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Tabarca, Isla de los poetas

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Salvador Rueda Santos (1857-1933), poeta
(Fondo de Fotografía Histórica de la FEDAC)

Fue el gran poeta modernista Salvador Rueda quien bautizó Isla de los poetas a nuestra alicantina Planesia o Nueva Tabarca, y lo hizo con motivo de su llegada a la misma por primera vez, permaneciendo en ella a instancias del ingeniero Antonio Sanchís Pujalte, si bien el viaje lo realizó por invitación de Gabriel Miró como así lo confesaría glosando su primera conversación con el escritor:
Nunca agradeceré bastante a la diosa casualidad haber tenido el honor de conocer en Madrid, en casa de Felipe Trigo, a Gabriel Miró.

Lo que corroboraría en otro momento con estas palabras:
A instancias de un gran espíritu, el de Gabriel Miró, pluma toda alma y luz, me decidí a conocer Alicante, que hoy es uno de los cultos religiosos de mi corazón.

La circunstancia determinante de la amistad entre los dos escritores fue el homenaje que el 15 de febrero de 1908 se rindió en Madrid a Miró por haber conseguido su novela Nómada el premio de El Cuento Semanal, fallado por un jurado compuesto por Ramón María del Valle Inclán, Pío Baroja y Felipe Trigo. El alicantinismo brotó en su sensibilidad al escuchar las encendidas palabras de Gabriel Miró durante esa primera entrevista que ambos sostuvieron en casa de Felipe Trigo.


Casa Museo de Salvador Rueda, Benaque (Málaga)

Salvador Rueda Santos (1857-1933), natural del malagueño caserío de Benaque, autodidacta que decía haber aprendido administración de las hormigas, música oyendo los aguaceros, escultura buscando parecido a los seres en las líneas de las rocas, color en la luz, y poesía en toda la naturaleza, fue estudiante de latín, monaguillo, jornalero, guantero, carpintero, corredor de guías del puerto de Málaga, pirotécnico, oficial primero del Cuerpo Facultativo de Archiveros Bibliotecarios y Arqueólogos, periodista en la Gaceta de Madrid y fecundo poeta. Tras su jubilación decidió aceptar la invitación y visitar la isla. Llegó a nuestra capital en la mañana del 22 de abril de ese mismo año de 1908, y al día siguiente, acompañado de Antonio Sanchís, Gabriel Miró y Emilio Costa, marchó a Tabarca, su mesa sagrada, como él mismo la denominaba, en la que descansaría largo periodo de tiempo, de la que trazó esta imagen pocos días después:
Tiene la isla la forma de una guitarra: lo que es pecho fórmalo el agrupado caserío con la iglesia, que parece, en lo alta y corpulenta, la clueca cerca de la cual se agrupan los polluelos o casas. La parte baja del instrumento contiene el faro, la torre y los trigales abiertos como áureos tostaderos a la luz del sol.
Y el boquete de la guitarra, que está en su cintura, es el cementerio. Cerca de él, grandes redes tendidas, maromas que cruzan, palos de barcos forman el cordaje del inmenso instrumento moro (...) Pues en el sitio mismo donde en esta gran vihuela de la isla está el amarradero de las cuerdas es donde vive y está a disposición de los alicantinos este devoto habitador del instrumento.

Soy, pues, una de las cuerdas de la guitarra.




En Tabarca escribió el libro Zumbidos de caracol, dedicado a Sanchís, y varios poemas alicantinistas como los titulados La ciudad de las palmeras, El regazo de Alicante y El viaducto de Alcoy, población ésta que conoció acompañado igualmente de Miró.

Rueda se enamora de nuestra provincia donde Dios se ha caído de cara, bautiza a Tabarca Isla de los poetas y dice desear poseer en ella un hotelito minúsculo, en que encerrar mi taller de poeta y estar mirando siempre a Alicante. Además de la poesía, Salvador Rueda nos dejó deliciosos retazos en los que plasma cómo era la vida en la isla y el talante de los tabarquinos:
Poetas, esta divina isla de Tabarca tiene su especialidad, su bandera, su insignia: sus guisantes. Tenemos magnífico reloj que da las horas; una torre con carabineros bien educados y amables, un faro con torreros simpatiquísimos y cultos; escuela de niños y escuela de niñas; alcalde sabedor de sus deberes; cura que es poeta y además santo; médico ilustrado; pastores y marinos. No hay albéitar.

A instancia del Diario de Alicante, dirigido por Emilio Costa, los ediles de nuestro Ayuntamiento le otorgaron el 26 de junio de 1908 el título de Hijo Adoptivo de Alicante, y se le regaló un terreno en la isla, en el que el poeta decidió construir su residencia.


Emilio Costa Tomás, director del Diario de Alicante

Dos días después y en la huerta alicantina, se le rindió un caluroso homenaje por iniciativa del Centro de Escritores y Artistas y el Ateneo Científico y Literario, a cuyo término el autor leyó el soneto Al Excelentísimo Concejo alicantino al nombrarme Hijo Adoptivo de la Ciudad, prueba de la gratitud de Rueda. Al citado homenaje asistieron, entre otros, los ya citados Gabriel Miró y Antonio Sanchís, el músico Óscar Esplá, los escritores Eduardo Irles, José Guardiola Ortiz y Julio Bernácer.

Poeta de trazos alegres y coloridos, nos dejó un precioso homenaje a la isla que le vio caminar en sus últimos años. Sólo él podía reflejar con su frescura, todo lo hermoso que tiene Tabarca. Y así el símil reaparece a ritmo de soneto en los primeros versos de su poema La Isla de Nueva Tabarca (22 de julio de 1912):
Isla gentil, que siempre te deseo,
de una guitarra tienes la figura,
donde se ata la larga encordadura
está la soledad de mi recreo.

Dibujada en mi espíritu te veo
igual que un instrumento de hermosura,
orlado de la mar por su bravura
que te azota con rudo bamboleo.

Para vivir, qué hogar tan venturoso,
para soñar, qué sitio tan dichoso,
para escribir, que mágico retiro.

¡Quién fuera el ancho mar, guitarra mía,
que retiene tu caja de armonía
como un inmenso estuche de zafiro!

Antología Poética de Salvador Rueda (TodoColección)

Publicado en Tiempo (AMA)

Viendo que la muerte no tardaría en llamar su puerta, se dedicó a redactar un curioso testamento:
Mis restos, metidos en una fuerte caja lo mismo de ancha por los dos extremos, sin clavarles la tapa, se pondrán sobre dos firmes soportes de madera en la habitación derecha de la fachada que mira al mar y a Alicante, donde he dormido, padecido y soñado buena parte de mi vida, no pudiendo nunca meter mis restos en tierra, pues, padeciendo de catalepsia, tengo infinito terror a lo cerrado y a la soledad. Ruego con todo mi corazón a las mujeres, hombres y niños de esta isla que tanto adoré que tengan un religioso respeto a mi tumba, en la cual no podrá nunca, bajo ningún pretexto, verificarse otro enterramiento que el mío. Deseo del digno sacerdote que vigilará el recinto, y al que le dejo una manda más arriba, que me acompañe un pájaro en una jaula, para seguir oyendo la divina armonía del mundo.

A pesar de todo y del ofrecimiento que le hicieron las gentes de Tabarca de permanecer allí con los gastos pagados, Salvador Rueda decidió vivir sus últimos días pobremente en su Málaga, hasta su fallecimiento en su humilde casita de La Coracha, cerca de la Alcazaba.


Gabriel Miró Ferrer (1879-1930), escritor

Recordemos para terminar otros textos de autores alicantinos referidos a la Isla de los poetas, comprobando lo acertado de la denominación que Salvador Rueda fraguó para este pedazo de tierra alicantina:

Magia en Tabarca. Prestar atención a la isla. Una isla de azul y de rosa. Una isla como un jirón de sutil cendal sobre el mar.
Azorín

La isla de Tabarca, que siempre tiene un misterio de azul de distancias, como hecha de humo, mostrábase cercana, clara, desnuda y virginal.
Gabriel Miró

La isla, lentamente, iba emergiendo del agua. Fue primero algo así como una hilacha longitudinal de algodón oscuro. Luego, la hilacha tomó consistencia y grosor. Ya era tierra (...) La parte central de la isla se presentaba hundida, sin relieve apreciable, como el lomo de un asno aplastado por el martirio de la carga.
Miguel Signes, Tabarca

La luna estaba en cuarto y en creciente
cuando te vi ya en luna convertida.
Alguien sintió en Tabarca que su herida
lo que siempre fue ayer era presente.

Bebí tu amor. El mar era la fuente,
y el mar era vivir con otra vida.
No tenía el amor otra salida:
nacido amor total y de repente.

Hoy eres lo que el mundo presagiara;
silencio al fin por si la luz naciera.
Sólo tú y yo soñamos cara a cara.

Para que amor o eternidad callara
preciso fue que el mundo amaneciera. 
El silencio y el mar. Tabarca entera.
José Albi, Nocturno en Tabarca


La Isla Luminaria, Rodolfo Llopis
(Estampa, 29 de enero de 1929, p. 17-18)

(Biblioteca Nacional de España)

De la Madonna dello Schiavo a la Virgen del Esclavo

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Cuando un medio de comunicación comete errores en la información que publica, suele ser debido a que ésta no ha sido debidamente contrastada. Cuando ese mismo medio publica reiteradamente errores a la hora de informar determinada noticia, la causa puede no estar ya sólo en dicho medio, sino en la fuente que ha emitido la información, bien porque ésta no ha sido todo lo correcta que debiera, bien porque no ha salido al quite del primer error publicado para subsanarlo, o bien porque no ha sido lo suficientemente concisa, clara y completa como para que el medio haya interpretado la información correctamente.

Pero cuando son todos los medios de comunicación que emiten una noticia los que cometen los mismos errores, de forma reiterada o no, la causa está inequívocamente en las fuentes de dicha noticia. Y esto ocurrió el pasado año en la primera representación de La Virgen del Esclavo en Nueva Tabarca, lo que podría conllevar cierta disculpa por aquello de ser la primera vez, pero ha vuelto a ocurrir en esta segunda ocasión, que además tiene vocación de perpetuarse en el tiempo. Y cuando se trata de la historia, de nuestra historia, connotaciones religiosas o legendarias aparte, la información ha de ser fidedigna y rigurosa, y debería además ser contrastada por los propios medios, a quienes igualmente hay que culpar, aunque en menor medida que a los promotores de la citada representación.


Es innegable que iniciativas como La Virgen del Esclavo están muy bien para reforzar el atractivo cultural y turístico de Nueva Tabarca, pero es imperdonable que sea a costa de importar historias foráneas, queriendo justificarse en un pasado remotamente común, cuando la propia historia de la isla es tan rica en sucesos y matices que no necesita ser reforzada por invenciones ni adaptaciones de leyendas marianistas de otras tierras. Tampoco es de recibo que la Diputación Provincial respalde y colabore con el evento, y no sea capaz de controlar la información que la entidad organizadora transmite a los medios.

Dada la afortunadamente extensa cobertura que los medios han dado a esta noticia, es imperdonable que se permita que en la prensa aparezcan afirmaciones e informaciones como estas:
...ha destacado la importancia de este evento, que pone en valor la historia y las tradiciones de un enclave tan importante para la provincia de Alicante como Tabarca y ha señalado que se trata de un evento cultural y lúdico-religioso que recrea los orígenes de la isla. (Información, 21 de agosto de 2012)

Se trata de una escenificación teatral que explica los orígenes de la población insular alicantina y la liberación de los esclavos tabarquinos por la supuesta intervención milagrosa de la citada Virgen.
(EuropaPress, 21 de agosto)

...historia que tiene ya más de 200 años y narra la liberación de los habitantes de la isla del cautiverio.
(.../...) ...este proyecto será, sin duda, símbolo de tradición y cultura para todos. (Las Provincias, 22 de agosto)

...participa en la obra interpretando a una reina mora, que aparece rodeada de un séquito de esclavos.
(Información, 22 de agosto)

La actriz vuelve a meterse en la piel de una reina mora en representación teatral de La Virgen del Esclavo, que escenifica los orígenes históricos de los habitantes de la isla.
(Información, 26 de agosto)

La isla de Tabarca volvió ayer tres siglos atrás en el tiempo para recordar sus orígenes.
(.../...) La obra rememora la leyenda que supuso a los tabarquinos la liberación de la esclavitud en 1798 de Túnez. (La Verdad, 26 de agosto)

En medio de la Plaça Gran de la isla está el trono de la reina mora, allí Sara Montiel recibe las ofrendas de sus esclavos que le entregan plantas, tiran pétalos y abanican con grandes plumas de pavo real.
(El Mundo, 26 de agosto)

Pues bien, ni estos fueron los orígenes de la isla, ni tiene nada que ver la Virgen del Esclavo con Nueva Tabarca ni con la liberación de sus habitantes, ni hay constancia histórica alguna de la supuesta "Reina Mora" (por muy Sara Montiel que la encarne), ni la liberación de los esclavos que fueron destinados a nuestra isla aconteció en 1798, como se afirma en la prensa. Así pues, arrojemos algo de luz a este lío, e intentemos que el amor propio haga que no se repitan estas tergiversaciones históricas en adelante, ya que lo hecho estos dos años, hecho está, y no tiene vuelta de hoja, ya que es improbable que se corrijan errores garrafales como estos en fechas inmediatas al evento.

Para empezar, se puede decir que en el Mediterráneo existen cuatro islas Tabarca: la Tabarka o Tabarqa tunecina, origen de todas las demás, situada frente a la costa de la ciudad de este mismo nombre, hoy unida al litoral por un pequeño istmo artificial; la ciudad de Calasetta, situada en la isla de Sant'Antioco, al suroeste de Cerdeña y unida a ésta por un istmo y un puente construido por los cartagineses; la ciudad de Carloforte, frente por frente a esta última, en la igualmente sarda isla de San Pietro, y cuyo municipio la ocupa por completo; y Nueva Tabarca, nuestra Isla Plana alicantina situada frente al cabo de Santa Pola o de l’Aljub.

Tabarka (Túnez)

Tratando de resumir esta historia, se puede decir que comienza con los hermanos Barbarroja y sus lugartenientes, que llevaban a cabo innumerables ataques piratas principalmente en las costas italianas y españolas, donde causaban numerosos destrozos y se llevaban cautivos para después canjearlos mediante rescate. Barbarroja se autoproclama rey de Argel, en 1534 conquista Túnez, y desde Trípoli hasta Orán se le someten el resto de pueblos, convirtiéndose en un formidable enemigo para España y los países ribereños. Ante tamaña amenaza, en 1535 el Emperador Carlos V (Carlos I de España) ataca y conquista Túnez, reponiendo al anterior rey, y en 1541 intenta conquistar la plaza de Argel para neutralizar los ataques corsarios, pero esta vez no tiene éxito y debe retirarse.


Cercana a la frontera entre Argelia y Túnez, en territorio tunecino, se encuentra la población de Tabarka, frente a la que está situada la pequeña isla del mismo nombre. Por esta situación estratégica, Carlos V la elige para construir un presidio custodiado por una guarnición de soldados, y como en sus inmediaciones existían ricos bancos de coral, el Emperador decide arrendarla a la familia genovesa de los Lomellini, firmándose el contrato en abril de 1540 para poder pescar coral en la isla tunecina, y a cambio España construye un presidio para quinientos hombres, fortificado y artillado, en el que siempre debía ondear la bandera española, de forma que España mantuviera una pequeña avanzadilla en esta zona.

Carloforte y Calasetta (Cerdeña, Italia)

La pesca del coral convirtió a la isla en una comunidad tan próspera que en el siglo XVII el número de habitantes empezaba a superar los límites de acogida. En 1738 el rey piamontés Carlo Emmanuelle otorgó a los tabarkinos permiso para poblar la isla sarda de San Pietro, cuya capital, en agradecimiento al monarca, pasaría a denominarse Carloforte. Pero peor suerte corrieron los que se quedaron en Tabarka, pues en 1741 la isla fue asolada por corsarios tunecinos que raptaron a más de 800 tabarkinos para ser vendidos en Túnez. Tras doce años de negociaciones y el pago de numerosos rescates, muchos de ellos recuperaron su libertad para iniciar una nueva vida en Calasetta, frente a Carloforte donde ya prosperaban sus hermanos.

Islas de San Pietro (izquierda) y Sant'Antioco (derecha), suroeste de Cerdeña, Italia

Nueva Tabarca (Alicante, España)

Pero no todos los esclavos tabarkinos tuvieron la misma fortuna y tuvieron que esperar a 1768, momento en que se da la coincidencia en el tiempo de dos acontecimientos dispares que marcaron la historia de la alicantina Nueva Tabarca y de sus habitantes: por una parte, el mencionado cautiverio de los tabarkinos en las cárceles de Túnez y Argel tras la toma de la Tabarka tunecina; y por otra, la necesidad del rey Carlos III de poblar la Isla Plana para evitar que fuera base de operaciones de los piratas berberiscos que asolaban la costa levantina, para lo que encargaría al Conde de Aranda la fortificación de la misma, pero sin éxito a la hora de conseguir que residiera alguien en la isla de forma permanente.


Así, el 5 de abril de 1768 el rey Carlos III firmó una orden que se transmitió a las tres órdenes redentoras: Trinitarios Calzados, Trinitarios Descalzos y Mercedarios. Dicha orden mandaba concertar un canje de cautivos argelinos por los españoles que habían quedado en Argel, sirviendo como mediador el embajador marroquí en España, Hamet Elgazel. El Conde de Aranda recomendó a Carlos III que, para apoyar la redención, se procediese al envío de cuatro navíos de guerra que hiciesen de escolta y actuasen a su vez como medio de intimidación. El 7 de octubre zarparon las naves San Vicente, San Isidro, Santa Isabel y la fragata Santa Teresa, además de una tartana. A los cinco días de navegación se encontraban en la bahía de Argel. El 26 de octubre los padres redentores saltaron a tierra, y procedieron al canje de 26 capitanes o patronos de barco a cambio de los arraeces argelinos. El resto se continuó según una norma establecida de un argelino por cada dos españoles. En esta situación apareció un temporal que obligó a los barcos españoles a levar anclas y dejar la bahía de Argel. Mientras, los padres redentores permanecían en tierra, encabezados por Fray Alonso Cano, para rescatar, esta vez pagando fuertes sumas de dinero obedeciendo las órdenes secretas dadas por el gobierno de Carlos III, al resto de los cautivos que poblarían Nueva Tabarca. La escuadra española regresó a la bahía de Argel el 23 de febrero de 1769, llevándose a cabo los últimos canjes tres días después. A la mañana siguiente embarcaron finalmente para España.

A su llegada a Alicante el 7 de marzo, donde permacerían unos meses para reponerse del viaje y las penurias sufridas, y adaptarse, se hizo un recuento de los habitantes de Tabarka, la célebre Matrícula de los tabarkinos que fueron destinados a poblar la Isla Plana, a la que llegaron el día 8 de diciembre de 1769, que a partir de entonces recibiría el actual y correcto nombre de Nueva Tabarca. 

La Madonna dello Schiavo

Pero la epopeya tabarquina aún tenía que ver un último episodio. Conforme se recoge en la Biblioteca Virtual Mercedaria, la ciudad de Carloforte en San Pietro sería sorprendida por 500 piratas tunecinos en la madrugada del 3 de septiembre de 1798. Éstos, después de desembarcar en la isla y vencer a los pocos soldados de la guarnición, invadieron las calles de la ciudadela y las casas de los habitantes que aún dormían. Entre escenas de ferocidad, de dolor y de desesperación de la población, por dos días saquearon la isla de San Pietro entera. Muchos habitantes lograron huir de la captura, escondiéndose en los campos o hasta simulando estar muertos. Entonces 933 carlofortinos, alrededor de la mitad de los habitantes, de toda edad y sexo, especialmente mujeres y niños, fueron hechos prisioneros, amontonados como bestias en sus naves y enviados a Nabeul, en Túnez, donde llegaron después de dos días de navegación. Allí los hicieron desfilar delante de la población local y luego vendidos en subasta, como mercadería. Comenzó para ellos, el 10 de septiembre de 1798, una dolorosa odisea. La situación de estos desventurados conmovió a las autoridades civiles de Cerdeña y especialmente a los mercedarios, que tomaron la iniciativa para lograr su liberación.

La suma pedida por cada cautivo era considerada enorme y absolutamente superior a las posibilidades de los pocos carlofortinos que escaparon a la captura, y del mismo Estado Sardo-Piamontés, reducido a muy mala situación económica por las guerras napoleónicas. Reunir los recursos necesarios para rescatar a estos desventurados fue empresa difícil y prolongada. Muchos cristianos se movilizaron en Italia y también en buena parte del resto de Europa. En modo particular se distinguieron los mercedarios que recorrieron todos los pueblos de la isla para recoger los fondos para la redención, ayudados en ello por los llamados "síndicos", obreros o hermanos de la redención, nombrados en cada población por el superior de la viceprovincia mercedaria de Cerdeña.

Iglesia de la Madonna dello Schiavo, Carloforte, isla de San Pietro, Cerdeña, Italia

Mientras tanto, los años pasaban y algunos cautivos habían muerto, de modo que en 1803 estaban reducidos a 783. Hacia el año 1800 un cautivo, llamado Nicolás Moretto, que gozaba de cierta libertad concedida por su patrón, encontró abandonado en la orilla del mar parte del mascarón de un barco que representaba una imagen de La Inmaculada, que él recuperó y luego se transformó en el soporte de la fe y en refugio y esperanza de todos los que estaban prisioneros. Esta estatua fue llamada posteriormente Madonna dello Schiavo (Virgen del Esclavo) y aún hoy es venerada en la iglesia de Carloforte, donde se le situó en un principio dentro de un arco de madera, en la que fue grabada una inscripción en tabarquino que recoge una oración a la virgen pidiendo la liberación.

Esta liberación llegó por fin en junio de 1803. El 24 de dicho mes, todos los cautivos rescatados fueron acogidos en el santuario de Bonaria, en Cagliari, de donde se trasladaron a la catedral para dar gracias al Señor. Concluidas las necesarias diligencias de la cuarentena, hacia finales de julio, los carlofortinos liberados tornaron a su isla.

"La Virgen del Esclavo"

Es decir, y volviendo al tema que nos ocupa, que habían transcurrido 31 años desde la llegada de los tabarquinos a Nueva Tabarca hasta el hallazgo de la Virgen del Esclavo en tierras tunecinas por los carlofortinos esclavos. ¿Dónde están esos orígenes históricos, esa redención de los tabarquinos alicantinos, esa reina mora que recogen los medios escritos y relacionan con la Virgen del Esclavo? En la imaginación de sus promotores que, o no quisieron o no supieron transmitir lo que una comisión de los que decían ser descendientes de tabarquinos originales, que en su día fueron a Carloforte, oyeron y supuestamente investigaron hasta que alguien pensó que no estaría mal exportarla y adaptarla. Que está muy bien, no deja de ser cultura y orígenes comunes, pero lo que no está bien es tergiversar la realidad para hacerlos propios, cuando nuestra isla tiene historia y tradición más que suficientes como para no necesitar importaciones algunas, ni culturales, ni folklóricas, ni religiosas.

Y llegado a este punto, no sin cierta mezcla de leyenda en la que no voy a entrar para no complicar todavía más esta historia, "La Virgen del Esclavo" representada este año en nuestras tierras por segunda vez el 25 de agosto, se desarrolla en seis actos interpretados en diferentes espacios de la isla, recorriendo buena parte de la población. Los tabarquinos muestran a través de las distintas escenas los artes y oficios que se han llevado a cabo en la isla los últimos casi 250 años.

Fotografías cedidas por Silvia Larrosa Samblás

Comienza con la introducción de la obra por una narradora, donde explica cómo Niccola encuentra la talla de una virgen, a la que a posteriori bautizarán como Virgen del Esclavo, y que propició que aquellos pescadores de la diáspora de la Tabarka tunecina obtuvieran la liberación del yugo de los moros. Así, Niccola coge la talla de la virgen y para en una fuente para dar de beber a su asno. Allí hay congregado un grupo de moros que le increpan por ello, haciendo reivindicación de su superioridad ante el esclavo, y le exigen que les enseñe lo que tan celosamente guarda entre sus brazos. Cuando éste les muestra la talla de la virgen, todos caen al suelo deslumbrados, momento en que Niccola aprovecha para ir a decirle a su madre lo acontecido. El rumor del hallazgo de Niccola va extendiéndose como la pólvora, llegando al mercadillo que se celebra en la plaza, donde dos vecinas comentan lo que se va rumoreando (prácticamente es el único acto en toda la obra donde existe un diálogo). Mientras, Niccola acompañado por su madre y el asno van encaminándose hacia la puerta de la iglesia donde son recibidos por el cura, que califica aquello como un milagro. El colofón es el canto de un himno, creado para la ocasión, titulado Tabarca, Reina del Mar, que se puede escuchar pulsando en el enlace.

Fotografías cedidas por Silvia Larrosa Samblás

A todo esto, y con todos mis respetos para Sara Montiel, ésta es mera espectadora, que ni habla ni actúa en toda la representación. Claro, que su papel no tiene consistencia histórica. Está bien que se cuente con ella como reclamo turístico y se le invite a la representación, ya que suele pasar temporadas en Nueva Tabarca, pero hubiera sido más coherente situarla en primera fila del público, donde hubiera salido igualmente en las fotografías y crónicas periodísticas.

A modo de apéndice añadiré que algo positivo se ha obtenido de todo esto, ya que además de las notables campañas de prensa, independientemente de la veracidad o no de sus contenidos, los tabarquinos llevaron a cabo una empresa digna de admiración. Y es que dado el estado de la iglesia de San Pedro y San Pablo y sus alrededores, que al agotarse los caudales públicos destinados a su restauración habían quedado en total abandono, se pusieron manos a la obra y llevaron a cabo una más que encomiable labor de desescombro, limpieza y adecentamiento, logrando que en la iglesia, lugar donde finaliza la representación, se pudiera celebrar la Santa Misa después de años sin uso. Bien por ellos.

Fotografías cedidas por Silvia Larrosa Samblás

Crónica de la primera caída de una foguera

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Me refiero obviamente a la primera caída atestiguada de una foguera, lo que no es óbice para que hubiera alguna anterior, que no ha llegado a nosotros a través de las fuentes documentales existentes. Puede parecer de mal gusto rescatar de la historia la peor pesadilla de un foguerer, pero desde la perspectiva de los casi ochenta años transcurridos desde entonces y la anécdota que constituye, no sólo esta historia en sí, sino, como veremos, el «remate» del año siguiente, verdaderamente resulta algo digno de recuperar.

Se trata de la Foguera Alfonso el Sabio 1934, cuya documentación se conserva en el Expediente 9/34 del Archivo Municipal de Alicante. Sus autores, el colectivo valenciano Unión Arte, plantarían en Categoría A el monumento titulado Espera sentad, según consta literalmente, que obtendría el Premio de la Cámara de la Propiedad Urbana. Medía 12 por 7 metros de base y 15 de altura, y se tuvo que cambiar de ubicación de plantà. Inicialmente se había solicitado construir la enorme figura que representaba un alicantino, con un pie en la embocadura de la calle Álvarez Sereix, y el otro en la de la calle Segura, pasando entre las piernas el tranvía, pero se denegó por motivos de seguridad, quedando finalmente ubicada en esta última calle, pero mirando hacia la avenida de Alfonso el Sabio.

Plano de las localizaciones de plantà de Fogueres 1934
En el n.º 30 la Foguera Alfonso el Sabio (Archivo Armando Parodi)

La tramitación de todo ello comenzó con la solicitud de plantà que el 25 de mayo de 1934 firmaban el secretario de la comisión, Vicente Maltés, y el presidente, Manuel Ruso, con fecha de entrada en el registro de la Secretaría del Ayuntamiento el 28 del mismo mes, si bien es curioso observar que aparece transferida por Alcaldía a la Comisión de Fomento para informe de la misma con fecha del día anterior. Un lapsus. El citado documento, que solicitaba emplazar el monumento «en las cuatro esquinas de Alfonso el Sabio, Segura y Álvarez Sereix», explica que consistiría en «una gran figura y ésta está piernas entreabiertas da facilidad completa para que el tranvía y toda clase de vehículos pasan por bajo de la Foguera, que con este fin está construida».

Boceto de la Foguera Alfonso el Sabio 1934
(Número Extraordinario de Fogueres 1934 de El Tio Cuc. AMA)

No se conserva el boceto original, pero la memoria que acompañaba a la solicitud, fechada 24 de mayo, que identifica la enorme figura de 11 metros con un alicantino que representa a Alicante, y que «enseña el proyecto de la Ciudad Satélite, proyecto que se ha de realizar, pero no se sabe cuándo», detalla que descansaría sobre dos pedestales de 3 por 7 metros de base y 4 de altura, lo que significa que entre ambos pies del alicantino restarían 6 metros de distancia.

En una de las bases se ve una gran tortuga llevando a espaldas de ésta un equipo de trabajadores jóvenes alegres y confiados en que van hacia el trabajo de tan magna obra, que se va a realizar en la Playa de San Juan.

[...] En la otra base, otra tortuga de las mismas dimensiones que la anterior, ya vieja con bigotes debido al tiempo pasado y todo el mismo equipo de trabajadores viejos, con la herramienta carcomida y de los materiales se ven salir por la influencia del tiempo pasado unas grandes setas.

Podemos encontrar la reproducción del boceto de la foguera en el Número Extraordinari de Fogueres de San Chuan 1934 de la popular revista El Tio Cuc, con una parca explicación: «Este home que está plantat / espera la Ciutat Prieto... / ¡Putx que l’espere sentat!». E igualmente escueta es la que aparece, también junto al boceto, en esta ocasión en prosa y castellano, en el Libro de Oro de 1934: «Se refiere al proyecto que se ha de construir de la Ciudad-Prieto y espera tranquilo el día de su inauguración. Claro que si no espera sentado, en esta postura va a ser una calamidad». Parecía un texto premonitorio, como ahora veremos.

Boceto y explicación de la Foguera Alfonso el Sabio 1934
(Libro de Oro de les Fogueres de San Chuan 1934. Archivo Armando Parodi)

La descripción completa del monumento sólo la encontramos en el llibret de la Foguera, en el que aparece el distrito como «Alfonso el Sabio-Quintana», titulando al monumento Espera Sentat. La explicación consta de poco más de tres páginas, en verso valenciano, y la firma Carlos Lozano:

No es el Alacant de huí,
aquell antíu Alacant,
que encara que’l conexíen
per la «Perla de Llevant»,
era tan sols un poblet
en visos de capital,
que en mích hora el recorríes
y el miraves pam a pam.
Huí podem dir orgullosos,
que’s una hermosa suitat
perque el seu radio d’acsió
enormement a escampat
encaramse als Castells
que domínen Alacant,
e invadínt, en bons carrers,
lo que antes eren bancals,
lo mateix per la Florida
que per els Anchels y el Plá.
Es San Visent del Raspeig
casi un carrer d’Alacant.
El Palamó ya es un barrio
agregat a la siutat.
Hay que vore la importansia
que te el barrio de San Blay,
que ya se a unit al Ensanche
de tant com sa edificat.
El barrio de San Fernando,
en plena prosperitat,
no el conexería uno
que aquí faltara deu añs.
Y si es el de Carolines,
no es menester ni parlar,
que’s el de mes importansia
dels barrios que té Alacant.

Tot lo que tením escrit,
es sols para demostrar,
que el nostre poble es un poble
en plena prosperitat,
perque es amant del Progrés
y camina sempre Avant.
Per aixó, en esta foguera,
es el poble eixe chagant,
al que acudixen ansiosos
homens de totes les parts,
para disfrutar un clima
que en tot el mon no te igual,
y pa admirar les belleses
que ofrenda nuestra ciutat.
Lo mateix venen de Europa,
que de América Central,
que del Asia y de Oceanía,
y el Africa ecuatorial,
perque en tot el mon ya saben
lo molt que val Alacant.

El chagant en cá vol crecer.
Vol encara ser mes gran.
Y anque la Ciutat Chardí
es una presiositat,
y el barrio de Vista-Hermosa
de la Creu, es un encant;
ell a posat els seus ulls
en la placha de San Chuan
pa fer una maravilla:
pa fer un atra siutat
que se dirá «Siutat Prieto»
en honor al siudadá
que al chafar nostra terreta
d’ella se quedá prendat
y mos brinda protecsió
en tota sinseritat.

Y ya tenim el asunt
que la foguera a plasmat:
¡no fem pará de rosí,
sent de cavall l’arrancá!
Que no se quede en proyecte
lo que ya está ascomensat;
que eixa carretera nova
que tant que fer a donat
-pues en el propit Congrés
una trifulca vá armar-
que no se quede ya feta
pa que’s desfasa demá,
y que luego s’aprofite
pa anar... a ninguna part.
¡Hay que arribar hasta el fí!
¡Hay que fer eixa ciutat!

¿Será nostre pesimisme
de broma o de veritat?
En la foguera voreu,
el entusiasme a un costat:
Chent chove plena de arrestos,
ben desposta a treballar
perque Alacant se engrandixca
com se mereix Alacant;
urbanisant eixa placha
que el seu orgullo será.
Pero, tenim por que pase
lo que hay al atre costat:
que la chent sa fet agüela,
el material rovellat,
plé de tarañines tot,
perque el temps anat pasant
y en el añ dos mil setenta
lo mateix que ara, estará
el proyecte sense fer
en la placha de San Chuan.

Molt mal, molt mal mos sabría
el pronostic asertar.
Volem quedar embusteros
y en gran ridícul quedar.
¡No decaiga el entusiasmo!
¡Luchem per la realitat!
¡Hay que arribar hasta el fí!
¡Hay que fer eixa Siutat!

Pues bien, continuando nuestro relato, el día 28 de mayo, la Comisión de Fomento dirigía al Alcalde la propuesta de pedir informes al Ingeniero Municipal, Arquitecto Municipal y Perito Electricista Municipal, «a efectos de que con toda urgencia dictaminen sobre las condiciones de seguridad y demás», y las conclusiones de estos fueron absolutamente desfavorables a la idea inicial de plantà. Así, el dictamen de Vías y Obras, de fecha 1 de junio, estima insuficiente el espacio entre los pedestales y advierte «un peligro muy considerable el que pueda caer la foguera sobre la línea de trabajo del tranvía, pudiendo romperlo y ser causa de graves accidentes», proponiendo las calles Álvarez Sereix o Segura como alternativas a Alfonso el Sabio para su emplazamiento. El Arquitecto Municipal coincidió plenamente, en su informe del 2 de junio, con el Ingeniero Municipal, advirtiendo el peligro de derrumbamiento de la foguera sobre los cables del tranvía durante la cremà, y proponiendo un emplazamiento donde no existiera tal riesgo. Y por último, la sección de Alumbrado del Ayuntamiento, en comunicado de fecha 4 de junio, incidía en el mismo punto del cable del tranvía, abundando en que la envergadura de la figura central haría necesario atirantarla con cables a fachadas o balcones, lo que agravaría el riesgo de electrocución, al poder contactar éstos con la línea de trabajo del tranvía.

De este modo, ante tamaña oposición de los técnicos municipales y la consecuente denegación a la solicitud de plantà, el secretario de la Foguera dirigió un escrito no fechado a la sección de Fomento del Ayuntamiento, replanteando la plantà entre ambas esquinas de la calle Segura, opción que la Comisión Municipal de Fomento aprobaría finalmente en escrito de fecha 18 de junio.

Este forzado cambio en la orientación de la foguera fue providencial, pues la colosal figura acabó haciendo honor al lema del monumento, ya que históricamente ha quedado reseña de ser la primera foguera caída de la que hay constancia documental. De haber sido plantada en su ubicación original, sobre la línea del tranvía, podría haber ocasionado una catástrofe.

En principio hay dos referencias que atestiguan este hecho, mención aparte de que no existe fotografía conocida del monumento, ni plantado, ni caído. La primera y que más detalle nos proporciona, es el artículo publicado en el Diario «El Luchador» del 30 de junio de 1934, único que lo menciona, titulado Epílogo de la fiesta de «fogueres de San Chuan», duramente crítico con la concesión de los premios, en cuyo contexto dice lo siguiente: «la de Alfonso el Sabio que comenzó realmente la “plantá” a mediodía del 22 y que por no estudiar debidamente la forma de hacerlo, no lograron montarla, rompiéndose la armazón de la figura principal».

Fotografía autorizada del boceto de la Foguera Alfonso el Sabio 1935 (AMA)

La segunda está contenida en la documentación del Expediente 3/35, que se conserva igualmente en el Archivo Municipal de Alicante, en el que el que fuera presidente la Comisión Gestora los años 1933 y 1934, este año presidente de la Foguera, Manuel Collía Piqueres, es firmante de la solicitud de plantà de la Foguera Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía, que así se denominó este año. Está fechada el 5 de junio de 1935, la entrada en Secretaría del Ayuntamiento tiene fecha 7 de junio, aunque el fechador es de 8 de junio, y quedó autorizada de inmediato por Alcaldía.

La explicación que incluye este documento es sencilla y elocuente, no carente de cierto sentido del humor, hoy difícilmente apreciable en un trance similar: «Dicha foguera no tiene otra significación, que la reproducción destrozada del año anterior, y en pie, una alicantina ofrendando una corona a aquel monumento roto, al cumplirse el aniversario de su defunción».

Foguera Alfonso el Sabio, Quintana, Fermín Galán y travesía 1935
(Fotos: AMA)

Fue construida por Manuel Villasalero, uno de los componentes del colectivo valenciano Unión Arte, autores de la foguera del año anterior. Según su llibret se denominó Ofrenda. Fue catalogada en Categoría A, se plantó en la plaza de la Independencia (hoy plaza de los Luceros), mirando a la avenida Alfonso el Sabio.

Tarjeta publicitaria con el boceto de la Foguera Alfonso el Sabio 1935
(Imprenta Lucentum. Archivo Armando Parodi)

Se conserva en el AMA una foto autorizada del boceto frontal y otra de escenas. No se aprecia firma alguna, y los bocetos parecen confeccionados a tinta y acuarela. Existe, además, una tarjeta publicitaria, editada por la Imprenta Lucentum, con la propaganda al dorso y el boceto de la foguera a color delante, ya de por sí muy ilustrativo, y con una pequeña explicación, en castellano y en francés, que reza así: «Alude esta foguera a una figura de gran tamaño que se cayó el año anterior». No cabe duda.

La primera foguera del maestro Ramón Marco

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Si a un alicantino, más aún si foguerer, se le pidiera que citara tres artistas de Fogueres, con toda probabilidad nombraría a Gastón Castelló, a Ramón Marco y a Pedro Soriano. Y si a continuación se le preguntara quién ha sido el más laureado, sin duda que acertaría al señalar al gran Ramón Marco.

Una biografía breve y concisa de Ramón Marco Marco hablaría de un maestro de maestros, el Mestre, como les gustaba llamarle a sus compañeros de profesión, que dedicó toda su vida al arte de Fogueres, desde su infancia, como luego veremos, hasta su fallecimiento, a los 87 años, en abril de 2006.

Ramón Marco (llibret Foguera Calderón de la Barca 1941)

Aunque empezó de la mano de varios artistas valencianos, de los que heredó su arte escultórico y su barroquismo, él siempre afirmó que su maestro fue otro grande, Gastón Castelló Bravo. Y, curiosamente, entre bambalinas de su propio taller, por azares del destino, daría sus primeros pasos como artista el tercero de los genios del arte foguerer, que a la pregunta que inicia este artículo respondería el foguerer alicantino: Pedro Soriano Moll.

Ramón Marco en su taller (llibret años 40)

Dicen algunos autores que, de no haber dedicado su existencia a Les Fogueres, podría haber triunfado en el mundo de la escultura, pero, animado por Tomás Valcárcel Deza, construye su primer monumento en 1941 para la Foguera Calderón de la Barca, y a partir de ahí sólo cabe hablar de premios y reconocimientos:


  • Veintidós primeros premios en Categoría Especial, categoría que casi cabría afirmar que se instituyó para él, a fin de poder catalogar su arte en un escalafón aparte de los demás artistas foguerers del momento, siendo uno de ellos ex aequo (1956), el único así otorgado en la máxima categoría en la historia de la Fiesta.
  • Cuatro grupos de ninots indultats.
  • Único artista alicantino que ha plantado la Falla Oficial del Ayuntamiento de Valencia (1960).
  • Ocho veces constructor de la Foguera Oficial del Ayuntamiento de Alicante (1965, 1966, 1968, 1976, 1977, 1978, 1991 y 1996), que sería ésta la última de sus obras firmadas con su nombre, si bien bajo su dirección se construirían todavía algunos monumentos más.
  • El Gremi Artesà de Fogueres, del que había sido presidente, en 1982 le concedió el primer carné de Categoría A de artista foguerer, que le permitía contratar con cualquier distrito, fuera cual fuera el presupuesto.
  • Obtuvo en el año 2002 el Premio José Ángel Guirao, reconocimiento a toda una trayectoria festera, en el marco de los Premios Festers d'Alacant.
  • Y, por último, el Ayuntamiento de Alicante rotuló una calle en su honor: calle Artista del Fuego Ramón Marco, en las inmediaciones de la rotonda de la Gran Vía, detrás del centro comercial.


Pero en ninguno de los innumerables artículos que se han escrito sobre él, se recoge la anécdota que voy a referir. Y es que su primer monumento realmente no fue el de Calderón de 1941, no. Fue una modesta foguera infantil que, con sólo 15 años, plantaría por propia iniciativa en su barrio de San Blas, en 1934. Una foguera muy desconocida que, sin embargo, está documentada en los expedientes de la época que se conservan en el Archivo Municipal de Alicante, y que ahora vamos a sacar a la luz.

Se trata del Expediente I-11/34, Foguera Infantil Barrio de San Blas, cuya plantà, en la calle Pintor Gisbert, fue autorizada por la Comisión de Fomento del Ayuntamiento, con fecha 19 de junio de 1934. Contiene dos bocetos, de distintas caras del monumento, aquí reproducidos, realizados a lápiz, de dimensiones aproximadas de 23 x 35 centímetros. En el primero de ellos se lee el lema, Bellees de San Blas, y en el segundo aparece, muy claramente, la firma que se haría famosa apenas una década más tarde: R. Marco.

Bocetos originales de la Foguera Infantil Barrio de San Blas 1934 (AMA)

En el primero de los bocetos se puede leer una parte de la explicación de la foguera:
La falla esta representa lo mal acondicionado que está el Barrio de San Blas. Primera, dos niños pegándose, una mujer tirando un cubo de porquería por el balcón.
Igualmente crítica termina dicha explicación en el segundo boceto:
Un turista, que viene a ver el Barrio, se queda tonto de ver lo que pasa en este Barrio. Un hombre cae dentro de un bache, y pocas cosas más.

Foguera Infantil Barrio de San Blas 1934
(archivo Ramón Marco)

Lamentablemente, se desconocen más detalles, ni tan siquiera las dimensiones reales que tuvo la foguera, pero podemos hacernos una idea, ya que hace poco ha salido a la luz la única fotografía que se conserva de la misma. Se encontraba en el archivo del maestro, y aquí queda reproducida. Un atisbo de lo que sería una trayectoria que es, y será, difícilmente igualable como artista de fogueres.

