicha restauración, así como del lamentable estado de la Casa del Cura anexa. Pero, por otra parte, la Comisión de Fiestas en su saludo resalta las obras del templo y de la clínica, así como la creación del nuevo Museo, anunciando la próxima restauración del Baluarte del Príncipe.

Llibrets de las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca 2000 y 2004 (AMA)

Sin dejar todavía el llibret de 2004, nos encontramos reproducido íntegramente el Pregón de las Fiestas Patronales 2003, a cargo del empresario ilicitano Pascual Ros Aguilar, presidente y fundador de la empresa de calzado Mustang, pregón que luego veremos repetido hasta la saciedad, año tras año, a modo de saludo del propio Pascual Ros, como vemos que sucede en la revista de 2006, en la que comienzan a apuntar pequeños artículos de contenido cultural, entre los que cabe destacar el de José Manuel Pérez Burgos, director del Museo Nueva Tabarca. Fue este año la pregonera M.ª Milagrosa Martínez Navarro, Consellera de Turisme de la Generalitat Valenciana, como lo sería su sucesora Angélica Such Ronda en 2008, ejercicio cuyo llibret es el más reciente que se conserva en el AMA. Éste sigue repitiendo el consabido saludo de Pascual Ros con el texto íntegro de su pregón, y en sus páginas podemos encontrar las impresiones del Alcalde Pedáneo, Vicente Cayetano García Ruso, en su saluda, sobre los sentimientos que le generaron los viajes realizados, el primero a Carloforte para el hermanamiento con Nueva Tabarca, el segundo a la Tabarka tunecina, donde todo comenzó.

Llibrets de las Fiestas Patronales de Nueva Tabarca 2006 y 2008 (AMA)

Y no quiero finalizar sin antes llamar la atención sobre este ejemplar que tienen en sus manos, el Llibret de las Fiestas Patronales de Tabarca 2013 que, programas, fotos y publicidad aparte, puede y debe ser crónica de unos días especiales para la isla, sus habitantes, oriundos y forasteros, así como vehículo de la cultura tabarquina, que conserve y acreciente la ya de por sí rica y singular historia de este pedazo olvidado de suelo alicantino, que no por estar separado del resto deja de ser tan importante como el que más. Insto desde estas líneas a la Comisión de Fiestas a mimar y potenciar este llibret y sus contenidos, tapando los huecos que existen en ese Archivo de todos los alicantinos, entregando en la medida de lo posible ejemplares atrasados y, por supuesto, éste y sucesivos, para que no se pierda ni un ápice de esa historia, de esa cultura, nuestra historia, nuestra cultura.

Tabarca en la efímera «Oasis»

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La Revista Oasis, que llevaba por subtítulo Tierras - Pueblos - Costumbres - Arte - Geografía - Viajes, fue una publicación mensual de muy corta vida, fundada y dirigida por Vicente Olmo y Silverio de la Torre, editada en el Paseo del Prado n.º 12 de Madrid, desde noviembre de 1934 a enero de 1936.

Sólo quince números de paginado correlativo, pero con ricos contenidos, constituidos fundamentalmente por artículos de viajes, históricos y geográficos, por Europa, África, Asia, América y numerosas zonas y localidades españolas, con gran profusión de fotografías en blanco y negro, planos, mapas, esquemas, sin que faltara la publicidad. Eran artículos y reportajes sobre lugares singulares, tanto por su valor arquitectónico y artístico, como paisajístico, natural y costumbrista, dirigidos a un público viajero, de alto poder adquisitivo y fácil acceso a la práctica turística moderna en su época, dando también entrada a artículos sobre hallazgos arqueológicos. Contenía, además, secciones propias de turismo en general, de bibliografía sobre viajes, un consultorio geográfico y relaciones cronológicas de cruceros turísticos.

Revista Oasis, Año II, n.º 7, mayo de 1935 (Biblioteca Nacional de España)

Fue una publicación muy ilustrada, con entregas que superaban generosamente el medio centenar de páginas, cuyos textos iban acompañados de una profusión de fotografías en blanco y negro, aunque gran número de ellas sin mención de autoría, de vistas aéreas o parciales, panorámicas, ciudades, edificios y lugares naturales, paisajísticos, pintorescos y singulares, de tipos o costumbres. Sus inserciones publicitarias se referían igualmente al comercio e industria turística, básicamente de comunicaciones marítimas y terrestres o establecimientos hoteleros. Insertaba un directorio de hoteles de Madrid.

Entre sus colaboradores y trabajos publicados más relevantes se encuentran los de F. Hernández Pacheco «El territorio de Ifni», F. Reparaz «Una ascensión más a la Jungfrau», C. Sarthou «Játiva romántica», L. García Sainz «Una expedición a las fuentes del Esera», E. Fornet «Marruecos, bereber y cosmopolita», F. A. Loayza «Indios boras», F. Santamaría «El Monasterio de Fresdelval», Ignacio Bauer «El país de los mil lagos», J. Delgado Úbeda «La caza del lobo en Valdeón», Francisco Andrada «Islas Pityusas», Erns Boerschman «Pagodas», F. Layna Serrano «Viejas ciudades de España: Cáceres», Marqués de Santa María del Villar «Ríos del Pirineo español», Alfredo Serrano «Panorama de Berlín», V. Salas «En el África Ecuatorial Francesa: ocho días en Fort-Archambault», Julio Garrido «Lituania», Eduardo de Ontañón «Siones, la iglesia románica más completa» o A. Choffat Bertrana «De la lejana Polinesia». Otros reportajes sin firmar llevaban los títulos de «Misterios y realidades de las poblaciones del Sáhara», o «Captura y domesticación del elefante en el Congo Belga».


J. García Bellido, en el ejemplar n.º 7, correspondiente al mes de mayo de 1935, en concreto entre las páginas 299 a 302, firma un peculiar artículo titulado «La isla de Tabarca», que se movía entre el reportaje documental y la experiencia personal, y que se reproduce íntegro y literal a continuación, junto con las fotografías que lo acompañan.




Desde el cabo de Santa Pola, alomado promontorio de 152 metros de elevación y sobre el cual está emplazada la torre faro de Talayola, se divisa una gran extensión del luminoso Mediterráneo. No lejos, hacia el Sudeste, se ve la isla de Tabarca, poco destacada del mar por su escasa altura. Entre la isla y la costa, varias barcas de pesca manipulan con sus aparejos y cuando ven pasar un barco le rodean para venderle allí mismo lo pescado.

He leído que esa isla se llamó antes Isla Plana, nombre muy apropiado, pues con dos kilómetros de larga y medio de ancha, aproximadamente, tiene una altitud máxima de unos veinticinco metros. Después se llamó Nueva Tabarca, y ahora, ya sólo Tabarca.

La historia es ésta: Cerca de la costa africana, en lo que hoy es Túnez y muy próxima a la actual frontera argelina, hay una población llamada Tabarca y un islote del mismo nombre que han desempeñado papel importante en la historia de esa comarca mediterránea, zona de paso de civilizaciones y muy disputada, donde, sucesivamente, se ha dejado sentir el poder de los fenicios, los cartagineses, los romanos, los árabes, los españoles y los franceses, aparte, naturalmente, de la actuación de los indígenas africanos, hoy tunecinos y argelinos. El protectorado español duró desde 1642 a 1738. Una de las colonias más numerosas de aquella Tabarca era de pescadores de coral, de origen genovés, que al pasar al dominio del bey de Túnez en 1741, hubieron de sufrir persecuciones, vejámenes y esclavitud. Nuestro Carlos III, de procedencia italiana como se sabe, compadecido por los lamentos de aquellos genoveses esclavizados, redimió a unos seiscientos y los asentó en la Isla Plana, que desde entonces se llamó Nueva Tabarca. Construyó para ellos un poblado, pero como la época era aún de peligros corsarios, lo mandó rodear de fuerte muralla.

* * *

Me empuja la curiosidad a conocer la pequeña isla y aprovechando el casual arribo de una de las lanchas pesqueras al muellecito de Santa Pola, tomo pasaje para la gran travesía de cuatro millas escasas. El viento es favorable, la noche serena, y en menos de dos horas llegamos a la pequeña ensenada próxima al extremo Noroeste de la isla que se utiliza como embarcadero. Con ayuda de un farol tomamos tierra y nos internamos por las calles del pequeño poblado. El único vehículo terrestre que hay en la isla, una carretilla tirada por un borrico, sube parte del cargamento de vituallas que ha traído la barca.

Durante la travesía he averiguado por el patrón que en la casa donde se albergan el practicante (no hay médico) y el maestro, por la ausencia circunstancial de éste, puedo encontrar acomodo para pasar la noche. Así es, en efecto. La casa tiene cuatro piezas sucesivas, o sea una a continuación de la otra: un pequeño portal, dos alcobas y una cocinita sin techo. Se me asigna la alcoba interior y me dispongo a descansar, regodeándome por lo a gusto que voy a sumergirme en la callada quietud de la isla silenciosa... Pero el vecino de alcoba se encarga de que se frustre mi ilusión. A los cinco minutos coge el sueño y empieza a resoplar. Pronto los ronquidos empiezan a ser estentóreos, de doble efecto, trepidantes; retumba la alcoba y toda la casa.

Aquel tan inesperado tormento a que se me somete hace nacer en mí la idea del asesinato. ¿Es que no hay otro practicante en el mundo? Han tenido que buscar a éste, sin duda el roncador número uno de todo el orbe, para traerle aquí a machacar esta dulce y silenciosa calma insular. Me revuelvo en la cama, la idea del asesinato no cuaja y decido irme a la calle o al campo. Llego a la puerta, pero el maldito durmiente la ha cerrado con llave y se ha guardado ésta en la chaqueta. Cuando me dispongo a registrarle, se me ocurre que pudiera despertar y al verme manipular en su ropa, como casi no sabe quién soy, puede tomarme por un ladrón y entonces ser yo el asesinado. Desisto; no hay salvación.

Vuelvo a mi alcoba y paso a la cocina desde la que, como no tiene techo, veo brillar las estrellas... Es la única salida y me encaramo al tejado. Cuando ya estoy cerca de la fachada y voy a descolgarme a la calle, veo una sombra que se para. Es el carabinero, que ha percibido un bulto por los tejados y, sin duda sorprendido, previene el fusil. Por fortuna, hay allí un tejadillo saliente bajo cuya sombra me oculto y me inmovilizo. Al cabo de un rato, el carabinero sigue su ronda y me descuelgo a la calle. Sigue retumbando la casa con los ronquidos del practicante; me voy hacia el centro de la isla; empieza a apuntar el arrebol de la aurora, y cuando levanta el sol, le recibo tumbado en medio del campo donde me rinde un poco el sueño. Y, por un rato, soy la sorpresa de los isleños madrugadores que avisan a los carabineros y a los torreros del faro para que averigüen quién es aquel desconocido que nadie ha visto el día anterior en la isla y que está allí en el suelo como caído de un aeroplano... que es la acepción moderna de "llovido del cielo". Con la alarma, me despiertan. Cuento mi llegada de noche a la isla, la causa de mi huida del alojamiento, y entre sonrisas comprensivas alguno me dice:
—Seguro que no le habrá dejado a usted dormir; si le oímos desde el mar.

Se me ocurre que reclutando practicantes roncadores, como el de Tabarca, se podía ahorrar el Estado lo que le cuesta el sostenimiento de las sirenas de niebla.

* * *

En efecto, allí en Tabarca hay una en el extremo de los arrecifes en que se prolonga la isla por el Sudeste, para avisar a los navegantes, cuando no se ve la luz verde de la boya, que deben alejarse de aquel peligro. En el centro de la isla hay un faro con luz de destellos blancos, que en tiempo ordinario se ve desde doce millas. Hay también relatos de un antiguo castillo fortaleza donde se alojan los carabineros.

La población es de unos 1.200 habitantes; salvo el elemento oficial, casi todos pescadores. Hay también instalada una almadraba. De las murallas sólo quedan ruinas. El origen italiano de los tabarquenses se nota por la abundancia de los apellidos Chacopino, Parodi, Ruso, Jacovini y otros. Se ven algunos tipos de noble prestancia y otros de fino perfil semita.

La isla, salvo para la pesca, tiene poco aprovechamiento; pero tiene capacidad para instalar en ella una penitenciaria o reformatorio. También, si se la limpiara de ruidos perturbadores, podría ser un refugio de neurasténicos.

El tercer hito de El Campo

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Artículo de ÁNGEL ARTURO LOZANO QUIJADA
Arquitecto técnico. 
Centro de Interpretación "Casa de El Campo". Proyecto Final del Master Oficial en Rehabilitación, mantenimiento y recuperación de edificios. Madrid.

Publicado en la Revista Canelobre n.º 60, Invierno 2012
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert 
Entre el mar y el cielo, el tercer hito de El Campo:
Una propuesta contra el olvido



Casa de El Campo. Foto: J. F. Garry, 1971

Hoy en día, cuando recorremos los senderos de El Campo, todavía es posible encontrarse con una parte importante de la casa de labor, cortijo o, como la denominaban los habitantes de la isla, la Casa de El Campo; considerada un tercer hito por estar ubicada en medio de dos importantes: el Faro y la Torre de San José. Las causas de su deterioro pueden ser diversas, bien por el cese de su actividad debido a motivos socio-económicos, bien por no recibir la importancia merecida o, simplemente, porque un día dejó de ser útil. Sin embargo, cuando observamos los muros que aún se mantienen en pie, nos abordan las mismas preguntas: ¿cómo sería la casa en sus inicios?, ¿qué función tenía?, ¿quién vivía allí? Es evidente que su actividad cesó y, por tanto, dejó de ser útil para quien la concibió; pero en este proyecto se marca un claro objetivo: conservar un hito histórico y etnográfico de la isla que, aún atrapado en el olvido, en su día fue punto de gran actividad, gracias a su infraestructura y tierras que se cultivaban a su alrededor.


Vista de la fachada sur de la casa

Nueva Tabarca goza de una excelente coordinación en cuanto a su Reserva Marina y parte de su Conjunto Monumental, sin embargo, queda mucho camino por andar en cuanto a algunos de sus bienes inmuebles cargados de historia. En este sentido, a pesar de que la casa de labranza no posee ese valor monumental e histórico, sí tuvo un gran significado para los habitantes de la isla. Se trata del único vestigio que fue clave en cuanto al desarrollo de una economía agropecuaria de carácter doméstico, de la que se obtenían productos que servían para el consumo propio de los isleños y su exportación.

La base de la alimentación provenía de la pesca aunque, periódicamente, desde la Península se les enviaba alimentos. Cuando para la Corona dejó de ser rentable el mantenimiento de un asentamiento militar en una ciudad fortificada, la población isleña cayó en el olvido, y pronto se hizo necesario el autoabastecimiento. A partir de entonces, fue cuando se hicieron los primeros intentos de cultivar en estas tierras áridas y poco fértiles, desprovistas de agua dulce.

Distribución y usos de todo el conjunto de casas que conformaban el cortijo en los años 40.

1. Vaquería; 2. Horno; 3. Establo cubierto; 4. Corral interior; 5. Dormitorios;
6. Naya; 7. Corral exterior; 8. Porche; 9. Cocina-estar; 10. Cochineras

La ampliación del cortijo fue concebida por el entonces párroco de la Iglesia de San Pedro, en los años cuarenta, ideando un conjunto de casas a modo de granja, vaquería y establos, alrededor del corral de la vivienda principal, ya construida con anterioridad, dejando un espacio central abierto para los animales.

El problema de la falta de agua potable en la isla ha estado patente desde los comienzos en que se proyectó la ciudad, y por ello hay repartidos numerosos aljibes por toda la isla. El cortijo se abastecía de los más cercanos, sin embargo, se decidió construir un gran aljibe en un lateral de la casa principal, que no llegó a utilizarse. No obstante, tuvo una etapa de máximo rendimiento, donde llegó a albergar numerosos animales de corral como cabras, gallinas, conejos, cerdos, así como vacas.


Perspectiva de El Campo cultivado. Archivo Municipal de Alicante

Los cultivos principales y que más extensión ocupaban eran el trigo, la avena y la cebada, sin embargo, también se plantaron garbanzos, habas y guisantes en los terrenos limítrofes a la casa, al estar mejor vigilados por ser susceptibles de robos. Había un pequeño huerto, donde se cultivaban frutas y verduras. Posteriormente, se plantó una zona de chumberas, también conocidas como "palas", las cuales sirvieron para la dieta tabarquina.


Plantación de "palas" en los años cuarenta. Archivo Municipal de Alicante

En cuanto a las construcciones anexas, la casa disponía de un horno en el que se hacía el pan y se cocinaban los alimentos.

A pesar de todo, analizando la casa existente, los restos de muros, los datos aportados por importantes testimonios de tabarquinos y antiguas fotografías, se llegan a conclusiones que nos hacen adivinar e imaginar cómo fue aquello.

Así mismo, y con gran entusiasmo, me aventuro en la enriquecedora tarea de ofrecer a la isla una propuesta de rehabilitación del cortijo, donde recuperar el volumen perdido y poner en valor un patrimonio.


Puerta del horno. Archivo Municipal de Alicante

Estudios previos

Tomando como medio de transporte la actual línea marítima que enlaza Santa Pola con Nueva Tabarca, me dirijo a la Casa de El Campo, donde herramientas en mano comienzo a realizar la clásica toma de datos in situ, croquizando y acotando los restos de construcción que afloran del terreno.

Es muy importante considerar el entorno en esta primera toma de contacto y mantener en alerta todos los sentidos; mientras estás allí es muy fácil, pues el silencio te invade y, mientras los muros te hablan, sólo los graznidos de las gaviotas, el viento de levante o el oleaje del mar te adentran más aún, si cabe, en otra época.

A medida que se realizan estas tareas, se hace una inspección organoléptica. Consiste, básicamente, en reconocer cada uno de los materiales que se utilizaron para su construcción, observando en qué estado se encuentran. En mayor medida, la casa principal estaba construida con piedras recogidas de las playas y restos de arenisca de la cantera, tierra, mortero de cal, yeso, madera, cañizo y teja árabe cerámica. Se observan otros materiales que pueden ser de una posterior actuación, como es el suelo de baldosas hidráulicas y divisiones de estancias por medio de tabiques de ladrillos cerámicos.

Se consideró determinante el testimonio de alguien que hubiera trabajado allí, presentándose la oportunidad de realizar una entrevista a Juan Chacopino Ibáñez, descendiente de los primeros pobladores de la isla.


El tabarquino Juan Chacopino Ibáñez frente a la actual fachada sur

Entrevista a Juan Chacopino Ibáñez

Buenos días, Juan. Para empezar, ¿podría decirnos su nombre completo?
Me llamo Juan Chacopino Ibáñez. Chacopino proviene de los primeros genoveses que llegaron a la isla, pero Ibáñez es de la península, porque mi madre no era de Tabarca.

Me consta que usted nació y vivió en la isla. ¿En qué año nació?
Nací el 6 de abril en el 1934. Ya he visto muchas cosas desde entonces...

¿Nació en la misma isla o fue en la península?
¡Huy! Ir a la península a tener un hijo era aventurarse mucho. Antiguamente, para ir a Santa Pola se podía tardar un par de horas, porque se iban en barcos de vela o a remo, dependiendo del viento que soplara.

Las aguas que rodean la isla están llenas de vida y la pesca era el principal medio de vida de la población, sin embargo, ¿siguió la tradición familiar o había otras alternativas?
Aquí siempre ha sido la pesca. Toda la costa alrededor de la isla estaba ocupada por barcas. Cada uno tenía su propio lugar. Pero yo empecé a trabajar en El Campo con 13 ó 14 años.

¿Desde cuándo tiene usted recuerdos de que se trabajara en El Campo?
Antes de que yo trabajara allí, la casa y el corral ya llevaban muchos años construida. Ya mi padre me hablaba del primer casero que hubo allí, el Tío Pascual, al que no llegué a conocer.

Hoy en día, todavía quedan los muros y parte de la cubierta de la casa de labor principal, así como restos de muros de otras construcciones adyacentes, ¿recuerda cuándo y por quién fue construida?
Fue cuando entró el cura don Jerónimo, quien amplió la casa, construyendo la vaquería delante del corral y la granja. En el corral se cerraban los machos, el caballo... En la casa principal vivía el casero.

¿Qué funciones tenía la Casa de El Campo? ¿Qué se cultivaba, qué animales se criaban?
El cura era quien organizaba la casa y tenía un encargado de fuera. En la vaquería llegó haber diecisiete vacas, y en la granja quinientas o seiscientas gallinas, cerdos, patos, cabras. Trabajaba mucha gente en la casa. En la huerta se cultivaban garbanzos, habas, guisantes e incluso melones. Y en el campo, había bancales donde se plantaba trigo, avena y cebada. En los bancales donde menos se cultivaba se trasplantaron "palas", traídas de más allá del Faro.


Vista de la casa y la vaquería. Archivo Municipal de Alicante

¿Qué se hacía con los productos que se obtenían?
Algo se repartía en la isla, pero la mayoría se vendía fuera. Lo que más se aprovechaba en la isla era la leche de cabra y de las vacas; te la ordeñaban en el momento y te tomabas el vaso de leche allí. También vendía huevos. Con los cerdos se hacía la matanza. En cuanto al trigo y la cebada, se trillaba en una era preciosa, donde se sacaba el grano.

¿Se molía el grano para hacer harina?
El grano se utilizaba para alimento de los animales. La harina venía de Alicante en sacos de cien kilos, y se hacía el pan en los dos hornos que había en el pueblo.

Sin embargo, en la casa existía un horno. ¿Se horneaban cosas para la gente del pueblo?
No, el horno era para uso propio de los que trabajaban en la casa.

¿Qué combustible se utilizaba para el fuego?
Leña que traían de Santa Pola y cortezas de almendras. Me acuerdo que pasábamos tanta hambre que, cuando descargaban las cáscaras, íbamos todos los chiquillos a buscar entre los montones, porque siempre había algún resto de almendra, pero el del horno era tan ruin que no nos dejaba cogerlas, y prefería tirarlas al horno.

En un terreno como éste, donde no hay agua, había que ingeniárselas para conseguirla y mantenerla. Existe un aljibe alrededor de la casa, ¿sabe usted qué fue primero, la casa o el aljibe?
El aljibe lo decidió construir don Jerónimo, pero nunca se llegó a utilizar. Había otros aljibes que eran para el pueblo, pero este de la casa no se llenó.


Vista de la fachada sur y oeste de la casa donde se aprecian los refuerzos troncocónicos en sus esquinas

¿Existía algún tipo de acequias o sistema de regadío para los cultivos?
No, pues todo era de secano y dependía de las lluvias. Antiguamente llovía más. A veces, para no gastar mucha agua, se lavaba la ropa con agua de mar y luego se aclaraba con agua dulce. Para lavar la vajilla, se solía utilizar, como estropajo y detergente, tierra blanca, y luego se aclaraba con agua.

¿De dónde se obtenía esa tierra?
En el este de la isla, a la derecha del Faro, hay una mancha blanca en el acantilado, allí es donde se sacaba. La zona se le conoce como la Terra Blanca.

¿Podría decirnos si los restos de algas acumulados en la orilla, los aprovechaban para algo?
Se usaba el gallet, es decir, los tallos. Se recogían para hacer hogueras y asar patatas en la cantera o en la playa. Se dejaban quemar y, cuando se había hecho el rescoldo, se ponían las patatas y boniatos a asar.

Cuando la pesca empezó a decaer ¿a qué se dedicaba la gente?
A la albañilería. Había uno, Tomás, que fue el que empezó a restaurar el campanario de la iglesia. Aquí siempre había un dicho que decía "eres la veleta del campanario", y se le decía al que cambiaba de idea según le interesara. Toda la vida la iglesia ha tenido una torre, pero cuando hace poco comenzaron a restaurarla, se decidió que había que hacer un segundo campanario. Y es que en los planos que el arquitecto había proyectado, aparecían dos campanarios, aunque sólo se llegara a construir uno.

Se aprecia que las fachadas de las viviendas que están más expuestas a los vientos, están muy erosionadas. ¿Recuerda si los muros de la casa estaban revestidos por mortero de cal, o se encontraba la piedra al descubierto?
Antes de empezar el cemento gastaban el yeso y la cal. Pero yo no recuerdo que estuviera pintada, se veían los muros de piedra y cal como ahora.

¿Qué me dice de los refuerzos en las esquinas de la casa, son originales o posteriores?
Yo recuerdo que eso ha estado siempre así.

Se observa que la cubierta de la casa dispone de dos canalones ocultos en los aleros, justo en el quiebro que hace la pendiente de cada faldón ¿Sabe usted si el agua que recogía era reconducida de alguna manera a los aljibes?
Aquí, en la isla, todo el mundo tenía canalones para recoger el agua. Pero los de la casa no tenían conducción a los aljibes, porque nunca llegaron a utilizarse. En el pueblo, el que tenía pozo sí que la reconducía, y el que no, intentaba recogerla con cántaros o garrafas.

Detalle de la salida del canalón oculto en el quiebro del faldón de la cubierta

Propuesta

En la rehabilitación, se pretende trasmitir la esencia de la casa, donde el visitante o huésped pueda reconocer la actividad que se desarrolló en cada uno de sus rincones.

Se trata, pues, de recuperar un patrimonio donde se divulgue un modus operandi de los empleados que trabajaron El Campo, para obtener el mayor provecho de sus recursos.

Como se puede apreciar en los planos de planta propuestos, se observa que la casa principal mantiene su función de vivienda, recuperando las habitaciones destinadas a dormitorio y respetando la zona diáfana, que se dedicaba a la cocina y estar. En esta zona, se recuperará la chimenea en su lugar original y se establece una conexión de las fachadas norte y sur, permitiendo atravesar la casa por las dos puertas principales, enfrentadas entre sí. Esto favorece la ventilación cruzada, propiciada por los vientos predominantes de la isla. En una de las habitaciones, existía una doble altura que se utilizaba como almacén de higos secos, y desde la que se accedía a través de una escalera de mano desde la zona diáfana. En esta habitación, se mantiene esa doble altura, respetando aquella naya o tambalatge,como le llaman los tabarquinos.

Adyacente a la casa se encontraba el corral cubierto, en la que una de sus paredes servía de sustento del horno de leña. Se ha destinado dicha zona a cocina, mientras que lo que era el porche se ha mantenido como tal.

Si nos dirigimos a la vaquería, se ha proyectado una división del espacio en cinco dependencias, de las cuales tres se han rehabilitado como habitaciones dobles, mientras que la primera se aprovecha para recepción de visitantes, y la última, junto con parte de lo que fue el establo, en museo etnográfico, dedicado al recuerdo de tradiciones isleñas de carácter agropecuario. Puesto que el establo fue una zona cubierta pero no cerrada por muros, se ha querido respetar, destinando su uso a porche para dar un espacio de sombra al conjunto, y de esta forma favorecer, de nuevo, la ventilación cruzada de cada una de las dependencias.


Planta de la casa como propuesta de rehabilitación.

1. Sala exposición museo etnográfico terrestre; 2. Dormitorios; 3. Aseos-vestuario;
4. Zona recepción visitantes; 5. Zonas ajardinadas con vegetación autóctona;
6. Porche (antiguo establo); 7. Horno-cocina taller; 8. Porche casa principal; 9. Zona común casa principal;
10. Depósito y sistema de regeneración de aguas residuales; 11. Aljibe (uso como sala de esposición itinerante);
12. Sala polivalente; 13. Cuarto ropa blanca; 14. Almacén de material deportivo; 15. Zona de reciclaje;
16. Composte; 17. Huerto (interpretación de la agricultura de finales del s. XIX pricipios del s. XX)

En la construcción dedicada a cochineras, se han establecido varios usos para terminar de dar servicio a las funciones actuales del cortijo. Se destina una zona a almacén de materiales necesarios para las actividades sostenibles, otra para guardar la ropa blanca, otra como sala de uso polivalente (como talleres y charlas) y, finalmente, se destina una parte para el desarrollo de una escalera, que permita el acceso al interior del aljibe.

Se le debería dar especial importancia al corral, donde permanecían los animales, aprovechando todo el espacio para la creación de un huerto, destinado a interpretar la agricultura representativa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Se aporta una alternativa sostenible en cuanto a tendencia de mejora en las infraestructuras de Nueva Tabarca, de tal manera que los objetivos principales del proyecto sean: el desarrollo de una novedosa oferta cultural y ambiental en el medio terrestre tabarquino; propiciar iniciativas en cuanto a actividades sostenibles con el medio; posibilitar la implantación de energías renovables, reducir al máximo su impacto en el medio ambiente y su huella en el paisaje, así como la oportunidad de rehabilitación del inmueble, incluyendo un alojamiento rural de calidad.

Para la consecución de dichos objetivos, el proyecto establece una serie de propuestas para cada uno de los objetivos principales.

En cuanto al objetivo del desarrollo de la oferta cultural, se propondría la conservación y restauración de todo el conjunto de edificaciones que existían en la casa de labranza. De esta forma, se podrá dar a conocer la arquitectura rural de la isla, el volumen de todo el conjunto y la recuperación del horno de leña. Se puede habilitar una zona como centro de interpretación terrestre, para exposición museística permanente, donde se recojan todo tipo de herramientas, utensilios, documentación, flora y fauna, representativos de la zona. Se piensa en las visitas de escolares como una opción de gran demanda e interés, usando para ello la sala polivalente. Todo ello, con el objetivo claro de divulgar este tipo de construcciones y las actividades que se realizaban en ellas, teniendo la posibilidad de realizar charlas y presentaciones por parte de los coordinadores y responsables del Conjunto Patrimonial Cultural y Natural de Nueva Tabarca. Respecto al aljibe, al tratarse de una estructura abovedada, se podría vaciar en su totalidad, dotándole de un nuevo uso con la posibilidad de convertirlo en sala de exposiciones itinerantes. En la zona central del conjunto, como ya se ha mencionado anteriormente, se recrearía un huerto con diferentes parterres, donde poder reconocer los cultivos que mejor se adaptaron al terreno, así como plantas autóctonas, medicinales y aromáticas que se comercializaban.

Pensamos, también, en la conveniencia de implantación de energías renovables, para lo que sería necesario que se instalarán aljibes modernos para el aprovechamiento del agua de lluvia, recogida a través de un canalón oculto de las cubiertas de las edificaciones. Esta agua se empleará para el riego del huerto. De igual forma, es interesante destinar una parte del terreno y de las cubiertas para la instalación de paneles solares híbridos fotovoltaicos y térmicos, que dará cobertura a toda la red eléctrica y agua caliente sanitaria de este centro. Aprovechando los vientos que predominan en la isla, se valoraría la instalación de un aerogenerador para un aporte de energía extra, incluso la instalación de un pozo canadiense como alternativa a la climatización interior de las edificaciones. Todo ello redunda en la eficiencia en la ecología de las instalaciones.

Reducción y ahorro en el consumo de agua, así como tratamiento y reutilización de aguas grises, también deben ser objetivos de eficacia ecológica en un lugar como Nueva Tabarca. El agua tratada se podrían canalizar independientemente de las aguas potables de la red, y ser reutilizada posteriormente para determinados usos.

Realización de actividades sostenibles en la isla debe ser objetivo importante, posibilitando el acercamiento a la realidad etnográfica, geográfica, geológica y, en definitiva, patrimonial de Nueva Tabarca. Y, por supuesto, el poder realizar tranquilos paseos por toda la isla en bicicleta o a pie, disfrutando de su belleza natural.

Finalmente, y siguiendo el último de los objetivos principales del proyecto, se incluye en la rehabilitación del conjunto, la integración de un establecimiento rural en el paisaje tabarquino del siglo XXI. La situación de la casa la hace excepcional, al encontrarse dentro de un paraje protegido y rodeado de ese mar declarado reserva marina. Se encuentra lo suficientemente alejada como para sentirse agradablemente "desconectado", y, sin embargo, está a un paso de toda la variada oferta que la isla ofrece. Se trataría de un singular alojamiento, que posibilite el poner en valor un testigo del patrimonio tabarquino, y participar, a su vez, en lo que se podría llamar un "Museo Activo Rural" (M.A.R).


Fotomontaje del cortijo una vez rehabilitado y puesto en funcionamiento.
Foto de fondo: José Manuel Pérez Burgos

Sabemos que Nueva Tabarca se ha convertido en un atractivo turístico preferente de la Costa Blanca. A pesar de una pequeña extensión de poco más de treinta hectáreas, se trata de un destino de primer nivel, en cuanto a los valores patrimoniales que posee, ya que su entorno marino está declarado Reserva Marina desde 1986, y su superficie terrestre como Conjunto Histórico Artístico desde 1964.

Miles de visitantes, todos los años, se acercan a este singular enclave insular con la ansiedad de bañarse en sus transparentes y limpias aguas, conocer un recinto amurallado habitado de una singular idiosincrasia, así como visitar sus hitos monumentales, el Museo Nueva Tabarca, y recorrer los senderos de El Campo para disfrutar de su espléndido litoral.

En base a todo ello, Nueva Tabarca reclama espacios donde sus visitantes puedan relajarse, disfrutar del enorme potencial que esconde, y aprovechar las oportunidades que puede ofrecer durante todas las épocas del año.

La tendencia de Nueva Tabarca siempre debe ser la de mejorar. Posee los recursos, pero hay que preservarlos, difundirlos y ponerlos en valor. Ya se están haciendo actuaciones en este sentido, tal como la restauración de la iglesia, la rehabilitación de la Casa del Gobernador, actuaciones en las murallas, impulso de recursos didácticos y educativos, así como el proyecto reciente de empedrado y acondicionamiento de sus calles. De la misma forma, se continuará mejorando la imagen de las fachadas del pueblo y reconstruyendo otros lienzos de la muralla.

Para acabar, como alternativa a la propuesta que hemos presentado, y mientras se llevara a cabo su desarrollo, sería conveniente reivindicar una consolidación y protección de la estructura existente de este inmueble rural, paliando su acelerado avance de deterioro y ralentizando su completa desaparición. Entendemos que el mejor renacer que pueda tener algo en decadencia, es el redescubrimiento y puesta en valor de sus raíces. Desde luego, no sería la mejor opción que un hito de estas características y potencial se dejara perder en el olvido, por falta de conocimiento sobre sus valores, medios y sensibilidad.

Nueva Tabarca es mar, pero también calles, iglesia, casas y, por supuesto, sus gentes y tradiciones. La restauración de la Casa de El Campo, podría ser el complemento ideal a esta rehabilitación integral de las construcciones y tradiciones del pueblo tabarquino.


BIBLIOGRAFÍA

GONZALEZ ARPIDE José Luis, Los tabarquinos, Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2002

Pioneras de la Fiesta

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Nos vamos a asomar a las páginas de una revista que, pese a su fugaz existencia, tuvo tiempo de acercarse tanto a Nueva Tabarca, lo que ya pudimos ver en otro artículo de este blog, como a nuestra Fiesta de Fogueres, plasmando en este segundo caso los primeros pasos de las mujeres como participantes activas, tanto desde el punto de vista de las primeras representantes del fuego, como de la pionera comisión constituida sólo por «foguereras».

Se trata de la Revista Estampa, con un artículo titulado «Las muchachas alicantinas y Les Fogueres de San Chuan», que fue portada y primer reportaje del ejemplar del 25 de junio de 1932 (año 5, n.º 233, p.p. 3-8), redactado por Luis González de Linares, con fotos de Erik. El ejemplar consultado se encuentra en la colección de la Biblioteca Nacional de España.

Portada de Estampa, año 5, n.º 233, de 25 de junio de 1932
(Biblioteca Nacional de España)

La Revista Estampa

La Revista Estampa fue una publicación semanal ilustrada de reportajes sobre crónicas de actualidad nacional e internacional, un proyecto editorial del ingeniero madrileño Luis Montiel de Balanzat, entusiasta de la técnica, las máquinas y el progreso que, iniciado en el mundo de las artes gráficas, adquirió los talleres de Sucesores de Rivadeneyra, instalaciones que le permitieron imprimir incluso publicaciones oficiales.

El primer número salió a la luz el 3 de enero de 1928 y, desde un principio, cumplió con las pretensiones que respondían a su subtítulo «Revista Gráfica y Literaria de la Actualidad Española y Mundial», con reproducciones gráficas de calidad excelente. Montiel colaboró mediante concierto con Antonio García de Linares, el cual dirigió la revista solamente un par de meses, pero consiguiendo en este breve espacio de tiempo una tirada de cien mil ejemplares. A partir del número 10, el mismo Montiel se hizo cargo de la dirección de la revista, dejando la función de jefe de redacción al periodista Vicente Sánchez Ocaña. Transcurrido un año, se llegaron a los doscientos mil ejemplares, lo que igualaba a fuertes competidoras de la época como eran las revistas Blanco y Negro y Nuevo Mundo.

El criterio editorial que guió Estampa fue el de llegar al gran público, con la intención declarada de ser la revista de todos y para todos, centrada en las informaciones gráficas sobre acontecimientos curiosos, pintorescos o exóticos, en noticias sobre gente famosa y en abundantes reportajes sobre la cotidianidad, con la cual se identificaron los lectores. Hubo gran cantidad de colaboradores gráficos, generalmente fotógrafos que tenían galería abierta en alguna ciudad mínimamente importante, y que enviaban imágenes sueltas que daban cuenta de los acontecimientos provincianos de cierta relevancia social, y que se presentaban como notas gráficas en una especie de álbum visual. Pero fue la fotografía de reportaje la que tuvo mayor presencia en la revista y mayor peso en el tratamiento editorial. El último número salió en la luz en el año 1938 y, finalizado el conflicto bélico, no obtuvo el permiso necesario para volver a editarse.

Si hay que resaltar una característica diferenciadora de Estampa, fue el que acogiera la obra de fotógrafos profesionales que entendían la fotografía como comunicación y como información, como el medio para transmitir el mundo en que vivían, mostrándolo desde nuevos ángulos y puntos de vista. La obra de los Zapata, Badosa, Benítez Casaux, Contreras y Vilaseca, Erik, Gonshani, Marina, Oplés, Almazán, etc., son una parte importante de nuestro patrimonio fotográfico, y representan uno de los periodos más prolíficos de la fotografía española. Su trabajo, unido al de autores ya conocidos y reconocidos en su época, como Alfonso, Centelles, G. de Linares, Campúa, Llopis o Díez Casariego, conformaron la iconografía de esos años de nuestra historia.