TABARCA. UTOPÍA Y REALIDAD (Revista Canelobre n.º 60)

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El jueves 13 de diciembre de 2012, se presenta el número 60 de la Revista Canelobre, que edita el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, con el título TABARCA. UTOPÍA Y REALIDAD, en su sede de la Casa Bardín. En él, he tenido la suerte y el placer de participar con el artículo La almadraba de Tabarca: un medio de vida entre la historia y la leyenda.

Esta publicación, coordinada por José Manuel Pérez Burgos, Director del Museo Nueva Tabarca,Licenciado en Geografía e Historia y especializado en Prehistoria y Arqueología, pretende convertirse en un referente multidisciplinar sobre Nueva Tabarca, su historia, arqueología, geografía, biología, protagonismo en cine y literatura, sus habitantes y su forma de vida, tradiciones, arquitectura, gastronomía, fondos fotográficos...



Incluye más de 500 páginas de artículos originales y documentación gráfica inédita, la reproducción en gran formato de un plano detallado de los fondos de la Reserva Marina, un encarte de fotografías antiguas de la isla, y una copia en DVD de la película Tabarka,de Domingo Rodes, basada en la conocida novela del escritor alicantino Miguel Signes.

Índice General de la obra:

GEOGRAFÍA DE UN ENCLAVE SINGULAR 

Juan Antonio Marco Molina:
Aspectos geográficos del entorno físico: morfología de la costa de Nueva Tabarca. 

Gregorio Canales Martínez y Remedios Muñoz Hernández:
Nuevas poblaciones en el sur alicantino. La intervención de la Iglesia en la consolidación de núcleos vecinales, siglo XVIII.

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA UTOPÍA 

José Manuel Pérez Burgos:
El sueño de Nueva Tabarca. Un anhelo utópico entre el deseo y la realidad. 

Emilio Soler Pascual:
Poblaciones idealizadas y viajeros en la España del XVIII. El caso de Nueva Tabarca.

Enrique Giménez López:
Nueva Tabarca. El lado oscuro del optimismo.

Susana Llorens Ortuño, Santiago Linares Albert y Agustín Medina Ramos:
Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca.

Marius Beviá y Jaime Giner Martínez:
"Nunc Minerva postea Palas": la ciudad de Nueva Tabarca.

Andrés Martínez Medina:
Los secretos de las piedras: el proceso de intervenciones en la iglesia de Nueva Tabarca.

ACERVO ETNOGRÁFICO TABARQUINO 

José Luis González Arpide:
Costumbres y tradiciones de Nueva Tabarca.

Armando Parodi Arróniz:
La almadraba de Tabarca: un medio de vida entre la historia y la leyenda.

Aitor Forcada:
La pesca artesanal en Nueva Tabarca: una alternativa sostenible.

Ángel Arturo Lozano Quijada:
Entre el mar y el cielo. El tercer hito de El Campo: una propuesta contra el olvido.

Francesc Xavier Llorca Ibi:
La llengua tabarquina: de Gènova a Alacant.

José María Vives Ramiro:
La música de tradición oral en la Isla de Nueva Tabarca.

Antonio Ruso:
Pescadores tabarquinos en el Larache, una travesía más allá del Mediterráneo.

EMPÍREO NATURAL Y PARADIGMA DEL PATRIMONIO INTEGRAL 

Alfonso A. Ramos Esplá:
La Reserva Marina de la Isla de Tabarca, una realidad después de un sueño.

Felio Lozano Quijada:
Eunice "La Victoriosa" y el fabuloso viaje submarino de Nueva Tabarca y su Reserva Marina. Reino de Escila, Sueño de Proteo.

Santiago V. Jiménez Gutiérrez:
Especies marinas de alto valor ecológico en Nueva Tabarca: "Posidonia oceanica" y "Pinna nobilis".

Roque Belenguer Barrionuevo:
El ecosistema terrestre tabarquino: avatares e incertidumbre.

Germán M. López Iborra, Antonio Bañuls Patiño y Antonio Zaragozí Llenes:
La migración primaveral de aves en Nueva Tabarca: resultados de cuatro años de proyecto "Piccole isole".

Monique Longerstay:
Legado inmaterial de la aventura histórica de los "tabarchinis". Balance y perspectivas.

Luis Pablo Martínez Sanmartín:
El patrimonio como proceso social. Acerca de la Isla de Nueva Tabarca.

Alfonso Sánchez y Celia Gosálbez:
Nueva Tabarca como recurso educativo. La Educación Ambiental: una "explotación" pedagógica de la naturaleza.

Ricardo Matas Pita:
Nueva Tabarca: un plató cinematográfico anclado en el Mediterráneo.

José Benito Ruiz:
Luces en Nueva Tabarca: la isla en imágenes.

ANEXOS 

NUEVE CALAS LITERARIAS EN NUEVA TABARCA Y UNA NOTA CERVANTINA.
Un apéndice literario a cargo de Carmen Alemany, Ricardo Matas y Armando Parodi.

TRADICIONES GASTRONÓMICAS TABARQUINAS.
Un apéndice gastronómico a cargo de José Luis González Arpide y Antonio Ruso.

LA ESENCIA DE L'ILLA.
Un recorrido por l'Illa en imágenes del siglo XX.

PLANO CARTA GEOMARINA "TABARCA INSULAE".
A cargo de Felio Lozano.

TABARKA (1996).
Una película de Domingo Rodes.

Nueva Tabarca en la Filmoteca Nacional

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Es difícil encontrar imágenes antiguas de Nueva Tabarca pero, por fortuna, alguna nos ha llegado. He aquí algunos ejemplos.

Nueva Tabarca aparece en el NO-DO n.º 140A del 10 de septiembre de 1945, desde el minuto 0:28 al 1:54. Aquí aparecen extraídas las breves secuencias que recoge. Posiblemente sean de las imágenes más antiguas que se conservan de la isla. No tiene audio, pues el original de la Filmoteca Nacional está defectuoso.




También se conservan estas breves secuencias del trabajo en la Almadraba "Isla de Tabarca". Como las anteriores, son de la Filmoteca Nacional, pero en este caso están extraídas de la película Tabarka (1996), de Domingo Rodes, basada en la novela Tabarca de Miguel Signes (1976), que las incluye en su metraje.


La Isla Olvidada

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En 1935, los artistas foguerers Adrián Carrillo García y Pedro Valdés Náger, fueron coautores del monumento de la entonces Foguera Méndez Núñez, actualmente Rambla Méndez Núñez, donde plantaron en Categoría B su obra de lema «La isla olvidada», que obtendría el Primer Premio de Turismo, muy probablemente por su temática: nuestra Isla de Nueva Tabarca. Hasta la fecha, ha sido la única vez en la historia de Les Fogueres de Sant Joan, que un monumento foguerer adulto que haya entrado en concurso, ha dedicado su temática íntegramente a Nueva Tabarca, si exceptuamos, obviamente, el de la Foguera de Tabarca de 1965.

Cartel Oficial de Fogueres 1935 (AMA)
Autor: Antonio Marco Cecilia

Como su título ya hacía evidente, la isla, ya entonces, estaba tan dejada de la mano de Dios, que motivó a sus autores a denunciar este hecho, plasmándolo en un monumento foguerer en plena Rambla de Méndez Núñez, entonces todavía denominada Avenida de Méndez Núñez. Ocupaba una superficie de 12,2 x 3 metros de base, y se instaló a la altura de los números 1 y 3 de la citada y céntrica arteria de nuestra ciudad. Casi toda la información que nos ha llegado de esta foguera, está conservada en el Expediente 4/35 del Archivo Municipal de Alicante, en el que se recogen la solicitud de plantà y la explicación del monumento por los artistas.

Boceto del lateral y fotografía autorizada del otro lateral de la
Foguera Méndez Núñez 1935, La isla olvidada (AMA)
Autores: Adrián Carrillo y Pedro Valdés

Se conserva igualmente en el AMA un boceto de uno de los laterales, en lápiz sobre cartulina, de 35,4 x 24,5 centímetros, así como una foto autorizada del boceto en acuarela del otro lateral, de 17,9 x 12,8 centímetros. Ambos están firmados por «A. Carrillo y P. Valdés», el primero lleva el sello de caucho de la comisión de la Foguera con la leyenda «Foguera de S. Chuan / Avenida Mndez-Núñez» (error tipográfico incluido), y la segunda el sello y la autorización de Alcaldía en el dorso. Pero la única fotografía conocida de esta foguera, publicada en la Revista Oficial Festa 2005, que no hace justicia a la misma por el poco detalle que recoge, revela un buen número de modificaciones al proyecto inicial, al menos en el lateral que quedo plasmado en la misma.

Foguera Méndez Núñez 1935, La isla olvidada (AMA)

Pues bien, el entonces Presidente de la Comisión Gestora, José Romeu Zarandieta, en calidad de también Presidente de la Foguera, ya que entonces era compatible, al contrario de lo que ocurre en la actualidad, firmó la solicitud de plantà el día 6 de junio de 1935, siendo presentada en la Secretaría del Ayuntamiento, con número de Registro de Entrada 9417, el 12 de junio, fecha en que sería igualmente autorizada por Alcaldía. El texto completo de la citada solicitud, tras los sellos y fechadores, y dirigida al «Excmo. Señor Alcalde de esta Ciudad», es el siguiente:

«José Romeu Zarandieta, mayor de edad, domiciliado en la calle de García Hernández, como Presidente de la Comisión de la Foguera de Méndez Núñez, a ese Excmo. Ayuntamiento de su Digna Presidencia, tiene el honor de exponer:

Que como en años anteriores desea esta Comisión plantar una Foguera en el centro del Paseo de Méndez Núñez, pero a un lado, con arreglo a los proyectos que por duplicado se presentan, así como la celebración de conciertos musicales en distintos puntos del distrito.

Por lo expuesto me permito suplicar a V.E. la aprobación si procede del proyecto a cuyo efecto se adjunta la memoria explicativa y la autorización de los conciertos a que se alude.

Salud y República.

Alicante 6 de junio de 1935»

Se sigue de la firma de José Romeu, apareciendo en el margen izquierdo la palabra «Autorícese», con la rúbrica del Alcalde.

Solicitud de plantà de la Foguera Méndez Núñez 1935 (AMA)

Junto con la documentación anterior, consta una extensa explicación mecanografiada del monumento, no fechada, firmada por Adrián Carrillo y Pedro Valdés, titulada con el ya citado lema de la foguera, y cuyo texto íntegro es el siguiente:

«El asunto de esta foguera tiene por motivo, el mostrar el abandono y el olvido en que se encuentra la Isla de Nueva Tabarca, o L'Illa (como decimos los alicantinos), y para ello el desarrollo de la "foguera" es un contraste de la isla tal como era en tiempos de Carlos III (que fue quien la urbanizó y fortificó), o sea que entonces se la tomó en consideración, y en cambio después de dos siglos de civilización se la tiene abandonada: sin refugio ninguno para los pescadores, que en casos de tormenta se tiene  que exponer a perder la vida, por salvar la barca que está en peligro, única riqueza que poseen.

El desarrollo de la "foguera" es el siguiente: por una parte, la parte antigua (buscando trozos bellos y característicos de "La Isla") la representamos en tres escenas; una de ellas el torreón, con un trovador que va a dar la serenata a su bella; otro cuadro como parte guerrera, con un centinela a la puerta de la muralla; y por último una escena que representa un puerto que existió (y del cual carecen hoy día) estas escenas representan la época floreciente de "La Isla".

Por la otra parte se ven las miserias y calamidades que tienen que pasar los pobres pescadores, siendo así, que ya viejos tienen que trabajar y exponerse a los peligros del mar, reparar las redes y demás trabajos que tiene esta profesión, sin que nadie se preocupe de la vejez de "La Isla". Otra escena representa el momento en que dado el fuerte viento es dificilísimo por no decir imposible el varar el barco; completan esta escena una mujer que espera a su hijo con un nieto en brazos. Como última se ve el cuadro triste del hombre que tiene a la mujer enferma y no tiene médico que ponga remedio a su dolencia, ya que allí no hay más que un practicante que hace de tal, de farmacéutico y de médico.

Al pie de estas escenas hay dos figuras, una que representa a la conciencia y persigue a un hombre que cree que es el causante de lo que pasa en "La Isla", el cual se encoge de hombros a la vez que huye desentendiéndose del asunto.

En un testero de esta "foguera", figurando un trono se halla una alicantina la cual recibe a una sirena que viene a presentarle a un representante de la "La Isla" para pedirle protección. Pues por lo visto es que no la conoce».

Explicación del monumento de la Foguera Méndez Núñez 1935 (AMA)

Según Miguel Castelló Villena en su Bibliografía de las Hogueras de San Juan de Alicante (Comisión Provincial de Monumentos de Alicante, 1957), se editó un llibret de 24 páginas no numeradas, de 13,5 x 19 centímetros, impreso en Alicante por «Suc. de Rafael Costa», del que no ha sido posible localizar ningún ejemplar para este artículo.

Postal publicitaria de la Foguera Méndez Núñez 1935
(Archivo Armando Parodi)

También se conserva una postal, con publicidad en su reverso, editada por «Imprenta Lucentum» de Alicante, con el boceto en color y una mínima explicación, en castellano y en francés:
«Se refiere esta foguera a lo olvidada que se tiene la Isla // Vraiment ont a completement oublier la joli et petite Île de Tabarca».

Por último, el boceto, y en ocasiones una breve explicación, aparece tanto en la prensa de la época, especialmente en El Luchador, como en las numerosas publicaciones especializadas en Fogueres, tales como:
  • La Foguera. Historia de les «Fogueres de San Chuan». Por J. Ferrándiz Torremocha. 1935.
  • Álbum Foguerer con el Programa Oficial de Festejos 1935.
  • Alicante. Costa del Sol. Fogueres de San Chuan 1935.
  • El Fogueter. Añ 1935.
  • Año 1935. Rosas y Perlas. Revista Gráfica Literaria de nuestra «Festa de Chuñ».
  • Fogueres de Alicante (semanario editado por la Comisión Gestora en el año 1935).
  • Alicante. Folleto-guía. Año 1935. «Les Fogueres de San Chuan».

Álbum Foguerer 1935 (AMA)
La Foguera 1935 (AMA)
El Tio Cuc. Fogueres de Sant Joan 1935 (Biblioteca Gabriel Miró)

Y en revistas de interés general, como:
  • El Tio Cuc. Fogueres de Sant Joan. Juny 1935.
  • Mundo Ilustrado. Año XI. n.º 80. Junio 1935 (revista trimestral de monografías de actividades y ciudades iberoamericanas).

Les Fogueres de Sant Joan en el NO-DO

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El «NO-DO» (Noticiarios y Documentales) se creó, tras una etapa previa durante la Guerra Civil Española en la que se llamaba simplemente «Noticieros», por acuerdo de la Vicesecretaría de Educación Popular, el día 29 de septiembre 1942, y por resolución de la misma del 17 de diciembre del mismo año (B.O.E. de 22 de diciembre). Surgió como un servicio de difusión de noticiarios y reportajes, filmados en España y en el extranjero, «con el fin de mantener, con impulso propio y directriz adecuada, la información cinematográfica nacional», es decir, servía por un lado de aparato de propaganda del franquismo, y por otro, de hilo de unión de los españoles con el mundo.

Capturas de la cabecera del NO-DO

Se atribuyó al NO-DO la exclusiva de la producción de noticiarios, y se decretó la obligatoriedad de su exhibición en todos los cines del territorio nacional, posesiones y colonias. Su primera proyección tuvo lugar el día 4 de enero de 1943, y así se mantuvo durante treinta y dos años hasta que, en 1975, dejó de ser obligatoria su exhibición, pasando a tener carácter voluntario. Pero la inmediatez de la información de la televisión hizo que fuera necesario cambiar su formato, de modo que se sustituyesen las noticias por reportajes con un interés más permanente. En esta reconversión se introdujo la «Página en Color» en 1968, para reportajes de carácter artístico, monumental o turístico. Posteriormente, en concreto desde el 4 de julio de 1977, el NO-DO, transformado ya en «Revista Cinematográfica», comenzó a realizarse íntegramente en color. La producción cesó en 1981, siendo su último número de fecha 25 de mayo.

Los archivos del NO-DO están compuestos por tres clases de documentos: los archivos fílmicos, los registros sonoros del documento audiovisual y los documentos textuales. Los producidos para España fueron 1.966 números, repartidos entre los siguientes materiales: 2.909 en blanco y negro, 908 en blanco y negro y color y 199 en color, lo que hace un total de 4.016 materiales. La conocida sintonía del NO-DO, así como las músicas de apoyo a las imágenes, fueron obra de Manuel Parada, famoso compositor de bandas sonoras de la época.

Diferentes formatos y cabeceras del NO-DO

Por la Ley 4/1980 de 10 de enero de Estatuto de la Radio y la Televisión, que constituyó el antiguo «Ente Público Radiotelevisión Española», NO-DO quedó extinguido como organismo autónomo y fue íntegramente absorbido por RTVE. En la actualidad, el archivo histórico de las emisiones de NO-DO es custodiado conjuntamente por la Filmoteca Española y el Departamento de Documentación de Radiotelevisión Española. Los archivos de NO-DO contienen mucho más material del que fue proyectado en las salas de cine, que en su mayor parte permanece inédito.

En diciembre de 2012, los Medios Interactivos de RTVE digitalizaron y lanzaron el NO-DO completo en la web, pudiendo ser consultados en su totalidad por los usuarios de todo el mundo, y no sólo por investigadores como hasta la fecha, estos documentos excepcionales de la historia de la transformación de España. Sólo faltan cinco noticiarios perdidos.

Fruto de una investigación exhaustiva de las imágenes contenidas en el NO-DO sobre Les Fogueres de Sant Joan, ha sido posible localizar todos los números emitidos que contienen información sobre la Fiesta, estudiarlos y montarlos en este artículo. Han resultado ser doce documentos, de entre uno y dos minutos y medio de duración, en dos de los cuales se ha perdido el sonido (1946 y 1950), siendo todos en blanco y negro, excepto los dos últimos, que ocupan la «Página en Color» (1969 y 1971). Estos doce números aparecen repartidos de forma irregular en el tiempo, y vemos que en los siete años de emisión de la década de los cuarenta hubo cuatro apariciones de la Fiesta de Fogueres, además, consecutivas (1943-1946); en los años cincuenta, se mantuvo la frecuencia, pues apareció en cinco ocasiones (1950, 52, 55, 57 y 59); en los sesenta decrece drásticamente a dos números del NO-DO (1964 y 1969); para casi desaparecer en los setenta, con una única emisión de Les Fogueres de Sant Joan (1971). Veámoslos.



NO-DO 28-A, de 12 de julio de 1943 (fragmento 6:35-8:07).


Entre imágenes de la Entrada de Bandas, podemos ver la Foguera Benito Pérez Galdós (¡Ya era hora!, de Gastón Castelló, Primer Premio de Primera Categoría), la Foguera Santa Isabel (La moderna cenicienta, de Ramón Marco, Segundo Premio de Primera Categoría), de nuevo la Foguera Benito Pérez Galdós por su parte posterior, la Barraca Peña «Los Gorilas» (de Gastón Castelló), la Foguera Paseo de Campoamor (Campanes al vol, de Domingo Tafalla, Segundo Premio de Segunda Categoría), y la Foguera del Mercat (Vicio y virtud, de Manuel Capella Guillén, Tercer Premio de la Compañía de Tranvías). Tras el lanzamiento de la «Palmera», la cremà de la Foguera Plaza de Chapí (El fuego todo lo purifica, de Ramón Marco, Primer Premio de la Compañía de Tranvías).



NO-DO 80-A, de 10 de julio de 1944 (fragmento 6:34-8:09).


Tras las imágenes iniciales de los Nanos i Gegants, podemos observar imágenes de la Foguera Méndez Núñez (¡¡Ya llegó el circo!!, del tándem José Navarro y Ángel Berenguer) y su ninot dedicado a José Roméu Zarandieta. La Foguera San Fernando-Lonja (El gasógeno, de Agustín Pantoja,Primer Premio de Categoría B), la Foguera Plaza de Chapí (Canción de Pascua, de Gastón Castelló), y la Foguera Benito Pérez Galdós (Alicante y las Bellas Artes, también de Gastón Castelló, Primer Premio de Categoría A). Ya de noche, unas pobres imágenes de lo que parece ser la Foguera del Mercado (La gran inyección o El resurgimiento de Alicante, de Jaime Giner), y, tras la «Palmera», la cremà de la Foguera Plaza 18 de Julio (Taras de Alicante, de Enrique Vidal), y de la Foguera Benito Pérez Galdós.



NO-DO 132-A, de 9 de julio de 1945 (fragmento 3:29-5:56).


De nuevo tras los Nanos i Gegants, una breve imagen de la Foguera Plaza 18 de Julio (El lastre que a la Fiesta hunde, de Enrique Vidal, Tercer Premio de Categoría A), la Foguera del Mercado (Centro, Oriente y Occidente, de Gastón Castelló, Primer Premio de Categoría A), y la Foguera Plaza de Chapí (La mateixa cansó, de Manuel Baeza, Segundo Premio de Categoría A). En la Barraca Cañaeta Peixet, ambiente festero y bailes populares, y a continuación la cremà de la Foguera del Puerto (Canyaeta... Peixet, de Vicente Morera, Tercer Premio de Categoría B), vista desde el agua, seguida de la cremà de la Foguera Méndez Núñez (San Chuan y San Pere, de Agustín Pantoja), de la Foguera Gabriel Miró (Costumbres de ayer y hoy, de Adrián Carrillo, Primer Premio de Categoría B), y de nuevo de la Foguera del Puerto, erróneamente seguida de la «Palmera».



NO-DO 183-B, de 8 de julio de 1946 (fragmento 5:41-7:54). El archivo original está defectuoso y no tiene sonido.


Comienza con calles adornadas y, tras la imagen de la fuente de la Plaza de los Luceros, la Foguera Alfonso el Sabio (Cría fama y chitat a dormir o La fuente de los suspiros, de Ramón Marco), una réplica de la misma. Después aparecen imágenes de la Foguera Plaza de Chapí (Les profesíes del sabio Chirivía, de Agustín Pantoja, Segundo Premio de Primera Categoría), y la Foguera Santa Isabel (Tauromaquia, de Ramón Marco, Premio Especial). Tras la «Palmera», la cremà de la Foguera Méndez Núñez (La desintegración del átomo, de Agustín Pantoja), y de la Foguera Gabriel Miró (No cal que amarreu els gats, de Adrián Carrillo, Primer Premio de Segunda Categoría).



NO-DO 392-A, de 10 de julio de 1950 (fragmento 0:57-1:52). Sin sonido en el original.


Imágenes del Cartel Oficial de Fogueres 1950 (Contraluz, de Carlos Baeza), seguidas de la Foguera Rambla de Méndez Núñez (País de abanico, de Antonio Hernández Gallego, Primer Premio de Primera Categoría), la Foguera Séneca-Autobuses (Sucedáneos en el Arte o Lo que va de ayer a hoy, de Ramón Marco, Premio Especial), y su ninot indultat (Carmen Miranda y Groucho Marx). Finaliza, igualmente, con la cremà de la Foguera Séneca-Autobuses.



NO-DO 496-A, de 7 de julio de 1952 (fragmento 0:28-2:20).


Se suceden secuencias de la Foguera Benalúa (Somos así, de Jaime Giner, Premio Especial), la Foguera Plaza de Ruperto Chapí (Desde el atre món, de Agustín Pantoja, Primer Premio de Primera Categoría), la Foguera Calvo Sotelo (La estampa del cantar, de los Hermanos Capella, Segundo Premio de Primera Categoría), la Foguera Rambla de Méndez Núñez (Cuentos y cuentistas, de Antonio Hernández Gallego, Tercer Premio de Primera Categoría), para finalizar con la cremà de la Foguera Rambla de Méndez Núñez, apareciendo anacrónicamente después la «Palmera».



NO-DO 652-B, de 4 de julio de 1955 (fragmento 7:58-8:50).


Imágenes de la Foguera Méndez Núñez (Casos y cosas taurinas, de Antonio Hernández Gallego, Segundo Premio de Primera Categoría), la Foguera Benalúa (No sabem lo que tenim, de Jaime Giner, Premio Especial), finalizando con la cremà de la Foguera San Fernando-Lonja (La agonía de Talía, de José Gutiérrez, Primer Premio de Primera Categoría).



NO-DO 756-B, de 1 de julio de 1957 (fragmento 7:47-10:08).


Comienza con imágenes de calles adornadas, vemos la calle Huerta (La Ratita) y la calle Guardiola Sur (Primer Premio). A continuación, la Foguera del Mercado (El sueño, de Alfonso Capella), la Foguera Benalúa (Al pas que anem, ¿cuánt u vorem?, de Jaime Giner, Premio de la Cámara de Comercio), y la Foguera Alfonso el Sabio (De Alacant, de Ramón Marco, Premio Especial). Y tras la tradicional «Palmera», la cremà de la Foguera Alfonso el Sabio.



NO-DO 861-A, de 6 de julio de 1959 (fragmento 8:04-9:37).


Tras un desfile de Moros y Cristianos, imágenes de la Foguera Benalúa (Séptimo Arte, de Ramón Marco, Primer Premio de Categoría Especial), y la Foguera del Mercado (Como se vivía, como se vive y como se vivirá, de Ramón Marco, Primer Premio de Primera Categoría). Finaliza con la «Palmera», y la cremà de la Foguera Benalúa.



NO-DO 1.122-A, de 6 de julio de 1964 (fragmento 2:05-3:03).


Secuencias de la Foguera Ciudad de Asís (La caída de los condenados, de Ramón Marco, Primer Premio de Categoría Especial) y su ninot indultat (Los Beatles), la Foguera Benalúa (Los Diez Mandamientos, del tándem formado por Luis López Sarabia y Mauricio Gómez, Segundo Premio de Categoría Especial), y la calle adornada Guardiola Sur (Paseo Oriental). Y tras la cremá de la Foguera Benalúa, imágenes de la Cabalgata Histórica de Doña Violante y Alfonso el Sabio.



NO-DO 1.385-B, de 21 de julio de 1969 (fragmento 8:31-10:53). Ocupa íntegramente la «Página en Color».


Imágenes de la Foguera Ciudad de Asís (Poderoso caballero, de Ramón Marco, Primer Premio de Categoría Especial) y su ninot indultat (Urtáin), la Foguera Plaza 18 de Julio (Su Majestad la esclavitud, de Juan Capella, fuera de concurso, Mención de Honor), y secuencias de bailes populares. Alicante iluminada, con imágenes de la Foguera Mercado Central (La manzana, de Agustín Pantoja, Premio de la Cámara de Comercio), y la cremà de la Foguera Plaza 18 de Julio.



NO-DO 1.489-B, de 19 de julio de 1971 (fragmento 8:37-11:07). «Página en Color», íntegra.


En este último NO-DO, vemos imágenes de la Foguera Plaza 18 de Julio (La droga, de Juan Capella), la Foguera Calderón de la Barca-Plaza de España (La vida es sueño, de José López Sarabia, Segundo Premio de Segunda Categoría), y la Foguera Benalúa (Las cuatro estaciones y algún apeadero, de Ramón Marco, Primer Premio de Categoría Especial). Tras un desfile de Moros y Cristianos, el lanzamiento de la «Palmera» y la cremà de la Foguera Benalúa.

El sueño de Nueva Tabarca

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Artículo de JOSÉ MANUEL PÉREZ BURGOS 
Arqueólogo. Director del Museo Nueva Tabarca. Ayuntamiento de Alicante

Publicado en la Revista Canelobre n.º 60, Invierno 2012
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert 
El sueño de Nueva Tabarca.
Un anhelo utópico entre el deseo y la realidad


El devenir histórico reciente de una pequeña isla mediterránea situada cercana a la costa española de Alicante, conocida desde finales del siglo XVIII como Nueva Tabarca, la antigua Planesia, Planaria o Isla Plana, es una historia repleta de ambiciones desmedidas, sueños rotos y proyectos incompletos que podrían, sin duda, incluirse en el verdadero terreno de la utopía.

Plano Bahía Santa Pola y Tabarca. José Montojo y Rafael Pardo, 1877

Planesia

La popularmente llamada Isla de Tabarca se trata en realidad de un diminuto archipiélago situado frente a la costa de Santa Pola, de la que dista escasas tres millas náuticas, conformada por una serie de islotes y escollos que lo han hecho un lugar de no muy fácil navegación en sus inmediaciones desde la antigüedad. Efectivamente, los islotes de La Cantera, La Nao y La Galera, junto con Isla Plana, conforman la que oficialmente se llama en la actualidad Nueva Tabarca.

Conocida desde los primeros siglos de nuestra era [Strabón, en su libro III de la obra "Geographia", cita dos islas cercanas a la antigua Dianium: Plumbaria y Planesia,posiblemente en referencia al pequeño islote frente a las costas de Benidorm y a la Isla Plana], los antiguos navegantes focenses masaliotas procedentes de la primigenia Marsella, la bautizaron como "Planesia", nombre que, como pudo documentar en su día el profesor Arpide (González Arpide, 2002: 32), se refiere a la peligrosidad de sus aguas de cara a la navegación, ya que ese término griego etimológicamente significa en realidad "traicionero" o "peligroso". Ya en época romana, la ínsula pasaría a conocerse como "Planaria" que, ahora sí, se refería a la planicie de su pequeño territorio emergido.

Precisamente, es el periodo bajoimperial romano, a partir de la segunda mitad del siglo III d.C., del que se tienen las noticias más antiguas de movimiento de gente en la isla, dato corroborado científicamente a través de la arqueología. En efecto, las intervenciones arqueológicas practicadas en la Isla Plana nos han identificado restos de hábitat, como decimos, desde la tardo antigüedad, los periodos alto y bajo medievales, y por supuesto, los primeros siglos de la Edad Moderna, hasta que se produce la colonización definitiva a finales del XVIII de la que por aquel entonces se conocía como Isla Plana.

Calas y escollos de Nueva Tabarca. Foto: José M. Pérez Burgos

Ya en el siglo XII el célebre geógrafo, viajero y tratadista árabe, Abu Abd Allah Muhammad al-Idrisi, conocido como el Nubiense, en su descripción de las tierras de Al-Ándalus, nos acerca a la ciudad de Alicante (Laqant) y a Isla Plana (Planesia), haciéndose eco de la existencia e importancia geoestratégica de esta ínsula:
Alicante es una ciudad pequeña de buenas construcciones. Tiene zoco, mezquita-aljama y otra mezquita con predicación. Exporta esparto a todos los países del mar. Hay muchas frutas y hortalizas, higos y uvas. Tiene una alcazaba inasequible y elevada en lo más alto de un monte, al que se sube con fatiga y cansancio. En ella a pesar de su pequeñez, se construyen naves para largos viajes y barcazas. Cerca de esta Ciudad, hacia el oeste, hay una isla llamada Planesia. Está a una milla de la costa y es un buen fondeadero, que puede servir a las naves del enemigo. Está enfrente del Promontorio del Observatorio. Desde aquí a la ciudad de Alicante hay diez millas.
Existe documentación escrita referente a la Baja Edad Media en la que se refleja la necesidad de dotar a la isla de alguna construcción defensiva, de cara a evitar su utilización por parte de barcos piratas: "para esquivar muchas muertes y cautiverios que causan los moros que vienen por mar en contra de los cristianos..." (AME, Sala 1, Arm. 2, doc. XVII), a la vez que se pone de manifiesto la importancia del enclave desde el punto de vista pesquero.

A principios del siglo XVII, el cronista Vicente Bendicho en su Crónica de la Muy Ilustre, Noble y Leal Ciudad de Alicante, nos hace interesantes reseñas sobre la Isla Plana:
...es también de mucho provecho la isla por el buen pescado que en todo su género se pesca, aunque los daños que se reciben de ella son muchos, ya que han sido hechos cautivos en ella. Es así, que el excelentísimo Duque de Lerma, cuando con su majestad Felipe III despachaba, le puso en el ánimo el que edificase un fuerte en la isla, aunque no tuvo efecto por lo mucho que costaría el sustentarlo y porque está cerca del Lugar Nuevo. La isla no tiene agua, ni ha sido jamás habitada, aunque me dicen, hay vestigios que debieron ser de alguna atalaya o abrigo de pescadores.

Vista general de Nueva Tabarca. Foto: Juan van der Hosfstadt

Por consiguiente, pensamos que en base a su magnífica situación geográfica, así como a la riqueza de sus aguas en cuanto a los recursos pesqueros, la Isla Plana sería frecuentada durante siglos en determinados periodos del año, sin una ocupación permanente, hasta, como decíamos, el momento de la colonización dieciochesca. Así nos lo demuestra, tanto la documentación arqueológica que se ha podido obtener en los últimos años, como la documentación escrita, tal como hemos visto, incluso en referencia a algunos intentos, aunque infructuosos, de construcciones defensivas, lo que demostraba una vez más la importancia geoestratégica de este pequeño enclave insular.

Realmente, hasta ya avanzado el siglo XVIII, la documentación que manejamos no aporta nuevas noticias sobre la Isla Plana, siendo ese el momento en el que se inician los primeros movimientos y circunstancias encaminadas a la colonización definitiva que se produciría a partir de 1770. Es en este punto en el que debemos centrar la atención sobre unos acontecimientos históricos con claros tintes utópicos, los cuales originaron el devenir posterior de un grupo de personas de origen genovés que conformaron el núcleo embrionario de la colonización tabarquina en el Siglo de la Luces.


El origen de una historia singular: Tabarka

La antigua colonia romana Iulia Thabarcenorum, Tabarka, situada en la costa norte de Túnez, muy cerca de la frontera argelina, fue en su día una pequeña isla pegada a la costa de poco más de 16 hectáreas de terreno. Todo comenzó aquí....

En 1541, en el marco de la campaña militar de Túnez por parte del emperador Carlos V, aquella pequeña isla de Tabarka es incorporada a la corona hispana a causa de su valioso posicionamiento geoestratégico en un mar de conflictos, como era el Mediterráneo de la época, y por su importancia desde el punto de vista comercial, en base a un producto de gran demanda en esos momentos: el coral rojo, lo que la llevaría a convertirse en las décadas siguientes en un importante emporio comercial. Estos aconteceres fueron el embrión de una "aventura" histórica, un devenir singular de un contingente humano que culminó dos siglos después con la construcción de un proyecto utópico en la España del rey Carlos III.

Fortaleza hispano-genovesa de Tabarka, Túnez. Siglo XVI
Foto: José M. Pérez Burgos

Sin duda, para la hacienda española, el mantenimiento de un enclave como Tabarka, donde incluso se había mandado construir una fortaleza-presidio fortificado y artillado, sería muy gravoso, por lo que para amortiguarlo, se concedió un permiso de pesca del coral a una familia de comerciantes genoveses de gran raigambre como fueron los Lomellini, emparentados con otra de las familias más influyentes de la república genovesa, los Doria, que sirvieron con gran valía al emperador español en sus disputas navales contra el poder otomano. En definitiva, siempre bajo pabellón hispano, los comerciantes genoveses contribuirían a las arcas españolas con una quinta parte del valor de la explotación del rico banco coralígeno tabarkino y, como contraprestación, España asumiría gastos de infraestructura y mantenimiento militar de la fortaleza hispano-genovesa de Tabarka.

En el Archivo Histórico de Simancas (Valladolid, España) se conserva un legajo, transcrito por el profesor González Arpide, en el cual se hace una completa descripción de Tabarka en 1582:
...hay fortaleza principal, con bastiones de cal y piedra cocida. ...// Tabarka es casi península porque una punta casi toca tierra firme y un canal que hay en medio muchas veces está lleno de piedras, arena y tierra traída por el mar y se puede pasar a pie en cierto tiempo...// En la fortaleza suelen estar unos 70 soldados, aunque caben hasta 300. Hay muchas barracas donde residen marineros, oficiales y mujeres, que fluctúan según se envían barcos a pescar.

Vista general actual de Tabarka, Túnez. Foto: José M. Pérez Burgos

A lo largo del siglo XVII, la codicia de Túnez y Argelia, incluso con la ayuda y el beneplácito de Francia, país que no veía con buenos ojos ese empuje comercial hispano-genovés, hizo que la presión sobre la isla fuera en aumento, hasta tal punto que la otrora bonanza comercial se veía ahora seriamente amenazada, episodio que coincidía con la evidente saturación de los mercados y la clara ralentización del despacho de asuntos con la Secretaría de Estado española, que dejaba a las claras una disminución en el interés por este enclave mediterráneo. Todo ello provocó serias dudas e inquietudes en los mandamases genoveses que regentaban la isla, hasta tal punto que se vislumbraba claramente el final de aquella, hasta entonces, "época dorada".

A comienzos del siglo XVIII los acontecimientos se iban a precipitar, ya que la situación en la pequeña Tabarka, que acogía una población cercana a las 2000 personas, entre genoveses, sardos e italianos, empezaba a ser insostenible. La diáspora de los tabarkinos estaba cada vez más cercana.

Una primera salida se produjo en 1738, cuando un numeroso contingente de aquellos, más de quinientas personas, y previo beneplácito del rey Carlos Manuel III de Cerdeña, tuvo el coraje de romper con el pasado y se aventuró a la colonización de una pequeña isla muy cercana a la costa sarda, San Pietro, consiguiendo con ello retomar una vida de mayor bienestar en un lugar nuevo. Dos años antes, en 1736, ya se había informado de las intenciones puntualmente al Estado español por parte de la familia Lomellini, fructificando las gestiones ante el rey de Cerdeña, tal como relata el profesor Arpide (González Arpide, 2002: 72-75), a cargo del religioso tabarkino padre Giovanni, ayudado por el que era intendente en Tabarka, Agustín Tagliafico, impulsor del proyecto de colonización de la pequeña isla sarda.

Grabados de la Tabarka tunecina, siglo XVII

Décadas de oscuridad

Las tensiones en Tabarka iban en aumento, viviendo muchas circunstancias que abocaban a un irremediable destino. La fecha decisiva fue el 18 de junio de 1741, cuando el Bey de Túnez con sus escuadras, toma Tabarka, que estaba mínimamente defendida, y esclaviza a más de ochocientas personas entre hombres, mujeres y niños, trasladándolos a Túnez. La fortaleza hispano-genovesa sería desmantelada y la historia de la isla se diluía casi para siempre. Aparte de otras aportaciones, infinidad de pertrechos y restos de determinadas dependencias de la fortificación se usaron de relleno para lograr conectar el islote con la costa muy cercana a través de un istmo artificial, lo que convirtió a la antigua Tabarka en un saliente más de la costa noroeste tunecina, tal como está configurada en la actualidad.

Sobre aquellos desdichados que fueron apresados, desde el primer momento de su cautiverio, tanto la República de Génova, de la que la mayoría eran súbditos, como el reino de Cerdeña, buscaron la forma de ayudar al rescate de los mismos, usando como mediadores a religiosos como el propio párroco de los tabarkinos, el agustino fray Juan Bautista Riverola, que buscó denodadamente fondos económicos para la causa, aunque, en el caso del gobierno español, la posición oficial encabezada por el Marqués de Ensenada, no fue muy alentadora, ya que las preocupaciones del gobierno apuntaban principalmente a reforzar la fuerza naval que pudiera combatir a la piratería berberisca procedente de Túnez y Argel. Mientras tanto, los cautivos cristianos, hacia 1756, habían pasado a ser esclavizados en tierras de Argel...

Eran las circunstancias que envolvían la apasionante historia en la que se convertiría este rescate, toda vez que coincidieron varios hechos fundamentales para su conocimiento histórico: dos cartas dirigidas a la casa real española y la propuesta, que tuvo en su mesa el rey Carlos III, sobre un ambicioso proyecto enmarcado en esa dieciochesca España de la Ilustración.

Retrato del Conde de Campomanes. Antonio Carnicero, 1777

Una de las misivas, fechada en 1750, era rubricada por fray Bernardo de Almanaya, religioso de las órdenes redentoras, en la que informaba al monarca de la lamentable situación que vivían los cautivos cristianos de ascendencia genovesa. La otra carta la firmaba el mismísimo ministro Campomanes, en 1761, en la que se advertía de la conveniencia de establecer una guarnición militar en una pequeña isla frente a la Bahía de Alicante, la Isla Plana, para evitar las incursiones corsarias en los territorios costeros, que tantos perjuicios provocaban a la población y a las arcas del Estado.

Por último, la propuesta del proyecto. Este consistió en iniciar la colonización de muchas tierras del reino que permanecían deshabitadas, caso de Sierra Morena, en 1767. Esta gran planificación territorial correspondería al Conde de Aranda y se incluía dentro de las políticas reformistas ilustradas de la segunda mitad del siglo XVIII.

Carlos III funda colonias en Sierra Morena. Victorino López, s. XIX

Un destino en el horizonte: Nueva Tabarca

Hechos y coincidencias validaban la puesta en marcha del aparato administrativo español, para lo que ayudó mucho la mediación de Marruecos aprovechando las buenas relaciones diplomáticas que tenía con el gobierno de Carlos III, de cara a encargar a las órdenes redentoras de religiosos trinitarios y mercedarios la gestión e intermediación del rescate, tras cerca de tres décadas de cautiverio, de aquellos, ya casi olvidados, confinados tabarkinos.

En consecuencia, se establecieron las bases del que conocemos como "Tratado del ajuste de canje y redención entre cautivos argelinos y españoles", para el que se disponían hasta dos expediciones marinas financiadas por la corona española, aunque el rescate, de un montante superior a los 800.000 reales de vellón, corría en gran parte a cargo de las aportaciones de las ordenes redentoras. El documento se firmaba el 17 de septiembre de 1768 en Cartagena por parte de fray Alonso Cano, redentor de los Trinitarios calzados, fray Antonio Manuel de Artalejo, redentor mercedario, y fray Juan de la Virgen, redentor de la orden trinitaria. A su vez, una Real Orden nombra como comandante de la expedición de Argel al capitán de navio José Díaz Veañez, que gobernaría una flota compuesta finalmente por tres navíos, el San Isidro, el San Vicente Ferrer y el Santa Isabel, con el apoyo y escolta de la tartana Santísima Trinidad.

En una primera expedición, de los más de mil españoles rescatados en Argel, tan solo quince eran tabarkinos. El grueso número de éstos fue rescatado en una segunda expedición entre el 3 de febrero y el 10 de marzo de 1769, en la que a bordo del navío San Vicente Ferrer y la fragata Santa Teresa, arribaba al puerto de Alicante un número superior a los trescientos redimidos.

Fragmento de la Matrícula de los Tabarquinos, año 1769.
Ordenada realizar por el Conde de Aranday
firmada por el gobernador de Alicante, Conde de Baillencourt

Los tabarkinos eran por fin súbditos de la Corona en territorio español, por lo que el ministro Aranda dio las oportunas indicaciones al gobernador de Alicante, Conde de Baillencourt, para que se hiciera el censo de este contingente de personas, la conocida como "Matrícula de los Tabarquinos":
Haviendo juzgado conveniente y preciso para en lo sucesivo, que verificando el arribo a esta ciudad, de los tabarquinos que de orden del Rei han sido rescatados i cangeados en Argel, se forma un libro en folio en el que con toda distinción de nombres, apellidos, hedades y estado se estienda una puntual matrícula de las personas de ambos sexos de que constare cada familia, incluyendo en ella los que ya se hallan en esa ciudad, y arribaron a la de Cartagena, conducidos por el padre redentor Fray Juan de la Virgen, i en los navios del Rei de mando de don Joseph Díaz Veañes; Prevengo a Vs. Cuide de que así se agecute con toda claridad y distinción que corresponde; a fin de que en todo tiempo se puede venir en conocimiento sin confusión alguna del número de familias que han sido adminitidas para la población de la nueva colonia de la Isla Plana de San Pablo y personas de que se compone cada una...
En este documento se detallan los nombres, apellidos y parentescos de todas estas personas, y lo firmó el gobernador en Alicante con fecha de 7 de diciembre de 1769, cuando estas gentes llevaban ya varios meses viviendo en la ciudad de forma provisional, en concreto en el edificio que fue en su día colegio de la Compañía de Jesús que, tras la expulsión de los jesuítas ocurrida pocos años antes, pasó a estar deshabitado.

Retrato del Conde de Aranda. José Mª Galván, s. XVIII

Así pues, el ministro Aranda ya tenía el grupo humano que necesitaba para abordar aquel gran proyecto en la Isla Plana que tenía en mente con el beneplácito del rey. El mismo que años atrás recogía las indicaciones que Campomanes había realizado sobre la necesidad de reforzar las defensas costeras de Alicante, y que el propio Aranda había desarrollado sobre la colonización de zonas deshabitadas a través del Fuero e Instrucción de Nuevas Poblaciones. Este documento sirvió de guía principal para consolidar las nuevas experiencias repobladoras de la segunda mitad del siglo XVIII, cuyos propósitos, tal como apunta el profesor Jordi Oliveras (Oliveras, 1998), giraban en torno a la superación de los fuertes desequilibrios territoriales y a la mejora en el aprovechamiento de todos los recursos disponibles en el territorio hispano.

En consecuencia, había llegado el momento de la colonización definitiva de esa pequeña y estratégica isla frente a la Bahía de Alicante, la cual pasaría a llamarse oficialmente Nueva Tabarca, en homenaje al origen de sus nuevos pobladores.


La construcción de una utopía

Como señalábamos líneas atrás, ya habían existido múltiples ideas e intentos de impulsar la construcción de elementos defensivos en la Isla Plana. Incluso en 1766 el propio Conde de Aranda, en su empeño de reforzar las defensas costeras levantinas desde los tiempos en los que ejerció de capitán general de Valencia, diseña una torre defensiva para la Isla, dibujada en este caso por un ingeniero militar, el coronel Don Fernando Méndez de Ras, el cual tomaría todo el protagonismo años después con el desarrollo del desmesurado proyecto de Nueva Tabarca.

La torre defensiva nunca se llegaría a realizar, pero marcó el inicio de los primeros trabajos de acondicionamiento de la isla para la futura repoblación que estaba cada vez más cercana.

Proyecto torre defensiva para la Isla Plana, 1766.
Dibujada por Fernando Méndez sobre diseño del Conde de Aranda

Efectivamente, con gran parte de las construcciones iniciadas y algunas ya avanzadas, el 8 de diciembre de 1769 es autorizado por parte del Rey el traslado a Nueva Tabarca de aquellas gentes alojadas en Alicante, de cara a la repoblación definitiva de la antigua Isla Plana. El proyecto estaba en marcha y la complicada construcción de una completa, presuntamente ideal y a todas luces, utópica y casi rocambolesca ciudadela amurallada ex novo, en donde se combinaban los fines militares y civiles, era una realidad. El proyecto respondía a planteamientos tardobarrocos, confluyendo dos objetivos primordiales: alojar a una pequeña comunidad de tabarkinos liberados y, de paso, poblar esta pequeña isla y fortificarla de cara a evitar las incursiones piráticas a las costa cercanas. También reforzar de manera contundente las defensas exteriores de una ciudad como Alicante, para lo que se tuvo en cuenta incluso los modelos constructivos que, a partir de las teorías del ingeniero militar Sébastien Le Preste de Vauban, habían alcanzado un alto grado de perfeccionamiento en las defensas de plazas militares.

En definitiva, algo menos de 300 personas arribaban a su nuevo destino insular, entre las que figuraba el que fuera antiguo gobernador de Tabarka, Juan Leoni, junto con su familia, y también el que ejerció de subgobernador, José Sales. Muchos de estos tabarkinos, incluso no llegaron a conocer la tierra de sus orígenes, ya que habían nacido durante el cautiverio argelino.

Sobre un diseño de ciudad cerrada, rectangular, de planta hipodámica y tradición renacentista, rodeada de murallas, tendente hacia una economía autosuficiente, y muy jerarquizada socialmente, se desarrollan en ella los ideales reformistas diseñados por Aranda y ejecutados sobre proyecto de Fernando Méndez de Ras, coronel de ingenieros militares, que plasmó su proyecto en diversos planos realizados entre 1771 y 1775, donde se constataban los ideales utópicos que esta ciudadela amurallada encerraba, poniendo de manifiesto ese imaginado "mundo idílico" que al ingeniero le obsesionaba, usando las palabras que el profesor Enrique Giménez utiliza en el magnífico trabajo que él mismo firma en este volumen.

A Méndez no se le reprocharía su esfuerzo en cuanto al planeamiento del proyecto tabarquino y la dotación de múltiples infraestructuras encaminadas a la propia subsistencia de la población civil insular.

Plano de Nueva Tabarca. Fernando Méndez de Ras, 1775.
Servicio Geográfico del Ejército.

Sin embargo, en lo que el ingeniero no estuvo acertado fue en cuanto a su concepción, así como en la calibración de los importantes condicionantes naturales que el lugar tenía de cara a su ocupación y habitabilidad permanente: falta de suelo fértil, que dificultaba el desarrollo de actividades económicas de carácter agropecuario, la excesiva insolación y azote continuo del viento, así como el más importante de todos, cual era la falta de recursos hídricos naturales para atender las necesidades básicas de una población como la que se pretendía instalar en el lugar. En este sentido, y a pesar de los esfuerzos del ingeniero encaminados al diseño y ubicación de multitud de pozos-aljibe para la recogida de aguas en puntos estratégicos de la ciudadela amurallada, e incluso en los exteriores de la misma, la falta de lluvia en la zona hacía que se dependiese, desde los inicios de la colonización, del transporte de agua a la ínsula por medio de barcos-cisterna, algo que complicaba y encarecía aún más el mantenimiento de esta población insular.

Por consiguiente, al cabo de escasos años, el ideario del proyecto comenzaba a tambalearse, también provocado más adelante por los cambios producidos en la situación geoestratégica y militar una vez firmada la paz con Argel después de las campañas bélicas de 1783 y 1784, lo que provocó el inicio del fin de la tan temida piratería berberisca.

En base a ello, la ingente cantidad de gastos que producía el mantenimiento del sitio tabarquino, hizo que pronto se elevaran voces en pos de un cambio radical de uso en este enclave. Fue el caso de personalidades de la época como el ilustrado marino y científico alicantino Jorge Juan y Santacilia, quién realizó duras críticas al proyecto de Nueva Tabarca "por absolutamente desmesurado e irreal", en definitiva, de un claro tinte soñador y utópico. Incluso se llegaba a dudar de la propia capacidad del ingeniero Méndez, en base a su falta de realismo en cuanto a calibrar cuáles eran las posibilidades de este espacio insular para acoger un proyecto de las dimensiones del que allí se pretendió.

Retrato del marino y científico alicantino Jorge Juan y Santacilia.
Realizado por Rafael Tejeo. Museo Naval Madrid

Todo esto provocó que Aranda, cansado ya de la problemática generada por un proyecto que no generaba confianza, pero sí excesivo gasto a las arcas estatales, procedió a su paralización provisional hacia el verano de 1771. Los problemas se acumulaban para Méndez: falta de recursos hídricos, críticas feroces a su trabajo por el que tanto había luchado, pérdida de confianza hacia él por parte del ministro Aranda...

Sin embargo, siguió empeñado en sacar adelante su ideario para Nueva Tabarca y así es como, entre 1774 y 1775 preparaba nuevos planos acompañados de un completo memorial, en el que aceptaba algunas nuevas ideas y recapacitaba sobre otras, en el sentido de dar más consistencia al poblamiento civil de la isla, aminorando en gran medida los recursos que la vertiente militar del proyecto tanto le obsesionaba.

Es evidente que de lo que no se puede dudar es del carácter irreductible de este personaje. Si en su primera idea eran las dotaciones militares las que tenían un sentido absolutamente excesivo y desmesurado, ahora, escasos años después, con tal de agradar a las autoridades estatales y poder continuar con su proyecto, son las dotaciones civiles a las que les concede una dimensión igualmente desproporcionada: hornos, tahonas, fábricas, escuelas-taller, etc., todo al servicio de la idealista autosuficiencia de la plaza, una idea que incluso convenció al monarca, en contra de sus propios ministros, que habían perdido completamente la confianza en las propuestas que Méndez podía realizar.

Si hubo en ese momento alguien radicalmente contrario a continuar invirtiendo en este proyecto, ese fue el ministro José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, personaje de gran influencia y poder en la corte, que insta de manera taxativa a Méndez por medio de una Real Orden fechada en 1778, a concluir de manera definitiva las obras de Nueva Tabarca, a pesar de lo cual y aún con las contundentes restricciones presupuestarias que tenía, en el otoño de 1779, y ante el estupor de autoridades como el Gobernador Baillencourt, el ingeniero llevó a cabo algunas de las últimas obras en la isla.

Retrato del Conde de Floridablanca.
Francisco de Goya, 1783

El final de un sueño

Proclamado como primer gobernador militar de la plaza fuerte, la obsesión, el anhelo utópico por un proyecto como el de Nueva Tabarca, acompañó casi de manera enfermiza a Méndez hasta el final de sus días, en el año 1782, perseverando en su afán de conseguir fondos económicos para completar su "obra", aún teniendo en contra a la práctica totalidad de la autorizada opinión de la época.

En poco más de una década se deshonoraba la que había sido una de los más emblemáticas experiencias repobladoras, combinada con fines militares, sin duda provocado por el evidente cálculo fallido de las posibilidades que el enclave ofrecía.

Las consecuencias recayeron en los propios habitantes del lugar, los tabarquinos, que tras las brillantes perspectivas iniciales, se veían al cabo de escasos años, abocados hacia una dura realidad en un lugar de escasas posibilidades. Adversidades, problemas de competencias, incluso el choque de "egos" personales, provocaron una difícil situación imposible de predecir muy pocos años antes. En tal coyuntura, se alzaban voces pidiendo incluso el derribo de la ciudadela amurallada, y el traslado de la población civil a localidades costeras cercanas.

A pesar de todo, incluidas las voces críticas de muchos, Nueva Tabarca subsistió. Eso sí, el Estado debía asegurarse de la situación real de las obras en las que tanto esfuerzo había invertido en los últimos años y, ante la falta de confianza que se depositaba a esas alturas en el propio Méndez, se encargaba a otro ingeniero militar, Balthasar Ricaud, un informe exhaustivo del estado de las obras y de la isla en general: el Discurso sobre la Plaza de San Pablo en la Isla de Nueva Tabarca, en el que, a lo largo de cuatro extensos artículos, se detalla la situación de Nueva Tabarca, la geografía del enclave, analiza la situación de la plaza, su estado de conservación y la subsistencia de los propios moradores del lugar, así como, finalmente, la conveniencia o no del mantenimiento de la ciudadela, cuestión en la que se postulaba a favor de la misma:

Fragmento del Discurso sobre la Plaza de San Pablo de la Isla de Nueva Tabarca.
Balthasar Ricaud, 17 de abril de 1779

Con atención a las circunstancias de la Isla de Nueva Tabarca... estimo incontestable la insubsistencia de su población sin causar graves costas, mediante que sus producciones que deben ser el fondo principal de cualesquiera Fábricas y manufacturas no son suficientes a mantener el número de sus habitantes. Pero también es cierto que con haberla fortificado se ha conseguido la ventaja de quitarles a los contrabandistas el depósito a los efectos de sus ilícitas introducciones y a los piratas argelinos un abrigo de donde con sus galeotas inquietaban nuestra navegación y agredían las inmediatas costas y ensenadas.

Es así mismo evidente que sin causar tantos costos se ludieron lograr las expresadas ventajas con haber erigido un reducto en la cabeza del Levante de la isla capaz de ocho cañones y en la de Poniente una torre con tres o cuatro. Este pensamiento todos los inteligentes lo adoptan; pero ni de él ni de la insubsistencia de la población se concluye que hechos ya tan crecidos gastos en la erección de esta Plaza, se deba abandonar o demoler. Por convenir todos en lo substancial de establecer alguna fortificación. Por tanto, atendida la física entidad de los objetos de su establecimiento y otros fundamentos que a mediana reflexión se manifiestan, entiendo ser útil la conservación de la referida Plaza de San Pablo en la Isla de Nueva Tabarca. Este es mi parecer...

BIBLIOGRAFÍA
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  • VIRAVENS PASTOR, Rafael. Crónica de la muy ilustre y siempre fiel Ciudad de Alicante. Alicante, 1876. Ayuntamiento de Alicante (Ed. facsímil). Alicante 1976.

Nueva Tabarca, portada de "Blanco y Negro"

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Blanco y Negro fue una revista ilustrada española fundada en 1891 por Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio, y fue base de la editorial Prensa Española, años más tarde editora del diario ABC. El primer número vio la luz el 10 de mayo de 1891. Sus inicios fueron en forma de semanario independiente de pequeño formato, que enseguida abrió la puerta a la difusión de la fotografía. Los contenidos de Blanco y Negro, como mezcla de revista literaria y de información general, incluían secciones como: relatos literarios, arte, cultura, toros, deportes y crónicas semanales nacionales e internacionales.

Primer número de Blanco y Negro, 10 de mayo de 1891

La publicación presentaba la novedad de las ilustraciones, y gozó de gran prestigio por sus artículos y colaboraciones literarias. Fue la primera publicación periódica española en utilizar el color y el papel couché. El 12 de mayo de 1912 publicó la primera fotografía en color de la prensa en España, La primera lección, del fotógrafo Fungairiño.

Se editó durante muchos años como publicación independiente. Entre 1891 y 1939 se editó de forma continuada, volvió a reaparecer en 1957, igualmente como independiente, y el 6 de marzo de 1988 se convirtió en el suplemento dominical del diario ABC.

La portada del número 2663, fechado 18 de mayo de 1963, tenía como protagonista a nuestra isla de Nueva Tabarca, con una foto en color de la Puerta de San Gabriel, tomada desde dentro de la población, mirando hacia La Cantera, y un extenso y ameno reportaje en el interior, firmado por José Luis Castillo-Puche,premiado escritor yeclano de novelas, cuentos y ensayos. Las fotografías, tanto en blanco y negro como en color, son obra del madrileño Fernando Nuño, cotizado fotógrafo de prensa de la época, que colaboró en importantes publicaciones tanto nacionales como extranjeras.

Número 2663 de Blanco y Negro, 18 de mayo de 1963

La combinación de la narrativa de Castillo-Puche y las imágenes de Nuño, nos deja sensaciones de una isla pacífica y silenciosa, con sabor a leyenda, la dura realidad de sus habitantes, y la vista puesta en un futuro turístico cercano, con propuestas, a veces, un tanto utópicas, otras ciertamente descabelladas.

Vamos a disfrutar del reportaje íntegro, fotografías incluidas, introduciendo esporádicamente [entre corchetes] algún comentario que venga a colación realizar, bien como corrección o bien como aclaración. Se ha respetado la estructura del artículo, excepto los diálogos puestos en cursiva para facilitar la lectura, y los pies de foto, insertando estas en el mismo orden y situación aproximada que en la edición impresa. El título y subtítulo en portada del artículo son sobradamente significativos de su contenido: TABARCA, LA CENICIENTA DEL MEDITERRÁNEO. Una isla casi deshabitada a once millas de Alicante: paraíso de sol, quietud, silencio y pesca submarina. Por J. L. Castillo-Puche. Fotografías de Fernando Nuño.


NUEVA TABARCA
"LA CENICIENTA DEL MEDITERRÁNEO"

Por J. L. CASTILLO-PUCHE

Una isla casi deshabitada, a once millas de Alicante

ESTAMOS en Alicante esperando la motora que nos llevará a la Isla de Tabarca, que es una suave y solitaria giba de tierra colocada en el luminoso Mediterráneo, a once millas de Alicante.

Bueno, he dicho que vamos a Tabarca, pero he debido decir a la Nueva Tabarca, isla gemela da aquella otra que frente a Túnez fue desde siempre playa de asalto y bosque tentador, la Tabarca [Tabarka] legendaria y misteriosa de donde proceden los tabarquinos alicantinos, gente empadronada -cuando se empadrona- en Alicante. La Vieja Tabarca, a sólo 300 metros de la tierra firme de África, no se parece en nada a la nuestra. Se parecen tan sólo en el nombre, en que son dos islas mediterráneas [Tabarka realmente no es una isla, sino una pequeña península, aunque sí lo fuera en su día] y en que los habitantes de la nuestra son descendientes de unos genoveses desdichados a los que el rey de Túnez un día puso grilletes y precio.

Ya estamos en la motora. Alicante se va quedando atrás. ¡Qué bella ciudad es Alicante! Incluso el rascacielos que acaban de plantar casi en plena Explanada tiene su gracia [haciendo referencia al Gran Sol]. Por encima de los mástiles de los barcos, mástiles primitivos y modernos en perfecta mescolanza, se destacan los blancos y airosos edificios, y, de vez en cuando, las manchas verdes -otros mástiles- de las palmeras. Luego, como encerrándolo todo en un caldero de pescador, los blanquinosos cerros. Alicante no es una capital de costra terrosa y calles absurdas, sino que todo en ella tiene cierto orden rimero de balconada alegre sobre el mar. Y luego, la luz, el prodigio de la luz...
-¿Cuánto tardaremos?
-Hoy siete cuartos de hora- responde el que hace de capitán, que es tabarquino.
-¿Y la gente de la isla cómo va y viene?
-En el correo.
-¿Es diario?
-Qué va. Ahora funciona los lunes y los sábados, pero en verano también los jueves.
-¿Es siempre tan fácil como ahora el viaje?
-Regular, regular. Cuando sopla el Levante o el Nordeste no es tan bueno.

Ya hemos salido del puerto. Mar adentro un barquito está vigilando el atún. Sobre el palo va izado un hombre que mira a ver lo que se puede pescar, si es que se puede pescar algo.
-¿Qué tal se pinta por aquí la cosa?
-Ayer ése se recogió con 140 elementos. Calcule, a 62 pesetas el kilo en lonja.
-¿Hoy está bueno el mar para pescar?
-Pues no; sólo cuando la mar está blanca, el pescado sube arriba.

Una explanada rocosa, de donde han salido los bloques de piedra
para la construcción de las murallas de Nueva Tabarca, rodea a la isla
[realmente no la rodea, pues hace referencia al islote de La Cantera].
Bellísimas calas de aguas transparentes pueblan la costa,
por la que se multiplican grutas y cuevas llenas de leyenda


Doscientos ochenta habitantes

Vamos viendo la costa a veces casi perdida tras la caliginosa neblina. Entre la arena y unas manchitas de verde se destaca un soberbio hotel, que según me dicen está a punto de inaugurarse. Es la playa llamada Arenales del Sol, nunca mejor dicho.

Nos vamos colocando frente a Santa Pola. Enfrente tenemos el bonito chalet de don Santiago Bernabéu.

Luego el faro de Santa Pola, más allá la torre vigía, después las refulgentes salinas. La montaña es lisa como un frontón. Abajo casitas, algún intento de palmera. ¿Son higueras, almendros? Ni se sabe.

Ya nos vamos acercando.
-¿Cuántos habitantes tiene la isla?
-Doscientos ochenta. Desde la guerra para acá emigró mucha gente. Antes del 39 llegó a tener hasta más de mil.
-¿Y durante la guerra, qué?
-Durante la guerra, nada. Si no llegan a venir los de fuera, ni siquiera queman los santos. No se mató a nadie. Hubo alguno en la cárcel de Alicante, pero nada. Después de la guerra, allí hubo mucha más gente. Allí enviaban a los estraperlistas...

Estamos llegando. La pequeña isla va creciendo. Ya se distingue el cementerio, el faro, un torreón, que es el cuartel de la Guardia Civil, y por último, arracimado al lado de la iglesia, el pueblo. Todo en línea recta, a ras de la muralla, sobre la escollera. Pero no todo es tierra; hay dos grandes islotes escoltando a Tabarca: a la izquierda La Nao, con su sarpullido de arrecifes alrededor, y a la derecha otro más grande, La Cantera, de donde se sacó la piedra para la muralla...

En vez de ir derechos al puerto, damos la vuelta completa a la isla, comenzando por la punta de dónde se soltó La Nao, donde está el cementerio, que los nativos llaman El Campo. Alguna vez aquí se plantó cebada, habas, cualquier cosa que la tierra quisiera dar. Pero se desistió. Ahora todo es vegetación corta y rala, totalmente silvestre. Entre los matojos y las hierbas sobresale un ejército de chumberas, unas chumberas gordas, hermosas, que dan higos pequeños de un rosa subido. En la isla llueve poco, y hay años, como el actual, en que no ha llovido nada. Sin embargo, parece ser que la isla tiene un interés extraordinario desde el punto de vista de su flora, por la gran cantidad de especies raras que aquí se encuentran.

Única riqueza: el mar.
La pesca es el principal medio de vida de los habitantes de Nueva Tabarca.
En sus playas, una pequeña flotilla pesquera aguarda el momento de hacerse a la mar
mientras se dan los últimos zurcidos a las redes destrozadas por los delfines.
En el cinturón de roca que rodea a la isla se transparentan unas aguas de maravillosa policromía,
verdadero paraíso de la pesca submarina


Al fin, luz eléctrica y televisión

La motora tiene que llevar un gran cuidado, porque en la transparencia verdiazul de las aguas se recortan las rocas como sierras. Vamos pasando por entre una empalizada de escollos.
-La isla será muy pacífica- digo al guía.
-Lo es, lo es. Apenas si hay hombres. Los hombres están casi todos allá por las Canarias, en el calamar... o en lo que salga. Casi todos embarcados.
-¿Ha habido épocas de contrabando en la isla?
-De vez en cuando. Mire usted, ahí mismo en La Nao, yo recuerdo haber visto muchos años una cruz. Le llamaban la cruz del Capitán. Se decía que allí estaba enterrado un capitán de barco muerto en un naufragio. Todo iba bien hasta que un día los carabineros inspeccionaron la sepultura. No había tal. La tumba era un depósito que tenían muy bien camuflado los contrabandistas...

Entre la isla y el islote de La Galera hay un yate hundido. Fuera del agua asoma un pedazo de quilla. El fondo del mar tiene una transparencia maravillosa. Es como si toda la isla estuviera rodeada por grutas y galerías fantásticas, de extraordinaria belleza natural.

Desde la isla nos miran con curiosidad algunas mujeres. Algún que otro pescador permanece indiferente, ajeno a todo.

El guía, sin que nadie le pregunte, nos adivina el pensamiento y dice:
-Aquí, sobre todo en verano, vienen muchos extranjeros. Se pasan tres o cuatro días durmiendo en la playa, algunos hasta medio desnudos, solos, comiendo de lata o algo que compran a los pescadores. Luego se van. ¡Están más locos!...

Desde las rocas, unos niños nos gritan. El guía aclara:
-En la isla están todos medio «chalaos» estos días. Desde hace ocho días tienen luz eléctrica. Calcule.
-Ya, ya.
-Luego el alcalde de Alicante, su alcalde, vamos, les acaba de regalar un aparato de televisión. Calcule.
-Calculo.

Un bosque de anclas, restos de viejos navíos hundidos
[realmente se trata de las anclas o mascaranas utilizadas para fijar la desaparecida almadraba],
compone una bella perspectiva en el horizonte de Nueva Tabarca,
mientras la interminable planicie de chumberas da una nota africana a la pintoresca isla


Paraíso para el pescador submarino

Estamos en la parte del Sudeste de la isla, justamente en el sitio donde alguna vez se refugian hasta los barcos grandes cuando les pilla el temporal del Levante. En las bonitas playas solitarias hay unas barcas tumbadas. Arriba, sobre las imponentes murallas, algunas palmeras. Y casas. Casas en ruinas principalmente. Ahora es cuando se ve que la muralla está hecha a conciencia.
-¿Y de pesca submarina, qué tal anda esto?
-Huy, de pesca submarina muy bien. Aquí en un rato ya es fácil dar con algún buen mero de cinco kilos, con uno o con varios, según la maña y la paciencia.

Navegando caprichosamente entre rocas. Entre el «Descul Roch [Escull Roig]», «La Roca del Emperador», «El Zapato [Sabata]», «La Roca del Mero», «Cala Rata», «Escollo Negro [Escull Negre]», «La Cueva del Lobo Marino [Cova del Llop Marí]», «La Roca Pobre [Roca Pobra]», «Cabeza de Moro [Cap de Moro]», una serie de rocas, rincones, caletas, pasadizos, cuevas, que son un primor. Nada aquí está tocado aún por el turismo. Lo más escandaloso que hay es la casita naviera de un francés que llegó a la muralla, eligió sitio y, por las buenas, se hizo su refugio [la Casa del Francés].
-¿Y aquí nunca pasa nada?
-Alguna vez pasa algo. En el siglo pasado, dicen que una vez pasó un barco de guerra, izó la bandera y no le respondieron. Entonces los del barco creyeron que estaban sublevados y dispararon. Luego bajaron y celebraron un consejo de guerra. Total, nada: veintitantos fiambres que hay fusilados junto al aljibe [se refiere, entre otros, a diecinueve sargentos carlistas fusilados], como luego verá... Por cierto que hay otro aljibe fenomenal, hecho en los ratos libres por el cura y los monaguillos... Ya lo verá.
-¿No ha habido así más sucesos trágicos en la isla?
-También cuando el cura Rico, que estuvo cuarenta años, se dice muy pronto, en la isla. Entró y no salió. Era capellán de Castalla... El cura lo hacía todo. Calcule que la isla no era ni civil ni militar, sobre todo cuando dejó de ser plaza fuerte... Por lo mismo, los muchachos que nacían no se inscribían en ningún registro. Fue el cura Rico el que comenzó a mandar las partidas de nacimiento al juzgado de Alicante; pero cuando se hizo viejo ya no las mandaba, y aquí ni éramos ciudadanos españoles siquiera. Mientras esto fue militar, pues servíamos en la isla y en paz... Como le digo, esto era el lío padre, unos servían y otros no. Hasta que los propios padres se empezaron a encargar del asunto.
-Pero, ¿qué pasó con el cura Rico?
-Pues que cuando se murió se rebeló todo el pueblo y hubo un motín tremendo. Querían enterrarlo a la fuerza en la iglesia, en la misma que había servido tantos años. Pero el nuevo párroco no quiso...
-¿Y ganó el pueblo, como si lo estuviera viendo?
-No señor, el cura Rico fue al cementerio como todos... Sin embargo, hace años, al abrir no sé qué debajo del altar mayor, apareció un general con sable y todo.


Una isla pobre y alegre

Estamos ya junto al islote La Cantera. Todo es pintoresco, casi inverosímil. Piedras de formas extrañas rodeando a Tabarca, y Tabarca que se levanta plana, luminosa, solitaria, muy extraña por cierto...

Vamos a desembarcar. El puerto es diminuto y hay que entenderlo. Este puerto lo construyó González Vicent hace unos años, cuando era gobernador civil. Un guardia civil nos espera a la salida de la motora. Al parecer somos gente tranquila y nos deja pasar. Unos pescadores cuidan de los aparejos y otros comen en las barcas. Apenas nos hacen caso.

Ya estamos en Tabarca -50 hectáreas de tierra sin provecho alguno, según mi guía-, sitio donde no hay ninguna enfermedad como no la traigan de fuera, según me dice una vieja nada más enfilar hacia el poblado. Gente muy alegre, si no fuera por el hambre, como nos recalca un pescador que cose redes en una esquina, mientras maldice una y otra vez contra los delfines, que no sólo se comen los pescados, sino la red. «¡Si por lo menos nos dejaran la red!», dice en un arrebato de indignación...

La isla -l'illa, como dicen los nativos- nos conmueve desde el primer momento. Es una isla vacía, pobre, y, sin embargo, cantarina. Desde que hemos entrado en una calle -son cuatro calles, y las cuatro muy rectas-, en todas las casas hemos escuchado cantar a las muchachas. Las muchachas cantan como jilgueros. Y en donde no cantan las muchachas canta el transistor, que en ninguna casa falta.

Sol y mar en Nueva Tabarca.
Un brillante sol en un cielo sin nubes constituye el eterno horizonte de Nueva Tabarca.
La desierta calle donde un pescador remienda sus viejas redes puede sufrir dentro de poco
la invasión de cientos de turistas, y en la cala, de limpísimas aguas,
mañana se mecerán lujosos yates y canoas


Todos son de origen italiano

No hay que esmerarse mucho en clasificar los apellidos. Está clarísimo su origen italiano. Abundan los Russo [Ruso], Chacopino, Parodi, Pomatta [Pomata], Pianello, Luchoro, Marxenaro [Marcenaro], Manxanaro [Manzanaro]. Todos estos apellidos al pasar de un libro de bautismo a otro, perdieron alguna consonante o la desviaron, ya que el nuevo párroco escribía lo que oía. El origen de estos pescadores es principalmente genovés, aunque después, por los sucesivos matrimonios entre parientes, la raza haya degenerado.

Si quisiéramos insistir algo más sobre el origen de estos «cautivos» liberados por el gran rey Carlos III en 1786, nos encontraríamos que, aun copiados con inevitables corrupciones, predominan los apellidos: Belonda, Capriata, Noli, Ferrara, Ferrara, Fabiani, Graso, Crestadoro, Carrosino, Milelire, Montecatini, Sevasco, Sarti, Buzo, Pitaluga, Colomba, Perfumo, Casteli, Carrucho, Columba, Tubino... Y luego los nombres: Alexandrina, Benedecta, Constantino, Cayetano, Magdalena, Anastasia, Pelegrina. Todavía queda algún tipo mediterráneo puro y con visible ascendencia italiana. Claro que yo pienso que no todos eran genoveses, sino que la razzia del Rey de Túnez fue más amplia, y Carlos III, como Rey magnánimo, cargó con todo lo que le dieron, ya que los genoveses le pertenecían de hecho y de derecho.

Seguimos avanzando por este tablón raso de la isla, que mide 1.900 metros de longitud de Este a Oeste, y unos 500 metros por la parte más ancha, o sea de Norte a Sur. Muchas casas están destruidas, y entre las ruinas se mueven los niños jugando a la guerra. Estos niños han nacido y crecido entre murallas, baterías, castillos, y toda clase de baluartes y mazmorras subterráneas que servían para caballerizas, pertrechos de guerra y defensa en caso de un ataque por sorpresa.
-¿Aquí hay médico?- pregunto.
-No.
-¿Y cura?
-Sí. ¿Qué sería del pueblo sin el cura? Es muy bueno, y además, él es quien nos lleva las quinielas a Santa Pola o a Alicante.
-Pero, ¿aquí se juega a las quinielas?
-Aquí se juega una barbaridad a las quinielas.

La iglesia es feota pero firme. La casa del gobernador debió de estar bien, pero está en ruinas. La Guardia Civil vive en plena rampa de lanzamiento [la Torre de San José]. Ahora parece ser que los cambian cada semana o cada quince días. En verano les dan un poco más de margen y se vienen aquí con las familias.
-¿Hay teléfono?
-Para cosas urgentes funciona un aparatejo que tiene la Guardia Civil.

La isla sigue siendo parca, abandonada, estéril, pero confiada, como agradecida, uno no sabe a qué.

Hay rincones y ensenadas preciosos, al borde mismo de la muralla, esa muralla fenomenal que tiene tres puertas, como las potencias del alma, y que se llaman: San Miguel o Tierra de Alicante [de Tierra o de Alicante], a elegir -la del Norte-; la de San Rafael, a secas [también se le denomina de Levante], que es la que está situada al Este, y la de San Gabriel o la Tranca [de la Trancada o de Poniente], por algo será, que es la que cae al Oeste. Puertas soberbias, con bóvedas de cantería; portadas solemnes, con dinteles, escudos y literatura, mucho de ello barrido por el viento que aquí tunde y pulveriza todo lo pulverizable. Y arriba la inscripción: CAROLUS III HISPANIARUM REX FECIT, ÆDIFICAVIT..., etc. (el etc. quiere decir que el resto está borroso).

Investigar sobre la isla a fondo sería una bella ocupación, porque esta isla se llamó de San Pablo, y antes de Santa Pola, o al revés, y también se llama de San Pedro, para que todo quede bien repartido. Pero todo esto es moderno. Si uno quiere meterse en más líos no tiene más que irse a tomar unos langostinos con el secretario del Ayuntamiento de Elche, Sr. Gómez Brufal, que le sigue le pista al tema. Primero fue Planesia [término griego que etimológicamente significa "traicionero" o "peligroso"] (¿Estrabón?), después fue Planasia, más adelante Planaria [se refiere a la planicie de su pequeño territorio emergido], aunque en realidad Planaria ha sido siempre, por lo menos después del cataclismo que separó este tajo de carne del organismo vivo de los continentes.

Lo de Santa Pola es lo más confuso y entretenido, porque da origen a presunciones muy sutiles y entronca a la isla, según algún investigador, con las predicaciones paulinas. La iglesia de Tabarca, por lo menos, está dedicada a San Pablo, aunque el vecindario dedica la piedad más sentida a la Purísima Concepción, porque justamente el día de la Purísima de 1786 fueron redimidos del moro por Carlos III.

Dicen que algunos, al llegar a la isla, murieron de nostalgia, y que otros quisieron regresar a la Vieja Tabarca. Lo que sí es cierto es que muchos perecieron al salir del destierro. Pudo ser de la emoción, cosa que suele ocurrir. Otra versión dice que Santa Pola, ilustre dama romana penitente, conocida por los pescadores mediterráneos allá por el Mar Rojo, les infundió tal veneración, que, a su regreso, pusieron a la isla el nombre de la santa.

En cualquier caso todo lo de Nueva Tabarca es un poco fabuloso. No será difícil descubrir, más adelante, antecedentes más verídicos y contundentes.

El «Gran Hotel» de Nueva Tabarca quizá pueda volver a conocer tiempos mejores.
Mientras tanto, la isla duerme a espaldas del mundo,
tan pacífica y silenciosa como su humilde cementerio


Veintidós millas a nado

Es lamentable que de los liberados por Carlos III -que parece ser que fueron unos 309 en Alicante y unos 100 en Cartagena-, la población haya ido en tal descenso. El conde de Aranda hizo lo que tenía que hacer, que era traerlos. Después si ellos, por nostalgia, soledad, pasividad de dentro y de fuera, se fueron consumiendo, es otro cantar. Tabarca, al mismo tiempo que un asilo para pescadores redimidos, se convirtió muy pronto en cuartel, y más de una vez en cuartel de castigo. Allí, en el fortín, han dormido noches de exilio muchos de los militares y eclesiásticos que no quisieron reconocer la legitimidad de Isabel II.

Hay en toda esta historia una biografía por hacer y es la del cura Riverola, que fue y vino con los prisioneros canjeados. Está enterrado bajo el altar mayor de la iglesia, y es figura sugestiva y admirable.

Lo fantástico entre estas ruinas es el tipo del pescador, hombre duro. Todavía me recuerdan a dos hermanos que se iban por la tarde nadando hasta Santa Pola -4.500 metros- y volvían como si tal cosa.
-Terminarían de campeones de natación- digo.
-No señor, terminaron ahogándose- me responden.

Hace cinco años, un tabarquino, Asensi, fue y vino desde Alicante -que son 22 millas- a Tabarca. Y se quedó tan pancho.

Los pescadores de Tabarca prefieren irse fuera, pero son hábiles como pocos. El faro de la isla es su único guía, un faro a cerca de treinta metros sobre el nivel de tierra y agua.

La almadraba que estos pescadores hacían funcionar maravillosamente entre la isla y La Galera ha dejado de prestar sus servicios [nunca se caló ahí, por no tener profundidad suficiente para que pasaran los atunes; en realidad se montaba a un kilómetro mar adentro desde La Galera]. Parece ser que la han comprado pescadores de las Canarias o del Sur de España. La isla tiene al Sur una gruta que se cuela por debajo de la población. En esta cueva entran las aguas del mar e incluso las embarcaciones de poco calado. Esta caverna se llama del «Llop Marí», porque en ella se refugia ese pez grande, liso y viscoso, con boca nutrida de dientes de varios tamaños y formas, que es el espanto y el regocijo de los pescadores [esto es una quimera, que forma parte de la famosa leyenda; realmente vivían en esta cueva focas monje, también conocidas como "lobos marinos" por el sonido que emiten]. De noche los pescadores entran en esta cueva y, con resistencia y valor, logran hacerse con el lobo marino, presa codiciada entre todos los que pescan [lo que realmente hicieron fue matar a todas las focas monje, porque espantaban la pesca y destrozaban las redes]. Pero esta cueva, además, es un portento de fantasmagoría y belleza. Entre las estalactitas vuelan las más potentes y extrañas aves marinas.
-Y aquí la gente de querer, ¿qué es lo que querría?- pregunto.
-Pues por lo menos, según dicen, que se respetaran los fueros de Carlos III. Aquí estábamos exentos del servicio de armas y, por descontado, de toda clase de contribución, de esas que llaman directas y de las indirectas...

Paramos en casa del cura. Efectivamente, las quinielas de la semana están encima de la mesa. Paramos también en casa del alcalde, el pedáneo que Alicante mantiene aquí.
-Ya la luz está en las calles. Ahora lo que hace falta es que llegue a las casas. También hacen falta lavaderos, porque no sé si ha visto cómo las mujeres lavan metidas entre las rocas, en el mar. Aquí tiene que llegar el agua que beben los demás mortales, como sea. Hay años en que los aljibes no se llenan. No podemos estar siempre pendientes de la Comandancia de Marina, aunque se porten bien.

La puerta del recinto amurallado, lo mismo que la iglesia de Nueva Tabarca
fueron edificadas bajo el reinado de Carlos III.
El templo está dedicado a San Pablo, aunque es la Purísima Concepción
la verdadera devoción de todos los habitantes de la isla

Bien venido sea el turismo

La isla es un paseo. Salvador Rueda, que vivió aquí algunos años, dicen que se la recorría varias veces al día, cuando no cogía un botecito y se iba con algún pescador a dar vueltas entre los peñascos: el Ecull [Escull] Roig, La Sapata [Sabata], Escull Negre y La Galera. Por la tarde hacía un poco de visiteo a las familias y por la noche se acostaba muy temprano. De madrugada se levantaba y se ponía a escribir. ¡Sabia y prudente vida de escritor!

Vamos por entre piedras, matujos, pedazos de muralla, murallones, calas. Luego un desierto de chumberas, el fortín, el faro, el cementerio. Ya está vista toda la isla; hemos llegado al cabo de Falcó. Ningún cementerio tan patético como este de Tabarca. Aquello sí que es el anonimato fundamental. Y la pobreza suma.

Hasta ahora no ha salido a relucir la palabra turismo.

Es la palabra deseada y temida.

Una sociedad de capital español es hoy prácticamente la dueña de la isla. Se trata de hacer aquí un albergue internacional. Han acudido a los arquitectos de España y piensan acudir a los de todo el mundo. De momento están a punto de comenzarse una serie de apartamentos, lo cual daría trabajo a los tabarquinos. Pero no se trata tan sólo de darles trabajo, sino de ir creando una comunidad de propietarios, interesados de una manera original y práctica en el futuro de la isla.

Agua, transportes, energía eléctrica, comunicaciones, todo está previsto y programado. El capital hasta ahora es netamente español; pero está prevista una ampliación a base de capital extranjero.
-¿Y del turismo, qué?
-Que siempre que sea para mejorar, todo el mundo dice que bien venido.

Uno, al recorrer esta desolada isla, la Cenicienta del Mediterráneo, piensa, y con fundamento, que muy bien puede convertirse en un parador internacional de primera categoría en muy pocos años. Existe la plataforma. Sólo es cuestión de planes y proyectos bien sostenidos y de millones bien usados. La isla, aun misérrima y yerma, es como un hermoso trasatlántico flotante y lo va a ser mucho más, indudablemente. Allí no solamente podrá darse diversión y lujo, sino algo que no se compra con nada del mundo: soledad y descanso. Se trata precisamente de crear un Centro Turístico Internacional Deportivo de gran clase.

Una paz imperturbable reina en las calles de Nueva Tabarca,
donde el tiempo parece haberse detenido
Hoy la isla ha despertado el interés de los promotores turísticos,
que proyectan realizar obras de modernización

Proyectos para un inmediato porvenir

Lo formidable de este asunto es que ahora, al tratar de planificar la isla sobre supuestos turísticos, no ha habido más remedio que seguir las directrices del coronel Fernández Méndez [coronel de ingenieros Fernando Méndez de Ras], que fue quien, por orden de Carlos III, levantó los planos de la ciudadela. Núcleos comerciales, núcleos urbanos, núcleos residenciales, fondeaderos, campo de helicópteros, carreteras de circunvalación, jardines, todo parece ya, más que un sueño, parte de una realidad posible e inminente. ¿Cuándo se estrenará el campo de golf, el tennis, las piscinas, montadas sobre la misma roca, el casino...? Acaso antes de lo que pueda pensarse.

Mientras tanto, los pescadores van y vienen expectantes, nada soliviantados, pacientes, sencillos, humildes.
-Lo que quieran hacer con nosotros, pues que lo hagan- dicen.

Día grande de alegría en Tabarca es cuando se dan bien los langostinos. Que también se da bien, cuando se da, la alacha, la sardina, los salmonetes, el bonito, la boga, la lampuga, las ostras y, sobre todo, el atún. El atún de por acá es emocionante.

A los habitantes de Tabarca todas estas idas y venidas de millonarios, funcionarios oficiales, periodistas, extranjeros, les tiene sin cuidado. Ellos quieren redimirse por segunda vez, pero esta vez, al menos, están dispuestos a incorporarse activamente al engrandecimiento y al progreso de la tierra que los recibió.

Desde el aire Tabarca dicen que se parece a una guitarra. También puede parecerse a un nicho de solitarios, solitarios aburridos de todo, hasta de millones. No olvidemos que Fernández Flórez a esto le llamó con suma intuición y perspicacia: «Escuela de Robinsones». Que es lo que está haciendo falta en el mundo, y más todavía en el mundo del turismo.

Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca

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Artículo de SUSANA LLORENS ORTUÑO,
SANTIAGO LINARES ALBERT y AGUSTÍN MEDINA RAMOS
Archivo Municipal de Alicante

Publicado en la Revista Canelobre n.º 60, Invierno 2012
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert
Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca

Matrícula de los tabarquinos. 1769. Archivo Municipal de Alicante. A.M.A.

El trabajo que presentamos reúne un conjunto de referencias históricas sobre documentos y bibliografía de Nueva Tabarca localizados en las distintas secciones del Archivo Municipal de Alicante. En ellas se recogen noticias que aportan datos para aquellos investigadores interesados en conocer más sobre la historia de este pequeño archipiélago. Para algunos serán nuevos testimonios, para otros no tanto, pero si hemos pretendido dar una visión más actualizada desde nuestro campo científico a los estudios tabarquinos.