Luis González de Linares
(Madrid, 1904 - El Escorial, 1997)


Escritor y periodista español, que siempre firmó como «Luis G. de Linares». Comenzó su carrera periodística en 1929 en la Revista Estampa, en la que estuvo hasta 1934, siendo también en ese período redactor del Diario Ahora desde su creación. Se convirtió en redactor jefe de Crónica, y en 1935 fue nombrado director de Mundo Gráfico. Participó en la creación del Diario Madrid ocupando el cargo de redactor-jefe.

Se trasladó a París en 1945 como corresponsal de dicho diario y otros periódicos, hasta 1955 que fue nombrado agregado de prensa de la Embajada de España en París, y se convirtió en Consejero de Información y Turismo de la embajada, cuando era titular de ella José María de Areilza, desde 1960 hasta 1964, año en el que regresó a España.

Por sugerencia del escritor José Montero Alonso, fue nombrado en 1964 director del Diario Madrid. Poco después pasó a ser director de la Revista Semana, y en 1967 contribuyó a la creación del Diario Deportivo As, convirtiéndose en su primer director, e impulsando cuatro años después la publicación de As Color, con nuevas técnicas de presentación, manteniendo la dirección de las tres publicaciones. Además, desde 1968 hasta 1979 dirigió la Agencia de Reportajes Internacionales.

Se retiró en junio de 1992, pero mantuvo su columna en la Revista Semana titulada «Tiempo Presente», hasta su fallecimiento. Discípulo de Ortega y Gasset, pertenecía a la Asociación de la Prensa de Madrid desde 1931.


Erik, fotógrafo

Ninguna fuente bibliográfica consultada esclarece el nombre del profesional de la fotografía que se esconde detrás de la firma «Erik», pero sí que fue un colaborador clave de la Revista Estampa entre los años 1932 y 1934, hasta el punto de que la aparición del primer reportaje de Erik significó el principio del cambio de la fotografía en este medio. Fue un trabajo publicado en el ejemplar del 14 de mayo de 1932, sobre los pasos a nivel, un tema banal si se quiere, pero tratado del tal manera que llama poderosamente la atención. Las composiciones en diagonal, el contrapicado del guardaagujas, captado a contraluz, las composiciones geométricas y los puntos de vista subjetivos, hicieron que este reportaje de ocho imágenes iniciara un nuevo estilo en la revista:


Erik realizó multitud de trabajos para Estampa, todos ellos bien planificados y de impecable ejecución, destacando «Las playas de Madrid», «Rabasaires», «El cura rural» y, sobre todo, «Lepra en España», dedicado al Sanatorio de Fontilles. Pero Erik también aportó otros recursos expresivos, como la sobreimpresión y el fotomontaje.

* * *

Veamos ahora el artículo íntegro sobre las pioneras de Les Fogueres, con las fotografías extraídas tal y como fueron publicadas en el original, y con alguna que otra corrección de bulto de mi cosecha, como el apellido de la primera Bellea del Foc, que en el texto es Quesada, en vez del correcto Quereda, y repetidos equívocos entre plantà y cremà. Ya en la portada, delimita en parte, a pie de foto y título, su contenido, si bien se extiende a más facetas de la Fiesta, en un momento de fuerte desarrollo de ésta, transmitiendo a la vez fielmente el sabor de la sociedad alicantina de aquel 1932:
Este año se ha constituido por primera vez en Alicante una comisión femenina para la construcción de una foguera. Las sesiones de la misma han sido de lo más agitadas y pintorescas, como puede advertirse en la fotografía que reproduce esta portada. Si desea usted conocer a la Bellea del Foc y a sus ocho Doncellas de Honor, si quiere usted saber cómo se preparan les fogueres para la plantá y otros curiosos aspectos de la bella fiesta alicantina, lea la información que [resto ilegible por la marca de agua ©Biblioteca Nacional de España].
En la mar mansa i lluentosa,
que abaniquen les palmeres
i a la llum de les fogueres,
qu'es la festa mes hermosa,
i en un singular encant
diu el vent: ¡Viva Alacant!...
(De la canción popular Les Fogueres de San Chuan)

La foguera sobre el mar

Cuando llegué a Alicante atardecía. Subí a la habitación del hotel. La doncella abrió el balcón, quitó la persiana de madera, y pude ver cómo la fachada del edificio parecía apoyarse sobre las palmeras del paseo para asomarse al mar.

Dos petardos estallaron consecutivamente. La muchacha creyó adivinarme un sobresalto.
—Son inofensivos, señor. Los chicos se entrenan para la noche de San Juan, cuando la cremá. Pero entonces son morterets los que hacen explotar, y no estas miserias.

Amparito Quereda, Bellea del Foc, y la más gentil representación
de la hermosura y la gracia de la mujer alicantina

Me quedé solo en la habitación. Un velero apareció en el marco de la ventana, y vi, durante largo rato, cómo el sol incendiaba la cima de sus velas. Ardía sobre el mar azul oscuro como una foguera de San Chuan.


Expectación

—Los estudiantes dicen que van a quemar la foguera de Quiroga en el taller.
—¿Y por qué, ché?
—A su juicio, les han colocado demasiadas calabazas. Están ofendidos.
—¿Habéis visto les fogueres de Gastón Castelló?
—¡Cualquiera sabe dónde las hace! Los artistas las esconden hasta el día de la plantá.

En la terraza del Hotel Samper hay varias tertulias de políticos y artistas. Así es que desde mi cuarto escucho, a veces, las conversaciones. Pero ya no se discute Estatuto ni Reforma Agraria, ni huelgas: Fogueres, ninots, truenos...; todo Alicante, como un fabuloso huésped de las entrañas de la Tierra, se muere de deseos de restituirse al elemento fuego. La palabra cremá adquiere en sus bocas un sentido misterioso y se perfuma con aromas de rito milenario. Anoche, en el tranvía de Benalúa, presencié cómo dos muchachas amigas reñían y se separaban violentamente por si la foguera del barrio de una de ellas iba a ser más lucida que la del barrio de la otra.

Josefina Asensi, Doncella de Honor, es todo lo guapa que ustedes puedan figurarse...
y algo más. Asegura que las muchachas alicantinas están dispuestas
a amoldarse siempre a la voluntad del marido...

Y esta mañana, en el muelle, dos obreros de la C. N. T., que discutían acaloradamente el medio más rápido para llegar a la supresión del burgués, abandonaron bruscamente la sociología.
—¿Has visto los ninots de Olcina?
—¿Qué? ¿Buenos?
—¡Qué ninots, chiquet! ¡Qué ninots!


¡Noventa kilómetros de traca!

Como yo soy un profano en materia de fogueres, el alcalde me ha presentado al presidente y al secretario de la Comisión Gestora, señores José Ferrándiz Torremocha y Rafael Ferrándiz Navarro.
—¿No ha visto usted nunca una cremá? —me preguntan.
—No...
—¡Hombre, por Dios!

Y salimos a la calle en busca de información. Un chiquillo nos echa un petardo entre los pies. Mis acompañantes, ni se inmutan.
—El año pasado —me explican, cuando me tranquilizo de nuevo— hicieron explotar una carcasa frente a nuestra oficina y se partió la luna de la puerta y el cristal del reloj de pared. ¡Calcule usted la detonación!
—¡Diablos!
—Pero, eso sí: todos son buenos chicos y pagan lo que rompen. Además, nunca se ha dado el caso del más ligero accidente. ¡Y eso que se queman noventa mil metros de traca!...
—¿Noventa kilómetros de traca? ¡Oiga usted!...
—¿Qué no?... ¡Pues me quedo corto al calcular! Y, además de esa traca, hay los morterets y los masclets. Los primeros se disparan en un tubo de hierro, clavado perpendicularmente en el suelo; los segundos son unos gruesos petardos bien cargados de dinamita...

Angelita Pascual y Esperanza Andreu, Doncellas de Honor,
niegan enérgicamente las afirmaciones de Josefina Asensi sobre el matrimonio...

Esta conversación, como ustedes juzgarán, no es para tranquilizarle a uno. Estoy viendo morterets, masclets y truenos por todas partes. Voy a enfermar del corazón.

Al pasar frente al muelle, Rafael Ferrándiz me muestra unos bancos cobijados a la sombra de las palmeras.
—El año pasado vinieron en trenes y autobuses más de noventa mil forasteros a presenciar la cremá de fogueres la noche de San Juan. Esta cifra ha sido obtenida sumando el número de billetes de ferrocarril y de transportes por carretera que se expidieron en esos días. Pero hay que añadir los turistas que llegaron a Alicante en coches particulares, que fueron muchísimos. En esos bancos del paseo dormían y comían los forasteros que no pudieron ser admitidos en los hoteles y pensiones, abarrotados. Las calles estaban llenas de automóviles, que, en muchos casos, hacían las veces de pensión para sus propietarios. ¡En el bar La Marquesina vendieron en una mañana seis mil pesetas de vermut, a perra gorda el vaso!
—Y eso que hace muy pocos años que se celebra la noche de San Juan en esta forma —interrumpe el presidente de la Gestora—. Antes, existía la costumbre de quemar los trastos viejos a la puerta de la casa, y en el campo, monigotes de paja. El año pasado, sin ir más lejos, no se eligió la Bellea del Foc. Esta es la primera vez que se ha celebrado tal concurso de belleza.

...y para que no quede duda, lo ratifica gráficamente Esperanza Andreu

¿Una belleza ígnea?... Cumpliendo un agradable protocolo, rindamos pleitesía a esta muchacha, que representa la hermosura de las alicantinas y la alegría de sus fogueres.
—¿Quieren ustedes presentarme a la Bellea del Foc? —ruego a mis cicerones.


Amparito Quereda, Bellea del Foc

No se aproxima uno sin temor a la morada de una divinidad del fuego. Por fortuna, sople un levante fresquito, y en él pongo todas mis esperanzas.

Los padres de Amparito Quereda tienen un pequeño comercio en la planta baja de la casa que habitan. En el piso sorprendemos a la Bellea del Foc ayudando a su madre al trabajo de la casa, y la muchacha, consciente de su representación, huye velozmente hacia su cuarto gritando:
—¡Ustedes me perdonarán! ¡Cinco minutitos nada más, para vestir otro traje!

Es una casa alegre la de Amparito Quereda. El sol, al través de la persiana, se entretiene en decorar con dibujos de vanguardia las paredes de su alcoba. En la cabecera de su cama hay un retrato de Imperio Argentina.
—¡Le gusta tanto el cine! —me explica su madre.

Y mirando el grabado de la artista, añade:
—Locuras de chiquilla...

No han pasado cinco minutos y Amparito nos grita desde su cuarto que ya está arreglada.

Otra Doncella de Honor, tan bella como simpática: Mercedes Pastor

La Bellea del Foc es un poco como me la había imaginado. No tan peligrosa, en cuanto al fuego, pero infinitamente más en lo que se refiere a belleza. Es rubia, menudita y maravillosamente hecha; sus ojos son negros, y su boca carnosa y encendida. Puede uno estrecharle la mano sin temor a quemadura alguna, os lo aseguro. Para los solteros, existe el peligro inminente de matrimonio.

Además de guapa, Amparito Quereda es extraordinariamente simpática y locuaz. Aún se emociona cuando recuerda las peripecias del concurso de belleza y su triunfo.
—Nos presentamos doce candidatas, pero tres se retiraron. Tuvimos que desfilar varias veces ante el Jurado. ¡Yo tenía un miedo...!
—Un miedo que aún no se le ha pasado —ataja su madre—. Desde entonces está sobresaltada, inquieta, y no encuentra sus cabales.
—Pero la alegría que sentí al conocer mi elección fue aún más grande que la emoción del concurso. ¡Representar Alicante y presidir les fogueres! ¡Qué ilusión!

Esta muchacha encantadora se llama Felicidad Laliga,
y es también Doncella de Honor

Se calla súbitamente, pensativa. Su cara se ilumina de una alegría que pugna por desbordar.
—¡Además, voy a bailar!
—¿Le gusta?
—¡Muchísimo!... Pero no bailo nunca. El año pasado, durante los carnavales, porque tenía un novio que era aficionado. Pero desde entonces...
—¿Y ese novio?
—¡Ah..., no sé! He tenido tres; pero ninguno me gustaba mucho. Como soy muy joven, aún puedo esperar al que he de querer de verdad. Y si no viene, ¡peor para él!
—Eso es: que se fastidie.
—Pues claro... Además, quisiera marcharme a Buenos Aires, donde tengo un hermano.

Gloria y Mercedes Reyero, dos bellas Doncellas de Honor de la Bellea del Foc

Su madre le interrumpe vivamente:
—Eso son ilusiones, chiquilla... Y usted no le haga caso. Desde que oyó cantar tangos a Imperio Argentina se pasa el día fantaseando. Sin duda se figura que la gente se pasea por las calles de allí cantando: Un compadrito fue...
—Pues claro, mamá... Además, me gustaría trabajar en el cine. No sé si soy fotogénica o no lo soy, pero es tal la afición que siento, que, a lo mejor...
—¿Así es que piensa usted ser artista?

Amparito Quereda vuelve a la realidad bruscamente al escuchar esta pregunta. Ya no es la futura star ni la Bellea del Foc. Es la muchachita alicantina modesta, trabajadora, con todas las virtudes del Levante, que saben perfumarse con un poco de fantasía.

Y sencilla y pudorosamente contesta:
—¡Oh, no! Una mujer de su casa; nada más.


Las Doncellas de Honor

—Esta tarde —me ha avisado Guillén Salaya, gran animador del concurso para la elección de la Bellea del Foc—, las Doncellas de Honor se reunirán en la terraza del Hotel Samper.
—¿Las Doncellas de Honor? ¿Qué es eso?
—Son varias muchachas que se presentaron al comcurso y que por su belleza merecían figurar y presidir los festejos con la triunfadora. Cuando usted las vea comprenderá los apuros que pasamos el Jurado para tomar una determinación.

Las primeras que acuden a la cita son dos hermanas: Gloria y Mercedes Reyero. Altas, esbeltas, muy guapas... Una de ellas trabaja en una zapatería de lujo. Las dos me aseguran que no tienen novio. Pero ¿en qué están ustedes pensando, solteros alicantinos?

¡Un duro a la vista! Desde la presidenta hasta la última vocal
de la Comisión Femenina, todas se precipitan sobre el vecino generoso

Josefina Asensi es una morena deliciosa. Tiene diecisiete años. En cuanto a gustos y aficiones, escuchen ustedes su confesión:
—Soy muy deportiva —dice—. Es decir, adoro el deporte.

Sigue contándome cosas. Le gusta John Gilbert y Jeanette McDonald. Adora el cine y el teatro. Los hombres...
—Los hombres me gustan —explica— altos, morenos, con las espaldas así, la nariz así, los ojos negros y un bigotito así... ¿Me entiende usted?
—Sí, señorita; perfectamente.
—Además, mi novio ha de ser llenito.
—¡Cómo!
—Sí, llenito: ni muy gordo ni muy delgado. Y preferiría que fuera empleado del Estado, que es más seguro.
—Pues no exige usted nada, señorita.
—Pero le advierto a usted que yo me conformo con el que se presente. Las muchachas alicantinas somos así, muy razonables.
—¿Todas?
—Casi todas. Nos amoldamos siempre a la voluntad del marido. No somos celosas ni coquetas. Nos basta el más pequeño pretexto para conformarnos con todo. Ya ve usted si es cómodo vivir con mujercitas así.
—¡Ya lo creo! ¿Sabe usted que si digo esto en Madrid, todos los solteros castellanos van a invadir en masa el Levante?
—¿Ah, sí? ¡Pues dígalo usted! ¡Dígalo usted pronto!

Nadie se escapa, y nadie resiste a tan bellas postulantes

Angelita Pascual (que obtuvo dos votos en el concurso para la elección de la Bellea del Foc) es alta, morena y extraordinariamente bella. Con ella coinciden otras dos maravillosas criaturas: Mercedes Pastor y Esperanza Andreu.
—Me ha explicado una compañera de ustedes —les digo— cómo las muchachas alicantinas son unas perfectas casadas...
—¡Y tiene mucha razón nuestra compañera!
—... que con mujercitas así la vida transcurre sin disgustos ni sobresaltos. Que son cariñosas...
—Eso, ¡eso es!
—... que no son celosas; que se amoldan siempre a la voluntad del marido, que...
—¿Eh? ¿Quién ha dicho eso?
—Su compañera... Yo creía que era así..., ¿no?...
—¡Que no! ¡Que no!, y ¡¡que no!!

¡Compañeras! ¡Nuestra foguera ha de ser la mejor!

Las tres se han alborotado. Eso de amoldarse a la voluntad del marido y de no ser celosa parece que no forma parte de sus ilusiones conyugales.
—¿Entonces, señoritas...?
—Seremos celosas, si él nos da motivo para ello. Y en cuanto a la voluntad del marido, todo irá bien mientras coincida con la nuestra. ¡Pues no faltaba más!

¡Dios mío; yo que creí haber hallado un edén!...

El notable escultor Rafael Peral, trabajando en un busto
que luego será reproducido en cartón y figurará en una foguera

Hubiera pasado muchos días en la terraza del hotel, contemplando las bellas muchachas sobre un fondo mediterráneo de mar y palmeras.
—¿No van a venir más chicas? —pregunté a Guillén.
—Esta es la última —me contestó, presentándome a una rubia espléndida—. Se llama Felicidad Laliga.

Imagínese usted, lector, una cara de chiquilla tímida en un cuerpo perfecto de mujer. Imagínese un pelo dorado sobre una tez blanca y pura como la de una princesa de cuento...


En los talleres donde se hacen les fogueres

En un taller del paseo de Pablo Iglesias, varias fogueresse están montando en secreto. En ellas trabajan tres excelentes artistas: el escultor Rafael Peral, el dibujante Juan Such Roca y el pintor Fernando Guillot.

Un taller de fogueres es el lugar más curioso que existe. Tiene mucho de estudio de escenógrafo; pero las esculturas en barro, los modes de yeso y los monigotes de cartón —algunos verdaderas obras de arte—, le dan un carácter peculiar.
—Aquí nos tiene usted trabajando sin descanso —me dice Rafael Peral—. La plantá se aproxima y aún hay muchos ninots sin terminar... ¡Y luego, montarlo todo!

Las chicas de la Comisión Femenina no se limitan a recaudar.
Vedlas reparando y pintando unos trozos de ninots

Los monigotes (ninots) se hacen de una manera muy curiosa. El escultor modela en barro la figura; luego, se saca un molde de yeso de la misma, y, cuando está seca, obtienen una reproducción en cartón reblandecido con agua. Delante de mí, unos ayudantes me muestran cómo el grueso cartón empapado y maleable se va amoldando, bajo la presión de los dedos, a la matriz de yeso. Cuando el cartón está seco, lo separan del molde.
—Los trozos de figura así obtenidos —me explica Peral— quedan listos para montar. Para adherirlos se emplea cola, y si es necesario los parcheamos con hojas finas de cartón empapado de cola. Cuando el monigote está completa, hay que dejarlo secar bien, y luego se repasa, modelándolo de nuevo con los dedos mojados en agua de cola. Una vez afinado por este procedimiento, sólo queda pintarlo y vestirlo.
—¿Se tardará mucho tiempo en construir una foguera?
—Varios meses. Primero, la Comisión del barrio abre un concurso de proyectos, o bien se lo encarga a un artista conocido. Los temas suelen ser alegorías políticas o caricaturas. Aquí estamos haciendo: para la plaza de Gabriel Miró, L'ensomit de Llorenset; para Benalúa, Sobre el castell d'Alacant se crema tot lo sobrant; Nostre clima i nostres danses, para la calle de Quintana, y El torpedeamiento de España, que se emplazará en el Mercado.
—¿Cuánto puede costar una foguera?
—De mil a ocho mil pesetas. Estas valen unas seis mil.
—¿Y tardan en quemarse? 
    Media hora.

Esto no es un idilio. Es el artista acabando un personaje de su foguera

Para alegrar al vecindario

Una tarde, a la hora en que las muchachas salen de los talleres y oficinas, paseábamos José Ferrándiz y yo por la calle de Quiroga. El presidente de la Comisión Gestora iba explicándome el funcionamiento de las Comisiones de barrio.
—Se constituyen con los elementos que más entusiasmo muestran por las fogueres. Su labor no es cómoda: tienen que recorrer todas las casas, piso por piso, para obtener donativos y suscripciones. Estos festejos los costea exclusivamente el vecindario de Alicante. La Comisión se encarga de invertir los fondos recaudados en la foguera; además, el día de San Juan contrata una banda de música para que recorra todas las calles del barrio, y ajusta con un pirotécnico las tracas, masclets y morterets. A las seis y media de la mañana, la banda de música y el dulzainero despiertan a los vecinos. Detrás viene el pirotécnico quemando carcases y truenos, para dar alegría.
—Y unos sustos espantosos, ¿no?
—¿Sustos los truenos y las carcases? ¡Hombre, por Dios!...

Lo mismo cosen un vestido que montan un ninot. Vedlas en plena faena

La primera Comisión femenina

Ya soy un alicantino de pura cepa. Me echan una carcasaentre los pies, y ni la oigo. Me disparan un morteret en las mismas narices, y sonrío displicente.

Y así, seguro de no dar un espectáculo de forastero pusilánime, me paseo por las calles de la bella ciudad levantina, sin sospechar la existencia de nuevos peligros, hasta que un grupo de muchachas me rodeó, gritando:
—¡Para la foguera del barrio! ¡Para la foguera!
-¿Para la foguera del barrio? ¿Quiénes son ustedes? —pregunto, un tanto amoscado.
—Nuestra foguera es la de la calle de Quiroga. Nosotras somos —añade, con gran empaque, una linda postulante— la primera Comisión femenina de barrio que se ha formado en Alicante.
—¡Ah!...
—Sí —interrumpe otra—. Nuestro barrio es tan grande que no le bastaba una foguera. Así es que, además de la que hacen los hombres, nosotras instalamos la nuestra.
—Viva el feminismo, señoritas.
-¡Viva!... Y será la mejor de todas. La está haciendo Francisco Olcina, que fue quien nos dio la idea. Una noche, a eso de las nueve, me dijo: ¿Por qué no hacéis vosotras una «foguera»? A las nueve y media teníamos formada la Comisión, con su presidenta, secretaria, tesorera y contadora. ¡A las diez menos cuarto ya estábamos recaudando!
—¡Diablos!
—Sí; y hemos batido el record: en menos de un mes, quinientas seis pesetas de ingresos —me declara la contadora.

Gastón Castelló, trabajando en su estudio

Todas las muchachas quieren hablar a un tiempo. Al saber que estoy haciendo una información para Estampa me llevan al domicilio de una de ellas, donde celebran sus reuniones. La presidenta, señorita Madrona, agita una campanilla, con tanto aire cuando menos como el señor Besteiro, para imponer silencio. La secretaria, Encarnita Llorens, da cuenta de la labor del día, mientras Maruja Cremades y Lola Misó, tesorera y contadora, respectivamente, se embrollan en un mar de calderilla. Las vocales, que son Rosa Sánchez, Mercedes Pérez, Rosa Peña, Lola Coloma, Remedios Juan y Vicenta Montaner, piden la palabra, aunque sea para hablar de sus novios.
—Ya hemos pedido la palabra en la reunión de la Comisión Gestora, y hemos apabullado a los hombres.
—¡No me extraña!
—Además, le sacamos dinero a casi todo el mundo —me explica una vocal—. Nuestra foguera es la que se mete con los estudiantes, y ya sabrá usted que la querían quemar en el taller. Pues bien; ayer, sin ir más lejos, ¡Lolita Misó y Rosita Sánchez le han sacado seis reales al presidente de la F.U.E.!
—¡Bien! ¡Viva la Comisión! —gritan todas las chicas.
—Pues yo —dice la presidenta— he hecho una suscripción de cinco pesetas semanales. Pero el pobre suscriptor padece una mujer horriblemente celosa y aún más avara. Así es que sólo podemos ir a recaudar cuando la fierecita está en misa. Nos escondemos tras una esquina, y cuando la vemos salir, ¡zas!, ¡el sablazo al marido, que es un pobre vejete!
—Yo tengo un caso aún más divertido —me cuenta otra—. El dueño del bar me da dos pesetas todos los meses, y me recomienda: Que no se entere mi mujer, ¿eh? Y su mujer me da tres pesetas, diciéndome: ¡Por Dios, que no se entere mi marido!
—Es imposible no ser generoso con ustedes, señoritas.
—Imposible... ¡Si viera usted algunos!
—A mí, el otro día —concluye tristemente una vocal—, un señor enfurecido me espetó: ¿Dinero para las «fogueres»?... ¡Eso! ¡Para que luego venga toda mi familia del pueblo, me invada la casa, devore mis provisiones, se diviertan y no me dejen dormir! ¡Al diablo las «fogueres».

Nosotras, de pintura entendemos más que nadie, aseguran las chicas,
mostrando sus labios y sus mejillas. Así es que su foguera va a salir maquillada

Las muchachas me llevan al taller para que vea su foguera.
—¡La más bonita!
—¡El primer premio tiene que merecer!
—Hace un mes que no descansamos. Cosemos los trajes para los ninots, ayudamos a sacar los moldes, a pintar. De noche recaudamos...
—Estarán ustedes deseando terminar.
—Deseando que llegue la plantá, para que los hombres vean lo que somos capaces de hacer.
—¡Vivan las chicas de Alacant! —grita la presidenta, llena de entusiasmo.
—¡¡Vivaaa!!

El taller donde se hace la foguera de la Comisión Femenina
está siempre así de animado. La entrada al mismo queda prohibida a los novios y admiradores

Entrevista a una tabarquina centenaria

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En la página 1 del Diario de Alicante del día 26 de septiembre de 1927, se recoge, a cuatro columnas, la entrevista que Emilio Costa Tomás, director de dicho periódico, le realizara a la centenaria tabarquina Josefa Chacopino Ruso para el Diario La Voz de Madrid, en el que aparecería publicado tres días antes, en su página 3, incluyendo una fotografía que el medio alicantino no reprodujo. La entrevista no puede ser más reveladora de lo que significaba un siglo de existencia en Nueva Tabarca, siendo llevada magistralmente por Emilio Costa que, desde el principio, supo implicar a la anciana tabarquina que, por otra parte, siempre se mostró muy locuaz.

Diario de Alicante, 26 de septiembre de 1927,
entrevista en página 1
(Archivo Municipal de Alicante)
Emilio Costa Tomás fue un periodista y político alicantino, que dirigió sucesivamente el Diario de Alicante, el Diario de Levante y El Día, aunque colaboraría en bastantes más medios, tanto alicantinos como nacionales.

Licenciado en Derecho y de ideas liberales, se encontró con que su ideología, con cierta implantación histórica en el mundo intelectual alicantino, si bien en esos momentos no existía un partido republicano que aglutinase a todas las tendencias de este signo, contó con el apoyo de una prensa pagada y mantenida por pequeños comerciantes y profesionales. En esta coyuntura, llegó a la dirección del Diario de Alicante, fundado en 1907. Expulsado de éste, antes de que en 1934 lo comprara el torrevejense Joaquín Chapaprieta, antiguo Ministro de Trabajo de la monarquía y Ministro de Hacienda y Jefe de Gobierno en 1935, Emilio Costa pasó a ser director de Diario de Levante. Pero, al estallar la Guerra Civil, la prensa conservadora desapareció rápidamente, como consecuencia del proceso revolucionario iniciado por los políticos y los sindicatos obreros más extremistas. Sólo El Día y Diario de Alicanteconsiguieron publicar algunos números después de julio de 1936, pero con importantes modificaciones. Fue entonces cuando El Día pasó a ser dirigido por Emilio Costa, que mantuvo el diario con grandes dificultades, hasta que en enero de 1937 su imprenta fue incautada por el Sindicato de Artes Gráficas de la UGT de Alicante.

Asiduo visitante de la isla de Tabarca, no en vano fue, junto a Antonio Sanchís y Gabriel Miró, uno de los responsables de que el poeta Salvador Rueda la pisara por primera vez. Los propios colegas de Emilio Costa le definían como «un periodista a la moderna, de alto empaque y aptitudes felicísimas». Llegaría a ser vicepresidente de la Asociación de la Prensa de Alicante. También pertenecía a la Logia Numancia de la masonería alicantina, con el nombre simbólico de «Tolstoi».

Emilio Costa Tomás, director del Diario de Alicante

La noticia del fallecimiento de Emilio Costa la encontramos en el número 417 de Avance, órgano oficial de la Federación Provincial Socialista, correspondiente al 29 de marzo de 1939, es decir, curiosamente horas antes de que las tropas italianas del general Gambara ocuparan nuestra ciudad. La reseña, procedente de Orán, daba cuenta de la muerte, en el campo de concentración de Tenes, del «decano de los periodistas de Alicante, hombre liberal que reaccionó siempre contra el oscurantismo y la intransigencia de las derechas españolas. Desde cuantos periódicos fundó y dirigió, siempre combatió por la libertad y la democracia. Amaba a España con el alma encendida de anhelo y se agrupó al lado de las tendencias más suaves del republicanismo. Últimamente su actividad periodística era nula o casi nula. Su trabajo en el comité provincial de Unión Republicana, en el que era secretario de propaganda, absorbía sus esfuerzos y atenciones. Cuando un hombre como Emilio Costa se ve precisado a la aventura de la emigración más cruel que vieron y conocieron los tiempos, cuando un hombre en las puertas de la ancianidad se ve obligado a ponerse a salvo, cuando un hombre honrado que ni mata ni manda matar, que ni roba ni manda robar y que hace todo el bien posible, es que las cosas no andan por lo derecho».

* * *

Veamos cómo se desarrolló la entrevista a la matriarca tabarquina, con alguna que otra corrección de mi cosecha, y probemos los sabores y los sinsabores de tan singular y ardua existencia que, paradójicamente, no era infrecuente que conllevara longevidad:


Los cristianos genoveses de una minúscula isla cercana a la costa argelina, sufrieron cautiverio bajo el Rey de Túnez. Nuestro señor Rey Carlos III los rescató, y el día 8 de diciembre de 1768, unos, y el día 19 de marzo del año siguiente, otros, vinieron a Alicante.

Frente a esta capital, a unas diez millas, sirviendo de refugio a piratas y contrabandistas, existía la isla de San Pablo, roquedal abandonado, y a colonizarla fueron destinados estos cautivos, que injertaron en la genealogía alicantina los exóticos apellidos italianos, hoy tan vulgares aquí, de los Parodi, Leonís, Perfumo, Carrosino, Burguero, Capriata, Ruso, Luchoro, Pitaluga, Chacopino...

Una Chacopino es la ancianita que visitamos hoy, para llevar a las páginas de La Voz la historia de sus cien años vividos... sobre el nivel del mar, en esta isleta mediterránea abierta a todos los vientos, borracha de sol.

No está muy cierta de su edad.
—En llegar el 16 de noviembre —dice—, cumpliré cien años... o ciento dos. Pero es igual: quien cumple ciento bien puede cumplir ciento dos o más, ¿no?

Viéndola, no se puede dudar. Puede cumplir ciento dos y ciento veinte.

Josefa Chacopino Ruso (Archivo Pascual Orts)

Los años taracearon su rostro, cubriéndolo de una una finísima blonda de arruguitas imperceptibles. Viste de negro limpiamente, y lleva su cabeza destocada siempre, recibuendo el beso del aura del mar. Morena, enjuta, sus brazos asoman por las mangas como dos leños quebradizos, nudosos, que terminan en unas manos sarmentosas. La boca sumida (que se cierra en un rictus sonriente), los pómulos lustrosos y los inquisitivos ojos que sobre ellos se asoman vivaces, escudriñadores, son los rasgos que destacan en el simpático rostro de esta Josefina Chacopino Ruso, que tiene para nosotros un acogimiento cordialísimo, y más efusivo aún cuando sabe la misión que a ella nos acerca.
—¿Y para eso vienen de Alicante? ¡Son los demonios! Doce millas... ¿Habrán venido en una barca de las que se estilan ahora, con máquina y todo... ¡Calcule! Lo vimos todo el pueblo asombrado, asomado a esas murallas. Era cosa fea junto a nuestros veleros y las barcas pesqueras que corren tanto; era un barco con unas ruedas que hacían mucho ruido y que nos daba miedo. Luego ya hicieron unos vapores más bonitos. Pero aquél... ¡Yo hice viajes en diligencia y conocí el ferrocarril!... Ahora he conocido el aeroplano, y después de ver los submarinos de la guerra ya no me asusta nada.
—¡Ya tendrá usted que contar!
—Cuento poco. ¿Para qué? No habría mucho bueno que contar.

Se obstina en hablarnos en castellano, para mostrarnos su instrucción superior a la del resto de los isleños, y nos cuesta trabajo hacerle mantener el diálogo en su lengua dialectal, tan graciosa en giros y en tropos.
—¿Fue usted casada?
—Casada fui. Sólo hace que enviudé veintiocho años. Mi marido iba también para viejo...; pero no tuvo paciencia para esperar como yo. Mis antepasados no murieron jóvenes tampoco; mi padre murió a los ochenta y tres, y mi madre a los setenta y seis. De mi abuelo sólo puedo decirle que fue de los que de Argel trajo rescatados el Rey Carlos III...; pero también creo que murió de viejo. Es que lo llevamos en la sangre. Ya ve usted cómo estoy de bien; jamás estuve enferma, ni sé lo que es un dolor. Tuve seis hermanos y ninguno murió joven.
—¿Qué familia le queda actualmente?
—¡Huy!...

La vieja, sin dejar de sonreír, medita un poco y va haciendo la cuenta bisbiseando nombres de hijos, de nietos, de bisnietos. Al fin, dice:
—De mis siete hijos faltan ya algunos, por desgracia; pero todos dejaron simiente. Mire usted: uno dejó quince hijos, de los que sólo quedan ocho; otro, de siete que tuvo le viven dos; otro, aún tiene seis, de nueve que trajo al mundo; y otra, que tuvo cinco, no tiene ya más que tres. Total: tuve treinta y seis nietos, y sólo me quedan diecinueve. Pero la semilla sigue germinando... De esos nietos han salido treinta y un bisnietos..., alguno de los cuales ya está para casar y podrá seguir dando al mundo Chacopinos, raza que, por lo visto, no se debe perder. Me gustaría conocer a los hijos de esos bisnietos... —Y lo dice sonriendo, guiñando socarronamente sus vivaces ojillos—.

La entrevista en la página 3 de La Voz de Madrid
del 23 de septiembre de 1927
(Biblioteca Nacional de España)
Perteneció, mejor diré, pertenece esta venerada mujer, a una de las más avispadas familias de la isla. Se ignora a qué suerte de negocios se dedicara el creador. Pero ya el padre de Josefa supo hacer un capitalito, dedicando sus actividades a toda suerte del comercio a que eran propicios aquellos años azarosos: pescar, contrabando..., negocios limpios cuando se podía, o negocios arriesgados cuando lo exigía la ocasión, en el inhóspito peñascal que ahora se denomina isla de Tabarca.

Cuando nació Josefa Chacopino, su familia ocupaba entre los isleños rango principal, y fue educada con el esmero que permitían los escasos medios de instrucción que se tenían a mano. Aprendió a leer, cosa verdaderamente fenomenal en aquellos años y, sobre todo, en aquel ambiente.

Era la niña mimada que, a la entereza y sagacidad de sus antepasados, había unido la instrucción de que ellos carecieron: sabía leer y sabía contar..., que era más importante que nada para la lucha por la vida en aquel medio.

Su niñez desenvolviose asistiendo a los más terribles sucesos que tuvieron lugar en la riente costa alicantina, y que ahora relata con prolijidad de detalles. Es inútil preguntarle en qué año tuvo lugar tal hecho u ocurrió tal episodio: ha olvidado fechas; pero sabe computar el tiempo relacionándolo con los años de su vida.
—Allá por el año del hambre...
—¿Qué año fue ése, abuela?
—¡Ah! No sé; tenía yo doce o catorce. Antes hubo otro año de hambre del que hablaba con terror mi padre; pero éste que yo viví fue tremendo. Lo pasamos muy mal, muy mal. No llovió durante siete años y los campos no daban ya nada; se acabó la paja, y los animales caían muertos en los caminos, y como no había harina tampoco, lo pasamos casi tan mal como los animales; comíamos lo que podíamos y cuando podíamos..., que no era todos los días. La miseria era terrible en toda España. ¡Calcule usted lo que sería la vida en esta isla, abandonados de todos porque el Gobierno no estaba para preocuparse de nosotros, ya que tenía que pensar en tantas otras cosas! Es aquél el recuerdo más amargo que guardo de mi vida, tan llena de amargos recuerdos.

Gusta la viejecita de la vanidad y, cuando le requerimos para que prosiga la evocación de aquellos días aciagos que ahora ve tan lejanos con deleite, sonríe, y dice:
—Antes (tendría diez años o quizás menos), hubo otro suceso en la isla, que la sembró de terror. Lo recuerdo muy vagamente. Hubo fusilamientos aquí, y mis padres me obligaron a esconderme en las cuevas abovedadas de la isla... Creo que los fusilados eran curas y militares que no querían a Isabel II. No haga caso de las fechas. ¡Esta memoria! Pero los hechos los recuerdo bien. Mire usted: un día se presentó una niebla que cubrió mar y tierra; no se veía Alicante; el cabo de Santa Pola se lo tragó la nube..., las barcas no podían volver y en la isla la inquietud era enorme... Pues aquella niebla nos trajo el cólera, una terrible cólera que causó tal mortandad que no se recuerda otra; la primera noche murieron once... Y entonces, calcule usted cuál sería la población de Tabarca. Aquello fue terrible. Y también nos tuvieron abandonados, como siempre.

—Una madrugada desembarcaron tropas con gran escándalo de trompetas. Todos corrimos a las murallas, a ver el espectáculo nuevo. ¿A qué venían? ¿Quiénes eran? Como siempre, lo primero que hicieron fue pedir dinero y alojamiento. Hubo quien se resistió, y vino lo irreparable: en la plaza fue «escopeteado» don Vicente Pérez; en las calles cayeron muertos trece más. Mi padre reunió en casa a la plana mayor de los intrusos y a los prohombres de la isla. Yo era una chiquilla, a la que todo el pueblo por sus travesuras y su listeza. Los invasores necesitaban dinero, pedían dinero, y lo pedían a mi padre, que era el guardador de los fondos de los pescadores, que se escondían en unos sótanos, bajo tres llaves. Discutiose largo rato y, cuando llegó la hora de comer, mientras yantaban aquellos forajidos, se me echaban a mí las llaves por una ventana, y en pocos minutos dejaba yo vacío el arcón en donde la soldadesca esperaba hallar el caudal de la isla. Y recuerdo (no se me ha de olvidar jamás) que el soldado que vigilaba la casa cuando yo realizaba la arriesgada maniobra, cantaba confiado:
El que se casa se harta,
el que se muere lo entierran,
y el que sin cabeza nace
no necesita montera.
Y todo por la política, Señor, todo por la política.