La naturaleza de los fondos documentales existentes sobre Nueva Tabarca en el archivo presenta una variada tipología que comprende cartas, memorias, órdenes, denuncias, edictos, informes, padrones o censos con una amplia cronología y contenidos muy interesantes. Entre los que mencionamos los relacionados con la administración recaudatoria municipal, la infraestructura urbanística o los concernientes a cargos representativos institucionales, quienes delegaban en los alcaldes de barrio y el gobernador de la Plaza Fuerte.

Son documentos que tuvieron su protagonismo según la época histórica. A modo de ejemplo, destacamos un informe bastante innovador para su tiempo del ingeniero industrial Luis Badías Aznar, que trataba, en la década de los cincuenta del siglo XX, de los graves problemas de autoabastecimiento de la población de la isla, debido a la mala calidad del terreno para el cultivo, siendo el único medio de subsistencia la pesca. También argumentaba, siempre bajo el control estatal o municipal para evitar especulaciones, la prioridad de instalar agua potable y electricidad para la promoción turística.

Conscientes de la gran cantidad de referencias documentales que hay en el archivo, hemos decidido relacionarlas con los aspectos básicos que son tan necesarios para el funcionamiento de este archipiélago.

Aparte de la descripción de estas fuentes documentales, hemos considerado interesante recoger las referencias bibliográficas y de publicaciones periódicas más relevantes sobre la isla, que pueden consultarse en la biblioteca auxiliar y hemeroteca del archivo.

Para concluir con el testimonio gráfico de las colecciones fotográficas municipales, fuente documental imprescindible para configurar la memoria gráfica de Nueva Tabarca, gracias a los reportajes de distintos fotógrafos profesionales y aficionados.

Nos resulta muy gratificante haber colaborado en este proyecto, junto con especialistas reconocidos, y contribuir a la difusión de los fondos entre todos los interesados.


Fuentes documentales para el estudio de Nueva Tabarca

La importancia que ha tenido este pequeño archipiélago para la historia de la ciudad de Alicante está documentada en los legajos y libros del Archivo Municipal de Alicante.

Existen referencias que testimonian los primeros asentamientos familiares desde el siglo XVIII para colonizar la Isla Plana o Nueva Tabarca, dando comienzo a los primeros movimientos poblacionales. Acontecimiento que llevará consigo el desarrollo y evolución de este lugar desde el punto de vista urbanístico, higiénico-sanitario, territorial, gubernativo, económico, patrimonial, y de abastecimiento. Todos estos temas se hallan en las propias secciones o series del archivo, correspondiendo su origen documental a la tramitación administrativa que hubo en su día entre el consistorio y la isla, y que a continuación vamos a comentar.

Matrícula de los tabarquinos. 1769. A.M.A.

Para tratar los aspectos vinculados con la población es imprescindible consultar la matrícula o censo de los tabarquinos, documento que recoge datos de la segunda mitad del siglo XVIII de la población en Nueva Tabarca, con expresión de las familias y personas que la componían, así como la orden del conde de Aranda y la respuesta del gobernador de Alicante que aparecen incluidas en el mismo documento, denominado Matrícula de los Tabarquinos[Archivo Municipal de Alicante (A.M.A.) Armario 5. Libro 117], datado en 1769. También en los padrones de habitantes, cuya serie comienza en 1841, aparecen registrados el número de familias que figuraban censadas en el archipiélago de manera oficiosa en 1880, figurando en el tomo dedicado a las partidas.

Padrón de habitantes 1880. A.M.A.

Las cuestiones urbanísticas en el siglo XIX quedaron bajo la supervisión de la brigada de policía urbana. De las funciones que desempeñaron hay constancia documental en las solicitudes de las obras de construcción de barracones, escuelas o reparaciones en la Torre o murallas, así como en los partes de control de limpieza de pozos, aljibes y cisternas en Tabarca. En la sección de Correspondencia con el Ayuntamiento, encontramos diversos escritos que planteaban las condiciones de higiene, entre 1840-1849, necesarias para la construcción de un cementerio, ya que los cuerpos se inhumaban en terrenos sin tapia ni cercado. El campo santo se situó, en el primer tercio del siglo XX, en la punta este de la isla y hubo reclamaciones al Ayuntamiento para que pagara la mitad de su coste.

El control sanitario preocupaba a los habitantes que reclamaban se dotara la isla con hospital y personal facultativo (médicos y enfermeras) para su asistencia. En los expedientes de la sección de Sanidad y Beneficencia se pueden analizar también las epidemias que afectaron a este vecindario, la patología de las enfermedades y la adopción de medidas sanitarias. Para evitar focos de infección, el alcalde José Miguel Caturla requería, en un bando de 1857, el cumplimiento de la limpieza en la vía pública [A.M.A. Correspondencia. Leg. 44/23].

En lo que respecta al alistamiento para el reemplazo, hay informes de los gobernadores de la isla en la sección de Quintas, y tanto en los expedientes como en los libros para el llamamiento de los mozos que se realizaba anualmente, se recogen datos relativos a los prófugos o las condiciones físicas de los reclutados y sus alegaciones para la exención al servicio militar.

Otras cuestiones interesantes son los temas territoriales y gubernativos. El trámite administrativo municipal concerniente a los asuntos relativos a Nueva Tabarca, desde el siglo XVIII en adelante, queda reflejado en los libros de Cabildos o de acuerdos municipales.

En la sección de Central hay un expediente de los hermanamientos de las islas de San Pietro y Plana o Nueva Tabarca que, bajo el Patrocinio de la Federación Mundial de Ciudades Hermanadas, fueron proclamadas hermanas en 1975 para promover intercambios en el orden cultural, turístico, social y económico de interés para la unión de ambos pueblos. De la misma época existen otros documentos a destacar como son los acuerdos adoptados por la comisión creada para promocionar la isla, o una carta de los amigos de Nadiére solicitando el hermanamiento con esta isla francesa. Un hecho curioso que queda registrado es el expediente de la cesión y compra-venta de terrenos propiedad del Estado, ramo del Ejército, en un trámite que se prolongó de 1968 a 1972.

La sección de Correspondencia del siglo XIX, compuesta de oficios, cartas e informes, desvela cuestiones que tienen conexión con el interés estratégico de la plaza de Nueva Tabarca, por su proximidad al puerto de Santa Pola y el papel que ejerció durante la Guerra de la Independencia. Aquí se tratan sus valiosas condiciones para ser utilizada como depósito de municiones y su peculiar condición de isla-prisión, albergando a reclusos franceses y de otras nacionalidades como prisioneros de guerra.

La Hacienda municipal recoge en sus libros de ingresos y gastos el balance económico tocante a Nueva Tabarca. Por ejemplo, en el "Interrogatorio de 1803" [A.M.A. Armario 5. Libro 99] hay datos con fines fiscales y censales de los habitantes de la ciudad de Alicante donde aparecen registrados veintisiete oriundos de la isla.

La implantación de un sistema de enseñanza en la isla generó informes y expedientes, desde el siglo XIX, en los que se solicitan ayudas económicas para la construcción de escuelas rurales, dotación de maestros, alumnado, etc. Estos asuntos se tratan en las secciones de Instrucción Pública y Policía Urbana.

Informe del ingeniero Luis Badías 1958. A.M.A.

El suministro de alumbrado y abastecimiento de aguas en la isla ha sido un tema muy polémico cuyo testimonio documental está en las respectivas secciones de Central, Aguas y Alumbrado en el siglo XIX y XX. Asuntos que trata el ingeniero de tranvías Luis Badías Aznar en su informe de 1958 [A.M.A. Tranvías. Leg. 50/2] relativo a las condiciones de habitabilidad de la isla, orígenes históricos y situación del archipiélago, objeto del mismo, análisis de la coyuntura económica, movimiento de la explotación y transformación turística. Finaliza con un reportaje fotográfico de tres instantáneas del poblado, flota pesquera y almadraba.

En la sección de Mapas, planos, dibujos y grabados están para su consulta pública varios planos de la década de los años setenta del pasado siglo, con localización de aljibes, proyecto de ampliación de la necrópolis e instalación de toldos, ampliaciones de merenderos en la playa de la Isla de Nueva Tabarca, etc.

Plano de la Crónica de Viravens 1876. A.M.A.

En la Crónica de Viravens [VIRAVENS Y PASTOR, Rafael, Crónica de la muy ilustre y siempre fiel ciudad de Alicante. Alicante, Imprenta de Carratalá y Gadea, 1876], el autor adjunta en su obra un plano, fechado en 1769, dónde se aprecia la perfecta planimetría urbanística y una descripción que nos da a conocer la ubicación de sus murallas, baluartes, castillo, iglesia, casas de la población, hospital, escuelas, hornos y cisternas, astilleros, casas del ayuntamiento, lavadero y cuerpo de guardia. En resumen una infraestructura muy válida para asegurar la supervivencia, según los supuestos ilustrados que promovieron su realización.

En los expedientes de la serie de Solemnidades y Festejos, figuran las actividades festivas tabarquinas que se celebraban por Semana Santa, San Pedro y por la Virgen del Carmen. También, desde 1928 se conservan en los fondos de "Les Fogueres de Sant Joan", expedientes de los distritos, bocetos (dibujos originales de los artistas) de los monumentos y los llamados llibrets (publicaciones anuales de los diferentes barrios y distritos). Por ejemplo, la hoguera del distrito de Rambla de Méndez Núñez del año 1935, cuyo presidente, José Romeu Zarandieta que lo era a la vez de la Comisión Gestora, solicitaba plantar un monumento obra de los artistas Adrián Carrillo y Pedro Valdés. Su lema era "La Isla olvidada", y en dicha obra, de arte efímero que recibió el premio de Turismo, se quería mostrar el abandono y el olvido en el que se encontraba Tabarca. Para ello, contrastaba los tiempos de Carlos III con los de dos siglos después, denunciando las miserias y calamidades que pasaban "sus pobres pescadores" y revindicando mejoras como la asistencia médica.

Boceto de la Hoguera de la Rambla 1935. A.M.A.

Referencias bibliográficas tabarquinas

El Archivo Municipal se encuentra inevitablemente inmerso en la cultura y las tradiciones de la isla. Tabarca es uno de los iconos alicantinos y, por lo tanto, ha generado una gran riqueza bibliográfica.

Los cronistas alicantinos han recopilado los hechos históricos, como una sucesión de acontecimientos, en sus crónicas, siendo la más antigua del siglo XVII, que es la célebre de Vicente Bendicho, de la que no se conserva su original y sí las copias manuscritas completas de los siglos XVIII y XIX. De esta conocemos las siguientes ediciones: Chrónica de la Muy Ilustre, Noble y Leal ciudad de Alicante. Por el Dr. D. Vicente Bendicho, Deán de su Ynsigne Colegial del señor S. Nicolás, dedicada a los M. Iltes. Señores Justicia, Jurados y Consejo de la misma ciudad. Acabada en la misma ciudad el año del señor de 1640. Le sigue la publicada por Francisco Figueras Pacheco, una edición resumida y anotada en 1960, a cargo del Instituto de Estudios Alicantinos de la Diputación de Alicante. Otra ha sido la que con motivo de la conmemoración del V Centenario de la ciudad de Alicante se publicó, en 1991, una edición crítica de la Crónica a cargo de Maria Luisa Cabanes Catalá, con introducción de Cayetano Mas Galvañ y editada por el Departamento de Publicaciones e Imagen del Ayuntamiento de Alicante, dentro de la Colección Fuentes Históricas de Alicante.

La segunda crónica, es la titulada Illici Ilustrada o Historia de Alicante, con dos autorías la del Padre Maltés que inició la obra, falleciendo en 1712 y López, quien la reordenó, completó y terminó en 1752. El ejemplar es una copia realizada por un funcionario, a finales del siglo XIX, del manuscrito original que se conserva en Orihuela. De esta crónica son las ediciones de M. A. Mingot, Prólogo a la copia de la Historia de Alicante del padre Lorenzo López de la Compañía de Jesús, dispuesta para conservarse en el archivo del Excelentísimo Ayuntamiento. Alicante, Establecimiento Tipográfico de Antonio Reus Pastor, 1889. Por otra parte, hay que subrayar la publicada en 1907 con el título de Illice Ilustrada. Historia de las antigüedades, grandezas y prerrogativas de la muy noble y siempre leal Ciudad de Alicante, que escribió el P. Juan Bautista Maltés de la Compañía y aumentó, la completó y puso en orden y estilo el P. Lorenzo López de la misma Compañía. Consagrada a la siempre insigne, muy ilustre y fidelísima ciudad de Alicante, e impresa en los talleres tipográficos Progreso en Alicante. Sin embargo, existe una más actualizada de Illice Ilustrada. Historia de la Muy Noble, Leal y Fidelísima ciudad de Alicante, que estuvo a cargo su edición e índices de M.ª Luisa Cabanes Catalá y Susana Llorens Ortuño, con una introducción histórica de Armando Alberola Romá y Cayetano Mas Galvañ, publicada por el Ayuntamiento de Alicante en 1991 e integrada en la Colección Fuentes Históricas de Alicante.

La importancia que el municipio alicantino le dio a las crónicas de la ciudad queda documentada en la sesión del Pleno del día 16 de marzo de 1863, en donde se acuerda subvencionar la impresión de la siguiente de nuestras Crónicas, la conocida como Reseña Histórica de la Ciudad de Alicante, obra de Nicasio Camilo Jover, publicada en 1863.

Grabado de la Crónica de Viravens 1876. A.M.A.

Si a través de las páginas de estas crónicas podemos encontrar el devenir de la "ysla de Santa Pola", "ysla Plana", "Planisia", "Planesia", "Nueba Tabarca", sucede lo mismo con la Crónica de la Muy Ilustre y siempre Fiel Ciudad de Alicante, del cronista y archivero Rafael Viravens Pastor. Para su redacción utilizó gran número de documentos y consultó las obras de Bendicho, Maltés, y López y Jover e incluyó una valiosa colección de láminas de autor desconocido, de gran calidad, a través de las cuales podemos vislumbrar como era Nueva Tabarca y el Alicante decimonónico. Las ediciones príncipe y facsimilares de esta crónica son: la primera impresión de la Crónica de Viravens fue en Alicante, en la Imprenta de Carratalá y Gadea, en 1876. Hubo otra reimpresión en facsímil en 1976, a expensas de Agatángelo Soler Llorca, en Alicante y le encargaron el trabajo a Gráficas Díaz. Y la última reimpresión en facsímil fue en 1989, a cargo del Ayuntamiento de Alicante y el Banco de Alicante, y que saldría de los talleres de Gráficas Díaz en Alicante, acompañada con un estudio preliminar de Enrique Cerdán Tato.

Cuando en 1908 fallece Viravens, es nombrado cronista oficial Francisco Figueras Pacheco, cargo que ejerció hasta su defunción en 1960 y al que le sucedió Vicente Martínez Morellá. Ambos cronistas publicaron y transcribieron, infinidad de documentos, muchos directamente relacionados con L'Illa.

Enrique Cutillas Bernal desempeñó su cargo de Cronista Municipal, desde enero de 2001 hasta su fallecimiento en mayo 2003, en ese tiempo escribió un magnífico trabajo, muy consultado y citado, que es su Crónica de la Muy Ilustre Ciudad de Alicante, en tres tomos, abarcando el periodo de 1900 a 1976, y donde podemos encontrar unas veintiocho entradas relacionadas con el término Tabarca.

Anuncio de El Luchador 12 de julio de 1933. A.M.A.

La sección de la Hemeroteca del archivo refleja el día a día de la isla, quedando los hechos más importantes impresos en las miles de páginas de nuestros periódicos. El Boletín Oficial de la Provincia de Alicantees una fuente de información muy interesante (se conserva en papel desde 1834 hasta 2006). También lo son el Boletín Municipal de Alicante, aunque la publicación periódica más antigua es el Diario de Alicante, editado en 1816. En el siglo XX la prensa conoció un auge extraordinario y de consulta frecuente, son las colecciones de principios del siglo hasta los años treinta, de diferentes tendencias ideológicas. En periódicos de estos años como El Luchador, Diario de Alicante, El Día, El Correo, El Tiempo y tantos otros encontramos noticias sobre la pequeña isla, anuncios de excursiones, percances de barcos, sucesos, y curiosidades relativas a sus pobladores. Más adelante en los diarios Información, Primera Página y La Verdad aparecieron diversos reportajes sobre Nueva Tabarca, unos de carácter turístico y otros denunciando distintos aspectos sensibles de ser mejorados.

Información 7 de noviembre de 1981. A.M.A.

La Biblioteca Auxiliar es otra sección del archivo que contiene un rico fondo bibliográfico especializado en el tema tabarquino. Se compone fundamentalmente de obras relacionadas con Alicante, comprende alrededor de diez mil títulos, de entre los que destacan grandes obras de referencia como enciclopedias, diccionarios, monografías, así como una numerosa serie de folletos de los más diversos temas. De gran utilidad para la investigación es el llamado Fondo Antiguo, formado por manuscritos y las citadas Crónicas de los siglos XVI-XVIII, e interesantes publicaciones de los siglos XVII-XIX[Hay referencias a Tabarca en PASTOR DE LA ROCA, José,Historia general de la ciudad y castillo de Alicante, Alicante, Imprenta de Rafael Jordá, 1854]. De esta rica bibliografía destacamos el estudio de Alejandro Ramos Folqués, publicado en 1970 con el título La Isla de Tabarca. Como obra de referencia resulta imprescindible la de José Luis González Arpide Los tabarquinos, publicada en 1980, con una reedición en 2002. Es también de interés la publicada en 1970 por Vicente Martínez Morellá, con el título de Matrícula de los Tabarquinos rescatados de Argel en 1769 y asentados en la isla de San Pablo de Alicante en 1770. La Geografía General del Reino de Valencia de Carreras Candi tiene un tomo (IV) dedicado a la provincia de Alicante. Su autor fue Francisco Figueras Pacheco, en este volumen encontramos información sobre la isla y unas fotos muy curiosas de diversos paisajes tabarquinos.

Alejandro Ramos Folqués. La isla de Tabarca. A.M.A.

Tan importantes son los aspectos históricos como los biológicos que ofrecen datos fundamentales de la reserva marina, como sucede con el estudio de Alfonso Ramos Esplá, La reserva marina de la Isla Plana o Nueva Tabarca. Alicante, publicado en 1985.

La más reciente publicación, 2007, es el libro De Tabarca a Nueva Tabarca, con textos de José Manuel Pérez Burgos [Este autor tiene también un interesante artículo sobre la peculiar Semana Santa tabarquina. Ver PÉREZ BURGOS, José Manuel, “Semana Santa en Tabarca”, Revista Oficial de Semana Santa, (2008), pp. 69-73] y dibujos de Manuel Biosca, una atractiva combinación de rigor científico con amenidad didáctica.

Fotografía de la Geografía General del Reino de Valencia. 1920. A.M.A.

Los Llibrets de Fogueres, suponen un fondo muy rico, a través de estas publicaciones podemos hacer un recorrido por nuestra historia local y festiva. En ellos encontramos escritos los temas que más apasionan o preocupan a los alicantinos. La estructura de estos Llibrets se ha ido perfeccionando, y, a partir de los años noventa del siglo XX, se publican verdaderos trabajos de investigación de temas alicantinos y también sobre Tabarca. Como el llibret de la Foguera de Sant Blai de D'Alt (2006) con la dirección y coordinación de Miguel Angel Durá Abad, L'Illa de Tabarka, aigua, aire, terra, foc. El de la Foguera Avenida de Loring-Estación (2009), dirección de David Sánchez textos de Armando Parodi, con el título Cróniques Tabarquines. Otra publicación interesante es la editada por el distrito de Plaça de Santa María (2009), con textos de Ramón Santander y fotos de la familia Chacopino, titulado Tabarca, la maravilla olvidada. De los más recientes podemos destacar el de Diputació-Renfe (2010) Tabarca: el tresor del temible pirata Dragut.

Llibret de la Foguera de Loring 2009. A.M.A.

Finalmente, hay constancia en los Llibrets de la serie Barrios y Partidas, que conservamos desde 1948, los relativos a las fiestas anuales de Tabarca. Desde el año 1992, por sus páginas discurren, año tras año, los sentimientos de los tabarquinos hacia sus patrones San Pedro y San Pablo y a la Virgen del Carmen, con los saludas de alcaldes pedáneos como Juan Santacreu Luchoro o Vicente C. García Ruso, las diferentes comisiones de Fiestas, las reinas, los programas y una sucesión de artículos como "Nueva Tabarca, un enclave singular", del director del Museo Nueva Tabarca, José Manuel Pérez Burgos, o el entrañable: "Saludo de Pascual Ros al pueblo de Tabarca".

Revista de fiestas de Tabarca 2006. A.M.A.

Las colecciones fotográficas municipales

Las fotografías han adquirido un creciente prestigio como documentos históricos, constituyendo una importante sección, cada vez más presente en los archivos. Los fondos fotográficos del Archivo Municipal de Alicante tienen su origen en la documentación generada por el propio Ayuntamiento, expedientes de obras, fotografías de actos de las autoridades municipales, informes, etc. A este conjunto se han unido con el tiempo los archivos de distintos fotógrafos profesionales y aficionados, para conformar un rico fondo iconográfico, imprescindible para conocer la historia y evolución urbana de la ciudad.

La Isla de Nueva Tabarca, al ser considerada una de las partidas de Alicante, aparece documentada gráficamente en las distintas colecciones. Su especial singularidad hace que sea un objetivo muy atractivo, propicio a ser inmortalizado en vidrios, papeles, y, ahora, en registros digitales. De entre los miles de negativos y positivos de los fondos del Archivo Municipal de Alicante vamos a seleccionar unos ejemplos, para constatar las diferentes miradas de los fotógrafos que por allí han pasado.

La actividad de las distintas corporaciones municipales ha quedado perpetuada en diversos reportajes, obra de fotógrafos como Sánchez y los hermanos García. Recepciones inauguraciones, visitas, premios, fiestas y todo tipo de actos se recogen en este fondo documental. Como ejemplo hemos seleccionado unas fotos que testimonian algunos momentos de la visita a la isla del alcalde Ramón Malluguiza en 1972, acompañado por concejales y otros cargos locales como el cronista Martínez Morellá.

Visita del alcalde Ramón Malluguiza 1972. A.M.A.

Además de las fotografías producidas por la administración, existen otras colecciones fotográficas particulares que se han incorporado al archivo municipal, mediante compra o donación. El fondo de Senante-Lamaignere ha proporcionado una amplia visión de la vida cotidiana en nuestra ciudad a principios de la centuria pasada. Instantes familiares, de paseos, fiestas, excursiones, momentos felices han quedado atrapados en cientos de negativos. En esta colección encontramos las imágenes de una excursión familiar a la isla. Era un destino exótico y cercano, al alcance de unos pocos propietarios de embarcaciones. Gracias a estas fotografías, datadas en las primeras décadas del siglo XX, podemos comprobar el deterioro de las casas del pueblo, así como el aspecto de la puerta de San Rafael que comunica la ciudad y el campo, y una curiosa imagen espontánea de unos juegos en la Plaza Grande.

Juegos en la plaza 1929. Colección Senante-Lamaignere. A.M.A.
Grupo familiar en Tabarca 1929. Colección Senante-Lamaignere. A.M.A.
Puerta de San Rafael 1929. Colección Senante-Lamaignere. A.M.A.

La última incorporación de fondos ha sido la de Francisco Ramos, se trata de una colección de vidrios estereoscópicos, datados en el primer tercio del siglo XX, con vistas de Alicante, pueblos de la provincia, ciudades de España y Europa. Nueva Tabarca aparece en varias instantáneas, como una curiosa visión de las cuevas y la muralla realizada desde una embarcación y otra panorámica de la iglesia desde el llamado Port Vell. Conviene recordar que la técnica de la fotografía estereoscópica surgió a mediados del siglo XIX. Tras un periodo inicial de rápida expansión, decayó en las últimas décadas para cobrar nueva fuerza en los primeros años del siglo XX. Mediante una cámara con dos objetivos se obtenían dos imágenes, que observadas con un visor especial proporcionaban una sensación de relieve.

Muralla y cuevas 1925. Colección Francisco Ramos. A.M.A.
Muralla 1925. Colección Francisco Ramos. A.M.A.

La celebración del Quinto Centenario de la ciudad de Alicante en 1990 produjo una eclosión de exposiciones, publicaciones y recopilación de fondos gráficos. Un importante fruto de esta conmemoración fue la adquisición de los fondos del reconocido fotógrafo Francisco Sánchez Ors [Para más información sobre este fotógrafo consultar LINARES ALBERT, Santiago, "A la recerca de Paco Sánchez"en Els poetes de la llum, Alicante, Foguera Port d’Alacant, 2001, pp. 14-49.También es interesante la visión de Sánchez en relación con la cultura de su tiempo proporcionada porBONET CORREA, Juan Manuel, "Alicante moderno: de Azorín al Hotel Gran Sol", en Alicante moderno 1900-1960, Alicante, Diputación Provincial, 2012, pp. 11-56]. Varios millares de negativos y positivos, fruto de su labor profesional, que abarcan desde los inicios del siglo XX hasta su fallecimiento en 1974. Paisajes urbanos y humanos sin los que no se podría entender nuestra historia. Sánchez realizó distintos reportajes en Nueva Tabarca, siendo muy interesantes los datados en la década de los años cuarenta del pasado siglo. Junto a vistas generales y motivos arquitectónicos de la población encontramos unas estupendas fotografías de los pobladores de la isla. Imágenes de pescadores con ropas humildes y rostros envejecidos, sobre el fondo de unas casas de fachadas deterioradas. Niños que ayudan en las tareas de la pesca y unas mujeres casi ocultas en sus ropas oscuras. Sánchez en ocasiones baja su cámara para dar más importancia al retratado. Los blancos, negros y grises se adaptan perfectamente a los temas fotografiados. Terminamos el repaso con una instantánea a contraluz, realizada en los momentos del atardecer tan característico en la isla, el fotógrafo juega con la textura rizada del mar y la presencia de una barca a la que Sánchez "esperó" para disparar su cámara.

Grupo en la puerta de una vivienda 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.
Contraluz en el atardecer 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.
Niños ayudando en las tareas de la pesca 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.
Puerta de San Rafael 1944. Foto Francisco Sánchez. A.M.A.

Eugenio Bañón Rodes [Ver OLIVER JAÉN, Antonio, "Eugenio Bañón, treballador de la fotografía" en Els poetes de la llum, Alicante, Foguera Port d’Alacant, 2001, pp. 102-131] formó parte de una generación de fotógrafos alicantinos de mediados del siglo XX junto a Francisco y Salvador Sánchez, Gregorio Hernández "Goyo", Nicolás Collado, Rafael Llorca y José Luis Giménez "Tanito", imprescindibles en la historia fotográfica de Alicante. Eugenio Bañón realizó infinidad de reportajes de distintos paisajes de la provincia, demostrando una exquisita sensibilidad en sus composiciones. De marzo de 1958 data una serie fotográfica dedicada a la isla, de la que hemos seleccionado algunas imágenes de la zona no habitada, el llamado Campo, con el faro y la torre de San José como elementos característicos. Finalizamos el recorrido con una vista de la puerta de San Gabriel, frontera de piedra entre la población y la antigua cantera, con la inscripción que nos recuerda el proyecto ilustrado de Carlos III.

Puerta de San Gabriel 1958. Foto Eugenio Bañón. A.M.A.
El Campo 1958. Foto Eugenio Bañón. A.M.A.

Con estas últimas referencias culmina nuestro repaso a las distintas fuentes documentales relativas a este pequeño archipiélago. Hemos pretendido dejar de manifiesto la oportunidad que se brinda a nuevas investigaciones, que permitan un mejor acercamiento y profundización en el conocimiento de esta pequeña y singular partida de la ciudad de Alicante.


BIBLIOGRAFÍA

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Nueva Tabarca en el PGOU

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El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) define la normativa urbanística como instrumento básico de ordenación integral del territorio de uno o varios municipios, a través del cual se clasifica el suelo, se determina el régimen aplicable a cada clase de suelo, y se definen los elementos fundamentales del sistema de planeamiento urbanístico o planificación urbana del municipio en cuestión.

El planeamiento urbanístico o planificación urbana es el conjunto de instrumentos técnicos y normativos que se redactan para ordenar el uso del suelo y regular las condiciones para su transformación o, en su caso, conservación. Comprende un conjunto de prácticas de carácter esencialmente proyectivo con las que se establece un modelo de ordenación para un ámbito espacial. Está relacionado con la arquitectura y la ingeniería civil en la medida en que ordena espacios. Debe asegurar su correcta integración con las infraestructuras y sistemas urbanos. Precisa de un buen conocimiento del medio físico, social y económico que se obtiene a través de análisis según los métodos de la sociología, la demografía, la geografía, la economía y otras disciplinas.

La última revisión del PGOU del término municipal de Alicante, según se puede consultar en la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento, se encuentra en 2.ª Aprobación Provisional, de fecha 31 de mayo de 2010. Como parte de dicho término municipal, obviamente queda contemplada Nueva Tabarca, en las distintas facetas que el Plan recoge y que vamos a revisar, tanto en lo que concierne a la Ordenación Pormenorizada, como al Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos y su anexo de Yacimientos Arqueológicos.


Plan General del T.M. de Alicante.
Ordenación Pormenorizada

Integra los números de plano OP-33 y 34 de enero de 2010, que me he permitido fundir en uno para su mejor consulta.



Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos

Las fichas de este catálogo, aparte del número que les corresponda, se han identificado conforme a la siguiente nomenclatura, y según tres clasificaciones.

Según el grado de protección:
B - Bien de Interés Cultural (BIC)
L - Bien de Relevancia Local (BRL)
I - Protección Integral
P - Protección Parcial
A - Protección Ambiental
Según su situación:
N - Núcleo Histórico
C - Casco Urbano
R - Rústico
Según la tipología:
C - Civil
R - Religioso
M - Militar
O - Otros
P - Paseo / plaza / zona verde

BIC (Bienes de Interés Cultural)

CONJUNTO HISTÓRICO ISLA DE TABARCA
Ficha B.05.N.C.


En 1760 se plantearon las primeras propuestas de fortificarla. Fue Fernando Méndez de Ras quien proyectó un trazado completo de ciudad, con fines militares y también para albergar a los italianos rescatados por Carlos III. Ese proyecto se ejecutó sólo en parte. Los diferentes baluartes estructuran el recinto, que se abre con tres puertas: la de San Miguel o de Alicante al norte, la de San Rafael o de Levante al este, y la puerta de San Gabriel o Trancada al oeste. Fuera del recinto se levantó la torre de San José, de planta cuadrangular.

Dos ejes principales de N-S y E-O, este último es de mayor longitud, y configura la c/ Mayor desde la puerta de Levante a la Tracanda. Se constituye como eje funcional del poblado. En el cruce se sitúa la plaza Mayor Carolina. La iglesia es la imagen simbólica principal de la isla como contrapunto a la estricta funcionalidad militar y el uso utilitario de las viviendas. Las manzanas son rectangulares, formadas por hileras de casa con un corral, la mayoría están muy transformadas.

El abandono de la isla durante décadas ha producido su degradación, paliada por actuaciones públicas en el faro, el istmo del puerto, la muralla, la Casa del Gobernador y la antigua almadraba.


TORRE SAN JOSÉ - ISLA TABARCA
Ficha B.33.R.O.


La torre de San José se ubica en el margen sur de un ramal del camino que atraviesa El Campo, de la parte mayor de la Isla de Nueva Tabarca, en dirección desde el poblado fortificado hacia el faro y el cementerio. Este edificio no forma parte ni del conjunto de torres vigía levantadas en la costa mediterránea española por los Austrias en el siglo XVI, ni del conjunto de casas-torre de la Huerta de Alicante. Se trata, más propiamente, de un pequeño fuerte militar para un destacamento de guardia, en situación exenta, situado en medio de la isla y alejado de las edificaciones que configuran el poblado fortificado de Nueva Tabarca, construido a finales del siglo XVIII para realojar a las familias de origen genovés que habitaban la isla de Tabarka, emplazada frente a las costas de Túnez. Tanto el nuevo poblado como este fortín, fueron mandados construir por Carlos III dentro de su programa ilustrado de fundaciones carolinas, al cual pertenecen otras muchas poblaciones y ciudades del territorio español. El escudo del monarca corona la puerta principal de entrada al mismo.

La Torre-Fortín es de planta rectangular y volumen tronco-piramidal. Se eleva sobre el suelo con los cuatro paramentos exteriores en talud de idéntica pendiente, y presenta tres niveles. El intermedio, o principal de ellos, está a casi 2,00 m del suelo exterior. El acceso original a la misma se encuentra en esta planta elevada, y se efectúa a través de una pequeña escalera, de un solo tramo y perpendicular a la fachada, en sustitución y simulación de un pequeño puente levadizo. Desde este plano noble se desciende a una planta inferior, a ras de suelo, o se accede a la planta más alta; desde aquí se puede alcanzar la terraza superior. Esta cubierta es plana y transitable. La planta rectangular presenta los cuatro muros perimetrales en talud, de modo que, al interior, se suceden tres plantas con similar distribución: seis estancias, casi cuadradas, dispuestas de tres en tres en cada una de las dos crujías interiores abovedadas. Cada una de estas seis habitaciones presenta una o dos ventanas al exterior, según ocupe la estancia posición en esquina o central. Los huecos de los dos niveles superiores, con dintel en arco escarzano, son de mayor dimensión que los del nivel inferior que son saeteras, algunas de las cuales están cegadas. La torre está rematada por una cornisa de molduración clasicista, y las bases de cuatro garitas cilíndricas en sus esquinas. También quedan restos del matacán sobre la puerta de entrada. Sus muros exteriores son de fábrica de sillarejo, con sillares en las esquinas y huecos.

El fortín o torre de San José fue objeto de diversos proyectos, incluso antes de que el ingeniero militar Fernando Méndez de Ras proyectara, en 1769-70, el trazado urbano de Nueva Tabarca, con su perímetro fortificado de murallas, sus baluartes, sus puertas y su iglesia. Este mismo ingeniero proyectó, en 1766, una torre de planta cuadrada y volumen prismático, a modo de castillo vigía de la costa y defensa de la isla, sin poblar por entonces. Tres años después redacta el proyecto para el poblado de Nueva Tabarca (rectificado en 1775) y se inician las obras de fortificación de la isla, no así de la torre. Las obras del poblado sufrieron varias suspensiones entre 1769 y 1790, fecha en la que se dieron por finalizadas, y en cuyo transcurso falleció el ingeniero autor y director (1782). Las ideas de fortificación de este militar para la isla fueron abandonadas, y en 1789 se decidió completar las defensas con la construcción de un par de torres exentas de las que finalmente sólo se levantaría la torre de San José. Aunque el encargo recayó en Baltasar Ricaud, quien proyectó un fortín silimar al actual pero mucho más fortificado (con tenazas y foso perimetral), también existe constancia de otro proyecto de torre circular de A. Ladrón de Guevara (1789). Las obras se iniciaron en 1790 y parece que finalizaron en 1792. El proyecto que finalmente se ejecutó es una variante del de Ricaud, y es obra del ingeniero militar Francisco Gilve Federichi.

El fortín de San José funcionó como destacamento de la tropa en la isla, y durante la guerra civil española de 1834-37 se utilizó como cárcel para presos políticos. A mediados del siglo XIX se pensó demoler, si bien, al final, parecía más rentable mantenerla en pie y destinarla al uso por el Cuerpo de Carabineros. En el siglo XX fue ocupada y utilizada como cuartel de la Guardia Civil, hasta su reciente abandono. En su entorno existe una plantación de chumberas de gran extensión, la cual quizás tenga su origen a principios del siglo XIX, por los productos que de las mismas se obtenían y la escasa agua que necesitan.


MURALLA - ISLA TABARCA
Ficha B.34.N.O.


El sistema defensivo de Tabarca se compone se una serie de elementos, partes indivisibles de una totalidad, cuyo fin era la defensa correlacionada de unas desde otras.A esto contribuye la doble distinción entre frente bastionado a la italiana en la cara norte, y el frente abaluartado en la cara sur, con elementos distintivos especializados en las defensas cruzadas de flanco. Es importante señalar que los antepechos eran a barbeta y no de acabado redondo como recientemente se hizo. La muralla presenta algunas ocupaciones recientes; si se prueba que son ocupaciones con derecho legal a la propiedad se recomienda que a medio plazo se gestione con los propietarios de los inmuebles afectados una recuperación del espacio del BIC, para proceder a su oportuna reintegración y recuperación del borde completo de la muralla, mediante los acuerdos oportunos que fueran procedentes, entre los que cabe señalar la concesión de suelo y explotación de alguna de las nuevas ofertas turísticas que este PEP propone en la cara sur.

Construida con fábrica de mampostería y ripiezón, recibidos con argamasa de cal y camisa exterior de sillería concertada de piedra caliza, extraída en su mayor parte del por ello denominado Islote de La Cantera. Espesores variables de las fábricas y adaptados a la función resistente ante los impactos las balas artilleras. Antepechos de barbeta. Buhardillas esquineras sobre cul de lamp, con base de sillería y garitas desmontables. Pavimentos continuos resistentes al desplazamiento de pesos rodados. Extradós hacia el mar, con cordón semicircular a la altura del arranque del antepecho.


BASTIONES - ISLA TABARCA
Ficha B.35.N.O.


Se ha señalado en más de una ocasión que los bastiones responden a la estructura defensiva más antigua que vemos en Tabarca, construidos precisamente en la zona norte, desde donde era menos probable un ataque marino importante debido a la proximidad de la costa. Estos bastiones responden a soluciones propias del Renacimiento, a base de grandes cámaras huecas, cañoneras de plazas altas, aunque cerradas, y murallas vacías de interconexión. Son de amplios ángulos de ataque, con poco desarrollo para la defensa de flanco, debido a su inoperatividad en el medio marino.

Construidos con fábrica de mampostería y ripiezón, recibidos con argamasa de cal y camisa exterior de sillería concertada de piedra caliza, extraída en su mayor parte del Islote de La Cantera. Espesores variables de las fábricas y adaptados a la función resistente ante los impactos las balas artilleras. Antepechos de barbeta. Buhardillas esquineras sobre cul de lamp, con base de sillería y garitas desmontables. Pavimentos continuos resistentes al desplazamiento de pesos rodados. Extradós hacia el mar, con cordón semicircular a la altura del arranque del antepecho. Bóvedas internas para las cámaras artilleras, con acabados continuos de argamasas bastardas de cal con acabados rústicos. Escasas cañoneras de flanco.


BALUARTES - ISLA TABARCA
Ficha B.36.N.O.


Se ha señalado en más de una ocasión que los baluartes responden a la estructura defensiva más progresista que vemos en Tabarca, construidos precisamente en la zona sur, desde donde era más probable un ataque marino importante debido a que dan frente al mar abierto. Estos baluartes responden a soluciones propias de siglo XVIII, crando grandes tenazas a base de bonetes dobles o redans épaule, muy vinculadas a la arquitectura francesa del momento. Son de arquitectura perpendicular, como corresponden a situaciones de defensa frente ataques lejanos.

Construidos con fábrica de mampostería y ripiezón, recibidos con argamasa de cal y camisa exterior de sillería concertada de piedra caliza, extraída en su mayor parte del Islote de La Cantera. Espesores variables de las fábricas y adaptados a la función resistente ante los impactos las balas artilleras. Antepechos de barbeta. Bóvedas internas para las cámaras artilleras, con acabados continuos de argamasas bastardas de cal con acabados rústicos. Escasas cañoneras de flanco.


REVELLÍN - ISLA TABARCA
Ficha B.37.N.O.


El revellín esta hoy alterado a causa de una reciente construcción autorizada frente a la muralla. Esta situación hace difícil hoy una reconversión rápida a su primitiva función, de receptáculo y de obstáculo a la vez en el acceso a la ciudad. Pero al menos, debería recuperarse esa función de bandeja, que se ofrecería a modo de plaza inclinada ante el principal acceso a la fortaleza. Por ello se recomienda que, a medio plazo, se gestione con los propietarios del inmueble citado una recuperación del espacio urbano, que actuaría como una gran patena de recibimiento a la ciudad, mediante los acuerdos oportunos que fueran procedentes.

Debajo del revellín se debe encontrar la mayor de las cisternas construidas en Tabarca.


PUERTA DE SAN RAFAEL - ISLA TABARCA
Ficha B.38.N.O.


Las puertas de una ciudad amurallada, además de su clara función de clausura en caso de necesidad, tienen también un alto contenido simbólico, en que no tienen poca parte las advocaciones emblemáticas a los ángeles porteros. Su individualidad exige que estos tratamientos sean muy cuidados, atendiendo al previo análisis de los componentes minerales de la roca que resultan sensibles a los aerosoles y sales marinos, situación que deberá efectuarse en laboratorios especializados con reconocida experiencia y solvencia es este tipo de trabajos. Fundamental es que recuperen las hojas de sus puertas, empotradas en sus goznes con ejes verticales de giro, hechas de madera maciza, con las típicas protecciones contra la quema, sugerida de forma sintética y no historicista. Esta puerta tendrá su pleno sentido cuando se pueda ver en su relación recíproca con el foso y revellín.

Puerta situada en el eje de simetría de la tenaza o frente del Príncipe. Construida con sillería, que se vertebra en un orden arquitectónico que hace de flanqueo al hueco de paso hacia a bóveda de cañón que atraviesa la muralla. Coronación con aterrazado plano. La puerta estuvo originalmente flanqueada por dos Cuerpos de Guardia construidos con estructuras abovedadas, de las que se conservan algunos fragmentos.


PUERTA DE SAN GABRIEL - ISLA TABARCA
Ficha B.39.N.O.


Fundamental es que recuperen las hojas de sus puertas empotradas en sus goznes con ejes verticales de giro, hechas de madera maciza, con las típicas protecciones contra la quema, sugerida de forma sintética y no historicista.


PUERTA DE SAN MIGUEL - ISLA TABARCA
Ficha B.40.N.O.


Fundamental es que recuperen las hojas de sus puertas empotradas en sus goznes con ejes verticales de giro, hechas de madera maciza, con las típicas protecciones contra la quema, sugerida de forma sintética y no historicista.


BRL (Bienes de Relevancia Local)

IGLESIA - ISLA TABARCA
Ficha L.31.N.R.


El templo de San Pedro y San Pablo tiene una planta de iglesia-cajón con cuatro capillas excavadas a cada lado de la nave. La disposición de su eje en la dirección canónica E-O, hace que su alzado lateral sea el que dé frente a la vía transversal que arranca de la cruz de calles de la plaza mayor; situación que convierte a la portada lateral del templo, en el lado de la Epístola, en la de más entidad, desde el punto de vista urbano. El alzado principal, sin embargo, recayente sobre el bastión de la Concepción, queda algo marginado, a pesar de su mayor énfasis arquitectónico. La sillería y, sobre todo, las molduraciones de estas portadas y de las ventanas cuoriformes o polilobuladas, está muy degradada, y ha recibido empastes con morteros de cemento que aún alteran más la apariencia de sus acabados. Los interiores, cubiertas y torreones se conservan en deplorable situación.


Protección Integral

FOSO - ISLA TABARCA
Ficha I.51.N.O.