—¡Pues y el bombardeo de Alicante visto desde aquí!... Fue una gran fiesta para los que no sabíamos de navíos de guerra y de combates y de cañones.
A Antoñete Gálvez le llamábamos la jeringa de Alicante, porque fue quien jeringó a la ciudad. También aquellos días fueron tremendos.
Yo había ido a la capital a comprar géneros para mi comercio. Y hallándome en las cuatro esquinas de la calle Mayor, en una tienda que se llamaba del Mestre Capella, me avisaron de que iba a cerrarse el puerto por venir de Cartagena los cantonales.
Había que volver a la isla antes de que nos cogiera allí el bombardeo con que nos amenazaban los sublevados. No había tiempo que perder; pero era imposible hallar una barca: ninguna se arriesgaba a salir sabiendo que estaba fuera acechando el peligro, esto es, la jeringa. Lo que yo corrí y sufrí, hasta lograr que una barca de Guardamar se arriesgara a salir para llevarme a Tabarca, no se lo puede imaginar usted. Y luego el placer de burlar el peligro, atravesando la línea de los buques sublevados, y llegar vencedora aquí y presenciar las maniobras y oír, ya en casa, el zumbido de los cañones.

—También podría contarle de los fusilamientos ordenados por Roncali en Alicante y sus derivaciones en la isla, y la barbarie de un gobernador que se llamaba Irriberri, que se llevó de Tabarca hasta las puertas y las campanas; pero ¿para qué?... La política, siempre la política. De aquellos recuerdos infantiles, guardo otros que ahora no me hacen reír, pero que entonces me hacían llorar de terror...

Se queda extática unos instantes, y exclama:
—¡Qué tontos, señor, qué tontos! Y todo ¿para qué? ¡Qué tontos!... Venían unos hoy, y ponían en esa plaza el letrero; mañana venían otros y lo rompían. Y unos y otros saltaban, gritaban, y al final siempre lo pagábamos nosotros: nos dejaban sin nada, porque todos eran iguales, los que ponían el letrero de la Constitución y los que lo quitaban eran iguales; todos hacían aquello entusiasmados y, como tenían de que mostrar su alegría del algún modo, rompían lo que hallaban a mano y nos hacían pagar el alboroque a los pobres tabarquinos, que no nos metíamos en nada. ¡Ya ve usted! Todo ¿para qué? ¡Qué tontos!

La viejecita sonríe mirando al azul intensísimo de este cielo levantino, que es gloria de la amplia plaza bañada por el sol de agosto, en la que zumban las moscas, y los chicuelos, en perneta, labran barquichelas de juguete.
—Desde entonces, y de antes de entonces, podría contarle muchas cosas que vieron estos ojos, que aún no necesitaron cristales.

En efecto: Josefa Chacopino, atildada, limpia, lee y cose como en sus años mozos, sin necesidad de lentes ni auxilio de nadie para enhebrar la aguja, operación que realiza con destreza insospechada.

—¿Y después, cuando las elecciones? ¡Dios mío! Ahora no se estilan las elecciones, ¿verdad? Aquí venían de un bando y de otro, se comían sus buenas paellas de arrós a banda, se iban y... nada más. La isla seguía abandonada. Quizá dieron algo para nosotros, pero casi siempre se quedaba, se perdía en el camino. A la isla no venían a vernos hasta que les hacía falta de nuevo nuestros votos; reñían ellos, y lo pagábamos nosotros, como en la época de los letreros de la Constitución.
Asómese a la puerta; mire las casas cómo se caen de viejas...; pues yo he visto Tabarca nuevecita, como recién hecha. Presidio fue alguna vez, y como presidio nuestro es aún. Aquí hay día que no se puede comer; en haber temporal y no salir los hombres a la mar, no hay quien pruebe bocado; carecemos de agua, no hay médico, el cementerio está en ruinas. Los barcos no tienen una cala en qué refugiarse en los días de mal tiempo.

Fotografía de Josefa Chacopino,
incluida con la entrevista en La Voz de Madrid

La viejuca habla y habla del abandono en que se tiene su isla, la bella isla en que don Fernando Méndez trazara, por encargo del Rey, el lindísimo pueblecillo, que ahora se cae roído por los años que no destruyeron el temple de esta mujer, toda energía aún, limpia y parlera, que siempre que se le interroga inicia una cortesía, intentando levantarse de la silla en que reposa. Vio a Tabarca nueva, con las casas blancas, como gaviotas al sol en mitad del Mediterráneo, y ahora las casas parecen mirarla a ella, desorbitadas, cuarteantes, sin ventanas, como admiradas de que sepa resistir todos los vendavales de la isla.
—Aún la volveremos a ver dentro de veinte años.
—No, ya está bien. He vivido bien hasta hoy y no quiero tener mal fin. Ya le digo, no estuve enferma nunca ni supe lo que era un dolor. Y he trajinado mucho, no crea. A Alicante iba todas las semanas a comprar géneros para mi comercio, y había que atravesar el mar, estuviera tranquilo o alborotado. Y me ha gustado divertirme bien; cuando era niña fui gran bailadora y supe tocar la guitarra; decían que lo hacía muy bien. Luego mis negocios me hicieron viajar por fuera de Alicante también. ¡Sesenta y tres años de comercio!
—¿Y no traficó en contrabando nunca?
—Hombre, le diré... Mis mejores duros los gané enrollándome a tiempo en la cintura telas de precio, que luego vendía burlando la vigilancia de los carabineros..., que eran muy buenos amigos míos. En mi época no «se estilaba» el contrabando del tabaco; telas, pañuelos de seda y perfumería era lo principal.
—¿Fue usted muy solicitada por los jóvenes de su tiempo?
—No está bien que yo lo diga... Me casé dos veces...
—¡...!
—¡Ah, se me olvidó decírselo; me casé dos veces! La primera, a los veinticuatro años, enviudando dos años después. A los veintinueve volví a casarme. Y fui muy feliz; mi marido era bueno y trabajador.
—¿Cómo se las ha arreglado para vivir tanto y tan bien, con lo que ha trabajado? ¿Qué régimen ha llevado?
—No sé qué es eso. He vivido bien, sin privarme de nada. Bebí vino escasamente en las comidas; el café no puede faltarme. Ahora lo que acaba conmigo es la falta de apetito. Apenas sí como. ¡Si yo comiera!... Mire usted, ahora me vuelve a salir el cabello negro. No se ría; no; mírelo...

Y, efectivamente, el escaso cabello blanco de sus sienes, que tiene destellos de oro viejo, se torna negro en el resto del cráneo.
—Es la juventud que vuelve, abuela.
—¡Ca! Esa no vuelve jamás. ¡Si lo sabré yo!
—Dentro de veinte años volveré a visitarla, y... ¡le traeré un novio!
—¿Para qué ese trabajo? ¿No es usted soltero? Pues...

Y ríe la viejecita con toda su alma, mostrando el único diente que aún conserva, y que asoma a su boca sumida entre mil arruguitas imperceptibles que envuelven su rostro en una tela de araña maravillosa.

* * *

Diario El Luchador, 8 de febrero de 1929, página 1
(Biblioteca Nacional de España)

No pudieron ser veinte años, pero bien pudieron ser dos, pues Josefa Chacopino fallecería el 30 de enero de 1929 y, a la vista de lo que apareció en prensa, ya que no dejó nunca de ser noticia, bien puede decirse que no cambiaron un ápice las excelencias que la naturaleza le brindó. Así, en primera página del Diario El Luchador del 8 de febrero de 1929, con el titular «En Tabarca. Ha muerto una centenaria», aparecía la luctuosa noticia, no sin algo de inventiva por parte del que la escribiera:
El miércoles pasado, falleció en la Isla de Tabarca, la centenaria Josefa Chacopino, que hasta los últimos días de su vida conservó la lucidez de su inteligencia.
Era nieta de uno de los primitivos pobladores de la isla; de aquellos italianos que el rey Carlos III, durante su reinado en Nápoles conoció y luego, al ceñir la corona de España, trajo aquí para combatir a la piratería argelina.
Josefa Chacopino ha sido interviuvada y fotografiada varias veces.
A la familia expresamos nuestro pésame.

Diario ABC, 9 de febrero de 1929, página 36
(Hemeroteca del Diario ABC)
Diario La Voz de Madrid, 10 de febrero de 1929, página 10
(Biblioteca Nacional de España)

Incluso hicieron eco del suceso rotativos madrileños como el ABC de 9 de febrero, en su página 36, que cifraba la edad de la finada en ciento un años, y añadía que dejaba cuatro hijos, veinte nietos y veintiocho bisnietos; o La Voz de Madrid de 10 de febrero, página 10, que le asignaba la edad de ciento cuatro años.

Pero su historia no quedó ahí. Dentro del probablemente más que notable patrimonio que doña Josefa dejara en herencia a su nutrida descendencia, se incluía uno de los edificios más emblemáticos de Nueva Tabarca: nada menos que la Casa del Gobernador. Herencia que disfrutarían, por ser un tanto eufemístico, ya que llegó a caer en el más completo abandono, hasta 1977 cuando, a la vista de tal circunstancia, el Ministerio de Cultura, tras dirigirse infructuosamente a los propietarios a través de la Dirección General de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos, solicitando proyecto de rehabilitación, declara de utilidad pública, a efectos de expropiación forzosa, la adquisición del inmueble, tal como se puede corroborar en el Boletín Oficial del Estado n.º 29, del 3 de marzo de 1978, página 2731, según Real Decreto 3552, de 9 de diciembre de 1977.

BOE n.º 29, del 3 de marzo de 1978, página 2731
(Biblioteca Nacional de España)

Innovación y experimentos en el arte foguerer

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Si hay algo que define el arte foguerer es, sin duda, la constante innovación a la que está, o debería estar, sujeta su estética. En cierto modo, la fiesta de Les Fogueres surgió como una corriente innovadora en cuanto al concepto de los monumentos pues, aunque se miraron en el espejo de Valencia, la inexperiencia de los artistas alicantinos en ese tipo de trabajo, unido al claro predominio de pintores entre ellos, hizo que los monumentos foguerers surgieran con identidad propia.

Bien es cierto que, en las últimas décadas, este aspecto de la Fiesta no se puede decir que haya sobresalido en exceso, salvo las excepcionales entradas en escena de maestros como Pedro Soriano, José Iborra «Waldo», el precozmente desaparecido Paco Vázquez, o Pedro Abad, por dar algunos nombres, sin entrar a considerar la fuerte corriente estética fallera y de fusión de ambos conceptos de monumento, que se aprecia en época más reciente. Y no necesariamente es reflejo de ello la notable escasez en cuanto a la concesión de premios a Fogueres Més Innovadores, que de esto habría mucho que escribir, si nos ponemos a ello, o el lamentablemente truncado certamen de Fogueres Experimentals, que acertadamente intenta recuperar la Foguera Pla del Bon Repòs-La Goteta en estos últimos años.

Boceto de la Foguera Pla del Bon Repòs-La Goteta 2013, El Bosque de la Memoria,
de Rubén Bodewig, ganadora del II Concurs de Fogueres Experimentals
y Primer Premio a la Foguera Més Innovadora 2013 (Archivo Foguera)

Pero los primeros compases de Les Fogueres de Sant Joan, como anticipaba, sí se caracterizaron por la búsqueda de cosas nuevas, y elementos como el movimiento o la luz eran de presencia frecuente en esos primeros años. Tras el paréntesis de la guerra, el ingenio innovador se vio mermado por las lógicas consecuencias económicas de la postguerra y el férreo control de la censura, pero, poco a poco, retomó su andadura, hasta que resurgió con fuerza de la mano de artistas tales como Jaime Giner, Agustín Pantoja, Hernández Gallego, Ramón Marco o Remigio Soler, por mencionar algunos de los más reconocidos, si bien no fueron los únicos en innovar, ni mucho menos, pues prácticamente cada uno aportaría su grano de arena.

Boceto de la foguera Guerra, de Jaime Giner, años cuarenta. Censurado,
jamás llegó a plantarse (AMA, expuesto en el Museu de Fogueres)

Pero esto de la innovación, como muchas cosas en la vida, parecía que iba por barrios, y nunca mejor dicho en este caso, y a veces perdía su significado y se convertía en «experimento», casi siempre con consecuencias importantes, si bien es cierto que, con la madurez de la Fiesta, tal vez a partir de la década de los setenta, prácticamente se dejó de incurrir en este tipo de errores. Y así, sin ánimo de señalar a ningún distrito en especial, y menos a unos fundadores como lo son Alfonso el Sabio y Rambla de Méndez Núñez, voy a ponerlos como ejemplos suficientemente ilustrativos, tanto de una cosa como de la otra, terminando con una anécdota de la segunda de las comisiones mencionadas, una de esas anécdotas que más vale que no se repitan, si queremos seguir considerando los monumentos foguerers como lo que son, un arte, además de la expresión cultural de una fiesta.

Echando la vista atrás, y tomando el primero de dichos distritos, probablemente la principal anécdota de Fogueres 1930 fue el hecho de que, la entonces denominada Foguera Alfonso el Sabio-Quintana, plantara dos monumentos, ambos de José Lledó. Uno de ellos, que aparece oficialmente en la documentación que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante como Foguera Plaza de la Independencia, la actual de los Luceros, era de pequeñas dimensiones y se titulaba Tres punts interesants. Pues bien, no se puede decir que plantara en algún lugar concreto, ya que tenía la particularidad de que fue montada sobre una plataforma con ruedas, de modo que era transportable, con lo que era cambiada de lugar cada cierto tiempo, como ya aparece manuscrito al pie del propio boceto de la foguera. Puede valernos como ejemplo de ingenio e innovación, que apenas se ha repetido hasta la fecha.

Boceto y Foguera Plaza de la Independencia 1930 (AMA)

Veamos ahora lo que bien podríamos considerar como un experimento, dadas las consecuencias que podían haber sido catastróficas, y que condujo a la primera caída documentada de una foguera. Nos vamos en este caso a 1934, siendo el monumento plantado por el colectivo valenciano «Unión Arte» con el título Espera sentat, y que, a pesar de ello, y quien lo entienda que lo diga, obtendría el premio de la Cámara de la Propiedad Urbana. Pues bien, para empezar se tuvo que cambiar la ubicación solicitada de plantà, ya que inicialmente se había pedido montar una enorme figura de quince metros de altura, que representaba un alicantino, con un pie en la embocadura de la calle Álvarez Sereix, y el otro en la de la calle Segura, pasando entre las piernas las líneas del tranvía que transcurrían por la avenida. Pero, afortunadamente, se denegó por motivos de seguridad, quedando finalmente ubicada en la calle Segura, mirando hacia la avenida Alfonso el Sabio, ya que, una vez la Comisión de Fomento dirigiera al Alcalde la propuesta de pedir informes al Ingeniero Municipal, al Arquitecto Municipal y al Perito Electricista Municipal, las conclusiones de estos fueron absolutamente desfavorables, lo que resultó ser providencial, pues la colosal figura cayó, partiéndose por una pierna y, de haber sido plantada en su ubicación original, sobre las líneas del tranvía, podría haber ocasionado una auténtica catástrofe.

Boceto de la Foguera Alfonso el Sabio 1934
(El Tio Cuc, n.º extraordinario de Fogueres 1934. Archivo A. Parodi)

Pero, además, esta historia tuvo su epílogo, pues la Foguera Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía, que así se denominó en 1935, construida por uno de los integrantes de «Unión Arte», Manuel Villasalero, que la denominó Ofrenda, y que se plantó en la plaza de la Independencia, de cara a la avenida de Alfonso el Sabio, tenía esta curiosa explicación: «Dicha foguera no tiene otra significación, que la reproducción destrozada del año anterior, y en pie, una alicantina ofrendando una corona a aquel monumento roto, al cumplirse el aniversario de su defunción».

Boceto y Foguera Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía 1935
(AMA / Revista Festa 2003. Archivo A. Parodi)

Ingenio y buen humor parece que no faltaban entonces. No como ahora, que constituye un verdadero drama la caída de un monumento foguerer, aunque aquí habría que entrar a juzgar otros elementos como riesgo, ubicación, materiales o, sencillamente, la pura física, que a veces parece no ser materia conocida por algún que otro «genio».

También hubo en este distrito, aunque ya en menor medida, muestras de ingenio en décadas posteriores. Como ejemplo, pongamos la Foguera Alfonso el Sabio 1952, La emigración o La quimera del oro, de Ramón Marco, en cuyo interior, visitable, se podían contemplar escenas del Descubrimiento, si bien no supuso innovación propiamente dicha, pues Lorenzo Aguirre ya lo haría en 1929 con su foguera La barraca de fira en la entonces plaza de Isabel II, hoy de Gabriel Miró.

Boceto y Foguera Alfonso el Sabio 1952
(Revista Fogueres 1952. Archivo A. Parodi / AMA)

Ahora cambiemos de distrito, a otro que, sin duda, fue todavía más atrevido... hasta que uno de esos «genios» salió de repente a descubrir las Américas... y pasó lo que pasó. Nos vamos a la siempre popularmente conocida como «Foguera de la Rambla», independientemente de denominaciones oficiales, que, innovadora ya en su debut en 1928, con el monumento Port peixquero de Manuel Gallud, llamó la atención con un pequeño avión a motor que, sujeto de un cable que cruzaba la avenida, daba vueltas y vueltas encima de la foguera, con una «bacora» colgando, «a ver a qué ciudad le caía la breva» de tener un nuevo puerto pesquero. Ingenioso e innovador, aunque también fue sobradamente admirado el globo colgante de El Tio Cuc sobre la vecina foguera de la plaza de Ruperto Chapí, obviamente sin motor.

Boceto y Foguera Avenida de Méndez Núñez 1928 (El Tio Cuc,
n.º extraordinario de Fogueres 1928. Archivo A. Parodi / Foto Lucentum)

En 1929, de la mano del tándem Ariño y Vidal, se quiso rizar el rizo con los elementos colgantes, y la innovación concluyó en un experimento de lógicas consecuencias. La foguera Alacant al iniciaor de les fogueres constaba de numerosos elementos, destacando una enorme mariposa, igualmente sujeta a cables que cruzaban la avenida, de cuyas patas pendía a su vez la cesta de un globo abarrotado de ninots, y que complicó tanto la plantà que perdió la opción a premio por terminar fuera de plazo, galardón que muy probablemente hubiera tenido asegurado por la originalidad de su composición.

Boceto y Foguera Méndez Núñez 1929 (AMA)

Pero se siguió innovando en años sucesivos, y así, los monumentos de los años 1930 (Antaño y hogaño, de Manuel Gallud y Fernando Guillot) y 1931 (Alacant progresa, de «Unión Arte»), tuvieron un elemento original común: un túnel que permitía el tráfico rodado a su través, elemento que se repetiría en varias ocasiones en el futuro, incluso en la misma Rambla, pero sin el potencial peligro que tuvo la anteriormente mencionada de Alfonso el Sabio en 1934. El primero de los monumentos representaba el desaparecido torreón de San Cayetano, en la Montañeta, y el segundo la fuente del escultor Daniel Bañuls en la plaza de los Luceros.

Boceto y Foguera Avenida de Méndez Núñez 1930 (AMA)
Boceto y Foguera Méndez Núñez 1931 (El Tio Cuc,
n.º extraordinario de Fogueres 1931. Archivo A. Parodi / AMA)

Otros ejemplos de innovación en este distrito los encontramos, ya después de la guerra, por ejemplo en 1948, año en que, el tempranamente desaparecido artista foguerer Eduardo Fuentes, construyó el monumento Chermanor, en el que destacaba un tiovivo en el cuerpo central de la foguera, que giraba sobre sí mismo, y cuyos ocupantes eran miembros de la Comisión Gestora y de la Junta Central Fallera. O la que plantara en 1953 Antonio Hernández Gallego, Cine a toda hora, en uno de cuyos frentes había una pantalla en la que por la noche se proyectaba películas de cine. Y, del mismo artista, la titulada Alicante a la provincia, que en 1959 retomaba los famosos túneles de los años treinta, pero en forma de armoniosos arcos coronados por la figura de un alicantino, por debajo de los cuales no sólo cruzaba la circulación rodada, sino también los desfiles con sus carrozas.

Boceto y Foguera Rambla de Méndez Núñez 1948
(Revista Fogueres 1948. Archivo A. Parodi / AMA)
Boceto y Foguera Avenida de Méndez Núñez 1953
(Revista Fogueres 1953. Archivo A. Parodi / AMA)
Boceto y Foguera Rambla de Méndez Núñez 1959
(Revista Fogueres 1959. Archivo A. Parodi / AMA)

Pero llegado 1962... vamos a la guinda de este artículo. Lo que quiso ser modelo de originalidad e innovación, quedó en uno de los peores bochornos que ha vivido la Fiesta. Delante de la Torre Provincial, un vasco «maestro de todo y aprendiz de nada, pintor de brocha gorda y con muchos aires de grandeza», como le describen Arturo Tresáncoras y José Ángel Guirao en su obra Entrañable Alicante (Gráficas Antar, Alicante, 1997), un tal Juan José Aguinaco, recién afincado en Alicante, al que Les Fogueres le fascinaron, hizo debut y despedida cuando llegó a pensar, y así lo comentaría a la comisión de la Rambla, que realizar los monumentos foguerers era tarea fácil y que los podía hacer cualquiera. Atrevido y temerario, presentó a la Foguera, ignorante esta de la que se le caía encima, el boceto del monumento Sueño realizado, al que se le dio visto bueno y, a la postre, se convirtió en vez de en un sueño en una auténtica pesadilla.

Se dice que, lo que construyó este personaje, lo hizo en el propio terrado de su casa, pero la verdad es que había poco que construir, porque lo que apareció plantado era una especie de estanque, lleno de patos mal hechos y peor pintados, que no tenían ni el equilibrio necesario para mantenerse de pie a flote, entre dos penosas reproducciones de la fuente de la plaza de la Puerta del Mar y el monumento a Canalejas.

Boceto y Foguera Rambla Méndez Núñez 1962 (Revista Fogueres 1962.
Archivo A. Parodi / Entrañable Alicante, J. Á. Guirao y A. Tresáncoras)

Se dice también que, en mitad de las Fiestas de Fogueres, aquello se reventó, y los patos llegaron hasta la Explanada. Y que semejante adefesio no se pudo ni quemar, y tuvo que romperse a martillazos, porque estaba hecho de ladrillos y empapado por el agua del estanque.

Y, por último, también se dice que, como el ingenio y el humor alicantino puede con todo, un comerciante de la zona instaló en la foguera un cartel con la frase ¡t'has lluit, compare!, y que a partir de ahí nunca más se supo del «artista».

Una imagen vale más que mil palabras: ¡t'has lluit compare!
(Entrañable Alicante, J. Á. Guirao y A. Tresáncoras)

Pero, al menos, hay que agradecerle que dejara tras de sí, entre los dichos alicantinos, la frase lapidaria que se suele decir cuando alguien contempla una obra mal hecha: «t'has lluït, compare!». Y menos mal que, a los pobres foguerers de la Rambla, el destino les había reservado una alegría que no pudo empañar el desatino del «aprendiz de nada»: su bellesa, la señorita Genoveva Ribelles Mazón, fue proclamada Bellesa del Foc 1962.

Y es que, señores, en Fogueres, como en todo, los experimentos... con gaseosa.

El recinto fortificado de la isla de Tabarca

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«El recinto fortificado de la isla de Tabarca» es el título del artículo aparecido en las páginas 127 a 134 del n.º 22 del Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, correspondiente al tercer trimestre de 1958. El autor, tanto del texto como de las fotografías que lo acompañan, es José Rico de Estasen.

Boletín de la AEAC, n.º 22, tercer trimestre de 1958
(Archivo Armando Parodi)

La Asociación Española de Amigos de los Castillos, según consta en sus Estatutos, tiene como fines «contribuir a la conservación, revitalización y protección, moral y material, del patrimonio monumental fortificado español y estimular el estudio, conocimiento e interés por nuestros castillos, poniendo de relieve y propagando su importancia artística, histórica y cultural, de modo que se fomente su conocimiento y se facilite con medios adecuados la labor investigadora».

Esta asociación cultural sin ánimo de lucro fue fundada en 1952, al amparo de un Decreto de 22 de abril de 1949, por el que se venían a proteger los castillos y se les reconocía como monumentos nacionales. Fue su fundador y primer presidente, Juan de Contreras y López de Ayala, Marqués de Lozoya(Segovia, 1893-1978), historiador, crítico de arte y literato, doctorado en Derecho y en Filosofía y Letras. El 22 de diciembre de 1966 la AEAC fue declarada de Utilidad Pública por el Consejo de Ministros y, desde 1976, SSMM los Reyes de España ostentan la Presidencia Honorífica de la Asociación. Su actual presidente, Guillermo Perinat y Escrivá de Romaní, Conde de Casal (Madrid, 1956), gran conocedor de la problemática que implica la tenencia de castillos al poseer varios su familia, es Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, y colegiado en ejercicio.

La Asociación cuenta con una biblioteca con más de dos mil títulos sobre castillos, y un archivo fotográfico con aproximadamente quince mil fotografías. Está confeccionando, además, un inventario de fortificaciones históricas españolas, con ayuda del Ministerio de Cultura desde 1998, con más de diez mil fichas realizadas. Tiene veintisiete delegaciones, entre ellas Alicante, constituida el 9 de febrero de 1966, siendo su primer presidente Juan Mateo Box, fiel difusor de las innumerables fortalezas de la provincia, autor de obras tales como Historia de los castillos de la provincia de Alicante (Ayuntamiento de Alicante, Imp. Sucr. de Such, Serra y Cía., 1953). Actualmente está domiciliada en el blog «Castillos de Alicante», y tiene su sede nacional en el número 26 de la calle Prado, en Madrid.

Historia de los castillos de la provincia de Alicante,
Juan Mateo Box, 1953 (Archivo Armando Parodi)

Una de las prioridades de la AEAC, desde su fundación, es la edición de publicaciones sobre castillos y fortalezas, para favorecer su difusión, comprensión y aprecio, tanto en lo que se refiere a libros de diversos formatos, las actas de los congresos y seminarios que organiza, así como el Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, de tirada trimestral, que se editó desde abril de 1953 hasta diciembre de 1966, comprendiendo los números 1 a 55, pasando en enero de 1967, a partir del número 56, a denominarse Castillos de España, revista que continúa editando a día de hoy.

Boletín de la AEAC, n.º 1, abril 1953 (AEAC)

El Boletín surgió, tanto de la necesidad de ofrecer a los socios y aficionados en general una herramienta de comunicación, como de servir de plataforma a los investigadores y castellólogos, para difundir las últimas investigaciones y acontecimientos que nacen en torno a las fortificaciones de dentro y fuera de la Península Ibérica. Uno de los más frecuentes colaboradores fue el autor del artículo que titula este escrito, el periodista y escritor José Rico de Estasen, entonces Director General de Prisiones y colaborador del Diario Información, anteriormente Director del Reformatorio de Adultos de Alicante y de la Prisión-Escuela de Madrid, autor de diversos libros y artículos sobre castillos españoles.

En una época en la que el turismo todavía ni se había planteado, en una isla en proceso de deterioro, fundamentalmente por la decadencia de la Almadraba «Isla de Tabarca», que conllevó un descenso continuo de población a un número que nunca antes había conocido la pedanía alicantina, Rico de Estasen la trata como una «realidad inefable», la que se encontraba el viajero cuando la visitaba. Una isla glosada por grandes plumas, como Salvador Rueda y Gabriel Miró. Hace una breve reseña histórica y geográfica, sin olvidar la idiosincrasia genovesa de los apellidos de los tabarquinos, realizando una descripción de su recinto amurallado y su aislada torre fortificada, así como la «página de sangre» que presenciaron sus muros.

He aquí el texto íntegro del artículo publicado en el Boletín de la AEAC, con alguna que otra corrección o anotación de mi cosecha, que pongo [entre corchetes].




La isla de Tabarca es una sorpresa inefable que depara a los navegantes el Mediterráneo alicantino; un territorio marítimo fabuloso, cuya visión aparece diluida en el horizonte, frente al cabo de Santa Pola, donde se juntan en estrecho abrazo el azul del cielo y el azul del mar.

Gabriel Miró, siguiendo las huellas de Salvador Rueda, que refugió en Tabarca sus hondas inquietudes de poeta inspiradísimo, fue a la isla ansioso de una quietud y una soledad que le negaban sus quehaceres de modesto empleado de la Diputación de Alicante. Sobre un altozano, dominando el azul, pueden contemplarse todavía las ruinas de la casa que habitaron uno y otro. El viento y el mar han contribuido, mucho más que la mano del hombre, al destrozo del modesto inmueble que, por el recuerdo literario que evoca, considero digno de restauración.

Tabarca, auténtica isla para olvidar, constituye el norte de su ambición literaria. La prosa tierna y musical del inolvidable escritor, fallecido ahora hace veinticinco años [el artículo debió ser escrito en 1955, pues Miró falleció en 1930], jamás vibró tan inspirada y jubilosa como cuando canta las extraordinarias características de la isla, que él considera redonda de mar, traspasada de Mediterráneo, madura del sol, ungida de alucinadora transparencia, coronada de gaviotas que baten sus alas sobre una cortina de montañas tiernas.

Y es que Tabarca es así: misteriosa y eterna, transparente y primaveral, recogida en sí misma, pulcramente inédita, con su belleza natural, con su vivir primitivo e ingenuo, con sus portalones monumentales, con sus atrevidos y artísticos baluartes, con un interés que sube de punto a medida que el emocionado viajero repite sus visitas.

La isla alicantina, que en un principio se denominó «de San Pablo», si hemos de atenernos a la fantasía de los naturales del país, en razón de haber sido el lugar donde desembarcó el gran apóstol en su venida a España, se llamó luego «de Santa Pola», por su proximidad al poblado marítimo de aquel nombre, y también Isla Llana [su nombre geográfico correcto es Isla Plana], porque lisa y llanamente sobresale del mar.



DESCRIPCIÓN

Tabarca [el autor se está refieriendo a Tabarka], según rezan viejas crónicas, es una isla de genoveses, frente a Túnez, que los de este bey [título de origen turco que ostentaban los monarcas tunecinos] tomaron en 1741, reduciendo a sus habitantes a dura esclavitud; que pasó a manos del terror argelino quince años más tarde. Mantuvo, sin embargo, cura propio, el fraile mercenario [mercedario, de la Orden de la Merced] Fray Juan de la Virgen, y este consiguió que nuestro Carlos III, en 1768, redimiese a los infelices tabarquinos el día de la Limpia y Purísima Concepción, en que se firmó un tratado con el bajalato [territorio gobernado por un bajá o pachá, término turco que viene a equivaler a gobernador militar] de Argel.

Numerosas familias llegaron a Alicante con apellidos de Colomba [también Columba, Columbo o Colombo], Capriata, Buso [o Buzo, Buza, Busa], Pittaluga [correcto: Pitaluga], Russo [derivado en Ruso o Rusa], Luchora [más frecuentemente Luchoro], Marcenaro [con multitud de variaciones: Manzanero, Manzanaro, Marzenaro, Marzanaro, Mercenaro, Macenaro], Jacopino [derivado en Chacopino o Chacupino], Noli [con menos frecuencia Noly o Nolis], Sevasco [o Sevasca], Burguero [o Burguera, también Burgero], Perfún [correctos: Perfumo o Perfuma], Molelire [es Milelire], Vasoro [probablemente se refiere a Basalo], Parodi y Contagala [correcto: Cantagalo o Contagalo], para las cuales se habilitó la isla Plana o de San Pablo, levantando una ciudad murada con fuertes puertas y rebellines [revellines:fortificaciones triangulares situadas frente al cuerpo de la fortificación principal,cuyo objetivo es dividir a una fuerza atacante], que se denominó Nueva Tabarca, en el extremo Oeste, el más abrigado de la isla, junto a la playa grande [no es correcto,«La Playa Grande» o «Platja Gran» está situada al Sureste,es la playa más larga de la isla; se refiere a «La Playa»,también conocida como «Playa Central»] y a la del Espalmador [la «Cala de l’Espalmador»es la antigua denominación de lo que actualmente se conoce como «La Pouera»,pequeña playa de la zona norte, al lado mismo de la población,que toma su nombre del «Pou del Pal», pozo situado en la parte alta de la muralla, en sus inmediaciones;el espalmador era el lugar donde se volcaban las embarcaciones de costado,para limpiarlas de las adherencias biológicas], que constituyó un antiguo refugio de piratas berberiscos.

El viaje a esta isla tan poco conocida se efectúa por insignificante coste y con relativa facilidad, en unas embarcaciones movidas a vapor que cubren en menos de dos horas las diez millas marítimas [11 millas náuticas, unos 20 kilómetros]que separan a Tabarca de la luminosa y próspera ciudad del Benacantil.

La isla es pequeña, mide menos de dos kilómetros de longitud [1.800 metros], sin que el punto de su mayor anchura exceda de seiscientos metros [450 metros]. Es llana, de accidentada costa; rodeada de pequeños arrecifes, amontonamientos rocosos, mejor dicho, verdes, amarillos, rojos, cubiertos, a veces, por enorme cantidad de algas; dotada de suaves laderas que descienden hasta el mar formando suaves y deliciosas playas; desprovista de árboles; con vegetación propia y curiosísima, consistente en unas diminutas plantas —plantas y flores de un tiempo mismo— que se mantienen a ras del suelo, cuyos tallos son duros y fuertes como la madera y cuyas hojas aparecen cubiertas de diminutas lágrimas de plata y cristal [probablemente se refiere al espino blanco, muy frecuente en la isla].

A medida que el viajero se aproxima a este trozo de tierra rodeado de mar, la isla va descubriendo su silueta característica, de la que sobresale la iglesia, edificada en lo más alto, como dando a entender la importancia de su misión espiritual; después, la torre defensiva; el faro, en el extremo oriental, y al otro lado del faro, el cementerio, de tapiales blancos, sin funerarios cipreses. Como remate, las blancas edificaciones del caserío con sus casitas bajas roídas por el viento y por las blandas y penetrantes humedades del mar.



LOS BALUARTES

Pese a tan atractivas originalidades, desde nuestro punto de vista, Nueva Tabarca nos interesa por su condición de antigua isla fortificada; por cuanto, para el estudio de sus edificaciones de tipo militar y defensivo, significan el imponente torreón denominado «castillo de San José», sus puertas monumentales, las fortificaciones y murallas que rodean la ciudad mandada construir por Carlos III, que en su conjunto se pueden considerar como interesantes modelos de la arquitectura militar del siglo XVIII.

Son tres las mencionadas puertas, en comunicación con el acantilado y los embarcaderos, de opuesta orientación, dotadas de profundas bóvedas de cantería, denominadas «de Levante», «de San Miguel» y «de San Gabriel» o «de la Trancada». Esta, frente a la suave bahía y rocosa mole del cabo de Santa Pola, es la mejor conservada. Sobre las recias dovelas de su arco de medio punto, hasta época reciente, existió una lápida ornamentada con una corona real y esta inscripción latina:«Carolus III Hispaniarum Rex Fecit, Edificavit».

Las puertas «de San Miguel» y «de Levante», que antaño revistieron un manifiesto interés arquitectónico, se encuentran muy deterioradas, más que por el manifiesto abandono de los hombres, por el transcurso del tiempo, acentuado por la acción destructora de la lluvia, del sol y del viento, y, sobre todo, por la de la brisa salobre y húmeda del mar, cuyas olas, en días de tempestad y galerna, azotan con violencia los cimientos de las mencionadas edificaciones.



TABARCA, PLAZA FUERTE

En cuanto al estado de abandono en que se encuentran, otro tanto puede decirse de las murallas y baluartes que rodean totalmente la parte de la isla que Carlos III, por consejo de su ministro el Conde de Aranda, destinó para ser habitada por las sesenta y nueve familias genovesas, corsas y sicilianas que, integrando un total de trescientos nueve individuos, en la primavera de 1770, llegaron a la isla desde la Tabarca tunecina [Tabarka].

La transformación de Nueva Tabarca en plaza fuerte obedeció a la necesidad de proteger a sus moradores de las depredaciones de la piratería berberisca, que se había enseñoreado de aquellas soledades marítimas desde que Felipe III llevó a cabo la expulsión de los moriscos, dedicándose al acoso y apresamiento de embarcaciones y al asalto y saqueo de pequeñas poblaciones de la costa mediterránea.

Con la erección de pétreas defensas, Tabarca se convirtió en un inexpugnable castillo, en un baluarte defensivo, en una fuerte atalaya enclavada en el mar, capaz de contribuir con sus defensas artilladas a las muy poderosas del castillo de Santa Bárbara, de Alicante.

Dos años se emplearon en la construcción de los baluartes tabarquinos, con arreglo al proyecto del coronel de ingenieros don Fernando Méndez, aprobado por una junta militar que presidió el Conde de Baillencourt.

De diez metros de altura, con troneras, escarpes, paseo de ronda, garitas, refugios y cámaras subterráneas; artilladas con culebrinas y cañones de a veinticuatro y defendidos por escogida guarnición sometida a la obediencia de un comandante militar —cuya casa de gobierno perdura todavía [la Casa del Gobernador, hoy hotel]—, debieron constituir, en su conjunto, un recinto defensivo casi inexpugnable, que aún hoy, desmantelado, roto, es objeto de preferente atención por parte de los excursionistas.

Complemento de las puertas monumentales, de los baluartes y murallas fueron los cuarteles, dotados de caballerizas, sótanos, cisternas y aljibes, depósitos de municiones, víveres, maderas y espartos, así como el lavadero público, horno, tahona, varadero, torre con farola giratoria para orientación de los navegantes; todo cuanto resultaba necesario para el tranquilo vivir de aquellos nuevos ciudadanos españoles, entonces, como hoy, dedicados a la pesca y al cultivo de unas trescientas tahullas de tierra de secano, a los que el monarca, magnánimo, concedió señalados privilegios, entre los que se contaban la exención del servicio militar y del pago de impuestos.