El foso estuvo entre el revellín y la tenaza o frente de Príncipe, es decir, separándolo de la puerta de San Rafael, como parte integrante la de defensa de tierra. Su estructura fue la tradicional, de un vacío de sección trapecial, originado por las escarpas de las murallas que lo flanquean, pero después de su ejecución fue cegado con escombros y basuras. Recientemente se ha excavado una parte pequeña del mismo.


BÓVEDAS - ISLA TABARCA
Ficha I.52.N.C.


La variedad de bóvedas y arcos de sus estructuras de soporte, responden a la función de crean ámbitos de suministro y almacenaje, estables frente a las armas enemigas. Algunas de estas bóvedas responden a la ubicación de plazas artilleras enterradas, de las que se conserva algún boquete en la cara norte, que es necesario recuperar. Su estado de conservación es muy distinto, pudiendo afirmarse que las mayores y mejor conservadas son las de los bastiones de la cara norte, y las menores y peor conservadas, las de los baluartes y redans de la cara sur.


CASA DEL GOBERNADOR - ISLA TABARCA
Ficha I.53.N.C.


La Casa del Gobernador actual responde a un crecimiento en dos etapas sucesivas, que se inician con un primer cuerpo rectangular con estructura en tres crujías paralelas, al que luego se añadieron dos cuerpos saliente por la cara norte, hasta conformar la forma actual de la planta en U, con entrada al fondo flanqueada por los dos brazos.


FALSABRAGA - ISLA TABARCA
Ficha I.54.N.O.


Plataforma heptagonal irregular, con entrada simétrica y salida asimétrica, construida con mampostería y argamasa de cal. Posiblemente su relleno sea de ripiezón compacto sobre tongadas de argamasa de cal. Frente perimetral protegido por antepecho de mampostería, con altura que hubo de ser del orden de unos 4 pies. Se une a la puerta de San Gabriel por un puentecillo con un diminuto foso.


FARO - ISLA TABARCA
Ficha I.55.R.C.


Este faro responde a la tipología con basamento cuadrado y torreta central, con escalera que conduce a la linterna superior. Su función reclama una situación de edificio exento, vocación que debe mantener, aun cuando en la zona de El Campo pudieran surgir otras expectativas.

Núcleo del torreón del faro, a base de una gruesa caña cuadrada de mampostería que encierra la escalera de subida a la linterna, rodeado por un cuerpo bajo cuadrado perimetral con ocho dependencias secundarias, compartimentadas por tabicones, que siguen las líneas de la geometría fundamental de la planta. Esquinas exteriores y huecos protegidos con encadenados de sillería alterna y fondos planos con revocos continuos blancos. Carpintería abatible de madera, y de cerrajería en la protección perimetral de la linterna. Podium escalonado de tres peldaños, sobre el que se alza el faro.


CUEVA DEL LOBO MARINO - ISLA TABARCA
Ficha I.56.R.O.


Esta cueva natural excavada por el mar en la cara sur de la isla, con su pequeña playita interior y aguas cristalinas, debe permanecer sin manipular y sin facilitar los accesos directos desde tierra. Su encanto y privilegiada situación debe estar reservada a los amantes de la naturaleza que accedan a ella desde el mar, sin medios mecánicos ni artificiales.
Espacio natural abierto por el mar en la cara norte de la isla, entre la tenaza de San Fernando y el Castillo no construido de San Carlos. Penetra unos 30 m, a nivel ± 3 m en relación al nivel medio del mar, acabando en una playita interna.


ISLOTE DE LA CANTERA - ISLA TABARCA
Ficha I.57.R.O.


Este islote, situado en el extremo de poniente de la población de Tabarca, fue del que se extrajo parte de la piedra utilizada en la construcción de los edificios del siglo XVIII. Allí se pueden ver aún los cortes de los lechos de cantera, de una caliza amarillenta muy porosa y poco compacta.

Suelo natural, con las señales y marcas de haber servido de cantera para le extracción de piedra durante la ejecución del poblado.


ISLOTES - ISLA TABARCA
Ficha I.58.R.O.


Estos islotes, situados en torno a la isla, son de naturaleza agreste y de pequeña entidad, sobresaliendo como picachos de distinta magnitud y altura sobre el nivel de las aguas, quedando otros a ras o algo por debajo, creando bajos peligrosos para la navegación deportiva.

Peñascos naturales que emergen del fondo marino. Estado natural.


FONDOS MARINOS - ISLA TABARCA
Ficha I.59.R.O.


Suelo natural. Restos dispersos de pecios, sobre todo por la zona de Cabo Falcó. Substrato nutriente de las colonias de algas.


RESERVA MARINA - ISLA TABARCA
Ficha I.60.N.O.


Comprende un rectángulo que rodea a la isla de Tabarca y sus islotes, de 1.000 Ha de superficie, dividido en tres zonas con ordenación diferenciada. El fondo marino es variable, pues oscila entre los 40 m hasta cotas por encima del nivel del mar, correspondientes a las distintas altimetrías de las islas e islotes que conforman y rodean a la Isla de Tabarca. Los vértices de la envolvente externa están señalizados con balizamiento amarillo, con espeque provisto de una marca con un aspa, en conformidad con las normas de la AISM. A cada una de las tres zonas definidas les corresponde un tipo de protección:
I.- Área de Reserva Integral.
II.- Área de Acceso Limitado.
III.- Área de Libre Acceso.
En las que quedan prohibidos, con independencia de las propias limitaciones de la declaración, la instalación de nuevos emisarios submarinos para la eliminación de vertidos de aguas fecales o industriales, a menos que sus bocas de emisión disten más de una milla del punto más próximo del área declarada. Tampoco se podrán verter escombros ni materiales de desecho.


Protección Parcial

CASA DEL CURA - ISLA TABARCA
Ficha P.74.N.C.



Construida detrás de la iglesia, con la que se comunica a través de dos pasos laterales que hay junto al presbiterio. Una escalera central comunica verticalmente las distintas plantas.

Muros de carga de mampostería, recibida con argamasa de cal. Forjados horizontales.


ALJIBES - ISLA TABARCA
Ficha P.75.N.O.


La inexistencia de dotación ni posibilidad directa de conseguir agua potable en la isla de Tabarca, obligó a Méndez de Ras a proyectar y ejecutar siete cisternas abovedadas, con una compleja red de recogida de aguas pluviales desde cubiertas y de arrastre. La recogida de aguas pluviales se hacia mediante bajantes, empotradas en paramentos que recogían el agua de un canalón empotrado sobre el muro de fachada. Las aguas de arrastre iban por atarjeas de piedra, abiertas en el eje de las calles, pero desgraciadamente esta parte del sistema se ha destruido casi en su totalidad.

Los aljibes no se han podido visitar por su interior, pero no deberán ser anulados ni cegados con escombros, sino dejarlos como muestras de un sistema de abastecimiento que podría ser reutilizado, al menos en parte. El más interesante de todos, puede que sea el aljibe que se construyó debajo del revellín, porque en los planos aparece como una estructura abovedada con dos filas de cuatro bóvedas vaídas, sobre pilares cuadrados. Por su previsible cota, es fácil relativamente su recuperación para cualquier uso público, tras la ejecución de las catas previas para evidenciar su existencia real.

Estructuras enterradas abovedadas. Posiblemente los aljibes mayores estarán dotados de machones de apeo intermedios.


ESCUELA - ISLA TABARCA
Ficha P.76.N.O.


Arquitectónicamente tiene poco interés pero, en cambio, debe considerarse su función de acompañamiento urbano tras el presbiterio de la iglesia, que da un mayor énfasis al cuerpo del conjunto de edificaciones que forman la iglesia, la casa del cura y la escuela, cuando se llega a Tabarca por mar desde el continente. La neutralidad y rigor geométrico de sus huecos neutraliza, por otro lado, su presencia cercana.

Muros de carga de mampostería, recibida con argamasa de cal. Forjados horizontales. Huecos verticales con carpinterías de madera. Acabados con revocos rústicos de argamasas de cal.


PUERTO ANTIGUO - ISLA TABARCA
Ficha P.77.N.O.


De los tres elementos que conforman el proyecto del puerto antiguo, el Embarcadero del Empalmador, emplazado sobre un saliente natural de la isla, situado junto al bastión del Príncipe, en donde el mar tenía profundidad suficiente para las galeras del siglo XVIII, pero que hoy está colmatado, quedó a medio ejecutar; el segundo debía ser un muelle proyectado enfrente, con salida de un espigón de unas 120 varas, que no fue construido; y el tercero, una pequeña terraza dejada delante de la puerta de Alicante, que podía actuar como varadero donde calafatear los barcos, y en la que se podían hacer reparaciones menores. Solamente esta terraza inclinada es recuperable, con función de explanada y pequeña área de baño, situada junto a esta salida de la muralla, para enfatizar la principal entrada de comunicación con el continente desde lo que quiso ser pequeño puerto marítimo, en contraste con la puerta de San Rafael, abierta al territorio, que la convertía en la zona más vulnerable.


POLVORÍN - ISLA TABARCA
Ficha P.78.N.O.


El polvorín es una estructura enterrada que conviene recuperar, previa comprobación de su existencia mediante catas o sondeos, no sólo por lo que representa su estructura, sino también porque da mayor sentido al vial perimetral que se ha planteado por el borde externo de la cara norte de la muralla.


CUERPOS DE GUARDIA - ISLA TABARCA
Ficha P.79.N.C.


Los cuerpos de guardia ofrecen dos tipos de estructuras:
a) Cuerpos de Guardia de la puerta de San Rafael: espacios abovedados con sillarejo y ripiezón, recibidos con mortero de cal, con apeos sobre muros o sobre machones cuadrados.
b) El Cuerpo de Guardia cercano a la puerta de San Miguel es más simple y ofrece esta solución: edificación rectangular de fábrica de mampostería, con pórtico delantero de tres arcos.
Los acabados generales eran análogos: revestimientos con revocos de arena y cal. Pavimentos originales: posiblemente de argamasas batidas de arena y cal, sobre suelo compactado.


Protección Ambiental

ISLA TABARCA - CALLES PRINCIPALES
Ficha A.309.N.C.


Las calles de dirección E-O coinciden prácticamente con los proyectadas por Méndez de Ras, y no requieren más que de un tratamiento de acabado superficial, tras la ejecución de los distintos servicios urbanos que hay que enterrar en conducciones fácilmente registrables: electricidad, teléfono, redes de alumbrado publico, agua potable y alcantarillado de pluviales y aguas residuales.

Partiendo de las líneas de rasante que se dan en los planos, ajustando el terreno a las necesidades de una evacuación correcta, y a la ejecución de una red de recogida de aguas pluviales por rejillas colocadas en los ejes de las calles, se eliminará el problema de las entradas de aguas de lluvia en algunas viviendas. Esto permitirá la eliminación de los fragmentos de aceras, y dar un tratamiento homogéneo y continuo a toda la ciudad.

El pavimento se plantea a base cantos rodados, entre bandas de piedra caliza apomazada de 40 y 20 cm de anchura, formando recuadro, con lo que se facilitarán todos los procesos de reposición, sin que queden las desagradables muestras de los parcheos que, por causas diversas, obligaran a levantar alguna zona del pavimento público en etapas futuras.


ISLA TABARCA - VIVIENDAS TIPO
Ficha A.310.N.C.


Las viviendas tipo originales que se conservan en Tabarca, aunque alteradas, se encuentran en su mayor parte con fachadas abiertas al gran espacio que hoy forma la plaza Mayor. Son viviendas de dos plantas y media, construidas sobre solares de unos 50 m2, con estructura portante a base de cuatro muros de carga, construidos con sillería, paralelos a la calles, que formas tres crujías de anchos desiguales. Las cubiertas son de teja a dos aguas, con vertientes desiguales, recogiéndose las aguas pluviales en canalones dispuestos sobre el muro de fachada, luego conducidas por bajantes empotradas en los muros, que acababan vertiéndolas a las vías públicas.

La estructura de las fachadas principales es muy simple, a base de tres huecos por vivienda: dos en planta baja, puerta y ventana, y otro abalconado en planta superior.


ISLA TABARCA - PLAZA MAYOR
Ficha A.311.N.C.


La plaza quedó sin conformar, según el proyecto original de Méndez, por haber quedado sin construir el anillo de edificaciones y pórticos perimetrales, que debían de haber albergado las viviendas y tiendas de pequeños comerciantes. Eso ha dado lugar a una plaza sin escala. Sus accesos debían de haberse hecho: unos, según los ejes de la cruz de calles, y otros diagonales, y todos según una rigurosa simetría múltiple. Estos accesos debían de ser abovedados, y el pórtico perimetral al que abrían los comercios, a base de secuencias de bóvedas de arista, según parece desprenderse de los planos del proyecto original.

En las cuatro esquinas se ubicaron los brocales de los cuatro aljibes.


ISLA TABARCA - PLAZA DE ARANDA (CARLOFORTE)
Ficha A.312.N.C.


La plaza de Carloforte no coincide con el emplazamiento original de la plaza proyectada, que iba a estar dedicada al Conde de Aranda, porque aparece desplazada el ancho de una manzana. Inicialmente se diseñó como una plaza pasante con una cruz de calles. Hoy es un espacio mal tratado y amorfo, que precisa un tratamiento de ordenación coherente con su función principal, que es la de vestíbulo de la ciudad, cerrada en sí misma. El tratamiento a seguir obedece, en parte, a su vocación formal primera y, en parte, da una respuesta homogénea con el trazado planteado en la plaza Mayor, repitiendo los mismos módulos y análogos sistemas organizativos, en materiales, texturas, disposiciones y usos.


ISLA TABARCA - PLAZA DE BAILLENCOURT
Ficha A.313.N.C.


Hoy es un espacio residual, bajo el que se instaló hace años una pequeña estación depuradora, resultante, como otros, de la no terminación del proyecto de Méndez. Allí debía de estar el Ayuntamiento y, lo que desde el punto de vista arquitectónico es más importante, un juego de tres simetrías dobles, distintas por cada parte del bloque, que iba a albergar al edificio comunal, debido al desplazamiento en paralelo de los dos ejes de simetría que a él confluyen desde la ciudad y desde la isla de La Cantera. La primera de estas simetrías tiene por eje el de la calle mayor: esta vía termina en un espacio simétrico, con una pared al fondo y dos pequeños edificios laterales destinados a equipamientos (aseos, kioscos, etc.). La segunda simetría lo es respecto al eje del edificio que iba a ser Ayuntamiento, hoy equipamiento, con dos frentes ciegos desde su acceso por levante. La tercera simetría está en la cara opuesta y con el mismo eje, ahora a través de un doble pórtico abierto, reintrepretado con los mismos módulos cúbicos de madera baquelizada que hemos proyectado para las demás plazas. Estas ideas de pura geometría, son las que se recogen en la propuesta del esquema de tratamientos dados, en coherencia compositiva con las de los otros espacios urbanos que requieren restituciones ideográficas.


Yacimientos Arqueológicos

SISTEMA DEFENSIVO DE LA ISLA DE TABARCA
Ficha YA-66 / Código 243 / T-005


Cortina amurallada escarpada con cordón y antemuro, con zonas abovedadas internas. Con bastiones con ángulo de ataque muy abierto, en cuyas esquinas hay buhardas de piedra o madera, y se reparten cañoneras por toda la terraza. La muralla está revestida con materiales no muy duros.

Existen tres puertas de acceso: la puerta de San Rafael o de Levante, al E, protegida por un revellín triangular, es de orden dórico, articulada con pilastras lisas que apean un arquitrabe muy sencillo, en el que queda diluido el entablamento, y el paso se formula a través de un arco rebajado; la puerta de San Gabriel o de La Trancada, al O, se conformó como un cuadrado articulado con pilastras toscanas, que no apean ningún tipo de frontón, posiblemente porque se quedó sin terminar, y el paso se realiza bajo un arco rebajado, tiene un acceso protegido por un pequeño revellín o contramuro en tenaza simple, de planta poligonal, figurando en la puerta la inscripción conmemorativa CAROLVS III HISPANIARUM REX FECIT EDIFICAVIT; y la puerta de San Miguel o de Alicante, que se trata de una poterna mirando al O desde el flanco de bastión del Príncipe, no tuvo ninguna protección externa, y sobre esta puerta se situó uno de los bastiones más importantes de la ciudad, se hizo en orden rústico almohadillado con unos capiteles hoy perdidos, que apeaban unos pulvinos muy desdibujados, sobre los que arranca un sencillo frontón curvo, vertebrado a modo de peineta.

La torre de San José, fuera del recinto amurallado, es una sólida construcción de planta cuadrada, con cuerpo en forma de pirámide truncada, con cubierta de terraza plana y una altura de 27,5 m. Consta de tres pisos. Tiene un patio y habitaciones para cárcel y alojamiento de tropas; se sube por una escalera de cantería interceptada por un puente levadizo. Sobre la puerta de entrada aparecen los escudos de las armas reales. Tiene en su fachada ventanas con rejas de hierro, y el fuerte está coronado con baterías a barbeta que lo circundan por sus cuatro frentes, mostrando en sus ángulos garitas volantes.


CASA DEL GOBERNADOR DE TABARCA
Ficha YA-67 / Código 130 / T-002


Inicialmente estaba proyectada esta residencia dentro del Castillo, pero cuando el 28 de abril de 1775 el Conde de Aranda mandó paralizar las recién iniciadas obras de esa casa-fuerte, fue preciso buscar nuevo alojamiento al gobernador, por lo cual se acabó ocupando el solar de un edificio público que figura en los planos de 1775, más toda la franja de la manzana frontera, incluida la calle secundaria que había sin edificar delante de él, quedando pues ubicada la Casa del Gobernador en la zona meridional de la Isla de Tabarca.

Al no construirse el previsto Castillo, se realizó en cambio un edificio de menor tamaño, destinado en su planta baja a caballerizas, y habilitando el piso a la vivienda del gobernador y, eventualmente, al Ayuntamiento. Posteriormente fue agrandado al añadir dos alas con patio entre ellas.

El sistema constructivo y espacial corresponde a los tradicionales de la zona, en cerramiento recayente al patio, tiene una novedad tipológica que es la fábrica de ladrillo visto, en una fachada que es considerada como un cierre completamente postizo, destinado a realzar el interés representativo del edificio, donde la doble serliana constituye también una novedad compositiva en la arquitectura de la isla. Este edificio fue la primera agresión al trazado de la ciudad ideal que imaginó Méndez de Ras, pues es una edificación con planta en U, con el eje dominante en posición cruzada con el de todas las demás propuestas del plan, en la que se aprovechó parte de la edificación anterior.

A finales de la década de los ochenta del siglo XX, el estado del edificio era totalmente ruinoso, pero se procedió a su total restauración por parte del Ayuntamiento. Esta circunstancia hacía que el enlucido, sobre el que se encontraba un conjunto de graffiti, fuera a desaparecer. Por ello se procedió al calco, reportaje gráfico, así como extracción de este importante conjunto de graffiti, realizados todos ellos con técnica de incisión. En esta labor se encontraron considerables dificultades, ya que a las abundantes superposiciones se añadía la dificultad de la citada técnica de incisión, surgiendo casos donde la incisión apenas era perceptible.
La mayoría de los motivos encontrados se localizaban en torno a la escalera que daba acceso al piso superior, ya prácticamente inexistente en el momento de los trabajos de levantamiento, salvo dos motivos situados en la gran sala central del edificio, recubiertos en parte por una capa de enlucido que fue necesario eliminar, aunque no fue posible en su totalidad. Aparecían principalmente escenas de barcos, entre otras, de vital importancia, que aumentaron el Corpus de Graffiti del municipio de Alicante.

En conclusión se trata de un novedoso edificio en la isla, construido a finales del siglo XVIII, con un importante conjunto de graffiti de época también moderna, que junto a los ya hallados en la Casa Capiscol y en el Castillo de Santa Bárbara, conforman un destacado Corpus de Graffiti. Dimensiones: 401,82 m2.


TABARCA'99 - PUERTA DE SAN GABRIEL
Ficha YA-68 / Código 198 / T-003


Muralla moderna. Enterramiento. Línea de fosa de la muralla.


IGLESIA DE TABARCA
Ficha YA-69 / Código 347 / T-006


Una de las primeras construcciones que se levantaron en Tabarca, fue un oratorio o ermita, destinado al culto de los trabajadores en las obras de fortificación. Fue terminado el 28 de abril de 1769, justo cuando el obispo de Orihuela autorizó su bendición y el traslado del Santísimo.

La iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo se concluyó el 7 de diciembre de 1770, siendo consagrada el día siguiente, celebración de la Inmaculada Concepción, Virgen que fue declarada patrona de la villa, por ser coincidente con el día de la salida real del cautiverio. Su orientación en planta resulta canónica, es decir dispuesta con el ábside a levante y el acceso principal a poniente, era pues una iglesia-cajón con capillas laterales alveoladas, colocada en posición transversal al eje viario que llega desde la plaza mayor, por lo que la portada lateral adquiere mucho más significado urbano que la principal situada a los pies, mirando de lado al peto del gran bastión de la Concepción. Efectivamente, esta orientación creaba un problema de adecuación en el contexto, puesto que siendo uno de los remates del eje urbano, no ofrecía la fachada principal sino la lateral. Ello obligó a la realización de una segunda puerta situada en el lado sur; dadas las reducidas dimensiones del edificio, funcionalmente se hace innecesaria para el desenvolvimiento de las actividades y prestaciones interiores en su uso íntegramente litúrgico. Pero es estrictamente imprescindible desde la globalidad de la ciudad, que exige abrir un hueco justo en la incidencia con el eje principal, puerta que debía quedar enfrentada con la que en el otro extremo permitiría el paso al castillo.

La iglesia se debate entre los planteamientos barrocos con planta rectangular de base única y capillas laterales de caprichosa planta semicircular, con ábside semicircular y sin crucero. Su planta recuerda, según Viravens, a la del templo alicantino dedicado a la Virgen de la Misericordia, contándonos que en su presbiterio, hoy desnudo, hubo un tabernáculo y retablo sencillos. Este alzado está emparentado en su composición con el esquema ideado por Alejandro de Rez en la iglesia barcelonesa de la Ciudadela, y que desarrollaría algún precedente todavía más cercano, como el de la iglesia de San Felipe Neri en la misma Barcelona.

Los planos de 1775 representan el templo en perspectiva en las tres vistas de la villa. Allí se descubren algunas formas que no nos han llegado. En la cabecera del templo hubo proyectados dos campanarios, que arrancaban de la línea de cornisas, con proporción muy esbelta, casi cuádrupla, a base de un sotobanco quebrado, un pedestal y encima un orden arquitectónico completo, con columnas o pilastras esquineras que encuadraban un arco para campanas en cada frente; también sobre el arquitrabe se levantaba una balaustrada, tras la que se proyectó una linterna acabada en cruz o veleta.

La casa del cura y la escuela fueron construidos junto a la cabecera de la iglesia, con locales distribuidos a ambos lados de una escalera central. Por este anexo a la iglesia se accede a las bóvedas subterráneas del bastión de la Concepción. De este modo, en el exterior, la volumetría forma con la casa del párroco, inicialmente con tres plantas, con lo que casi igualaba la cornisa de la iglesia, un conjunto exento como propuesta eminentemente neoclásica, aunque el tratamiento de las fachadas tiene todavía rasgos barrocos.

La fachada de poniente es una superficie con doble curvatura, que vuelve a repetirse en el alabeo de la cornisa del remate, para disimular las pendientes traseras de la cubierta. Se crean unas tensiones hacia el centro, así como un juego de luces y sombras más inquietantes y dinámicas que las propuestas, que comienzan a esbozarse en el pórtico que rodea el vano de paso al interior.

Las ventanas polilobuladas, situadas en la parte alta del muro lateral, son de un patente formalismo, muy alejado de la mayor concreción racionalista de los huecos de la contigua casa parroquial. El acceso está enmarcado por un pórtico curvado, de manera que los laterales se despegan sobresaliendo del muro más que el centro, en un intento frustrado por establecer el envolvimiento ficticio sobre el posible espectador. Son estas contradicciones lo que hace de él un edificio paradójico, en contraste con el orden geométrico de la ciudad.


TABARCA
Ficha YA-70 / Código 60 / T-001


Lienzo de muralla y zapata de fundación / Muro rectilíneo perteneciente a un antiguo almacén de barcos / Almadraba / Área de inhumaciones de la Almadraba / Istmo y revellín / Torre de San José y aljibes / Yacimientos subacuáticos: Campo, Cap Falcó, Puerto Antiguo, etc. / Sistema defensivo del siglo XVIII / Aljibes y conductos del siglo XVIII / Foso del Revellín.


FARO DE TABARCA
Ficha YA-71 / Código 348 / T-007


El primer faro de la Isla de Tabarca fue proyectado por el ingeniero Agustín Elcoro y Berocíbar, en el año 1850. Posiblemente sufrió alguna modificación en el año 1867, ya que Varela Botella parece haber documentado un proyecto fechado en este año de José Laurent. Se instaló en él un aparato óptico de tercer orden, con lentes coloreadas sobre un carro de tejos o gales; se seccionaba con un aparato de relojería, con estabilizador dinámico de aletas, y la lámpara mecánica se encendía con aceite de oliva, pero luego fue sustituido por parafina y petróleo; todo este mecanismo fue comprado a la firma francesa Letoruneau por 111.016 pesetas. Llegó a tener un alcance de 15 millas y presentaba destellos espaciados cada dos minutos, como señal identificadora de la isla. Toda la obra de este primer faro fue concluida el 1 de junio de 1854. A partir de entonces, el faro sufrió sucesivas modificaciones. En mayo de 1916 fue sustituida la linterna por una lámpara eléctrica de incandescencia de vapor de petróleo, según el sistema Chance. Once años después fue cambiada la alimentación eléctrica, colocando un tambor dióptrico de 300 mm con destellador de acetileno accionado por válvula solar con acumuladores, dando entonces tres señales relampagueantes cada siete segundos y medio.

En 1971 se sustituyó el antiguo faro del siglo XIX por otro faro instalado en una torre cilíndrica de hormigón, con óptica catadióptrica de 400 mm, iluminada por acetileno. De nuevo en 1983 se reemplazó la instalación por otra de energía fotovoltaica alimentada por paneles solares. Finalmente, en 1989 se eliminó la torre adjunta de hormigón y se trasladó la linterna al viejo faro novecentesco.

En definitiva, el edificio consta de un cuerpo basamental cuadrado de 12,30 m de lado, en cuyo centro emerge telescópicamente la caña de la linterna, que sirve a su vez para albergar la escalera de acceso. Los cuatro alzados se articulan según tres ejes de huecos, con recuadraturas muy sencillas de piedra, mientras que en las esquinas se colocaron cadenas de almohadillado plano de caliza, aparejo que se repite vertebrando los huecos y paños centrales de la caña. Dimensiones: 12,30 m de lado.

Toponimia tabarquina

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La toponimia, también conocida como onomástica geográfica, es una disciplina de la onomástica que consiste en el estudio etimológico de los nombres propios de un lugar. Según la Real Academia Española (RAE), el término «toponimia» deriva etimológicamente del griego τόπος (tópos, «lugar») y ὄνομα (ónoma, «nombre»), y tiene dos acepciones:
1. Estudio del origen y significación de los nombres propios de lugar.
2. Conjunto de los nombres propios de lugar de un país o de una región.
Por otra parte, la talasonimia es la parte de la toponimia que se refiere a los nombres con que se designan los mares u océanos, así como los accidentes costeros. Y, del mismo modo, la antroponimia u onomástica antropológica, sería la rama de la onomástica que estudia el origen y significado de los nombres propios de las personas, incluyendo los apellidos.

El contenido de este artículo está basado, fundamentalmente, en los apéndices del trabajo realizado por Cosme Aguiló i Adrover y Joan Miralles i Monserrat, con motivo del XIV Col·loqui d’Alacant, celebrado por la Societat d’Onomàstica en 1989, y publicado con el título La toponímia de l’Illa de Tabarca. Está complementado y revisado con otras fuentes, en especial el magnífico plano de Felio Lozano Quijada, Vadum Maris Nova Tabarca Insulae, publicado anexo al n.º 60 de la Revista Canelobre del Instituto Alicantino de Cultura «Juan Gil-Albert».

Cosme Aguiló i Adrover, filólogo mallorquín, es doctor en Filología Catalana, destacado especialista en toponimia, dialectología y etimología; miembro del Institut d’Estudis Catalans, y colaborador del Departamento de Filología Catalana y Lingüística General de la Universitat de les Illes Balears. Joan Miralles i Monserrat, filólogo y folklorista también mallorquín, es igualmente doctor en Filología Catalana, y catedrático de la Universitat de les Illes Balears, siendo director de su Departamento de Filología Catalana y Lingüística General; es miembro de la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans.

Fragmento del Atlas de Gerardus Mercator, 1632

Sirva para ilustrar este interesante trabajo que, para la redacción de su extensa introducción histórica, los autores se basaron en la conocida obra y tesis doctoral de José Luis González Arpide, publicada en 1981 por el entonces denominado Instituto de Estudios Alicantinos, bajo el título Los tabarquinos. Estudio etnológico de una comunidad en vías de desaparición, así como en la tesis de licenciatura de 1975, en la fecha del estudio todavía inédita, de Ana María Ramos Vara, con título Orígenes del pueblo tabarquino, gestiones para su abastecimiento en la isla de San Pablo (Alicante 1770) y vida del mismo en la Nueva Tabarca, completado con notas de la Gran Enciclopèdia Catalana (1978). Y que fue estructurada en cuatro partes: L’Illa de Tabarca (Santa Pola), L’altra Illa de Tabarca (Tunísia), Emigració de tabarquins a l’Illa de S. Pietro, y De nou a Tabarca (Santa Pola).

Por otra parte, cabe destacar que, para llevar a cabo la investigación, los autores se sirvieron fundamentalmente de informaciones orales, proporcionadas por las siguientes diez personas: Rafael Arques Chacopino, «El Païto» (1942), José Antonio López Baile, «Jose» (1957), José López López (1944), Tomás Parodi Ruso (1909), Pascual Ramírez Parodi (1931), Roque Ruso Chacopino (1922), Anto­nio Ruso Garzón, «Antoniet» (1935), José Ruso Mulet (1919), Estanislao Ruso Que­sada (1906), y Francisca Salieto Ruso (1905).


Un breve apunte de antroponimia tabarquina

Lo verdaderamente interesante del estudio está contenido en sus apéndices. Para empezar, confeccionemos una lista de los apellidos de tabarquinos procedentes de territorio italiano o corso, que aparecen en diversos listados de los siglos XVIII y XIX, tal como constan en las citadas obra de referencia, aun sin cotejarlos con los manuscritos originales, lo que nos lleva a que esta lista pueda contener algún error de transcripción. Pero valga como muestra útil, para comprender así el alcance y consecuencias de la inmigración genovesa en esta antroponimia tabarquina.

Matrícula de los tabarquinos, 1769.
Archivo Municipal de Alicante (AMA)

Pues bien, alfabéticamente, y partiendo de la acepción más general, entre paréntesis se incluyen las formas en femenino y las variantes gráficas:
Acheno (Achena), Arti.
Bacala, Barabín, Basalo, Belando (Belanda, Belenda), Beroti, Biso, Brusi, Bruzo (Bruso), Brusoni, Bruzono, Burguera (Burgero), Buzo (Buza, Buso, Busa).
Capriata, Capriona, Caprista, Carrosino (Carozino, Carosino), Casteli, Cereceto (Zerezeto), Cereto, Cantagalo (Contagalo), Compiano, Crestadoro, Colomba (Columba, Columbo, Colombo).
Chena, Chinchones, Chipolino (Chipolina).
Daniele (Damiele), Due.
Fabiani, Ferrand, Ferrandi, Ferraro (Ferrara).
Gandulfo, Ganucho, Graso, Groso, Gerra (Gierra, Guiera, Guerra).
Jacopino (Chacopino, Chacupino).
Lahora, Leoni, Luchoro (Luchora).
Manzanero (Manzanaro), Marcenaro (Marzenaro, Marzanaro, Mercenaro, Macenaro), Mendrice (Mendrise), Milelire, Moinare, Molino, Morino, Montecatini.
Noli (Noly, Nolis).
Olivero (Olivera, Oliveros), Opiso, Oregio.
Parodi, Pelerano (Pelerana), Perfumo (Perfuma), Pianelo, Pitaluga, Pomata.
Repeto, Rivano, Ribera (Rivera), Riverola, Reynaldi, Rochena, Rochero, Romba, Rumba, Ruso (Rusa).
Sales, Saly (Sally), Sarti, Sele, Sevasco (Sevasca).
Taverso, Timón, Timoni, Tubino.
Utrera.
Vila.



Talasonimia tabarquina: litoral, islotes y escollos

L’Algamassa / La Roca de l’Algamassa. Situada al SO del islote de La Cantera. La argamasa es una mezcla de cal y grava, usada en la construcción. Pudiera ser que de aquí se hubiera extraído algún tipo de material para fabricarla.
L’Amerador / Els Ameradors. Al S de la punta más cercana a La Cantera. En la isla se fabricaba cuerdas de esparto. No sería extraño que este lugar fuera uno de los puntos donde se ponían a remojo («amerar» en valenciano significa empapar).
Baix del Cementeri. Al final de la Platja Gran, en la parte S de la isla.
Baix de Ca Ferrandis / Baix de la Bòvida. Ambas denominaciones provienen de los nombres de dos edificios del pueblo, situados en las proximidades de este lugar. Está al N, al pie de las murallas.
Baix del Forn. Probablemente hace referencia a un horno de cal. Se sabe que hubo uno en las proximidades de La Platja, en la parte S.
Baix de les Paleres. Toma el nombre de la zona de El Camp donde abundan las chumberas, hacia la parte S de la isla.
Baix del Piló. En la costa del N. Debe el nombre a un hito, mojón o pilón, situado en la parte alta de la costa.
Baix del Pouet. El pozo en cuestión está situado a la parte alta de las murallas.
El Banquet. Ahí se pescaba. También era un punto donde la gente se bañaba.
El Bol de l’Espet. En la parte N de la isla, cerca del Cementerio. «Bol» es una parte de un arte de pesca con red, y «espet» en valenciano es el pez denominado espetón, o usualmente barracuda.
El Cagalló. En la parte del S, junto a la Roca Foradada. Es un pequeño escollo alto y cilíndrico.
El Cagalló del Serrallo / El Cagalló. Al N, al principio de la población.
Cala Menaca. Más que una verdadera cala, es una sinuosidad de la costa S. Es un topónimo poco claro, tal vez un arabismo. Un mapa de 1766 registra la denominación Cala de Menacha. Después de los temporales, los tabarquinos iban allí a recoger esponjas.
Cala Rata. Tampoco se trata de una entrada del mar. Está también en la costa S, delante del islote de La Galera. No se ha registrado que en este punto abundaran las ratas de un modo especial que justificara esa denominación. Un mapa de 1766 sitúa la Cala de las Ratas en la actual Platja de la Faroleta. 
La Calanca de Garbí / La Calanca de Fora / La Calanca de la Nau. Al SE del islote de La Nau. Es uno de sus puntos de acceso. «Calanca» es sinónimo de «caleta».
La Calanca de Llevant / La Calanca de la Nau / La Calanca. Paradójicamente está al N de La Nau.
La Caleta. Dentro del actual puerto. Aquí varaban antaño los laúdes («llaüts»).
El Camí dels Moros / El Blanc de la Nau. Está entre La Naueta y La Nau. Es una franja de rocas a menos de tres metros de profundidad. Se dice que los moros quisieron hacer un camino para unir los dos islotes. La realidad es que los estratos de este lugar están levantados hasta la vertical, dando un aspecto de camino en el fondo del mar.
El Canal. Es el nombre de un pequeño escollo, medio partido, de la parte N de la isla, a la altura del Cementerio.
La Cantera. Islote situado en la parte O de Nueva Tabarca. Lugar del que se extrajo, en el siglo XVIII, la piedra para construir las murallas de la población. En algunos puntos se llegó a rebajar a ras de agua. Está separado de Tabarca por un pequeño estrecho que, en ocasiones, se puede franquear sin necesidad de mojarse los pies. Este estrecho muestra la huella de una intensa actividad extractiva, lo que hace sospechar que, antes de la construcción del pueblo, no era una isla, sino una península. Así se observa en el mapa de Fernando Méndez de 1766. La Cantera era el lugar donde se iban a bañar las mujeres.
El Canyó del Moll. Delante del Portal del Moll está este cañón de hierro, encastrado en la roca, que debía servir de noray, ya que este era el primer lugar que sirvió de puerto, según testimonios.
Cap Falcó / Punta Falcó. Constituye el extremo oriental de Tabarca. Un pequeño estrecho le separa del islote de La Naueta. Los vocablos «cap» i «punta» normalmente no llevan artículo. Algunos informadores dudan de la situación de este topónimo. Aparece Cabo Falcón en mapas de 1766 y 1807.
Cap Llobarros / Cap de Barros. Es una punta al S del pueblo. El nombre puede venirle del pez conocido como lubina o róbalo, popularmente «llobarro».
El Cap de Moro. En esta ocasión, «cap» no significa cabo, sino cabeza. Pequeño escollo de la parte S, a modo de una especie de cabeza negruzca que sale del agua. Consta como Peña del Moro en el mapa de 1766.
Cap de Rata. Situado al S de la isla, frente a La Galera. Hay quien dice que esta punta tiene la forma de una rata.

Fragmento del Vadum Maris Nova Tabarca Insulae, de Felio Lozano Quijada.
En él podemos encontrar los talasónimos: en la costa N, El Piló, La mina, La Xanca,
El Moll, La Cova, La Caleta, El Serrallo, La Poera, El Port Vell
y La Roca del Moll;
hacia el O, Gomes, El Passet, La Cantera, La Roca del Camell, La Punta del Bol,
La Roca del Forat, El Cagalló, La Roca del Bol, La Roca dels Garrets
y Cap de Moro;
y en la costa S, La Cova de les Armes, La Cala dels Birros, La Cala del Francés,
La Roca Pobra, La Cova del llop Marí, La Platja, La Cala Menaca
y La Seca de Felipe.

Caparrós. Es un escollo que apenas sobresale del agua, entre La Naueta y La Nau, pero más cerca de la primera. Caparrós es un apellido, no sería extraño que fuera el de alguien que hubiera chocado en él con su embarcación. Existen numerosos ejemplos en la toponimia, de escollos cuya denominación es un apellido, y cuyo significado podría ser éste.
La Cova dels Birros / La Cova. En una calita del S de la población. Por las descripciones de los informadores, que dicen que el «birro» es un pájaro pequeño, negro y bullicioso, de alas curvadas, al parecer se trataría del vencejo común.
La Cova dels Coloms. Está sobre el islote de La Galera, en la parte de levante.
La Cova de les Llagostes / La Coveta de les Llagostes. Dentro de El Port, cerca de La Caleta. Antigua­mente los tabarquinos tenían allí los viveros de langostas.
La Cova del Llop Marí / La Cova dels Llops Marins. En un rincón de la parte S de la población. El «llop marí» o lobo marino es, en realidad, la foca monje o foca mediterránea. En Nueva Tabarca se dice que siempre hubo una pareja. Parece ser que el último ejemplar desapareció víctima, como siempre, de la persecución humana, a finales de la década de los años veinte a los treinta del siglo XX.
La Cova de la Nau / La Cova del Contrabando. Situada en la parte alta del islote de La Nau, y hay constancia de que, en ocasiones, se escondió tabaco de contrabando en ella.
La Cova del Sucre / La Cova. Actualmente coincide con una playita en el interior de El Port, y se desconoce la ubicación exacta, ya que cuando se construyó el muelle actual, quedó destruido en parte aquel sector. No se conoce la razón de tal denominación.
La Coveta del Cementeri. No es más que una pequeña oquedad en la parte N de la isla, a la altura de la necrópolis. Cuentan que hace mucho tiempo vivía allí una persona.
Darrere el Port. Pequeño rincón a levante de El Moll.
L’Escull Foradat. Es un escollo perforado, frente a la punta del mismo nombre, en la costa del N de la isla.
L’Escull Negre. Al S de la isla, muy cerca de La Galera. El adjetivo responde a la coloración de la roca.
L’Escull Roig. A levante de La Galera, delante de Les Pedres Roges. La coloración es ferruginosa.
L’Estufador. Al SE del islote de La Nau. Es lo que también se conoce como un «bufador», una cavidad con un conducto por el que corre una corriente de aire, conforme baten las olas en ella, sonando como un soplido.
El Faralló Pla. Está cerca del centro de la aglomeración de escollos conocida como Els Farallons.
El Faralló del Tio Campiste / El Faralló Campiste. No se conoce la localización exacta. Unos dicen que dentro del conjunto de Els Farallons, otros lo sitúan fuera de La Llosa. Presumiblemente, este Tio Campiste debió ser alguien que chocó allí con su embarcación. No hace sino reforzar lo dicho para Caparrós.
Els Farallons. Es un cúmulo de escollos y rocas planas, apenas cubiertas por el agua («tenasses»), extendido hacia levante en el extremo oriental del archipiélago. Al estar a flor de agua, constituyen un grave peligro para la navegación.
El Freuet / El Freu. Es un paso, practicable por embarcaciones menores, que separa los islotes de La Naueta y La Nau.
La Galera. Es un islote situado al S de Tabarca. Parece que antiguamente ahí vivía una colonia de conejos. Su denominación se entiende abarcando todo el conjunto de puntas y escollos bajos, que recuerdan la silueta de un navío. Documentada en mapas de 1766 y 1888.
Gomes. Es un escollo casi unido a la población, en la zona que da a Les Bòvedes. Debe llevar el nombre de alguna persona de apellido Gómez. Con ello se entra en reiteración de lo ya comentado de otros escollos que llevan nombres personales.
La Llosa. Bajofondo situado a alrededor de media milla de distancia de la Punta dels Farallons. Está a una profundidad de 18 palmos, y está señalizada con una boya por la parte de fuera.
La Lloseta. Bajofondo a unos 200 metros de la Punta dels Farallons, en dirección a La Llosa.
El Mal Pas. Está situado en Els Farallons, próximo a La Nau. Parece que no se trata de un paso para embarcaciones, sino terrestre. Vendría a significar que, el que camina sobre los escollos, al llegar a este lugar encontraría ciertas dificultades para pasar.
Les Maries / Les Dos Maries / Les Tres Maries. Se trata de unas rocas, sumergidas unos dos metros, situadas entre La Naueta y La Nau, más cerca de esta última. A pesar de la segunda denominación, los informadores suelen coincidir en que son tres piedras. Podría tratarse de una metáfora, queriéndolas comparar con las estrellas del Cinturón de Orión, pero no sabemos si estas estrellas son conocidas con el mismo nombre en Tabarca, como para justificar este topónimo.
La Merdosa. Es un escollo prominente, prácticamente unido a La Nau por la parte de levante. El nombre se explica por la acumulación de defecaciones de aves marinas.
La Merdoseta. Escollo similar a La Merdosa, pero al S de La Naueta. Su denominación obedece a la misma explicación.

En este segundo fragmento de la obra de Felio Lozano, quedan reseñados los
talasónimos: en el N, Les Pedres Reones, Romptimons y L'Escull Forat; al S,
Cala Rata, El Sortior, La Galereta, La Galera, L'Escull Negre, La Platja de la Faroleta,
La Roca Reona, La Sabata, L'Escull Roig, Les Pedres Roges
y La Platja Gran;
y hacia el E, La Perla, La Tanda, La Naueta, La Merdoseta, El Freu y El Saltaor.