Aspecto de fortaleza, tiene también la iglesia tabarquina, edificada por los mismos alarifes [arquitectos, maestros de obras] que construyeron las murallas, sobre una plataforma formada por éstas.

Dedicada a los apóstoles San Pedro y San Pablo, la consagró el vicario foráneo, don Joaquín Calvo, especialmente enviado a aquel objeto por el prelado de Orihuela, el día 8 de diciembre de 1770, festividad de la Purísima Concepción.

En opuesto sector se edificó una capilla dedicada a la Concepción Inmaculada, a la que Su Majestad profesaba especial devoción, hasta el punto de que fue declarada Patrona de España como consecuencia de una propuesta suya. En señal de soberanía, el escudo del tercer Borbón, cincelado en piedra, permanece adherido a una de las paredes del templo.



EL CASTILLO DE SAN JOSÉ

En contraste con los desmantelados baluartes, con los cuarteles y con los portalones desmochados, en mitad de un terreno pedregoso carente de vegetación e, incluso, de reptiles [no es cierto, todavía es frecuente poder avistar, por ejemplo, eslizones ibéricos], porque la sequedad del suelo inhóspito no permite la vida animal, destaca la gallarda mole del denominado «castillo de San José».

Se trata, como podrá advertir el lector por la fotografía que ilustra estas páginas, de un cuadrado torreón de tres plantas, con patio interior central y azotea circundante, cuyos ángulos conservan el asiento de cuatro garitas voladas que contribuirían a realzar el conjunto ornamental de la torre.

La robustez de tan severa edificación, provista de cuarteles, habitaciones amplias y ventiladas, grandioso aljibe para la recogida de aguas pluviales; que disponía del correspondiente puente levadizo y defendían baterías a barbeta [su parapeto no tiene troneras ni almenas, ni cubre a los artilleros], bastaba por sí sola para defender la totalidad de la isla, como se hubo de demostrar en diferentes ocasiones rechazando varios intentos de incursión de los piratas africanos.


Cuando, con los adelantos de la civilización, el peligro de semejantes invasiones decreció, el fuerte torreón de Nueva Tabarca fue convertido en prisión de estado, en donde, durante la Primera Guerra Carlista, sufrieron penosa reclusión numerosos sacerdotes y militares, ardientes partidarios del primer monarca tradicionalista, que se negaron a reconocer a Isabel II.

En el otoño de 1838 fueron trasladados a la isla y recluidos en la dura prisión del «castillo de San José», dieciocho sargentos pertenecientes a los ejércitos de «Carlos V» [Carlos María Isidro de Borbón, Conde de Molina,pretendiente al trono de España como «Carlos V», iniciador del Carlismo], que permanecieron allí hasta el 11 de noviembre del mencionado año, en que, a la luz imprecisa de la amanecida, ante las atónitas miradas de los pacíficos pescadores, los fusilaron.

En el libro de defunciones de la parroquia figuran los nombres y el lugar nativo de aquellos mártires, que se enfrentaron con el piquete de ejecución sin abdicar de sus convicciones políticas, firmes en sus ideales, vitoreando a su patria y a su rey: «Anastasio Bonet, natural de Benicarló (Castellón); Rafael Benito, de Badía (Guadalajara); Juan Pérez de Castro, de Montiel (Ciudad Real); Francisco García, de Teruel; Ciríaco López, de Canduela (Burgos); Diego Albendia, de Mazanallageros (Cuenca); Manuel Asensi, de Benaguacil (Valencia); Miguel Maroto, de Cuenca; Andrés Rubio, de Fuentidueña (Madrid); Francisco Avellanos, de Cuenca; Miguel Ponzano, de Iniesta (Cuenca); José Vidal, de Agullent (Valencia); Paulino García, de Pradera de Sepúlveda (Segovia); José Miranda, de Benimamet (Valencia); Juan Iborra, de Cañete (Cuenca); Santos Safila, de Valladobal (Palencia); Francisco Febró, de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), y Florentino Torrecilla, de Valencia».


Fue consecuencia de una orden dictada por la Junta de Represalias que se constituyó en Alicante, al igual que en las restantes provincias de España, por orden del gobierno de Isabel II, para ponerse a tono con las órdenes extremas dictadas por el general don Ramón Cabrera. Como justificación a las medidas de extrema crueldad de este, estaba el tremendo dolor, la violenta indignación que le produjo la noticia del terrible fin de su anciana madre, que, por el delito de serlo suya, tras veintidós meses de prisión, fue fusilada en el castillo de Tortosa por orden del capitán general de Cataluña don Francisco Espoz y Mina.

REALIDAD INEFABLE

Tabarca, isla auténtica, realidad inefable, inmóvil navío rodeado de espumas en la plenitud del Mediterráneo alicantino, espera siempre con ansiedad la visita de cualquier viajero. El menor motivo reviste en la legendaria isla de San Pablo caracteres de acontecimiento. Allí viven varios centenares de españoles, jóvenes adultos, ancianos y niños, sin apenas contacto con el mundo exterior: razas puras, directos descendientes de los cautivos tunecinos, que hallaron libertad por el afán mercedario del buen rey Carlos III; corazones sencillos y esforzados, hechos a escuchar las canciones del viento en las amplias y misteriosas soledades del mar.

Nueva Tabarca en las Revistas Oficiales de Fogueres

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Ha sido y es un hecho habitual, encontrar artículos y noticias sobre los más diversos rincones de la geografía alicantina en las páginas de las Revistas Oficiales de les Fogueres de Sant Joan, tanto en lo que se refiere a la provincia, especialmente en las décadas de los cuarenta a los sesenta, como a los barrios y pedanías de la capital. Obviamente, Nueva Tabarca no podía ser menos, sobre todo si pensamos en las singularidades que concurren en la isla. Como muestra de ello, veamos algunos ejemplos, que no dejan de ser muestra y testigo fiel de las vicisitudes que atravesaban, en cada caso, tanto la isla como sus habitantes.

* * *

Veinte años antes de que se constituyera de forma oficial por primera, y hasta la fecha única vez, la Foguera de Tabarca, era publicado un interesante artículo sobre la isla en la Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1945 -o Fogueres de San Chuán, en el interior-, la que hacía número 6 desde que se comenzara a editar como tal en 1940.

Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1945 (Archivo Armando Parodi)

Se trata de un escrito del entonces Director del Reformatorio de Adultos de Alicante, el periodista y escritor José Rico de Estasen, en una época en la que el turismo todavía ni se había planteado en una isla floreciente, fundamentalmente de la mano de la época dorada de la Almadraba «Isla de Tabarca», que conllevaba una población en un número de habitantes que nunca se había conocido en la pedanía alicantina. Se capturaba centenares de toneladas de atún, y la población superaba con creces el millar de habitantes.

Rico de Estasen trata la isla como una «sorpresa inefable», la que se llevaba el viajero cuando la visitaba, una isla glosada por grandes plumas, como Salvador Rueda y Gabriel Miró. Hace una breve reseña histórica y geográfica, sin olvidar la idiosincrasia genovesa de los apellidos de los tabarquinos, realizando a continuación una descripción de sus paisajes. Denomina «urna del mar» al contenido de sus transparentes aguas, y finaliza invitando a su visita, a profundizar en el conocimiento de sus secretos y de sus singulares habitantes.

Se acompaña de dos pequeñas fotografías que, según se menciona al final del escrito, son de Francisco Sánchez y del propio Rico de Estasen, aunque no especifica cuál es de cada quién.

Este es el texto íntegro del artículo:



La isla de Tabarca es una sorpresa inefable que reserva Alicante a cuantos tienen la suerte de visitar sus lares.

El fino espíritu de Julio Guillén, en un interesante reportaje publicado recientemente en una prestigiosa revista madrileña, puso de relieve la necesidad de que genios literarios se ocupen de la isla con el fervor y entusiasmo de que son merecedores sus altas calidades estéticas.

Efectivamente, ni Viciana, Cavanilles, Lavillier, la Condesa de Gasparin, Zorrilla, Teodoro Llorente, Azorín y Fernández Flórez, que con tan cálido elogio hablan de la ciudad del Benacantil, visitaron, que sepamos, el original retiro marinero, la isla fabulosa cuya visión aparece diluida en el horizonte mediterráneo, frente al cabo de Santa Pola, allí donde se juntan en estrecho abrazo el azul del cielo y el azul del mar.

La excepción es Gabriel Miró. Miró, siguiendo las huellas de Salvador Rueda, que refugió en Tabarca sus hondas inquietudes de poeta originalísimo, fué a Tabarca también ansioso de una quietud y soledad que le negaban sus quehaceres vulgares como modesto empleado de la Diputación de Alicante. Sobre un altozano, dominando el azul, pueden contemplarse todavía las ruinas de la casa que habitó el inspirado poeta malagueño. El viento y el mar han contribuido, más que la mano del hombre, al destrozo del pequeño inmueble, que, por el recuerdo literario que evoca, considero digno de restauración.

Para Gabriel Miró, la isla de Tabarca, es norte y ambición. Su prosa musical jamás vibró tan inspirada y maravillosamente como cuando canta las extraordinarias características de la isla que él considera redonda de mar, transpasada de Mediterráneo, madura de sol, ungida de alucinadora transparencia, coronada de gaviotas que baten sus alas sobre una cortina de montañas tiernas.

Y es que Tabarca, es así: misteriosa y eterna, transparente y primaveral, recogida en sí misma, pulcramente inédita, con su belleza natural, con su vivir primitivo e ingenuo, con sus portalones monumentales, con sus atrevidos y artísticos baluartes, con un interés que sube de punto a medida que el emocionado viajero repite sus visitas.


Historia y Geografía

La isla alicantina, que en un principio se denominó, de San Pablo, si hemos de atenernos a la fantasía de los naturales del país, en razón a haber sido el lugar donde desembarcó el gran Apóstol en su venida a España, se llamó luego de Santa Pola, por su proximidad al poblado marítimo de aquel nombre, y también, isla Llana, por que lisa y llanamente sobresale del mar.

Pero su verdadera entrada en la historia no se opera hasta que las viejas y fabulosas denominaciones quedan anuladas por el de Nueva Tabarca, que en la actualidad ostenta. Pero ésto merece una explicación:
«Tabarca -según rezan viejas crónicas- es una isla de genoveses, frente a Túnez, que los de éste Rey tomaron en 1741, reduciendo a sus habitantes a dura esclavitud, que pasó a manos del terror argelino quince años más tarde; mantuvo, sin embargo, cura propio, el fraile mercedario Fray Juan de la Virgen, y éste consiguió que nuestro Carlos III redimiese a los infelices tabarquinos el día de la Limpia y Pura de 1768, en que se firmó el tratado con el bajalato de Argel. Más de ochenta familias llegaron a Alicante con apellidos Colomba, Capriata, Buzo, Pittaluga, Russo, Luchora, Marcenaro, Jacopino, Noli, Sevasco, Burguero, Moinare, Perfum, Milelire, Vasolo, Parodi y Contagala, para los cuales se habilitó pronto la Isla Plana o de San Pablo, levantando ciudad murada, con fuertes puertas y rebellines, que se denominó de Nueva Tabarca, en el extremo Oeste y más abrigado de la Isla, junto a la playa grande y la del Espalmador, antiguo refugio de piratas berberiscos».
Con tales antecedentes, convendrá el lector que la visita a la isla, para cualquier espíritu cultivado, ha de revestir una importancia verdaderamente transcendental.

El viaje se efectúa, por insignificante coste y con relativa facilidad, en unas embarcaciones movidas a vapor, que cubren las diez millas marinas que separan a la isla de la ciudad del Benacantil, en menos de dos horas.


A medida que nos aproximamos, Nueva Tabarca -Tabarca sencillamente, en los labios de los alicantinos-, va descubriendo su silueta característica. Primero es la Iglesia, maciza y robusta, edificada en lo más alto como dando a entender la importancia de su misión rectora; después, la Torre defensiva, cuadrada mole de piedra sillería, con el acceso en alto: un verdadero fuerte dotado de dependencias diversas, con enorme cisterna de frescas y abundantes aguas; un lugar, en fin, capaz de dar cobijo a una guarnición numerosa y de resistir allí las incidencias de cualquier sitio... Luego es el Faro, en el extremo oriental de la isla; inmediato al Faro, el Cementerio, de tapiales blancos, sin funerarios cipreses, y, al fin, el caserío en el interior de los macizos baluartes, con sus edificaciones bajas, roídas por el viento y por las blandas y penetrantes humedades del mar.



Descripción


La isla es pequeña: mide menos de dos kilómetros de longitud, sin que el punto de su mayor anchura exceda de 600 metros. Es llana, de accidentada costa; rodeada de pequeños arrecifes, amontonamientos rocosos, mejor dicho, verdes, amarillos, rojos; cubiertos, a veces, por enorme cantidad de algas; dotada de suaves laderas que descienden hasta el mar formando suaves y deliciosas playas; desprovista de árboles; con vegetación propia y curiosísima, consistente en unas diminutas plantas -plantas y flores a un tiempo mismo- a ras del suelo, cuyos tallos son duros y fuertes como la madera y cuyas hojas aparecen cubiertas de diminutas lágrimas de plata y cristal.


Las fortificaciones que defendieron la pequeña ciudad mandada construir por Carlos III, son una acabada muestra de la arquitectura militar del siglo XVIII. Con vistas a la conservación de su arrogante belleza, se impone una reparación, sobre todo en lo que a las monumentales puertas se refiere: tres, que se llamaron, de Levante, de San Miguel y de la Trancada.


La Iglesia es magnífica; capaz de albergar, como en ocasiones memorables sucede, a la totalidad de los tabarquinos. El resto de los días, los habitantes de la Isla se dedican a su trabajo habitual: la pesca. Sin apenas contacto con el mundo exterior, el pueblo de Tabarca, es esencialmente marinero, y, así, aparte el insignificante contingente de productores dedicados a las labores agrícolas -cultivo anual de cereales sobre un terreno pedregoso, de secano, en las inmediaciones del Cementerio- se dedica a la pesca, como queda dicho, y, los que no pueden navegar, al repaso de las redes, a la construcción y reparación de embarcaciones en un pequeño astillero, en el abrigado varadero que allí existe.


La urna del mar

En la pequeña ensenada natural que hizo oficios de puerto -antes de construirse el actual, gracias a la propia generosidad y al apoyo que encontró en las cumbres del Estado y en los centros oficiales de Alicante el, hasta el mes de junio de 1944, Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, don Luis González Vicén-, descansan de sus empresas marineras las embarcaciones de Tabarca, los leves navíos cargados de velas, cadenas, cordeles y redes, que, cuando el tiempo sea propicio, marcharán hasta las costas de África en audaces empresas motivadas para la pesca del atún, que es la que, al decir los indígenas, produce mayores beneficios.

Pero la verdadera maravilla de Tabarca, son las aguas del mar que la rodean, tan transparentes y diáfanas que parecen no existir.

Esta transparencia va en aumento a medida que el viajero se aproxima a la isla, y alcanza el grado de mayor magnitud en la ensenada, en el puerto, en las amplias cavernas situadas en las inmediaciones del Faro. Desde cualquier lugar de las murallas, la impresión es que nos hallamos frente a un inmenso y maravilloso acuarium: tal es la espesa, múltiple, variada y maravillosa vegetación -con movimientos de seres vivos- de los fondos, en donde desenvuelve su existencia la fauna marina, que se pesca con facilidad, constituyendo la nunca agotada riqueza de la isla.

Urna del mar, podría muy bien denominarse el que rodea a Nueva Tabarca. Visión exacta y perfecta de sus propias entrañas; santuario de aguas quietas, verdes, transparentes, luminosas, que llegan hasta la orilla en suaves ondulaciones, sin descomponerse en espuma, formando las playas de arenas finas de color de oro, que tan intensamente hicieron vibrar el arpa lírica de Gabriel Miró.


Invitación

Tabarca, isla auténtica, realidad inefable, inmóvil navío rodeado de espumas en la plenitud del Mediterráneo alicantino, espera siempre con ansiedad la visita de cualquier viajero. El menor motivo tiene en el suelo de la vieja Isla de San Pablo, caracteres de acontecimiento. Allí viven varios centenares de personas, jóvenes, adultos, niños y ancianos, sin apenas contacto con el mundo exterior: razas puras, directos descendientes de los cautivos tunecinos que hallaron libertad por el afán mercedario del buen Rey Carlos III; corazones sencillos y esforzados, hechos a escuchar las canciones del viento en las amplias y misteriosas soledades del mar.

* * *

Catorce años antes de que el escritor nacido en la población alicantina de Tárbena, Miguel Signes Molinés (1915-1994), publicara su novela Tabarca en 1976, aparecía de su pluma un inspirado artículo que evidenciaba a todas luces la querencia que tenía por la isla, y lo hacía en la Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1962, la número 23 desde que se comenzara a editar en 1940, tras la reanudación de la Fiesta una vez finalizada la contienda nacional.

Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1962 (Archivo Armando Parodi)

Signes, destacada figura del periodismo literario, político y científico, reputado conferenciante y novelista, era colaborador habitual en las publicaciones festeras. En esta ocasión, se hace evidente que el autor ya estaba pergeñando la que sería su obra cumbre, como luego vamos a comprobar sin dejar lugar a dudas. La retórica pesimista profetizaba el talante de su futura novela, pesimismo que no era más que el reflejo del ambiente que se respiraba entre los habitantes de la isla, y del que el autor habría librado testimonio en sus visitas a la misma, puesto que habían perdido la base de su pervivencia dos años antes: en 1960 desaparece definitivamente la Almadraba «Isla de Tabarca», después de un par de escarceos en el último lustro, y el futuro se antojaba muy difícil, tanto, que la población había comenzado a menguar notablemente, pues la necesidad obligaba a buscarse la vida allende las costas de la isla.

Partiendo del avistamiento, desde la muralla de la isla aledaña a la iglesia, de un castillo de fuegos artificiales, un día de Fogueres, y utilizando como pretexto la transición de la luz y el ruido que venían de la lejanía, con el opresivo silencio en que queda la isla, Miguel Signes incide en el inevitable éxodo de los tabarquinos a tierras cercanas, o la resignación a sobrevivir rodeados de la creciente decadencia del poblado.

Este es el texto íntegro del escrito de Signes, que años más tarde se convertiría en las dos primeras páginas del capítulo XII de su novela Tabarca:



Sentado en la muralla, a espaldas mismo de la iglesia, observo cómo el cielo de Alicante en honor del Bautista, el degollado de Mackeronte, estalla en miríadas de corpúsculos de luz. Sobre las aguas parecen caer las estrellas. Con frecuencia, acompañados del lejano ruido de un duelo tronero, o del tableteo de cien ametralladoras, puñados de cometas de larga cola escarlata dan la impresión de taladrar el techo del mundo. Luego suele quedar la noche, por breves instantes, apretada de silencio y de tinieblas. Pero enseguida, allá enfrente, en los aires, vuelve a estallar una granada barroca, que deja en libertad nerviosa y centrífuga un vivero de culebrillas iridiscentes. Y detrás de esta granada explosiona otra, y otra, y otra... hasta convertir el horizonte -mi horizonte- en una apoteosis multicolor, en una cortina de larguísimos flecos rojos, azules, amarillos, blancos...

Por fin, reducido otra vez todo al silencio y a la oscuridad, un golpe hondo y potente, que llena toda la redondez de la noche, anuncia el final del opulento festín del fuego.


La noche de Tabarca se repliega de nuevo en sí misma. Las pocas personas que, desde el espigón del muelle, contemplaron el disparo del castillo pirotécnico, regresan a sus casas en silencio, como sombras. Quizá algo más tristes que antes, porque no dejan de considerar que más allá de la desvanecida cascada de fuego existe un mundo bastante menos doliente que el suyo.

No tenía yo deseo alguno de irme a la cama. Dormí aquella tarde mis cuatro horas largas. En Tabarca se puede dormir lo que se quiera. Todo el tiempo es de uno. Sin periódicos, sin luz eléctrica, sin espectáculos y sin nada, quizá el tiempo más feliz es el que se deja transcurrir en el lecho. Claro que ésta es una manera de pensar mía. No el modo de pensar de los isleños. La gente de la isla piensa poco, es decir, nada. Se limita simplemente a vivir, a vegetar, exactamente lo mismo que las esqueléticas y grises palmeras de la plazuela. Porque si pensara, la gente huiría de Tabarca como se huye de los lugares donde la vida se percibe palpitar sin objeto. Nada hay tan tremendo como que uno tenga que detenerse a oírse vivir: como forzosamente está detenido el enfermo o el cautivo... El tabarquino tiene embotada, de siempre, esta percepción de su larvado vivir. Por eso, con trágico destino de árbol, permanece encadenado a su isla. ¡Felices los que un día sienten en su corazón el destino de las aves quiméricas y remontan un vuelo que no ha de tener retorno...!

Fui llegando hasta el muelle. El agua chapoteaba contra las barquichuelas, lamiendo con su lengua viscosa y salada la suciedad de los cascos.

La isla pareció encogerse hasta un límite increíble, hasta caber en una arruga insignificante de la noche.

Tabarca, «La Isla Luminaria»

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En esta ocasión nos vamos a asomar a las páginas de una revista cuya existencia fue tan fugaz como intensa, y que también se acercó a nuestra isla, retratando de primera mano cómo era la vida en Nueva Tabarca a finales de la década de los años veinte.

Se trata de la Revista Estampa, con un artículo titulado «La Isla Luminaria», que fue publicado en el ejemplar del 29 de enero de 1929 (Año 2 N.º 56), p.p. 17-18, redactado por Rodolfo Llopis Ferrándiz, con fotos de Zapata. El ejemplar consultado se encuentra en la colección contenida en los fondos de la Biblioteca Nacional de España.

Revista Estampa, Año 2, N.º 56, 29 de enero de 1929
(Biblioteca Nacional de España)

Revista Estampa

La revista Estampafue una publicación semanal ilustrada de reportajes sobre crónicas de actualidad nacional e internacional, un proyecto editorial del ingeniero madrileño Luis Montiel de Balanzat, entusiasta de la técnica, las máquinas y el progreso que, iniciado en el mundo de las artes gráficas, adquirió los talleres de Sucesores de Rivadeneyra, instalaciones que le permitieron imprimir incluso publicaciones oficiales.

El primer número salió a la luz el 3 de enero de 1928, y desde un principio cumplió con las pretensiones que respondían a su subtítulo Revista Gráfica y Literaria de la Actualidad Española y Mundial, con reproducciones gráficas de calidad excelente. Montiel colaboró mediante concierto con Antonio García de Linares, el cual dirigió la revista solamente un par de meses, pero consiguiendo en este breve espacio de tiempo una tirada de cien mil ejemplares. A partir del número 10, el mismo Montiel se hizo cargo de la dirección de la revista, dejando la función de jefe de redacción al periodista Vicente Sánchez Ocaña. Transcurrido un año, se llegaron a los doscientos mil ejemplares, lo que igualaba a fuertes competidoras de la época como eran las revistas Blanco y Negro y Nuevo Mundo.

El criterio editorial que guió Estampa fue el de llegar al gran público, con la intención declarada de ser la revista de todos y para todos, centrada en las informaciones gráficas sobre acontecimientos curiosos, pintorescos o exóticos, en noticias sobre gente famosa y en abundantes reportajes sobre la cotidianidad, con la cual se identificaron los lectores. Hubo gran cantidad de colaboradores gráficos, generalmente fotógrafos que tenían galería abierta en alguna ciudad mínimamente importante, y que enviaban imágenes sueltas que daban cuenta de los acontecimientos provincianos de cierta relevancia social, y que se presentaban como notas gráficas en una especie de álbum visual. Pero fue la fotografía de reportaje la que tuvo mayor presencia en la revista y mayor peso en el tratamiento editorial.

Revista Estampa, Año 1, N.º 1, 3 de enero de 1928
(Biblioteca Nacional de España)

Coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil española, la revista Estampa fue confiscada por las Juventudes Socialistas. La guerra monopolizó la información escrita y la información gráfica, dejando lugar a reportajes propagandísticos de la Unión Soviética. El último número salió en la luz en el año 1938, y finalizado el conflicto bélico no obtuvo el permiso necesario para volver a editarse.

Si hay que resaltar una característica diferencidora de Estampa, fue el que acogiera la obra de fotógrafos profesionales que entendían la fotografía como comunicación y como información, como el medio para transmitir el mundo en que vivían, mostrándolo desde nuevos ángulos y puntos de vista. La obra de los Zapata, Badosa, Benítez Casaux, Contreras y Vilaseca, Erik, Gonshani, Marina, Oplés, Almazán, etc., son una parte importante de nuestro patrimonio fotográfico, y representan uno de los periodos más prolíficos de la fotografía española. Su trabajo, unido al de autores ya conocidos y reconocidos en su época, como Alfonso, Centelles, Campúa, Llopis o Díez Casariego, conformaron la iconografía de esos años de nuestra historia.


Rodolfo Llopis Ferrándiz(Callosa de Ensarriá, 1895 - Albi, 1983)

Graduado en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, fue profesor y pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios que presidía Santiago Ramón y Cajal, para estudiar las reformas pedagógicas que se produjeron en Europa después de la Primera Guerra Mundial. Hizo una gira por Sudamérica, invitado por la Internacional del Magisterio Latinoamericano, pronunciando conferencias pedagógicas. Activo militante del Partido Socialista Obrero Español, fue Director General de Primera Enseñanza y Diputado a Cortes por la provincia de Alicante, durante la II República. Refugiado en Francia tras la Guerra Civil, fue Secretario General del PSOE treinta años, hasta ser sucedido por Felipe González Márquez, y Presidente de la UGT.

Rodolfo Llopis Ferrándiz

Alternó su actividad política con el desarrollo de una gran actividad pedagógica, siendo fundador de la Liga Internacional de la Enseñanza, y su primer presidente. Autor de varios libros pedagógicos y políticos y de artículos periodísticos, colaborando en numerosos diarios y revistas, como es el caso de Estampa, muy especialmente en la revista mensual de Escuelas Normales, que dirigió, y en la Revista de Pedagogía.


Zapata, fotógrafo

Poco se puede decir de la biografía de este fotógrafo, que firmó siempre como «Zapata», a secas. Como fotógrafo por excelencia de Estampa, es figura relevante en la historia de la fotografía española. Fue un todo terreno, que cubrió los acontecimientos más diversos, retratos de personajes, corridas de toros, partidos de fútbol, reproducciones de obras de arte, etc. Empleaba muy pocas veces el flash de magnesio, pues le gustaba trabajar con luz ambiente. Gustaba de hacer mirar directamente a la cámara, dejando bien patente que se estaba posando para una fotografía, de forma que sus imágenes tienen un carácter franco y auténtico, situando a sus modelos dentro de su propia cotidianidad, de manera que parece como si el fotógrafo, en vez de situarlos a partir de la posición de la cámara, lo hiciera en función de la escena.

El clásico «llaut», con su esbelta vela latina a medio hinchar,
se abre paso entre las murallas y los peñascos

Es famoso su reportaje sobre la vida nocturna de Madrid, en agosto de 1928, así como la primera imagen de una sesión del Congreso de los Diputados realizada con luz ambiente, siendo los temas de corte popular aquellos en los que más desenvoltura presenta, como en sus obras: Los domingos en La Moncloa, Los músicos ciegos y Las mudanzas tragicómicas de los aprendices de torero. Pero lo que más sorprende de Zapata no es esta habilidad técnica, sino la coherencia de estilo y la solidez de la obra que publicó en Estampa.


Veamos ahora el artículo íntegro sobre Tabarca, titulado La Isla Luminaria, cuyas fotografías están extraídas tal como fueron publicadas en el original:

Embarcamos en Santa Pola. Mañana espléndida. Cielo azul. Mar azul. Mediterráneo...

—¡Nos mojaremos! —ha dicho el patrón—. Este Levante hará que nos acaricien las olas.

Así es. Apenas salimos del puerto, las olas juguetean con nosotros. Comienza a cumplirse la profecía del patrón...

La atmósfera límpida, transparente, nos deja percibir con toda claridad el panorama costero. Nuestra mirada, ambiciosa, pretende abarcarlo todo de una vez. ¡De una vez...! Allá, lejos, sepultado en el límite del horizonte, está Calpe. El peñón de Ifach —pequeño Gibraltar— se yergue arrogante.

Se aproxima el término de nuestro viaje. Estamos frente a Nueva Tabarca. La isla, pequeñita, estrecha, alargada, plana, cuya monotonía rompe tan sólo la silueta de la iglesia, parece un submarino, un cetáceo descansando.

Huyendo del Levante, buscamos el refugio de unas rocas hospitalarias donde poder atracar. En aquel instante, el clásico «llaut», con su esbelta vela latina a medio hinchar, se abre paso entre las murallas y los peñascos, por uno de aquellos canales en los que el mar brilla hasta cegar. Atracamos. Saltamos a tierra.

Nueva Tabarca luce todavía los restos de sus viejas murallas. Carlos III las construyó en 1770. ¡Malos tiempos aquellos para los pueblos mediterráneos! La pequeña isla de Tabarca que Génova poseía en las costas de África, fué tomada por el rey de Túnez en 1741; sus habitantes, reducidos a cautiverio. Carlos III se compadece. El 8 de diciembre de 1768, los redime y se los trae a Alicante. Frente a sus costas, abandonada, solitaria y triste, estaba la isla de Santa Pola, que sólo visitaban los piratas. Carlos III, por indicación del Conde de Aranda, puebla la isla con los tabarquinos redimidos. Desde ese momento, la isla cambia de nombre. De ahora en adelante, se llamará Nueva Tabarca...
Por una de las tres puertas que cierran las fortificaciones,
penetramos en lo que fué castillo de San Pablo

Por una de las tres puertas que cierran las fortificaciones, por la de la «Trancada», penetramos en lo que fué castillo de San Pablo. Todavía pueden verse los subterráneos, las cisternas, las torres... Durante la guerra civil que estalló al advenimiento de Isabel II, la torre de San José, uno de los fuertes de la isla, quedó convertida en prisión de Estado. En ella estuvieron detenidos varios sacerdotes y unos sargentos carlistas. Cabrera fusiló a 96 sargentos liberales. La «Junta de represalias» de Alicante mandó fusilar a los 19 sargentos carlistas de Nueva Tabarca. Los fusilaron el 11 de noviembre de 1838...

Recorremos la isla. Nueva Tabarca tiene tan sólo 1.800 metros. En la isla hay unas cuantas cosas. Las calles están llenas de redes. En los portales, las mujeres, con grandes manojos de esparto, hacen «filet» para cuerdas y esteras.

Nos aproximarnos a las calas. Aquí mismo, a nuestros pies, hay una cueva: la célebre del «llop marí». Es una gruta profunda, en la que penetra el mar. Los pescadores hablan de la cueva con cierto misterio. «Es el albergue de un monstruo marino», dicen. Y no falta quien asegura haberlo visto: es de cuerpo liso y viscoso; de boca bien armada con dientes de varios tamaños y figuras...
Nos acercamos a una de las lanchas... Un pobre viejo, sarmentoso,
en cuyo rostro se refleja toda una vida de privaciones, remienda el copo

Nueva Tabarca tiene su puertecito. Un puertecito al que llegan todos los días, si el temporal lo permite, la lancha que trae el correo desde Alicante, y la lancha que, desde Alicante también, trae el agua que han de beber los tabarquinos.

Las calas, bien abrigadas, están llenas de embarcaciones pesqueras. Nos acercamos a una de las lanchas. Aunque está casi varada, permanece en ella la tripulación. Un pobre viejo, sarmentoso, remienda el copo. Van a hacerse nuevamente a la mar. Van de «palangre». Lo que ahora pescan no tiene importancia. Cuando se ausentan de la isla es más adelante, en el mes de marzo, cuando marchan a Larache. A Larache y a Río de Oro, a donde encuentran el dichoso bonito y la dichosa caballa.

Al llegar esa época, apenas si quedan hombres en Nueva Tabarca. Quedan los viejos. Quedan los niños. Todos los demás, a la mar. Son seis meses —desde abril hasta septiembre— de vivir entre cielo y agua. ¡Seis meses...! Seis meses de buscar, perseguir, correr todos los días tras los peces. Y a medida que se pescan, destriparlos, salarlos, almacenarlos en las lanchas de repuesto. Y cuando hay una lancha llena, a venderlo a la Marina de Alicante y a reponer vituallas para terminar la campaña... ¡Con tal que no falle la pesca...! Y así un año, y otro, y otro. ¡Toda una vida!
Todavía pueden verse los subterráneos, las cisternas, las torres...
Aquí fusilaron a 19 sargentos carlistas

—Ya pronto dejará usted de embarcarse, abuelo —nos atrevemos a preguntar al más viejo de los pescadores.

—¡Qué sé yo...! —nos contesta, levantando los hombros y sin dejar de coser—. Después de todo —añade—, nuestra barca es nuestra casa. Más que nuestra casa. Ha sido nuestra cuna. Tendrá que ser nuestra sepultura...

Abandonamos Nueva Tabarca. Ya es de noche. Las casas han ido cerrándose. Poco a poco, se van apagando las luces. La isla toda se dispone a dormir. Sólo el faro velará su sueño.

Nuestra gasolinera se pone en marcha. Nos alejamos. Sigue soplando Levante. La noche, terriblemente oscura. Las olas se estrellan contra las rocas de Nueva Tabarca. Y con las olas, se agitan y golpean los grandes criaderos de algas que allí existen. Y las fosforescencias de las algas envuelven todo el contorno de la isla. Nueva Tabarca, hoy, en esta noche oscura, azotada por fuerte Levante, tiene fantástico aspecto. Su luz brillante no hiere, acaricia. Es un halo luminoso lleno de encantadora poesía. Para nosotros, de ahora en adelante, Nueva Tabarca no será ya la isla de los piratas. Ni siquiera la isla de los poetas. Será, como nos dijo aquel viejo pescador, la isla luminaria...

Bellea del Foc 1935. Luces y sombras

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Con este artículo acabo con una frustración que llevo a cuestas desde hace años. Como delegado de Cultura de la Comissió Gestora de les Fogueres de Sant Joan, la actual Federació, me encargué de confeccionar la Revista Oficial Fogueres 2002, publicación que llevó el título «70 Anys de Belleses: "Vivències"», dado que estuvo dedicada a la figura de nuestra máxima representante de la Fiesta, la Bellesa del Foc, y que analizaba tanto la creación del cargo, como la evolución de su sistema de elección y su denominación. Pero, durante la preparación y recogida de datos, lo más arduo, sin duda, fue conseguir contactar con todas ellas, salvo, lógicamente, las que ya no estaban con nosotros, a fin de que nos hicieran una semblanza de lo que significó en sus vidas ser elegidas para tan alto honor.

Pues bien, a pesar de los esfuerzos de las personas que colaboraron conmigo: María García Carbonell, entonces delegada de Bellezas; la que fuera Bellea del Foc en 1973, Remedios Serna González; y mi hermana Esperanza, perteneciente a la Subcomissió en el área de Bellezas; la única Bellesa del Foc que, ni pudimos localizar, ni obtener datos de su biografía, fue Angelita Ramírez López, Bellea del Foc 1935.

Angelita Ramírez López, Bellea del Foc 1935
(Revista Oficial Fogueres 2002. Archivo Armando Parodi)

Pero el tiempo y el azar han hecho que, recientemente, diera consecutivamente con una serie de publicaciones y documentos que, no solo me han permitido completar ese vacío que quedara en la revista oficial, sino que me han llevado a sacar a la luz una historia probablemente irrepetible: la de una joven de diecisiete años elegida Bellea del Foc, trabajadora de origen humilde, que fue injustamente destituida y al poco tiempo le sería devuelto el título, exiliada a México, y de la que desde aquel entonces apenas hemos vuelto a saber nada de ella.


La Elección

Pero comencemos por el principio, a las 11 de la mañana del 28 de abril de 1935, momento en el que, en el Monumental-Salón Moderno, comparecieron las veinticinco belleas de otros tantos distritos, que fueron presentadas por Juan B. Cabrera, redactor de El Sol de Madrid. El jurado estaba compuesto por: Antonio Vázquez Limón, Gobernador Civil; José Pérez Molina, presidente de la Diputación; Alfonso de Martín-Santaolalla Esquerdo, Alcalde; José Roméu Zarandieta, presidente de la Gestora; y los Foguerers Machors o, en su defecto, los presidentes de las comisiones. El doctor Ángel Pascual Devesa, mantenedor del acto, pronunció una amena e interesante conferencia sobre el significado y desarrollo de las Fiestas de San Juan, y, por fin, desfilaron de nuevo las belleas, y el jurado procedió a la votación. Por mayoría de votos, salió elegida Bellea del Foc 1935 Angelita Ramírez López, de la comisión de Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía, que así se denominaba la actual Foguera Alfonso el Sabio, y como Damas de Honor de la misma, Teresita Vicenta Arcas, de Plaza de las Monjas, y Victoria Pastor, de Méndez Núñez, hoy Monjas-Santa Faz y Rambla Méndez Núñez, respectivamente. Cerró el espectáculo el gobernador Vázquez Limón.

Angelita Ramírez López, Bellea del Foc 1935
(Revista Oficial Fogueres 2002. Archivo Armando Parodi)

Al banquete asistieron seiscientas personas, ocupando un lugar destacado la recién elegida Bellea del Foc y la del año anterior, Paquita Santos Albadalejo. En la mesa de los periodistas se encontraba Susana Pérez, elegida «Señorita Prensa». Por la tarde, invitados por la directiva del Hércules, asistieron al partido en el Estadio Bardín, que jugaba nuestro equipo contra el Celta de Vigo. Era el final de la competición liguera, y venció el Hércules 1-0, lo que suponía su ascenso por vez primera a la máxima categoría del fútbol español.

Portada de la revista Crónica, Madrid, 19 de mayo de 1935 (Web TodoColeccion)

Por la noche, en el Salón España, bajo la presidencia de la bellea y sus damas, primer acto oficial al que asistían, se efectuó la elección de la «Señorita Provincia» entre las seleccionadas de cada uno de los partidos judiciales, con excepción de Cocentaina y Callosa de Ensarriá, que no presentaron. Tras las votaciones de las once candidatas y el escrutinio correspondiente, se proclamó a Anita Tent Llopis, de Denia, cuya proclamación se llevaría a cabo en dicha población el 12 de mayo, con asistencia del Gobernador Civil, presidente de Gestora, Belleas del Foc 1934 y 1935, así como otras autoridades y representantes de prensa, que fueron recibidos en el límite del término municipal, por el alcalde dianense, señor Montón, y la joven representante de la provincia, Anita Tent. Como diría Enrique Cerdán Tato en su celebrada columna La Gatera, en junio de 1994, «Alicante ejercía su capitalidad así, por el conducto de la fiesta».

De izquierda a derecha: Teresita Vicenta Arcas, Victoria Pastor, Angelita Ramírez
y Rosita Richart (Foto: Sánchez. Archivo Rosita Richart)

«Angelita 1.ª, Reina del Fuego»

Pero, ¿quién y cómo era Angelita Ramírez? Probablemente la mejor semblanza la podemos encontrar en el n.º 389 de la revista Estampa, de fecha 29 de junio de 1935, en portada y las páginas 19 a 22. Una publicación que ya conocimos en el artículo que trata del ejemplar del 25 de junio de 1932, titulado «Pioneras de la Fiesta», en este mismo blog.

Portada de Estampa, año 8, n.º 389, de 29 de junio de 1935
(Biblioteca Nacional de España)

En esta ocasión vamos de la mano del asiduo periodista de esta revista, José R. Ramos, con fotos de Marina, de los que no ha sido posible conseguir datos biográficos. Su artículo, con el curioso título de «Angelita 1.ª, Reina del Fuego», se reproduce íntegro a continuación, con correcciones y anotaciones [entre corchetes], y ya en la portada, al pie de una bucólica foto de la Bellea, comienza con lo siguiente: «En los veintiocho distritos de Alicante arden las hogueras en la noche de San Juan. Angelita Jiménez [yerra en el apellido, es Ramírez] es la "Reina del Fuego", la Belleza a quien rinde homenaje la ciudad».


Cuando se dice que un pueblo arde en fiestas, y ese pueblo no es Alicante, no se hace otra cosa que emplear una metáfora excesivamente gastada.
Sin metáfora se puede decir que Alicante arde por los cuatro costados el día de San Juan, Alicante es la ciudad del fuego. Administrativamente, puede decirse, en cierto modo, que es una población de ochenta mil habitantes, divididos en veintiocho distritos "fogueriles". Eso lo saben en Alicante hasta los chicos que no van a la escuela.
La ciudad del fuego tenía que tener, como en efecto la tiene, una reina de su elemento: la bellea del foc. No es la "belleza del fuego" una reina frívola como cualquier Miss Casino de otras provincias. Tiene todos los derechos que emanan de su hermosura preeminente, pero tiene también obligaciones ineludibles para con el pueblo que democráticamente la ha elegido. Su Consejo de Ministros, que no otra cosa es la Mesa Gestora de las fogueres de San Chuan, está encargada de asesorarla en todo momento. A este consejo responsable es al que hay que pedir autorización para hacerle una interviú a la reina.
Mediante los trámites protocolarios, hemos conseguido, pues, una interviú con Angelita I de Alicante, bajo la mirada responsable de su primer ministro, don José Romeu.

«Toallas de la Reina»
Cosa de los tiempos es que una reina fabrique toallas de felpa en vez de bordar con hilo de oro en sutiles cañamazos. Pero finísimas perlas se le antojaban a don Quijote los granos de trigo que Sancho juraba haber visto en la criba de Aldonza Lorenzo.
Guapa lo es de verdad esta reina del fuego. Su gran mérito es ése: tener porte de reina habiendo nacido menestrala, y gozar del acatamiento de millares de súbditos sin más elementos coactivos que la fuerza centrípeta de su belleza deslumbrante.
Vive Angelita en el barrio alicantino de los Ángeles, un barrio extremo y populoso, que empieza en chaletsfloridos y acaba en casas terreras de un solo piso. En la de Angelita, modesta, pero limpísima, pequeños detalles de primor, que se observan inmediatamente, demuestran que anda por allí a diario una mano de mujer bonita.
Por una veredita trasera, en pleno campo, va y viene Angelita todos los días entre su casa y la fábrica, que están próximas. Y cuando va y viene por el caminito campestre, radiante de sol, en el pecho de los muchachos del barrio desencadena pasiones encendidas la reina del fuego.

Publicada en la revista Estampa (Foto: Marina)

«¿Un rey consorte?»
Cuando estamos hablando con Angelita en la fábrica le han llamado al teléfono.
—¿Quién llama? —le pregunta el patrono cuando ha vuelto.
—Ese pillastre —contesta ella.
Y como eso de que una muchacha llame a un muchacho pillastre es cosa peligrosa... para la muchacha, nos hemos alarmado un poco.
—¿Pero es que ese...?
—Sí, pero reñimos hace días, porque me hizo una charranada. Solo que ahora, cuando ve que me han elegido "belleza del fuego"...
—Se le ha avivado la llama, es natural.
—No me deja en paz en todo el día. Cuatro veces me llamó ayer. Y hoy van ya cinco. Para que la persona que sale al teléfono no deje de avisarme, toma, a veces, el nombre de don José Romeu.
—¿Del presidente de su consejo de ministros?
—Del presidente de la Mesa Gestora de las fogueres, sí señor. Y ahora me decía, fingiendo la voz, que era un periodista que deseaba hacerme una interviú.
—¿Y usted qué le ha contestado?
—Que no concedo más audiencias que las que vengan autorizadas por el señor Romeu.
—¿Será capaz ese señorito —interviene el mismo señor Romeu, presente en la conversación— de venir a pedírmela, después que tan desvergonzado empleo hace de mi nombre?
—Para lo que él pretende, todo sería inútil. Mientras yo sea soberana de Alicante, no daré a mi pueblo un rey consorte.
No lo ha dicho con estas mismas palabras, pero esto es lo que ha querido decir.
Con que tomen nota los impacientes. Pues este año, al menos, la reina del fuego usa coraza de amianto.

Comisión Gestora 1935. Sentado, a la izquierda, José Romeu Zarandieta
(Foto: Sánchez. Archivo Rosita Richart. Reproducida en la revista Estampa)

«En la "cremá" no todo es humo»
Angelita cubre en la fábrica su cabeza con un pañuelo blanco anudado sobre la nuca, para guardar el tesoro de su pelo del polvillo de algodón, que sale de las máquinas cardadoras. La ve uno surgir de entre los telares y tiene que frotarse los ojos, porque allí aún conserva ella su aire distinguido de reina de verdad.
Eso en la foto se le ve. Lo que los clisés no pueden reproducir es la voz de seda —no ya de algodón— con que ella misma nos va explicando lo que son las fogueres de San Chuan.
—Un dineral se derrocha en fuego —me explica Angelita—. Lo menos cincuenta mil pesetas en un día.
—¿Cuesta mucho la construcción de las fallas [era inevitable, en aquel tiempo, que todavía se utilizaran indistintamente los términos falla/foguera para referirse al monumento]?
—Las de Alicante cuestan cada una, por término medio, unas cuatro mil pesetas. Las hay hasta de diez mil.
—¿Cuántas fallas se queman en toda la ciudad?
—Veintiocho. Tantas foguerescomo barrios o distritos fogueriles. Veintiocho distritos, veintiocho fogueres, veintiocho bandas de música, veintiocho reinas de barrio, veintiocho mil metros de traca cada uno de los tres días de fiesta, veintiocho comisiones de fogueres, que se ocupan todo el año de prepararlas.
—¿Es necesario tanto tiempo?
—Lo es, porque las foguerescuestan mucho dinero.
—¿De dónde se saca?
—¿Y de dónde quiere usted que se saque? Del vecindario. El Ayuntamiento concede una pequeña subvención para las fiestas: pero luego son los vecinos de cada barrio los que rivalizan para que su hoguera sea la más vistosa. Nadie deja de contribuir a la suscripción, aunque sólo sea con la cuota de diez céntimos semanales. Y no todo se va en humo, que, aparte de las ganancias que dejan los forasteros, gracias a las fogueres, trabajan estos últimos meses muchos obreros en Alicante.

Comitiva oficial de Les Fogueres poco antes de embarcarse para Orán.
Comisión Gestora —detrás, a la derecha, José Romeu—, Bellea del Foc —centro—,
Damas de Honor, autoridades y acompañantes (Foto: Sánchez. Archivo Rosita Richart)

«¿Paganía o mosquitos?»
Yo podría hacer a Angelita unas preguntas más propias de su condición femenina que las que le estoy haciendo. Pero ya queda dicho que la bellea del foc no es una miss cualquiera, lo bien al corriente que está de los intereses de su pueblo demuestra ya que se halla poseída de la importancia de su cargo.
—¿Sabe usted, Angelita, cuál es el origen de las fogueres de Alicante?
—No es cosa que esté muy clara. Hay quien afirma que la cremá no es más que una variante de la costumbre general, que dicen que es pagana, de encender hogueras en la noche de San Juan. Pero hay también motivos para creer que las fogueres de Alicante tienen una razón especial. Parece que hace muchos años existían por aquí unos pantanos, que a la entrada de la estación veraniega infestaban de mosquitos toda la ciudad [probablemente se trate de las ciénagas situadas en el interior de la actual playa de la Albufereta,antes de su drenaje y saneamiento,y dada la distancia al centro de la ciudad,no parece fiable como origen de esta costumbre]. Para librarse de ellos e imperdirles reproducirse, se encendían por este tiempo grandes hogueras en todos los barrios. Cuando ya no había hierba o matojos que quemar se arrojaban al fuego todos los desechos de la casa. Hasta cuadros, imágenes y trastos viejos [esto sí está descrito en multitud de fuentes,quemar lo viejo, lo inútil, lo roto,lo "malo" en definitiva]. La rivalidad empezaría así en los distintos barrios, y cuando ya no les queda nada inservible, hace cada uno verdaderas obras de arte para arrojarlas al fuego.
—¿Son muchos los talleres que trabajan en la construcción de fallas?
—En Alicante son unos catorce o quince, y el artista propietario de cada uno ocupa en él, de tres a seis meses, a buen número de ayudantes, pintores, carpinteros, armadores, etc.
Angelita nos ha acompañado a visitar algunos de estos talleres.
Todos estaban llenos estos días de esas obras del arte fallero, de dimensiones enormes muchas de ellas. Así, por ejemplo, la de la plaza de la República, que no medía menos de catorce metros de alta por diez y medio de ancha [se trata de la foguera de Gastón Castelló titulada,según su expediente en el Archivo Municipal de Alicante,Estíus antics y moderns,que ganaría el Primer Premio de la Categoría A,y que mediría plantada 16 x 11 metros de base y 13,5 metros de altura].
Cuando esta información se publique en «Estampa» todo ello será ya ceniza.
—¿No les da lástima quemar todo esto, Angelita?
—¡Pchs! Un poco. ¡Pero la cremá es tan bonita! ¿No ha visto usted nunca la cremá?
—No, no la he visto.
—¡Ah!

Foguera Plaza de la República 1935, Estíus antics y moderns (sic),
de Gastón Castelló Bravo, Primer Premio de Categoría A (AMA)

«La información próxima»
No hace muchos años todavía que Alicante celebra con tanto derroche sus fiestas de San Chuan. Se pueden contar por el número de reinas que ha tenido [no es cierto,pues de 1928 a 1931 no hubo Bellea del Foc y sí Fogueres]. Amparito Anerida [evidentemente se trata de Amparito Quereda,cuyo apellido curiosamente también confunden en el mencionado número de Estampa de 1932], Carmen Hernández, Paquita Santos y Angelita Jiménez [se repite el error, Ramírez] se llaman, enumeradas por orden de elección.

Foto histórica publicada en Estampa. De izquierda a derecha: Paquita Santos -1934-,
Angelita Ramírez -1935-, Carmen Hernández -1933- y Amparito Quereda -1932-. (Foto: Marina)

Las cuatro han estado esta tarde en el Club de Regatas, agasajadísimas por su presidente, dejándose hacer unas fotos para «Estampa». Innumerables veces se han recortado sus siluetas airosas sobre las velas de los balandros alocados que las invitaban a marchar hacia Cyteres, por sobre las ondas de su mar grecolatino [Cyteres es una isla ficticia,tomada del poema «Un viaje a Cyteres»,contenido en el libro «Las flores del mal» de Charles Baudelaire].
Pero Amparito y Carmen tienen novio. Y para que este detalle las una más a su tierra y a sus fiestas de San Juan, las dos le conocieron con motivo de su elección para reinas del fuego.
Paquita y Angelita —quince años cada una— son dos niñas aún, que no piensan todavía en tener un novio de formalidad.
—Sin embargo —dice Carmen, que es muy graciosa, aparte de lo guapa—, puede ser que dentro de pocos años tengan ustedes ocasiones de hacernos estas mismas fotografías de modo muy distinto.
—¿Cómo?
—Trayendo las cuatro de la mano un racimo de chiquillos.
Les hemos prometido aprovechar la idea, si ellas conservan para entonces el buen humor que tenían esta tarde.

Publicada en la revista Estampa (Foto: Marina)

La Bellea del Foc, destituida

Un caso insólito y único en la historia de Les Fogueres de Sant Joan, prácticamente desconocido para muchos de los que la vivimos. Según contaba Raúl Álvarez Antón en unas notas personales recogidas en el llibret de la Foguera Calderón de la Barca-Plaza de España de 1991, la Bellea del Foc 1935 fue destituida por el secretario de la Gestora, Rafael Richart, «en decisión unipersonal».

Una vez investigado lo que en estas notas explicaba nuestro recordado y entrañable periodista, se puede decir que la historia comienza a finales de 1935, cuando entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre, se celebraba el 35.º Aniversario de la entidad cultural Orfeón de Alicante, que programó unos festivales en su sede, entonces situada en la calle Gerona. A tales celebraciones sería invitada protocolariamente la Bellea del Foc, Angelita Ramírez y, a consecuencia de dicha invitación, se sucederían los hechos que me dispongo a pormenorizar, de la mano, por una parte, de las notas de prensa aparecidas en el Diario El Luchador, y de otra la transcripción de las Actas de la Comisión Gestora, prensa consultada en la extensa hemeroteca del Archivo Municipal de Alicante, que a su vez conserva en depósito las citadas Actas manuscritas.

La razón primera de este conflicto la encontramos en el Acta de la Junta General Extraordinaria del 10 de diciembre de 1935, ya presidida por Ángel Pascual Devesa, en el capítulo de «Ruegos y preguntas»:
Por una pregunta que hace el Delegado de la Foguera Virgen del Remedio y después de varias intervenciones de Delegados, el Secretario explica cuanto ocurrió, o sea, que la Srta. Angelita Ramírez, Bellea del Foc, y la Srta. Victoria Pastor, Dama de Honor, se negaron asistir a la fiesta organizada por el Orfeón Alicante, cuyo encargo recibió de la Presidencia y que ante tal actitud, solo pudo conseguir de dicha Señorita la promesa de que el día de la exaltación para nueva Bellea del Foc, asistirían tan solo a dicho acto y demás a celebrar dicho día; que en vista de esa negativa pudo conseguir que la Srta. Teresa Vicenta Arcas, Dama de Honor, y las Srtas. Lolita Martín y Maruja Giner, Bellezas del Mercado y Díaz Moreu respectivamente asistieran al festival del Orfeón y que estas Señoritas, a su juicio, deben continuar como sustitutas de la Bellea del Foc y Damas de Honor, según su orden en que quedan nombradas.

La Presidencia propone que inclusive este caso y los demás que puedan surgir con referencia a la Bellea del Foc y Damas de Honor, se entienda renuncian a los nombramientos y les sucedan las que sigan en puntuación, así se acuerda, pero además se hace constar que la Srta. Teresa Vicenta Arcas sea la sustituta de la Bellea del Foc y las Srtas. Lolita Martín y Maruja Giner las sustitutas de las Damas de Honor, acordándose también pedir las Bandas a la Bellea del Foc Srta. Ramírez y Dama de Honor Srta. Pastor.

De aquí se desprende el aparente motivo de la destitución, y cómo Teresa Vicenta Arcas, Bellea de la Foguera Plaza de las Monjas, era nombrada Bellea del Foc 1935, y Damas de Honor las representantes de Plaza del Mercado y Díaz Moreu, Lolita Martín y Maruja Giner, respectivamente, si bien lo fueron durante un breve periodo de tiempo, como ahora comprobaremos, pues ya en el Diario El Luchador del 17 de enero de 1936, en su sección De Fogueres, y dentro de la convocatoria de la Comisión Gestora, firmada por el secretario Rafael Richart, a la reunión del día 20 a las diez de la noche, en su Orden del Día aparece en su punto 5.º: «Reclamación de la Bellea del Foc destituida». Veamos lo que ocurrió.

El Luchador, 17 de enero de 1936, página 5 (AMA)

Recoge el Acta de la Junta General de Fogueres de 20 de enero de 1936, en su apartado sobre la «Reclamación de la Bellea del Foc destituida»:
El señor presidente informó de haber recibido en su domicilio particular la visita de la señorita Angelita Ramírez Bellea del Foc 1935-36 que a raíz de la celebración del festival conmemorativo de la fundación de Orfeón-Alicante fue separada del Título que ostentaba. De cuanto expuso le manifestó la presidencia se dirigiese por escrito a la Mesa Gestora y ruega al señor Secretario dé lectura a la carta que se recibió de la referida señorita. También lee el señor Secretario la carta que le escribió la Mesa Gestora.

La presidencia da lectura a una carta que dirige en sentido particular el señor Richart a la Srta. Ramírez, juntamente con la oficial. Y por este motivo la Mesa se pronuncia incompatible con el señor Secretario en el funcionamiento de sus cargos. También se lee otra carta apócrifa en la que Don Rafael Richart, presentaba la dimisión de su cargo, dicha carta no fue reconocida como propia por el señor Richart.

Hace uso de la palabra el señor Secretario y expone que siempre que fue a buscar a la Bellea del Foc para cualquier festival que era invitada, puso reparos. Recuerda el viaje que se hizo a Elda que se negó también y apela al testimonio del Señor Contador. A la velada del Orfeón se negó igualmente, y nunca lo hacía presente en las Asambleas. Pero en una de las últimas sesiones, se preguntó por un señor delegado por qué la Bellea del Foc no asistió como igualmente una de sus Damas de Honor al festival del Orfeón. Explicó entonces los motivos y la asamblea tomó el acuerdo de retirarles las bandas y así se hizo. Se extiende en detalles y manifiesta que presenta la dimisión y abandona el Salón.

Se acuerda el nombramiento de una Comisión para dejar aclarado el asunto que nos ocupa y dar cuenta a la general. Esta comisión la componen los delegados de Pascual Pérez, Sr. Ors, San Fernando, Sr. Sánchez y Benalúa, Sr. Such Roca.

El señor Presidente ruega conste en acta, el profundo dolor que le produce la separación del compañero Richart y la Asamblea se suma a las manifestaciones de la presidencia.

Alfonso el Sabio manifiesta que los motivos de haberse negado cuantas veces fueron a buscarle ha sido por carecer en su casa de comodidades y si se le hubiere pagado las horas de jornada que perdía no habría puesto tantos reparos y afirma que en lo sucesivo irá a todos los sitios que la llamen. El Delegado de Méndez Núñez se lamenta de que no se ocupen de la Dama de Honor. Campoamor hace observar que en la carta que se ha leído de la Señorita Angelita Ramírez, existen algunas contradicciones y ya que el Señor Secretario ha dimitido debe sostenerse el acuerdo tomado en la sesión anterior. Otras comisiones también hacen acertadas manifestaciones pero como quiera que se ha formado una comisión para que intervenga en este asunto, ella pues será la que nos traerá el fallo.

El Luchador, 21 de enero de 1936, página 5 (AMA)

El reflejo en prensa no se hizo de esperar. El Diario El Luchador del 21 de enero de 1936, dentro del amplio artículo titulado «De la fiesta alicantina: La Gestora de "Fogueres" en su reunión de anoche destituyó al secretario y gestionará de la "Bellea del Foc 1935" su reintegración al título», en el apartado «Reclamación de la Bellea del Foc, y destitución del secretario de la Gestora», escribe:
El señor Pascual y Devesa informó de haber recibido en su domicilio particular la visita de la señorita Angelita Ramírez, «Bellea del Foc 1935-36» que a raíz de la celebración del festival conmemorativo de la fundación de Orfeón-Alicante fue provisional separada del Título que ostentaba.

De la información que por la reclamación de la señorita Ramírez se desprende, se deducen pruebas bien claras de que obedeció a una actitud improcedente observada por el Secretario de la Gestora señor Richart.

Con este motivo se promovió un fuerte debate, que terminó con la destitución del señor Richart como Secretario de la Gestora de Fogueres, y con el nombramiento de una Comisión, que en representación de la Mesa Gestora visite a la señorita Angelita Ramírez para darle todo género de explicaciones y rogarle se reintegre a la posesión del Título de «Bellea del Foc» que ostentaba.

Pero al día siguiente, el mismo Diario El Luchador del 22 de enero de 1936, publicaba «Una aclaración: La reunión de la Gestora de Fogueres», con este breve texto:
Hemos recibido una extensa carta del que hasta anteayer fue Secretario de la Comisión Gestora de Fogueres don Rafael Richart, en la que solicita de nosotros una aclaración relacionada con la referencia que de la reunión celebrada por esta Gestora publicábamos ayer y en la que informábamos de haber sido destituido el mencionado señor Richart del aludido cargo de Secretario.

Ruega el señor Richart que hagamos constar que su salida de la Gestora no ha sido por destitución, sino por dimisión voluntaria suya, y con gusto complacemos al solicitante, una vez comprobada la certeza de este extremo que por defecto de información llegó equivocadamente a nosotros.

El Luchador, 22 de enero de 1936, página 5 (AMA)

Con estas controvertidas ambigüedades en el ambiente, llegamos a la Junta General de Fogueres de 18 de febrero de 1936, en la que se aborda la «Elección de Secretario», de la que recoge el Acta:
Seguidamente la presidencia da cuenta a la Asamblea de que durante el interregno de tiempo que la Gestora estuvo sin Secretario, a su instancia había desempeñado dicho cargo Manuel Collía, a satisfacción de la mesa y que para proveer dicha plaza en propiedad se suspendiera la sesión por unos minutos para que la Asamblea proponga por votación a la persona que deba ocupar dicho cargo en propiedad.

Celebrada la votación y leídas las papeletas por la presidencia, dio el siguiente resultado: Sr. Collía 27 votos, Sr. Nicolau 1 voto, Sr. Blanco 2 votos, 30 votantes.

Resulta llamativo el hecho de que Manuel Collía Piqueres hubiera sido presidente de la Foguera Alfonso el Sabio, precisamente el ejercicio cuya representante fuera Angelita Ramírez, la Bellea del Foc destituida. Y en cuanto a este «Asunto Bellea del Foc 1935», como titula el Acta, añade más adelante:
La Comisión nombrada para entrevistarse con la Señorita Angelita Ramírez para aclarar si aquella atendió o no cuantos requerimientos se le hicieron para asistir a distintos actos, da cuenta por boca del delegado de Pascual Pérez de su gestión, manifestando que después de oídas las manifestaciones de la señorita Ramírez, no tuvo más remedio que concederle la rehabilitación después de estudiado el caso detenidamente, por existir algunas razones de índole privada.

El delegado de Chapí, expone que esta señorita ha sorprendido la buena fe de la Comisión y que no deben devolvérselos los títulos quitados. En igual sentido se producen los delegados de Villacampa, Campoamor, Pérez Galdós y Carmen.

Vuelve a insistir el representante de la Comisión, Sr. Ors, de que ellos cumplieron estrictamente el cargo que se les confió, extendiéndose en detalles y sosteniendo que sí debe de ostentar el título.

Después de unas manifestaciones de la presidencia, se llegó a la conclusión de aprobar lo hecho por la mentada comisión.

De todo ello se desprende que le fue devuelto el cetro de Bellea del Foc a Angelita Ramírez, y con este título ha pasado definitivamente a la historia de Les Fogueres de Sant Joan, aunque desaparecería totalmente de la misma durante muchos años, dado que todo parece indicar que, a consecuencia del estallido bélico de 1936 en España, marchó al exilio a México.


Breve y emotivo reencuentro con la Fiesta

Fue el añorado José Ángel Guirao Sánchez, recién aterrizado en la delegación artística de la Gestora presidida por Miguel Díaz Verdú, quien daría con Angelita, invitándole, junto al resto de Belleas del Foc de la historia, a la recepción del 15 de diciembre de 1984 en el Ayuntamiento, y posterior acto de homenaje en el Teatro Principal, con motivo de haber llegado a la Elección número cincuenta de la historia de Les Fogueres. No pudiendo venir en esas fechas, lo comunica por telegrama a la Comisión Gestora y anuncia que lo haría en breve, y Angelita Ramírez cumple con ello y pisa de nuevo suelo foguerer en junio de 1985, desplazándose expresamente desde México con su marido y sus hijos, y recibiendo su particular homenaje el domingo día 16, en el Auditorio de la Explanada, durante el acto de la Entrega de Recompensas, en el que recogió, de manos del alcalde José Luis Lassaletta Cano, la placa conmemorativa que no pudo recoger en diciembre y un ramo de flores. Lágrimas contenidas afloraron a los ojos de Angelita al escuchar los himnos de su fiesta y de su ciudad, a la finalización del acto en su homenaje.

La Bellea del Foc 1935, Angelita Ramírez, con su homónima de 1985, Marisa Negrete
y sus Damas de Honor (Diario La Verdad, 17 de junio de 1985. Foto: Ángel García. AMA)

La noticia del regreso de la ausente Bellea del Foc 1935 por primera vez, después de cincuenta años de ser elegida, fue recogida con grandes titulares en las páginas de la prensa del 17 de junio de 1985, consultada en la hemeroteca del Archivo Municipal de Alicante, tanto del Diario Información—«Homenaje de los alicantinos a la Bellea del Foc 1935»— como del Diario La Verdad—«Homenaje en la Explanada a la Bellea del Foc 1935»—, especialmente en este último, incluyendo una fotografía con su homónima de 1985, Marisa Negrete, y sus Damas de Honor, impresa con bastante mala calidad. Una lástima, por tanto que se trata de la última fotografía conocida de Angelita Ramírez.

A finales de 1999, la Comissió Gestora recién presidida por José Manuel Lledó Cortés, retomando el testigo de José Ángel Guirao convoca de nuevo a las Belleses del Foc de la historia a un acto integrado, como el anteriormente citado, en Fogueres en Nadal, que se celebraría el 20 de diciembre, pero Angelita no acudió. Sin embargo, su respuesta llegaría dos meses más tarde, por carta, y fue la siguiente:

Última noticia de Angelita Ramírez, publicada en la Revista Oficial Fogueres 2002
—el año de la fecha es erróneo, sería el 2000— (Archivo Armando Parodi)

Sin embargo, dos años después, no obtuvimos respuesta de la Bellea del Foc 1935, ni a través de la misiva enviada por la delegación de Bellezas a la dirección que nos remitió en la citada carta, ni a las numerosas llamadas que se le hicieron al número de teléfono igualmente contenido en la misma, de modo que la Revista Oficial Fogueres 2002 se nos quedó incompleta. Faltaba Angelita. Así, la doble página que habíamos reservado para ella quedó vacía, y lo expresamos de este modo en el texto que incluimos:
Lamentamos no haber sabido nada de Angelita Ramírez López, la Bellea que marchó a México. Y el caso es que teníamos sus señas completas, pero todos nuestros intentos de contactar con ella han sido infructuosos. Ni por teléfono ni por carta, ésta enviada con suficiente antelación para que no ocurriera lo que en anteriores ocasiones, hemos obtenido respuesta.

Angelita, si alguna vez este libro llega a tus manos, que sepas que lo hemos intentado, y que completamos esta página con la última noticia que tuvimos tuya, la carta que nos enviaste en febrero de 2000.

Un abrazo, allá donde estés.

Revista Oficial Fogueres 2002«70 Anys de Belleses: "Vivències"»
(Archivo Armando Parodi)

Como decía en la introducción del artículo, el tiempo y el azar han llenado ese hueco, y aquí queda compartido, para que jamás vuelva a quedar en el olvido, quién y cómo fue Angelita Ramírez López, Bellea del Foc 1935.

Fogueres, un encuentro con la Cultura

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Artículo publicado en el Llibret de la Foguera Sant Blai-La Torreta 2013

El término «Cultura», que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre. Su definición ha ido mutando a lo largo de la historia, y ha sido asociada a la civilización y al progreso. En general, la Cultura es un tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad, tales como las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento, por poner algunos ejemplos.

Otras definiciones establecen que la Cultura es el conjunto de informaciones y habilidades que posee un individuo; permite al ser humano la capacidad de reflexión sobre sí mismo; a través de ella, el hombre discierne valores y busca nuevas significaciones. Y, según el enfoque analítico que se siga, la Cultura puede ser clasificada y definida de muchas más y diversas maneras. Tomemos, en este sentido, la perspectiva de la Cultura como herencia social, pues es bajo esta percepción como se centraron las IV Jornadas Culturales de la Foguera Sant Blai-La Torreta, al detenerse a analizar la situación de la Cultura en el contexto de Les Fogueres de Sant Joan, titulándolas por ello Fogueres, un encuentro con la Cultura, proporcionando la herramienta de la mesa de debate para su desarrollo, componiendo esas mesas con integrantes de la Fiesta, desde foguerers de a pie hasta Delegados de Cultura de la Federació de Fogueres, y proponiendo el análisis desde diversas facetas de la Cultura, tanto desde el punto de vista de la Cultura de la Fiesta, como desde el de Cultura y Fiesta.

Las citadas Jornadas se desarrollaron en cuatro jueves consecutivos, entre el 17 de enero y el 7 de febrero de 2013, celebradas en el Salón de Actos de la Casa de la Festa, a partir de las 20:00 horas, y con el formato de mesa de debate, moderadas por la Vicepresidenta de Cultura de la Foguera Sant Blai-La Torreta, Susana Pardo Díaz.


Cultura y Federació de Fogueres

La primera mesa del ciclo programado dentro de Fogueres, un encuentro con la Cultura, se llevó a cabo bajo el título «Cultura y Federació de Fogueres». Un encuentro que bien puede calificarse de histórico, ya que es la primera vez que ha tenido lugar un acontecimiento de similares características, pues nunca se había reunido a cinco Ex Delegados de Cultura de la Comissió Gestora y de la Federació de Fogueres, para debatir la trayectoria de la Cultura en la Fiesta, los pormenores de su participación en sus diferentes periodos de actuación en el órgano rector de la Fiesta, y cuáles pueden ser las claves de su futuro. Y dio para mucho, lo que auguraba un ciclo de debates de lo más interesante que se ha realizado en años. Y así fue.

Tras una breve introducción del ciclo completo de estas IV Jornadas, por parte de la Vicepresidenta de Cultura de la Foguera y moderadora de los debates, Susana Pardo Díaz, fue presentada la mesa, compuesta, en orden de antigüedad, por: Luis Amat Vidal, primer Delegado de Cultura (que inicialmente se denominaría Asesor de Cultura) de la historia de Les Fogueres, con Jacinto Masanet Gomis como Presidente de la Comissió Gestora, en el ejercicio 1979-80; Javier Villacampa González, con Luis Botella García como Presidente de la Gestora, en el ejercicio 1992-93; Miguel Castelló Hernández, con Andrés Lloréns Fuster y Francisco Navarro Asensi al frente de la Gestora, en el ejercicio 1998-99, y con Manuel Jiménez Ortiz como Presidente de la Federació de Fogueres; Armando Parodi Arróniz, Delegado de Cultura desde el ejercicio 1999-2000 al 2001-02, y Asesor de Cultura del 2002-03 al 2004-05, con José Manuel Lledó Cortés presidiendo la Gestora; y David Gerona Llopis, en la Federació de Pedro Valera Bocero, del ejercicio 2005-06 al 2011-12.

Mesa de debate «Cultura y Federació de Fogueres». De izquierda a derecha:
Luis Amat, Javier Villacampa, Miguel Castelló, Susana Pardo, Armando Parodi y David Gerona

Se inició un turno de palabra, durante el cual cada uno de ellos expuso en breves pinceladas su labor al frente de la Cultura de la Fiesta: Amat, muy tradicional, defendiendo la identidad festera, con especial hincapié en la recuperación del valenciano como lengua vehicular desde los inicios de la Fiesta; Villacampa, adelantado a su tiempo, incidiendo en la promoción de Les Fogueres, especialmente en colegios e institutos de nuestra ciudad y de la provincia; Castelló, con el fomento de la música festera, la indumentaria tradicional de los siglos XVIII y XIX, y la lengua valenciana; Parodi, potenciando los certámenes culturales, catalogando el patrimonio de la Gestora, revisando y creando reglamentos, y dando los primeros pasos en la informatización de la Fiesta; y Gerona, abriendo nuevos horizontes a la Cultura de la Fiesta, incorporando las nuevas tecnologías y las redes sociales, y recuperando las Memorias.

A continuación se inició un constructivo debate, fundamentalmente tratando de definir las señas de identidad de Les Fogueres, y llamando la atención sobre la necesidad de una buena proyección cultural de la Fiesta, de manera que termine con este período de ostracismo cultural que sufre por parte de los propios festeros, en lo que se refiere a las actividades culturales en el contexto de la misma. ¿Qué ha ocurrido para llegar a esta situación? ¿Cómo han desaparecido estas inquietudes culturales del horizonte de foguerers y barraquers, a los que poco parece importarles nuestra identidad, nuestra Cultura popular, la coherencia de nuestra Fiesta y su adecuada proyección? Quizá se ha diluido ese modelo de Fogueres por el que se ha luchado y trabajado durante tantos años, que más que una Fiesta se pretendía que fuese el reflejo de las inquietudes y de la Cultura popular de la ciudad. Quizá por eso la Fiesta se está aislando de la mayoría de los ciudadanos, que cada vez la sienten menos como propia.

Entre las conclusiones, cabe pensar que tal vez deberíamos mirar hacia adentro, y darnos cuenta de que el modelo de Fiesta que un día se ganó por méritos propios el carácter de Interés Turístico Internacional, está cada vez más difuso. Quizá deberíamos pensar, de seguir la regresión en la que está inmersa la Cultura de la Fiesta, qué futuro le aguarda. Tal vez habría que plantear a la Federació la creación de una comisión de trabajo para profundizar en ello, y tratar de parar el deterioro tan evidente que tiene la Fiesta, y no sólo la Cultura, aunque ésta tenga mucho que ver, se sepa o no, se admita o no se admita. Porque si terminamos de perder nuestras señas de identidad, perdemos nuestras raíces, y si se pierden las raíces...

Interesante reto para la actual Delegación de Cultura, que debe limpiar su proyecto de trabajo de elementos superfluos, para profundizar en los pilares de nuestra Cultura, festera y no festera, potenciar el conocimiento y buen uso de los pasodobles foguerers, la correcta indumentaria, la utilización de la lengua valenciana, al menos a efectos protocolarios y en lugares tradicionales como el llibret o la explicación de la foguera, y todo ello sin perder la oportunidad de innovar y adaptarse a los medios actuales, a la sociedad de nuestros días. Conjugar tradición y modernidad, se puede y se debe hacer, para situar la Cultura de Les Fogueres donde le corresponde. O, tal vez, el futuro de esta delegación sea desaparecer como tal, y convertirse en una Asesoría Cultural, tal como nació, que coordine y supervise las actividades festeras de la Federació y desde la Federació, y sirva para ayudar, proponer y orientar en sus actividades culturales a las asociaciones, dejando la carga organizativa de los certámenes convocados por el órgano rector de la Fiesta, a otras delegaciones de la Federació, siempre bajo su supervisión en cuanto a las señas de identidad propias se refiere.


Experiencia Cultural de las Asociaciones Festeras

La segunda de las citas culturales de las IV Jornadas, Fogueres, un encuentro con la Cultura, se desarrolló bajo el título «Experiencia Cultural de las Asociaciones Festeras», ya que para hablar de este tema se dio voz a foguerers que han ostentado el cargo de Delegado de Cultura, o están estrechamente vinculados con el tema de la Cultura en sus distintas asociaciones.

Mesa de debate «Experiencia Cultural de las Asociaciones Festeras», de izda. a dcha.:
Paula Tomás, David Sánchez, Susana Pardo, Toñi Martín-Zarco y Víctor López

Por orden de intervención, el primero fue Víctor López Arenas, que fuera Delegado de Llibret en la Foguera Nou Alacant, y es miembro de la recién nacida Foguera Pla del Bon Repós-La Goteta, de la que es Delegado de Cultura, Llibret y Monumento. Fue además componente de la Comisión de Presidencia de la Federació de Pedro Valera Bocero, y es miembro de la Comisión de Indumentaria de la Federació.

Explicó un proyecto que se encuentra en su segundo año de recorrido, consistente en recuperar el desaparecido concurso de Fogueres Experimentals, al que en esos dos años ya se han presentado más de setenta proyectos de artistas plásticos y arquitectos capitalinos y de la provincia de Alicante, cuya resolución incluye la exposición de todos ellos, la elección por votación del más popular, la plantà de dicha obra en el distrito de la Foguera organizadora, como monumento foguerer del ejercicio, y la edición de un catálogo de todos los proyectos, que quedan a disposición de aquellas comisiones que deseen optar por la innovación, como la comisión a la que pertenece Víctor, y hacerlos realidad en las calles de sus distritos.

Toñi Martín-Zarco Marín, la siguiente en intervenir, con treinta años de experiencia festera, siempre interesada en la Cultura de nuestra ciudad, así como de la de su Foguera, Port d’Alacant, a su vez muy comprometida con la Cultura y las tradiciones. Ha escrito en numerosos llibrets, así como en otras publicaciones, siendo colaboradora activa en foros y encuentros relacionados con la mujer y Les Fogueres. Fue candidata a presidir la Federació de Fogueres en dos ocasiones, y es Vicepresidenta y Delegada Federativa de su Foguera, dependiendo de ella la Delegación de Cultura.

Pionera de la Cultura foguerera, como su comisión, de la que fue varios años Presidenta, antes de su periplo de seis años en la Comissió Gestora de José Manuel Lledó Cortés, explicó su compromiso con la Cultura, tanto en la confección de sus cotizados y premiados llibrets, como en el orden de la música festera, siempre presente en sus actividades culturales, el uso del valenciano en sus actos oficiales, la recuperación de juegos tradicionales infantiles, la convocatoria de un premio internacional de periodismo, y un largo etc., del que resalta el hecho de que fuera la primera comisión en vestir la indumentaria de los siglos XVIII y XIX.