La Mina. Oquedad, hoy cegada, de la parte N de la isla, en las inmediaciones de El Port. El poeta Salvador Rueda, que tuvo durante años su residencia en la isla, al parecer tenía ahí su embarcación. Por la costa N se observan vetas ferruginosas que forman parte del subsuelo. El nombre debe recordar algún intento de su explotación.
El Moll / El Moll Vell / El Moll Antiu / El Port Vell / El Moll Nou. Al N de la población, al lado de La Pouera. Es el lugar que se utilizaba para llegar a la isla antes de la construcción del puerto actual. Para unos es «vell» porque es anterior al actual. Para otros es «nou» porque recuerdan otro todavía más antiguo.
El Moll Vell. Al N de la isla, delante del Portal del Moll. Una pequeña entrada del mar, de la que se dice que fue el primer puerto de la isla.
El Mollet de l’Americà. Pequeño desembarcadero cerca de El Serrallo. Dicen que fue construido por un americano.
La Nau. Islote alto, situado entre Els Farallons y La Naueta. Vista de lejos, recuerda la silueta de un barco. Ya citada con ese nombre a finales del siglo XV.
La Naueta. Islote muy parecido a La Nau, entre éste y la isla de Tabarca, de la que le separa un pequeño paso. Desde Tabarca se puede llegar a él casi sin mojarse los pies. Es también bastante alto y recuerda igualmente un barco navegando.
El Passet. El pequeño brazo de mar que separa Tabarca del islote de La Cantera. No es practicable por ningún tipo de embarcación, pero sí a pie. Probablemente, y debido a la intensa actividad de extracción de piedra que tuvo lugar en esa ubicación, este pequeño paso sea artificial, y quedó como hoy lo conocemos en el siglo XVIII, a consecuencia de la construcción de las murallas.
Les Pedres Roges. Aglomeración de escollos al S de la isla, entre ésta y L’Escull Roig.
La Peladilla. A flor de agua, en la costa N, no muy lejos de L’Escull Foradat.
La Perla. Bajofondo al NE de La Naueta. Se dice que «sale cuando están las aguas secas», es decir, cuando están bajas y en calma. Se desconoce el motivo de esta denominación, que pudiera estar inspirada en alguna metáfora. Documentada en 1766.
La Platja. El gran arenal inmediato a la población, al S de El Port.
La Platja de la Faroleta / Baix de la Faroleta / Baix de la Farola / Baix del Faro. En la costa S, frente a La Galera. En la parte alta está La Balsa de la Faroleta. El nombre debe provenir del faro de la isla.
La Platja Gran. Situada al SE, es la playa más larga de la isla.
El Port. Es el punto por donde actualmente se puede acceder a la isla. No fue sino hasta el año 1944, cansados de pasar peripecias, cuando los habitantes de Nueva Tabarca vieron realizado su sueño de tener un lugar medianamente seguro para anclar sus embarcaciones.
El Portet de l’Americà. Al N, junto a El Serrallo. Al parecer, construido por un americano.
La Pouera. Es una pequeña playa de la zona N, al lado mismo de la población. La denominación puede tener su origen en el Pou del Pal, pozo situado en la parte alta de la muralla, en sus inmediaciones.
La Punta de Baix del Forn. Es la punta que cierra La Platja.
La Punta del Bol. Está en el extremo de poniente de La Cantera. Ya aparece con este nombre en la carto­grafía de 1766.
La Punta de Cala Menaca. Al S, junto a la cala de dicho nombre.
Punta Cap Falcó. Este nombre, que se ha situado en un extremo de La Galera, no es seguro del todo. Sí que lo es, en cambio, la identificación de Cap Falcó con el extremo oriental de Tabarca. Pudiera ser, sin embargo, que esta denominación tenga su origen en el hecho de que, dicha punta de La Galera, esté mirando hacia el Cap Falcó.
La Punta de l’Escull Foradat. Al N, a la altura de La Casa del Camp.
La Punta dels Farallons. Constituye la primera tierra emergida del archipiélago, por su parte oriental.
La Punta del Femer. Está justo detrás del muelle actual. Se dice que ahí tiraban el estiércol («fem») cuando limpiaban los establos de La Casa del Camp.
La Punta del Moll. Junto a La Pouera, al N del núcleo urbano.
La Punta del Piló. En la costa N, junto a La Mina. El nombre le viene de un mojón situado en las inmediaciones.
La Purissimeta. Dentro de una hornacina excavada en la roca, hay una imagen de la Virgen. Según cuentan, la colocó ahí un fraile hace un cuarto de siglo.

Tercer fragmento del Vadum Maris Nova Tabarca Insulae, en su parte más oriental,
en el que podemos observar: La Nau, L'Estufaor, La Merdosa, Els Farallons y La Llosa.

La Roca de la Cantera. Es un escollo al SE de La Cantera.
La Roca de l’Emperador. Es un bajofondo, entre La Galera y L’Escull Roig, a tres metros de profun­didad. Puede tratarse de una referencia al pez espada o emperador.
La Roca Foradada / La Roca del Forat. Al S, cerca de El Cagalló. Horadada, como su nombre indica.
La Roca del Mero. Frente a Cala Menaca. Es obvia la referencia al pez denominado garopa, más conocido como mero.
La Roca de la Mina. Una roca alta al lado de El Port.
La Roca Pobra. Es un escollo cercano a La Cova del Llop Marí. Según los marineros, su denominación proviene de que se coge poca pesca en sus alrededores.
La Roca Redona. Un pequeño escollo al NE de La Galera.
La Roca del Serrallo. Al lado de El Port, junto a El Serrallo.
La Roca de la Tanda. Pequeño escollo al final de La Platja Gran, muy cerca de La Naueta. No hay una explicación satisfactoria del origen de esta denominación, si bien parece probable la acepción en referencia a un período de tiempo, de esta palabra.
Romptimons. Sugestiva denominación que designa un bajofondo al NE del Cementerio. Está a una profundidad tal que permite pasar a la embarcación, rompiendo, sin embargo, la pala del timón.
La Sabata. Escollo en forma de zapato («sabata»), entre Cap de Rata y La Roca Redona.
El Saltador. Es el lugar por el que se puede acceder a la parte alta de La Nau por su cara SO.
El Sec de la Punta del Bol / El Sec de la Cantera. Es un amplio bajofondo al NO de La Cantera.
La Seca. Pequeño escollo cercano a la Punta del Piló. La denominación no es demasiado segura, dadas las discrepancias entre los informadores.
La Seca de l’Escull Negre. Se encuentra a una distancia de unos veinte metros del escollo, y a una profundidad de tres.
La Seca de la Nau. En los alrededores de La Nau, sumergida a unos ocho palmos. El emplazamiento no está exactamente definido.
La Seca del Piló. En la costa N, cercana a La Mina.
La Seca de la Punta dels Farallons. Es el primer escollo que sale del agua por la parte de levante.
El Serrallo. Rincón en un lateral de El Port. Por el hecho de ser un lugar abrigado dentro del puerto, cabe pensar que se trate de un italianismo a partir de «serràglio», que viene a significar lugar cerrado. Si lo fuera, sería un pequeño testimonio superviviente de la lengua de los colonizadores del siglo XVIII.
El Tamboret. Es una punta al SE de La Cantera. El topónimo invita a pensar que el traslado de la piedra que se extraía de La Cantera, se hacía por mar, ya que se denomina «tambor» al cilindro de madera del cabrestante donde se enrolla la cuerda, y que se utilizaría para alzar las piedras con la finalidad de embarcarlas. En ese caso, en la citada punta estaría instalada en su tiempo dicha máquina.
El Trajo del Tio Bertomeu / La Platja del Tio Bertomeu. Al N del islote de La Cantera. Al parecer, ahí varaban laúdes («llaüts»), y «trajo» o «trájol» es el nombre que se le da al espacio de la playa reservado para cada barca, dispuesto de manera que, por un plano inclinado, se pueden lanzar al agua o traer a tierra.
La Vària del Tio Bertomeu. Al lado del topónimo anterior. Una «vària» o «vaira» es una mancha arenosa dentro de un algar.
La Xanca. Junto al actual muelle. Aquí estaba antiguamente el edificio de La Almadraba, hoy ocupado por el Museo Nueva Tabarca, que albergaba una industria de salazón, especialmente de melva y bonito. Se denominaba «posar en xanca» a la acción y efecto de colocar el pescado en salmuera para conservarlo.
La Xapa / La Xapada del Bol. Al S de La Cantera. Muy probablemente se trata de una derivación de la palabra «sapa», una mata de algas vivas que crece en el mar.

Mapa de las zonas de la Reserva Marina de Nueva Tabarca, en el que se
hacen constar algunos de los talasónimos de referencia para las mismas.


Otros talasónimos tabarquinos

La Barbada de l’Almadrava. La barbada es un pez de la familia del bacalao, más conocido en esta zona como «maruca». Posee una aleta dorsal rectilínea que le cubre casi todo el lomo. Probablemente el topónimo viene dado por la similitud con esta aleta, de una extensa serie lineal de rocas que afloran en el fondo del mar, aproximadamente a la altura de donde se calaba la almadraba, alrededor de un kilómetro al S de La Galera.
La Barbada de la Punta del Bol. Otra cresta rectilínea de rocas submarinas, en este caso a cierta distancia frente a La Punta del Bol.
La Barbada del Reclau. En la zona así denominada, al SO de La Nau.
La Barreta. Amplia y escalonada franja arenosa situada frente a La Platja Gran, densamente cubierta por pradera de posidonia.
El Clot. Zona situada al S de La Nau, a unos quince minutos a motor, con una profundidad de cerca de veinte brazas (una braza española equivale a 1,852 metros, una milésima parte de una milla náutica).
Els Fanals. Es un conjunto de rocas submarinas de localización imprecisa al S de Tabarca y, por esa misma razón, de toponimia injustificada.
Els Garbells. Algueros situados alrededor de El Clot. Un «garbell» es un alguero con poca fijación al lecho marino, que por ello se puede arrancar o desprender con facilidad.
Montnegre a les Forques. Es una sierra de rocas, localizable si desde la isla se pone proa a Alicante. Hay unas siete u ocho brazas de profundidad, y en ella se pescaba abundante atún. Su denominación probablemente responda tanto al color de las rocas como a formaciones ahorquilladas que puedan dibujarse en su morfología en el fondo marino.
El Reclau. Un «reclau» es una faja de piedra diferente, por su consistencia y color, del resto de rocas que forma una pedrera. Está al SO («a garbí») de La Nau, a cerca de veinte brazas de profundidad.
La Serra del Cap. Es una amplia y prominente zona arenosa, según se dice situada de forma imprecisa mirando desde La Nau hacia Alicante.



Toponimia urbana de Nueva Tabarca

En 1913, están documentadas las siguientes calles de Nueva Tabarca: A. Marco, Barón de Petrés, Bóvedas, Calaboset, Plaza de la Caleta, Carmen, Desierto del Sáhara, Gobernador, Muelle, Retiro, San Pedro, Serrallo y Tabarca.

Las calles de la isla reciben su nombre definitivo en 1965, coincidiendo con la publicación de un apéndice a la Guía de la Ciudad publicada cinco años antes. Según escribe Fernando Gil Sánchez en el Diario Información, se rotularon las vías públicas: Arzola, Bergantín, Camarada Maciá, Carlos III, Corsario, Escuela, Gaviota, Génova, Generalísimo, Iglesia, José Antonio, Muelle, Poeta Salvador Rueda, Pósito, Soledad y Virgen del Carmen.

En 1979 cambian de nombre: la calle del Camarada Maciá por carrer del Motxó, la calle de José Antonio por carrer d’Enmig, y la plaza del Generalísimo por plaça Gran.


Aguiló y Miralles, en su trabajo toponímico de 1989, definen todo lo siguiente, precisando el contenido de cada vía en dicha fecha, por lo que puede no coincidir con denominaciones o situaciones actuales.

El Poble
Calles, plazas y casas. Ocupa la pequeña península amurallada de la parte occidental de Tabarca o, dicho de otro modo, todo el espacio no ocupado por El Camp.

El Carreonet. Nombre popular, cuya denominación oficial desde antiguo era Callejón del Muelle, según los informantes.

Carrer del Bergantí. Denominación oficial, no popular.

El Carrer del Carmen / El Carrer de la Mare de Déu del Carmen. Nombre oficial: Carrer de la Verge del Carme. En él se sitúan, o lo estaban:
- Ca Úrsula.
- Ca Juana. En la fecha del estudio era un bar.
- Ca l’Arnat.
- Ca Manola. Antes Ca Roig de la Fillola.
- Ca Tio Maestro. Era maestro de escuela y pescador.
- Les Calderes del Tio Gallegues. Era un lugar en el que se teñían las redes.
- Cal Tio Victoriano de Mestret. Era también maestro de escuela.
- Ca la Coixa / Cal Tio Xan.
- Ca Cristino. Era un hombre que falleció ahogado.
- Cal Pistolero. Había un bar.
- Ca Tio Pepe Forces.
- Ca la Tia Rafaileta / La Casa de Tia Rafaileta.
- Ca Tio Capelo. No se trataba de un apellido, por lo que probablemente fuera una pequeña muestra de supervivencia lingüística italiana.
- La Casa de la Muda.
- La Casa de la Duenda. En Tabarca es cuentan muchas historias referentes a apariciones de seres sobrenaturales. Probablemente este topónimo haga referencia a uno de estos casos.
- Ca Tia Issabel.
- Ca Jaume de la Cardona.
- El Forn del Tio Burrero.
- Ca Ana.
- Ca Tia Taneta.
- Ca Vissitassion.
- La Casa del Polero. En referencia a un nativo de Santa Pola.
- Cal Tio Roig del Piu.
- La Casa de la Tia Matilde.
- La Casa de Colau el Llarg.
- La Casa del Tio Cranc.
- La Casa del Moreno.
- La Casa del Tio Carlos.
- Ca Tia Pepica. Había una carnicería.
- La Casa de Ferrandis.
- La Casa de Gerardo.
- La Casa d’Amadeo.
- La Casa del Aspero. Era de un nativo de Aspe.
- La Casa de la Reina. La propietaria era conocida con este mote.
- Cal Tio Mineta.
- Ca Tia Conxa.
- La Casa de Maria la Xata.
- El Calabós. Se dice que hubo un horno.
- Ca Vicent de Xólo.
Carrer de l’Escola. Nombre oficial, no recogido popularmente.

Carrer d’els Gavines (sic). Nombre igualmente oficial, no recogido por tradición oral.

Carrer de Gènova. También oficial, no recogido vía oral.
- La Casa de Juanjo.
El Carrer de la Església.
- Ca la Xata / La Casa de la Xata.
- Ca la Bartola.
- Ca Doloretes de Ganàncies.
- Cal Xiquet de Mercé.
- Ca Rafael el Xan.
- Ca Tio Mercé.
- Ca la Tia Xon. «Xon» es un apelativo familiar (hipocorístico) de Con­cepción.
- Ca Tio Juanet.
- Ca la Pessiganya. La «pessiganya», en castellano la pizpirigaña, es un juego infantil en el que los participantes colocan las manos con los dedos extendidos y las palmas hacia abajo, y un niño o un adulto pellizcaba suavemente en los dedos mientras iba cantando una canción. Había una tienda de comestibles.


El Carrer Major / El Carrer del Mig. Nombre oficial: Carrer d’en Mig.
- La Casa del Portal / La Casa de Tio Juan del Portal. Está situada junto al Portal de la Caleta.
- Ca Tio Blai.
- La Casa de Sento el Gangallo. «Sento» es Vicente.
- La Casa de Salvadorico / Cal Birro.
- La Casa de Pura. «Pura» equivale a Purificación.
- La Casa de la Xata la Cardenala.
- Ca Tio Uenso.
- Ca Tio Tomàs el Viudo / Ca Tio Viudo.
- Cal Tio Bartolo de l’Estanc.
- Ca Tia Esperança del Tio Caín.
- Cal Tio Bancalets.
- Ca Sola. «Sola» es hipocorístico de Soledad.
- Ca Tomàs el Viudo.
- La Casa de Don Alvaro. Era un médico.
- Ca María de l’Estanc. Había una tienda de comestibles. A la propietaria le llamaban La Maria de l’Estanc.
- La Habana. Era un restaurante.
- El Taller del Tio Enrique. Era una carpintería.
- La Casa del Rojo. «Rojo» con el significado de rubio.
- La Casa de Colau. «Colau» es Nicolás («Nicolau»).
- La Casa d’Eugenio / La Magazent d’Eugenio.
- La Casa de Pasqual.
- Ca Tia Conxon. «Conxon», hipocorístico de Concepción.
- La Casa de la Pelilla. «Pelilla» es hipocorístico de Josefa.
- La Casa del Tio Pepe Galeta. La «galeta» es una pieza redonda aplanada que va colocada en el extremo superior del palo de una barca.
- La Casa d’Obdúlia.
- La Casa de la Francesa.
- La Casa del Forner. Del panadero.
- Cal Tio Gerreta. Se le llama popularmente «gerreta» al naipe as de copas.
- Ca Tio Carlos.
- El Cassino.
- Ca Paquita.
- La Casa del Tio Peixet.
- Ca Tio Tunico Mele. «Mele» es una población italiana muy cercana a Génova.
- Ca Tio Morenico.
El Carrer del Moll. Es su nombre oficial.
- Ca Tio Uelo. «Tío abuelo».
- Ca Tio Pajarito / La Casa del Tio Pajarito.
El Carrer dels Motxos. Nombre oficial: Carrer del Motxó. Al parecer, antes se denominaba Calle San Benito. «Motxo» es la rama de una escoba, pero también un antiguo apellido catalán, por lo que no queda claro su significado.
- La Casa del Tio Burrero.
- La Casa de la Tia Alemana.
- La Casa de Gonsales Vicent. La Casa del Sepulcre. Ca la Tia Carmeleta.
- La Casa del Tio Silvestre.
- Ca Aldeguer.
- La Casa de Pitxó. «Pitxó» es un tipo de molusco, pechina o tellina. No se conoce la relación.
- La Casa de Quen. Pertenece a un inglés.
- La Casa de Maria de Lérida.
- La Casa de la Tia Carolina.
- La Casa de Colauet. Diminutivo de Nicolás.
- La Casa de Ferrandis.
- La Casa de Diego.
- Ca la Tia Saïca. Probablemente un mote, del que se desconoce su origen.
- La Casa de Pepa Rafaela.
- La Casa de Juanjo.
- La Casa de Juanico la Grossa.
- La Casa de Ferrandis.
- La Casa de Manolita.
- Cal Tio Hilario / La Casa d’Hilàrio.
- Cal Tio Andarí / La Casa de Carlota.
- L’Escola dels Xiquets.
- Ca Xon. Hipocorístico de Concepción.
- Ca la Bolla. «Bolla» es cada uno de los abultamientos esféricos situados uno en cada extremo del cepo de hierro de un ancla. Se desconoce el por qué de esa denominación.
- Ca la Ferranda.
- Ca Adelina.


El Carrer del Pati. Nombre oficial: Carrer d’Arzola.
- Ca Jaume Saboreo.
- La Magazent de Collonet. Era un hombre adinerado, que dirigía la almadraba.
- La Casa de Don José. Era un practicante.
- La Magazent del Forner.
- La Casa del Milà.
- Cal Malaguenyo.
- Ca Tio Tonet de Uïsos.
- Ca María Tintom.
- La Casa de Tia Rossa de Palet.
- La Casa de Doloretes de Tari. «Tari», hipocorístico de Trinitario.
- La Casa de la Lleona.
- La Casa del Paito. Mote de uno de los informadores.
- Ca Balta. Reducción del nombre propio Baltasar.
- La Casa de Parrenyo. Apellido ilicitano.
- Ca Taño de Xolo. Tanto «Taño» como «Tano» son hipocorísticos de Cayetano.
- Ca Tio Falet. «Falet» es un diminutivo de Rafael.
- La Casa del Governador / El Pati / El Pàtil. El conocido edificio de arcadas interiores y patio posterior, del que se dice que La Cova dels Birros llegaba hasta sus sótanos.
Carrer del Poeta Salvador Rueda. Nombre oficial, no popular, en honor a Salvador Rueda, que residió durante un tiempo en la isla.

Carrer de la Soledat. Nombre oficial, no popular.
- Ca Tio Gato.
- Cal Tio Hilàrio.
- Ca Don Emilio.
- La Casa de la Francesa.
- La Casa de Pepeta.
- Ca Don Jerónimo. Fue un famoso capellán, de costumbres excéntricas.
- La Magazent d’Elissa.
- La Casa del Tio Calistro.
- La Casa de María Tintom.
La Plaça Gran. Nombre oficial: Plaça Gran.
- Ca Madalena.
- La Casa de Peixet.
- La Casa de la Pelilla.
- La Casa d’Alberto. Un dentista de Madrid.
- La Casa del Tio Pepe Gallegues.
- La Casa de Tomàs.
- La Casa de la Tia Xata.
- La Casa de Tunico Cabessa.
- La Casa de Teresa la Cardona.
- La Casa de Manolico la Cardona.
La Plaça de la Església / Davant de la Església.
- La Església.
La Plaça del Pati. En sus alrededores están:
- La Casa de les Monges. Era un colegio.
- El Forn de la Tia Cardona.
- La Casa del Francés. Se llamaba Pierre.
La Replaceta / La Replaceta de la Caleta / La Plaça de la caleta / La Plaça Menudeta / La Plaça del Pósit. Nombre oficial: Plaça Carloforte.
- La Casa de l’Antoniet.
- El Pòsit / L’Escola del Pòsit / L’Escola.
- Ca Tio Sento el Pipante. Era un hombre que siempre fumaba en pipa.


Els pous del poble
- El Pouet de la Bòvida. En él se ponía a remojo el esparto.
- El Pou del Cura. Delante de la Iglesia.
- El Pou de Ca Maria Tintom / El Pou del Cura. Es uno de Els Quatre Pous.
- El Pou de Ca la Morra / El Pou de Ca Peixet. Es otro de Els Quatre Pous. «Morra» es un juego en el que dos jugadores cierran una mano, y la abren simultáneamente a la vez que dicen un número inferior a diez, ganando aquél que, con el número que ha elegido, adivina la suma de los dedos extendidos de ambas manos.
- El Pou de Ca Taneta / EI Pou de la Tia Taneta / El Pou de Vissitassion. Otro de Els Quatre Pous.
- El Pou de la Cantera. Está junto al Portal de la Cantera. En la fecha del estudio, convertido en el pozo negro de la red de alcantarillado.
- El Pou de Maria la Xata / El Pou de Maria de l’Estanc.
- El Pou del Pal / El Pou de la Pouera.
- Els Quatre Pous. Situados en cada uno de las cuatro esquinas de la Plaça Gran.


El sistema defensiu
Murallas, portales y accesorios defensivos.

La Bòvida / Les Bòvedes. Construcción subterránea del sector NO de la muralla. Se dice que en ellas había ruedas de hilar, y que se hacían cuerdas de esparto.
La Casserna. Era un cuartel destinado a alojamiento de tropas, que fue derruido para construir con su piedra El Faro, ya que no era de utilidad y sí hacía falta ese nuevo edificio.
Les Covetes. Cámaras construidas dentro de la muralla del SE, que sirvieron de viviendas.
La Garita de Baix del Forn. Todas las garitas de las murallas han desaparecido.
La Garita de la Bòvida.
La Garita de Cap Llobarros.
La Garita de la Pouera.
La Muralla de Cap de Barros.
La Muralla de Ferrandis. En la parte del NO, junto a La Bòvida.
La Muralla de la Església.
La Muralla de la Pouera.
El Pla de la Muralla. Sobre La Muralla de la Pouera.
El Portal de la Caleta. Abierto hacia El Campo. Contiene la Puerta de San Rafael.
El Portal de la Cantera. Una inscripción muy deteriorada, ocupando las dos jambas de la Puerta de San Gabriel, coronada por la flor de lis, recuerda su construcción en tiempos de Carlos III.
El Portal del Moll. Era el lugar de entrada a la población, cuando se llegaba por mar. La cerraba la Puerta de San Miguel. 


El Camp
Lugares, caminos, edificios, depósitos de agua.

La Balsa de la Faroleta / Les Balses de la Faroleta / La Faroleta. Depósito de agua que da nombre a La Platja de la Faroleta.
Les Balses de la Casa del Camp / Les Balses de la Torre. Son dos depósitos de agua, situados no muy lejos de La Torre.
Les Balses del Poble. Están en la parte más estrecha de la isla, cerca de La Purissimeta.
Les Calderes del Burrero. Era el lugar donde se teñían las redes. El edificio ya no existe. Ahora es una zona de palmeras, en las afueras de la población.
El Camí de Cala Rata.
El Camí de la Casa del Camp / El Camí del Faro.
El Camí del Cementeri.
El Camí de les Paleres.
El Camí de la Torre / El Camí del Castell / El Camí del Quartel.
El Camp. Es toda la parte de la isla no ocupada por la población, a partir del Portal de la Caleta.
La Casa de l’Almadrava / La Magazent de l’Almadrava. Servía para guardar los utensilios de la almadraba.
La Casa del Camp / La Caseta del Camp. Edificio medio derruido, entre El Faro y La Torre, donde vivían los labradores de la isla.
La Caseta de la Balsa. Cercana a Les Balses del Poble.
La Caseta de Cala Rata / La Caseta de l’Almadrava / La Casa de l’Almadrava. Pequeña caseta sobre La Cala Rata, frente a La Galera, donde se guardaba parte de los aperos de la almadraba.
La Caseta del Peix. Ya no existe. Era un edificio que servía de lonja, situado en las afueras de la población, no muy lejos de El Serrallo.
El Cementeri / El Cementeri Nou. En el extremo oriental de Tabarca, en la parte más alejada de El Poble. Los antropónimos que aparecen a las lápidas sepulcrales delatan el origen italiano de los po­bladores tabarquinos.
El Cementeri Vell. Estaba al lado mismo del muelle actual. Todavía se pueden apreciar sus cimientos.
La Escalera del Tio Americà. Al lado de El Poble, baja hacia El Mollet de l’Americà.
La Farola / El Faro. Está situado hacia la mitad de El Campo.
El Jardinet. Es una especie de mirador situado al lado de La Caleta.


La Magazent del Tio Blai. Este edificio era de madera, y estaba al lado mismo de El Poble, pegado a la muralla. En él se construían embarcaciones. En Tabarca se utilizan los términos «magatzem» o «magazent», según la denominación del edificio al que se refiera sea en masculino o en femenino, respectivamente.
Els Merenderos. Establecimientos comerciales emplazados en el istmo de la isla, junto a La Platja. Estos son algunos de los nombres mencionados por los informadores:
- Amparín / El Merendero Amparín / Juan.
- Frigolàndia.
- La Casa de Glòria / Glòria.
- El Mar Assul.
- El Merendero Tere / Tere / Teressina.
- Los Pesca­dores.
- El Rincón de Ramos...
Les Paleres. Chumberas en gran número entre La Torre y La Casa del Camp. Parece ser que las primeras crecieron en los alrededores de Cala Menaca.
El Piló. Es un mojón o pilón antiguo, cuya función exacta se desconoce. Está situado junto a La Mina. 
La Terra Roja / La Terra Blanca. Es la punta situada frente a Les Pedres Roges. El Tabarca la palabra «roig» se aplica a cosas de coloración rubia. Esto explica la dualidad roja / blanca del nombre de este lugar.
La Torre / El Castell / El Quartel. La tercera denominación es moderna, castellanizada («quarter» sería lo correcto) y da testimonio de la ocupación del edificio en tiempos recientes por la Guardia Civil. Es una construcción troncopiramidal, robusta, con aberturas rectangulares a la altura de la primera y la segunda plantas. El acceso está en la fachada del N, y se hace al primer piso. Tuvo una garita en cada una de las esquinas superiores. Se sabe que no es la primera torre que fue construida en la isla.



Topónimos desaparecidos del mapa de Fernando Méndez

El famoso plano de Fernando Méndez, documento cartográfico que lleva la fecha del 15 de agosto de 1766, por la toponimia que contiene es un mapa de gran interés. Como es anterior a la colonización por los italianos redimidos, podemos observar que los recién llegados han mantenido una gran parte de las denominaciones preexistentes, pero por otro lado hay otras que han desaparecido. Veamos estos últimos.

Cala de l’Espalmador. Debe coincidir con lo que actualmente es La Pouera. El «espalmador» era el lugar donde se volcaban las embarcaciones de costado, para limpiarlas de las adherencias biológicas. Era fundamental que presentara unas determinadas condiciones naturales, como son la profundidad adecuada para llegar a la costa, y el litoral arenoso.

Cala de l’Espáragol. Daba nombre a la ensenada que por la parte S formaba La Cantera, unida todavía a la isla. Lo que ahora es El Passet, era entonces un estrecho istmo que resguardaba esta caleta. Más adelante, con la extracción de la piedra para construir las murallas, La Cantera quedaría convertida en un islote. Existen dos teorías acerca de su etimología. La primera propone la derivación del griego παραχόλπος, que significa cala secundaria. La segunda considera que podría ser un diminutivo de la palabra ligur «spelüca», que lo hace como «esperuga», «espeluga» o «esplugola», que designa una cueva o cavidad sumergida, apta para dar cobijo a una embarcación. De una forma o de otra, se cae en la redundancia desde el momento en que se dice Cala de l’Espáragol.

Cala de la Guardia.Es la rinconada de La Cova del Llop Marí. El topónimo hace referencia a un punto de vigilancia situado en el lugar que ocupa la actual población, donde podría estar situada la torre documentada ya en el año 1337.

Cala pequeña de la Guardia. Vecina de la anterior, a la altura de La Cova dels Birros.


Cala de las Ratas. El mapa la sitúa vecina de la actual Cala Rata, lo que ahora se denomina Platja de la Faroleta.

Las Caletas. Al N de La Cantera.

Las Cuebas de Anguilas (tal como consta en el plano de Méndez). Donde ahora está La Cova de les Llagostes y estaba La Cova del Sucre.

Cuerbos Marines (textual de Méndez). Actualmente L’Escull Roig.

Las Ferreryas. Toda la parte N de Tabarca, desde El Port hasta La Naueta, donde se observan vetas de materiales ferruginosos que, a juzgar por el topónimo La Mina, debieron someterse a una posible explotación.

Punta del Moro y Peña del Moro. Hace pensar en la posibilidad de que el actual Cap de Moro prestase antiguamente su nombre al que ahora es Cap Llobarros.

Punta de Tierra. En La Cantera, cerca de La Punta del Bol.

La Punta Roja. Donde actualmente está La Terra Roja, cercana a La Platja Gran.

La Trancada. En el antiguo istmo de La Cantera, donde ahora está situado El Passet. Es un lugar que muestra las huellas de la actividad extractiva (proviene del verbo valenciano «trencar», romper). Hay indicios de que la antigua torre preitaliana fue construida con materiales de este lugar. El Portal de la Cantera está documentado, entre otras denominaciones, como Puerta de la Trancada.


Por último, toda colaboración es poca para salvaguardar este importante patrimonio que supone la riqueza toponímica de Nueva Tabarca. Es por ello que pido a los lectores de este blog que, si encuentran algún error en este artículo, o conocen algún topónimo no recogido en estas líneas, por favor, describan en un comentario toda la información que posean al respecto, para así completarlo o corregirlo de forma precisa, las veces que sea necesario. Les doy las gracias de antemano.

El insólito ejercicio foguerer del '43: «Fogueres de Sant Pere»

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En 2008 se dio la curiosa circunstancia de que la semana grande de las Fallas de Valencia coincidió en buena parte con la Semana Santa. Muchos meses antes, se especulaba casi a diario, en medios de comunicación y en la calle, con el cómo se combinarían tales eventos, y si uno prevalecería ante el otro. Por una parte, era lógico pensar que, si había que mover fechas, éstas serían las de Las Fallas, pues la Semana Santa es la Semana Santa, pero por otro lado estamos hablando de las Fiestas Oficiales de la Ciudad de Valencia, referencia además de estas fiestas en muchos otros municipios, no sólo de Valencia ni de la Comunidad Valenciana, sino de multitud de lugares a lo largo y ancho del mundo. Y, por supuesto, San José es San José.

Este hecho ya ocurriría en 1913, pero se solucionó fácilmente, dado que el programa de festejos de Las Fallas no era, ni por asomo, el que es ahora. Ni Valencia era como es ahora, ni la participación festera era lo que ahora, claro está. Sin embargo, la solución para Falles'08 parecía evidente, había que volver a hacer convivir ambos festejos y, pese al clamor que levantó en el colectivo religioso, y la ambigüedad a que quedaron sometidos los festeros adscritos a ambas celebraciones, todo se saldó con un buen número de columnas en la prensa, de todos los colores y tendencias, un buen número de procesiones desviadas de sus itinerarios tradicionales, variaciones en algunos horarios, algún que otro cambio de ubicación de lugares de plantà de fallas y casales falleros, un sinnúmero de viales cortados no habituales, y unas bandas de música que tenían que multiplicarse para atender pasacalles, desfiles y procesiones. Así que las calles de Valencia quedaron convertidas en un improvisado plató de rodaje de Misión Imposible 2, película en la que la escasa y despreocupada información previa por parte del equipo de rodaje, hizo que Tom Cruise se viera inmerso en una ciudad de Sevilla en plena Semana Santa, que por momentos mezclaba saetas con aderezos de falleras, fallas de atrezzo y fuego de bote, en una mezcla imbebile.

Revista Oficial de las Hogueras de San Juan 1943.
Llum de Fogueres, diseño de Melchor Aracil
(Archivo Armando Parodi)

Pero, claro, ni 1913 ni 2008 son fechas comparables a que una circunstancia similar se diera, como ocurrió en Alicante en plena posguerra y dictadura franquista, en concreto en 1943, cuando coincidieron en 24 de junio las festividades del Corpus Christi y de San Juan Bautista. No hay que pensar mucho para deducir quién se llevó entonces el gato al agua. Así pues, y siguiendo las páginas de un atípico programa festero, vamos a desgranar qué fue de este caprichoso ejercicio foguerer, no exento de otras anécdotas al margen de las propiamente sujetas al calendario.

Para empezar, nos encontramos con un Cartel Oficial, de cuya existencia sabemos gracias a que quedó plasmado en las páginas de la prensa de la época, así como en el interior de la Revista Oficial, porque, hoy por hoy, no se conserva ningún ejemplar del mismo, careciendo de él incluso el Archivo Municipal de Alicante, en su magnífica colección. Erróneamente, se ha tratado al que obtuvo el segundo premio como oficial, cuando éste sólo se utilizó como portada del programa de mano. Llaman poderosamente la atención las fechas de Fogueres 1943, «del 23 al 30 de junio» y, cómo no, en perfecto castellano: «Hogueras de San Juan».

Cartel Oficial de las Hogueras de San Juan 1943.
Resplandor, de Manuel Moreno Pezzi
(Revista Oficial 1943)

El cartel ganador fue titulado Resplandor, obra de Manuel Moreno Pezzi, siendo el lema del segundo premio Tradición, cuyo autor fue Jota Ene, seudónimo de José Navarro Pérez. Mientras, la portada de la Revista Oficial, titulada Llum de Fogueres, estaba ilustrada con un diseño de Melchor Aracil Gallego.

Programa Oficial de las Hogueras de San Juan 1943.
Portada: Tradición, de José Navarro Pérez
(Archivo Armando Parodi)

En este insólito ejercicio, y siguiendo el Programa de Fiestas, el día 23 se inauguraba la Exposición del Ninot, y desfilaban por las calles de Alicante, tras unos años de ausencia, los «Nanos i Gegants»; el 25 por la noche se celebró, en la plaza de toros, un Concurso Nacional de Pasodobles, interpretando la Banda Municipal las doce composiciones, previamente seleccionadas, de entre las cuarenta y una presentadas; el 26 quedaban oficialmente plantados, según los expedientes que se conservan en el Archivo Municipal, veintiún monumentos de fogueres y cerca de una veintena de barraques; el 27 desfilaba la Entrada de Bandas, participando tantas formaciones musicales como fogueres se habían constituido, y, por la noche, también en el coso alicantino, un merecido homenaje al maestro Francisco Alonso, organizado por la Comisión Gestora; el día 28 fue la Misa en Honor a la Virgen del Remedio y a San Juan Bautista, en la Colegiata de San Nicolás, seguida de la Ofrenda de Flores a la Patrona y, a continuación, la Entrega de Premios en el Ayuntamiento; pero sin duda la anécdota más significativa sería el hecho de que la cremà se viera retrasada al día 29, festividad de San Pedro y San Pablo, contraviniéndose así el propio nombre de la Fiesta.

Misa en Honor a la Virgen del Remedio y a San Juan Bautista, 28 de junio de 1943 (AMA)

Fueron los distritos, monumentos y artistas premiados por el Jurado los siguientes:
  • Primer Premio de Primera Categoría (900 pesetas) y Premio de la Cámara de Comercio, Benito Pérez Galdós con ¡Ya era hora! de Gastón Castelló Bravo.
  • Segundo Premio de Primera Categoría (600 pesetas), Santa Isabel con La moderna cenicienta de Ramón Marco Marco.
  • Tercer Premio de Primera Categoría (300 pesetas), Avenida Méndez Núñez con En todos los tiempos... de Agustín Pantoja Mingot y Manuel Baeza Sánchez.

Foguera Benito Pérez Galdós 1943 (AMA).
¡Ya era hora!, de Gastón Castelló
Foguera Santa Isabel 1943 (AMA).
La moderna cenicienta, de Ramón Marco
Foguera Avenida Méndez Núñez 1943 (AMA).
En todos los tiempos..., de Agustín Pantoja y Manuel Baeza

    • Primer Premio de Segunda Categoría (600 pesetas), General Primo de Rivera-Camarada Maciá con Soñar no cuesta nada de Manuel Albert González.
    • Segundo Premio de Segunda Categoría (400 pesetas), Paseo de Campoamor con Campanes al vol de Domingo Tafalla Navarro.
    • Tercer Premio de Segunda Categoría (200 pesetas), Barrio de San Fernando con ¡Qué malitos están! de Agustín Pantoja y Manuel Baeza.
     
      Foguera General Primo de Rivera-Camarada Maciá 1943 (AMA).
      Soñar no cuesta nada, de Manuel Albert
      Foguera Paseo de Campoamor 1943 (AMA).
      Campanes al vol, de Domingo Tafalla
      Foguera Barrio de San Fernando 1943 (AMA).
      ¡Qué malitos están!, de Agustín Pantoja y Manuel Baeza

      Resultó indultado del fuego el ninot Blancanieves, de la Foguera Alfonso el Sabio. La Casa de Valencia en Madrid premió al distrito Calvo Sotelo-Séneca, cuyo monumento No caerá esa breva era obra de Gastón Castelló. Y la Compañía «Tranvía y Electricidad» premiaría en Primera Categoría a Plaza de Chapí (El fuego todo lo purifica de Ramón Marco), Plaza de Hernán Cortés (Corazón inmortal de José Martínez Mataix) y Mercat (Vicio y virtud de Manuel Capella Guillén), con 250 pesetas a cada una; y en Segunda Categoría a San Antón Alto (Lo que vería un turista de Agustín Pantoja y Manuel Baeza) y Florida (Astros modernos o Artistas modernos de José Bustelo, cuyos ninots eran silueteados), con 250 y 125 pesetas, respectivamente.

      Foguera Calvo Sotelo-Séneca 1943 (AMA).
      No caerá esa breva, de Gastón Castelló
      Foguera Plaza de Chapí 1943 (AMA).
      El fuego todo lo purifica, de Ramón Marco
      Boceto de la Foguera Plaza de Hernán Cortés 1943 (Revista El Fogueter 1943).
      Corazón inmortal, de José Martínez Mataix
      Foguera Mercat 1943 (AMA).
      Vicio y virtud, de Manuel Capella Guillén
      Boceto de la Foguera San Antón Alto 1943 (AMA).
      Lo que vería un turista, de Agustín Pantoja y Manuel Baeza
      Boceto de la Foguera Florida 1943 (Revista El Fogueter 1943).
      Astros modernos o Artistas modernos, de José Bustelo

      También plantarían los distritos: Calle San Vicente y Díaz Moréu (Cuento de dragones de José Amat Martínez), Benalúa (Pompas de jabón de Manuel Albert), Los Ángeles (Tot per Alacant de Francisco Ruiz Soler), Plaza de Gabriel Miró (Evocación de Agustín Pantoja y Manuel Baeza, cuyo desnudo femenino del remate fue censurado), Alfonso el Sabio (Blanca Nieves y los siete enanitos de José Amat), Plaza del 18 de Julio (Como las marionetas de Agustín Pantoja y Manuel Baeza), San Blas (Volverán las oscuras golondrinas de Domingo Tafalla), Carmen y San Agustín (El resurgir de la Fiesta de Francisco Ruiz), y Calderón de la Barca (Alli-oli de Ramón Marco).

      Foguera Calle San Vicente y Díaz Moréu 1943 (AMA).
      Cuento de dragones, de José Amat
      Foguera Benalúa 1943 (AMA).
      Pompas de jabón, de Manuel Albert
      Boceto de la Foguera Los Ángeles 1943 (Revista El Fogueter 1943).
      Tot per Alacant, de Francisco Ruiz Soler
      Foguera Plaza de Gabriel Miró 1943 (AMA).
      Evocación, de Agustín Pantoja y Manuel Baeza
      Foguera Alfonso el Sabio 1943 (AMA). Ninot Indultat: Blancanieves.
      Blanca Nieves y los siete enanitos, de José Amat
      Foguera Plaza del 18 de Julio 1943 (AMA).
      Como las marionetas, de Agustín Pantoja y Manuel Baeza
      Boceto de la Foguera San Blas 1943 (Revista El Fogueter 1943).
      Volverán las oscuras golondrinas, de Domingo Tafalla
      Boceto de la Foguera Carmen y San Agustín 1943 (Revista El Fogueter 1943).
      El resurgir de la Fiesta, de Francisco Ruiz Soler
      Boceto de la Foguera Calderón de la Barca 1943 (Revista El Fogueter 1943).
      Alli-oli, de Ramón Marco

      Y, a título de curiosidad, estas son las denominaciones de las barracas constituidas, y sus distritos correspondientes: «Mar de fondo» (de Antonio Ferrari, Calvo Sotelo-Séneca), Peña «Los siete enanitos» (Alfonso el Sabio), Peña «Los Potros» (de José Alavés Lledó, Calderón de la Barca), Peña «Aixina som nosatros» (Paseo de Campoamor), Peña «El Tró» (Alfonso el Sabio), «Así no hian penes» (de Raúl Álvarez Antón, Paseo de Campoamor), «Tres díes, plantá y cremá» (Santa Isabel), «Tot per Alacant» (Benito Pérez Galdós), Peña «Els Chinchols» (Barrio de San Fernando), Peña «Los Gorilas» (de Gastón Castelló, Plaza de Chapí), «Pots o no pots?» (Benalúa), «Ca ú es ca ú» (Santa Isabel), propaganda de «Calber» (Avenida Méndez Núñez), propaganda de «Navarro y Cía, S.L.» (Riusrrous, Avenida Méndez Núñez), «D'aquí a la gloria un pas» (General Primo de Rivera-Camarada Maciá), «Poquets y bons» (Mercat), y la infantil «El's 15 amiguechs» (General Primo de Rivera-Camarada Maciá).