David Sánchez Cañavate, con más de veinticinco años de actividad festera, ha desempeñado multitud de cargos, entre ellos, el de Delegado de Llibret durante dieciséis ejercicios foguerers, así como la responsabilidad de las actividades culturales organizadas por su comisión, Avenida de Lóring-Estación. En su última etapa, al desempeñar el cargo de Presidente, siguió supervisando las mismas. Compagina el cargo de Delegado Federativo con el de Delegado de Cultura.

David explicó lo complicado de la puesta en marcha de la Cultura en los primeros pasos de una comisión joven, de la que trascendía más su vertiente artística que su apuesta cultural y su monumento, pese al notablemente mayor esfuerzo que suponía, y que sin embargo pasaban desapercibidos. Una comisión cuya iniciativa cultural trasciende de la actividad propiamente festera, para sumergirse en manifestaciones culturales al margen de Les Fogueres, especialmente en forma de exposiciones de artes plásticas de artistas alicantinos de renombre. Resalta su compromiso con el llibret, que manifiesta que es lo que queda cuando el monumento se quema y el ejercicio festero finaliza, así como las exitosas ferias del libro de ocasión, en las que se han podido ver, no sólo ejemplares de publicaciones festeras, sino también de temática alicantina o general, algunas muy notables.

Inscrita en la Fiesta desde que nació hace veintiún años, en el seno de una familia foguerera de toda la vida, Paula Tomás Lloret comenzó su andadura festera en la Foguera Port d’Alacant, y posteriormente en Sèneca-Autobusos, a la que pertenece dieciocho años. Ha sido Delegada Artística y es Vicepresidenta de Cultura y Actividades Artísticas.

Implicada, como su Foguera, en la recuperación, conservación y promoción de las tradiciones alicantinas y foguereras, apuesta por los pilares fundamentales de la Fiesta. Explicó así, en lo que concierne al llibret, que son publicaciones apreciadas, cotizadas y premiadas. Que es la comisión que más pasodobles festeros ha estrenado, compuestos para la Foguera o algunos de sus comisionados. Que es probablemente la comisión que mayor y mejor uso del valenciano realiza y promueve, cuidando del mismo modo la indumentaria festera y el monumento.

A continuación, moderadas por Susana Pardo, se abordaron cuestiones como cuál es la función primordial de Delegado de Cultura en una Foguera, la necesidad o no de la Gestión Cultural como herramienta de esa delegación, los factores que marcan la identidad cultural de Les Fogueres, si debe ser nuestra Fiesta un reflejo de las manifestaciones culturales que se desarrollan en la sociedad alicantina, o si debe actualizarse nuestra tradición cultural o debemos ser conservadores en nuestras raíces. Un debate que trascendió al numeroso público asistente, generando buen número de aportaciones y preguntas.

Entre las conclusiones más interesantes a las que se llegó, y las propuestas más notables a desarrollar, están la posibilidad de realizar actividades culturales conjuntas, de forma que el coste sea inferior por comisión, y a la vez tengan más repercusión y calado entre foguerers, ciudadanos y medios de comunicación, a lo que desde Federació se podría potenciar con la creación de un premio colectivo para estas manifestaciones culturales conjuntas. La necesidad de llevar a cabo una propuesta de educación en la Fiesta, comenzando por las comisiones infantiles, pasando por juveniles y adultos, y llegando a la propia sociedad, para que entienda que la Fiesta es también Cultura, y la sienta como suya aunque no pertenezca a ella. La importancia de valorar correctamente desde Federació la calidad de los actos, que no tanto la cantidad, para dar coherencia a los premios a actividades culturales. Y algunas cuestiones más que quedaron en el tintero por razones de tiempo, que se tratarían en la última mesa de debate.


El llibret. Análisis de su publicación

La tercera mesa de debate del ciclo tuvo por título «El llibret. Análisis de su publicación». La moderadora del acto presentó a los componentes de esta cita cultural, foguerers y barraquers que han ostentado el cargo de Delegado de Llibret, o están estrechamente vinculados con la Cultura en sus distintas asociaciones.

Mesa de debate «El llibret. Análisis de su publicación». De izquierda a derecha:
José Antonio Cerezo, Francisco Bañuls, Susana Pardo, Alejandro González y Gonzalo García

El primero en intervenir fue Francisco Bañuls García, Delegado de Llibret y de Cultura durante varios años en la Foguera Port d’Alacant, obteniendo ocho primeros premios en su llibret. Profesionalmente, es gerente de la empresa Bañuls Impresores, en la que ha confeccionado numerosos llibrets para Alicante y para Valencia, obteniendo varios premios, lo que da una visión muy completa de esta publicación festera. Por otra parte, ha participado en exposiciones y concursos de pintura, obteniendo dos premios como artista novel, y ha sido jurado del Concurso del Cartel Oficial de las Fallas de Gandía, además de maquetar y diseñar el Libro Oficial de la Federación de Fallas de Gandía y varias Revistas Fogueres de la antigua Comissió Gestora, hoy Federació de Les Fogueres de Sant Joan.

Paco Bañuls compara la creación de un llibret con el rodaje de una película, pues dice que necesita un buen guión -temática o temáticas-, actores -colaboradores- que lo interpreten, buenos decorados -la labor de diseño gráfico e impresión-, y un director -el Delegado de Llibret-. Su sistema de trabajo fue crear un equipo de personas, fundamentalmente técnicos del Archivo Municipal de Alicante, que colaboraran en el llibret mediante sendos artículos, no necesariamente relacionados entre sí, para dar a conocer los fondos documentales y fotográficos que allí se conservan, algunos entonces inéditos. En el caso de su Foguera, que no tiene distrito, la apuesta del llibret siempre ha sido claramente enfocada al contenido cultural, y una importante fuente de ingresos, hasta el punto de que sostiene que el día que el llibret no sea rentable o dé pérdidas, podría desaparecer. Reclamó la necesidad de revisar las Bases del Concurso de Llibrets, comentando cómo se realiza en otras localidades, y las importantes connotaciones de obtener el Depósito Legal, de cara a la promoción de los llibrets y su presencia en las bibliotecas públicas, un trámite, por otra parte, que no tiene coste alguno.

A continuación intervino José Antonio Cerezo Montes, Delegado de Llibret de la Foguera Hernán Cortés y posteriormente de la Foguera Barrio José Antonio, en las que ha conseguido varios premios. Afirmó que había llegado al llibret de casualidad, casi obligado, pero que de la mano de las personas que colaboraron con el primero que confeccionó, se enamoró de esta importante faceta de la Fiesta, y hoy es incondicional y defensor acérrimo de la publicación festera. Participa en la preparación de un libro que celebrará el 30 Aniversario del Gremi Artesà de Fogueres, y es Delegado Federativo de la Barraca Pica i Vola.

En su intervención, manifestó el poco interés que suelen tener las comisiones, no sólo por la Cultura en general, sino por el llibret en particular, pues es regla general que los comisionados sólo se fijen en si salen en las fotos, en cómo ha salido la Bellesa, o como mucho en el boceto del monumento que se va a plantar en su barrio. Comentó que cada vez se destina menor partida presupuestaria al llibret, quejándose sus compañeros de comisión cuando bajan los ingresos por publicidad o venta del mismo. Piensa que ser Delegado de Llibret es casi vocacional, por la cantidad de problemas que acarrea.

Gonzalo García Ballesteros fue durante años Delegado de Llibret en la Foguera San Antón Bajo, siéndolo posteriormente de la Barraca Som Fills del Poble, de la que es, además, Presidente. Fue también miembro de la Federació de Pedro Valera Bocero.

Es de la opinión de que, además de los elementos básicos y tradicionales, un llibret tiene que aportar algo más. Y así se ha desenvuelto en su cometido, a base de investigar aspectos poco conocidos o incluso desconocidos de la Fiesta, para plasmarlos en sus llibrets, de forma que siempre aporten algo más que el mero testimonio de un ejercicio foguerer o barraquer, ha optado a varios premios. Si bien piensa que el llibret básicamente es una fuente de ingresos para la comisión, cree que debe concebirse de modo que llegue a todos los vecinos y colaboradores del distrito, independientemente del nivel cultural que tengan. Y rescata, por último, para el llibret, la sátira, un elemento característico de Les Fogueres, que poco a poco ha ido perdiendo la presencia tan importante que tuvo en estas publicaciones en el pasado.

Alejandro González Borja, último interviniente de la mesa, ha desempeñado el cargo de Delegado de Llibret en la Foguera San Fernando durante varios años, así como más tarde en la Foguera Ángeles-Felipe Bergé, donde también asume el Área de Cultura. Es autor del Cartel Oficial 2013.

Apuesta directamente por la parte cultural del llibret, y para ello aboga igualmente por la investigación, habiendo obtenido importantes premios, y reivindica que, de cara al Concurso de Llibrets que cada año convoca la Federació, sus bases admitan que esta parte cultural de las publicaciones festeras, pueda presentar contenidos no necesariamente relacionados con Les Fogueres, para evitar las reiteraciones que año a año se ven reflejadas en sus páginas en cuanto a sus temáticas, algo que también había apuntado Paco Bañuls. Reclama, al hilo de lo indicado por Cerezo, un mayor presupuesto para poder crear publicaciones dignas, ya que afirma que es lo que queda de la Fiesta, una vez se consumen en las llamas los monumentos.

Tras las propuestas de cada componente de la mesa, se inició una interesante y animada tertulia, a instancia de sutiles preguntas dirigidas por la moderadora de la mesa, abierta al numeroso público asistente. Entre los temas tratados, fueron especialmente debatidos el concepto de llibret en sí, su estructura básica, contenidos, finalidad primordial, su función de legado de la historia de nuestra fiesta, su difusión; el papel que debería tener la Federació, tanto en la promoción de tan importante fondo bibliográfico, como en el estudio y creación de unos parámetros adecuados por los que se valore su opción a premio; las posibilidades del llibret para el futuro, su financiación, soportes, recursos, etc. Hubo acuerdo en que su formato debe seguir siendo en papel, no despreciando otros soportes, pero como complemento a su edición tradicional. Quedó en el aire, aunque la respuesta estaba en el ánimo de todos, la pregunta de si, de no existir los premios al uso del valenciano, se seguirían editando en esta lengua los llibrets en el notable número que lo hacen ahora, lo que refuerza la opinión general de que el llibret, tradiciones aparte, es fundamentalmente una fuente de financiación.


El devenir Cultural de la Festa de Fogueres

Llegada la jornada de clausura de las IV Jornadas Culturales de la Foguera Sant Blai-La Torreta, Fogueres, un encuentro con la Cultura, se dio cuenta de la misma con la cuarta y última mesa de debate, titulada «El devenir Cultural de la Festa de Fogueres». En ella participaron, de nuevo, Toñi Martín-Zarco Marín y David Sánchez Cañavate, a los que se les unió el actual Delegado de Cultura de la Federació de Fogueres de Sant Joan, Miguel Castelló Hernández, así como la moderadora de las Jornadas, en esta ocasión también participante activa de la mesa, Susana Pardo Díaz, Vicepresidenta de Cultura de la comisión organizadora.

Mesa de debate «El devenir Cultural de la Festa de Fogueres». De izquierda a derecha:
David Sánchez, Susana Pardo, Toñi Martín-Zarco y Miguel Castelló

Concluyeron de este modo estas Jornadas dedicadas a la Cultura de la Fiesta y en la Fiesta, con un balance claramente positivo. Se han tratado diversos contenidos que engloban esta temática, tanto desde el órgano rector de la Fiesta, la Federació de Fogueres, hasta desde la labor personal realizada en cada una de las comisiones. Las delegaciones de Cultura, la identidad cultural, el desarrollo de actividades y proyectos culturales, la comunicación, la difusión y la preservación de la historia de nuestra Fiesta, el corpus bibliográfico de Les Fogueres y los llibrets en toda su extensión, creación, maquetación y publicación, fueron algunos de los temas exitosamente abordados, desde diversas perspectivas, con multitud de puntos de vista y pluralidad de opiniones, logrando el objetivo esencial de las Jornadas: la participación de gente de la Fiesta y la manifestación libre de sus opiniones al respecto de los temas tratados, tanto de los componentes de las mesas de debate, como del público asistente, que en todos los casos se mostró muy participativo. Las reflexiones obtenidas, numerosas y diversas, constituyen puertas abiertas a nuevos planteamientos y mejoras de lo hoy establecido.

En este último encuentro, fueron recuperadas algunas de las conclusiones e ideas surgidas en los debates anteriores, para retomarlas y analizarlas de nuevo, junto a otras que quedaron en el tintero por imperativos de tiempo. El punto de partida lo puso la moderadora de la mesa, agrupando los temas en tres bloques, y desgranándolos uno a uno, de modo que se iniciara participativos debates, desde la mesa y hacia la mesa.

El primero giró en torno a las señas de identidad cultural de Les Fogueres, la música festera, la indumentaria tradicional, el uso de la lengua valenciana, con cuestiones como la defensa de las mismas, la proyección de la Fiesta, tanto en el sentido de la promoción como de la comunicación. ¿Necesitamos en las asociaciones festeras un área dedicada a la comunicación? ¿Hay que establecer una planificación comunicativa? ¿Desde dónde debe realizarse? En cuanto al desdoblamiento tradición y/o actualización, ¿existe hoy por hoy avenencia o divergencia? Y en relación a la globalización de la Cultura en la Fiesta y la Cultura de la Fiesta, ¿cómo debemos hacer confluir tradición y sociedad?

En un segundo bloque se trató lo que concierne a la potenciación de las actividades culturales. ¿Está en su futuro la realización de actividades conjuntas entre diversas comisiones? Es imprescindible la educación en la Fiesta, comenzando por las comisiones infantiles, pasando por juveniles y adultos, y llegando a la propia sociedad, pero ¿qué pautas debemos establecer para instruir y preparar a los niños en la tradición de nuestra Fiesta? Y por otra parte, ¿cuáles deben ser los parámetros de calidad de las actividades culturales? El papel del Delegado de Cultura de la Federació, ¿debe derivar a convertirse en Asesor Cultural?

Por último, y desde el punto de vista del llibret como fondo bibliográfico de nuestra Fiesta, ¿deben ser nuestros principales objetivos en la creación de nuestros llibrets, la calidad de contenidos y el respeto a la tradición? Además, para la difusión de las publicaciones festeras, quedó claro que es necesaria la creación del fondo bibliográfico de Les Fogueres, pero ¿quién, cómo y cuándo ha de hacerlo? ¿Son buenas herramientas para el futuro del llibret las nuevas tecnologías? ¿Cómo debe ser la correcta edición y publicación de los llibrets?

Muchas preguntas para tan pocas respuestas. Deberíamos cada uno de los foguerers y barraquers, al menos los que entendamos que la Cultura es parte necesaria e inseparable de la Fiesta, tomarnos un tiempo para tratar de responder estas y otras cuestiones, y con sus conclusiones aportar a las comisiones de pertenencia el impulso y la coherencia que necesita la Fiesta para que la Cultura no muera, porque con ella, indefectiblemente, moriría la Fiesta, porque la Fiesta es Cultura. Cultus, cultivar en definitiva, que como hemos visto, es el significado primero de la palabra «Cultura», empezando por inculcar a los jóvenes de nuestra Fiesta estos valores. Hagamos válidas las afirmaciones que en su día manifestara el actor, director escénico y pedagogo teatral Stanislavski, cuando sostuvo que:
«La juventud no debe sólo asimilar los frutos de la Cultura de sus padres, sino que debe elevar la Cultura a nuevas cimas, a las que no llegan las gentes de las anteriores generaciones».
La tradición puede y debe llevar al progreso. Tradición y progreso son y forman parte de la Cultura.

Portada del Llibret de la Foguera Sant Blai-La Torreta 2013:
La Cultura penja d'un fil (Diseño: Bañuls Impresores, S.L.)

La luz llegó a Tabarca en Nochebuena

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El día de Nochebuena de 2013 se cumplen 50 años de la llegada de la luz eléctrica a Nueva Tabarca, pues el 24 de diciembre de 1963 se puso en funcionamiento el primer grupo electrógeno de la isla. El acontecimiento, tan importante para la población y tan deseado por los isleños, unido a la especial fecha en que se hizo realidad, fue motivo de que la prensa, en especial el Diario La Verdad, en las páginas 15 y 16 de la sección de Alicante del día 5 de enero de 1964, hiciera amplio eco de la noticia, dedicándole el citado diario un extenso artículo, de la mano del periodista José Luis Blanco Zamora, así como unas páginas en su suplemento dominical, con un considerable reportaje gráfico de Ángel García Nieto, logrando entre ambos una magnífica y completa semblanza de la isla, de las alegrías y tristezas de sus habitantes, de sus deseos e ilusiones, haciéndonos vivir una entrañable Nochebuena en Nueva Tabarca.

Ambos artículos quedan transcritos a continuación, texto y fotografías, con algún que otro comentario que intercalo [entre corchetes], y unas anotaciones finales de la posterior evolución de la electrificación de la isla. El ejemplar del Diario La Verdad consultado y reproducido, consta en la amplia hemeroteca del Archivo Municipal de Alicante.

* * *


El periodista había pensado una y otra vez que las Nochebuenas se debían pasar en casa. Era algo que había oído tantas veces de pequeño que había llegado a defenderlo casi como un pequeño dogma. Sin embargo, por esta vez las convicciones se quedarían sin poderlas llevar a la práctica. Porque, al fin y al cabo una noche buena se pasa en cualquier parte, con más razón si es la Nochebuena. Y en la misma bocana de la imaginación quedó varado el lugar exacto donde mis huesos del norte irían a pasar la Nochebuena: en Tabarca; una isla tranquila, una especie de pequeño imperio romano donde la paz se dormiría con monótono arrullo de olas y donde uno podría moverse como una figura más de un belén original, un belén que estaría rodeado de agua por todas partes, sin lagos y sin majadas, pero con cura y guardias civiles.

Tabarca: una tentación luminosa

Desde Santa Pola se ve la isla. Es una tentación luminosa que invita a echarse a nado para ganarla en un santiamén y dejarse de embarques en botes o gasolineras. Sin embargo, las autoridades marineras, debido a su profesión y a desengaños dolorosos, han perdido bastante fe en las aparentes tranquilidades de la mar y ordenaron que embarcáramos en un bote de motor cuyo patrón no conservaba de las grandes virtudes del mar nada más que su destreza en el oficio. Pero de esto vale más no hablar. A nuestro bote subieron un matrimonio joven, una señora mayor y un viejo que deshilaba el valenciano a través de sus diezmados y destruidos dientes. En popa iba sentado un pescador aparentemente joven —¡qué difícil es saber la edad de estos hombres de la mar!— que venía a pasar las Navidades con la familia desde Canarias, donde estaba embarcado con la pesca de la gamba. Todos llevaban consigo las provisiones compradas en Santa Pola para estas fiestas. Emprendimos, pues, la marcha. En el muelle quedaban dos pequeñas embarcaciones más que habían de cargarse con más avituallamiento, porque durante estas fiestas, nadie se mueve de la isla. Garrafas de vino, carnes, pescados y huevos, servirían, dentro de unas horas, como pitanza navideña.

A las pocas millas ya se observan los detalles de Tabarca. Quien la bautizara merece los mayores respetos por nuestra parte, porque el nombre no puede ser ni más marinero, ni más bonito, ni más exacto. La isla es o una gran barca o muchas barcas apiñadas junto a otra mayor, quizá una barcaza —la iglesia— que ofrecen un perfecto trazado geométrico de rectas. Claro, que la isla tiene tantos modos de verla... En un viejo mapa marítimo de la Ayudantía de Marina de Santa Pola la vimos como una gran tortuga con el cuello y rabo estirados y espatarrada nadando hacia la costa levantina. Salvador Rueda la vio como una guitarra. Pero no hay que apresurarse porque sobre el poeta y la isla hablaremos más adelante.

Barca vetusta del Moncho 

En mi cabeza bullía una intranquilidad; una especie como de recuerdo olvidado que trataba de emerger y sacar la cabeza en cuanto un impulso feliz, como un milagro, le abriese las vidriosas aguas de la imprecisión. Al fin surgió y fue en forma de unos versos que, de niño, el padre nos hizo aprender cuando él era más joven, y estaba menos cansado y tenía más ocios en la vida. Del poeta no me acuerdo [se trata igualmente de Salvador Rueda], de los versos creo que sí:
Barca vetusta del Moncho
que vas de Pola a Tabarca.
¡Cuántos crujidos de guerra
dieron sobre el mar tus tablas!
Estos versos vivían dentro de mí sin interés ni relieve alguno. Nunca los entendí cuando los estaba aprendiendo de muy niño. Fue el día de Nochebuena cuando el bote, la vieja barca del Moncho, tenía una explicación. Yo había entrado en el viejo mundo del Moncho, del viejo Moncho, el barquero ordinario de la isla, que la conquistaba y la dejaba diariamente como un don Juan, sin petulancias y almadrabero por línea directa de familia. Don Pascual Russo [lo correcto es Ruso], viejo capitán de almadraba, ágil y esbelto de figura y con un rostro inteligente y distinguido identificaría más tarde al Moncho cuando le dijera estos versos. He aquí un personaje, el Moncho, que ha entrado y tiene su lugar en la historia; en la grande o en la pequeña historia —¿qué más da?— de Tabarca.

A media mañana puse los pies en el muelle de la isla y caminé cuesta arriba, en medio de pequeños barcos, hacia el pueblo. Las calles se abren al mar en todas direcciones; en una de ellas me encuentro al cura armado con la caña de pescar y un bote de carnada. Después del saludo y de estrecharnos la mano, me enteré de que no era el cura, sino un hermano de él, seminarista, que estaba pasando las vacaciones navideñas en su compañía. Murallas y viejos arcos de tiempos de Carlos III imponen su autoridad real al mar. No le asustan estos gestos al Mediterráneo que siempre ha vivido muy democráticamente con los reyes. ¡De algo le han de servir sus largas experiencias!


La Guardia Civil disfruta de paz

El próximo saludo es con la Guardia Civil. Un cabo primero, con gafas y con pipa, me acoge con una sonrisa abierta debajo de un bigote perfilado y empezamos a charlar sobre la isla. Más tarde pude comprobar que las conversaciones sobre Tabarca, si se hacen sobre el pasado, carecen de importancia para las gentes. Todo lo más que sale a relucir es Carlos III con sus bondades sociales de traer a la isla italianos. No hay que olvidar que en Sierra Morena levantó una colonia, La Carolina, con gentes de la Europa nórdica y que gozaron da los mismos privilegios de exención de impuestos que en la actualidad disfruta Tabarca. En Tabarca quedan muchos Chacopino, Russo, Manzanaro...

Si se intenta hablar sobre el presente de la isla, se saca en conclusión que todos sus habitantes la llevan dentro; la quieren como a uno más de la familia, pero los comentarios sobre su vida son un poco dolorosos.
—Mire Vd. —me decía un viejo entornando los ojos como si el reverbero marino le estuviera dando de continuo— aquí ve muchos hombres, sólo por estas épocas del año. Dentro de unos días vuelven a la mar y aquí se quedan unos cuantos jóvenes, todos los viejos, las mujeres y los niños.

¡Ah!, pero no habléis del futuro. Aunque no es necesario sacar el tema porque ellos se encargan de hacerlo. Los tabarqueños [lo correcto es tabarquinos] esperan muchas cosas. Tienen fe en su isla. Parece como si fuera un hijo bien dotado que sólo le hace falta que alguien se interese en cogerlo de la mano y ocuparlo. Esperan noticias; todas las informaciones son pocas para estos hombres, a quienes les duele, y mucho, el que los hijos de Tabarca, hermanos, tíos, primos, parientes lejanos —porque en la isla todos son parientes—, tengan que abandonarla porque la mar es cicatera y cobra con creces los regalos que hace. Les duele que Tabarca tenga emigrantes cuando hay tantas "posibilidades turísticas" que están ahí, sobre un terreno volcánico [el origen de la isla no es volcánico, sino básicamente arrecifal] y a lomos de unas aguas calientes y apacibles rizadas de brisas.

El silencio reside en Tabarca

La tarde es propicia para comentarios. Delante de la puerta del Pósito de pescadores, éstos, tumbados de costado o sentados cara a la mar, comentan suavemente —hablar alto en el pueblo ofende al silencio que como una gran vela marina se extiende sobre todo— los mil incidentes que cada uno haya protagonizado. Yo, en diálogo con don Pascual, el viejo capitán de almadraberos, con el alcalde y practicante al mismo tiempo de la isla —un hombre jovial, optimista y activo— me voy enterando de unas cuantas cosas.

—La isla —me dice el alcalde— tiene unos dos kilómetros de largo por uno de ancho. Los problemas actuales principales, son: deficiencias en los servicios higiénicos por falta de agua, y sobre todo, carencia de luz. Este último problema lo hemos solucionado con la instalación de un grupo electrógeno —motor de quince kilowatios— que surte de luz al pueblo. Precisamente esta noche se inaugurará. Todos abrigamos unas grandes esperanzas de que Tabarca llegue a ser un centro turístico importante que redima a la isla de todos los problemas que la abruman. Sabemos que una empresa, UTISA (Unión Turística Insular, S. A.), ha comprado unos 180.000 metros cuadrados. Esto quizá sea la solución de esta isla que tantas posibilidades tiene para el turismo.

Fue emocionante el momento en que el motor del grupo electrógeno se puso en acción. Cien casas se iluminaron y otras tantas familias —son 280 los habitantes actuales de la isla— lanzaron gritos de entusiasmo ante el acontecimiento. Tabarca se iluminó y los que estábamos dentro, recogiendo en la calle la repercusión del acontecimiento, nos daba la impresión de que íbamos a bordo de un gran barco iluminado en el que se celebraba una gran fiesta. Colaboraba a crear esta impresión el traqueteo incesante del motor que alimentaba de energía las bombillas. Tabarca, así la vimos la Nochebuena de 1963, comenzaba a navegar con esta inauguración oficial-local con el mejor de los aires: con el del optimismo y el de las realizaciones.

—Sabemos que el señor gobernador actual [en esas fechas era Felipe Arche Hermosa] —sigue el alcalde—, está muy interesado en ayudarnos y en montar algo grandioso en Tabarca. Estamos convencidos de que poco a poco surgirá una nueva Tabarca desconocida y todos encontraremos solución a los mil problemas actuales.

La isla de la esperanza

En la isla no se sabe si este caparazón de tortuga quieta es zona militar o civil. A estas gentes sencillas, niños grandes, prestas al saludo y a sonreír con la más ancha de las sonrisas, que se santiguan antes de echar la red al agua y que al sacarla se lo agradecen a Dios con estas palabras: "Sarsia calá, a Deu siga encomaná" [Red calada, a Dios sea encomendada], no les preocupan estas zarandajas. Ellos lo que quieren es que sus parientes y amigos no salgan de Tabarca y que la isla, la pequeña isla, recoja en sus murallas a todos; les dé de comer y no tengan que vivir de continuo con las inquietudes y temores del hijo, el hermano o el esposo que salieron —"Va ya para tres meses y no ha vuelto ni siquiera para esta Nochebuena"—. Hasta muy tarde han estado muchas madres y hermanos, alguna novia también, esperando el regreso de uno de estos pescadores.

He asistido a uno de estos recibimientos. El hijo sonriente, espigado, camina hacia el pueblo, junto a la madre, viene de las costas de Agadir. Los saludos le siguieron a lo largo de las calles y al pasar junto a la Virgen, debajo del arco, se santigua, como todos los tabarqueños lo hacen. La familia, los amigos y parientes salieron a relucir en los diálogos entrecortados y en telegrama, iban comunicándose las primeras noticias sobre todos. Durante todos estos días han estado llegando marineros a Tabarca. Algunos, sin embargo, pasarán estas festividades navideñas enviando S. O. S. sentimentales con el recuerdo, a la casa paterna y a los amigos que en esta noche saldrán por las calles silenciosas de Tabarca asustando a los gatos y perros de la vecindad.

El cura nuevo, don Francisco, ha llegado a última hora a la isla. Viene de Alicante donde no le han podido entregar las cestas navideñas que estaban destinadas para Tabarca. En Santa Pola las esperó hasta última hora y no llegaron; menos mal que algunas familias distribuyeron sus provisiones a los que las esperaban con impaciencia, ya que no tenían preparado nada para la fiesta familiar. Don Francisco es un cura joven, con una sonrisa intemporal, de ademanes suaves, pero que a la hora de la verdad —en Tabarca es la tormenta— se remanga la sotana y tira de los chicotes [en términos marinos, es el nombre que recibe el extremo de un cabo de cuerda], por el barco, como los buenos.

En casa del cura terminamos de cenar a las nueve. Tres horas antes de comenzar la "misa de gallo". ¡Qué buena estaba la sopa, señor Roque! El señor Roque es el padre del cura nuevo, de don Francisco, y cocina de maravilla. En la sobremesa, compartida en diversos sitios, porque más que sobremesa fue una ronda por las casas vecinas, se habló de muchas cosas. Algunas tan entretenidas como los comentarios sobre Pepe.

Pepe, el "otro cura" de Tabarca

Que ¿quién es Pepe? Él dice que es cura de Tabarca. É1 se llama don José de Tabarca. Su madre, su bendita madre, le ha tenido que hacer una sotana igual que la de don Francisco. Un sacerdote anterior le regaló un breviario y su iglesia particular está muy cerca de la iglesia del pueblo; es una pequeña cueva en el interior del hueco de las murallas. Él se ha encargado de ponerle una puerta y de montar el altar. Una pequeña hornacina, a la entrada, encierra una esquila [campana pequeña con la que se convoca a eventos de la comunidad como reuniones o procesiones] que Pepe, perdón, don José de Tabarca, toca, llamando a sus fieles a las mismas horas que el señor cura. Tiene su altar y su nacimiento. Reza por el pueblo y por los pescadores de alta mar y a la letanía que él lee en el breviario —es analfabeto, pero esto no importa para que él recite su letanía— incluye junto a la invocación "Casa de Oro", las de casa del cura nuevo, casa de la tía Nicolasa y otras invocaciones más, y uno piense que el Dios bueno oirá las súplicas de un alma, que encerrada en una psicología rota, ha polarizado sus "manías" en pedir que los hombres sean buenos.

Tabarca: aquí también nació Dios, perdido en la soledad del mar; el periodista vino a verlo y a vivirlo

La Nochebuena en la isla

La gente espera el último toque para acudir a la "misa de gallo". Mientras tanto los mozos y mozas de Tabarca se han reunido, cada grupo por separado, para celebrar la cena de Nochebuena. Las chicas llenan la isla con panderos y villancicos mientras saltan y bailan. Hay huevos y pollo en el menú. Los chicos, más silenciosos, están alrededor de un gran plato de morena pescada por ellos, que un viejo cocinero de barco ha preparado a conciencia. De lo exquisito del plato podemos dar fe ya que con el bichero de los dedos ensartamos un hermoso trozo bien acompañado con su concienzudo trago de vino. Parece como si el periodista hubiera estado viviendo siempre con ellos. Tabarca, lo repetimos, es un inmenso hogar abierto a todos.

Entre los comentarios y risas salta el recuerdo para los que no han llegado. Bueno, otro año será.

La Guardia Civil, al frente de su cabo, llega bien abrigaba y torea a la brisa, que ha refrescado un mucho, con el largo capote verde claro. La campana de la iglesia —sirena de este barco amarrado al muelle de los acantilados y murallas— llama a los isleños a la misa. Viejas y viejos, jóvenes y chiquillos, van llegando poco a poco para celebrar el gran misterio cristiano: el Nacimiento de Dios. Los ramos de las palmeras se agitan a la puerta dándoles una especie de bienvenida.

Las chicas se encargan del coro y la misa resulta armonizada. La iglesia —robusta construcción con trazas de fortaleza— se llena de voces que reciben como contrapunto el rítmico compás del mar, que rompe contra los muros cercanos. En silencio y recogimiento se van acercando a adorar al Niño, los hombres primero, luego las mujeres y van saliendo con prisas para encerrarse en las casas. Es muy tarde ya para estos tabarqueños acostumbrados a irse a la cama cuando comienza a rizarse la luna sobre el agua marina.

Todavía nos damos una vuelta por el pueblo. El alcalde ha dado órdenes de que se pare el motor de la luz y al poco rato el pueblo se queda a oscuras y en completo silencio. Solamente las linternas de los guardias horadan la oscuridad en su ronda permanente y al rayar el día se irán para la vieja fortaleza de tiempos de Carlos III, que se ha convertido ahora en cuartel [se refiere a la Torre de San José, entonces destinado a cuartel de la benemérita]. Tabarca duerme después de este desacostumbrado ajetreo que la habrá sorprendido un tanto.

El poeta Salvador Rueda vivió en la isla y la cantó

El sol iba ya alto cuando sacamos el agua del aljibe para lavarnos. El agua de Tabarca es fina agua de lluvias que los isleños recogen cuidadosamente en aljibes llenos de años y de ecos [el agua corriente no había llegado todavía, y era una de las principales carencias de la isla].

Desde la Cantera, hacía el sur, popa de este gran trasatlántico que es Tabarca, nos trasladamos, bordeando la lengua de mar, hasta el cabo Falcón, en el otro extremo. Aquí está el cementerio: pequeñas cruces de madera clavadas en el suelo, y alguna lápida, señalan las sepulturas. Las paredes en mal estado —están tratando de repararlas— se abren al mar. Nos ha parecido estupendo que los pescadores puedan seguir teniendo vistas al mar aun después de este último trance. La espuma de la mar es la mejor mortaja para estos hombres marineros.
Es cierto, desde luego, que son contados en el año los muertos tabarqueños. Vienen a morir dos o tres octogenarios y nacen de cuatro a seis en el mismo período de tiempo. Antes de llegar al pueblo, donde un grupo de mujeres va por las puertas cantando y pidiendo limosna para celebrar misas en sufragio de las almas, pasamos delante del solar de la casa que construyó con sus propias manos y habitó el poeta Salvador Rueda. Está en un saliente en la parte media de la isla, entre el pueblo y los yermos terrenos que una sociedad anónima ha comprado en vistas de montar un gran complejo turístico. El poeta vivió mucho tiempo en la isla cuando los botes no llevaban motor y los viajes a Santa Pola había que hacerlos a remo. El mismo tenía su bote y él lo gobernaba.

Todavía la gente mayor lo recuerda y quedan "coplas" suyas aprendidas de memoria por los vecinos. Al periodista le han recitado una de estas "coplas" dedicada a la isla. Se trata de un soneto que transcribimos, a pesar de que su trabajo costó porque la mujer que lo sabía tenía que decirlo de "carrerilla", si no se le olvidaba:
Isla gentil que siempre te deseo,
de una guitarra tienes la figura,
donde se ata la larga encordadura
está la soledad de mi recreo.
Dibujada en mi espíritu te veo,
igual que un instrumento de hermosura,
orlada por la mar y la bravura
que te azota con verde balanceo.
Para vivir ¡qué sitio tan dichoso!
Para sonar, ¡qué mágico retiro!
Para morir, ¡qué campo soledoso!

Quién fuera el ancho mar, guitarra mía,
que retienes la caja de armonía
como un inmenso estuche de zafiro.
Los versos de Salvador Rueda siguen todavía válidos para esta afortunada isla del Mediterráneo que lleva varada tantos siglos esperando que una mano providencial venga a arrancar unas notas que resuenen a progreso y optimismo esperanzador.

Tabarca, trasatlántico sin rumbo, inmensa tortuga con un caparazón de tierra estéril, guitarra con cuerdas, pero sin sonido, espera. Los tabarqueños —me lo decía don Pascual— esperan también que esos rumores que corren de hacer de la isla un gran centro de alto turismo, sean realidad. Estas gentes sencillas como niños grandes, acostumbrados a vivir en vilo pendientes del tiempo, de la mar; llenos de esperanza por dentro que le sale por los ojos, carecen de casi todo y lo esperan todo.

En 1939 el censo de población arrojaba un número de habitantes de 1.400. En la actualidad viven en la isla 280. Los jóvenes emigran, pero con el recuerdo viven dentro de su isla. Carece de presupuestos la pedanía y no se pagan impuestos de ninguna clase. Este trozo de tierra volcánica española, que el Jefe del Estado recorrió el Domingo de Ramos de 1963 [7 de abril] y cuya visita recuerda emocionado el cabo de la Guardia Civil. Él ha visto con sus propios ojos, las necesidades y ha charlado con sus gentes. Tabarca con sus problemas y sus esperanzas, es conocida. Los tabarqueños creen que el montaje de un gran complejo turístico será su redención. Se ha hablado de la creación de un gran casino de juego, de un club de regatas, de un campo de golf y de muchas otras cosas. Y el periodista se pregunta con un ligero temor: ¿Será el turismo la salvación de los tabarqueños?

El sol ha cruzado el meridiano del día de Navidad y el periodista se despide en la sobremesa de don Francisco, el cura, del alcalde, en nombre de todo el pueblo, de don Pascual, acepta el ofrecimiento amistoso del viejo Santa Creus [¿Santa Claus?] y, con honda pena, se dispone a desembarcar de este enorme trasatlántico que se llama Tabarca para pasar a una canoa marinera e ir a "tierra firme", como dicen los tabarqueños. El periodista se ha encontrado en Tabarca como en un gran hogar y ha pasado una noche buena; de las mejores Nochebuenas que recuerda.

* * *


HOY ES DÍA GRANDE

Hay más hombres que de ordinario.
Vinieron de la mar a pasar la fiesta.
No todos.
Hay quien está a muchas millas y a años de lejanía.
Pero hay que celebrarlo como en cualquier rincón del mundo.
La barca se ha cargado de provisiones abundantes en Santa Pola.
El cura ha estado corriendo por tierra firme regateando la caridad para quienes aquí no tienen nada.
A última hora la caridad no llegó.
Tuvo que volverse con las manos vacías y el corazón en un puño.
Pero en Tabarca hay conciencia de hogar común —todos o casi todos son parientes—, y de estas sacas y cestas hubo para todos.
La gran noticia de esta Nochebuena.
Fuimos a pasar la noche mejor del año en un ambiente de soledad y pobreza, y también allí nos encontramos con el acontecimiento.
Por vez primera en su historia, en esta noche en que los cielos derraman luz, Tabarca va a tener iluminación.
En la hora mágica de la Nochebuena se inauguró el grupo electrógeno.
Y se hizo la luz.