      Boceto de la Barraca «Tot per Alacant» 1943 (AMA).
      Distrito Benito Pérez Galdós
      Barraca Peña «Los Gorilas» 1943 (AMA), de Gastón Castelló.
      Distrito Plaza de Chapí

      Otras curiosidades de este ejercicio fueron, obviamente, el hecho de que la Procesión del Corpus Christi fuera el día de San Juan; la carrera de camareros del día 25, organizada por Educación y Descanso; el concurso de Tiro de Pichón a brazo, organizado por el «Gorrión Club» el día 27, así como el espectáculo pirotécnico nocturno Gran Noche de Fuego, en la plaza de Calvo Sotelo, y la Gran Fiesta de Primavera (concursos de peinados, de mantones de Manila, y de Adivine usted esta canción), en el solar del Convento de las Capuchinas, en la Rambla; y la Vuelta a las Hogueras con antorchas, una hora antes de la cremà.

      Portada de la Revista El Fogueter 1943, con la Belleza del Fuego 1943,
      Finita Cremades Torá, de la Foguera Plaza de Chapí
      (Archivo Armando Parodi)

      Era alcalde de Alicante, Román Bono Marín; presidente de la Diputación Provincial, José María Martínez Alejos; Gobernador Civil, Luis González Vicén; presidente de la Comisión Gestora, Ramón Guilabert Davó; y resultó elegida Belleza del Fuego, Finita Cremades Torá (Plaza de Chapí).

      Guía Visual de Tabarca


      La Tabarca de Miguel Signes

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      Artículo de RICARDO MATAS PITA 
      Licenciado en Filología Hispánica. I.E.S. Jorge Juan. Alicante

      Publicado en la Revista Canelobre n.º 60, Invierno 2012
      Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert
      Desterrados de la vida: La Tabarca de Miguel Signes

      Miguel Signes Molinés (1915-1994) será siempre recordado, entre otras causas, por el hecho de que se le atribuyó la responsabilidad de haber escrito la primera novela explícita sobre la Tabarca alicantina.

      [Vicente Ramos, en su Literatura alicantina de la posguerra (1940-1965), ya nos presenta a un Miguel Signes con fuerte y clara vocación de literato, apostando por un escritor que desea vivamente mostrar su pasión creativa.

      Aunque no es citado por José Bauza en las páginas preliminares —ni seleccionada alguna de sus piezas literarias— de la antología Narradores alicantinos de 1954, sin lugar a dudas, Miguel Signes Molinés pertenece a la nómina de la promoción del horror, grupo generacional alicantino que, asevera Bauza, representa a los autores incluidos en la década de 1950. Su primer título, Luz y Niebla, aparece precisamente en el período al cual Bauza dedica su brillante —por vívida, inteligente y humorística— introducción, propia de quien ha protagonizado los acontecimientos expuestos y posee la memoria veraz y fecunda para relatarlos con una exactitud de rozagante y emotiva, nada lacrimógena, frescura y, aún más, con un distanciamiento crítico que ya le brinda la posibilidad de colocarlos en su justa posición.

      Cabe añadir que Signes desarrolló una fructífera carrera como escritor, cubriendo ininterrumpidamente varios géneros literarios (el ensayo, el cuento breve, el relato largo, diversos géneros periodísticos) con una especial atención hacia la novela, tarea que ha sido estudiada en profundidad por Irene Cortés Company en La novelística de Miguel Signes, título al cual remitimos para una completa valoración de la obra de nuestro autor. La propia Irenes Cortés nos dice:
      Durante una de las entrevistas que mantuve con Miguel Signes, recuerdo que vino a la conversación el impacto que tuvo la isla sobre él. Miguel Signes opinaba que un escritor tenía la obligación de ser honesto; él mismo se consideraba una persona honesta y por eso reñejó en su novela sus sensaciones sobre la isla. La visitó durante las fiestas patronales de Tabarca. En aquella ocasión conoció a una anciana que jamás había salido de la isla y esta circunstancia le impactó. A pesar de la alegría de las fiestas, no pudo evitar sentir cierto ahogo que le recordó la condición de cárcel que había tenido Tabarca en el pasado. Aquella percepción le hizo imaginar cómo sería la vida en la isla para las personas nacidas y criadas en el lugar, especialmente si no tenían ningún vínculo fuera de Tabarca. Para el escritor sin duda era una clausura a pesar de estar tan cerca de lugares más favorecidos como Santa Pola o Alicante. Esta circunstancia le inspiró la novela Tabarca que escribiría poco tiempo después.
      Así mismo, resulta muy útil la lectura de la revista Canelobre 14/15 (1989), la cual versa sobre la cultura alicantina en la década de 1950.]


      Publicada en el año 1976, con su obra Tabarca (Novela), Signes se valió de la diminuta isla mediterránea, situada frente a la costa de Alicante, para ahondar en un terreno de apariencia frecuentemente lunar/marciana (dependiendo de su aspecto nocturno y misterioso o de su faceta, no menos enigmática, calcinadamente desvalida bajo un pleno sol de justicia); aunque se nos ofrezca, asimismo, un conjunto de vistas tranquilizadoramente bucólicas para rebajar la presión descriptiva.

      [No deja de parecernos innecesario ese molesto marbete genérico apostillando entre paréntesis el título de la novela. Y, ello, tanto por su obvia ingenuidad, como por su palmario carácter fútil. Lo primero, casi seguro que naciera no de una actitud simplona del autor, sino de la autojustificación que evitara desviadas interpretaciones en los días de su publicación (recentísima la muerte del dictador Francisco Franco, con que suponía: temor, incertidumbre, vacilación, etcétera); lo segundo, producido por un prurito de afianzamiento genérico, deudor de la publicidad: habría quienes, al leer el título de un libro, hubieran podido pensar que el mismo ya decantaba el género literario de su contenido, lo cual alertaba a los autores que no deseaban que se prejuzgara sus obras, sin ni siquiera haber sido leídas, y eso les perjudicara económicamente.

      Recordemos que la novela adquirió desde mucho tiempo atrás una esencia libre que la dotaba de una absoluta capacidad de absorción de lo tratado por ella y de una abierta posibilidad formal, o sea, ser el género totalizador y proteico que, a partir de Cervantes, íbamos a disfrutar cada vez más y mejor.]

      Este biotopo poseedor de sus propias peculiaridades y habitado por un curtido paisanaje autóctono con unas remarcadas señas de identidad satisfará la comprobación del novelista, quien la habrá de envolver en unas circunstancias históricas que aderezarán la ficción brotada de su pluma.

      No olvidemos apuntar el premeditado manejo que Signes efectúa de un ingrediente básico e impregnador de la obra entera: el fuerte psicologismo, nacido de un irreductible planteamiento antropológico, un abierto alegato sociopolítico y un claro propósito didáctico que alentaron detrás de su labor como demiurgo literario.

      [Planteamiento antropológico, porque Signes no renuncia a una visión objetivable según los datos que acerca del Hombre y su circunstancia puede escribir. El ser humano es una entidad que depende de un espacio e interactúa en (añádase el resto de las preposiciones) él. La simbiosis de las dos realidades es utilizada por el novelista a la hora de crear una ficción literaria.

      Alegato sociopolítico, dado que cualquier vivencia humana se sumerge en su esfera social y ello, por supuesto, atiende determinados compromisos políticos. Un axioma del autor alicantino fundamentado en que no hay apoliticismo. Existimos porque existen otros, y, si no lo consideramos de este modo, nos arriesgamos a encerrarnos en un solipsismo estéril que nos empobrecería hasta la anulación absoluta.

      Para quien pudiera pensar que Tabarca es un alegato sociopolítico insuficiente, convendría recordarle su fecha de publicación, con la vigencia aún de una férrea censura política y otros obstáculos de diversa índole (personales también, críticos y editoriales, sobre todo) que inducían la autocensura, esa metacensura que destruyó más de una carrera literaria por el miedo al miedo. Y para esos hipotéticos exigentes de "más crítica social", les recomendamos la lectura de Tras los pasos de Barrabás (1983), otra novela de Miguel Signes, en donde, gracias a la mayor libertad de la sociedad española, blande con encono su ataque a lo que ahí se retrata.

      Propósito didáctico, que se arguye como la finalidad de gran parte de la novelística modelo de Signes: Tabarca (la obra preferida de su autor según nos refirió Miguel Signes Pascual, el hijo mayor de nuestro novelista) es una novela de tesis—véanse, por ejemplo, los nombres caracterizadores que llevan muchos personajes—. Las peripecias narradas habrían de procurar una utilidad formativa para sus receptores. Hay un pragmatismo propedéutico; nos entretendremos con la lectura, mas habremos de adquirir algo, por pequeño que sea, que nos afecte enriqueciendo nuestra formación personal. La Literatura —y todas las Artes, por supuesto— como acervo axiológico al cual recurriremos instintivamente para completarnos: una paideia estética bien plasmada en la obra íntegra de Miguel Signes y en varios instantes cimeros del argumento de la propia Tabarca.]

      Porque, indudablemente, Miguel Signes Molinés es un escritor nato de firme (a menudo, muy firme) pulso narrativo, que escudriñará con minuciosidad naturalista un estrechísimo espacio geográfico, sin que ceje en la terca intención de forjar las trayectorias de los personajes por él imaginados.


      Lo que se nos expondrá en Tabarca surgirá al hilo de la peripecia anecdótica de Ignacio Ibarzábal, entendida ésta como la concatenación de sucesos que jalonan el desarrollo biográfico de alguien o de algo. Nuestro protagonista, Ignacio, recalará en Tabarca y permanecerá en ella los abrasadores meses veraniegos del año 1956 —equiparando ese período a un infernal estío faulkneriano— y los meses del otoño de 1956 (hasta su brusco retorno), debido a encontrarse afectado por un transtorno psíquico agudo, el cual le lleva a buscar, con ansiedad más que obsesiva, un emplazamiento donde atemperar sus impulsos neurasténicos que, cree a pies juntillas él, lo atenazan irremediablemente, hasta el extremo de lanzarlo inerme al borde del paroxismo nervioso. Ahí actuará como un agente externo que devendrá en catalizador respecto a los lazos vitales de los habitantes oriundos de la ínsula y que en ella residen.

      Por consiguiente, a partir de los siempre socorridos motivos de la enfermedad y el viaje como acicates que habrán de provocar la tensión dramática a lo largo del argumento, Signes, sustituyendo con su insularización el marco habitual del primero de estos tópicos literarios (léase la habitación propia en el domicilio familiar conocido o la extraña en el hogar ajeno, la casa de salud o el pabellón de reposo, el hospital público, la clínica privada, el balneario, el cuartel militar, el edificio religioso y la cárcel, entre otros, todos ellos sitios que por sí mismos, y no exclusivamente en sentido metafórico, también son islas) moverá los hilos para articular los elementos compositivos de la trama.

      [Citemos solo algunos arquetipos básicos en la narrativa occidental que valen como paradigmas del tratamiento de la enfermedad como causa o consecuencia de historias literaturizables: el ciclo de En busca del tiempo perdido (1913-1917), de Marcel Proust; La metamorfosis (1917), El proceso (1925) y El castillo (1926), de Franz Kafka; La conciencia de Zeno (1923), de Italo Svevo; La montaña mágica (1924), de Thomas Mann. A fin de cuentas, los padecimientos conllevarán un proceso de aprendizaje (lo que se denomina un Bildungsroman).]

      [El viaje—tanto exterior, como interior— es uno de los primeros asuntos de inspiración para los artistas. En el caso de la Literatura, habríamos de marcar siempre el hito de los dos viajes homéricos (pues La Ilíada así mismo suponía un movimiento de búsqueda, el cual, además, provocaba implícitamente La Odisea). Más aún, no olvidemos que existe un texto precursor muy antiguo, el Poema de Gilgamesh, de autor anónimo, célula germinal que nutrirá numerosas tradiciones literarias, incluida la del aedo de Quíos.

      Para Tabarca, el modelo helénico es principal. No en balde hay una interpolación argumental de nítida procedencia homérica —como la relación del protagonista con las mujeres, isleñas o no, y otros componentes argumentativos estructuralmente insoslayables— en el encuentro de Ignacio con el perro sin amo, permitiéndose Signes una variación ingeniosamente cruel (también la efectúa Richard Matheson, por ilustrarlo con un ejemplo distinto, en los dos capítulos de Soy Leyenda (I am legend, 1954) —los cuales por sí mismos podrían desgajarse de la novela en la que están para conformar un bloque autónomo de singular belleza—, en que cuenta la historia del aislado Robert Neville y el perro vagabundo).

      De igual manera, el encuentro de Ignacio con el enterrador isleño y el diálogo entre ambos van tras los pasos del Hamlet shakesperiano sin que le duelan prendas.

      Tenemos que remarcar, también, que Miguel Signes coincide con el Nikos Kazantzakis de la Vida y Aventuras de Alexis Zorba (1946). Obra y autor muy populares en España por entonces y que ganó mayor predicamento tras la adaptación cinematográfica que Mihalis Kakogiannis realizara en 1964 y que alcanzó muchísimo éxito, en parte, motivado por la banda sonora de Mikis Theodorakis. Las aventuras cretenses de Basil, el joven intelectual, y del vitalista Alexis, de la viuda, y del resto de los habitantes de la villa, aquí contenidas, pudieron influir en la Tabarca signeriana, aunque sabemos también por Miguel hijo que hacia 1953 ó 1954 Signes ya se había ido con Marita (su esposa) y su primogénito (y único hijo en esa época) para pasar unos días en la ínsula, para vivirla efectuando un trabajo de campo que documentara científicamente los cientos de datos que luego trabaría narrativamente (método creativo que aplicaría a otros títulos suyos, por ejemplo, Pantano (1968)).

      Lo que no es tradición, es plagio, desde luego, y en la Tabarca signeriana hay mucha y de la mejor especie.]

      Dibujo de Gastón Castelló para Tabarca
      Cual un Hans Castorp de adinerada ascendencia vasca pasajeramente tabarquino [incide repetidamente Signes en lo diferencial que se estableceentre el brumosamente gris imaginario de la verdezona septentrional de la cual procede Ignacio, y que enmarca sus previas vivenciasvascas, incluidas las relaciones familiaresy las amorosas con su novia y con la hermana de ésta,y el rasgo meridional y mediterráneo que trasudanTabarca y sus pobladores.Sin embargo, Ignacio también padecerá una experiencia tabarquinizadora,no podrá sustraerse al magnetismo de esa roca salientesobre las aguas que imanta inexorablementea quienes en su regazo se acojan, impregnándolesde un fatum determinado], víctima de las alteraciones de su percepción sensorial, rayana en la hiperestesia (patente en su hipocondría y en su monomanía por la limpieza) [que lo acerca al ficticio Roderick Usher de Edgar Allan Poe y al real Juan Ramón Jiménez, nuestro poeta, puesalgunos de los episodiosbiográficos del onubense encajan exactamenteen los que Signes le atribuye a su antihéroe enfermo], mostrará la consideración tanto de sí mismo como del Universo —diestramente quintaesenciado en Tabarca gracias al sintetizador alambique signeriano— , y habrá de constituirse en la piedra de toque que procurará un perspectivismo y un contraste analíticos y el lógico corolario de ambos [nos referimos aquí al ensayoPerspectivismo y contraste (De Cadalso a Pérez de Ayala)(1963), del profesor Mariano Baquero Goyanes,de quien se pueden recomendar calurosamente todos sus estudiosfilológicos y de crítica literaria, por ejemplo,El cuento español en el siglo XIX (1949),Estructuras de la novela actual (1970),Temas, formas y tonos literarios (1972),Qué es la novela. Qué es el cuento (1988),La educación de la sensibilidad literaria (1990).Un maestro de maestros]: la diversidad de puntos de vista del individuo que, al llegar desde lejos y fuera (adverbios que semánticamente comportan no solo variables espaciales, sino también visiones psíquicas y consideraciones socioeconómicas), alterará indefectiblemente el precario equilibrio de un hábitat cerrado, endogámico, atávicamente preso de y en sí mismo y del y en el ciclo detenido de un, por paradójico que parezca, atemporal tiempo que conduce a la parálisis existencial, y, en última instancia, abocado, tarde o temprano, a la consunción.

      [Aquí sobrevuela la sombra de Luis Buñuel y su descamado y polémico documental Las Hurdes/Tierra sin pan (1933), más el tópico literario del fin de raza (y de época, familia y clase social), el cual se halla presente en muchos escritores españoles (Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja o Llorenç Villalonga Pons, por citar solo unos pocos). Sirva como título ejemplar la conocidísima novela postuma El gatopardo (1958), de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

      En Tabarca nos enfrentamos a la transformación y pérdida de un grupo humano, y ello entendido como estirpe, pero, además, como una clase social y una colectividad integrada en un lugar y tiempo precisos... La marcha de éste va avanzando imparablemente, sin miramiento alguno hacia quienes no se adapten a la irreversibilidad que ello suponga y no lo consigan mediante el instinto de conservación. Habrá quienes no sepan, no puedan por incapacidad o, incluso, no deseen realizarlo, corriendo en una huida última hacia delante más próxima a un asumido suicidio desesperanzado que a la fuga por miedo.]

      A su vez, Ignacio sufrirá las vicisitudes que vayan desarrollándose en la isla y se erigirá en el narrador último de la historia que le ha tocado en suerte vivir, adquiriendo, involuntaria, mas gustosamente, el papel de cronista testigo de los acontecimientos y transmisor de los mismos en la versión por él adoptada, cuando, en principio, él no lo pretendía, a pesar de que no le hubiera molestado en lo más mínimo que los tabarquinos le consideraran un escritor. Esto se entenderá mejor a la luz del hecho de que Ignacio Ibarzábal, como declarado lector compulsivo que es —lo cual resulta fundamental a la hora de comprender su perfil psicológico— , sí deseara asumir el papel de observador total que irá representando paulatinamente, hasta que se autoconvenza (de igual manera en que, de modo involuntario, lo había conseguido con los habitantes tabarquinos) de que podría pergeñar un texto capaz de examinar pormenorizadamente y con fría dureza, si bien bajo el prisma sesgado de la parcialidad autobiográfica, ese microcosmos de rancio y bronco (adjetivo archiempleado por Signes) casticismo que abarca un kilómetro y ochocientos metros de longitud por cuatrocientos en su punto máximo de anchura y las circunstancias comprimidas de sus gentes.


      Para la consecución geométrica de la cuadratura de su círculo narrativo, Miguel Signes añadirá dosificadamente otras dos constantes temáticas que fueron primordiales durante todo el siglo XIX literario y artístico (pero con acertadísimos, ilustres y numerosos antecedentes en el siglo XVIII y ulteriores, enriquecidas y revisionistas prolongaciones en el XX y lo que va del XXI): por una parte, la crisis de conciencia, ya se catalogue como una previsible fractura de la fe religiosa, ya como el conflicto novedoso de la mirada laica frente a la vida, o bien como la mixtura conciliadora de ambas posibilidades problemáticas, pero en proceso también de padecer una previa zozobra espiritual/mental. Por la otra, el adulterio amoroso, en tanto en cuanto suponía el objeto de escrutinio que serviría para verificar con el microscopio literario la valoración social del Amor y la repercusión psicológica de todas sus ramificaciones durante esa centuria en que lo empírico se encumbró como insustituible método para aprehender la Realidad lo más asépticamente.

      Cuando seguimos leyendo Tabarca, hemos de aseverar sin resquemor que en ella los dos trastornos citados (cuestiones palpitantes que han cimentado multitud de variantes artísticas a lo largo de la Historia entera de la Humanidad) avalan los presupuestos de fondo y forma de un Miguel Signes que mantiene respetuosamente las directrices estéticas del Naturalismo más militante y combativo. La contemplación aguda y el sistema creativo del tabernés nos recuerdan el ideario científicamente ético de la novela experimental de Émile Zola, defensor a ultranza de la valiente búsqueda del secreto más íntimo que albergue el ser humano —esa insegura criatura esclavizada por la tiranía de la herencia genética y del medio ambiente social, o del medio y de la herencia, tanto montan— , y ello para lograr el descubrimiento de la Verdad absoluta, en un complicado ejercicio, el cual, a pesar de que resulte doloroso, incluso agónico, conducirá a la catarsis definitiva. A partir del conocimiento del horror y del sufrimiento que ello implicare, obtendremos la depuración emocional que mejorará nuestra personalidad gracias a que empatice con los otros seres dolientes, es decir, lo que propugnó el género literario de la tragedia grecolatina.

      El maestro Miguel Signes, desde el mismo inicio de la obra, en sabia, precisa y rápida jugada de apertura de su ajedrez narrativo, aplica sin rodeos los parámetros que acabamos de mencionar: su antihéroe, Ignacio Ibarzábal, se siente eróticamente atraído por Amparo Pianelo, una isleña casada con Rafelo, otro tabarquino, en un movimiento que demuestra su asentada contundencia como literato. Ese vínculo puede someterse a distintas interpretaciones, y en diferentes grados cada una de ellas, a medida que evoluciona: desde la mera, instintiva y primaria atracción sexual; pasando por una relación física más vigilante de la afectividad; hasta alcanzar una fase superior de enamoramiento que les acerca inevitablemente a la dependencia sentimental de Amparo hacia él y a la duda egoísta de un Ignacio vacilante y manipulador.

      Se abordan las aproximaciones recíprocamente sensuales de ambos en un franco estudio de las afinidades electivas de dos figuras muy expertamente caracterizadas por su hacedor, dispuestas en un paisaje conocido y descrito con la implacabilidad de un observador receptivo y nada complaciente de cara a la galería. En otras palabras, la historia amorosa entre Amparo e Ignacio —y toda la casuística desencadenada en el contexto minúsculo de la islita y más allá de sus confines, cual si de una novela pastoril se tratara— no desplazará extemporáneamente la premisa mayor que anima a Miguel Signes: la novela no será el pretexto para un idilio amoroso en un ámbito relativamente exótico, sino que se mantendrá en sus trece de verificar mediante una austera propuesta antropológica las esencias de los habitantes de ese reducto.

      [De igual manera que Miguel Signes dispara a bocajarro el conflicto amoroso desde el mismo inicio de la novela, lo resolverá abruptamente con un desenlace que, a pesar de rozar lo melodramático —¿y por qué no?—, concluye trágicamente con el uso invertido de un deus ex machina (el nuevo párroco del lugar, un tipo integrista y nada comprensivo), pues no ayuda en su situación límite a los protagonistas, sino todo lo opuesto. Signes, de nuevo otra vez, recurre a los precedentes literarios ilustres para su juego ficticio: Amparo, la cual había servido como refugio para Ignacio, quedará desamparada por el retomo forzado de su marido postrado, gravemente enfermo, a la isla. No pudiendo soportar ambas circunstancias, se suicidará acorde a la triste tradición de ciertas heroínas clásicas (Medea, Dido, etcétera) que cometen acciones terribles contra otros y contra sí mismas, destruyendo pecaminosamente el orden natural de las cosas, y entiéndase no como la acepción ortodoxa cristiana, sino en la grecolatina pagana, con un deje abiertamente misógino. Amparo se opone al oscurantismo de la obsolescencia que caracteriza a la religión del nacionalcatolicismo, representada en Tabarca por el párroco recién llegado, el cual implica la represión hacia la actitud independientemente desafiadora de Amparo ante las fuerzas vivas insulares. Miguel Signes contrapone a ese sacerdote, individuo de rigorismo ordenancista, la solidaridad del Jesucristo comprensivo hacia los errores y sufrimientos de la raza humana.]


      Tal vez se quiera justificar alguna lección que sitúe la novela en un facilón naturalismo trasnochado para la fecha, 1976, en que se publicara. Nosotros pensamos que estilísticamente el libro logra una sobriedad narrativa más que digna, demostradora de un convincente y eficaz dominio de lo que se desea contar, sin trabas epigonales imitativamente hueras, con el empleo de imágenes retóricas potentes y muy bellas, las cuales, cuando se reiteran en alguna que otra ocasión, planean un inteligente fin comunicativo. La repetición, nos guste o no, se yergue como uno de los recursos expresivos más antiguos, necesarios y efectivos (que no efectistas aquí) de la creación literaria, desde esos inicios en que la Literatura era Oraltura, si llevamos a cabo un pequeño trastocamiento verbal para dinamitar interiormente esa locución tan equívoca, la Literatura Oral.

      Los veinticuatro breves capítulos de la obra, junto a su Salvedad introductoria y su epílogo epistolar, estructuran perfectamente lo que a Miguel Signes le ronda por su magín poético, o sea, recrear la vida de un lugar que, primero, habrá sido presentado con la descripción de la Naturaleza y sus avatares; después, se conocerá la geografía humana mediante la mostración de los tipos que deambulan sojuzgados por esos lares; y, para cerrar esa verificación, serán expuestas conductistamente las acciones humanas que allí acontezcan y que levantarán escenas costumbristas definidoras y, en no pocas ocasiones, definitivas. Todo un aleccionador despliegue de paisajes, personajes y situaciones; tres categorías literarias a las cuales se les confiere una neta aportación simbólica, deseosa de transcender la superficialidad para que se vislumbre cómo lo particular, lo concreto, lo simple pueden cambiarse en universal, intangible y complejo. Esto revela la definitiva jugada artística del autor alicantino, quien sabe que el Naturalismo también puede entrar de la manera más espontánea y sencilla en el territorio del Simbolismo, recordemos ese más allá literario que supuso el Naturalismo espiritual practicado por una legión de fervientes naturalistas que dilataron hacia él su primera y empecinadamente restringida actitud experimental—como habría de ocurrir cinematográficamente con el paso del Naturalismo, a secas, francés hacia el Naturalismo poético o con el Neorrealismo italiano primitivo, que fue abriéndose ferazmente a otras derivaciones fílmicas—.

      Obsérvese, por citar una prueba ejemplificadora nada más, el cohesionado tratamiento de las mujeres que contrapuntean la vida tabarquina: Amparo Pianelo, la tía Joaquina, la madre de Amparo, la neoyorquina Dany Sullivan, la centenaria Teresa Manzanaro, la viuda e hijas de Pascualo Chacopino, la amante del bote varado en la playa, las jóvenes en la fiesta de San Pedro, Tomasa Chacopino, la partera Soledad, la niña Rosarito, su madre y sus amigas, las muchachas tejedoras de redes, la maestra Elisa Riera y las varias mujeres que, miembros agoreros del coro de una tragedia griega, van apostándose en diferentes lugares de la novela.

      [El terrible salto final de Amparo se emparenta con otro muy famoso, el que ejecuta Jim, el personaje conradiano de Lord Jim (1900), cuando, presa de un pánico cerval provocado por su fantasía calenturientamente libresca, abandona con esa acción la responsabilidad que le debe a la tripulación y al pasaje del buque Patna. Ambos personajes, Amparo y Jim, encaran con digna coherencia lo que el destino les depara. Amparo abandona por fin la isla en un acto decisivo de suprema fusión con la misma, porque en el segundo en que ella se arroje al acantilado del Birro, un punto neurálgicamente crítico del imaginario de Tabarca, cobrará sentido su propia existencia al romper con su tributo liberador la cerrazón de la mentalidad isleña y del obtuso párroco don Rosendo.

      Por su parte, Jim limpiará su honor mancillado, y no se considere como el desgastado cliché habitual, sino como la autoestima que le permite ser verdaderamente él. Aquel pretérito salto cobarde no fue más que un suicidio aplazado que se solucionará en el decurso de la vida del héroe trágico.

      Lord Jim asume su destino viviéndolo consecuentemente mediante una autoinmolación que para él habrá de ser necesaria, como la ananké del Aquiles homérico y de otros héroes helenos, y, así, disfrutar de una segunda oportunidad para enmendar su(s) error(es). Esto lo plantean simétricamente Nikos Kazantzakis y Martin Scorsese en la novela La última tentación de Cristo (1951), escrita por el primero, y en la versión fílmica homónima (1988), que dirigió el segundo: Jesucristo lleva hasta el final su sacrificio, conociendo siempre con anterioridad la dureza que conllevarán su pasión y muerte, y proponiendo un humanismo cristiano concebido en una mitología épica del mundo clásico.]


      Aducen las muchas caras de la femineidad que, aglutinadamente, simbolizan la verdadera protagonista de la obra —ya ha llegado el momento de decirlo—, la Isla (con mayúscula, como la denominan sus isleños: l'Illa), la Tierra-Madre plegada sobre sí misma y que se halla aislada en medio de un opresor universo líquido, semejando el interior de un seno materno con un ser embrionario en permanente estado de gestación: el Origen que, con atracción/repulsión y de una manera u otra, imprime carácter indeleble a sus hijos allí engendrados y paridos, a sus moradores voluntarios e involuntarios y a sus visitantes, temporales o reincidentes.

      [Con su tratamiento de la isla, Signes la dota de una acusada personalidad propia, que siente y piensa como un organismo vivo, al igual que el planeta retratado por el escritor polaco Stanislaw Lem en su obra Solaris (1961): Tabarca, un animismo sideral flotando en aguas terrestres, capaz de reflexionar sobre la desesperación que ocasionan las limitaciones humanas y el lugar que ocupa la Humanidad en el Universo.]

      Así pues, habremos de toparnos de bruces con unas identificaciones paisajísticas de nítida raigambre romántica (y estamos pensando, claro está, en el pintor alemán Carl David Friedrich y en muchos de sus herederos contemporáneos nuestros, en especial, Edward Hopper). Pese a que para algunos lectores acomodaticios puedan constituir escuálidos apuntes descriptivos estereotipados, estas representaciones desean con vehemencia evidenciarse como los trasuntos pictóricamente verbales de la proyección psicológica de los personajes mediatizados por el mundo exterior y, también, como los hechos calibradores de las características inherentes de ese entorno, las cuales afectan ineluctablemente los biorritmos anímicos de quienes se encuentren inmersos en él, en Nueva Tabarca, en la insularidad constreñidora de l'Iilla.

      [Naturalezas que connotan la pequeñez del ser humano frente a la grandiosidad de ellas, espectáculos sobrecogedores, hasta el punto de que despiertan en el espíritu de las personas sensaciones muy diversas: de soledad, éxtasis, incomunicación, desazón, silencio, espera, amenaza, misterio, postergación, tristeza, desaliento, quietud, nostalgia, desarraigo y extrañamiento (incluida la inefable belleza que esos conceptos encierran, por terribles que puedan ser). Todo aquello que formulaba el gran Nicholas Ray en sus dos lacónicos lemas de cabecera: "I'm Stranger Here Myself" ("Aquí soy un extraño"-"Estoy fuera de lugar aquí"-"Qué pinto aquí"), dicho por Johnny Logan en la película Johnny Guitar (1954) y "We Can't Go Home Again" ("No podemos volver a casa") tomada casi literalmente, con una meditada variación en el pronombre personal, del título de la novela You Can't Go Home Again (1940), del norteamericano Thomas Wolfe.

      El mismo Miguel Signes nos desvela su apasionada teoría paisajística en el artículo "José Lull, o la experiencia dramática del paisaje", publicado en la revista Idealidad, números 148-149, Julio-Agosto de 1970, pp. 34-35.]

      Sin duda alguna, tras la estela de su muy admirado Ernest Hemingway, Miguel Signes Molinés se quedó hipnotizado perennemente por esa línea de sombra, ese satélite inmóvil que, espejismo marino trazado con liviandad ante la costa alicantina —¿o será Alicante (la Tierra vista desde la Luna) la ilusión óptica terrestre esbozada borrosamente delante de la isla de Tabarca?— le exigía cual un incesante y buñueliano redoble de conciencia, plantearse el problema ontológico que el norteamericano, en su famosa novela sobre la Guerra Civil española de 1936-1939, recogiera con desgarro a través de unas densas, aquilatadas, percucientes y hermosísimas líneas que John Donne, aquel sensible poeta metafísico inglés, escribiera en su Meditación XVII, incluida en su libro Devociones sobre ocasiones emergentes y varias etapas de mi enfermedad de 1624, y que así rezaban:
      [...] ¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos al cometa cuando estalla? ¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe? ¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo? Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la Humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti. [...]
      [Tres son los escritores mencionados por Miguel Signes en las páginas de Tabarca: Ernest Hemingway, Giovanni Papini y Rafael Viravens Pastor, el primer cronista oficial de la ciudad de Alicante. La admiración que siente hacia el primero de ellos es enorme, y se siente su influjo a lo largo de la obra. Leamos estas palabras alusivas a él:
      Me puse, mientras llegaba el café, a leer unas páginas de "El viejo y el mar". El libro me apasionaba: un viejo, una pequeña barca, el océano, el pez espada... ¡Qué sencillo el relato, pero cuán intensamente humano y dramático! Bien hubiera podido llegar Hemingway a Tabarca. Si de una barca y un viejo pudo escribir un libro tan tremendo, ¿qué libro no hubiera podido llegar a componer con una isla entera y medio centenar de pescadores, con sus mujeres, sus hijos y sus hombres, hundido todo en la más honda y prieta pobreza? (Tabarca (novela), p. 80).
      El capítulo XII de Tabarca es un claro remedo que homenajea El viejo y el mar (1952) hemingweyano, inspirándose en el viejo Santiago y el niño Manolín.

      La presencia de Ernest Hemingway en España fue mucha e importantísima. Lo atestiguan los siguientes estudios: Stanton, Edward F., Hemingway en España, Madrid, Castalia, 1989. La Prade, Douglas Edward, Censura y recepción de Hemingway en España, Universitat de València, València, 2005. La Prade, Douglas Edward, Hemingway & Franco, Universitat de València, València, 2007. La Prade, Douglas Edward, Hemingway prohibido en España, Universitat de València, València, 2011. Tworney, Lisa Ann, Hemingway en la crítica y en la ficción de la España de la postguerra, Universitat de València, València 2012.

      Por cierto, don Ernesto se dejó caer por la ciudad de Alicante en el verano sangriento del año 1959, cuando preparaba su reportaje itinerante del duelo taurómaco entre Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordoñez —un adelanto magistral del nuevo periodismo, que esculpirían luego autores como Truman Capote, Tom Wolfe, Norman Mailer, Gay Talese, Hunter S. Thompson y Terry Southern—. Comprobable en la entrevista que Carlos M. Aguirre le realizó para el diario alicantino Información el trece de septiembre de ese mismo año.]

      Fogueres en el Raval Roig

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      En la década de los cincuenta, el escritor alicantino Víctor Viñes Serrano, en su obra Al pie del Benacantil, editada en Alicante por Sucesores de Such, Serra y Compañía en 1953, dice del Raval Roig:
      Es un barrio humilde que ni siquiera tiene más categoría que la de Arrabal; que no hace muchos años carecía de edificaciones que no fueran de planta baja (en lo que residía uno de los mayores encantos) y que, a extramuros de la ciudad, se ofrecía al sol naciente con us limpia y honrada humildad y su laboriosidad y pintoresquismo.

      Pero ni siquiera de esto le viene al Arrabal Roig la común simpatía de todos los alicantinos. No. Hay algo más: El Arrabal Roig es para nosotros algo así como el viejo familiar al que se acude para gozarse en su charla amena que relata la tradición, curiosear sus costumbres que se resisten a las innovaciones de los tiempos, deleitarse con sus hábitos sencillos y honestos y recrearse en la contemplación del atuendo.

      Eso es el Arrabal Roig: el bisabuelo, como si dijéramos, de los barrios alicantinos. Que sigue tejiendo sus redes en las callejas silenciosas, sin tránsito, iluminadas por el sol; que tiene en las angostas aceras sillas de cordeta y cuévanos puestos a secar, en los que el agua del mar pone millares de puntos brillantes de la sal reseca; que cuelga en las ventanas y azoteas sus «bonitos» y «cavalletes», embadurnados de rojo pimentón; y huele a alquitrán y a salobre y a salsa de ajo de calderos apetitosos y excitantes, mientras que en la mitad del arroyo se extienden el «bol», el «rall» o la «peseta», que en la amanecida conquistaron a las entrañas del mar, cercano y pródigo, el «rancho de peix» cotidiano.

      EL Raval Roig en el recuerdo

      El Raval Roig es probablemente el barrio más autóctono de la ciudad de Alicante. Apenas llega hoy a los mil ochocientos habitantes y, según los estudios, es la zona de la capital alicantina con más porcentaje de habla valenciana entre vecinos y familias. Barrio pescador por excelencia, nació sobre el murallón del Postiguet, extramuros de la ciudad, con la que comunicaba a través del desaparecido «Portal Nou» o Puerta Nueva de la muralla que desciende del Benacantil, al final de la calle Villavieja. El Raval Roig es reflejo perfecto del pasado alicantino, pero, paradójicamente, no ha sido nunca un barrio foguerer, y hay motivos que lo explican. Como todo en esta vida, Les Fogueres también tienen su excepción.

      EL Raval Roig en el recuerdo

      El Raval Roig, que, como hemos podido comprobar en la obra de Viñes, también aparece según qué fuentes como «Arrabal Roig» o «Arrabal Roch», no acogió con el fervor de otros barrios la celebración de Les Fogueres de Sant Joan, fundamentalmente porque ya tenía sus propias fiestas, arraigadas como pocas, tal vez por ese carácter de barrio extramuros que, de alguna manera, le hizo desarrollar una idiosincrasia propia, incluso para sus celebraciones, festeras o no. Eran, y son, las fiestas en honor a su patrona, la Virgen del Socorro, que se celebran normalmente los primeros días de septiembre. Se tiene constancia documental de la celebración de estos festejos desde 1839, con sus vaquillas, cucañas y multitud de otros actos populares, pero con toda seguridad se vienen celebrando desde hace muchísimo más tiempo. De hecho, hay estudiosos que las consideran las más antiguas de la ciudad. Y no era cuestión de rivalidad, simplemente era eso, que ya tenía sus propias fiestas y se celebraban por todo lo alto: partidos de fútbol y baloncesto, concursos de paella, verbenas, bailes, música tradicional al son de dolçaines i tabalets, nanos i gegants, o la procesión, que tenía un recorrido entre la lamentablemente desaparecida ermita del «Socós» y la playa del Postiguet, siempre ahí, frente a este barrio legendario, y que tomó su nombre precisamente de la pequeña abertura de la muralla del Mar que le daba acceso a la playa, en la que permanecían varadas las barcas y las artes de pesca; postigo que tuvo un origen urbanístico, como aliviadero de las aguas provenientes de las laderas del Benacantil, a través de dicha sección de muralla, y que era su función principal.

      La desaparecida ermita de la Virgen del Socorro

      Continúa, más adelante, Viñes en su obra, que, por cierto, tuvo su origen en unas famosas charlas radiofónicas, que el autor dedicaba fundamentalmente a los barrios de Alicante, hablando en este caso de las fiestas del Raval Roig:
      Llegan las fiestas y se adornan las calles con cadeneta casera. Y se cuelgan faroles y se enlazan guirnaldas de flores de papel, que una paciente labor preparó de mucho antes. En sus calles apareció en ocasiones hasta la Explanada, con sus gráciles palmeras, imitadas a la perfección por una barriada que siente el arte y sabe plasmarlo en esas jubilosas jornadas, con la mejor voluntad y el más puro de los sentimientos.

      Fiestas del Raval Roig

      Pero sí que hubo algún intento de implantar Les Fogueres en el Raval Roig. Y es que se dan casos de barriadas en Alicante, en las que tradicionalmente las propias fiestas del barrio han desplazado a nuestra Fiesta Oficial de Fogueres, y otros en los que simplemente se han mantenido al margen de cualquier evento festero. Son dos ejemplos notorios de este segundo supuesto la Foguera La Albufereta, que sólo plantó fogueres los años 1981 y 1982, o la Foguera de Vistahermosa, que únicamente plantó un monumento infantil en 1945.

      Sin embargo, en el caso de los barrios de más arraigo festero en Alicante, por antigüedad y tradición, como es el caso del Raval Roig, se dan los dos extremos. Mientras que, por ejemplo en San Antón coexisten las entrañables fiestas de «El Porrate», que ya han cumplido los 500 años de existencia, con las comisiones de fogueres de San Antón Alto y San Antón Bajo, en otras ocasiones se llegó a crear comisión de fogueres sin conseguir continuidad, como son los casos de la Foguera de Tabarca en 1965 y la Foguera de San Gabriel en 1966, que sólo duraron un año.

      Llibrets de Fiestas del Raval Roig

      Mención aparte merece el asunto de las Fiestas del Raval Roig en honor a la Virgen del Socorro, las más antiguas sin duda, junto con las de San Antón, pero que no serían óbice para que el barrio se subiera al tren de les Fogueres de Sant Joan en los años de la II República. En efecto, la Foguera Arrabal Roig nació en 1933 y, curiosamente, tras fallar un año, como sucediera en los casos anteriormente descritos, en vez de desaparecer volvió a plantar en 1935, en este caso tanto con monumento adulto como infantil, y 1936. Vamos a conocer las peculiaridades de su breve existencia festera.

      En el Expediente 22/1933, del fondo documental de les Fogueres de Sant Joan que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante, encontramos la incorporación del entrañable Raval Roig de nuestra ciudad a las hoy Fiestas Oficiales. Así, la que entonces se denominó Foguera Arrabal Roig 1933, fue obra del componente del colectivo valenciano «Unión Arte» José Pérez, y fue titulada, según su llibret, Llevant lo vell pera posar lo nou, aunque en otras fuentes sólo aparece como Llevant lo vell. Fue plantada en la Plaza de Topete, y tuvo unas dimensiones de 6 x 5 metros de base y 8,5 metros de altura. Por proximidad, se podría considerar que pertenecería al actual distrito de la Foguera La Marina, tal vez del de Plaza de Santa María, o más probablemente del de Passeig de Gómiz.

      Foguera Arrabal Roig 1933, de «Unión Arte» (AMA)

      El presidente de la Foguera, José Pérez Ruso, seguramente de ascendencia tabarquina y que, aunque coincida nombre y apellido, no tenía nada que ver con el constructor del monumento, firmaba y presentaba su solicitud de plantà en la Secretaría del Ayuntamiento, el día 3 de junio de 1933, que la cedía en la misma fecha a la Comisión de Fomento, para quedar aprobada el día 5. Adjuntaba un boceto en acuarela, del que se conserva una fotografía autorizada mediante sello de Alcaldía. Era José Pérez una persona que siempre se mostró muy discrepante y crítico con la Mesa Gestora en las Juntas Generales, lo que le haría bastante impopular entre el resto de representantes foguerers.

      La citada solicitud hacía referencia al significado de la foguera, indicando que ésta «desarrolla el tema, de demoler lo arcaico y vetusto, reemplazándolo por otras edificaciones modernas que prestigien la población». Así la comentaba el número extraordinario de Fogueres 1934 de la popular revista El Tio Cuc, que, inexplicablemente, además la rebautizaba con el lema ¡Al agua patos!:

      Boceto de la Foguera Arrabal Roig 1933. Revista El Tio Cuc
      (Archivo Armando Parodi)

      Y este era el inicio de la amplia «explicasió» que consta en el llibret, firmada por José Pérez Ruso y Rafael Ferrándiz Navarro, toda una declaración de intenciones:
      Ya era temps de q'aplegara
      l'hora de ser foguerers
      i que com en atres puestos,
      ixquerem en els papers,
      al formar la Comisió
      q'enguañ molt valenta, fer a
      en tres mesos molt cortets
      una señora foguera,
      que'l barrio tot recibix
      plé d'alegria y de goig,
      pues no hay ducte, era desich
      dels veins del Raval Roig,
      que ara 's podrán codejar,
      aixina d' esta manera,
      en els demés d'Alacant
      per tindre ya una foguera.