La isla. Lejos de la tierra. Prisión, soledad de poetas o viviendas derruidas de gentes pobres. En 1939 tenía 1.400 habitantes. Hoy, 280. No hay comunicación regular con el mundo. Quien puede tener un bote, marcha cuando quiere y el mar lo permite. Los demás esperan que alguien pueda llevarles. Más ruinas que muros en pie. Sobresale la iglesia, firme recuerdo de tiempos mejores. Aquí vivió el periodista la inolvidable emoción de una Nochebuena entre las gentes sencillas, como las que eligió Cristo para vecinos de su nacimiento.
Poco después de la cena, y mientras se espera a la misa del gallo, júbilo en las calles semiderruidas de la isla. Villancicos y alegría. Los mozos están lejos. En la mar, pescando. Vienen algunos, pero cada tres o cuatro años. La espadaña [elemento arquitectónico de los campanarios] ha lanzado su llamada por toda la isla y hasta ha penetrado en la profundidad de la oscuridad marinera. Llegan a misa los fieles. Hace frío. Es medianoche. Una medianoche clara. Suena el mar a unos metros. Dios va a nacer.
La adoración del Niño Dios. Hombres y mujeres llegan con devoción hasta el altar. La Guardia Civil, que hace la vigilancia de la isla. Aquí, donde la convivencia tiene rasgos muy peculiares, donde no se pagan impuestos —ni hay donde pagarlos—, donde las ramas más íntimas de la familia se desgajan sangrantes por el vendaval de la necesidad, la fe en Dios, que acaba de nacer como hombre, es más robusta y necesaria. Y, por ello, el corazón más limpio. Lo último. El pobre cementerio de Tabarca. Dos o tres nuevos inquilinos tan sólo al año. Cada vez menos gente. Nacen aquí, pero se van a morir —y buscar la vida— lejos. El mar, el eterno compañero, rodea las tumbas. Dicen que todo esto se va a transformar. ¡Qué extrañeza de siglos si llega a realizarse!
* * *

Nueva Tabarca siguió dependiendo más de dos décadas de estos grupos electrógenos, para la electricidad que precisaban los isleños en su día a día, con un fuerte incremento de la demanda en época estival, gracias a ese turismo anunciado, aunque no resuelto como se pensaba, que habitualmente superaba las capacidades de estos generadores.

En 1988 se terminaba la construcción de una central solar fotovoltaica que fuera capaz, no ya de proporcionar la electricidad necesaria a los tabarquinos, sino de soportar los incrementos veraniegos que exigía el creciente turismo de la isla, complementando así el servicio que seguían dando los generadores. La planta fue financiada por la Unión Europea, instalada por AEG, dotada con 2.466 módulos fotovoltaicos y proyectada con una potencia eléctrica de 100 kilovatios.

Diez años más tarde, en 1998, el Ayuntamiento de Alicante, la Generalitat e Iberdrola alcanzaban un acuerdo para dotar a la isla de Tabarca de las instalaciones necesarias para recibir suministro eléctrico desde la península, mediante un cable submarino. Se paliaba así, con una inversión de 135 millones de pesetas, una de las viejas reivindicaciones de los habitantes de la isla, condenando, sin embargo, a la obsolescencia, a la central solar fotovoltaica, sin que nunca hubiera llegado a funcionar a pleno rendimiento. Tabarca tendría un servicio normal de energía, 24 horas al día, antes de fin de 1999, y llegaría a la isla por el mismo conducto que la abastece de agua potable, por lo que apenas implicaba impacto ambiental.

Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca

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Artículo de SUSANA LLORENS ORTUÑO,
SANTIAGO LINARES ALBERT y AGUSTÍN MEDINA RAMOS
Archivo Municipal de Alicante

Publicado en la Revista Canelobre n.º 60, Invierno 2012
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert
Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca


Matrícula de los tabarquinos. 1769. Archivo Municipal de Alicante. A.M.A.

El trabajo que presentamos reúne un conjunto de referencias históricas sobre documentos y bibliografía de Nueva Tabarca localizados en las distintas secciones del Archivo Municipal de Alicante. En ellas se recogen noticias que aportan datos para aquellos investigadores interesados en conocer más sobre la historia de este pequeño archipiélago. Para algunos serán nuevos testimonios, para otros no tanto, pero si hemos pretendido dar una visión más actualizada desde nuestro campo científico a los estudios tabarquinos.

La naturaleza de los fondos documentales existentes sobre Nueva Tabarca en el archivo presenta una variada tipología que comprende cartas, memorias, órdenes, denuncias, edictos, informes, padrones o censos con una amplia cronología y contenidos muy interesantes. Entre los que mencionamos los relacionados con la administración recaudatoria municipal, la infraestructura urbanística o los concernientes a cargos representativos institucionales, quienes delegaban en los alcaldes de barrio y el gobernador de la Plaza Fuerte.

Son documentos que tuvieron su protagonismo según la época histórica. A modo de ejemplo, destacamos un informe bastante innovador para su tiempo del ingeniero industrial Luis Badías Aznar, que trataba, en la década de los cincuenta del siglo XX, de los graves problemas de autoabastecimiento de la población de la isla, debido a la mala calidad del terreno para el cultivo, siendo el único medio de subsistencia la pesca. También argumentaba, siempre bajo el control estatal o municipal para evitar especulaciones, la prioridad de instalar agua potable y electricidad para la promoción turística.

Conscientes de la gran cantidad de referencias documentales que hay en el archivo, hemos decidido relacionarlas con los aspectos básicos que son tan necesarios para el funcionamiento de este archipiélago.

Aparte de la descripción de estas fuentes documentales, hemos considerado interesante recoger las referencias bibliográficas y de publicaciones periódicas más relevantes sobre la isla, que pueden consultarse en la biblioteca auxiliar y hemeroteca del archivo.

Para concluir con el testimonio gráfico de las colecciones fotográficas municipales, fuente documental imprescindible para configurar la memoria gráfica de Nueva Tabarca, gracias a los reportajes de distintos fotógrafos profesionales y aficionados.

Nos resulta muy gratificante haber colaborado en este proyecto, junto con especialistas reconocidos, y contribuir a la difusión de los fondos entre todos los interesados.


Fuentes documentales para el estudio de Nueva Tabarca

La importancia que ha tenido este pequeño archipiélago para la historia de la ciudad de Alicante está documentada en los legajos y libros del Archivo Municipal de Alicante.

Existen referencias que testimonian los primeros asentamientos familiares desde el siglo XVIII para colonizar la Isla Plana o Nueva Tabarca, dando comienzo a los primeros movimientos poblacionales. Acontecimiento que llevará consigo el desarrollo y evolución de este lugar desde el punto de vista urbanístico, higiénico-sanitario, territorial, gubernativo, económico, patrimonial, y de abastecimiento. Todos estos temas se hallan en las propias secciones o series del archivo, correspondiendo su origen documental a la tramitación administrativa que hubo en su día entre el consistorio y la isla, y que a continuación vamos a comentar.

Matrícula de los tabarquinos. 1769. A.M.A.

Para tratar los aspectos vinculados con la población es imprescindible consultar la matrícula o censo de los tabarquinos, documento que recoge datos de la segunda mitad del siglo XVIII de la población en Nueva Tabarca, con expresión de las familias y personas que la componían, así como la orden del conde de Aranda y la respuesta del gobernador de Alicante que aparecen incluidas en el mismo documento, denominado Matrícula de los Tabarquinos[Archivo Municipal de Alicante (A.M.A.) Armario 5. Libro 117], datado en 1769. También en los padrones de habitantes, cuya serie comienza en 1841, aparecen registrados el número de familias que figuraban censadas en el archipiélago de manera oficiosa en 1880, figurando en el tomo dedicado a las partidas.

Padrón de habitantes 1880. A.M.A.

Las cuestiones urbanísticas en el siglo XIX quedaron bajo la supervisión de la brigada de policía urbana. De las funciones que desempeñaron hay constancia documental en las solicitudes de las obras de construcción de barracones, escuelas o reparaciones en la Torre o murallas, así como en los partes de control de limpieza de pozos, aljibes y cisternas en Tabarca. En la sección de Correspondencia con el Ayuntamiento, encontramos diversos escritos que planteaban las condiciones de higiene, entre 1840-1849, necesarias para la construcción de un cementerio, ya que los cuerpos se inhumaban en terrenos sin tapia ni cercado. El campo santo se situó, en el primer tercio del siglo XX, en la punta este de la isla y hubo reclamaciones al Ayuntamiento para que pagara la mitad de su coste.

El control sanitario preocupaba a los habitantes que reclamaban se dotara la isla con hospital y personal facultativo (médicos y enfermeras) para su asistencia. En los expedientes de la sección de Sanidad y Beneficencia se pueden analizar también las epidemias que afectaron a este vecindario, la patología de las enfermedades y la adopción de medidas sanitarias. Para evitar focos de infección, el alcalde José Miguel Caturla requería, en un bando de 1857, el cumplimiento de la limpieza en la vía pública [A.M.A. Correspondencia. Leg. 44/23].

En lo que respecta al alistamiento para el reemplazo, hay informes de los gobernadores de la isla en la sección de Quintas, y tanto en los expedientes como en los libros para el llamamiento de los mozos que se realizaba anualmente, se recogen datos relativos a los prófugos o las condiciones físicas de los reclutados y sus alegaciones para la exención al servicio militar.

Otras cuestiones interesantes son los temas territoriales y gubernativos. El trámite administrativo municipal concerniente a los asuntos relativos a Nueva Tabarca, desde el siglo XVIII en adelante, queda reflejado en los libros de Cabildos o de acuerdos municipales.

En la sección de Central hay un expediente de los hermanamientos de las islas de San Pietro y Plana o Nueva Tabarca que, bajo el Patrocinio de la Federación Mundial de Ciudades Hermanadas, fueron proclamadas hermanas en 1975 para promover intercambios en el orden cultural, turístico, social y económico de interés para la unión de ambos pueblos. De la misma época existen otros documentos a destacar como son los acuerdos adoptados por la comisión creada para promocionar la isla, o una carta de los amigos de Nadiére solicitando el hermanamiento con esta isla francesa. Un hecho curioso que queda registrado es el expediente de la cesión y compra-venta de terrenos propiedad del Estado, ramo del Ejército, en un trámite que se prolongó de 1968 a 1972.

La sección de Correspondencia del siglo XIX, compuesta de oficios, cartas e informes, desvela cuestiones que tienen conexión con el interés estratégico de la plaza de Nueva Tabarca, por su proximidad al puerto de Santa Pola y el papel que ejerció durante la Guerra de la Independencia. Aquí se tratan sus valiosas condiciones para ser utilizada como depósito de municiones y su peculiar condición de isla-prisión, albergando a reclusos franceses y de otras nacionalidades como prisioneros de guerra.

La Hacienda municipal recoge en sus libros de ingresos y gastos el balance económico tocante a Nueva Tabarca. Por ejemplo, en el "Interrogatorio de 1803"[A.M.A. Armario 5. Libro 99] hay datos con fines fiscales y censales de los habitantes de la ciudad de Alicante donde aparecen registrados veintisiete oriundos de la isla.

La implantación de un sistema de enseñanza en la isla generó informes y expedientes, desde el siglo XIX, en los que se solicitan ayudas económicas para la construcción de escuelas rurales, dotación de maestros, alumnado, etc. Estos asuntos se tratan en las secciones de Instrucción Pública y Policía Urbana.

Informe del ingeniero Luis Badías 1958. A.M.A.

El suministro de alumbrado y abastecimiento de aguas en la isla ha sido un tema muy polémico cuyo testimonio documental está en las respectivas secciones de Central, Aguas y Alumbrado en el siglo XIX y XX. Asuntos que trata el ingeniero de tranvías Luis Badías Aznar en su informe de 1958 [A.M.A. Tranvías. Leg. 50/2] relativo a las condiciones de habitabilidad de la isla, orígenes históricos y situación del archipiélago, objeto del mismo, análisis de la coyuntura económica, movimiento de la explotación y transformación turística. Finaliza con un reportaje fotográfico de tres instantáneas del poblado, flota pesquera y almadraba.

En la sección de Mapas, planos, dibujos y grabados están para su consulta pública varios planos de la década de los años setenta del pasado siglo, con localización de aljibes, proyecto de ampliación de la necrópolis e instalación de toldos, ampliaciones de merenderos en la playa de la Isla de Nueva Tabarca, etc.

Plano de la Crónica de Viravens 1876. A.M.A.

En la Crónica de Viravens [VIRAVENS Y PASTOR, Rafael, Crónica de la muy ilustre y siempre fiel ciudad de Alicante. Alicante, Imprenta de Carratalá y Gadea, 1876], el autor adjunta en su obra un plano, fechado en 1769, dónde se aprecia la perfecta planimetría urbanística y una descripción que nos da a conocer la ubicación de sus murallas, baluartes, castillo, iglesia, casas de la población, hospital, escuelas, hornos y cisternas, astilleros, casas del ayuntamiento, lavadero y cuerpo de guardia. En resumen una infraestructura muy válida para asegurar la supervivencia, según los supuestos ilustrados que promovieron su realización.

En los expedientes de la serie de Solemnidades y Festejos, figuran las actividades festivas tabarquinas que se celebraban por Semana Santa, San Pedro y por la Virgen del Carmen. También, desde 1928 se conservan en los fondos de "Les Fogueres de Sant Joan", expedientes de los distritos, bocetos (dibujos originales de los artistas) de los monumentos y los llamados llibrets (publicaciones anuales de los diferentes barrios y distritos). Por ejemplo, la hoguera del distrito de Rambla de Méndez Núñez del año 1935, cuyo presidente, José Romeu Zarandieta que lo era a la vez de la Comisión Gestora, solicitaba plantar un monumento obra de los artistas Adrián Carrillo y Pedro Valdés. Su lema era "La Isla olvidada", y en dicha obra, de arte efímero que recibió el premio de Turismo, se quería mostrar el abandono y el olvido en el que se encontraba Tabarca. Para ello, contrastaba los tiempos de Carlos III con los de dos siglos después, denunciando las miserias y calamidades que pasaban "sus pobres pescadores" y revindicando mejoras como la asistencia médica.

Boceto de la Hoguera de la Rambla 1935. A.M.A.

Referencias bibliográficas tabarquinas

El Archivo Municipal se encuentra inevitablemente inmerso en la cultura y las tradiciones de la isla. Tabarca es uno de los iconos alicantinos y, por lo tanto, ha generado una gran riqueza bibliográfica.

Los cronistas alicantinos han recopilado los hechos históricos, como una sucesión de acontecimientos, en sus crónicas, siendo la más antigua del siglo XVII, que es la célebre de Vicente Bendicho, de la que no se conserva su original y sí las copias manuscritas completas de los siglos XVIII y XIX. De esta conocemos las siguientes ediciones: Chrónica de la Muy Ilustre, Noble y Leal ciudad de Alicante. Por el Dr. D. Vicente Bendicho, Deán de su Ynsigne Colegial del señor S. Nicolás, dedicada a los M. Iltes. Señores Justicia, Jurados y Consejo de la misma ciudad. Acabada en la misma ciudad el año del señor de 1640. Le sigue la publicada por Francisco Figueras Pacheco, una edición resumida y anotada en 1960, a cargo del Instituto de Estudios Alicantinos de la Diputación de Alicante. Otra ha sido la que con motivo de la conmemoración del V Centenario de la ciudad de Alicante se publicó, en 1991, una edición crítica de la Crónica a cargo de Maria Luisa Cabanes Catalá, con introducción de Cayetano Mas Galvañ y editada por el Departamento de Publicaciones e Imagen del Ayuntamiento de Alicante, dentro de la Colección Fuentes Históricas de Alicante.

La segunda crónica, es la titulada Illici Ilustrada o Historia de Alicante, con dos autorías la del Padre Maltés que inició la obra, falleciendo en 1712 y López, quien la reordenó, completó y terminó en 1752. El ejemplar es una copia realizada por un funcionario, a finales del siglo XIX, del manuscrito original que se conserva en Orihuela. De esta crónica son las ediciones de M. A. Mingot, Prólogo a la copia de la Historia de Alicante del padre Lorenzo López de la Compañía de Jesús, dispuesta para conservarse en el archivo del Excelentísimo Ayuntamiento. Alicante, Establecimiento Tipográfico de Antonio Reus Pastor, 1889. Por otra parte, hay que subrayar la publicada en 1907 con el título de Illice Ilustrada. Historia de las antigüedades, grandezas y prerrogativas de la muy noble y siempre leal Ciudad de Alicante, que escribió el P. Juan Bautista Maltés de la Compañía y aumentó, la completó y puso en orden y estilo el P. Lorenzo López de la misma Compañía. Consagrada a la siempre insigne, muy ilustre y fidelísima ciudad de Alicante, e impresa en los talleres tipográficos Progreso en Alicante. Sin embargo, existe una más actualizada de Illice Ilustrada. Historia de la Muy Noble, Leal y Fidelísima ciudad de Alicante, que estuvo a cargo su edición e índices de M.ª Luisa Cabanes Catalá y Susana Llorens Ortuño, con una introducción histórica de Armando Alberola Romá y Cayetano Mas Galvañ, publicada por el Ayuntamiento de Alicante en 1991 e integrada en la Colección Fuentes Históricas de Alicante.

La importancia que el municipio alicantino le dio a las crónicas de la ciudad queda documentada en la sesión del Pleno del día 16 de marzo de 1863, en donde se acuerda subvencionar la impresión de la siguiente de nuestras Crónicas, la conocida como Reseña Histórica de la Ciudad de Alicante, obra de Nicasio Camilo Jover, publicada en 1863.

Grabado de la Crónica de Viravens 1876. A.M.A.

Si a través de las páginas de estas crónicas podemos encontrar el devenir de la "ysla de Santa Pola", "ysla Plana", "Planisia", "Planesia", "Nueba Tabarca", sucede lo mismo con la Crónica de la Muy Ilustre y siempre Fiel Ciudad de Alicante, del cronista y archivero Rafael Viravens Pastor. Para su redacción utilizó gran número de documentos y consultó las obras de Bendicho, Maltés, y López y Jover e incluyó una valiosa colección de láminas de autor desconocido, de gran calidad, a través de las cuales podemos vislumbrar como era Nueva Tabarca y el Alicante decimonónico. Las ediciones príncipe y facsimilares de esta crónica son: la primera impresión de la Crónica de Viravens fue en Alicante, en la Imprenta de Carratalá y Gadea, en 1876. Hubo otra reimpresión en facsímil en 1976, a expensas de Agatángelo Soler Llorca, en Alicante y le encargaron el trabajo a Gráficas Díaz. Y la última reimpresión en facsímil fue en 1989, a cargo del Ayuntamiento de Alicante y el Banco de Alicante, y que saldría de los talleres de Gráficas Díaz en Alicante, acompañada con un estudio preliminar de Enrique Cerdán Tato.

Cuando en 1908 fallece Viravens, es nombrado cronista oficial Francisco Figueras Pacheco, cargo que ejerció hasta su defunción en 1960 y al que le sucedió Vicente Martínez Morellá. Ambos cronistas publicaron y transcribieron, infinidad de documentos, muchos directamente relacionados con L'Illa.

Enrique Cutillas Bernal desempeñó su cargo de Cronista Municipal, desde enero de 2001 hasta su fallecimiento en mayo 2003, en ese tiempo escribió un magnífico trabajo, muy consultado y citado, que es su Crónica de la Muy Ilustre Ciudad de Alicante, en tres tomos, abarcando el periodo de 1900 a 1976, y donde podemos encontrar unas veintiocho entradas relacionadas con el término Tabarca.

Anuncio de El Luchador 12 de julio de 1933. A.M.A.

La sección de la Hemeroteca del archivo refleja el día a día de la isla, quedando los hechos más importantes impresos en las miles de páginas de nuestros periódicos. El Boletín Oficial de la Provincia de Alicantees una fuente de información muy interesante (se conserva en papel desde 1834 hasta 2006). También lo son el Boletín Municipal de Alicante, aunque la publicación periódica más antigua es el Diario de Alicante, editado en 1816. En el siglo XX la prensa conoció un auge extraordinario y de consulta frecuente, son las colecciones de principios del siglo hasta los años treinta, de diferentes tendencias ideológicas. En periódicos de estos años como El Luchador, Diario de Alicante, El Día, El Correo, El Tiempo y tantos otros encontramos noticias sobre la pequeña isla, anuncios de excursiones, percances de barcos, sucesos, y curiosidades relativas a sus pobladores. Más adelante en los diarios Información, Primera Página y La Verdad aparecieron diversos reportajes sobre Nueva Tabarca, unos de carácter turístico y otros denunciando distintos aspectos sensibles de ser mejorados.

Información 7 de noviembre de 1981. A.M.A.

La Biblioteca Auxiliar es otra sección del archivo que contiene un rico fondo bibliográfico especializado en el tema tabarquino. Se compone fundamentalmente de obras relacionadas con Alicante, comprende alrededor de diez mil títulos, de entre los que destacan grandes obras de referencia como enciclopedias, diccionarios, monografías, así como una numerosa serie de folletos de los más diversos temas. De gran utilidad para la investigación es el llamado Fondo Antiguo, formado por manuscritos y las citadas Crónicas de los siglos XVI-XVIII, e interesantes publicaciones de los siglos XVII-XIX[Hay referencias a Tabarca en PASTOR DE LA ROCA, José,Historia general de la ciudad y castillo de Alicante, Alicante, Imprenta de Rafael Jordá, 1854]. De esta rica bibliografía destacamos el estudio de Alejandro Ramos Folqués, publicado en 1970 con el título La Isla de Tabarca. Como obra de referencia resulta imprescindible la de José Luis González Arpide Los tabarquinos, publicada en 1980, con una reedición en 2002. Es también de interés la publicada en 1970 por Vicente Martínez Morellá, con el título de Matrícula de los Tabarquinos rescatados de Argel en 1769 y asentados en la isla de San Pablo de Alicante en 1770. La Geografía General del Reino de Valencia de Carreras Candi tiene un tomo (IV) dedicado a la provincia de Alicante. Su autor fue Francisco Figueras Pacheco, en este volumen encontramos información sobre la isla y unas fotos muy curiosas de diversos paisajes tabarquinos.

Alejandro Ramos Folqués. La isla de Tabarca. A.M.A.

Tan importantes son los aspectos históricos como los biológicos que ofrecen datos fundamentales de la reserva marina, como sucede con el estudio de Alfonso Ramos Esplá, La reserva marina de la Isla Plana o Nueva Tabarca. Alicante, publicado en 1985.

La más reciente publicación, 2007, es el libro De Tabarca a Nueva Tabarca, con textos de José Manuel Pérez Burgos [Este autor tiene también un interesante artículo sobre la peculiar Semana Santa tabarquina. Ver PÉREZ BURGOS, José Manuel, “Semana Santa en Tabarca”, Revista Oficial de Semana Santa, (2008), pp. 69-73] y dibujos de Manuel Biosca, una atractiva combinación de rigor científico con amenidad didáctica.

Fotografía de la Geografía General del Reino de Valencia. 1920. A.M.A.

Los Llibrets de Fogueres, suponen un fondo muy rico, a través de estas publicaciones podemos hacer un recorrido por nuestra historia local y festiva. En ellos encontramos escritos los temas que más apasionan o preocupan a los alicantinos. La estructura de estos Llibrets se ha ido perfeccionando, y, a partir de los años noventa del siglo XX, se publican verdaderos trabajos de investigación de temas alicantinos y también sobre Tabarca. Como el llibret de la Foguera de Sant Blai de D'Alt (2006) con la dirección y coordinación de Miguel Angel Durá Abad, L'Illa de Tabarka, aigua, aire, terra, foc. El de la Foguera Avenida de Loring-Estación (2009), dirección de David Sánchez textos de Armando Parodi, con el título Cróniques Tabarquines. Otra publicación interesante es la editada por el distrito de Plaça de Santa María (2009), con textos de Ramón Santander y fotos de la familia Chacopino, titulado Tabarca, la maravilla olvidada. De los más recientes podemos destacar el de Diputació-Renfe (2010) Tabarca: el tresor del temible pirata Dragut.

Llibret de la Foguera de Loring 2009. A.M.A.

Finalmente, hay constancia en los Llibrets de la serie Barrios y Partidas, que conservamos desde 1948, los relativos a las fiestas anuales de Tabarca. Desde el año 1992, por sus páginas discurren, año tras año, los sentimientos de los tabarquinos hacia sus patrones San Pedro y San Pablo y a la Virgen del Carmen, con los saludas de alcaldes pedáneos como Juan Santacreu Luchoro o Vicente C. García Ruso, las diferentes comisiones de Fiestas, las reinas, los programas y una sucesión de artículos como "Nueva Tabarca, un enclave singular", del director del Museo Nueva Tabarca, José Manuel Pérez Burgos, o el entrañable: "Saludo de Pascual Ros al pueblo de Tabarca".

Revista de fiestas de Tabarca 2006. A.M.A.

Las colecciones fotográficas municipales

Las fotografías han adquirido un creciente prestigio como documentos históricos, constituyendo una importante sección, cada vez más presente en los archivos. Los fondos fotográficos del Archivo Municipal de Alicante tienen su origen en la documentación generada por el propio Ayuntamiento, expedientes de obras, fotografías de actos de las autoridades municipales, informes, etc. A este conjunto se han unido con el tiempo los archivos de distintos fotógrafos profesionales y aficionados, para conformar un rico fondo iconográfico, imprescindible para conocer la historia y evolución urbana de la ciudad.

La Isla de Nueva Tabarca, al ser considerada una de las partidas de Alicante, aparece documentada gráficamente en las distintas colecciones. Su especial singularidad hace que sea un objetivo muy atractivo, propicio a ser inmortalizado en vidrios, papeles, y, ahora, en registros digitales. De entre los miles de negativos y positivos de los fondos del Archivo Municipal de Alicante vamos a seleccionar unos ejemplos, para constatar las diferentes miradas de los fotógrafos que por allí han pasado.

La actividad de las distintas corporaciones municipales ha quedado perpetuada en diversos reportajes, obra de fotógrafos como Sánchez y los hermanos García. Recepciones inauguraciones, visitas, premios, fiestas y todo tipo de actos se recogen en este fondo documental. Como ejemplo hemos seleccionado unas fotos que testimonian algunos momentos de la visita a la isla del alcalde Ramón Malluguiza en 1972, acompañado por concejales y otros cargos locales como el cronista Martínez Morellá.

Visita del alcalde Ramón Malluguiza 1972. A.M.A.

Además de las fotografías producidas por la administración, existen otras colecciones fotográficas particulares que se han incorporado al archivo municipal, mediante compra o donación. El fondo de Senante-Lamaignere ha proporcionado una amplia visión de la vida cotidiana en nuestra ciudad a principios de la centuria pasada. Instantes familiares, de paseos, fiestas, excursiones, momentos felices han quedado atrapados en cientos de negativos. En esta colección encontramos las imágenes de una excursión familiar a la isla. Era un destino exótico y cercano, al alcance de unos pocos propietarios de embarcaciones. Gracias a estas fotografías, datadas en las primeras décadas del siglo XX, podemos comprobar el deterioro de las casas del pueblo, así como el aspecto de la puerta de San Rafael que comunica la ciudad y el campo, y una curiosa imagen espontánea de unos juegos en la Plaza Grande.

Juegos en la plaza 1929. Colección Senante-Lamaignere. A.M.A.
Grupo familiar en Tabarca 1929. Colección Senante-Lamaignere. A.M.A.
Puerta de San Rafael 1929. Colección Senante-Lamaignere. A.M.A.

La última incorporación de fondos ha sido la de Francisco Ramos, se trata de una colección de vidrios estereoscópicos, datados en el primer tercio del siglo XX, con vistas de Alicante, pueblos de la provincia, ciudades de España y Europa. Nueva Tabarca aparece en varias instantáneas, como una curiosa visión de las cuevas y la muralla realizada desde una embarcación y otra panorámica de la iglesia desde el llamado Port Vell. Conviene recordar que la técnica de la fotografía estereoscópica surgió a mediados del siglo XIX. Tras un periodo inicial de rápida expansión, decayó en las últimas décadas para cobrar nueva fuerza en los primeros años del siglo XX. Mediante una cámara con dos objetivos se obtenían dos imágenes, que observadas con un visor especial proporcionaban una sensación de relieve.

Muralla y cuevas 1925. Colección Francisco Ramos. A.M.A.
Muralla 1925. Colección Francisco Ramos. A.M.A.

La celebración del Quinto Centenario de la ciudad de Alicante en 1990 produjo una eclosión de exposiciones, publicaciones y recopilación de fondos gráficos. Un importante fruto de esta conmemoración fue la adquisición de los fondos del reconocido fotógrafo Francisco Sánchez Ors [Para más información sobre este fotógrafo consultar LINARES ALBERT, Santiago, "A la recerca de Paco Sánchez"en Els poetes de la llum, Alicante, Foguera Port d’Alacant, 2001, pp. 14-49.También es interesante la visión de Sánchez en relación con la cultura de su tiempo proporcionada porBONET CORREA, Juan Manuel, "Alicante moderno: de Azorín al Hotel Gran Sol", en Alicante moderno 1900-1960, Alicante, Diputación Provincial, 2012, pp. 11-56]. Varios millares de negativos y positivos, fruto de su labor profesional, que abarcan desde los inicios del siglo XX hasta su fallecimiento en 1974. Paisajes urbanos y humanos sin los que no se podría entender nuestra historia. Sánchez realizó distintos reportajes en Nueva Tabarca, siendo muy interesantes los datados en la década de los años cuarenta del pasado siglo. Junto a vistas generales y motivos arquitectónicos de la población encontramos unas estupendas fotografías de los pobladores de la isla. Imágenes de pescadores con ropas humildes y rostros envejecidos, sobre el fondo de unas casas de fachadas deterioradas. Niños que ayudan en las tareas de la pesca y unas mujeres casi ocultas en sus ropas oscuras. Sánchez en ocasiones baja su cámara para dar más importancia al retratado. Los blancos, negros y grises se adaptan perfectamente a los temas fotografiados. Terminamos el repaso con una instantánea a contraluz, realizada en los momentos del atardecer tan característico en la isla, el fotógrafo juega con la textura rizada del mar y la presencia de una barca a la que Sánchez "esperó" para disparar su cámara.

Grupo en la puerta de una vivienda 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.
Contraluz en el atardecer 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.
Niños ayudando en las tareas de la pesca 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.
Puerta de San Rafael 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.

Eugenio Bañón Rodes [Ver OLIVER JAÉN, Antonio, "Eugenio Bañón, treballador de la fotografía" en Els poetes de la llum, Alicante, Foguera Port d’Alacant, 2001, pp. 102-131] formó parte de una generación de fotógrafos alicantinos de mediados del siglo XX junto a Francisco y Salvador Sánchez, Gregorio Hernández "Goyo", Nicolás Collado, Rafael Llorca y José Luis Giménez "Tanito", imprescindibles en la historia fotográfica de Alicante. Eugenio Bañón realizó infinidad de reportajes de distintos paisajes de la provincia, demostrando una exquisita sensibilidad en sus composiciones. De marzo de 1958 data una serie fotográfica dedicada a la isla, de la que hemos seleccionado algunas imágenes de la zona no habitada, el llamado Campo, con el faro y la torre de San José como elementos característicos. Finalizamos el recorrido con una vista de la puerta de San Gabriel, frontera de piedra entre la población y la antigua cantera, con la inscripción que nos recuerda el proyecto ilustrado de Carlos III.

Puerta de San Gabriel 1958. Foto Eugenio Bañón. A.M.A.
El Campo 1958. Foto Eugenio Bañón. A.M.A.

Con estas últimas referencias culmina nuestro repaso a las distintas fuentes documentales relativas a este pequeño archipiélago. Hemos pretendido dejar de manifiesto la oportunidad que se brinda a nuevas investigaciones, que permitan un mejor acercamiento y profundización en el conocimiento de esta pequeña y singular partida de la ciudad de Alicante.


BIBLIOGRAFÍA

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  • AA. VV. Els poetes de la llum, Alicante, Foguera Port d'Alacant, 2001.
  • BENDICHO, Vicente, Crónica de la Muy Ilustre, Noble y Leal Ciudad de Alicante, Alicante, Ayuntamiento, 1991.
  • CUTILLAS BERNAL, Enrique, Crónica de la muy ilustre ciudad de Alicante, Alicante, Ayuntamiento, 2003.
  • FRESNAU SAORÍN, Agustín, El Archivo Municipal de Alicante, Alicante, Ayuntamiento, 1971.
  • FIGUERAS PACHECO, Francisco, Geografía general del reino de Valencia. Provincia de Alicante (tomo IV), Barcelona, Alberto Martín, 1920.
  • GONZÁLEZ ARPIDE, José Luis, Los tabarquinos, Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2002.
  • LLORENS ORTUÑO, Susana, Catálogo de mapas, planos, dibujos y grabados (1630-1970). Archivo Municipal de Alicante, Alicante, Ayuntamiento, Concejalía de Educación, 2001.
  • LLORENS ORTUÑO, Susana; LINARES ALBERT, Santiago; MEDINA RAMOS, Agustín, Miradas inéditas de la ciudad de Alicante. Volumen 1. Colecciones fotográficas del Archivo Municipal de Alicante, Alcoy, Ediciones Tívoli, 2009.
    - "Archivo Municipal de Alicante", Canelobre, 58 (2011), pp. 221-231.
  • MARTÍNEZ MORELLÁ, Vicente, Matrícula de los Tabarquinos rescatados de Argel en 1769 y asentados en la isla de San Pablo de Alicante en 1770, Alicante, Ayuntamiento, 1970.
    - Inventario del Archivo Municipal de Alicante, Alicante, Ayuntamiento, 1973.
  • PÉREZ BURGOS, José Manuel, De Tabarca a Nueva Tabarca. Una singular historia en un mar de comerciantes, piratas y soñadores, Alicante, Ayuntamiento, 2007.
    - "Semana Santa en Tabarca", Revista Oficial de Semana Santa, (2008), pp. 69-73.
  • RAMOS ESPLA, Alfonso, La reserva marina de la Isla Plana o Nueva Tabarca, Alicante, Ayuntamiento, 1985.
  • RAMOS FOLQUÉS, Alejandro, La isla de Tabarca, Alicante, Ayuntamiento, 1974.
  • VIRAVENS Y PASTOR, Rafael, Crónica de la muy ilustre y siempre fiel ciudad de Alicante, Alicante, Ayuntamiento, Banco de Alicante, 1989. Edición facsímil.

Nueva Tabarca en el PGOU

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El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) define la normativa urbanística como instrumento básico de ordenación integral del territorio de uno o varios municipios, a través del cual se clasifica el suelo, se determina el régimen aplicable a cada clase de suelo, y se definen los elementos fundamentales del sistema de planeamiento urbanístico o planificación urbana del municipio en cuestión.

El planeamiento urbanístico o planificación urbana es el conjunto de instrumentos técnicos y normativos que se redactan para ordenar el uso del suelo y regular las condiciones para su transformación o, en su caso, conservación. Comprende un conjunto de prácticas de carácter esencialmente proyectivo con las que se establece un modelo de ordenación para un ámbito espacial. Está relacionado con la arquitectura y la ingeniería civil en la medida en que ordena espacios. Debe asegurar su correcta integración con las infraestructuras y sistemas urbanos. Precisa de un buen conocimiento del medio físico, social y económico que se obtiene a través de análisis según los métodos de la sociología, la demografía, la geografía, la economía y otras disciplinas.

La última revisión del PGOU del término municipal de Alicante, según se puede consultar en la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento, se encuentra en 2.ª Aprobación Provisional, de fecha 31 de mayo de 2010. Como parte de dicho término municipal, obviamente queda contemplada Nueva Tabarca, en las distintas facetas que el Plan recoge y que vamos a revisar, tanto en lo que concierne a la Ordenación Pormenorizada, como al Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos y su anexo de Yacimientos Arqueológicos.


Plan General del T.M. de Alicante.
Ordenación Pormenorizada

Integra los números de plano OP-33 y 34 de enero de 2010, que me he permitido fundir en uno para su mejor consulta.



Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos

Las fichas de este catálogo, aparte del número que les corresponda, se han identificado conforme a la siguiente nomenclatura, y según tres clasificaciones.

Según el grado de protección:
B - Bien de Interés Cultural (BIC)
L - Bien de Relevancia Local (BRL)
I - Protección Integral
P - Protección Parcial
A - Protección Ambiental
Según su situación:
N - Núcleo Histórico
C - Casco Urbano
R - Rústico
Según la tipología:
C - Civil
R - Religioso
M - Militar
O - Otros
P - Paseo / plaza / zona verde

BIC (Bienes de Interés Cultural)

CONJUNTO HISTÓRICO ISLA DE TABARCA
Ficha B.05.N.C.


En 1760 se plantearon las primeras propuestas de fortificarla. Fue Fernando Méndez de Ras quien proyectó un trazado completo de ciudad, con fines militares y también para albergar a los italianos rescatados por Carlos III. Ese proyecto se ejecutó sólo en parte. Los diferentes baluartes estructuran el recinto, que se abre con tres puertas: la de San Miguel o de Alicante al norte, la de San Rafael o de Levante al este, y la puerta de San Gabriel o Trancada al oeste. Fuera del recinto se levantó la torre de San José, de planta cuadrangular.

Dos ejes principales de N-S y E-O, este último es de mayor longitud, y configura la c/ Mayor desde la puerta de Levante a la Tracanda. Se constituye como eje funcional del poblado. En el cruce se sitúa la plaza Mayor Carolina. La iglesia es la imagen simbólica principal de la isla como contrapunto a la estricta funcionalidad militar y el uso utilitario de las viviendas. Las manzanas son rectangulares, formadas por hileras de casa con un corral, la mayoría están muy transformadas.

El abandono de la isla durante décadas ha producido su degradación, paliada por actuaciones públicas en el faro, el istmo del puerto, la muralla, la Casa del Gobernador y la antigua almadraba.


TORRE SAN JOSÉ - ISLA TABARCA
Ficha B.33.R.O.


La torre de San José se ubica en el margen sur de un ramal del camino que atraviesa El Campo, de la parte mayor de la Isla de Nueva Tabarca, en dirección desde el poblado fortificado hacia el faro y el cementerio. Este edificio no forma parte ni del conjunto de torres vigía levantadas en la costa mediterránea española por los Austrias en el siglo XVI, ni del conjunto de casas-torre de la Huerta de Alicante. Se trata, más propiamente, de un pequeño fuerte militar para un destacamento de guardia, en situación exenta, situado en medio de la isla y alejado de las edificaciones que configuran el poblado fortificado de Nueva Tabarca, construido a finales del siglo XVIII para realojar a las familias de origen genovés que habitaban la isla de Tabarka, emplazada frente a las costas de Túnez. Tanto el nuevo poblado como este fortín, fueron mandados construir por Carlos III dentro de su programa ilustrado de fundaciones carolinas, al cual pertenecen otras muchas poblaciones y ciudades del territorio español. El escudo del monarca corona la puerta principal de entrada al mismo.

La Torre-Fortín es de planta rectangular y volumen tronco-piramidal. Se eleva sobre el suelo con los cuatro paramentos exteriores en talud de idéntica pendiente, y presenta tres niveles. El intermedio, o principal de ellos, está a casi 2,00 m del suelo exterior. El acceso original a la misma se encuentra en esta planta elevada, y se efectúa a través de una pequeña escalera, de un solo tramo y perpendicular a la fachada, en sustitución y simulación de un pequeño puente levadizo. Desde este plano noble se desciende a una planta inferior, a ras de suelo, o se accede a la planta más alta; desde aquí se puede alcanzar la terraza superior. Esta cubierta es plana y transitable. La planta rectangular presenta los cuatro muros perimetrales en talud, de modo que, al interior, se suceden tres plantas con similar distribución: seis estancias, casi cuadradas, dispuestas de tres en tres en cada una de las dos crujías interiores abovedadas. Cada una de estas seis habitaciones presenta una o dos ventanas al exterior, según ocupe la estancia posición en esquina o central. Los huecos de los dos niveles superiores, con dintel en arco escarzano, son de mayor dimensión que los del nivel inferior que son saeteras, algunas de las cuales están cegadas. La torre está rematada por una cornisa de molduración clasicista, y las bases de cuatro garitas cilíndricas en sus esquinas. También quedan restos del matacán sobre la puerta de entrada. Sus muros exteriores son de fábrica de sillarejo, con sillares en las esquinas y huecos.

El fortín o torre de San José fue objeto de diversos proyectos, incluso antes de que el ingeniero militar Fernando Méndez de Ras proyectara, en 1769-70, el trazado urbano de Nueva Tabarca, con su perímetro fortificado de murallas, sus baluartes, sus puertas y su iglesia. Este mismo ingeniero proyectó, en 1766, una torre de planta cuadrada y volumen prismático, a modo de castillo vigía de la costa y defensa de la isla, sin poblar por entonces. Tres años después redacta el proyecto para el poblado de Nueva Tabarca (rectificado en 1775) y se inician las obras de fortificación de la isla, no así de la torre. Las obras del poblado sufrieron varias suspensiones entre 1769 y 1790, fecha en la que se dieron por finalizadas, y en cuyo transcurso falleció el ingeniero autor y director (1782). Las ideas de fortificación de este militar para la isla fueron abandonadas, y en 1789 se decidió completar las defensas con la construcción de un par de torres exentas de las que finalmente sólo se levantaría la torre de San José. Aunque el encargo recayó en Baltasar Ricaud, quien proyectó un fortín silimar al actual pero mucho más fortificado (con tenazas y foso perimetral), también existe constancia de otro proyecto de torre circular de A. Ladrón de Guevara (1789). Las obras se iniciaron en 1790 y parece que finalizaron en 1792. El proyecto que finalmente se ejecutó es una variante del de Ricaud, y es obra del ingeniero militar Francisco Gilve Federichi.

El fortín de San José funcionó como destacamento de la tropa en la isla, y durante la guerra civil española de 1834-37 se utilizó como cárcel para presos políticos. A mediados del siglo XIX se pensó demoler, si bien, al final, parecía más rentable mantenerla en pie y destinarla al uso por el Cuerpo de Carabineros. En el siglo XX fue ocupada y utilizada como cuartel de la Guardia Civil, hasta su reciente abandono. En su entorno existe una plantación de chumberas de gran extensión, la cual quizás tenga su origen a principios del siglo XIX, por los productos que de las mismas se obtenían y la escasa agua que necesitan.


MURALLA - ISLA TABARCA
Ficha B.34.N.O.


El sistema defensivo de Tabarca se compone se una serie de elementos, partes indivisibles de una totalidad, cuyo fin era la defensa correlacionada de unas desde otras.A esto contribuye la doble distinción entre frente bastionado a la italiana en la cara norte, y el frente abaluartado en la cara sur, con elementos distintivos especializados en las defensas cruzadas de flanco. Es importante señalar que los antepechos eran a barbeta y no de acabado redondo como recientemente se hizo. La muralla presenta algunas ocupaciones recientes; si se prueba que son ocupaciones con derecho legal a la propiedad se recomienda que a medio plazo se gestione con los propietarios de los inmuebles afectados una recuperación del espacio del BIC, para proceder a su oportuna reintegración y recuperación del borde completo de la muralla, mediante los acuerdos oportunos que fueran procedentes, entre los que cabe señalar la concesión de suelo y explotación de alguna de las nuevas ofertas turísticas que este PEP propone en la cara sur.

Construida con fábrica de mampostería y ripiezón, recibidos con argamasa de cal y camisa exterior de sillería concertada de piedra caliza, extraída en su mayor parte del por ello denominado Islote de La Cantera. Espesores variables de las fábricas y adaptados a la función resistente ante los impactos las balas artilleras. Antepechos de barbeta. Buhardillas esquineras sobre cul de lamp, con base de sillería y garitas desmontables. Pavimentos continuos resistentes al desplazamiento de pesos rodados. Extradós hacia el mar, con cordón semicircular a la altura del arranque del antepecho.


BASTIONES - ISLA TABARCA
Ficha B.35.N.O.


Se ha señalado en más de una ocasión que los bastiones responden a la estructura defensiva más antigua que vemos en Tabarca, construidos precisamente en la zona norte, desde donde era menos probable un ataque marino importante debido a la proximidad de la costa. Estos bastiones responden a soluciones propias del Renacimiento, a base de grandes cámaras huecas, cañoneras de plazas altas, aunque cerradas, y murallas vacías de interconexión. Son de amplios ángulos de ataque, con poco desarrollo para la defensa de flanco, debido a su inoperatividad en el medio marino.

Construidos con fábrica de mampostería y ripiezón, recibidos con argamasa de cal y camisa exterior de sillería concertada de piedra caliza, extraída en su mayor parte del Islote de La Cantera. Espesores variables de las fábricas y adaptados a la función resistente ante los impactos las balas artilleras. Antepechos de barbeta. Buhardillas esquineras sobre cul de lamp, con base de sillería y garitas desmontables. Pavimentos continuos resistentes al desplazamiento de pesos rodados. Extradós hacia el mar, con cordón semicircular a la altura del arranque del antepecho. Bóvedas internas para las cámaras artilleras, con acabados continuos de argamasas bastardas de cal con acabados rústicos. Escasas cañoneras de flanco.


BALUARTES - ISLA TABARCA
Ficha B.36.N.O.


Se ha señalado en más de una ocasión que los baluartes responden a la estructura defensiva más progresista que vemos en Tabarca, construidos precisamente en la zona sur, desde donde era más probable un ataque marino importante debido a que dan frente al mar abierto. Estos baluartes responden a soluciones propias de siglo XVIII, crando grandes tenazas a base de bonetes dobles o redans épaule, muy vinculadas a la arquitectura francesa del momento. Son de arquitectura perpendicular, como corresponden a situaciones de defensa frente ataques lejanos.

Construidos con fábrica de mampostería y ripiezón, recibidos con argamasa de cal y camisa exterior de sillería concertada de piedra caliza, extraída en su mayor parte del Islote de La Cantera. Espesores variables de las fábricas y adaptados a la función resistente ante los impactos las balas artilleras. Antepechos de barbeta. Bóvedas internas para las cámaras artilleras, con acabados continuos de argamasas bastardas de cal con acabados rústicos. Escasas cañoneras de flanco.


REVELLÍN - ISLA TABARCA
Ficha B.37.N.O.


El revellín esta hoy alterado a causa de una reciente construcción autorizada frente a la muralla. Esta situación hace difícil hoy una reconversión rápida a su primitiva función, de receptáculo y de obstáculo a la vez en el acceso a la ciudad. Pero al menos, debería recuperarse esa función de bandeja, que se ofrecería a modo de plaza inclinada ante el principal acceso a la fortaleza. Por ello se recomienda que, a medio plazo, se gestione con los propietarios del inmueble citado una recuperación del espacio urbano, que actuaría como una gran patena de recibimiento a la ciudad, mediante los acuerdos oportunos que fueran procedentes.

Debajo del revellín se debe encontrar la mayor de las cisternas construidas en Tabarca.


PUERTA DE SAN RAFAEL - ISLA TABARCA
Ficha B.38.N.O.


Las puertas de una ciudad amurallada, además de su clara función de clausura en caso de necesidad, tienen también un alto contenido simbólico, en que no tienen poca parte las advocaciones emblemáticas a los ángeles porteros. Su individualidad exige que estos tratamientos sean muy cuidados, atendiendo al previo análisis de los componentes minerales de la roca que resultan sensibles a los aerosoles y sales marinos, situación que deberá efectuarse en laboratorios especializados con reconocida experiencia y solvencia es este tipo de trabajos. Fundamental es que recuperen las hojas de sus puertas, empotradas en sus goznes con ejes verticales de giro, hechas de madera maciza, con las típicas protecciones contra la quema, sugerida de forma sintética y no historicista. Esta puerta tendrá su pleno sentido cuando se pueda ver en su relación recíproca con el foso y revellín.

Puerta situada en el eje de simetría de la tenaza o frente del Príncipe. Construida con sillería, que se vertebra en un orden arquitectónico que hace de flanqueo al hueco de paso hacia a bóveda de cañón que atraviesa la muralla. Coronación con aterrazado plano. La puerta estuvo originalmente flanqueada por dos Cuerpos de Guardia construidos con estructuras abovedadas, de las que se conservan algunos fragmentos.


PUERTA DE SAN GABRIEL - ISLA TABARCA
Ficha B.39.N.O.


Fundamental es que recuperen las hojas de sus puertas empotradas en sus goznes con ejes verticales de giro, hechas de madera maciza, con las típicas protecciones contra la quema, sugerida de forma sintética y no historicista.


PUERTA DE SAN MIGUEL - ISLA TABARCA
Ficha B.40.N.O.


Fundamental es que recuperen las hojas de sus puertas empotradas en sus goznes con ejes verticales de giro, hechas de madera maciza, con las típicas protecciones contra la quema, sugerida de forma sintética y no historicista.


BRL (Bienes de Relevancia Local)

IGLESIA - ISLA TABARCA
Ficha L.31.N.R.


El templo de San Pedro y San Pablo tiene una planta de iglesia-cajón con cuatro capillas excavadas a cada lado de la nave. La disposición de su eje en la dirección canónica E-O, hace que su alzado lateral sea el que dé frente a la vía transversal que arranca de la cruz de calles de la plaza mayor; situación que convierte a la portada lateral del templo, en el lado de la Epístola, en la de más entidad, desde el punto de vista urbano. El alzado principal, sin embargo, recayente sobre el bastión de la Concepción, queda algo marginado, a pesar de su mayor énfasis arquitectónico. La sillería y, sobre todo, las molduraciones de estas portadas y de las ventanas cuoriformes o polilobuladas, está muy degradada, y ha recibido empastes con morteros de cemento que aún alteran más la apariencia de sus acabados. Los interiores, cubiertas y torreones se conservan en deplorable situación.


Protección Integral

FOSO - ISLA TABARCA
Ficha I.51.N.O.


El foso estuvo entre el revellín y la tenaza o frente de Príncipe, es decir, separándolo de la puerta de San Rafael, como parte integrante la de defensa de tierra. Su estructura fue la tradicional, de un vacío de sección trapecial, originado por las escarpas de las murallas que lo flanquean, pero después de su ejecución fue cegado con escombros y basuras. Recientemente se ha excavado una parte pequeña del mismo.


BÓVEDAS - ISLA TABARCA
Ficha I.52.N.C.


La variedad de bóvedas y arcos de sus estructuras de soporte, responden a la función de crean ámbitos de suministro y almacenaje, estables frente a las armas enemigas. Algunas de estas bóvedas responden a la ubicación de plazas artilleras enterradas, de las que se conserva algún boquete en la cara norte, que es necesario recuperar. Su estado de conservación es muy distinto, pudiendo afirmarse que las mayores y mejor conservadas son las de los bastiones de la cara norte, y las menores y peor conservadas, las de los baluartes y redans de la cara sur.


CASA DEL GOBERNADOR - ISLA TABARCA
Ficha I.53.N.C.


La Casa del Gobernador actual responde a un crecimiento en dos etapas sucesivas, que se inician con un primer cuerpo rectangular con estructura en tres crujías paralelas, al que luego se añadieron dos cuerpos saliente por la cara norte, hasta conformar la forma actual de la planta en U, con entrada al fondo flanqueada por los dos brazos.


FALSABRAGA - ISLA TABARCA
Ficha I.54.N.O.


Plataforma heptagonal irregular, con entrada simétrica y salida asimétrica, construida con mampostería y argamasa de cal. Posiblemente su relleno sea de ripiezón compacto sobre tongadas de argamasa de cal. Frente perimetral protegido por antepecho de mampostería, con altura que hubo de ser del orden de unos 4 pies. Se une a la puerta de San Gabriel por un puentecillo con un diminuto foso.


FARO - ISLA TABARCA
Ficha I.55.R.C.


Este faro responde a la tipología con basamento cuadrado y torreta central, con escalera que conduce a la linterna superior. Su función reclama una situación de edificio exento, vocación que debe mantener, aun cuando en la zona de El Campo pudieran surgir otras expectativas.

Núcleo del torreón del faro, a base de una gruesa caña cuadrada de mampostería que encierra la escalera de subida a la linterna, rodeado por un cuerpo bajo cuadrado perimetral con ocho dependencias secundarias, compartimentadas por tabicones, que siguen las líneas de la geometría fundamental de la planta. Esquinas exteriores y huecos protegidos con encadenados de sillería alterna y fondos planos con revocos continuos blancos. Carpintería abatible de madera, y de cerrajería en la protección perimetral de la linterna. Podium escalonado de tres peldaños, sobre el que se alza el faro.


CUEVA DEL LOBO MARINO - ISLA TABARCA
Ficha I.56.R.O.


Esta cueva natural excavada por el mar en la cara sur de la isla, con su pequeña playita interior y aguas cristalinas, debe permanecer sin manipular y sin facilitar los accesos directos desde tierra. Su encanto y privilegiada situación debe estar reservada a los amantes de la naturaleza que accedan a ella desde el mar, sin medios mecánicos ni artificiales.
Espacio natural abierto por el mar en la cara norte de la isla, entre la tenaza de San Fernando y el Castillo no construido de San Carlos. Penetra unos 30 m, a nivel ± 3 m en relación al nivel medio del mar, acabando en una playita interna.


ISLOTE DE LA CANTERA - ISLA TABARCA
Ficha I.57.R.O.


Este islote, situado en el extremo de poniente de la población de Tabarca, fue del que se extrajo parte de la piedra utilizada en la construcción de los edificios del siglo XVIII. Allí se pueden ver aún los cortes de los lechos de cantera, de una caliza amarillenta muy porosa y poco compacta.

Suelo natural, con las señales y marcas de haber servido de cantera para le extracción de piedra durante la ejecución del poblado.


ISLOTES - ISLA TABARCA
Ficha I.58.R.O.


Estos islotes, situados en torno a la isla, son de naturaleza agreste y de pequeña entidad, sobresaliendo como picachos de distinta magnitud y altura sobre el nivel de las aguas, quedando otros a ras o algo por debajo, creando bajos peligrosos para la navegación deportiva.

Peñascos naturales que emergen del fondo marino. Estado natural.


FONDOS MARINOS - ISLA TABARCA
Ficha I.59.R.O.


Suelo natural. Restos dispersos de pecios, sobre todo por la zona de Cabo Falcó. Substrato nutriente de las colonias de algas.


RESERVA MARINA - ISLA TABARCA
Ficha I.60.N.O.


Comprende un rectángulo que rodea a la isla de Tabarca y sus islotes, de 1.000 Ha de superficie, dividido en tres zonas con ordenación diferenciada. El fondo marino es variable, pues oscila entre los 40 m hasta cotas por encima del nivel del mar, correspondientes a las distintas altimetrías de las islas e islotes que conforman y rodean a la Isla de Tabarca. Los vértices de la envolvente externa están señalizados con balizamiento amarillo, con espeque provisto de una marca con un aspa, en conformidad con las normas de la AISM. A cada una de las tres zonas definidas les corresponde un tipo de protección:
I.- Área de Reserva Integral.
II.- Área de Acceso Limitado.
III.- Área de Libre Acceso.
En las que quedan prohibidos, con independencia de las propias limitaciones de la declaración, la instalación de nuevos emisarios submarinos para la eliminación de vertidos de aguas fecales o industriales, a menos que sus bocas de emisión disten más de una milla del punto más próximo del área declarada. Tampoco se podrán verter escombros ni materiales de desecho.


Protección Parcial

CASA DEL CURA - ISLA TABARCA
Ficha P.74.N.C.



Construida detrás de la iglesia, con la que se comunica a través de dos pasos laterales que hay junto al presbiterio. Una escalera central comunica verticalmente las distintas plantas.

Muros de carga de mampostería, recibida con argamasa de cal. Forjados horizontales.


ALJIBES - ISLA TABARCA
Ficha P.75.N.O.


La inexistencia de dotación ni posibilidad directa de conseguir agua potable en la isla de Tabarca, obligó a Méndez de Ras a proyectar y ejecutar siete cisternas abovedadas, con una compleja red de recogida de aguas pluviales desde cubiertas y de arrastre. La recogida de aguas pluviales se hacia mediante bajantes, empotradas en paramentos que recogían el agua de un canalón empotrado sobre el muro de fachada. Las aguas de arrastre iban por atarjeas de piedra, abiertas en el eje de las calles, pero desgraciadamente esta parte del sistema se ha destruido casi en su totalidad.

Los aljibes no se han podido visitar por su interior, pero no deberán ser anulados ni cegados con escombros, sino dejarlos como muestras de un sistema de abastecimiento que podría ser reutilizado, al menos en parte. El más interesante de todos, puede que sea el aljibe que se construyó debajo del revellín, porque en los planos aparece como una estructura abovedada con dos filas de cuatro bóvedas vaídas, sobre pilares cuadrados. Por su previsible cota, es fácil relativamente su recuperación para cualquier uso público, tras la ejecución de las catas previas para evidenciar su existencia real.

Estructuras enterradas abovedadas. Posiblemente los aljibes mayores estarán dotados de machones de apeo intermedios.


ESCUELA - ISLA TABARCA
Ficha P.76.N.O.


Arquitectónicamente tiene poco interés pero, en cambio, debe considerarse su función de acompañamiento urbano tras el presbiterio de la iglesia, que da un mayor énfasis al cuerpo del conjunto de edificaciones que forman la iglesia, la casa del cura y la escuela, cuando se llega a Tabarca por mar desde el continente. La neutralidad y rigor geométrico de sus huecos neutraliza, por otro lado, su presencia cercana.

Muros de carga de mampostería, recibida con argamasa de cal. Forjados horizontales. Huecos verticales con carpinterías de madera. Acabados con revocos rústicos de argamasas de cal.


PUERTO ANTIGUO - ISLA TABARCA
Ficha P.77.N.O.


De los tres elementos que conforman el proyecto del puerto antiguo, el Embarcadero del Empalmador, emplazado sobre un saliente natural de la isla, situado junto al bastión del Príncipe, en donde el mar tenía profundidad suficiente para las galeras del siglo XVIII, pero que hoy está colmatado, quedó a medio ejecutar; el segundo debía ser un muelle proyectado enfrente, con salida de un espigón de unas 120 varas, que no fue construido; y el tercero, una pequeña terraza dejada delante de la puerta de Alicante, que podía actuar como varadero donde calafatear los barcos, y en la que se podían hacer reparaciones menores. Solamente esta terraza inclinada es recuperable, con función de explanada y pequeña área de baño, situada junto a esta salida de la muralla, para enfatizar la principal entrada de comunicación con el continente desde lo que quiso ser pequeño puerto marítimo, en contraste con la puerta de San Rafael, abierta al territorio, que la convertía en la zona más vulnerable.


POLVORÍN - ISLA TABARCA
Ficha P.78.N.O.


El polvorín es una estructura enterrada que conviene recuperar, previa comprobación de su existencia mediante catas o sondeos, no sólo por lo que representa su estructura, sino también porque da mayor sentido al vial perimetral que se ha planteado por el borde externo de la cara norte de la muralla.


CUERPOS DE GUARDIA - ISLA TABARCA
Ficha P.79.N.C.


Los cuerpos de guardia ofrecen dos tipos de estructuras:
a) Cuerpos de Guardia de la puerta de San Rafael: espacios abovedados con sillarejo y ripiezón, recibidos con mortero de cal, con apeos sobre muros o sobre machones cuadrados.
b) El Cuerpo de Guardia cercano a la puerta de San Miguel es más simple y ofrece esta solución: edificación rectangular de fábrica de mampostería, con pórtico delantero de tres arcos.
Los acabados generales eran análogos: revestimientos con revocos de arena y cal. Pavimentos originales: posiblemente de argamasas batidas de arena y cal, sobre suelo compactado.


Protección Ambiental

ISLA TABARCA - CALLES PRINCIPALES
Ficha A.309.N.C.


Las calles de dirección E-O coinciden prácticamente con los proyectadas por Méndez de Ras, y no requieren más que de un tratamiento de acabado superficial, tras la ejecución de los distintos servicios urbanos que hay que enterrar en conducciones fácilmente registrables: electricidad, teléfono, redes de alumbrado publico, agua potable y alcantarillado de pluviales y aguas residuales.

Partiendo de las líneas de rasante que se dan en los planos, ajustando el terreno a las necesidades de una evacuación correcta, y a la ejecución de una red de recogida de aguas pluviales por rejillas colocadas en los ejes de las calles, se eliminará el problema de las entradas de aguas de lluvia en algunas viviendas. Esto permitirá la eliminación de los fragmentos de aceras, y dar un tratamiento homogéneo y continuo a toda la ciudad.

El pavimento se plantea a base cantos rodados, entre bandas de piedra caliza apomazada de 40 y 20 cm de anchura, formando recuadro, con lo que se facilitarán todos los procesos de reposición, sin que queden las desagradables muestras de los parcheos que, por causas diversas, obligaran a levantar alguna zona del pavimento público en etapas futuras.


ISLA TABARCA - VIVIENDAS TIPO
Ficha A.310.N.C.


Las viviendas tipo originales que se conservan en Tabarca, aunque alteradas, se encuentran en su mayor parte con fachadas abiertas al gran espacio que hoy forma la plaza Mayor. Son viviendas de dos plantas y media, construidas sobre solares de unos 50 m2, con estructura portante a base de cuatro muros de carga, construidos con sillería, paralelos a la calles, que formas tres crujías de anchos desiguales. Las cubiertas son de teja a dos aguas, con vertientes desiguales, recogiéndose las aguas pluviales en canalones dispuestos sobre el muro de fachada, luego conducidas por bajantes empotradas en los muros, que acababan vertiéndolas a las vías públicas.

La estructura de las fachadas principales es muy simple, a base de tres huecos por vivienda: dos en planta baja, puerta y ventana, y otro abalconado en planta superior.


ISLA TABARCA - PLAZA MAYOR
Ficha A.311.N.C.


La plaza quedó sin conformar, según el proyecto original de Méndez, por haber quedado sin construir el anillo de edificaciones y pórticos perimetrales, que debían de haber albergado las viviendas y tiendas de pequeños comerciantes. Eso ha dado lugar a una plaza sin escala. Sus accesos debían de haberse hecho: unos, según los ejes de la cruz de calles, y otros diagonales, y todos según una rigurosa simetría múltiple. Estos accesos debían de ser abovedados, y el pórtico perimetral al que abrían los comercios, a base de secuencias de bóvedas de arista, según parece desprenderse de los planos del proyecto original.

En las cuatro esquinas se ubicaron los brocales de los cuatro aljibes.


ISLA TABARCA - PLAZA DE ARANDA (CARLOFORTE)
Ficha A.312.N.C.


La plaza de Carloforte no coincide con el emplazamiento original de la plaza proyectada, que iba a estar dedicada al Conde de Aranda, porque aparece desplazada el ancho de una manzana. Inicialmente se diseñó como una plaza pasante con una cruz de calles. Hoy es un espacio mal tratado y amorfo, que precisa un tratamiento de ordenación coherente con su función principal, que es la de vestíbulo de la ciudad, cerrada en sí misma. El tratamiento a seguir obedece, en parte, a su vocación formal primera y, en parte, da una respuesta homogénea con el trazado planteado en la plaza Mayor, repitiendo los mismos módulos y análogos sistemas organizativos, en materiales, texturas, disposiciones y usos.


ISLA TABARCA - PLAZA DE BAILLENCOURT
Ficha A.313.N.C.


Hoy es un espacio residual, bajo el que se instaló hace años una pequeña estación depuradora, resultante, como otros, de la no terminación del proyecto de Méndez. Allí debía de estar el Ayuntamiento y, lo que desde el punto de vista arquitectónico es más importante, un juego de tres simetrías dobles, distintas por cada parte del bloque, que iba a albergar al edificio comunal, debido al desplazamiento en paralelo de los dos ejes de simetría que a él confluyen desde la ciudad y desde la isla de La Cantera. La primera de estas simetrías tiene por eje el de la calle mayor: esta vía termina en un espacio simétrico, con una pared al fondo y dos pequeños edificios laterales destinados a equipamientos (aseos, kioscos, etc.). La segunda simetría lo es respecto al eje del edificio que iba a ser Ayuntamiento, hoy equipamiento, con dos frentes ciegos desde su acceso por levante. La tercera simetría está en la cara opuesta y con el mismo eje, ahora a través de un doble pórtico abierto, reintrepretado con los mismos módulos cúbicos de madera baquelizada que hemos proyectado para las demás plazas. Estas ideas de pura geometría, son las que se recogen en la propuesta del esquema de tratamientos dados, en coherencia compositiva con las de los otros espacios urbanos que requieren restituciones ideográficas.


Yacimientos Arqueológicos

SISTEMA DEFENSIVO DE LA ISLA DE TABARCA
Ficha YA-66 / Código 243 / T-005


Cortina amurallada escarpada con cordón y antemuro, con zonas abovedadas internas. Con bastiones con ángulo de ataque muy abierto, en cuyas esquinas hay buhardas de piedra o madera, y se reparten cañoneras por toda la terraza. La muralla está revestida con materiales no muy duros.

Existen tres puertas de acceso: la puerta de San Rafael o de Levante, al E, protegida por un revellín triangular, es de orden dórico, articulada con pilastras lisas que apean un arquitrabe muy sencillo, en el que queda diluido el entablamento, y el paso se formula a través de un arco rebajado; la puerta de San Gabriel o de La Trancada, al O, se conformó como un cuadrado articulado con pilastras toscanas, que no apean ningún tipo de frontón, posiblemente porque se quedó sin terminar, y el paso se realiza bajo un arco rebajado, tiene un acceso protegido por un pequeño revellín o contramuro en tenaza simple, de planta poligonal, figurando en la puerta la inscripción conmemorativa CAROLVS III HISPANIARUM REX FECIT EDIFICAVIT; y la puerta de San Miguel o de Alicante, que se trata de una poterna mirando al O desde el flanco de bastión del Príncipe, no tuvo ninguna protección externa, y sobre esta puerta se situó uno de los bastiones más importantes de la ciudad, se hizo en orden rústico almohadillado con unos capiteles hoy perdidos, que apeaban unos pulvinos muy desdibujados, sobre los que arranca un sencillo frontón curvo, vertebrado a modo de peineta.

La torre de San José, fuera del recinto amurallado, es una sólida construcción de planta cuadrada, con cuerpo en forma de pirámide truncada, con cubierta de terraza plana y una altura de 27,5 m. Consta de tres pisos. Tiene un patio y habitaciones para cárcel y alojamiento de tropas; se sube por una escalera de cantería interceptada por un puente levadizo. Sobre la puerta de entrada aparecen los escudos de las armas reales. Tiene en su fachada ventanas con rejas de hierro, y el fuerte está coronado con baterías a barbeta que lo circundan por sus cuatro frentes, mostrando en sus ángulos garitas volantes.


CASA DEL GOBERNADOR DE TABARCA
Ficha YA-67 / Código 130 / T-002


Inicialmente estaba proyectada esta residencia dentro del Castillo, pero cuando el 28 de abril de 1775 el Conde de Aranda mandó paralizar las recién iniciadas obras de esa casa-fuerte, fue preciso buscar nuevo alojamiento al gobernador, por lo cual se acabó ocupando el solar de un edificio público que figura en los planos de 1775, más toda la franja de la manzana frontera, incluida la calle secundaria que había sin edificar delante de él, quedando pues ubicada la Casa del Gobernador en la zona meridional de la Isla de Tabarca.

Al no construirse el previsto Castillo, se realizó en cambio un edificio de menor tamaño, destinado en su planta baja a caballerizas, y habilitando el piso a la vivienda del gobernador y, eventualmente, al Ayuntamiento. Posteriormente fue agrandado al añadir dos alas con patio entre ellas.

El sistema constructivo y espacial corresponde a los tradicionales de la zona, en cerramiento recayente al patio, tiene una novedad tipológica que es la fábrica de ladrillo visto, en una fachada que es considerada como un cierre completamente postizo, destinado a realzar el interés representativo del edificio, donde la doble serliana constituye también una novedad compositiva en la arquitectura de la isla. Este edificio fue la primera agresión al trazado de la ciudad ideal que imaginó Méndez de Ras, pues es una edificación con planta en U, con el eje dominante en posición cruzada con el de todas las demás propuestas del plan, en la que se aprovechó parte de la edificación anterior.

A finales de la década de los ochenta del siglo XX, el estado del edificio era totalmente ruinoso, pero se procedió a su total restauración por parte del Ayuntamiento. Esta circunstancia hacía que el enlucido, sobre el que se encontraba un conjunto de graffiti, fuera a desaparecer. Por ello se procedió al calco, reportaje gráfico, así como extracción de este importante conjunto de graffiti, realizados todos ellos con técnica de incisión. En esta labor se encontraron considerables dificultades, ya que a las abundantes superposiciones se añadía la dificultad de la citada técnica de incisión, surgiendo casos donde la incisión apenas era perceptible.
La mayoría de los motivos encontrados se localizaban en torno a la escalera que daba acceso al piso superior, ya prácticamente inexistente en el momento de los trabajos de levantamiento, salvo dos motivos situados en la gran sala central del edificio, recubiertos en parte por una capa de enlucido que fue necesario eliminar, aunque no fue posible en su totalidad. Aparecían principalmente escenas de barcos, entre otras, de vital importancia, que aumentaron el Corpus de Graffiti del municipio de Alicante.

En conclusión se trata de un novedoso edificio en la isla, construido a finales del siglo XVIII, con un importante conjunto de graffiti de época también moderna, que junto a los ya hallados en la Casa Capiscol y en el Castillo de Santa Bárbara, conforman un destacado Corpus de Graffiti. Dimensiones: 401,82 m2.


TABARCA'99 - PUERTA DE SAN GABRIEL
Ficha YA-68 / Código 198 / T-003


Muralla moderna. Enterramiento. Línea de fosa de la muralla.


IGLESIA DE TABARCA
Ficha YA-69 / Código 347 / T-006


Una de las primeras construcciones que se levantaron en Tabarca, fue un oratorio o ermita, destinado al culto de los trabajadores en las obras de fortificación. Fue terminado el 28 de abril de 1769, justo cuando el obispo de Orihuela autorizó su bendición y el traslado del Santísimo.

La iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo se concluyó el 7 de diciembre de 1770, siendo consagrada el día siguiente, celebración de la Inmaculada Concepción, Virgen que fue declarada patrona de la villa, por ser coincidente con el día de la salida real del cautiverio. Su orientación en planta resulta canónica, es decir dispuesta con el ábside a levante y el acceso principal a poniente, era pues una iglesia-cajón con capillas laterales alveoladas, colocada en posición transversal al eje viario que llega desde la plaza mayor, por lo que la portada lateral adquiere mucho más significado urbano que la principal situada a los pies, mirando de lado al peto del gran bastión de la Concepción. Efectivamente, esta orientación creaba un problema de adecuación en el contexto, puesto que siendo uno de los remates del eje urbano, no ofrecía la fachada principal sino la lateral. Ello obligó a la realización de una segunda puerta situada en el lado sur; dadas las reducidas dimensiones del edificio, funcionalmente se hace innecesaria para el desenvolvimiento de las actividades y prestaciones interiores en su uso íntegramente litúrgico. Pero es estrictamente imprescindible desde la globalidad de la ciudad, que exige abrir un hueco justo en la incidencia con el eje principal, puerta que debía quedar enfrentada con la que en el otro extremo permitiría el paso al castillo.

La iglesia se debate entre los planteamientos barrocos con planta rectangular de base única y capillas laterales de caprichosa planta semicircular, con ábside semicircular y sin crucero. Su planta recuerda, según Viravens, a la del templo alicantino dedicado a la Virgen de la Misericordia, contándonos que en su presbiterio, hoy desnudo, hubo un tabernáculo y retablo sencillos. Este alzado está emparentado en su composición con el esquema ideado por Alejandro de Rez en la iglesia barcelonesa de la Ciudadela, y que desarrollaría algún precedente todavía más cercano, como el de la iglesia de San Felipe Neri en la misma Barcelona.

Los planos de 1775 representan el templo en perspectiva en las tres vistas de la villa. Allí se descubren algunas formas que no nos han llegado. En la cabecera del templo hubo proyectados dos campanarios, que arrancaban de la línea de cornisas, con proporción muy esbelta, casi cuádrupla, a base de un sotobanco quebrado, un pedestal y encima un orden arquitectónico completo, con columnas o pilastras esquineras que encuadraban un arco para campanas en cada frente; también sobre el arquitrabe se levantaba una balaustrada, tras la que se proyectó una linterna acabada en cruz o veleta.

La casa del cura y la escuela fueron construidos junto a la cabecera de la iglesia, con locales distribuidos a ambos lados de una escalera central. Por este anexo a la iglesia se accede a las bóvedas subterráneas del bastión de la Concepción. De este modo, en el exterior, la volumetría forma con la casa del párroco, inicialmente con tres plantas, con lo que casi igualaba la cornisa de la iglesia, un conjunto exento como propuesta eminentemente neoclásica, aunque el tratamiento de las fachadas tiene todavía rasgos barrocos.

La fachada de poniente es una superficie con doble curvatura, que vuelve a repetirse en el alabeo de la cornisa del remate, para disimular las pendientes traseras de la cubierta. Se crean unas tensiones hacia el centro, así como un juego de luces y sombras más inquietantes y dinámicas que las propuestas, que comienzan a esbozarse en el pórtico que rodea el vano de paso al interior.

Las ventanas polilobuladas, situadas en la parte alta del muro lateral, son de un patente formalismo, muy alejado de la mayor concreción racionalista de los huecos de la contigua casa parroquial. El acceso está enmarcado por un pórtico curvado, de manera que los laterales se despegan sobresaliendo del muro más que el centro, en un intento frustrado por establecer el envolvimiento ficticio sobre el posible espectador. Son estas contradicciones lo que hace de él un edificio paradójico, en contraste con el orden geométrico de la ciudad.


TABARCA
Ficha YA-70 / Código 60 / T-001


Lienzo de muralla y zapata de fundación / Muro rectilíneo perteneciente a un antiguo almacén de barcos / Almadraba / Área de inhumaciones de la Almadraba / Istmo y revellín / Torre de San José y aljibes / Yacimientos subacuáticos: Campo, Cap Falcó, Puerto Antiguo, etc. / Sistema defensivo del siglo XVIII / Aljibes y conductos del siglo XVIII / Foso del Revellín.


FARO DE TABARCA
Ficha YA-71 / Código 348 / T-007


El primer faro de la Isla de Tabarca fue proyectado por el ingeniero Agustín Elcoro y Berocíbar, en el año 1850. Posiblemente sufrió alguna modificación en el año 1867, ya que Varela Botella parece haber documentado un proyecto fechado en este año de José Laurent. Se instaló en él un aparato óptico de tercer orden, con lentes coloreadas sobre un carro de tejos o gales; se seccionaba con un aparato de relojería, con estabilizador dinámico de aletas, y la lámpara mecánica se encendía con aceite de oliva, pero luego fue sustituido por parafina y petróleo; todo este mecanismo fue comprado a la firma francesa Letoruneau por 111.016 pesetas. Llegó a tener un alcance de 15 millas y presentaba destellos espaciados cada dos minutos, como señal identificadora de la isla. Toda la obra de este primer faro fue concluida el 1 de junio de 1854. A partir de entonces, el faro sufrió sucesivas modificaciones. En mayo de 1916 fue sustituida la linterna por una lámpara eléctrica de incandescencia de vapor de petróleo, según el sistema Chance. Once años después fue cambiada la alimentación eléctrica, colocando un tambor dióptrico de 300 mm con destellador de acetileno accionado por válvula solar con acumuladores, dando entonces tres señales relampagueantes cada siete segundos y medio.

En 1971 se sustituyó el antiguo faro del siglo XIX por otro faro instalado en una torre cilíndrica de hormigón, con óptica catadióptrica de 400 mm, iluminada por acetileno. De nuevo en 1983 se reemplazó la instalación por otra de energía fotovoltaica alimentada por paneles solares. Finalmente, en 1989 se eliminó la torre adjunta de hormigón y se trasladó la linterna al viejo faro novecentesco.

En definitiva, el edificio consta de un cuerpo basamental cuadrado de 12,30 m de lado, en cuyo centro emerge telescópicamente la caña de la linterna, que sirve a su vez para albergar la escalera de acceso. Los cuatro alzados se articulan según tres ejes de huecos, con recuadraturas muy sencillas de piedra, mientras que en las esquinas se colocaron cadenas de almohadillado plano de caliza, aparejo que se repite vertebrando los huecos y paños centrales de la caña. Dimensiones: 12,30 m de lado.
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