      La primera comisión de este distrito la componían: José Pérez Ruso, presidente; Rafael Esplá Riera, vicepresidente; Francisco G. Martínez, secretario; José Esplá Riera, vicesecretario; José Puche Navarro, tesorero; y los vocales, Enrique Reus Álvaro, Pascual B. Serna, Tomás Llorca Femenia, Pedro Llinares, Francisco A. Planelles y Eleuterio S. Giménez. Fue la primera Bellesa, la señorita Rita Rómulo Serrano, y sus «Donselles d'Honor», Paquita Zaragoza, Vicente Molina, Remedios Juan y María Saura. Fue nombrado «Foguerer Machor» Álvaro de Albornoz Liminiana, político, abogado y escritor asturiano, diputado en Cortes y Ministro de Fomento y Justicia durante la II República. La Banda de Música de Orba fue la encargada de amenizar pasacalles y verbenas. La alicantina Papelería Marimón editó el Llibret de la Foguera del Raval Roig, aquí sí, por una vez bien escrito, con doce páginas de 14 x 22 centímetros.

      Llibret de la Foguera Arrabal Roig 1933 (AMA)

      Tras un año sin plantar, en lugar de desaparecer, como ocurriera en otros barrios tradicionales de nuestra ciudad, sin embargo reaparece con fuerza, y la Foguera Arrabal Roig 1935 planta dos monumentos, una foguera adulta y una foguera infantil. La primera de ellas, de acuerdo con el Expediente H-22/1935 que se conserva en el AMA, fue construida por los hermanos Juan y Gaspar Esteve García, que firmaban como «Esteve Hermanos». Según el llibret se titulaba Lo que puede ser, concursó en Categoría B, siendo merecedora del Tercer Premio, aunque otras fuentes citan, erróneamente, el Primer Premio de Tercera Categoría, clasificación que, por una parte todavía no existía y, por otra, queda totalmente desmentida al consultar el Acta de la Junta General Extraordinaria del 18 de junio, que la sitúa en la citada Categoría B. Sus 8 x 6 metros de base y 9 metros de altura fueron plantados, como en la anterior ocasión, en la calle Virgen del Socorro, a la altura de la Plaza de Topete del popular barrio de nuestra ciudad.

      Foguera Arrabal Roig 1935, de «Esteve Hermanos» (AMA)

      Es igualmente José Pérez Ruso, en calidad de presidente de la Foguera, quien el 6 de junio de 1935 hace entrada en el Registro de la Secretaría del Ayuntamiento de la solicitud de plantà, fechada 4 de junio, que sería admitida sin problemas. Se conservan dos fotos autorizadas, de otros tantos bocetos en acuarela, de las caras frontal y posterior del monumento, esta última sin firma.

      El mencionado documento incluía una breve explicación del monumento:
      Una vista de la actual situación de la Calle Mare Nostrum, con la barandilla que da a la playa y la parte montañosa, fea y antiestética que ofrece ahora, y, en la parte opuesta de la hoguera, lo que podría ser este sector construyendo una escalinata artística que facilitase el paso hasta la playa, borrando, al paso, esa vista fea de la parte montañosa. Los edificios modernos que se construirían en esa parte de la calle de Mare Nostrum, así como un gran Hotel turístico, denominado de Mare Nostrum, y exposición de algunas escenas de playa, a cargo de turistas alojados en el citado Hotel del que descienden, ataviados en traje de playa, por la escalinata futura desde su alojamiento a las arenas del Postiguet.

      Tarjeta publicitaria con el boceto de la Foguera Arrabal Roig 1935
      (Archivo Armando Parodi)

      Fue Bellesa de la Foguera la señorita Lolita Fuster, cambiaba la banda de música respecto de la que fuera contratada en 1933, siendo este año la Unión Musical de Alicante la que amenizó los días de fiesta, desfilando con la Foguera con el número 8 de orden, según el Acta de la Junta Extraordinaria de fecha 12 de abril, y de nuevo la Papelería Marimón editó el Llibret de la Foguera de Arrabal-Roig, de 15,5 x 21 centímetros y 16 páginas.

      En cuanto a la Foguera Infantil Arrabal Roig 1935, primera y última que se plantaría en este efímero distrito, es curioso observar que está muy bien documentada en el Expediente I-6/1935. Su autoría se debe al presidente de la comisión infantil, Rafael Ferrándiz, que la tituló Abusand de la ignoransia, según el citado expediente, o también Els esclaus de la mar, de acuerdo con otras fuentes, aunque probablemente este título hace referencia a una de sus escenas. Medía 1,5 x 1,5 metros de base y 4 metros de altura, curiosamente más alta que el máximo permitido en la actualidad en una foguera infantil de la máxima categoría, y se plantó frente a los números 123 y 125 de la calle Virgen del Socorro.

      Boceto de la Foguera Infantil Arrabal Roig 1935. Revista El Tío Cuc
      (Archivo Armando Parodi)

      La solicitud de plantà está fechada 9 de mayo de 1935, y presentada en Registro de la Secretaría del Ayuntamiento el 10 de mayo, quedando autorizada el día 1 de junio. Escrita con correctísima caligrafía, la firman Rafael Ferrándiz, presidente; Manuel Rodrigo, secretario; Francisco Berdías, vicesecretario; y Luis Nadal, tesorero. Completan la documentación un boceto en tinta azul de 32,5 x 44,3 centímetros, así como una memoria de la foguera, mecanografiada y firmada por el presidente y el secretario de la comisión infantil, que explica cada una de las cuatro caras de la misma. En la primera, «la playa del Postiguet todavía se presencia el deprimente espectáculo de pescar al "bou" cuadro este ya anticuado e inhumano, puesto que no compensa nunca el esfuerzo de unos hombres que arrastran pesada carga para obtener unos céntimos de compansación». En la segunda escena, «en aquella misma playa llegada la época estival van las mujeres tan sin vestidas que más parecen lugares propios de permanente pornografía, y no por cierto dominando esta clase de gentes, puesto que la playa se ve conmovida de gentes distintas de sana moral y además la infancia». En la tercera cara de la foguera, «un pobre hombre vendedor de números, que no debe gozar seguramente de buena vista, es burlado por las compradoras que a veces se quedan con varias "parejas" de números y pagan como si sólo una hubiesen tomado». Y en la cuarta y última, «hay otro pobre hombre vendedor de agua a domicilio que, con grandes trabajos si fía 3 cántaros por 10 ctmos y parece caro a muchas, mientras que a lo mejor pagan 30 ctmos, por medio litro de vino, cuyo vino tiene tan sólo de tal el color, puesto que es agua pura».

      Por último, llegamos a 1936, último año que plantaría monumento la Foguera Barrio del Arrabal Roig, reiteración que así consta en su denominación en el Expediente H-26/1936 del Archivo Municipal. Lo hizo con una nueva obra de «Esteve Hermanos» también con título diverso: Maldito dinero, según el boceto, o Maldita guita, según otras publicaciones. Se plantó en Categoría B un monumento de 10 metros de base y 9 metros de altura, frente al número 52 de la calle Virgen del Socorro.

      Boceto de la Foguera Barrio del Arrabal Roig 1936,
      de «Esteve Hermanos»(AMA)

      La documentación que se conserva de esta foguera es notablemente más escasa. Una escueta solicitud de plantà firmada por un nuevo presidente, Eleuterio Alemañ Planelles, fechada el 19 de junio de 1936, sería presentada en Registro de la Secretaría del Ayuntamiento, transferida al Negociado de Gobernación, y aprobada a continuación en esa misma fecha. Y, junto a ella, dos bocetos sin firmar, el primero de ellos de la cara frontal, en acuarela de 64 x 44,2 centímetros, y el segundo de la cara posterior, de 44,4 x 32,4 centímetros a tinta. No contiene explicación ni descripción alguna del monumento.

      Era Eleuterio Alemañ, un presidente mucho más participativo, sin dejar de ser notablemente legalista, siendo nombrado miembro de varias comisiones de trabajo por la Mesa de Gestora, según se desprende las Actas de las Juntas Generales. Un talante significativamente distinto del de su predecesor.

      Bellesa de la Foguera Barrio del Arrabal Roig 1936.
      Revista Rosas y Perlas 1936 (Archivo Armando Parodi)

      Fue la última Bellesa de la Foguera la señorita Luisita Moliner, mientras el Llibret de la Foguera de Arrabal Roig, de 14 x 21 centímetros y 12 páginas, era confeccionado por primera y única vez por los Talleres Tipográficos Sucesor Viuda de Reus, de Alicante. El sorteo del orden de desfile deparó a la comisión, en esta ocasión, el número 25, según Acta de la junta General de Fogueres del 18 de febrero.

      Después llegó la Guerra Civil y, con ella, la interrupción de las fiestas durante dos ediciones consecutivas, en 1937 y 1938, por razones obvias, pero los festejos más populares de Alicante no se volverían a celebrar en el Raval Roig: la Foguera desapareció junto con la II República y, hasta la fecha, no ha habido conato alguno de recuperarla. Pero el barrio más autóctono de la ciudad, ya tenía, y sigue teniendo, su fiesta popular y tradicional, que prevalece sobre cualquier otra celebración festera.

      Bellea, Belleza, Reina, Bellesa... del Foc

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      Artículo publicado en la Revista Oficial de Fogueres 2002

      El título de la máxima representación femenina de les Fogueres de Sant Joan, así como el sistema de su elección son, con toda seguridad, unos de los temas más llamativos y controvertidos de nuestra fiesta, un título que en 2012 cumplió ochenta años. Desde su instauración en 1932, han sido y son caballos de batalla de los que más hacen correr ríos de tinta y que más debate generan en el transcurso del ejercicio de les Fogueres de Sant Joan.

      Tomemos como punto de partida la Memoria Anual de la Comisión Gestora correspondiente al ejercicio 1957-58. En ella, en el capítulo «Festival Elección Bellea del Foc», se hacía evidente, por primera vez, la inquietud que había desde años anteriores, prácticamente desde la reanudación de la actividad festera tras el paréntesis de la contienda nacional, hacia el tema de la denominación oficial de la representante de la Fiesta de les Fogueres. Se expresaba en estos términos:

      Hora es ya de tomar decisiones terminantes sobre esto. Ya el pasado año decíamos, en la «Memoria» de la labor efectuada, que era deseo de la Gestora el renovar completamente el Festival de Elección, buscando un marco de más alcurnia para el mismo. Presentación ante las Autoridades, sustituir el nombre de «Bellea», poco apropiado, por el de «Reina» de las Hogueras...
      Del mismo modo, en el punto «Presencia y rango de la mujer alicantina en la Fiesta», apuntaba la conveniencia de una reforma total en la materia.

      Amparito Quereda Bernabeu, primera Bellesa del Foc (1932)

      En la siguiente Memoria Anual, la del ejercicio 1958-59, en su apartado «Cambio de denominación en la representación femenina. Bosquejo histórico», se seguía abundando en el tema. Se hacía una pequeña reseña histórica, contando ésta que, en el año 1932, el periodista, escritor y político segoviano de nacimiento y alicantino de adopción, Mario Guillén Salaya, propuso a la Comisión Gestora organizar un «concurso de belleza» para elegir a Miss Foguera. Ese título de Miss fue desechado inmediatamente por tratarse de un vocablo extranjero y, tras muchas deliberaciones, se escogió el de Bellea del Foc. Como premio para la misma se dispuso de «dos trajes, de corte y calle, sombreros, zapatos, ropa interior; abanicos, guantes, adornos, etc.», todo proporcionado por el comercio.

      Comisión de la Foguera de la calle Quiroga 1932, compuesta sólo por mujeres.
      Todavía no existían las belleses de distrito

      La Elección 

      Los actos de Elección se encomendaron al propio Guillén Salaya, bajo la supervisión del entonces presidente de la Comisión Gestora, José Ferrándiz Torremocha. Pero, faltando muy pocos días, declinó esa responsabilidad y abandonó el cargo, quedando en manos de la Gestora su organización.



      El concurso fue convocado mediante anuncio en la prensa local del día 20 de abril de 1932, ya que hasta el año siguiente no se designarían como tales las belleas o bellezas por los respectivos distritos foguerers. Por esta razón, es un error reiterado la asignación que algunos autores hacen de la primera Bellea del Foc al distrito de Benalúa, ya que la primera elegida, Amparo Quereda Bernabéu, no sólo no fue proclamada Belleza de esa foguera, sino que además ni siquiera vivía en el barrio. Podían elegir libremente el tipo de vestido a llevar, y debían comprometerse a desfilar en la pasarela las veces que el Jurado considerara necesario.



      El primer Jurado, reunido en los salones del Ayuntamiento, estaba compuesto por los concejales José M.ª Pérez Ayala y Mario Guillén Salaya, los pintores Gastón Castelló Bravo y Emilio Varela Isabel, el escultor Daniel Bañuls Martínez, los periodistas José Coloma Pellicer (director de El Tio Cuc) y Emilio Costa Tomás (director del Diario de Alicante), el fotógrafo Ángel Custodio, y el secretario de la Comisión Gestora, Rafael Ferrándiz Navarro, que actuó como tal en dicho Jurado. Pues bien, aunque parezca mentira, ya en esta primera ocasión hubo protestas por parte del público, siendo en especial blanco de las mismas los pintores Castelló y Varela, y el escultor Bañuls.

      9 de abril de 1933. Almuerzo en honor a la Bellesa del Foc,
      celebrado en el Castillo de San Fernando

      El 22 de junio de 1933, en el transcurso de una fiesta popular en la Plaza de Toros, se estrenaba el himno La Bellea del Foc, original de Luis Torregrosa García y letra de José Ferrándiz Torremocha, los mismos autores del himno Les Fogueres de San Chuan, en cuya partitura original figura la siguiente dedicatoria a Carmen Hernández Flores, Bellea del Foc de 1933: «A la encendida hermosura de Carmencita Hernández Flores, la morena Bellea del Foc que nos ha inspirado este Himno».


      En años sucesivos, el marco estrella de la Elección sería el hoy desaparecido Monumental-Salón Moderno, salvo algunas excepciones, y el Jurado se vería formado fundamentalmente por los Foguerers Machors de cada foguera, así como de grandes personalidades de la sociedad, no sólo alicantina, sino también nacional: Carlos Arniches, Fernando Luca de Tena, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Azaña, Indalecio Prieto, Rafael Altamira... Tal vez por aquello de la notoriedad de sus componentes, las protestas al Jurado se hicieron más raras, al menos de una forma tan evidente.

      Bellesa de la Foguera de Orán 1933

      Con el tiempo se llegó al convencimiento de que se trataba de algo de mucha más categoría. No era un tributo a la belleza lo que se deseaba, sino un homenaje a la mujer y, al dejar de ser un festejo local para tener trascendencia fuera de tierras alicantinas, ciertos hechos no quedaron muy bien parados, hasta llegar a la necesidad de falsear la elección para mejorar la preparación de la representación alicantina.


      El momento oportuno para la renovación del sistema pudo haber sido la reanudación, en 1940, de las actividades festeras. Tomás Valcárcel Deza, delegado artístico de la Gestora presidida por Ramón Guilabert Davó, suprimió el odioso concurso y lo transformó en un espectáculo con un sello marcadamente alicantinista y folklórico: el Festival de Elección de la Bellea del Foc, aunque habría que decir que, aunque el régimen franquista abogó por utilizar el correcto castellano de Belleza del Fuego, lo que consiguió en otras denominaciones festeras, especialmente en los contenidos de los llibrets, no lo logró con el vocablo Bellea, tan arraigado.

      Bellesa y sus Donselles d'Honor 1933 de la Foguera Santa Isabel

      Pero para «mayor equidad», se pensó en dar entrada en el Jurado... ¡a los presidentes de las comisiones! El concurso persistía. Ahora los votos no había que pedírselos a unos cuantos señores que antes formaban el Jurado, sino a treinta o cuarenta votantes. No se tuvo en cuenta el ridículo que pasaban la mayor parte de las chicas ante las discusiones entre los presidentes, y esto hacía que cada vez se retrajesen más, hasta llegar al problema real de las negativas continuas: de la escasez de belleas.


      La Gestora de nuevo tuvo la necesidad de «preparar» las elecciones, en bien de aquellas muchachas que desinteresadamente acudían. No falseándolas, puesto que se hacían ante el público, pero sí poniéndose de acuerdo en cuanto a la señorita que había que votar, asegurando así la elección de determinada joven, que dejara el nombre de la mujer alicantina donde sin duda merecía. Muy emocionante ante los ojos de los asistentes, pero falso. Hasta las propias comisiones dejaron de hacer sus primitivos concursos en los barrios, para llegar al sencillo acto de la Presentación al Distrito de la chica designada. Las palabras «falsedad», «injusticia» y otras por el estilo, eran el apoteósico final de las elecciones.

      Belleses 1933

      En el Pleno del 15 de enero de 1959, se propuso, por fin, un cambio de denominación. Había que desterrar todo aquello que pudiese recordar el primitivo concurso de belleza y, por ello, se estimó que el nombre Bellea debería ser sustituido por otro. En un Pleno anterior, del 22 de octubre de 1958, este tema se sometió a votación, resultando diecisiete votos a favor de cambiar la denominación, por ocho en contra y dos abstenciones, sugiriendo la Gestora que cada comisión le enviara una carta en la que propusiera la denominación que, a su forma de ver, era la más adecuada. Recibidas seis propuestas distintas, fue nombrada la subcomisión de organización encargada de proponer el nuevo nombre a la autoridad municipal. Por fin, en reunión con la Comisión Gestora, entonces encabezada por Gastón Castelló Bravo, que también actuaba como delegado artístico, en la Casa del Foguerer, el día 23 de enero, se llegó a la siguiente conclusión: se denominarían Festeras a las señoritas elegidas en los distritos, y Reina del Foc a la designada como máxima representante de Les Fogueres. Pero la cosa no terminó ahí...

      Carmen Hernández Flores, Bellesa del Foc 1933

      La anteriormente citada Memoria 1958-59 también comentaba, en el apartado «Cambio de sistema» que, como complemento de lo anterior, la Comisión Gestora se reunió el 6 de marzo con los señores Arecio Gómez Padilla, Pedro Carbonell Zaragoza y José García Sellés, presidente, vicepresidente y secretario de la Comisión Municipal de Fiestas, respectivamente, y acordaron que se efectuaría una recepción en el Palacio Municipal a todas las señoritas acompañadas por sus presidentes, para ser presentadas a las autoridades provinciales y municipales, así como a los representantes de la prensa. Tras la recepción, el señor alcalde haría pública su designación de la Reina del Foc y su Corte de Honor, en número de cuatro o seis, y unas fechas después se celebraría un acto público en el Teatro Principal, cuya cesión gratuita gestionaría el Ayuntamiento, organizado por la Comisión Gestora para hacer la presentación de las mismas.

      Representantes de la Foguera General Villacampa 1934

      Entregado el 10 de marzo el proyecto al alcalde Agatángelo Soler Llorca, a la sazón presidente nato de la Comisión Gestora, éste mostró su acuerdo total con la resolución propuesta. El alcalde comunicaría los nombres de las cinco señoritas designadas a la Comisión Gestora, mientras sendos motoristas de la Policía Municipal llevaban a sus respectivos domicilios los nombramientos firmados por el primer edil. Al día del acto de presentación de las mismas se le denominaría Día del Foguerer, en el transcurso del cual se desarrollaría una comida de hermandad, una corrida de toros y un baile en la Lonja. Además, el alcalde subvencionaría los trajes de las chicas elegidas. 

      Ante el Festival de Presentación de las señoritas asignadas, hubo grandes dudas iniciales de su éxito, pues algunas comisiones, contrarias al cambio, mostraban su descontento reiteradamente. Pero fueron las que habitualmente llenaban la localidad barata, para gritar animando a lo suyo y abucheando al contrario, las que no hicieron acto de presencia, llenándose por contra el Teatro como jamás lo había hecho en un acto de esta índole. Mientras, tras el espectáculo, las discusiones y las desavenencias entre las comisiones en la calle se desvanecieron. El disgusto que siempre había seguido a la votación había desaparecido.

      Comisión de la Foguera de Madrid 1934

      Pero en tan sólo dos años, con la llegada a la presidencia de la Gestora de Tomás Valcárcel, que asumiría igualmente la delegación artística, volvería la denominación Bellea del Foc, de forma ya inamovible hasta nuestros días, aunque con los matices que luego veremos. La Fiesta, por lo tanto, sólo conocería dos reinados: 1959 y 1960. La razón estuvo, según se recoge en el Acta del Pleno del 21 de abril de 1961, en su capítulo de «Ruegos y preguntas», en la intervención de varios de los presidentes asistentes abogando por la escasa acogida que la denominación Reina tenía entre los foguerers, y en la persistencia en la calle del uso del apelativo Bellea. Uno de ellos decía, por ejemplo, que el título Bellea del Foc«es muy nuestro, como Fallera Mayor es de Valencia y Gayatera de Castellón»; otro dio lectura a una carta de José Ferrándiz Torremocha, en la que se decía «que no debió (el Pleno) quitar el nombre de Bellea del Foc»; también se comentó que «el nombre de Bellea no era para indicar la belleza de la mujer, sino la belleza de la Fiesta representada por la mujer». Al final, en una votación, donde también se eligió cambiar la denominación de Elección por la de Proclamación, algo obvio por otra parte, la denominación Reina del Foc obtuvo nueve votos, frente a los trece que tuvo Bellea del Foc, con atención al texto cuatro abstenciones y cinco «que no votaron» (?). Se llevó la propuesta, como era preceptivo, al alcalde que, al ser una proposición derivada de una votación en el Pleno, la aprobó.

      1934. Llegada del barco de Orán con la representación festera

      Llegando a 1965, dos años antes de que se institucionalizara el traje de novia alicantina, ideado por Valcárcel desde que tomara las riendas de los Festivales de Elección, y que desde los primeros años cincuenta poco a poco iba haciéndose habitual, retornaría el antiguo sistema de elección por votación popular, lo que ya ese mismo año agotaría rápidamente el taquillaje del Teatro Principal. La propuesta surgió en el Pleno del 13 de octubre de 1964, «por considerarlo más popular, más interesante y que se amolda mejor a la idiosincrasia de la Fiesta». Trasladada al alcalde, éste la aceptó igualmente. Las papeletas de votación de autoridades y comisiones se iban reflejando públicamente en cuatro grandes pizarras conforme se leían, entre los grandes aplausos y los gritos de entusiasmo de los «hinchas fogueriles». Los empates entre las Damas de Honor, que en más de una ocasión se dieron, se resolvían mediante una «mano inocente».

      Paquita Santos Albadalejo, Bellesa del Foc 1934

      Más adelante volvieron a complicarse las cosas. Se dio también posibilidad de votación a los medios de comunicación y, en 1971, si siempre el intercambio de votos, criticado y repudiado por los propios presidentes, estaba en boca de todos, se agravó con una nueva modalidad de cambalache: la compra del voto. Así, las comisiones económicamente débiles, o «más de barrio», sucumbían ante las del centro de la ciudad. Otra vez los pucherazos anunciados se sucedían año tras año, pero sin que nadie tuviera la voluntad de ponerles freno, lo que hastió al público asistente hasta tal punto que sólo unos tímidos silbidos de protesta precedían a un silencio sepulcral en el acto de la Proclamación, acto que no se separaría del de Elección hasta 1981. Eran elecciones descafeinadas y faltas de ilusión... salvo para unos pocos, claro.

      Angelita Ramírez López, Bellesa del Foc 1935

      Un año antes de esa separación de actos, en 1980, año de transición, ya que Tomás Valcárcel dejaba la presidencia de la Gestora y le sucedía Jacinto Masanet Gomis, fue Pepe Espadero, nuestro genial artista y coreógrafo, recién nombrado delegado artístico, el que estableció que el traje de novia alicantina sólo fuera exhibido por las Belleas y Damas de Honor, quedando para las comisionadas el llamado «de labradora». Pero su magnífico espectáculo en el Palacio Municipal de Deportes, con guión de Luis Amat Vidal, se vio mermado en esplendidez por un final desastroso. A pesar de que se introdujeron modificaciones en el sistema de votación, como el no poder votar a su propia Bellea y el nombrar en cada voto qué foguera votaba y a qué Bellea lo hacía, el sistema no convenció a nadie, y el resultado fue un descomunal guirigay de pitos y «¡fuera, fuera!», que consiguió que autoridades y medios de comunicación se ausentasen inmediatamente, y que más de un presidente intentara retirar a su Bellea del escenario. Y todo fue debido a las mañas del presidente de la foguera que se hizo con el título, que prometió a gran cantidad de presidentes el intercambio de votos y, obviamente, no podía cumplir con todos. Como era de esperar, ese presidente se esfumó del Pabellón al poco de finalizada la votación. El nuevo sistema tampoco tenía validez.

      1935. Representación de Les Fogueres de Sant Joan rumbo a Orán

      Al año siguiente se hizo un nuevo intento, tan desafortunado como los anteriores. Esta vez sólo votaban los presidentes de las hogueras... Según decían, se llegaron a cotizar ¡hasta a 15.000 pesetas por papeleta! Esto, unido a las seis largas horas de espectáculo, y a que días antes de la Elección se había coreado por la ciudad el nombre de la chica que iba a ser elegida –¡y resultó serlo, además!–... ya se puede uno imaginar. Unas protestas que no se reprodujeron al año siguiente, tal vez porque éstas iban dirigidas a hacer dimitir a Jacinto Masanet, o tal vez porque su sucesor Raúl Baeza Muñoz tuvo el acierto de cambiar una vez más el sistema, haciendo que fueran las cinco chicas más votadas por los presidentes, las que a su vez se votaran entre sí para elegir la Bellea del Foc.



      Con la llegada en 1985 de José Ángel Guirao Sánchez a la delegación artística, se recuperaba el glamour, la poesía y el alicantinismo que formulara en su día Tomás Valcárcel y, fuera o no por esa razón, la realidad es que vivimos una etapa de tranquilidad, no exenta de gran expectación, en cuanto a la Elección de la Bellesa del Foc se refiere, denominación que abordaré más adelante. Las elecciones discurrieron mucho más tranquilas a partir de la adopción del sistema mixto de votación: los presidentes realizaban una votación previa, puntuando de 5 a 1 a las cinco belleses que más les gustaban a sus comisiones, de la suma de estos puntos salía un grupo de las quince chicas más votadas, que pasaban a un segundo Jurado, nombrado por el presidente de la Comissió Gestora, que decidía qué cinco chicas ­siete a partir de 1999, al pasar a ser seis las Dames d'Honor eran elegidas, y quién de ellas era la nueva Bellesa del Foc.

      Representantes de la Foguera de la calle Quiroga 1936

      La época de Guirao, con un paréntesis de cinco años de continuos cambios de responsables de la Elección Ginés Pérez Beltrán, Javier Villacampa González, Néstor de Lara Correa, Carlos Pro Rodríguez, y de lugar de realización de la misma Institución Ferial Alicantina (IFA), Centro de Alta Tecnificación, culmina en 1998 en la Plaza de Toros, con un soberbio espectáculo titulado Mar de Foc, al que le vino muy apropiado el título por el gran chaparrón que a punto estuvo de echar al traste con el Festival de Elección, pero que, afortunadamente, pudo llevarse a cabo con dos horas de retraso, que no mitigaron lo más mínimo la grandiosidad del mismo.



      Aun fallecido, el espíritu foguerer de José Ángel Guirao estuvo presente en la edición del Festival de Elección de la Bellesa del Foc de 1999, como uno más de su buen hacer. Nos dejó un testamento artístico, como presintiendo su desaparición, basado en el cual, sus íntimos colaboradores montaron el acto de título Luceros, que incluyó un homenaje a su memoria que puso en pie a toda la plaza.

      7 de abril de 1940. Matilde Nadal Bolino, recién proclamada Bellesa del Foc

      Y llegamos a una nueva etapa, donde el talento del delegado artístico de la Gestora de José Manuel Lledó Cortés, Manuel Jiménez Ortiz, dio un giro inesperado al Festival de Elección de la Bellesa del Foc, integrando el alicantinismo de Valcárcel y de Guirao con el puro espectáculo que nada tuvo que envidiar a los musicales de París, Londres o Nueva York, todo ello sazonado con la más multitudinaria participación de foguerers y barraquers que este acto haya conocido jamás, fórmula que ha pervivido a duras penas con el cambio de presidencia a Pedro Valera Bocero, y cuyo titular de la delegación artística, Enrique Torres Navarro, muy limitado por la crisis económica, apenas pudo acercar esos primeros actos de Elección de la recién denominada Federació de les Fogueres de Sant Joan, a esplendores anteriores.


      La publicación de este artículo ha tenido lugar la víspera de la primera Elección de la Federació presidida, precisamente, por Manuel Jiménez Ortiz. Los antecedentes festeros de su delegada artística, Noelia Rondón Espinosa, hacen presagiar un gran espectáculo, de los que quedan en la retina. Las quinielas están hechas, y las candidatas, así denominadas desde que en 2003 dejaran de ser las belleseselegidas en su año las que optaran al título, para serlo al año siguiente, preparan sus trajes de gala y de novia alicantina para tratar de alcanzar el preciado título del fuego. El Jurado, nombrado en parte por la propia Federació, y en parte por la Asamblea General, convive ahora con las aspirantes al título en multitud de actos a lo largo del ejercicio, y es hoy el responsable último de la elección de las máximas representantes de la Fiesta.

      22 de junio de 1940, en la Plaza de Toros de Alicante


      El Título



      En cuanto al título de nuestra máxima representante de la Fiesta, basándose en la revisión filológica de la palabra Bellea, se comenzó a utilizar la actual denominación Bellesa del Foc, que se va incorporando a nuestro léxico foguerer muy lentamente, si bien es perfectamente vigente la tradicional denominación Bellea del Foc, como ahora comprobaremos.

      Comisión de la Foguera Benalúa 1940

      Tal revisión se llevaba a cabo a primeros de los años ochenta, a fin de otorgar la máxima pureza a la utilización del valenciano en nuestra Fiesta. Así, San Chuan pasó a definitivamente a corregirse a Sant Joan, la castellanizada Comisión Gestora se convirtió en la correcta acepción oficial de entonces Comissió Gestora, hoy Federació, pero no cuajó el cambio propuesto de Bellea a Bellesa. Este fue el motivo por el que, a finales de esa misma década, la Comissió Gestora solicitara al Secretariat de Normalització Lingüística de la Universitat d'Alacant, un informe detallado sobre el uso de dicha palabra. El informe, firmado por su director Rafael Alemany i Ferrer, aclaró la coexistencia de ambas acepciones de uso en tres puntos aquí resumidos:
      1. La palabra bellesa, derivada de bell bonito, hermoso, guapo, era ya utilizada por nuestros primeros escritores valencianos, si bien coexistía con ­bellea­, pues era un fenómeno generalizado y que actualmente pervive en muchos lugares, transformar las palabras acabadas en -esa reduciéndolas a -ea.
      2. Se comprueba una y otra vez en los archivos históricos la presencia de ambas formas, si bien la adoptada como correcta por las autoridades lingüísticas ha sido la forma bellesa. Sin embargo, y como ocurre en todas las lenguas, usamos las palabras de forma diferente según la situación en que nos encontramos, pudiendo diferenciarse un modo coloquial y un modo formal de utilización de la lengua. Se trata de un comportamiento espontáneo e inconsciente y, en el caso que nos afecta, bellesa/bellea, podemos hacerlo extensible a todas las palabras valencianas que designan elementos de la Fiesta y que han penetrado en el castellano, como mascletà, despertà, plantà, cremà, banyà, etc. que provienen de formas acabadas en -ada, es decir: mascletada, despertada, cremada...
      3. En resumen, la palabra valenciana correcta sería bellesa, y en documentos y actos que precisen un uso formal de la lengua, habrá que utilizarla así. Pero en llibrets, artículos, circulares, noticias de prensa y otros escritos relacionados con Les Fogueres, se puede tolerar el uso de bellea como es tradicional y vivo en Alicante.


      Representantes de la Foguera Plaza del Puente 1948

      En la actualidad, el Reglamento sobre los elementos de la Fiesta para las asociaciones federadas en la Federació de les Fogueres  de Sant Joan, en su capítulo III «De la representación protocolaria de la Fiesta de Les Fogueres de Sant Joan», artículo 8.º «Máximas representantes protocolarias», especifica: «Cada una de les Fogueres designarán una Bellesa y podrán designar un máximo de seis Dames d’Honor, que representarán a las mismas en la medida que cada Asociación considere, siendo sus máximas representantes protocolarias».

      Mercedes Valero Teruel, proclamada Bellesa del Foc 1957

      Bellea, Belleza, Reina, Bellesa, cuatro títulos para una figura imprescindible en nuestra Fiesta, con más de ochenta años de vida. Siendo el que escribe estas líneas delegado de Cultura de la Comissió Gestora, y para celebrar el que entonces era 70 Aniversari de la Bellesa del Foc, tuve el placer de dirigir y coordinar el Libro Oficial Fogueres '2002, con el título «70 Anys de Belleses. Vivències», y ¿qué mejores interlocutoras para su contenido que sus mismas protagonistas? Así que, la entonces delegada de Bellezas de la Comissió Gestora, María García Carbonell, les envió, recién iniciado el ejercicio, una carta de invitación a participar en ese proyecto, cuyo texto era el siguiente:
      Apreciada Bellesa del Foc:
      Como está siendo habitual en estos últimos años, la Comissió Gestora de les Fogueres de Sant Joan viene convocando y realizando una serie de actos dedicados a vosotras, las Belleses del Foc de años anteriores, en su deseo de mantener vivos nuestros lazos de amistad y nuestro reconocimiento hacia aquellas mujeres a quienes debemos su magnífica labor representando a les Fogueres de Sant Joan en su año de reinado.
      En este mismo sentido, y con la efemérides que supone el que el próximo año 2002 se cumplan los setenta años desde que se creó esa figura, hoy tan irreemplazable en el mundo de la Fiesta, como es la Bellesa del Foc, la Comissió Gestora desea que la principal publicación que se edita cada ejercicio foguerer, el Libro Oficial
      «Fogueres», esté dedicado este año única y exclusivamente a vosotras.
      Nuestra idea es que ese Libro lo llenéis de vuestros recuerdos, de vuestras vivencias y de vuestras anécdotas. Es por ello, querida Bellesa del Foc, que te pedimos que abras el baúl de tus recuerdos foguerers y nos envíes bien por carta o por soporte informático o correo electrónico, aquellas vivencias que quedaron impresas en ti y que no te importe compartir con toda la familia festera. Si lo prefieres puedes venir aquí a tu casa, la sede de Gestora, o citarte con nosotros en otro lugar para contárnoslo. Del mismo modo nos gustaría que nos prestaras tu foto preferida de cuando fuiste el máximo exponente de Les Fogueres, y otra actual para que, cuando un foguerer o barraquer se cruce contigo por la calle, pueda saber
      «esta mujer fue Bellesa del Foc», o pueda exclamar «¡¡adiós Bellea!!».
      Esperamos pronto tus gratas noticias para que tu página de historia de Les Fogueres no quede vacía o incompleta.
      Un fuerte abrazo.
      Revista Oficial Fogueres'2002: «70 Anys de Belleses. Vivències»

      Los resultados, emotivos y muy ilustrativos de cuanto aquí he relatado, son una invitación a su disfrute, hojeando las páginas del Fogueres '2002

      Islas e islotes de Alicante. Isla de Tabarca

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      Extraído de:
      ISLAS E ISLOTES DE LA PROVINCIA DE ALICANTE
      Páginas 10 a 39: ISLA PLANA O NUEVA TABARCA

      Edita:
      - Excma. Diputación Provincial de Alicante

      Dirección Técnica:
      - Área de Promoción y Desarrollo Local - Excma. Diputación Provincial de Alicante

      Colabora:
      - Instituto de Ecología Litoral
      - Asociación Española de Ciudades de la Pesca - AECIPE
      - Juan Portolés Juan

      Diseño y Maquetación:
      - Alcaraz & Estévez Asociados



      Arqueología tabarquina en la revista "Ibérica"

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      El Observatorio del Ebro (Universitat Ramon Llull, Consejo Superior de Investigaciones Científicas), junto con el Ayuntamiento de Roquetes (Tarragona) y el Institut d'Estudis Catalans, conmemoraron en abril de 2013 el centenario del nacimiento de la Revista Ibérica (1913-2004).

      Esta publicación fue creada por el padre jesuita Ricard Cirera, a su vez fundador del Observatorio del Ebro, con el objetivo de difundir semanalmente el conocimiento científico y tecnológico de la época. El proyecto fue pionero en España y logró mantenerse noventa y un años, durante los que documentó la revolución tecnológica del siglo XX. Formaba parte del conjunto del proyecto ideado en la fundación de esta institución, y se publicó en el Observatorio hasta 1925, pasando el 3 de septiembre a editarse en Barcelona, donde adquirió gran renombre y difusión. Fueron subtítulos posteriores de la revista: «Actualidad científica» y «Actualidad tecnológica».

      Inicialmente denominada sólo Ibéricaha sido y continúa siendo una importante fuente para la localización de los jesuítas que trabajaban en el Observatorio, así como de sus trabajos, ya que, además de ser utilizada como medio de comunicación, en ella se publicaban noticias que llevan a descubrir otras fuentes a las que acudían. Aparte de las informaciones astronómicas, sísmicas, meteorológicas, heliofísicas, etc., que se daban periódicamente, incluye una recopilación de informaciones dentro de la sección denominada «Crónica científica», de las que seguramente una mayoría eran aportadas por los propios colaboradores del Observatorio, tanto nacionales como internacionales.

      Ibérica, vol. 00, n.º preliminar, spécimen A, octubre 1913
      (Observatori de l'Ebre. Biblioteca de Roquetes)

      Se llevaron a cabo dos números preliminares: Spécimen A (octubre de 1913) y Spécimen B (noviembre de 1913). Tuvo periodicidad semanal en una primera época, entre el 3 de enero de 1914 y el 11 de julio de 1936; fue suspendida de 1936 a 1945, retornando como quincenal, en su segunda época, entre el 6 de enero de 1945 y el 15 de junio de 1962, variando sus dimensiones, su tirada y su número de páginas; se inició una tercera época en julio de 1962, hasta que, en marzo de 1984, pasa a ser editada por l'Associació de Pedagogia de les Ciències, hasta su desaparición en 2004. Se editaba tembién, de forma esporádica y en distintas épocas, un Número Extraordinario Anual de «Ibérica: Suplemento Técnico Industrial de Publicidad», así como un Suplemento Semestral.

      El Número Preliminar «Spécimen A», define tener como objetivo de la revista «la cultura general científica, no limitándola a las ciencias astronómicas, aun tomadas en toda su amplitud, sino extendiéndola a todas las ciencias y aún a sus múltiples y casi infinitas aplicaciones». También explica el por qué de su denominación:
      IBÉRICA, en cuanto es palabra latina, tomada sustantivamente significa cosas ibéricas, o cosas del Ebro; y aunque ese nombre no determina elobjeto especial de la Revista, da sin embargo a conocer su procedencia, o sea su íntimo parentesco con el Observatorio y demas instituciones científicasdel Ebro. Además, su significado cuadra bien con todo lo español, su pronunciación es fácil y rápida, el sentimiento que excita es patriótico, y la indeterminación en lo que representa es pasajera, pues le acompaña la explicación que concreta su fin: «El Progreso de las Ciencias y de sus aplicaciones».
      A continuación, y haciendo referencia al origen de la idea de publicar esta revista, añade la siguiente información:
      El Observatorio del Ebro, nacido en 1904, inaugurado científicamente con el eclipse total de sol de Agosto de 1905, ha limitado hasta el presente casi toda su actividad a la publicación de un Boletín mensual, abundante en cuadros numéricos y en representaciones graficas, sólo útiles a los técnicos, y a la publicación de algunas Memorias, dirigidas también con preferencia a los especialistas. De aquí que, frecuentemente, se nos pidiese una publicación acomodada al público ilustrado en general, en la cual se vulgarizasen los fenómenos, exponiéndolos en forma a todos asequible. Este deseo, tan digno de ser atendido, ha sido el punto de partida, y como el primer fundamento del actual plan de Revista, al cual no se ha llegado sin una evolución notable y ampliación de la primitiva idea.
      Pues bien, en el número 413 del tomo 30, de fecha 15 de noviembre de 1959, Ibérica recoge, tanto en el sumario de la portada como en la página 361 de la sección «España y América», subsección «España», un artículo sobre los últimos descubrimientos arqueológicos en Nueva Tabarca. Independientemente de su posterior comprobación de su veracidad o no, este es su texto íntegro:

      Ibérica, vol. 30, n.º 413, 15 de noviembre de 1959
      (Archivo Armando Parodi)
      Descubrimiento arqueológico
      en la isla de Tabarca
      El arqueólogo Padre Belda ha encontrado en la isla de Tabarca, situada frente a la capital alicantina, siete interesantísimos yacimientos arqueológicos llamados a esclarecer muchos datos sobre la historia de Alicante: cuatro de ellos romanos; dos, al parecer, visigodos, y uno del siglo XVIII.

      Los yacimientos romanos son un campo submarino de ánforas en el que han sido hallados ejemplares que van desde el siglo I antes de Jesucristo hasta el siglo III o IV después de Nuestro Señor; una factoría romana de pesca, situada en el promedio longitudinal de la isla, que floreció en los siglos III al V después de Cristo, donde ha sido hallada también una moneda de oro del Emperador Honorio, que estaba entre las arenas submarinas cercanas a la playa; una necrópolis que rodea este establecimiento romano dedicado a la pesca, y otra factoría pesquera semejante a la anterior, situada en la extremidad occidental de la isla. Se da la circunstancia de que en ambas factorías faltan las usuales balsas que tanto abundan en las costas de Santa Pola y Lucentum, dedicadas a la salazón de pescado, por lo que se supone que ya entonces los romanos utilizaban la isla como lugar rico para la captura de especies marinas, que eran trasladadas a las factorías de Santa Pola para su salazón.

      Los dos yacimientos medievales hallados son, según parece, postvisigóticos. De uno de ellos sólo restan paredes y gruesos muros que surgen a flor de tierra, y se cree que era una fortaleza de Teodomiro, sobre cuyos cimientos edificó Carlos III el actual poblado isleño. A sus pies hay una llanura arcillosa que sepulta cerámicas raras, cuyo estudio sistemático se espera pueda concretar muchos datos sobre la fortaleza del reinado de Teodomiro. El otro resto gótico es una vieja torre cuya parte superior se debe a Carlos III, pero en cuya base el Padre Belda ha hallado restos que parecen pertenecer a un convento de los últimos tiempos visigodos. La edificación recuerda, como muy similar, el convento visigodo de San Martín existente aún en la isla del Portichol, frente a Jávea, cuyo origen fué fijado por el arqueólogo alemán señor Schulten.
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